2. «Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu
tierra y de tu parentela, y de la casa de tu
padre, a la tierra que te mostraré… y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra»
(Génesis 12:1, 3)
El llamado de Dios incluía:
• El abandono de su ciudad natal y de su familia idólatra
(Josué 24:2).
• Una bendición para sí mismo (Génesis 12:2).
• Una bendición para toda la humanidad (Génesis 12:3).
Al igual que Abraham, todos somos llamados a ser misioneros
de Dios en este mundo. Esto incluye:
• El abandono de todo lo que nos estorbe para cumplir nuestra
misión.
• Una bendición para nuestra vida.
• Una bendición para todo aquel que reciba nuestro mensaje
(el Evangelio eterno).
Abraham recibió el llamado divino cuando vivía en Ur, de donde salió hacia Harán
con su padre Taré (Gn. 11:31); y desde donde se dirigió a su destino: Canaán (Gn. 12:5).
3. «Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los
nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan» (Génesis 14:14)
Después de separarse de Abraham
(Génesis 13:11), Lot fijó su residencia en
Sodoma (Génesis 13:12). Allí, fue víctima
inocente de la guerra (Génesis 14:1-12).
Aunque la vida y el mensaje de Abraham
eran pacíficos, no permaneció indiferente
ante la injusticia (Génesis 14:13-24). Con
sus actos demostró que el creyente:
Puede prestar un gran servicio a su país.
Es una persona de valor.
Se pone de parte del derecho.
Defiende a los oprimidos.
No busca obtener lucro con sus actos.
Es fiel a Dios en toda circunstancia.
4. «Por la fe Abraham, siendo llamado,
obedeció para salir al lugar que había
de recibir como herencia; y salió sin
saber a dónde iba» (Hebreos 11:8)
Dios había dicho a Abraham que fuese a Canaán,
pero esta referencia geográfica era demasiado
ambigua (no es lo mismo decir “ve a España” que
decir “ve a Madrid”).
Tuvo fe al dar el primer paso que incluía dejar
atrás su vida y comenzar una nueva. Una vida de
total dependencia de Dios.
Tuvo fe, ya en la tierra prometida, para crecer y
avanzar; desde el primer altar que edificó en
Siquem, hasta el que edificó para sacrificar a Isaac.
Tuvo fe en las promesas de Dios para su
vida: «Y creyó a Jehová, y le fue contado
por justicia» (Génesis 15:6).
Tuvo fe en las promesas de Dios para la
eternidad: «porque esperaba la ciudad
que tiene fundamentos, cuyo arquitecto
y constructor es Dios» (Hebreos 11:10).
5. Siquem
(Génesis
12:6-7).
Recibe la promesa de heredar
Canaán y comprende su misión.
Hebrón
(Génesis
13:18-
14:20).
Confía en Dios
para rescatar a
su sobrino y
comprende el
poder divino.
Mamre
(Génesis
18:1, 20-33).
Intercede ante Dios
por Sodoma y
comprende la
misericordia divina.
Monte
Moriah
(Génesis
22:1-14).
Obedece a Dios y
comprende el
plan divino para
nuestra salvación.
«Por la fe Abraham, cuando
fue probado, ofreció a
Isaac; y el que había
recibido las promesas ofrecía
su unigénito» (Hebreos 11:17)
A pesar de sus errores, Dios
pudo usar a Abraham porque
éste anhelaba ser usado por Él.
Dios usó las continuas
peregrinaciones de Abraham a
través de la tierra prometida
para enseñarle importantes
lecciones para su
crecimiento espiritual.
6. «Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que
guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga
venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él» (Génesis 18:19)
Las actividades misioneras
tienen más éxito cuando están
respaldadas por una vida
familiar en armonía con los
designios de Dios.
Abraham contagió su fe y su
obediencia a los miembros de
su familia y a sus sirvientes
(Génesis 24:12).
«Por la fe también la misma Sara, siendo
estéril, recibió fuerza para concebir…
porque creyó que era fiel quien lo había
prometido… Por la fe bendijo Isaac a
Jacob y a Esaú respecto a cosas
venideras» (Hebreos 11:11, 20)
7. «Los padres deben considerarse en un sentido
especial como agentes de Dios para instruir a
sus hijos, como lo hacía Abrahán, a fin de que
anden en el camino del Señor. Necesitan
escudriñar diligentemente las Escrituras,
para saber en qué consiste el camino del
Señor, a fin de enseñarlo a su familia. Miqueas
dice: “¿Y qué es lo que Jehová pide de ti, sino
hacer justicia, y amar la misericordia, y andar
humildemente con tu Dios?” Miqueas 6:8
(VM). A fin de ser maestros, los padres deben
aprender, obteniendo constantemente luz de
los oráculos de Dios e introduciendo por sus
preceptos y ejemplo esta preciosa luz en la
educación de sus hijos»
E.G.W. (El hogar cristiano, pg. 163)
8. «La incondicional obediencia de Abraham fue uno de
los casos más notables de fe y confianza en Dios que se
encuentran en los anales sagrados. Con la sola
promesa de que sus descendientes poseerían Canaán,
sin la menor evidencia externa, siguió adonde Dios le
llevaba, cumpliendo plena y sinceramente las
condiciones de su parte y confiando en que el Señor
cumpliría fielmente su palabra. El patriarca fue
adonde Dios le indicó que era su deber ir; pasó por el
desierto sin terror; vivió entre naciones idólatras,
con el único pensamiento: “Dios habló; obedezco su
voz; él me guiará y me protegerá”.
Los mensajeros de Dios necesitan hoy una fe y una
confianza como la que tuvo Abraham»
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 4, pg. 516)