Este documento analiza la estructura narrativa y los códigos literarios presentes en la novela El perjurio de la nieve de Adolfo Bioy Casares. Inicialmente se identifican dos códigos, el policial y el fantástico, pero un análisis más profundo revela que el texto está construido sobre una técnica de encuadre narrativo que permite la participación de dos narradores y una red de elementos convergentes que sintetizan los dos códigos. El documento también examina cómo la dimensión argumentativa del texto guía
1. ÁREA TEMÁTICA:
Dimensión argumentativa y géneros discursivos
EL LUGAR DE LA VERDAD EN UN RELATO POLIFÓNICO
Mónica Cecilia Aprile
IES en Lenguas Vivas Juan R. Fernández / Argentina
drastudillo@ciudad.com.ar
Introducción
Una primera lectura, aproximativa a El perjurio de la nieve (A. Bioy C., 1944) permite di-
lucidar inicialmente la presencia de dos clases de elementos que, por su naturaleza, adscriben
a dos códigos literarios tradicionales: el policial y el fantástico.
Establecida esta diferenciación, nos fue posible detectar claramente la articulación del es-
pacio textual en varios planos que presentan dos perspectivas opuestas en torno al mismo
acontecimiento central: el develamiento de un enigma de carácter fantástico.
Al avanzar en la observación de estos dos códigos iniciales, ya en un segundo momento de
la lectura, pudimos advertir una cierta simetría de estructuración basada en la existencia (en
ambos casos) de:
a) un narrador;
b) un investigador;
c) un enigma;
d) un orden especial de pistas;
e) un estilo particular.
Frente a esta disposición textual, se abría la posibilidad de considerar que nos hallábamos
ante un relato dividido, o articulado sobre oposiciones irreconciliables.
Pero un nuevo paso de acercamiento al texto, en un nivel más profundo de lectura, nos
permitió acceder a la presencia de una red de elementos convergentes.
El perjurio de la nieve es un texto construido sobre la base de la técnica del encuadre na-
rrativo (relato dentro del relato) lo cual permite la participación bien definida de dos narrado-
res:
1. Alfonso Berger Cárdenas (A.B.C.) cuya enunciación abre y clausura el relato y parece
absorber en forma mayoritaria las notas correspondientes al código policial.
2. Juan Luis Villafañe, cuyo manuscrito es insertado por A.B.C.,que será el encargado de
instaurar en el texto el código fantástico. De esta manera el código policial actúa imponiendo
al lector una primera aproximación al relato desde esta perspectiva que se configura inicial-
mente en torno a la repetición de un esquema funcional, básico en este tipo de literatura, que
podemos sintetizar de la siguiente manera:
Enigma – proceso de desciframiento – develamiento del enigma.
Este esquema es reiterado a lo largo del texto concretándose, no sólo en las unidades ma-
yores del universo representado, sino instalándose también en otras unidades menores conte-
nidas en las primeras. El más representativo y abarcador de estos núcleos está dado a través de
2. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
“la verdadera historia de los sucesos de Gral. Paz”, su descifrador es A.B.C. y el develamiento
se realiza al final del relato.
El esquema serial, al entrar en una instancia iterativa, privilegia dentro del texto, las pautas
correspondientes al código policial.
El perjurio de la nieve se ubica en la línea tradicional de enigma o novela problema. Lo
expuesto acerca de la estructura policial de El perjurio de la nieve puede esquematizarse de la
siguiente manera: (Ver cuadro 1.)
Código fantástico
Este segundo código se introduce en el espacio textual a través del manuscrito de J. L. Vi-
llafañe, ubicado en el centro del relato.
Desde el comienzo un campo semántico expresivo, configurado en torno a un “vocabulario
del horror”, distingue este nuevo discurso del de A.B.C. preciso y racional:
“....experiencia terrible (...) siniestro valor simbólico”
Una aproximación más profunda al proceso serial enigma-descifrador-develamiento, carac-
terístico del código policial permitirá ir alejándolo de esta dirección genérica, advirtiéndose en
su estructuración nuevas instancias.
Estructuralmente la narración de J.L. Villafañe se puede segmentar en tres grandes secuen-
cias. Dentro del texto, este nuevo sistema de significaciones, a diferencia del anterior, no pre-
senta las acciones insertadas una dentro de la otra sino ligadas en sucesión causal: cada una
provoca el advenimiento de la que le sigue.
El narrador es generoso en indicaciones temporales, lo cual nos permite saber que la acción
de esta primera secuencia transcurre exactamente durante tres días. Pero en el interior de este
sistema temporal sólidamente construido y delimitado se insertan otros tiempos y otras accio-
nes cuyo significado, mucho más rico y profundo, se cierne sobre el primero.
En la tercera secuencia, (DEVELAMIENTO) se revela el enigma. Pero sucede que por la ín-
dole de la verdad que se nos revela, el texto nos fuerza a abolir la realidad de las formulacio-
nes racionales. (Ver cuadro 2.)
A través de nuestro análisis, se nos ha revelado en primer término una estructuración tex-
tual aparentemente dominante donde se actualizan determinadas convenciones que la encua-
dran dentro del código policial.
Luego y como agazapada en el interior del relato, surge una segunda dimensión textual que
derrota las anteriores expectativas del lector respondiendo a otras convenciones que insertan
la prevalencia de un nuevo código literario: el fantástico. Al abordar la última etapa de nues-
tro acercamiento a El perjurio de la nieve accedemos a un tercer sistema de significaciones al
que hemos atribuido el calificativo de sintetizador respecto de los códigos postulados ante-
riormente. Los elementos policiales y fantásticos comienzan a desdibujarse, privilegiando esta
nueva estructura significativa que no los anula, sino que los recupera como partes constitu-
yentes de un sistema más abarcador. (Ver cuadro 2)
Una complejización visible se opera en todos los niveles del texto. La superposición de
distintas versiones de los sucesos narrados y la inserción en forma de “collage” de numerosas
opiniones, comentarios y citas de otros textos otorga al espacio textual las características de
un laberinto de datos que requiere del lector no ya una común lectura lineal sino una actitud
mucho menos pasiva.
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3. Mónica Cecilia Aprile
El lugar de la verdad en un relato polifónico
Intertextualidad, texto-laberinto, lectura-desciframiento... estamos ante la representación de
una determinada concepción de la escritura literaria que obliga al lector a reflexionar sobre
cómo se construye un texto y sobre sus mecanismos de organización.
En última instancia A.B.C. también es un lector que efectúa una lectura-desciframiento del
“manuscrito de Villafañe”, es un lector que cumple con los requisitos: reconstruye, interpreta,
y... hasta introduce cambios: “me he permitido ingenuos anacronismos y he introducido cam-
bios en las atribuciones de personas y de lugares;...” (PN p. 45)
Y es esta concepción de la escritura-lectura la que instaurará más allá del policial y del fan-
tástico el verdadero enigma planteado que es el de la producción-lectura y del juego de rela-
ciones que recibe su entorno.
El perjurio de la nieve comienza con un epígrafe destinado a recordar un fragmento titula-
do “El Rey Secreto del Mundo”. En una primera etapa de acercamiento al texto, el sentido de
esa frase se nos presenta como una incógnita por resolver. Pero una vez que hemos avanzado
nuestras aproximaciones, en esta etapa, su significado se manifiesta con total claridad: el Rey
secreto de este mundo, de este universo textual no puede ser otro que el enunciador que rubri-
ca sus dichos con las iniciales A.B.C. De él dependen su gobierno y su organización.
A.B.C. ha puesto en orden el caos, ha ordenado el laberinto de frases, aclarando metódi-
camente las claves que permiten desentrañar la verdad.
Los mismo elementos de la historia central han servido para producir textos diferentes; pe-
ro A.B.C. los contiene a todos.
Pero así como A.B.C. (en cuanto Alfonso Berger Cárdenas) contiene en su enunciado los
de Villafañe y Oribe, es lícito suponer que las iniciales A.B.C. que rubrican el texto, remiten a
otro sujeto, más abarcador aún (que engloba a todos los demás) que es quién transforma los
enunciados. (Ver cuadro 3.)
Ahora bien, la pregunta que nos haremos a continuación es: ¿qué ocurre con la lectura de
El perjurio de la nieve? A medida que se avanza sobre el texto se van entretejiendo diferentes
interpretaciones, a partir de su ambigüedad. El perjurio de la nieve es un texto en alguna me-
dida laberíntico, cuya experiencia de lectura provoca en los alumnos calificaciones como
“compleja” y difícil en cuanto a su comprensión. Con frecuencia y ante el asombro del profe-
sor, expresan: “Yo lo que no entendí es: si Lucía murió naturalmente o la mataron”, o pregun-
tan: “¿quién fue el asesino?” Manifiestan en general cierta expectación frustrada ya que –
expresan a menudo– “ni siquiera se esclarece el autor del crimen”. Lo que pretende la dimen-
sión argumentativa es instalar el orden de la verdad en el discurso rubricado por A.B.C. Inten-
ta evitar la construcción de un texto virtual con una compresión no regulada de los hechos
relatados.
Hablaremos entonces de un texto externo, resultado de la elaboración del autor y de un tex-
to interno reelaborado en la mente del lector desde el texto externo, indispensable para que se
pueda concretar la comprensión. Ésta es parte de un complejo proceso de colaboración entre
quien produce un texto y quien lo reconstruye en su mente como una unidad de sentido que se
concreta mediante el proceso mental que realiza el lector-intérprete sobre el texto base. Am-
bos deben usar a su tiempo y estratégicamente sus competencias, sus conocimientos previos y
sus procesos cognitivos básicos. A través de un proceso de interacción conjunta con el lector
que tiene lugar tanto en la activación de conocimientos previos relevantes durante y después
de la lectura del texto se asientan las bases para acceder a significados compartidos sobre el
texto, intentando coordinar las diferentes hipótesis de compresión. El discurso argumentativo
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4. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
tiene especial incidencia en las mediaciones que el anunciador proporciona a los lectores para
guiarlos en la formulación de sus diferentes hipótesis de modo de facilitar las condiciones que
garanticen la construcción compartida de los significados implicados en el texto narrativo. En
este punto de la exposición podemos señalar que el discurso argumentativo pretende en este
relato implicar a los lectores en la compresión de la narración. En el proceso de compresión
del texto narrativo los lectores elaboran sus hipótesis de comprensión confiriendo un sentido
que implica haber accedido a la red que integra las diferentes categorías nucleares. La supues-
ta pretensión de la enunciación rubricada por A.B.C., es que el lector reconstruya el texto vir-
tual entendido no ya como el resultado de la trama narrativa sino como algo racional del or-
den de la verdad. Así los diferentes recursos lingüísticos y discursivos relacionados con la
estructura lógico-retórica de la argumentación son utilizados para articular las diferentes hipó-
tesis y vincular la construcción del texto virtual con el estatuto de lo verdadero.
Para ello resulta relevante la utilización de los diferentes tipos de conectores (causales,
temporales y contrastivos) y modalidades que caracterizan al discurso argumentativo. En otras
palabras la dimensión argumentativa intenta orientar la compresión mediante la intervención
sobre las operaciones mentales que los lectores mantienen antes, durante y después de la lec-
tura. Procedo a mostrar la ejemplificación:
Componente Retórico
Técnicas argumentativas
Argumentos pseudoformales: pretenden convencer presentándose de modo semejante a los
razonamientos lógicos o matemáticos: “Como lo habrá notado el lector, en el relato de Villa-
fañe se encuentran las indicaciones que imponen en todas sus partes esta conclusión.”
Definición: en su propuestas diferentes del lenguaje natural, pretenden influir en el conjun-
to del sistema del pensamiento: “Poseía ese modesto y útil sustituto del conocimiento del
griego y del latín que es el conocimiento del francés y del inglés”.
Ridículo: presenta la adhesión a dos hipótesis incompatibles: “Oribe ha plagiado algunas
veces, pero a causa de la riqueza de su ingenio.”
Regla de la justicia: “Nada más difícil que lograr la expresión justa: no ser deficiente, no
excederse.”
Argumentos basados en el orden de lo real: Tienen particular fuerza argumentativa en este
texto, los enlaces de sucesión que unen los fenómenos con sus causas y consecuencias:
Orden temporal: “Pero recapitulemos la historia: por la ventana del hotel en gral.Paz (...)
ven a lo lejos un bosque de pinos: una estancia dela que nadie entra ni sale desde hace un año.
(..) A la noche sale del hotel; sale también Villafañe. A la mañana siguiente muere Lucía (...)
Oribe después va al velorio y se mueve en la casa como si la conociera. Después Vermerehren
mata a Oribe.” Pág. 67.
Orden causa efecto: “La realidad (como las grandes ciudades) se ha extendido y se ha ra-
mificado. Esto ha influido en el tiempo: el pasado se aleja con inexorable rapidez.”
Medios y fin: “No he callado mi conclusión con el propósito literario o pueril de reservar
una sorpresa para las últimas páginas; he querido que el lector siga a Villafañe libre de toda
sugestión mía.”
Estructura
Es factible, en este punto, focalizar la mirada en la estructura canónica de los lugares clási-
cos de la antigua retórica, así el texto se organiza de la siguiente manera:
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5. Mónica Cecilia Aprile
El lugar de la verdad en un relato polifónico
1. Exordio se corresponde con el primer segmento del texto rubricado A.B.C.
A) Captación del auditorio: el sujeto de la enunciación alega justificaciones sobre el posi-
ble olvido y confusión de los sucesos. Invoca citas de autoridad y sostiene su discurso con las
técnicas descriptas arriba.
B) Presentación del plan del texto: anticipa que reproducirá el relato de Villafañe. Expone
que realizó “ingenuos y pequeños cambios”
2. Narratio
Introduce el texto de Villafañe, con subtítulos en caracteres mayúsculos
3. Confirmatio
Exposición de los argumentos, efectúa una recapitulación de los hechos y resalta en ellos
los elementos y pistas para argumentar sobre su proposición: “Oribe no entró en su casa,
quien entro fue Villafañe”. Ordena y recapitula: “La intervención de Oribe (a) y Villafañe (b)
en los hechos quedaría aclarada así...” (a continuación desarrolla [a] y [b] en extensos párra-
fos)
4. Epílogo
Apela a los sentimientos e insiste en la justificación y nobleza de su tarea:
“Pero mi último recuerdo será para Carlos Oribe (...) lo imagino repitiendo este involunta-
rio dodecasílabo:
¡No todos, no todos se olviden de mi!
La suplica del poeta fue escuchada.”
Figuras
Ironía: “Nunca se ocupó del estilo, por eso observaba normas severísimas: Puntualmente
suprimía cuanto que fuera necesario a su texto y en trance de evitar repeticiones no había os-
curidad que lo arredrara.”
Amplificación y acumulación “la realidad, como las grandes ciudades se a extendido y ra-
mificado en los últimos años”, a esta afirmación prosigue una extensa acumulación de prue-
bas ocho en total de las cuáles seis provienen de datos de la realidad urbana : “de la extensa
Calle Corrientes perduró más alguna de sus casas que su memoria”.
Oxymoron: “Laboriosa inmortalidad” (en referencia al orden impuesto por el danés en su
casa).
Paradoja: “Me atendió él mismo y me dijo que no estaba.”
Componentes discursivos
En cuanto a los componentes discursivos, básicamente apuntan a la producción de dialogi-
cidad a través de diferentes recursos:
Técnica del reflejo (esto es, atribuciones sobre lo que se presupone que los lectores deben
compartir) a través de modalizadores y estructuras impersonales “No deberá asombrarnos”
“hoy se reciba como la tortuosa invención de una fantasia desacreditada” “Es verdad que la
última frase ambiciona el patetismo, la pompa y el mal gusto de un final” “Como lo habrá
notado el lector…; Incorporación de voces y opiniones ...era aseado para hablar como decía
uno de sus mejores amigos...” “se dirá: esto es pueril, inofensivo” el relato de Villafañe inclu-
ye sus propias referencias a las versions del médico, la policía, el hno de V., los Anales de la
Marina danesa y múltiples referencias a las citas hechas por Oribe. La dialogicidad profusa y
premeditada articula este género discursivo complejo con la polifonía de la enunciación.
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6. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
Esto es:
Enunciados polifónicos
• Mostrar en el habla la aserción de una pro-
posición.
• Encadenar frases sobre esta aserción como se
lo haría sobre una proposición considerada
una verdad.
Enunciación
• El concepto propio de una consideración po-
lifónica del sentido es mostrar cómo el
enunciado señala en su enunciación la super-
posición de varias voces.
En efecto, se trata de contrarrestar la polifonía en su parte considerada riesgosa para la di-
mensión de lo verdadero, para ello se utiliza la modalidad veredictiva en los enunciados que
juzga a los propios como necesariamente verdaderos “no digo que la mía sea la única versión
de los hechos sino la única verdadera” “hablar de eminencias grises para calificar a Villafañe
es un error porque tergiversa aparentemente los hechos” y con un comienzo de texto cohesio-
nado en torno al conector “entonces” que da a los párrafos iniciales la apariencia formal de
una estructura canónica de silogismo tradicional. Al tiempo que las recapitulaciones introdu-
cidas por “pero” sostienen la interpretación pretendida de los de los hechos, los conectores de
tipo contrastivo: “Sin embargo atendiendo hipotéticas susceptibilidades...” “A pesar de los
cambios señalados...” “No sugiero, sin embargo, que Villafañe haya inventado esa indefendi-
ble calumnia” “A pesar de los cambios señalados la relación que hoy publico es la única que
expone con exactitud y que permite comprender una tragedia...”
Por lo tanto es posible afirmar que esta dimensión intenta evitar la construcción de un texto
virtual con una comprensión no regulada de los hechos narrados. (Ver cuadro 4.)
De acuerdo con J. Bruner es necesario leer e interpretar de una manera múltiple si quere-
mos extraer un significado literario de un texto. De hecho, como genialmente lo propuso Bor-
ges en Pierre Menard, hay múltiples y variadas maneras de realizar una lectura, o sea que si
preguntáramos al lector sobre el género del relato que está abordando o recreando no solo
estamos formulando una pregunta de tipo morfológico sobre el texto real sino además sobre
los procesos interpretativos que son liberados en su mente por el texto, ya que éste desenca-
dena en él un conflicto de géneros. Cito a Bruner: “Las diferentes maneras de realizar la lectu-
ra pueden atacarse mutuamente, constituir un maridaje, burlarse una de la otra en la mente del
lector”. Algo en el texto real desencadena una interpretación de género en el lector, interpre-
tación que domina luego su propia creación del texto virtual. En cuanto a las dos modalidades
de funcionamiento cognitivo, cada una de ellas brinda modos característicos de ordenar la
experiencia, de construir la realidad, ambas hacen a la diversidad que encierra el pensamiento.
Tienen principios funcionales propios y sus propios criterios de corrección. Difieren funda-
mentalmente en sus procedimientos de verificación. Un buen relato y un argumento bien
construido son clases naturales diferentes. Los dos pueden usarse como un medio para con-
vencer a otro. Empero, aquello de lo que convencen es completamente diferente: los argumen-
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7. Mónica Cecilia Aprile
El lugar de la verdad en un relato polifónico
tos convencen de su verdad, los relatos de su semejanza con la vida. El texto que analizo apela
a las dos, tratando de presentar un relato verosímil y una exposición que convenza, sobre una
verdad diferente de la que se da en el texto que se entrega a los lectores. El discurso de la na-
rrativa debe permitirle al lector construir su propio texto virtual y hay tres características del
discurso esenciales en este proceso de compromiso:
La primera es el desencadenamiento de la presuposición, la creación de significados implí-
citos en lugar de significados explícitos. Pues con estos, los grados de libertad interpretativa
del lector quedan anulados.
La segunda es lo que denomina subjetivización, la descripción de la realidad realizada no a
través de un ojo omnisciente que ve una realidad atemporal, sino a través del filtro de la con-
ciencia de los diferentes protagonistas de la historia.
La tercera condición es una perspectiva múltiple: se ve al mundo no unívoca sino simultá-
neamente a través de un juego de prismas cada uno de los cuales capta una parte de él. Juntos
logran subjuntivizar la realidad. El subjuntivo designa un modo cuyas formas se emplean para
denotar una acción o estado concebidos (y no realizados) y, por consiguiente, se utiliza para
expresar un deseo, una orden, una exhortación, o un suceso contingente, hipotético o futuro.
Por ende, estar en el modo subjuntivo es estar intercambiando posibilidades humanas y no
certidumbres establecidas. Un acto de habla narrativo “logrado” o “aceptado” produce, por lo
tanto, un mundo subjuntivo. No obstante proporcionan los medios para el tipo de conversa-
ción indirecta que obliga al lector a “producir el significado”.
A medida que nuestros lectores leen, a medida que empiezan a construir un texto virtual
propio, es como si emprendiesen un viaje sin llevar mapas y, no obstante, poseen una cantidad
de mapas que podrían dar indicios y, además, saben mucho sobre viajes y sobre la confección
de mapas. Las primeras impresiones del terreno nuevo se basan, desde luego, en viajes ante-
riores. Con el tiempo, el nuevo viaje adquiere un perfil propio, aunque su forma inicial fuese
un préstamo del pasado. El texto virtual llega a ser un relato por mérito propio, y su misma
extrañeza es sólo un contraste con el sentido de lo ordinario que tiene el lector. Por último,
debe darse al panorama ficcional una “realidad” propia, el paso ontológico. Es entonces cuan-
do el lector hace la pregunta decisiva de la interpretación: “¿De qué se trata?” Pero no se re-
fiere, desde luego, al texto real- por muy grande que sea su riqueza literaria- sino al texto que
el lector ha construido bajo su influencia. Y ése es el motivo por el cual el texto real necesita
la subjuntividad que permite que el lector cree un mundo propio.
Bibliografía
BRUNER, J. Realidad mental y mundos posibles.
DUCROT, O. El decir y lo dicho.
SUAREZ, S. Argumentación y narración. Claves para la reflexión. Departamento de Psicología Evolutiva y de la
Educación, Universidad de Salamanca.
TODOROV, T. ´Tipologie du roman policier” en Poetique de la Prose, 1971.
TODOROV, T. Introducción a la literatura fantástica, 1974.
TODOROV, T. Literatura y significación, 1967.
TODOROV, T. Lo verosímil, 1970.
BOILEAU-NARCEJAC, La novela policial.
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8. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
Cuadro 1
ENIGMA (1)
Verdadera historia de los sucesos de Gral. Paz
DEVELAMIENTO (1)
Culpabilidad de
ENIGMA (2): Causa de la muerte de L.V. Villafañe
DESCIFRADOR (1)
.
A.B.C.
ENIGMA (3)Ruptura de un orden
DESCIFRADOR
ENIGMA (4) (3): Vermehren
Asesinato de O.
DESCIFRADOR (4)
Cuerpo Policial
DEVELAMIENTO (4)
Culpabilidad de
Vermehren
DESCIFRADOR (2)
Villafañe
DEVELAMIENTO (3)Culpabilidad de Oribe
DEVELAMIENTO (2)Culpabilidad del Destino
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9. Mónica Cecilia Aprile
El lugar de la verdad en un relato polifónico
Cuadro 2
Secuencias del Relato Fantástico
-Encuentro con Ori-
be y Villafañe.
1)
PRESENTA- VIAJE AL SUR
CIÓN DEL -Misterio en torno a
ENIGMA la casa del danés.
-Muerte de Lucía.
-Velorio de
Lucía.
-Persecución
Vermehren de Oribe.
-Asesinato de
Oribe.
2)
INDAGACIÓN INVESTIGACIÓN
de: -Entrevista
con daneses.
-Entrevista
con el médi-
co.
Villafañe -Entrevista
con A.B.C.
-Entrevista
con Vermeh-
ren.
3)
DEVELAMIENTO REVELACIÓN DE LA
VERDAD: Confesión de
DETENCIÓN DEL Vermehren.
TIEMPO
1025
10. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
Cuadro 3
Código Policial Código Fantástico
Su narrador. Su narrador.
Su investiga- Su investiga-
dor. dor.
Su enigma. Su enigma.
Su especial Su especial
orden de pis- orden de pis-
tas. tas.
Su estilo. Su estilo.
AMBOS CÓDIGOS SE UNEN
EN DIVERSOS NIVELES:
Temática del tiempo.
Isotopía Memoria-
Olvido.
Repeticiones como re-
curso.
Intertextualidad como
tema.
Intertextualidad como
procedimiento.
CÓDIGO TEXTUAL (ESCRI-
TURA- LECTURA)
1026
11. Mónica Cecilia Aprile
El lugar de la verdad en un relato polifónico
Cuadro 4
Mediaciones Procesos argumen- Ejemplificación
para operar sobre tativos básicos
la. comprensión
del relato
“las 30 caras Bonitas”
1) Modo de acti- Proceso de capta- “la Calle Corrientes”
vación de los ción de los lectores. “el Crimen de la Calle
conocimientos -Argumentos basa- Bustamante”
previos dos en elementos de “El Sr. Baigorri
la realidad compar-
tida
2) Tipo de moda- Proceso formal “la intervención de Oribe (a) y
lidad cognitiva agumentativo de Villafañe (b) en los hechos
representada -recursos discursi- quedaría aclarada así:
vos asociados con a) para hacer ...
la modalidad lógi- b) Villafañe salió después”
co-paradigmática
“Confío en que sea lícita ya que
todas sus premisas pueden en-
contrarse en este documento”
3) Reformula- Proceso de refuta- “No creo que la única interpre-
ción de los ción. tación de los hechos sea la mía,
hechos relatados. -reformulaciones creo simplemente que es la úni-
-Feedback que se ca verdadera”
proporciona du- -Procesos discur-
rante la com- sivos articulados “Como lo habrá notado el lector
prensión de lo sobre la dimensión en el relato de Villafañe se en-
leído. dialógica (Recapi- cuentran todas las indicaciones
tulaciones, res- que imponen en todas sus partes
puestas en espejo) esta conclusión”
1027
12. LOS CHISTES ÉTNICOS
DIMENSIÓN ARGUMENTATIVA
Mirta Susana Barbosa
Universidad Autónoma de Entre Ríos / Argentina
susanabarbosa@arnet.com.ar
Sigmund Freud (1906/1969), interesado por los procesos de liberación de energía psíquica
posibilitados por el humor, considera que el chiste es tendencioso o no tendencioso, depen-
diendo del hecho de que esté al servicio de una intención determinada o que tenga fin en sí
mismo, respectivamente. Los chistes tendenciosos pueden ser hostiles –destinados a la agre-
sión, la sátira o la defensa– u obscenos –destinados a mostrarnos una desnudez. Todos ellos
precisan tres personas:
además de aquella que lo dice, una segunda a la que se toma por objeto de la agresión hostil y sexual, y
una tercera en la que se cumple la intención creadora del placer del chiste. (Freud, op.cit: 86)
El parámetro del número y de la naturaleza de los actantes es retomado por Kerbrat-
Orecchioni (1986) para referirse al discurso polémico, quien considera que, al igual que el
chiste tendencioso, compromete a tres actantes abstractos, a saber: un locutor polemista, que
apunta a desacreditar un centro del blanco, a los ojos de un destinatario, al que L trata de
hacer cómplice” (Kerbrat-Orecchioni, op.cit: 203).
Por su parte, Christie David (1996) señala que los chistes conocidos como étnicos son
Chistes acerca de pueblos (que) consisten en breves narrativas o acertijos con finales cómicos que impu-
tan un determinado rasgo cómico o patrón de comportamiento al blanco del chiste (David, op.cit:1).
El rasgo cómico o patrón de comportamiento es ejemplificado por Davies cuando refiere a
la variedad de chistes sobre pueblos en lengua inglesa, en los que pueden encontrarse: “astu-
tos escoceses”, “irlandeses borrachos”, “polacos sucios y tontos”, “italianos cobardes”, “ale-
manes militaristas”, “australianos toscos”, “negros promiscuos” y hasta “galeses devoradores
de queso que luego se tornan descarriados y mojigatos”. En general, el tema central de estos
chistes es atribuir una cualidad indeseable a un determinado grupo étnico de manera cómica y
hasta cierto punto ridícula.
El blanco del chiste, la complicidad, la cualidad negativa son los tres aspectos básicos de
los que podemos partir, en el marco de una teoría polifónica (Ducrot, 1990), para sostener que
los chistes étnicos son enunciados cuya orientación argumentativa definen la relación entre
locutor y alocutario1, en el sentido de que este último debe aceptar la intención del locutor
quien pone en escena a un enunciador, cuyo punto de vista se utiliza como argumento para
justificar una conclusión del tipo X Z, donde X corresponde a la identidad étnica y Z , a la cua-
lidad indeseable, cómica o ridícula. Raskin y Attardo (1990) denominan target al sintagma
constituido por esos dos elementos. Davies (op. cit.) sostiene que no debe confundirse el
scritp étnico que es convencional, ficcional y mitológico con el estereotipo. Si bien acepta que
en algunos casos puede existir un estereotipo equivalente, afirma que hay muchos scripts étni-
cos cómicos para los que no existe el estereotipo “significativo y seriamente sustentado”,
agregando que muchos estereotipos étnicos no han dado origen a chistes.
1
Los alocutarios son las personas a las que el locutor declara dirigirse. Se trata, por consiguiente, de una función que el locu-
tor confiere a tal o cual persona por la fuerza de su mismo discurso, de modo que el simple conocimiento de las circunstan-
cias no basta para determinarlo, su determinación forma parte de la comprensión del discurso. (Ducrot:1984:136)
13. Mirta Susana Barbosa
Los chistes étnicos. Dimensión argumentativa
Nuestra postura al respecto es que el target, o guión étnico, coincide con el estereotipo, en-
tendiendo por estereotipo “una idea convencional (frecuentemente maliciosa y que puede ser
harto imprecisa) de cómo parece ser, de cómo es, o de cómo se comporta un X” (Putnam
1975:169). Por su parte, Lakoff considera los estereotipos como “casos de metonimia, donde
una subcategoría tiene un estatuto socialmente reconocido que ocupa el lugar de la categoría
como un todo, generalmente con el propósito de hacer juicios rápidos acerca de la gente” (La-
koff 1987:79). Habida cuenta de que desde el punto de vista cognitivo nos estamos refiriendo
a un conjunto de creencias construidas por el individuo sobre la base de esquemas de clasifi-
cación, cuya función es la de posibilitar el procesamiento de la información sobre el mundo
(“idea convencional”; “juicios rápidos”), distinguimos estereotipo de prejuicio. El prejuicio es
el conocimiento simplificado, generalizado que los hablantes tienen sobre un determinado
grupo y consiste en una evaluación negativa (Van Dijk, 1999:84). El chiste étnico, en tanto
está destinado a la aceptación de un juicio negativo exige, y nos atrevemos a decir, más que
cualquier otro tipo de chistes, la existencia de un prejuicio. El estereotipo se expresa en la
conclusión de la estructura argumentativa del chiste.
Así en el siguiente chiste:
Va un gallego conduciendo por Londres y enciende la radio cuando justo estaban dando las noticias. Es-
cucha:-Atención, atención, se le comunica a los automovilistas que hay un loco manejando en sentido
contrario al tránsito!. Tengan cuidado. El gallego dice: ¿Cómo que uno? ¡Miles!
El gentilicio gallego evoca un prejuicio “Los gallegos son brutos” que favorece la prosecu-
ción del chiste en una dirección determinada, esto es a proveer argumentos que justifiquen la
conclusión no explícita que, en este caso, es coincidente con el prejuicio.
Portolés (1987), en el marco de la Teoría de la Argumentación en la Lengua de J.C. Ans-
combre y O. Ducrot (1988) refiere a los principios argumentativos o topoi que convocan los
gentilicios y aporta el ejemplo de “catalán” asociado a “trabajador”, “bilingüe”, etc. En efecto,
para Ducrot :
La palabra antes de designar un concepto, remite a un topoi, o conjunto de topoi, a un principio de eva-
luación de las acciones humanas, siendo la enumeración de estos topoi, en una época determinada de una
sociedad, la única descripción exacta de lo que la palabra significa en una sociedad, en una época. (Du-
crot, 1990)
Si adoptamos este enfoque, podemos sostener que en los chistes étnicos, la selección del
grupo étnico convoca un topos cuyo valor argumentativo dependerá de la comunidad en don-
de aquéllos se profieran.
Teniendo en cuenta la polifonía, los topoi y el encadenamiento discursivo en orden a arri-
bar a una conclusión2, centramos nuestra atención en los chistes sobre argentinos con el
propósito de ilustrar las estrategias3 y los recursos lingüísticos utilizados.
Los textos utilizados en nuestra ejemplificación son parte de un corpus de 15 chistes, y fue-
ron extraídos de páginas web de habla hispana y seleccionados sobre un total de 150. La elec-
ción de la fuente obedece a la forma en la que en el mundo moderno se difunden . Los chistes
fueron agrupados en tres series que dan cuenta de distintos estereotipos del argentino. Los
estereotipos correspondientes a los chistes de la primera serie son: el argentino es narcisista, el
argentino es soberbio, el argentino es fanfarrón, el argentino se hace el vivo. Todos pueden
subsumirse en uno: el argentino es narcisista, si tenemos en cuenta que la personalidad narci-
2
Un locutor argumenta “cuando presenta un enunciado o una serie de enunciados E1 [argumentos] en el sentido de hacer
admitir otro enunciado(o serie de enunciados) E2 [conclusión]” (Anscombre y Ducrot, 1988:8).
3
Se entiende por estrategia un plan intencional de prácticas discursivas que se adoptan para conseguir un objetivo específico.
(Wodak, 2000)
1029
14. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
sista se caracteriza por la preocupación del aspecto físico, obsesión por la crítica de los demás
y por la aprobación social, por la necesidad de aplausos y atención y por la creencia exagerada
en el propio valor (lo que los psiquiatras llaman “grandiosidad”). Estos rasgos dan lugar a
comportamientos tales como mostrarse seguro de sí mismo, ser arrogantes, considerar a los
otros menos importantes, conducirse de tal modo que no haya sospechas de debilidad ni de
fragilidad, reclamar que las propias necesidades sean satisfechas sin demoras, usar la astucia
para ganarse el éxito y la admiración. Los estereotipos de la segunda serie son: el argentino es
un delincuente y el argentino es corrupto, subsumidos en el argentino es deshonesto. Final-
mente, los correspondientes a la tercera serie son: el argentino es un castigo de Dios, los ar-
gentinos no valen nada, el argentino es peor que el negro, el argentino es peor que el judío, los
argentinos son peores que los judíos y que los negros.
Veamos el primer ejemplo de la primera serie:
Un argentino entra a un quiosco en Madrid. Autosuficiente y seguro, sin siquiera saludar, le dice al que
atiende:
–Gallego, dame un paquete de cigarrillos.
–Aquí, a los cigarrillos les llamamos pitillos –dice el quiosquero.
–Está bien, ahora dame una caja de fósforos.
–Aquí a los fósforos les llamamos cerillas.
–Y decíme una cosa –pregunta el argentino–, ¿acá cómo llaman a los boludos?
–A los boludos no los llamamos –replica el quiosquero–, vienen solos por Aerolíneas Argentinas.
Desde el primer enunciado se establece el punto de vista del enunciador quien se constitu-
ye en un grupo distinto del representado por el gentilicio. Hemos anticipado que la presencia
del gentilicio en los chistes evoca un prejuicio, contenido negativo de la evaluación. Los mo-
dificadores locativos “entra a un quiosco” y “en Madrid” proponen un situación en la que el
argentino es turista o inmigrante y, desde esta perspectiva, se convoca el topos de el argenti-
no, turista o inmigrante en Madrid, no se comporta bien. La aplicación de este topos posibili-
ta la asignación de un sentido negativo a los adjetivos “autosuficiente” y “seguro”, a los que
se agrega el modificador realizante4 “sin siquiera saludar”, aumentando la fuerza argumenta-
tiva del topos.
El diálogo subsiguiente proporciona el argumento de la conclusión ya expresada en la pri-
mera parte del chiste. La primera palabra que tiene a su cargo el enunciador argentino corres-
ponde al apelativo gallego, con la que se predica un juicio despectivo en tanto es un gentilicio
usado por extensión. Al mismo tiempo, el vocativo anticipa un diálogo conflictivo instaurado
a partir de las variedades dialectales: español de España/ español de Argentina. El intercambio
verbal realiza la estrategia de oposición de grupos que corresponde a ustedes (argentinos)
/nosotros (los españoles). La réplica del enunciador español contiene los sobreentendidos5:
“ustedes son los boludos” y “a ustedes nadie los llama”. Los rasgos atribuidos al argentino, su
autosuficiencia, su seguridad configuran la personalidad del narcisista, pero dichos atributos
no le alcanzan para salir triunfante del diálogo.
En algunos casos, la estrategia de oposición de grupos no se desarrolla en forma explícita
como en el chiste anterior. Veamos los siguientes ejemplos:
4
Los modificadores explicitan caracteres cuya presencia disminuye o aumenta la aplicabilidad de un predicado, es decir, la
fuerza con que se aplican, a propósito de un objeto o de una situación, los topoi que constituyen su significación. Entre ellos
denomino “realizantes” (MR) aquellos que aumentan esta fuerza (...) (Ducrot: 1995.)
5
Mientras que lo afirmado es lo que sostengo como hablante, y lo sobrentendido lo que dejo que mi oyente deduzca lo pre-
supuesto es lo que presento como si fuera común a los personajes del diálogo. (Ducrot,1984:14.)
1030
15. Mirta Susana Barbosa
Los chistes étnicos. Dimensión argumentativa
- ¿Qué es la infidelidad para un argentino? Dejar de mirarse en el espejo.
- ¿Cómo comienzan los argentinos sus cartas de amor? “Ya sé que me extrañás.”
- ¿Cuáles son los tres monosílabos que jamás pronuncia un argentino? “No lo sé.”
Los tres chistes presentan la misma estructura de pregunta / respuesta, uno de los patrones
básicos de los chistes. Para Attardo y Chabanne (1992), este tipo de estructura puede reducir-
se al modelo dialógico de los chistes que presentan la estructura narrativa. Los autores señalan
que la pregunta inicial no es una pregunta real porque el locutor no espera una respuesta más
allá del silencio del oyente. Entienden que esta estructura es una ficción de diálogo, una repre-
sentación, en la que el locutor desempeña dos roles: un locutor ficcional que formula la pre-
gunta y el alocutario ficcional que proporciona la respuesta divertida o extravagante para el
alocutario real.
Pero, además, las respuestas pueden ser anticipadas6 con las siguientes formas proposicio-
nales: La infidelidad para un argentino es x; Los argentinos comienzan sus cartas de amor
diciendo x; Los argentinos nunca dicen x, en las cuales x, necesariamente, ha de tener un con-
tenido negativo si pensamos en términos de polifonía, esto es, desde la perspectiva de un locu-
tor con intención de desacreditar a los argentinos, cuya presencia se indica en el primer enun-
ciado por medio de los gentilicios. Cuando decimos “contenido negativo” nos referimos a un
contenido que difiere del punto de vista del alocutario coincidente con el del locutor. La opo-
sición de grupos no se encuentra explícita, no aparece en superficie ninguna marca de deno-
minación del grupo que se identifique con el locutor, tal como ocurría en el primer ejemplo
presentado.
Los tres chistes presentan la misma conclusión: el argentino es un narcisista. Dicha conclu-
sión no se manifiesta ya que en estos casos no hay encadenamientos del tipo argumento +
conclusión, sino un encadenamiento en el que el segundo segmento es una explicitación del
primero, constituyendo el enunciado completo el argumento que orienta a la conclusión.
En el caso del chiste de la infidelidad, el locutor convoca el topos extrínseco de quien se
mira al espejo es fiel. Anscombre y Ducrot distinguen entre dos tipos de uso de los topoi:
Cuando el topos (o la forma tópica) en juego sea el topos (o la forma tópica) que funda la significación de
una unidad léxica, hablaremos de topos intrínseco (...) En cambio, cuando el encadenamiento se hace me-
diante otros topoi (o formas tópicas) distintos de los topoi (o formas tópicas) intrínsecos [le llamaremos]
topoi extrínsecos (Anscombre y Ducrot: 1988: 249).
En el segundo caso, la presencia de las comillas señala la secuencia directamente referida
en la que se introduce la voz del enunciador argentino. Lo relevante en esta construcción es la
colocación del pronombre personal de primera persona con un verbo que por su significación
no lo admite. Por vía de este recurso, se representa al argentino narcisista.
Para ilustrar la segunda serie, hemos elegido el tópico de la corrupción. Veamos el ejem-
plo:
La NASA llama a concurso para candidatos a astronauta para ir al centro del SOL. Se presentan un chino,
un alemán y un argentino. El chino presenta antecedentes: ingeniero aeronáutico, aficionado a la cohete-
ría, estudioso del sistema solar, y pide 1 millón de dólares. El alemán es licenciado en física, postgrado en
mecánica quántica nuclear, aviador profesional y debido a su interés altruista en la ciencia desea ir al Sol
a un costo de 2 millones de dólares. Cuando le toca el turno al argentino, este es el diálogo:
–Yo sólo sé hacer avioncitos de papel, pero todo queda solucionado con 3 millones de dólares.
–Pero... dígame una buena razón para que lo elija a usted.
6
Durante una enunciación, un locutor hace algunas indicaciones sobre el camino que escogió, y el receptor intenta recons-
truir un itinerario a partir de las indicaciones recibidas. Llamaremos “topoi” estas indicaciones que permiten operar una
elección entre los itinerarios (Anscombre, 1995: 38).
1031
16. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
–¡Ay mi dios! ¡Qué lentos que son acá!, un millón para mí, un millón para vos y lo mandamos al chino.
El topos intrínseco que permite llegar a la conclusión de que el candidato argentino es co-
rrupto se vincula con el pedido de dinero (+dinero, –antecedentes, –capacidad). De hecho, la
comparación con los otros dos candidatos se torna relevante, dado que la pregunta del entre-
vistador se realiza sobre la conclusión: el argentino no me conviene porque los otros dos can-
didatos son mejores (+barato, +antecedentes). La conclusión del chiste Los argentinos son
corruptos no se encuentra explícita.
En la tercera serie, los chistes concluyen en el estereotipo: el argentino no vale nada. A di-
ferencia de las anteriores, en las que el narcisismo y la deshonestidad constituían los rasgos
asociados, en ésta la propia etnia resulta denostada. La característica principal de estos textos
consiste en que en ellos se nombran otros grupos étnicos tradicionalmente discriminados, co-
mo son los negros y los judíos. Consignamos a continuación los ejemplos:
Un argentino y un negro son sentenciados a muerte. ¿A quién ejecutan primero? Al argentino, porque
primero está el deber y después está el placer.
Va un negro por la calle con un bonete de estos de judíos en la cabeza y lo para un colega de S.O.S. Ra-
cismo: - Caballero, usted debe tener muchos problemas en la vida, siendo negro y además judío.- Che, pi-
be, aún no sabés lo peor.
En el primer caso, el locutor introduce la situación en la que involucra dos grupos étnicos:
un argentino y un negro. La sentencia a muerte invoca el topos: quien es sentenciado a muerte
es peligroso, topos que orienta a la conclusión de que el argentino y el negro son peligrosos.
La peligrosidad instaura la simetría entre los dos participantes. El segundo enunciado interro-
gativo tiene la función de interpelar al interlocutor con el presupuesto de que uno de los dos
debe morir primero. En el encadenamiento discursivo la simetría desaparece en tanto uno es
más peligroso que el otro, lo que se confirma en el contenido semántico de los sustantivos
deber y placer. Las dos conclusiones son: matar a un negro es un placer y matar a un argenti-
no es un deber. El pasaje a estas conclusiones se realiza a través de los topos intrínsecos: el
deber es una obligación y el placer es una diversión, una opción.
En el segundo caso, es interesante observar que no se nombra a los argentinos por medio
de un gentilicio, tal como ha acontecido en los ejemplos anteriores. Se recurre a una metoni-
mia: la variedad dialectal por las personas. El personaje que pone en escena el locutor se iden-
tifica como argentino por el uso de dos vocativos propios del dialecto: che y pibe. El sentido
de la construcción lo peor surge de la puesta en relación con los otros dos grupos étnicos. El
punto de vista convocado relaciona negro y judío con muchos problemas en la vida; el adjeti-
vo realizante judío aumenta la fuerza argumentativa ya que está precedido por el conector
discursivo y además que relaciona ambos adjetivos. Es posible realizar el siguiente razona-
miento: negro y además judío= muchos problemas en la vida (topos externo); negro+judío+
argentino= peores problemas. El topos Quien es negro y además de judío es argentino tiene
muchos problemas en la vida, nos permite el pasaje a la siguiente conclusión: Ser argentino es
peor que ser negro y judío.
El punto de vista adoptado por el locutor en los chistes de esta última serie es, evidente-
mente, racista. Su orientación a la aceptación por parte del alocutario configura un grupo dis-
criminador del argentino, cohesionado por el rechazo a la identidad étnica y por el valor atri-
buido a la etnia que se le contrapone. De esta manera, la estrategia consiste en la oposición de
grupos, en términos de polarización Ellos/ Nosotros, en la que ellos ( el exogrupo) se desvalo-
riza frente a Nosotros (el endogrupo).
A lo largo de este trabajo hemos tenido la intención de mostrar que los chistes étnicos re-
quieren de una mirada diferente de la que han tenido las teorías lingüísticas sobre el humor
1032
17. Mirta Susana Barbosa
Los chistes étnicos. Dimensión argumentativa
verbal, concentradas en dar cuenta de los mecanismos que elicitan el humor. Tal mirada privi-
legia el valor argumentativo sobre el lúdico.
Finalmente, y debido a la naturaleza misma de los estereotipos como esquemas clasificado-
res y simplificadores de información sobre el mundo, los chistes étnicos al reproducir y fijar
los prejuicios, condicionan y limitan el conocimiento sobre un grupo determinado, al que se
suman otros prejuicios provenientes de otras prácticas discursivas, como las frases hechas, las
bromas, los chismes.
Estimamos que el análisis realizado puede extenderse a todo tipo de chistes en los que se
desacredite a un grupo, porque siempre que se construya un estereotipo, éste se ha de susten-
tar en un prejuicio.
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1033
18. ECOS DE LIBERTAD
LA DIMENSIÓN ARGUMENTATIVA EN NUESTRA AMÉRICA, DE JOSÉ MARTÍ
Osvaldo Beker
Universidad de Buenos Aires / Argentina
obeker@hotmail.com
“...una argumentación está construida siempre para alguien, al contrario de una
demostración que es ‘para todo el mundo’. Se trata, entonces, de un proceso dialógico...”
(Jean-Blaise Grize, De la logique à l’argumentation)
“...no hay que discutir con todo el mundo, ni hay que ejercitarse frente a un individuo
cualquiera.”
(Aristóteles, Tópicos)
I. Introducción
Cada tanto, muy cada tanto, se puede encontrar algún que otro texto con el que uno en-
cuentra una plena identificación. Menos aun serían los instantes en los que se hallan escritos
en donde, además de lo anterior, se articulan lo político y lo poético. Pero, indudablemente,
muy pocas son las manifestaciones en las que se conjugan todo lo dicho previamente y una
fortísima cuota de operaciones y fenómenos que se vinculan con el poder argumentativo. Este
es el caso, afirmo, de una crónica del escritor cubano José Martí, Nuestra América, del año
1889, de la semana de la Navidad, publicada por primera vez en el diario argentino La Na-
ción. Brevísima crónica pero fructífera en lo relacionado a las estrategias retóricas. Vieja cró-
nica pero pasible de ser constantemente aggiornada. Texto universal si es que se considera al
adjetivo como aquello que ha de servir para la comprensión para todos los tiempos y todos los
espacios.
Nuestra América nació como un discurso oral (pronunciado en una velada: la de la Socie-
dad literaria hispanoamericana de Nueva York el 19 de diciembre de 1889) en el que Martí
pretendía honrar a los delegados a la Conferencia internacional americana de Washington. El
“Señoras y señores” con el que se inicia el discurso ya establece, en principio, la pertinencia
genérica. El vocativo es claro: el remitente parece indiscutible. No obstante, a medida que se
avanza en la crónica se advierten operaciones sospechosas que muestran que se quiere ir más
allá de un sencillo primigenio destinatario.
En pocas palabras, Nuestra América instala la posibilidad, por medio de la prensa escrita,
de concientizar a los pueblos: los americanos, en este caso, del continente americano, de todo
el continente, de la “patria americana”. América estaba viviendo los últimos años de un siglo
diecinueve plagado de luchas por la independencia de España (Cuba no se había desatado aun
de ese yugo) o de otros países. Y Martí ve –y pronostica– que la “patria grande” se levantará
como un pueblo solo de modo tal que alcanzará la victoria. El uso del futuro, en este metatex-
to, no quiere ser casual ya que desea vincularse con el empleo constante de este tiempo verbal
en el texto analizado. En efecto, abunda en Nuestra América el futuro, sistema temporal que
alterna en ciertas ocasiones con los imperativos.
II. El problema genérico
19. Osvaldo Beker
Ecos de libertad. La dimensión argumentativa en Nuestra América, de José Martí
Lo que sorprende de la primera lectura de Nuestra América es la problemática vinculada en
relación con el rotulamiento genérico. Crónica, poética, discurso oral, carta, prosa, polémica:
todo es posible, todos los géneros se hacen presentes: hay rasgos típicos de todos ellos1. Las
marcas del discurso oral se advierten desde el principio. El clásico comienzo incluye la insos-
layable apóstrofe. Por lo demás, a lo largo de todo el artículo, se da la presencia del nosotros
inclusivo, de modo constante:
“A unos nos ha echado aquí la tormenta; a otros, la leyenda; a otros, el comercio; a otros, la determina-
ción de escribir, en una tierra que no es libre todavía...”
“¿Cómo podemos pagar a nuestros huéspedes ilustres esta hora de consuelo?”
“Tantas escuelas tenemos como familiares del Santo Oficio tuvimos antes.”
“¡Donde no se olvida, y donde no hay muerte, llevamos a nuestra América como luz y como hostia...”
Martí incluye a su auditorio permanentemente. Su “yo” se ve solidarizado en la operación
de inclusión. La empatía, entonces, es evidente. En el texto como discurso oral, con notables e
insoslayables ribetes políticos, aparecen también las preguntas retóricas (el carácter netamente
dialógico de la interrogación dialógica trabaja como un fuerte enfatizador de la aserción: el
destinatario, por su parte, se ve obligado a responder lo que ya estaba respondido implícita-
mente):
“Y, ¿cómo no recordar, para gloria de los que han sabido vencer a pesar de ellos, los orígenes confusos y
manchados de sangre de nuestra América...?”
“¿Qué importan las luchas entre la ciudad universitaria y los campos feudales? ¿Qué importa el desdén,
repleto de guerras, del marqués lacayo al menestral mestizo?”
“¿Quién de nosotros ha de negar...que...hemos sentido...que nuestras ganancias eran mayores y seguras,
como que en el vaso seco volvía a nacer la flor?”
El tono para el discurso oral se vuelve altisonante con presencia no solamente de numero-
sas preguntas retóricas sino de múltiples exclamaciones, como la del final de todo:
“¡Madre América, allí encontramos hermanos! ¡Madre América, allí tienes hijos!”
La crónica fue, por su parte, un género cultivado frecuentemente por Martí y por otros con-
temporáneos (piénsese en el nicaragüense Rubén Darío). Bartolomé Mitre posibilitó que el
cubano desarrollara este género a lo largo de una importante cantidad de años en las páginas
del tradicional diario argentino. Martí se había vuelto los ojos de América Latina en los Esta-
dos Unidos. No solo en la crónica aquí abordada; también en “Fiestas de la estatua de la liber-
tad” o en “Un drama terrible” (en la última de ellas, Martí hizo referencia al trágico primero
de mayo en el que en Chicago, Illinois, se dio uno de los episodios más sangrientos por las
luchas de los trabajadores), el cubano reveló su pasión por convertirse en reportero y cronista.
La prosa contiene a la poesía, además, en Nuestra América. Con solo ver el siguiente pasa-
je, se advierte la presencia solapada, en el conjunto del texto, de distintos sintagmas que se
corresponderían más con el género que pudiera llegar a presentar alguna composición poética:
“...cien picas y mosquetes van delante, y detrás los dominicos con la cruz blanca...”.
Y no es poesía. Es un fragmento del texto analizado. Otros que presenten una estilística
similar:
“¡Donde no se olvida y donde no hay muerte, llevamos a nuestra América como luz y como hostia...”
1
M. M. Bajtin, en Estética de la creación verbal, definió los géneros discursivos como “tipos relativamente estables de enun-
ciados” vinculados con distintas prácticas sociales en diversas esferas de la actividad del ser humano. La estabilización se
halla en contenidos, recursos propios de la gramática y del léxico de la lengua, el estilo verbal y, fundamentalmente, en la
estructura o composición del discurso.
1035
20. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
“Por entre los cimientos desencajados en la estupenda convulsión se pasea, codiciosa y soberbia, la victo-
ria...”
“Todo lo vence, y clava cada día su pabellón más alto, nuestra América capaz e infatigable.”
Es comprensible, con estas ejemplificaciones, asegurar la existencia de un lazo permanen-
te, en Martí, entre crónica y poesía. Esta característica se correspondería con la condición del
artista moderno: la crónica pertenece y circula en el interior de un espacio heterónomo como
lo constituye la prensa escrita, mientras que la poesía se considera uno de los modos ligados al
arte. Por ello mismo es que se advierte, entonces, una serie de fuertes contaminaciones, una
fuerte presencia de la poesía en las crónicas al mismo tiempo que se da una insistencia en las
reflexiones. Se conoce el particular efecto retórico de la poesía, con la articulación de versos o
significantes cargados de significación, polisémicos.
Entonces son la oralidad, la crónica y la poesía tres ingredientes por los que puede caracte-
rizarse fácilmente al texto presente. De allí la dificultad en la categorización. Es por medio de
esta hibridez que se plantea la difícil tarea de rotularlo genéricamente. Por otra parte, esta po-
sibilidad se conlleva con la ideología martiana: combinar la prensa con la poesía apunta a
combinar el mundo del trabajo con el mundo del arte: a su vez, a través del trabajo de la pren-
sa, vale destacar la consideración en cuanto a la formación de la conciencia de los países lati-
noamericanos, a los que Martí describe como “repúblicas rudimentarias”. Se podría decir que
Martí está pensando o que puede haber recuperado la idea de las “repúblicas aéreas” de Bolí-
var, preocupado, por una parte, por la fascinación, la seducción de la modernidad de otros
centros (conviene recordar que este texto fue leído en Washington) y, por otra parte, por la
incapacidad de generar un pensamiento propio. Martí tiene que ver con esta cuestión que más
tarde, por supuesto, cobraría otra envergadura, que sería la de la independencia cultural.
III. El problema enunciativo
Hay marcas claras en Nuestra América de quién está hablando, en nombre de quiénes lo
hace y a quiénes se está dirigiendo. No obstante, a lo largo del texto, evidentemente la opera-
ción se va, poco a poco, confundiendo. En el momento en que se está procurando cristalizar la
labor argumentativa, esto es, de llevar a cabo un acto por el que se está queriendo influir, a
través de un discurso, de modo tal que un auditorio determinado pueda llegar a adherirse a las
palabras de quien en ese momento ostenta el poder de la palabra, hay condiciones que se
vuelven insoslayables (psíquicas y sociales). Ese es el objeto de la argumentación. Ch. Pe-
relman y L. Olbrechts-Tyteca son claros –y determinantes– a este respecto:
Toda argumentación pretende la adhesión de los individuos y, por tanto, supone la existencia de un con-
tacto intelectual.
“A unos nos ha echado aquí la tormenta; a otros, la leyenda; a otros, el comercio; a otros,
la determinación de escribir, en una tierra que no es libre todavía”: el nosotros inclusivo es
claro. El nosotros inclusivo es la estrategia por la cual se integra al auditorio, al “tú” (“voso-
tros”, en este caso) que está escuchando, que es el interlocutor. He aquí la diferencia con el
nosotros exclusivo. El nosotros inclusivo tiene dentro suyo la clásica fórmula YO+TÚ, donde
se da la idea de incorporación frente a una temática determinada. José Martí, en el texto abor-
dado, apela constantemente a esta estrategia: clama solidaridad, brega por la unión de los
americanos, frente a la amenaza de un “otro” que mantiene todavía un pie en el continente:
España, el otro, el que habrá que combatir:
“Cortés atrae a Moctezuma al palacio que debe a su generosidad o a su prudencia, y en su propio palacio
lo pone preso.”
1036
21. Osvaldo Beker
Ecos de libertad. La dimensión argumentativa en Nuestra América, de José Martí
“...por entre los de Atahualpa y los de Huáscar pasa Pizarro en el Perú...”
“De España nombran el virrey, el regente, el cabildo.”
“El primer criollo que le nace al español, el hijo de la Malinche, fue un rebelde.”
¡De debajo de la capucha de Torquemada sale, ensangrentado y acero en mano, el continente redimido!
Prodestinatario, Paradestinatario y Contradestinatario son las tres categorías conceptuales
que acuña Eliseo Verón para todo discurso político. En Nuestra América, la identificación con
estos conceptos se hace bastante evidente a partir del mismísimo instante en el que José Martí
intenta cobijar dentro de su nosotros inclusivo a todos los americanos, a uno de los “america-
no” del presidente James Monroe (al que se relaciona con los habitantes del continente y no
solamente al de los Estados Unidos). El ellos, el contradestinatario, son los españoles que aún
siguen con sus colonias en el Nuevo Mundo. El paradestinatario es, casi seguramente, el con-
cepto más delicado y más interesante ya que se trata de aquellos a quienes hay que convencer
de lo que se está diciendo, que no tienen mayores intereses ni están involucrados, en princi-
pio, en lo que atañe a la temática en cuestión. Pues bien, son estos los norteamericanos, el
modelo del continente, librados hacía ya más de un centenar de años del yugo británico. Son
los vecinos del Norte hasta donde Martí se acercó a trabajar durante una buena cantidad de
años. Son todos los presentes en aquel auditorio, partícipes de una velada literaria pero que se
ven sorprendidos por una instigación, un conminación a la acción inmediata. El paradestinata-
rio es entonces siempre lo más sutil en el momento de la determinación discursiva. Aquí Mar-
tí hace uso pleno de esta posibilidad en un juego bien particular: Martí escribe crónicas para
acercar a los latinoamericanos lo que se está vivenciando en los Estados Unidos pero también,
además, para mostrarles a los norteamericanos lo que está sucediendo al sur de aquel país:
estrategia peculiar, pionera de cientos de profesionales del periodismo de allí en más.
En Nuestra América, las modalidades de la enunciación se acercan mucho más a la dimen-
sión imperativa que a otras (la declarativa o la interrogativa), no en cuanto a la gran cantidad
de frases exortativas existentes sino más bien a la descripción tendenciosa que se hace del
decurso histórico del continente: abundan, entonces, las frases afirmativas, las aseverativas y
son de gran presencia además las preguntas de corte retórico. La apóstrofe a la América es la
invocación a los americanos, en un juego metonímico astuto: la invocación a los americanos
se lleva delante de manera explícita solamente casi al final del texto:
Enseñemos el alma como es a estos mensajeros ilustres que han venido de nuestros pueblos, para que
vean que la tenemos honrada y leal, y que la admiración justa y el estudio útil y sincero de lo ajeno, el es-
tudio sin cristales de présbita ni de miope, no nos debilita el amor ardiente, salvador y santo de lo propio;
ni por el bien de nuestra persona, si en la conciencia sin paz hay bien, hemos de ser traidores a los que nos
manda hacer la naturaleza y la humanidad.
IV. El problema de la organización.
La estructuración del texto analizado permite dar cuenta de que se trata de un modelo ca-
nónico para un objeto del discurso vinculado con las prácticas argumentativas. La regulación
de este tipo de discurso se ve discriminada a partir de que se postula un modelo particular: dar
cuenta del estado de las cosas, notablemente cargado de una tendenciosidad evidente, seguido
de una clara apóstrofe a un auditorio de modo tal que se tome parte en la cuestión. No se daría
aquí, en este caso, la presencia del discurso entimemático, ese que Marc Angenot caracteriza-
ra como el que no incluye dentro suyo lo esencial. En el discurso entimemático lo esencial es
lo no dicho (lo “presupuesto”, por oposición a lo que es “expuesto” en forma explícita). Más
bien lo que prevalece en Nuestra América está relacionado con la catarata de descripciones
históricas de las que se hace mención. El recorrido organizacional es clarividente: en primer
1037
22. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
lugar, una concientización del devenir de los tiempos en América, articulado con innumera-
bles referencias que hacen pensar en el rigor en los conocimientos del cronista y con un gran
número de estrategias provenientes del ámbito de la poesía; luego, finalmente, haciendo juego
simétrico con la introducción, la exhortación al auditorio a tomar parte de los acontecimien-
tos.
El uso de ideologemas2 está también comprobado en:
Pero por grande que esta tierra sea, y por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació
Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos los pueda te-
ner a mal, es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juá-
rez. (Las cursivas son mías).
De aquella América enconada y turbia, que brotó con las espinas en la frente y las palabras como lava, sa-
liendo, junto con la sangre del pecho, por la mordaza mal rota, hemos venido, a pujo de brazo, a nuestra
América de hoy, heroica y trabajadora a la vez, y franca y vigilante, con Bolívar de un brazo y Herbert
Spencer de otro: una América sin suspicacias pueriles, ni confianzas cándidas, que convida sin miedo a la
fortuna de su hogar a las razas todas, porque sabe que es la América de la defensa de Buenos Aires, y de
la resistencia del Callao, la América del Cerro de las Campanas y de la Nueva Troya.
Como el título, el significante América (significante porque cobra valor también a partir de
su sonoridad en el conjunto del escrito) está antecedido por determinantes y atributos varios:
adjetivos posesivos, artículos definidos o artículos indefinidos, lo que personaliza bastante al
concepto, acercándolo al receptor y convirtiéndolo de esa manera en un término más com-
prensible y entrañable. No se trata de cualquier América: se trata de Nuestra América.
V. El problema adversativo
Hay un fragmento del texto que dice:
En la casa hecha por sus manos vivían, señores y siervos de sí propios: y de la fatiga de bregar con la na-
turaleza se consolaba el colono valeroso al ver venir, de delantal y cofia, a la anciana del hogar, con la
bendición en los ojos, y en la mano la bandeja de los dulces caseros, mientras una hija abría el libro de los
himnos y preludiaba otra en el salterio o en el clavicordio. La escuela era de memoria y azotes; pero al ir
a ella por la nieve era la escuela mejor. Y cuando, de cara al viento, iban de dos en dos por los caminos,
ellos de cuero y escopeta, ellas de bayeta y devocionario, a oír iban al reverendo nuevo, que le negaba al
gobernador el poder en las cosas privadas de la religión; iban a elegir sus jueces, o a residenciarios. (Las
cursivas en negritas son mías).
Planteo aquí un clásico problema generado por el conector adversativo por excelencia y lo
amalgamo con el estilo poético martiano, gracias a una estilística de neto corte oximorónico.
El pero argumentativo, a diferencia por ejemplo del sino (conector que actúa en principio
en el terreno de la refutación), une clásicamente, dos actos distintos. Analía Reale y Alejandra
Vitale dicen, en relación a los conectores:
A menudo el enfoque logicista de la argumentación ha intentado equiparar conectores lógicos y conecto-
res argumentativos, sin embargo el funcionamiento discursivo de estos últimos difiere notablemente de la
función de la función que cumplen los conectores en el lenguaje lógico. Mientras que un conector lógico
une exclusivamente proposiciones, el conector argumentativo puede unir tanto enunciados y enunciacio-
nes o también articular un enunciado con elementos de la situación extralingüística o con elementos que
no se manifiestan en forma explícita en el enunciado.
Pues bien, ese pero que inserta Martí en la frase de más arriba representa un salto, enton-
ces, a lo esperable desde el terreno de la lógica: “La escuela era de memoria y azotes; pero al
2
Marc Angenot define al “ideologema” como toda máxima cuyo sujeto circunscribe un campo de pertenencia particular (la
patria, el valor moral, la democracia). Estos sujetos son seres ideológicos definidos y determinados por el conjunto de máxi-
mas que los insertan en un sistema ideológico.
1038
23. Osvaldo Beker
Ecos de libertad. La dimensión argumentativa en Nuestra América, de José Martí
ir a ella por la nieve era la escuela mejor.” La lengua poco tiene que ver con la lógica: hay
algo que es huidizo en la lengua y se hace presente en el instante en el que uno debe toparse
frente a la problemática de la semántica, dimensión resbaladiza y compleja. El pero de la frase
martiana nada tiene que ver con la adversación, con la polémica, con la contracara, con la
contraposición de dos elementos en primera intancia, opuestos, es decir, de naturaleza contra-
ria. Los dos elementos en el decir martiano apuntan para el mismo lado, hacia dos esferas de
significación negativa (la dificultad que supone la constancia en el uso militar de la memoria
y la existencia del castigo en esa institución / la dificultad en el traslado hacia y desde la es-
cuela): el pero, entonces, nada tendría que ver si es que se lo ubica como anticipador de una
vuelta de tuerca: “...al ir a ella por la nieve era la escuela mejor”, lo que lleva entonces al vue-
lo poético, de la creación, de la inserción de una estrategia digna de ser categorizada como
oximorónica, para dar cuenta de lo que responde a la conocida sentencia latina: Via victoriae
saepe rustica est.
VI. Conclusiones
Nuestra América, texto breve, oral, altisonante, histórico, canónico, presenta, además del
contenido de utilidad para la universalidad en lo que se refiere a la libertad de un continente, o
más aun, a la libertad, en términos estrictos, y todo lo que ella supone, una gran cantidad de
elementos a ser considerados a la hora de establecer un trabajo de índole argumentativa. En
primer lugar, ya desde el arranque, la improbabilidad de asegurarle un lugar en una clasifica-
ción genérica, cosa que siempre jaquea al receptor de un discurso escrito pero que no por ello
le hace restar su valor formal. En segundo lugar, la constante recurrencia de sintagmas que se
corresponderían más con la esfera poética que con el horizonte de expectativas que traza el
género de la crónica (así todavía hoy se la rotula a Nuestra América en todas las ediciones
existentes en múltiples lenguas: se la equivale a otras crónicas de Martí que sí presentan la
estructura genérica y los rasgos estilísticos que les corresponden). En tercer lugar, la dimen-
sión enunciativa: el yo que se vuelve nosotros; el nosotros que se origina y de manera sempi-
terna se muestra como un nosotros del tipo inclusivo; el ellos que se lo equipara con otro al
que habría que neutralizar o, al menos, relativizar. Finalmente, la presencia de un claro orden
argumentativo, conciencia de efecto, matizado por distintos conectores un tanto tergiversados
en cuanto a su prístina funcionalidad, lo que hace aun más comprender la necesariedad de
establecer una clara diferenciación entre la lógica y la lengua. Nuestra América, texto favori-
to, es caro a la argumentación.
Bibliografía
ANGENOT, MARC, La parole pamphlétaire. Contribution à la typologie des discours modernes, París, Payot,
1982.
BAJTÍN, MIJAIL, Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1992.
PERELMAN, CH. Y OLBRECHTS-TYTECA, L., Tratado de la argumentación. La nueva retórica, Madrid, Gredos,
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VERÓN, ELISEO, “La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación política”, en VERÓN E. ET. AL., El
discurso Político, Lenguajes y Acontecimientos, Buenos Aires, Hachette, 1987.
VIALE, ANALÍA Y VITALE, ALEJANDRA, La argumentación. Una aproximación retórico-discursiva, Buenos Ai-
res, Ars, 1995.
1039
24. OTRAS FORMAS DE PERSUASIÓN
LA INTERPRETACIÓN DE TEXTOS BÍBLICOS
María Imelda Blanco
Universidad de Buenos Aires / Argentina
mblanco@filo.uba.ar
Elvira Narvaja de Arnoux
Universidad de Buenos Aires / Argentina
elvira@filo.uba.ar
El presente trabajo se inscribe en una investigación acerca de las estrategias argumentati-
vas empleadas en la predicación cristiana, de la eficacia de los modos propios de convencer y
conmover, y de su incidencia en discursos políticos de religiosos y de laicos que recibieron
educación religiosa.
Debemos señalar que el Cristianismo hereda, por un lado, las formas retóricas de la tradi-
ción judía vinculadas con el culto en la sinagoga, en el cual la lectura de las Escrituras se
acompaña de la explicación e interpretación oral. Pero en la medida en que la predicación se
extiende a ámbitos cultural, social y religiosamente diversos se plantean nuevos problemas
ligados fundamentalmente a esta heterogeneidad del auditorio. Pensamos que una parte im-
portante de los aportes de las artes de predicar deriva de este requerimiento inicial, en pala-
bras de Jesús: “Haced discípulos míos a todos los pueblos”1.
La necesidad de adecuar el discurso a variados destinatarios lleva, entonces, a que
tempranamente la Iglesia se interrogue acerca de los modos de interpretación según los
sujetos –histórica, alegórica, moral y espiritual– y de las modalidades y estilos retóricos más
adecuados para persuadir2. Respecto de esto último, la tradición de la Retórica clásica se
presentaba como el estudio más detenido y sistemático, de allí que se generaran discusiones
acerca de su utilización. Así como algunos pensaban que se debía conservar el gesto
“espontáneo” de los primeros cristianos que desplegaban el discurso a partir de ejes
interpretativos y que atendían a formas de construcción colectivas, otros consideraban que era
necesario apropiarse de las estrategias de la oratoria greco-latina aunque adecuándolas a los
requerimientos propios de la predicación cristiana. En relación con esto es interesante, por
ejemplo, la reflexión respecto de los estilos que se encuentra en Sobre la Doctrina Cristiana
de San Agustín3, donde sigue a Cicerón aunque considerando los modelos cristianos y la
especificidad del discurso religioso. Reconoce que no se puede relacionar el estilo –elevado,
moderado o sencillo– con la mayor o menor importancia o centralidad del tema abordado,
como en el discurso forense, ya que la predicación habla siempre de algo fundamental como
es el camino para lograr la salvación del alma. Los estilos dependerán, entonces,
fundamentalmente de la función que predomine en el discurso: enseñar, deleitar o mover –en
su doble aspecto de conmover y movilizar–. Pero como el orador cristiano debe articular las
tres funciones, lo conveniente es que alterne hábilmente los tres estilos. Conservará de esta
manera la atención del auditorio y alcanzará con la predicación a sus diversos integrantes. El
estudio acerca de los niveles de interpretación, de los objetivos de la oratoria cristiana y del
estilo derivan, así, de la consideración de la diversidad de destinatarios a los que se debe
1
Mateo 28, 16-20.
2
Ver al respecto: James Murphy, La Retórica en la Edad Media, México, Fondo de Cultura Económica, 1986.
3
Obras de San Agustín, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1987, Tomo XV, edición preparada por f. Balbino Martín.
25. María Imelda Blanco et al.
Otras formas de persuasión. La interpretación de textos bíblicos
dad de destinatarios a los que se debe persuadir y de la necesidad de interpelar, a la vez, a
todos y a cada uno.
Por otra parte, debemos recordar que el texto bíblico es un componente esencial del discur-
so, no solo como disparador de la actividad interpretativa sino también como ilustración y
como prueba. La dificultad reside en que al mismo tiempo que se debe conservar la estabili-
dad y distancia del texto sagrado, a lo que ayuda el efecto de extrañeza que generan persona-
jes y lugares, debe mostrarse como algo próximo, como un texto que habla de nosotros en
nuestro aquí y ahora. La interpretación resulta, así, de la reformulación del texto bíblico en la
tensión inevitable entre fidelidad a la fuente y las exigencias de la nueva situación de enuncia-
ción. Lo que los manuales de predicación señalan como “actualización” es este necesario an-
clar en el presente que admite alcances variados y que autoriza incluso, como en muchas oca-
siones se ha podido apreciar, deslizamientos hacia la reflexión política4.
Adecuación a los diversos destinatarios aunque manteniendo la unidad de la grey y refor-
mulación actualizadora del texto bíblico sin superar el “umbral de distorsión”5 admitido orien-
tan y tensan la predicación cristiana. Ilustraremos estas observaciones generales con algunos
aspectos del análisis de la Homilía que pronunció el cardenal Jorge Bergoglio frente a las más
altas autoridades políticas del País, en el tedéum que se celebró en la Catedral de Buenos Ai-
res el 25 de Mayo de 20026 para analizar las estrategias gracias a las cuales el discurso políti-
co se articula con la interpretación del episodio bíblico elegido.
La conformación del auditorio
La ceremonia del tedéum integra la serie de actos tradicionales con los que las autoridades
argentinas celebran las fechas patrias. Se trata de un evento religioso católico cuya finalidad
es dar gracias a Dios por los acontecimientos históricos rememorados en la celebración patria,
en este caso, por la Revolución de Mayo. Habitualmente, el presidente de la Nación concurre
a la Catedral Metropolitana para asistir a esta ceremonia que es oficiada por la más alta auto-
ridad eclesiástica nacional. Como parte del ritual se lee un pasaje bíblico y se pronuncia una
homilía7, es decir, un discurso orientado a la explicación e interpretación de la lectura. Forma
parte del horizonte de expectativas8 el hecho de que la homilía aluda tanto a los acontecimien-
tos históricos rememorados cuanto a la coyuntura en la que se la pronuncia y que construya
un doble auditorio: un auditorio universal9, el pueblo argentino que sigue las celebraciones a
través de los medios masivos, y un auditorio particular, las más altas autoridades políticas del
País. El orador parte entonces del hecho de que, en esta ocasión, su auditorio comprende tam-
4
Cf. Luis Maldonado, La homilía. Predicación. Liturgia. Comunidad., Ed. Paulinas, 1993 ; AA.VV., El arte de la homilía,
Barcelona, Centre de Pastoral Liturgica, 1994.
5
La expresión es de Catherine Fuchs, Paraphrase et énonciation, París, Ophrys, 1994.
6
EL texto completo de esta homilía se encuentra en la página web del Arzobispado de Buenos Aires
(http://www.arzbaires.org.ar/Homilias2002.htm).
7
Este género de antigua tradición se revitaliza como práctica a partir del Concilio Vaticano II. Leemos en el artículo 52 de la
Constitución "Sacrosanctum Concilium" (sobre la Sagrada Liturgia): “Se recomienda encarecidamente, como parte de la
misma Liturgia, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a partir de los textos sagrados, los miste-
rios de la fe y las normas de la vida cristiana. Más aún: en las Misas que se celebran los domingos y fiestas de precepto, con
asistencia del pueblo, nunca se omita si no es por causa grave”.
8
Empleamos este término de acuerdo con la presentación de Theodor Lewandowski, Diccionario de Lingüística, Madrid,
Cátedra, 1995.
9
Tomamos la definición de auditorio universal de Perelman Ch. Y Olbrechts-Tyteca: Tratado de la argumentación. La
nueva retórica. Madrid, Gredos, 1989, pág. 71 a 78.
1041
26. Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Dimensión argumentativa y género discursivo
bién individuos que no están familiarizados con las lecturas bíblicas ni con las operaciones de
exégesis que integran las prácticas religiosas habituales de la Iglesia Católica.
La heterogeneidad del auditorio exige un trabajo más detenido en la preparación de la
homilía, labor que se inicia con la selección de la lectura bíblica sobre la cual se va a predicar.
Esta tarea implica tanto el recorte del fragmento cuanto la elección de una traducción apro-
piada para el auditorio y para la orientación argumentativa que se le quiere imprimir a la
homilía. En el caso de la lectura seleccionada por el cardenal Bergoglio para la ceremonia del
tedéum debemos observar que no se trata de ninguno de los textos indicados en la agenda
bíblica para la fecha de la celebración10. El trozo elegido por el oficiante es un pasaje narrati-
vo con diálogo del Evangelio según San Lucas (Lc. 19, 1-10) que refiere la conversión de
Zaqueo. El argumento es el siguiente: mientras Jesús atravesaba la ciudad de Jericó, un
publicano llamado Zaqueo sintió deseos de verlo pero no podía lograrlo porque la multitud
que lo rodeaba no se lo permitía ya que era de baja estatura. Entonces, Zaqueo se trepó a un
árbol. Cuando Jesús pasó por el lugar se detuvo e invitó al publicano a descender porque
había decidido alojarse con él. El pueblo comenzó a criticar la decisión de Jesús de
hospedarse en casa de un pecador, a pesar de ello, Zaqueo proclamó su decisión: compartir la
mitad de sus bienes con los pobres y reparar a los que había perjudicado. El episodio se cierra
con las palabras de Jesús que anuncian la salvación de Zaqueo.
A la elección deliberada de este pasaje bíblico se suma la opción por una versión más ase-
quible para el auditorio previsto11. En efecto, el texto leído es una traducción a una variedad
de la lengua castellana próxima a los usos locales, que prefiere una sintaxis simplificada y un
vocabulario más específico en comparación con otras que circulan en nuestro país. Además,
se intensifican las marcas de la modalidad verbal definiendo con mayor claridad las intencio-
nes de los personajes del relato.
Sin embargo, hay rasgos de esta traducción que queremos señalar en particular porque en-
tendemos que van a ser explotados en la homilía. Por una parte, y a pesar de la voluntad de
elegir una versión más sencilla, lo que presupone que se busca la comprensión del auditorio,
se conserva el término sicómoro y no se lo reemplaza por higuera, cuasisinónimo de uso más
frecuente en la cultura meta o bien por el término hiperónimo árbol (opción presente en la
llamada Biblia Latinoamericana). Este hecho se puede explicar como una voluntad de con-
servar una marca de extrañeza que recuerde al auditorio el carácter sagrado del texto bíblico.
Por otra parte, se mantiene el término publicano –frente a una expresión más asequible
como cobrador de impuestos– a modo de señalamiento de la distancia cultural e histórica con
el episodio narrado. Pero también el hecho de no revelar, para una gran mayoría, la función
social de Zaqueo expone cómo el discurso religioso contempla distintos destinatarios, en este
caso, los que saben qué es un publicano y los otros que no tienen ese conocimiento. La con-
versión de Zaqueo es el relato ejemplar de la retractación del funcionario corrupto. Recorde-
mos que los publicanos eran cobradores de impuestos del Imperio Romano sin ser romanos, o
sea, eran agentes locales del imperio. Los publicanos eran considerados pecadores por los
abusos que cometían en el desempeño de su función pública y eran despreciados por sus
compatriotas. Sin embargo, la homilía no va a explicar ni el significado ni los sentidos del
10
La agenda señala para el día 25 de mayo de 2002 las siguientes lecturas: Carta de Santiago 5, 13-21; Salmo 140: 1, 3 y 8;
Marcos 10, 13-16.
11
Se trata de la versión El libro del pueblo de Dios. La Biblia. Ediciones Paulinas, 1986. Censor: Pbro Luis H. Rivas, impri-
matur: Card. Raúl Francisco Primatesta. Esta traducción es la que se sigue en el nuevo Leccionario del Misal Romano publi-
cado por la Conferencia Episcopal Argentina.
1042
27. María Imelda Blanco et al.
Otras formas de persuasión. La interpretación de textos bíblicos
término publicano sino que utilizando un lugar común actual respecto de la corrupción de los
políticos argentinos va a plantear una analogía con ellos sutilmente subrayada por la homofo-
nía en el español de Buenos Aires entre el nombre del protagonista del relato bíblico –
Zaqueo– y la denominación del efecto del robo violento de todo cuanto se halla –saqueo. El
delito se convierte así en nombre propio del funcionario público, a la par que nos recuerda el
saqueo de los supermercados (en busca de alimentos) que tiene su origen en los delitos come-
tidos por los funcionarios. Como vemos, el texto autoriza interpretaciones que no expone:
solo accederán a ella los que están en condiciones de hacerlo y para lo cual deberán apelar a
competencias de distinto tipo. En este decir y no decir reside la fuerza de un discurso que no
debe “exponerse” totalmente para evitar ser blanco de polémicas. Hablar de la situación impe-
rial pero no decirlo entusiasma a algunos –los que comprenden la alusión– y no perturba a
otros, ya que no está dicho.
Finalmente, debemos señalar que la heterogeneidad de su auditorio orienta otro cambio
significativo: el predicador reemplaza en el cuerpo de la homilía el nombre de la ciudad en la
que se produce el encuentro entre Zaqueo y Jesús –Jericó– por el de Jerusalén. Creemos que
este cambio puede recibir por lo menos dos explicaciones: por una parte, la ciudad de Jerusa-
lén es más conocida por la audiencia, en especial por aquella que está menos familiarizada
con el texto bíblico. Así, este cambio buscaría facilitar la compresión al simplificar un dato
poco relevante para la orientación general dada al discurso comentante. Sin embargo, no po-
demos dejar de señalar también que para la audiencia más religiosa el nombre de la ciudad de
Jerusalén se asocia fácilmente con la Jerusalén celestial, es decir, con la promesa de la salva-
ción eterna. En este caso, el cambio del nombre de la ciudad está marcando otra orientación
interpretativa de la homilía, que no excluye la anterior.
En el desarrollo de la homilía la ruptura de isotopía estilística muestra también la voluntad
de alcanzar a distintos destinatarios. La presencia de frases que connotan el discurso cotidiano
es una de las manifestaciones más evidentes de la alternancia de estilos: “piezas de un table-
ro”, “hilos de una telaraña”, “más sangre corra al río”, “orgullo herido”, “regla de oro”, “chi-
vo expiatorio”, “sorda guerra”.
La modalidad y el estilo retóricos más efectivos para persuadir
A partir de la lectura, el oficiante desarrolla una homilía exegética, es decir, una forma de
predicación pastoral en la que se explica, comenta e interpreta el fragmento bíblico para la
edificación de los fieles12. Se trata pues de un género didáctico cuya finalidad es acercar al
auditorio a la comprensión de la palabra de Dios para ponerla en práctica. Es por esto que el
texto comentado deberá ser leído como un relato ejemplar y que el texto comentante deberá
desarrollar una dimensión persuasiva.
La homilía que sigue a la lectura es una reformulación explicativa que despliega un con-
junto de estrategias argumentativas para alcanzar la persuasión del auditorio, en términos de
la ya clásica definición de Perelman13, “la adhesión de las personas a las tesis presentadas
para su asentimiento”, pero que no se vale del encadenamiento de argumentos enlazados a
través de conectores lógicos sino que despliega una analogía entre el relato bíblico y la situa-
ción actual del País, hecho que le permite transitar el discurso político, regresar al plano reli-
12
Seguimos en esta descripción del género a Raimondo Spiazzi en su Teologia Pastorale, Didattika Kerigmatica e Omileti-
ca. Roma, Mariettti, 1965.
13
Perelman y Olbrechts-Tyteca, op. cit.
1043