1. 27 de Abril del 2009
América Latina y el Caribe deberá acelerar adopción de políticas para
enfrentar efectos del cambio climático
Países de la región deberán usar recursos sosteniblemente y mejorar la eficiencia en sectores con alto impacto en la
generación de gases contaminantes
El cambio climático podría generar en América Latina y el Caribe (LAC) graves pérdidas económicas en sectores
como agricultura, pesca, industria, forestal y turismo. Hasta el momento, sólo se han tomado algunas medidas
aisladas.
Una acción coordinada de políticas multisectoriales con un horizonte al 2030, permitiría a los países de la región
disminuir el costo de las posibles repercusiones ocasionadas por el aumento de la temperatura global y las
emisiones de carbono, según el reporte “Cambio climático y desarrollo en América Latina y el Caribe: una reseña”,
publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en febrero de 2009.
Según el reporte, las políticas que se adopten para enfrentar el cambio climático deberán tomar en cuenta la
sostenibilidad de los ecosistemas, de los recursos hídricos, del sector agrícola, de las zonas costeras, la salud de la
población y la prevención de desastres naturales. Considerar estos aspectos podría ayudar a reducir el riesgo de
posibles pérdidas en los sectores productivos más importantes.
Respecto del costo de adaptación al cambio climático, la CEPAL estima que para atender la demanda de agua
potable y saneamiento proyectada al 2030, considerando el crecimiento de las poblaciones y el efecto del clima,
América Latina y el Caribe necesitarían invertir aproximadamente US$23.000 millones en infraestructura. Para la
protección de las zonas costeras ante el riesgo de aumento de las mareas, se requeriría otros US$680 millones.
Para ahorrar en emisiones contaminantes, el informe recomienda mejorar la eficiencia energética en los sectores
con mayor incidencia en la generación de GEI, como son generación eléctrica, transporte, industria y construcción.
EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN DIVERSOS SECTORES PRODUCTIVOS
Tomando como referencia informes oficiales publicados durante los últimos años en los países de la región y el
informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicado en el
2007, la CEPAL evalúa cuáles podrían ser los efectos del cambio climático en seis sectores productivos:
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1. Agricultura: El cambio climático podría perjudicar algunos cultivos, pero favorecer a otros.
En México, la productividad del maíz, podría decrecer en 10% hacia el año 2055, cultivo que es la base de la
alimentación de las familias campesinas. Se estima que en Sao Paulo (Brasil), las tierras aptas para el cultivo
de café podrían reducirse un 10%, si la temperatura aumenta 1 grado centígrado (°C) y la incidencia de
lluvias decrece un 15% hacia fines de este siglo. Si la temperatura aumentara 5,8°C, podría perderse hasta
un 97% de dichas tierras.
Con una elevación de un metro en el nivel de las aguas marinas por el deshielo de los glaciares, Colombia
podría perder un 39,2% de las tierras para cultivo de banano. El Salvador afectado hasta el 27,6% de sus
zonas agrícolas costeras con una elevación del mar de 1,1 metros.
Ocurre lo contrario con granos como la soya y el trigo. El efecto de la fertilización por altas concentraciones
de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera podría mejorar el rendimiento en estos cultivos.
De no tomar en cuenta los posibles cultivos sustitutos, la productividad agrícola de todos los países
tendería a bajar. En México y Centroamérica el retroceso sería entre 10% y 30%, en Argentina entre 2,5% y
5% y en los demás países de América del Sur, la tasa estaría entre 5% y 10% hacia el 2050..
2. Forestal: El incremento global de la producción de madera y cambios en la distribución de los bosques,
podrían ser consecuencia del aprovechamiento del mercado de bonos de carbono y del mayor crecimiento
de los árboles debido a la fertilización por CO2.
Se prevé que a mediados de este siglo, la producción mundial de madera crecerá de la tasa actual de 29% a
38%. Mientras la producción forestal decrecerá en América del Norte y Rusia, América del Sur será una de
las regiones favorecidas.
3. Pesca: Los efectos del cambio climático para LAC estarían concentrados en la pesca artesanal y la de
subsistencia. Estudios globales sostienen que el aumento de la temperatura marina y la variación de las
corrientes oceánicas contribuirán a reducir los volúmenes de plancton y alterarán su distribución,
provocando la migración de algunas especies de peces de la región hacia aguas frías.
Estudios realizados en el Perú revelan que el cambio climático podría manifestarse sobre el ecosistema
marino como un fenómeno de tipo ENOS (ciclo oceánico-atmosférico de elevación de la temperatura, que
incluye El Niño). Según el IPCC, Perú sería uno de los 15 países –a nivel mundial- cuyo sector pesquero sería
más afectado por el impacto del cambio climático.
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Implicaría una menor captura de especies comerciales y la pérdida de infraestructura para la pesca
continental. La maricultura, sobre todo la producción de langostinos sería significativamente afectada y es
probable que desaparezcan los humedales. El efecto sería mayor en la costa norte del país y reduciría el
empleo en el sector. Las pérdidas globales en las ocho zonas costeras del litoral peruano llegarían a
US$1.000 millones según cálculos al 2001.
4. Turismo: Los atractivos turísticos y el número de visitantes podría reducirse por efecto del aumento de la
temperatura, el incremento de enfermedades tropicales y la escasez de agua. Un análisis realizado en
Barbados revela que un incremento de medio metro en el nivel del mar haría perder el 38% de las playas
del país y el 38% de los nidos de tortuga.
5. Industria: El cambio climático impactará la generación de energía, el mantenimiento de la infraestructura
(puertos, carreteras y otros) y la construcción.
La industria pesada, incluida la generación eléctrica y la producción de petróleo, serían los más afectados,
pues su infraestructura e incluso sus procesos son sensibles a las variaciones del clima, según un estudio
realizado en México en el 2004.
Actividades que dependen del uso intensivo de agua, como la minera y de servicios sanitarios podrían
enfrentar escasez de este recurso. La agroindustria sería afectada indirectamente por los efectos del
cambio climático en los sectores agricultura, pesca y forestal. Eventos hidrometeorológicos como lluvias
torrenciales, inundaciones, heladas o sequías podrían afectar la infraestructura de transporte.
La construcción sería impactada por el aumento del costo de la energía, las nuevas exigencias estructurales
para los edificios, la necesidad de nuevos materiales para exteriores y dificultades adicionales en los
procesos de edificación.
6. Población: Los riesgos provienen de la reducción de fuentes de agua potable, el incremento de la
incidencia de enfermedades y fenómenos meteorológicos extremos Los riesgos son mayores en las zonas
más pobres.
En algunos escenarios se prevé que las sequías o las inundaciones agravarán la escasez de agua. Se estima
que hacia el 2025, entre 12 y 81 millones de personas en América Latina padecerán esta escasez, y hasta
178 millones al 2055.
Durante las estaciones secas, las poblaciones cuyo suministro de agua depende de deshielos se verán
afectadas, sobre todo en las regiones andinas de Bolivia, Colombia, Perú y Chile, donde se observa un
retroceso en el nivel de los glaciares.
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SUGERENCIAS PARA MITIGAR EL IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Según el reporte, no existen exigencias ni compromisos de reducción obligatoria de emisiones en América Latina y
el Caribe, como sí ocurre en los países desarrollados. Los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) contemplados en
el Protocolo de Kyoto tampoco son bastante fuertes para incentivar cambios importantes en la estructura
productiva.
La CEPAL ha tomado en cuenta las siguientes propuestas para la mitigación de emisiones de GEI en los sectores
productivos para los países de América Latina y el Caribe:
Suministro de energía: Se recomienda aprovechar las oportunidades de eficiencia energética, propiciar el
desarrollo de tecnologías alternativas y definir un precio para las emisiones de carbono al evaluar las
inversiones en infraestructura de generación eléctrica (como se hace en Brasil). Un sistema de pagos en el
sector eléctrico, es un poderoso incentivo para la adopción de fuentes más confiables y limpias.
Transporte: Algunos gobiernos de la región empiezan a generar esfuerzos para mejorar la eficiencia del
transporte público con sistemas como Transmilenio (Bogotá) y Metrobús (México D.F.), la apertura a los
autos híbridos y la promoción de biocombustibles. Entre las opciones previstas están la promoción de un
modelo público de transporte, la planificación del uso de suelos y el aumento del transporte no motorizado
(bicicletas). Las emisiones de la aeronavegación podrían reducirse con mejoras en la tecnología de diseño
de los aviones, pero compensarían de manera parcial la proyección de generación de CO2 de este sector.
Sector residencial y comercial: Según el IPCC, las tecnologías más promisorias para la reducción de
emisiones en los países en desarrollo son el calentamiento de agua por energía solar, uso de materiales
termoaislantes, intercambio de aire caliente para la industria y uso de tecnologías renovables en los
supermercados (por ejemplo, el reemplazo de las lámparas incandescentes).
Industria: El desarrollo del bioetanol ofrece oportunidades para la industria del plástico y podría desplazar
al petróleo y otros insumos industriales. Esta tecnología también podría ser empleada para la industria
automotriz, a través del desarrollo del bioplástico para fabricar partes de autos.
Agricultura: El IPCC sugiere tres mecanismos para la reducción de emisiones en este sector. El primero es
un manejo más eficiente de los flujos de carbón y nitrógeno en los ecosistemas agrícolas (gestión de tierras
de pastoreo y de suelos orgánicos, restauración de suelos degradados, etc.), el segundo es la captación de
CO2 en sistemas agroforestales y el tercero es usar biocombustibles en los procesos agrícolas y desplazar el
uso de combustibles fósiles.
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Forestal: El pago por el servicio ambiental global que implica la conservación de bosques, podría ser un
incentivo económico para su sostenibilidad. El Banco Mundial ha creado un fondo para la reducción de
emisiones mediante la conservación de bosques. Otras fórmulas han sido el aprovechamiento de los
bosques para el ecoturismo y para el pago de servicios ambientales locales de mantenimiento del ciclo
hídrico. Los planes en este sector dependen de un delicado equilibrio entre el bienestar local y el bienestar
global.
Manejo de residuos: Aunque las emisiones de este sector no son tan importantes como las del agro y la
industria, el manejo de residuos se está convirtiendo en un problema serio en la región. Además del
manejo de rellenos sanitarios, el IPCC recomienda desarrollar tecnologías alternativas como la
incineración, el tratamiento biológico y el compostaje (descomposición controlada de residuos orgánicos
para generar abonos).
LOS COSTOS DE APLICAR SISTEMAS MÁS EFICIENTES
Según el reporte, el sector industrial en América Latina y el Caribe genera el 19% de las emisiones globales de CO2.
Para reducir este nivel, requiere invertir unos US$1.851 millones al 2030, de los cuales 295 millones irían a
tecnologías de captación y almacenamiento de dióxido de carbono.
En el sector transporte, que genera el 20% del CO2, la inversión regional se estima en US$8.790 millones, el 10% del
total global. Se proyecta que la región hará la mayor inversión adicional en la generación de biocombustibles al
2030 (US$2.000 millones).
Para asegurar mayor eficiencia energética, la CEPAL considera indispensable realizar inversiones hasta por
US$5.200 millones en el caso de Brasil, US$3.950 millones en México y US$3.690 millones en el resto de países de la
región. Las ganancias en eficiencia permitirían manejar el crecimiento de la demanda de energía proyectada al 2030
y ahorrar en la inversión destinada a cubrir la expansión de la oferta energética en América Latina. Para ello, son
necesarias una fuerte voluntad política y la capacidad efectiva de los gobiernos para poner en práctica las medidas.
LOS DESAFÍOS A NIVEL GLOBAL
La Unión Europea, por su parte, se muestra de acuerdo en cumplir la meta de limitar el aumento de la temperatura
global promedio a menos de 2°C hasta el 2020 y reducir la emisión de GEI en 20% -por lo menos- hasta el mismo
año, según el estudio “Evaluación Económica de las políticas climáticas globales después del 2012”.
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El reporte toma en cuenta escenarios de acción para los países desarrollados y economías emergentes. En el
primero de los casos, la suma de reducción de emisiones es de 30% al 2020, en comparación con 1990. Para los
países emergentes, las emisiones se reducen en un 20%.
En el caso de los países desarrollados, se toma en cuenta cuatro factores con impacto en las emisiones: crecimiento
del PBI per cápita, el ratio GEI sobre índice de producción, las tendencias de emisión de gases contaminantes y las
tendencias poblacionales. Un escenario central, que toma en cuenta estos cuatro indicadores, propone objetivos de
reducción del 24% para la Unión Europea, 34% para Estados Unidos, 29% para Japón y 27% para el resto de países
industrializados, comparando los años 2005 y 2020.
Para los países emergentes China, India y Brasil, se toman en cuenta tres indicadores: el PBI per cápita, el ratio GEI
sobre producción y la tendencia poblacional. Si se toma en cuenta al país con mayor PBI per cápita del bloque
analizado, Brasil tendría que reducir sus emisiones en 13,2%, China en 4,2% e India en 0,5%. Bajo un escenario que
contempla el nivel actual de emisiones contaminantes, China sería el país con una mayor meta de reducción (-13%).
El reporte prevé un desarrollo gradual del mercado mundial de carbono, con distintos rangos de reducción de
emisiones y por lo tanto precios que no son constantes. Sin embargo, se estima que hacia el 2015 los precios del
carbono tenderán a converger en todos los mercados de los países desarrollados. En las economías emergentes que
participen del mercado global los precios serían iguales a partir del 2020.
Los precios del carbono para los sectores intensivos en energía se reducirían en el tiempo gracias a un marco
regulatorio fortalecido y al desarrollo de las economías. Entre el 2025 y el 2030 los precios del carbono serán
relativamente similares para todos los países, con excepción de aquellas naciones de bajos ingresos.