2. Los capítulos 11-14 del libro de Números nos relatan la historia
de un pueblo rebelde. Un pueblo que olvidó rápidamente las
grandes obras que Dios había hecho en su favor.
Anhelando el descanso prometido, se impacientaron por no
haberlo ya alcanzado. Sin embargo, cuando lo tocaban ya con
su mano, su fe faltó y volvió la rebelión.
¿Qué podemos aprender de sus errores nosotros, “los que
vivimos en estos tiempos últimos” (1ª de Corintios 10:11 DHH)?
3. “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos,
los melones, los puerros, las cebollas y los ajos” (Números 11:5)
Poco más de un año después de haber salido de
Egipto, el pueblo de Israel partió de Sinaí, reanudando
su viaje a la Tierra Prometida.
Los extranjeros que se unieron con Israel agitaron al
pueblo para que pidieran carne. ¡Se habían cansado
de comer maná! (Nm. 11:4, 6).
Sin embargo, tenían una memoria muy selectiva.
Recordaban lo “poco” que les costaba la comida en
Egipto. Pero no recordaban la dura esclavitud.
Dios les dio carne “hasta que os salga por las narices”
(Nm. 11:20). También eligió dirigentes que, con el
poder del Espíritu Santo, calmasen la inquietud del
pueblo y mitigasen su rebeldía.
4. “María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que
había tomado; porque él había tomado mujer cusita” (Números 12:1)
Hasta la rebelión de las codornices, el pueblo había sido
dirigido exclusivamente por Moisés, Aarón y María (Miq. 6:4).
Ahora, 70 ancianos ayudaban a Moisés a liderar al pueblo.
Celosos de perder su posición de liderazgo, y poniendo por
excusa el casamiento de Moisés con una extranjera, María y
Aarón pretendieron una función que no les correspondía:
“¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado
también por nosotros?” (Nm. 12:2).
Criticar el liderazgo divinamente establecido es
peligroso. Afortunadamente, entraron en razón.
Aarón, arrepentido, intercedió por su hermana
leprosa. Sin lugar a duda, la intercesión es
mucho más poderosa que la crítica.
5. “Nadie luche contra un soldado a quien el Señor
reconoce, a quien Dios ha enviado para llevar un
mensaje especial al mundo, y para hacer una obra
especial.
Los soldados de Cristo no siempre revelan perfección
en su obra, pero sus errores no deben producir de
parte de sus camaradas palabras que debiliten, sino
palabras que fortalezcan, y los ayuden a recuperar el
terreno que han perdido”
E. G. W. (Mensajes selectos, tomo 3, pg. 394)
6. He aquí un nuevo caso de memoria selectiva. Habían olvidado el cruce del
Mar Rojo, el agua que brotó de la peña, las aguas amargas endulzadas…
Estaban frente a la tierra que “fluye leche y miel” (v. 27). Dios había dicho
que se la daría a ellos. No necesitaban confiar en sus fuerzas. Sin
embargo, no quisieron recordar, ni escuchar las palabras de Caleb, ni
confiar en el poder de Dios.
Cuando olvidamos lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado,
distorsionamos el presente y dejamos de ver con claridad el futuro.
El resultado natural es el descontento.
Descontentos ante los problemas que veían, se
rebelaron contra Dios y contra sus dirigentes. Y
su rebelión engendró muerte, pues estuvieron
dispuestos a apedrear a Josué y a Caleb.
7. “Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia,
y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí” (Números 14:19)
Propuesta de Dios para Moisés: Como no quieren entrar, los
destruyo y empezamos de nuevo (v. 12).
Como un tipo de Jesús, Moisés intercede por el pueblo ante Dios.
Admite que son rebeldes y merecen su destrucción. Sin embargo,
suplica su perdón basándose en el gran amor de Dios (v. 19).
Dios extiende su gracia y perdona. Pero no
exime al pueblo de sufrir las consecuencias de
su rebelión. Lo que ellos despreciaron, será
para sus hijos (v. 30-31).
Esto también es gracia. Su falta de fe les
hubiese impedido la conquista de Canaán. Los
hijos, por el contrario, aprendieron las
lecciones de fe necesarias para ello durante su
estancia en el desierto.
8. “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a
nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1ª de Corintios 10:11)
A la rebelión, añadieron
presunción. Aceptaron que
habían hecho mal, pero
siguieron confiando en sus
propias fuerzas, y no en Dios
(Nm. 14:39-45).
No codiciemos (v. 6)
No seamos idólatras (v. 7)
No forniquemos (v. 8)
No tentemos a Dios (v. 9)
No murmuremos (v. 10)
Nosotros debemos ejercer fe, así estaremos seguros contra la presunción. Con la fe nos
aferramos a las promesas de Dios y las reclamamos. No para disculpar las transgresiones,
sino confiando en el amor de Dios y obedeciendo sus mandamientos.
Pablo nos presenta su historia
como un ejemplo, para que no
caigamos nosotros en sus mismos
errores (1ª de Corintios 10:1-12).
9. “Es tiempo de que cada uno de nosotros decida de
qué lado estamos. Los instrumentos satánicos
trabajarán con toda mente que se preste a ello. Pero
también hay instrumentos celestiales, que esperan
comunicar los brillantes rayos de la gloria de Dios a
todos los que están ansiosos de recibirlos.
A nosotros nos toca decidir si seremos contados
entre los seguidores de Cristo, o los siervos de
Satanás. Cada día demostramos, mediante nuestra
conducta, al servicio de quién hemos elegido estar”
E. G. W. (Nuestra elevada vocación, 9 de enero)