2. Qué es el Romanticismo
El Romanticismo es un movimiento artístico y social que aparece a finales del siglo
XVIII en Europa (Inglaterra y Alemania principalmente) y que se impone en España
durante el tercer y cuarto decenio del siglo XIX.
El origen de este movimiento lo hallamos en tres grandes acontecimientos sociales:
La democracia como ideal de gobierno en Inglaterra y el liberalismo económico.
La Declaración de Independencia de los EEUU respecto a Inglaterra.
La Revolución francesa.
Su principal objetivo es el ejercicio del derecho a la
libertad individual y colectiva. Ello impidió su
introducción en España hasta después de la muerte
de Fernando VII, que impuso un reinado absolutista
durante los años aque reinó.
3. Características del Romanticismo
El romántico prescinde de las reglas clásicas, que limitan el proceso creativo, y se
entrega a la pasión subjetiva, lejos de toda racionalidad. El individuo, pues, se revela
contra cualquier norma que le impida expresar sus propios sentimientos.
En literatura los géneros se mezclan, se combina verso y prosa, y podemos hallar
distintas estructuras métricas en un mismo poema.
Defiende su absoluta libertad en política, moral y arte.
Su actitud es idealista y chocan con la realidad que los rodea. Eso los lleva a la
rebeldía contra la patria, la sociedad e incluso contra Dios.
El enfrentamiento entre su espíritu idealista y la cruda realidad produce en ellos, como
consecuencia, desesperación y desengaño.
Para el Romanticismo sólo la belleza es la verdad.
4. Temas del Romanticismo
La naturaleza: El romántico considera el paisaje como un elemento muy importante en
su obra. La naturaleza (preferentemente tumultuosa: paisajes agrestes, noches
tormentosas, ambientes nocturnos, castillos en ruinas…) participa de los propios
sentimientos del poeta y se convierte en una compañera con la que se comunica.
Lo lejano y lo exótico: La realidad circundan-
te choca con el idealismo romántico y eso lo
lleva a buscar evasión en lo lejano. Una Edad
Media idealizada será fuente de inspiración:
leyendas medievales, cuentos de hadas... Lo
exótico se manifiesta en la atracción que
sienten por la España musulmana y por la
mitología nórdica, que sustituye a la mitolo-
gía grecolatina.
5. Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán, que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrando en el cielo torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
con la razón me arranque la memoria...
¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
Gustavo Adolfo Béquer
6. Resurgimiento de lo popular: La vuelta a una época lejana supone el resurgimiento
de la cultura medieval. El Romancero y las leyendas épicas son fuente de inspiración
para la poesía y el teatro. Permite rescatar, además, aspectos de la identidad histórica
nacional más gloriosos que el materialismo que se impone en una sociedad cada vez
más industrializada. Son las obras narrativas y dramáticas las que reciben esta
inspiración. Ello hizo posible, por otra parte, que se produjera un renacimiento de las
lenguas en tanto que elemento de identidad nacional, de modo que literaturas como la
catalana, la gallega o la vasca recibieron un gran impulso.
7. El amor: Se idealiza el amor hasta el punto de considerar a
la mujer como un ser que lleva a Dios. El amor es conside-
rado como un principio divino. A la par que esa mujer
angelical, los románticos también ven a la mujer como un
principio de perdición, como una fatalidad que destruye
al hombre.
La libertad: La exaltación de la libertad del hombre frente
a cualquier ley humana es un tema frecuente. El romántico
siente una fuerte admiración por todos aquellos seres que
están fuera de la ley (piratas, bandoleros, vagabundos), a
los que considera como verdaderos símbolos de la libertad.
Con todo, la libertad, que implica individualismo, no impi-
de el espíritu de solidaridad, y podemos hallar en sus obras
la denuncia social y las preocupación por los problemas
ajenos.
8. Periodos del Romanticismo
Se distinguen tres etapas en el movimiento romántico español:
Prerromanticismo (1814-1835). Escritores que se habían formado en el neoclasicismo y
racionalismo del siglo XVIII adoptan las nuevas ideas: Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel
José Quintana, Alberto Lista.
Romanticismo (1835-1845). Años en que triunfa el movimiento con las obras de Duque de
Rivas, Martínez de la Rosa, José de Espronceda, José Zorrilla o Mariano José de Larra.
Postromanticismo. Sus representantes son Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Béquer. El
Romanticismo como tal ya ha desaparecido y se impone el Realismo como nuevo
movimiento artístico y literario. La publicación en 1849 de La Gaviota, de Fernán Caballero,
supone el inicio de la nueva estética en España.
9. La lírica
En España hay que hablar de dos etapas en la producción del género lírico. Una
primera, vinculada a la actividad política, en la que el poeta se muestra en desacuerdo
con la sociedad y usan un estilo grandilocuente y exaltado. Ello no impide que
respeten las estructuras métrica tradicionales. La segunda etapa, perteneciente a un
Romanticismo tardío, es de expresión más íntima, más subjetiva, y la métrica se
emplea con una libertad mayor.
Sus características pueden reducirse a los siguientes puntos:
Evasión de la realidad, refugiándose en un mundo de ensueño y fantasía. Los escenarios
son exóticos y lejanos, siendo la Edad Media el periodo histórico más recurrido.
Libre manifestación de sus sentimientos íntimos: melancolía, tristeza, desesperación,
soledad y amor perdido.
Se pretende conmover al lector y provocarle sentimientos de dolor, tristeza y pesimismo.
Se recupera el romance y se realizan combinaciones métricas novedosas.
10. José de Espronceda (1808-1842)
Nació en Almendralejo en 1808. Estudió en Madrid. Siendo muy
joven perteneció a una sociedad secreta llamada los Numantinos,
que intentaba derrocar el régimen de Fernando VII. Descubierto,
fue encerrado en un convento y más tarde huyó a Portugal, donde
se enamoró de Teresa Mancha, a la que siguió hasta Londres.
Atraído por la política, participó en la revolución francesa de 1830.
Mientras tanto Teresa se había casado y, al enterarse Espronceda,
la raptó y regresó con ella a España, donde llegó a ser diputado.
Teresa se separó de él, aunque consiguió atraerla de nuevo. Poco
más tarde volvió a dejarlo y murió en 1839. Cuando el poeta
comenzaba a calmar sus ardores juveniles y empezaba a ordenar
su vida iniciando una brillante carrera literaria, política y
diplomática, y a punto de casarse, murió a los treinta y cuatro
años de edad, en 1842.
11. Fresca, lozana, pura y olorosa,
gala y adorno del pensil florido,
gallarda puesta sobre el ramo erguido,
fragancia esparce la naciente rosa.
Mas si el ardiente sol lumbre enojosa
vibra, del can en llamas encendido,
el dulce aroma y el color perdido,
sus hojas lleva el aura presurosa.
Así brilló un momento mi ventura
en alas del amor, y hermosa nube
fingí tal vez de gloria y de alegría.
Mas, ay, que el bien trocose en amargura,
y deshojada por los aires sube
la dulce flor de la esperanza mía.
Las obras más conocidas de Espronceda son
dos poemas narrativos: El diablo mundo y El
estudiante de Salamanca, en los que combina
distintos tipos de estrofa. Sus ideales
románticos están expresados en composiciones
como La canción del pirata, El verdugo o El reo de
muerte, mientras que su vertiente más íntima,
donde hallamos su experiencia vital y amorosa,
puede encontrarse en la elegía Canto a Teresa,
recogida en El diablo mundo.
12. La narrativa
La narrativa romántica pretende descubrir al lector aquellos elementos que forman
parte de la identidad del país. Su manifestación se produce por tres medios distintos:
Novela histórica: el nacimiento de este género responde al interés de los
románticos hacia el pasado. Sus argumentos tienen como escenario una Edad
Media idealizada, en busca de una evasión de la realidad circundante plenamente
romántica. Destacan tres novelas: El señor de Bembibre (1844), de Enrique Gil y
Carrasco; Sancho Saldaña (1834), de José de Espronceda; y El doncel de Don Enrique
el Doliente (1834), de Mariano José de Larra.
Leyendas: el gusto por el misterio se observa en las le-
yendas escritas en verso y prosa por autores como el
duque de Rivas, Zorrilla o Béquer. La leyenda, asimis-
mo, llega unida a la exaltación de lo local.
13. La novela y el artículo de costumbres: la novela de
costumbres tiene a Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero),
como su mejor cultivadora. Entre sus novelas destaca La
gaviota (1856). El costumbrismo observa la realidad presente,
pero no lo hace de un modo totalmente realista, sino que
enfatiza todo lo que tiene que ver con lo popular, folklórico y
pintoresco. Es un género vinculado a la prensa de la época a
través del llamado Artículo de costumbres, piezas breves
centradas, comúnmente, en la descripción de ambientes y de
personajes típicos. Es el caso de Ramón Mesonero Romanos,
cuyo seudónimo más popular es El Curioso Parlante, o
Estébanez Calderón, también conocido como El Solitario. El
autor más importante en esta corriente es Mariano José de
Larra, por la intención crítica con que se enfrentó a una
realidad que le disgustaba en muchos de sus aspectos.
14. Mariano José de Larra (1809-1837)
Sus artículos periodísticos son su obra más conocida por cómo sus ideas liberales
entran en contradicción con la realidad de España, que no fue capaz de desarrollar una
política acorde con los tiempos. Su formación fue sólida y cosmopolita, heredero de los
ilustrados del XVIII, cuyos proyectos reformistas defendió en sus artículos. Sus
seudónimos más conocidos son los de Fígaro y El pobrecito hablador.
Su estilo es directo y claro, con lo que su aceptación pública es mayoritaria. La ironía
está muy presente en muchos de sus textos. Con ellos pretende combatir los defectos
sociales que observa en el comportamiento de sus contemporáneos. Sus artículos
últimos, sin embargo, presentan un gran pesimismo y amargura, debidos a la
imposibilidad de reformar el país y a su separación de Dolores Armijo,
de quien fue amante. Su último artículo es La Nochebuena de 1836,
donde ofrece un hondo pesimismo. Larra se suicida de un pistoletazo
en febrero de 1837, lo que lo convierte en un prototipo del Yo románti-
co, alma demasiado angustiada por su sensibilidad y su extraordinaria
lucidez como para sobrevivir en el mundo hostil y monótono de la exis-
tencia social.
15. El teatro
Los temas y los aspectos formales del teatro romántico provienen del teatro barroco:
empleo del verso y rechazo de las tres unidades, en lo formal, y preferencia por asuntos de
origen medieval y relacionados con el honor, en lo temático. El héroe romántico
desafía las normas sociales y lucha porque el sentimiento amoroso triunfe sobre los
obstáculos que amenazan su felicidad. Su origen suele ser desconocido, pero su
comportamiento es noble y generoso. Su destino, sin embargo, suele ser aciago y su
final es trágico. La dama, por su parte, acostumbra ser un ser pasivo de las pasiones
del héroe.
El drama romántico mezcla lo trágico y lo cómico y posee un gran dinamismo dados
los constantes cambios de escenarios, entre los que abundan los cementerios, las
criptas, los subterráneos… siendo las noches de tormenta, con rayos, truenos y
relámpagos, el marco idóneo para sus argumentos. El estilo grandilocuente y las
expresiones desgarradas de los personajes, hacen que este teatro resulte inverosímil.
16. José Zorrilla y Ángel de Saavedra (duque de Rivas)
Don Álvaro o la fuerza del sino, estrenada en 1835, escrita en verso y prosa, representa el
símbolo de la nueva escuela romántica. En ella se busca el contraste entre lo grotesco y
lo trágico. El héroe, noble, aunque de origen desconocido, es víctima del azar y la mala
suerte.
Don Juan Tenorio, estrenada en 1840, recrea la historia de don Juan, un caballero
seductor, sin escrúpulos, que seduce a doña Inés, novicia en un convento, la cual
sucumbe a sus encantos. La obra es un buen ejemplo del teatro romántico.
Escenarios: cementerios, iglesias solitarias…
Tiempo: Edad Media legendaria.
Inclusión de elementos fantásticos y misteriosos.
Uso de acotaciones.
Lenguaje enfático, exagerado, con el que se pretende emocionar.
Aparición de un héroe altivo, asocial, de gran arrogancia, junto a una heroína en la
que predomina lo sentimental.
Destaca el tema del amor y de la libertad.
17. ¡Oh, doña Inés de mi vida!
Si esa voz con quien deliro
es el postrimer suspiro
de tu eterna despedida;
si es que de ti desprendida
llega esa voz a la altura,
y hay un Dios tras de esa anchura
por donde los astros van,
dile que mire a don Juan.
(Se apoya en el sepulcro, ocultando el rostro; y
mientras se conserva en esta postura, un vapor
que se levanta del sepulcro oculta la estatua de
doña Inés. Cuando el vapor se desvanece, la
estatua ha desaparecido. Don Juan sale de su
enajenamiento.)
Este mármol sepulcral
adormece mi vigor,
y sentir creo en redor
un ser sobrenatural.
Mas... ¡cielos! ¡El pedestal
no mantiene su escultura!
¿Qué es esto? Aquella figura
¿fue creación de mi afán?
El escenario es un cementerio.
Inclusión de elementos
fantásticos y misteriosos.
Uso de acotaciones.
Uso de lenguaje enfático.
Tema del amor.
Obstáculo al amor.