1. GAMBITO DE DAMA
La foto de Rubalcaba con fondo de tablero es muy
representativa de la estrategia del vicepresidente primero,
ministro del Interior, portavoz del Gobierno y aspirante único a
la candidatura del PSOE para sustituir a Zapatero en La Moncloa
tras las próximas legislativas, cuando quiera que éstas se
celebren. Un fondo de ajedrez para el velocista reconvertido en
corredor de fondo es la versatilidad que debe ornar a cualquier
candidato natural, aunque si bien se mira no hay nada menos
natural que un velocista puro en una maratón.
Se lo decía Walter Burns, el implacable e impagable
director del Chicago convencer a la novia de su reportero estrella,
Hildy Johnson, de que no podía retirar a éste del periodismo
para dedicarlo a la publicidad: «No se le pueden borrar las
manchas a un leopardo, ni enganchar un pura sangre a una
carreta. No estarían en su ambiente».
Se mira las uñas el candidato natural y único ante su
alegoría que mejor le cuadra: el rey negro. No es el Baltasar de
la cabalgata, sino una figura que sugiere soledad y misterio; un
caballero negro en grado superlativo.
Decía Mario Onaindía en Guía para orientarse en el
laberinto vasco que no es casualidad que el mus sea el juego
de cartas vasco por antonomasia. Su esencia es la simulación, el arte del engaño.
Consiste en amagar más o menos aparatosamente con las cartas que no se tienen, para
esperar a los contrarios con la jugada que sí se tiene y se disimula. Toda partida de mus
va inevitablemente acompañada por una serie de locuciones preestablecidas, tópicos
coloquiales al servicio de la jugada: la mano siempre es mus, a la mano con un pimiento,
ellos con éstas cortarían, el que corta, envida y otras expresiones análogas.
El mus es un juego muy apropiado para quien convirtió en columna
vertebral de una forma de gobernar la idea de que «las palabras han de estar al servicio
de la política y no la política al servicio de las palabras».
El ajedrez, en cambio, es un juego que se lleva mal con la charlatanería. No se
abre la boca, salvo para hacer la obligada advertencia al adversario de que tiene a su rey
en jaque. Aviso que es ritual y de todo punto innecesario para jugadores con una mínima
experiencia. Cuando se mueve pieza, no se dice nada.
Tal vez el problema del rey negro es que se ha puesto a jugar al ajedrez con
las reglas del mus. No es el único error. Alguien sugirió el gambito de dama y él creyó
que esta apertura clásica (sacrificar el peón de flanco de dama para asentar sus
posiciones en el centro del tablero) consistía en tirar a Chacón al agua. Van al órdago a
mayor con un rey, que resulta ser negro, impar y pasa porque el juego en que se halla el
PSOE también tiene algo de ruleta. Rusa, por supuesto.
SANTIAGO GONZÁLEZ: El Mundo Orbyt.-7/06/2011