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ILUSIONES
      DE
   LIBERTAD

DESDE EL PENAL DE LURIGANCHO
          LIMA - PERU




      Por: Jorge Polanco Novoa




                                 2
PROLOGO

La problemática penal crece día a día con aproximadamente cerca de 48,000 internos
en todas las cárceles del Perú, con casi mas del 70% sin sentencia.

A pesar de los grandes cambios que tienen los penales de nuestro país ha habido
logros satisfactorios por algunos pocos gestores del gobierno como nuestra Sub-
Directora del E.P.lurigancho Lic.Yolanda Cárdenas en el penal de Lurigancho, Carlos
Álvarez Osorio Director de la asociación Dignidad Humana y Solidaridad, facilitando
siempre el desarrollo y cambios en las mentes de los internos desarrollando así
proyectos de vida para lograr micro empresas ejecutadas desde el penal,
consiguiendo desde hace un tiempo la producción en el área industrial de cerámicas,
útiles de limpieza, etcétera.

Aproximadamente siete proyectos se están gestionando para el beneficio del interno
que lucha por su familia y busca su libertad, a pesar que dividieron en dos posiciones
más o menos contradictorias. Una de ellas considera la cárcel como una respuesta
adecuada a la delincuencia, poniendo más énfasis en la rehabilitación de los
prisioneros que en el castigo.

La otra posición duda que la prisión sea útil, afirmando que debería existir únicamente
en los casos en que es necesario proteger a la sociedad de aquellos que representan
un verdadero peligro para sus semejantes.

El sesgar la vida normal de las personas sin darles un objetivo en sus vidas sin darles
siquiera la oportunidad de poder ayudar a sus familias y a si mismos, el tan solo
arrojarlos al peor hoyo de destrucción y olvido privando a muchos de ver crecer a sus
hijos y perder a sus familiares uno a uno, tan solo hará que estos infortunados seres
azotados por el infortunio desde que nacieron, en el resultado que se autodestruyan y
también a todos a su alrededor. Es imperativo que se les de un plan de vida que
pueda ayudarlos y que puedan retomar el camino de la vida, de la legalidad que
tengan la oportunidad que no tuvieron, para desde ese punto crecer como personas y
sean así útiles para sus familias y para la sociedad, evitando así que sigan siendo
cuando salgan el mismo problema para las demás personas siendo un circulo vicioso
de nunca acabar.

Se debe tomar conciencia que es muchas veces inhumano castigar a seres que por un
error lo pierden todo, desde sus derechos y su libertad, hasta el honor y la dignidad
misma, que es cruel condenar a personas a pasar meses, hasta años, hasta que
esperen una condena que muchas veces es absolutoria, pero que llega demasiado
tarde cuando el ser humano ya perdió las fuerzas la fe y la esperanza y se sumió en la
perdición de la cual ya no saldrá.

Muchas veces los que nos hemos vistos sumergidos en este infierno, sentimos que
morimos un poco cada día, que el sufrimiento es eterno al querer dar manotazos de
ahogados para no perder lo poco que nos queda afuera y cuando lo perdemos
nuestras almas solo pueden albergar tristeza y depresión acabando con cualquier
buen sentimiento que pudiera construirse para un futuro.

En cualquier caso, se sugirió a través de un análisis evaluado por internos, también
profesionales y muchos compañeros conocedores de esta gran problemática social,
reincidentes, con el apoyo de psicólogos y sociales, a cargo de nuestra Sub-Directora
la cual desempeña incansablemente su labor con apoyo al interno recluido en un
penal, que debería haber métodos alternativos a las prisiones.



                                                                                     3
La posición de los internos, es considerada como alternativa los proyectos de vida o
laborales, enseñándoles mientras estén en este lugar con la supervisión de técnicos
,profesores, y los talleres del ceo y así aplicar lo que se aprende aquí con la
posibilidad de desarrollarse como empresas, para así conseguir solventar a nuestras
familias, como se vio claro a lo largo de la discusión y en las visitas a diversos centros
penitenciarios que se efectuaron por personas que realmente desean el porvenir y que
el cambio se contagie con entusiasmo en todos los penales del Perú y que se orienta
en principio por la despenalización, enfatizando en la práctica actual la rehabilitación.

Con proyectos de vida para la población penitenciaria mundial, y considerando que
las cárceles sudamericanas han sido siempre un fracaso, actualmente gracias al
esfuerzo dado por los mismos internos del penal Lurigancho del Perú, se han logrado
grandes pasos en la reforma carcelaria. Con la presencia de identidades del poder
judicial, defensoría del pueblo, Ministerio de Justicia, se descartó punto por punto las
justificaciones usuales de la encarcelación, argumentando que el encarcelamiento
raras veces disuade del delito, ya que la mayoría de los delitos son cometidos
impulsivamente, a menudo bajo la influencia del alcohol y las drogas, sin pensar en
absoluto en las consecuencias de la acción para la víctima o para el delincuente,
aprovechándose también señores responsables de grandes empresas cerveceras que
no hacen nada para actuar en favor de la prevención del delito en nuestro país.
Piensan en satisfacciones e intereses personales. Quisiéramos invitar a todas esas
potencias financieras a aportar algo a la prevención del delito.

Para ellos, la justificación de la "protección social" es también cuestionable, excepto
con aquellos sujetos que se han vuelto incontrolablemente violentos, los cuales
constituyen un pequeño porcentaje de la población carcelaria.

La mayoría de los individuos encarcelados en el PERU lo están por delitos no
violentos, generalmente delitos menores. Dijeron que debido a que los estudios
criminológicos han demostrado irrefutablemente que el encarcelamiento aumenta las
posibilidades de una reincidencia en el delito, la sociedad actúa no a favor sino en
contra de sus intereses arrojando a gran número de gente a las prisiones. Finalmente,
se señaló que la rehabilitación es difícil en un medio coercitivo y represivo, aislado del
resto de la sociedad. "Es obvio que cuando la privación de libertad y de derechos se
usa como castigo, las consecuencias para el individuo incluyen la pérdida y reducción
de su autoestima, de la confianza en sí mismo, de su dignidad y de su sentido de
responsabilidad. La agresividad y la frustración aumentan, mientas que la oportunidad
de aprender a dar cauce a estos sentimientos disminuye. Estos resultados son
opuestos a los objetivos de la rehabilitación".

En las líneas de este libro cada palabra y cada historia esta escrita basándose en
hechos reales, cada rasgo dibuja con sangre y lagrimas el padecimiento de cada
segundo que purgamos en este valle de penalidades e intenta reflejar la intensa lucha
que mantenemos para sobrevivir la esperanza que no se apaga de poder otra vez
estar libres y las lagrimas y gotas de sangre que derramamos con cada pedazo de
alma que muere cada día dentro de los muros de este Penal de Lurigancho.

Empecemos con los proyectos de vida y tratemos de que cada hora sea utilizada para
la rehabilitación de cada hombre.

Agradecemos de corazón a la Sra. Yolanda Cárdenas (Subdirectora del
E.P.Lurigancho), al Señor Carlos Álvarez Osorio (Director de la Asociación Dignidad
Humana y Solidaridad), quienes como impulsadores de los proyectos de vida y
magnificas intenciones hacia la verdadera resocialización del interno.



                                                                                        4
Y a mis compañeros por su gran participación en este libro del camino a los hombres
libres y de buenas costumbres: Diego García, Alfredo Marin, Jorge Murguía Arias,
Celso Quispe, Henry Cutipa, Richard Ibarra, Andrés Oshita, Rafael Agurto Chiguan y
Héctor Javier Espinoza, Juan Carlos Juárez.

Y a las personas con su apoyo incondicional de fuerza y solidaridad e inspiración al
alma y a mi gran cambio, mis queridas amigas Amparo Climent de España y Cristina
Castello de Argentina (Paris – Francia) y María Estela Ramírez Vittori de Argentina,
Monona Toledo de Argentina, Gilda Noemí Adorno de García de Paraguay, José
Suárez de México, Elizabeth Valero de Venezuela, Julio Pacheco Polanco de Arequipa
Perú. Y a mi incansable amiga Angélica Alegre Norza de Perú.

Y un agradecimiento muy especial a la mujer que me acompaño en la lucha de mi
libertad y fiel compañera de todos estos años de mi vida, y esposa Gloria Castillo
Vera.

Y a mis hijos María Julissa, Jorge Eduardo, Jorge Enrique, María Antonieta, María
Antonella, Jorge Fabricio, Jorge Sebastiani, María Luisa, Renzo a ellos todo el cariño y
el apoyo mío.




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PUERTA AL INFIERNO
                                                       Mientras el sol ardiente abrasa
                                                       la piel y la ennegrece por medio
                                                       del hedor y el polvo, la marchita
                                                       esperanza y las ilusiones se
                                                       quiebran en las personas que
                                                       han sido expulsadas de los
                                                       pabellones a manera de
                                                       castigo.

                                                       Se le llama el Módulo al
                                                       callejón, sucio, impregnado de
                                                       miles de historias con cada día
                                                       que pasa en este infierno
                                                       llamado Penal de Lurigancho.
                                                       Le dicen Módulo porque hay
                                                       unas oficinas que pasan
                                                       totalmente desapercibidas casi
                                                       a la entrada de lo que
                                                       conforman los pabellones,
                                                       donde mueren por pocos y por
                                                       pedazos, seres humanos
                                                       privados de la libertad. En esas
                                                       oficinas se localiza la
                                                       documentación que ayuda a
                                                       resocializar a los internos.

                                                     Pero afuera y más lejos de
                                                     esas oficinas moran seres en
                                                     desgracia que tuvieron el
infortunio de ser expulsados por un tiempo o permanentemente de sus pabellones, por
un error, por una falta, por tantas razones.

Y ahí los abandonan, intentan recursearse de cualquier forma, trayendo la carga de la
comida, hacen hazañas para conseguir una tarjeta telefónica para así poder llamar a
sus familiares y que les envíen ayuda en el próximo día de visita, o para venderlas,
intercambiarlas por el veneno del escorpión blanco…

En el módulo, algunos sobre un plástico sucio colocan cigarrillos, detergente, jabones,
ropa usada; a veces paso por ahí y se me asemeja uno de los mercadillos cerca de mi
casa, esa casa que no veo hace tantos años, esas calles que me sabía como la palma
de mis manos y que ahora se están borrando de mi mente y de mis recuerdos así
como mi esperanza.

En el módulo particularmente se percibe un olor nauseabundo, se mezcla el hedor de
la droga, de las peleas, el sudor, las lágrimas, orines y necesidades de los que
permanentemente han hecho de este lugar su hábitat. Mientras caminas rápido
evitando mirarlos, olerlos o que te pidan algo, notas como hacen pases de droga,
como algunos se pelean hasta sacarse sangre, otros ruegan con miradas como de
cachorros moribundos hacia el techo y las escaleras dentro del pabellón que colindan
con este pasadizo llamado Módulo; nos miran con tanto dolor en sus caras, suplican
por un poco de agua mientras nos alcanzan una botella sucia usada una y mil veces
llena de agujeros pequeños de igual forma que nuestros corazones y nuestra minada



                                                                                       6
voluntad…

Muchos yacen tirados en los suelos, algunos sobre una frazada inmunda, otros sobre
el suelo ardiente lleno de polvo y escupitajos de otro día.

Cuando suena la campana de la comida se alborotan, en ese momento lamentan
                                         tantos haber perdido el envase donde
                                         siempre recibieron la comida. Cada vez
                                         que alguno de nosotros pasamos
                                         incidentalmente nos piden a gritos que
                                         les regalemos un poco de comida,
                                         cuando se la alcanzamos se pelean por
                                         lo poco que hay, es la situación donde
                                         muchas veces faltan los alimentos…

                                              El agua los abrasa, sus pieles se tornan
                                              totalmente oscuras, mientras fuman en
                                              pipa. Luchan el día entero no por volver
                                              al pabellón de donde los botaron, pero si
                                              para procurarse la droga que les hará
                                              imaginar que no es cierto que estén
                                              muertos ahí, tirados en un patio de
                                              fusilamiento, la droga que les hará olvidar
                                              por un momento la triste y cruel realidad.

                                              Anochece ya en el módulo de los
                                              sufrimientos, en el módulo de la injusticia,
                                              comienzan a pasear sus miradas
                                              buscando como locos que les compren
                                              su veneno adictivo antes de que cierren
en los pabellones donde se expende.
Vocean tarjetas de teléfono, pedazos de comida que sacaron con astucia de la carga
que transportaron, juntan sus centavos para así comprarse el ultimo pedacito de
piedra que fumarán en un tubo oxidado por el veneno que los consume y los hace
parecer muertos vivientes y que me recuerdan a los sobrevivientes de los campos de
concentración.

Está ya todo oscuro, muchos fueron llevados al pabellón 21, donde sufrirán maltrato,
vejación, donde dormirán amontonados sin esperanza de dormir, cuidándose el honor,
cuidando cada prenda que lleven consigo para no ser víctimas. Otros pudieron
esconderse de una u otra forma y en las noches se acercan a los pabellones para
pedir algo de comida, una ayuda, una llamada para sus familiares.

Muchos fueron sacados por el policía corrupto que les solicitó dinero y ellos, al no
tenerlo, tuvieron que salir del pabellón por un día por dos, pasando el peor rato desde
que han ingresado por la puerta del infierno al pabellón de la muerte.

UNA LÁGRIMA ETERNA QUE NO PODEMOS SECAR
Que difícil es imaginarse un lugar donde tantas personas sufren, donde tantas
personas están dejando sus vidas o lo que les queda de ellas, incapacitadas
físicamente, sin derecho a atención medica, sin derecho a siquiera una contemplación
por el sistema jurídico.

No puedo dejar de pensar en casos de viejecitos que arrastrando los pies sucumben
bajo los estragos de las penurias de un infierno al que ni los más fuertes pueden


                                                                                          7
sobrevivir sin mostrar las heridas de las penas, en una prisión olvidada de los hombres
y de la justicia.

Personas que a su edad sufren para digerir alimentos que no están pensados para un
ser humano, que son difíciles, o bien hartos en grasa o bien menguados en proteínas;
personas así sufren a cada momento de enfermedades, son más propensos a caer
indispuestos; por la humedad de las cárceles donde llueve a cada momento y el
                                                        hacinamiento nos hace dormir
                                                        apiñados en los patios, una
                                                        neumonía es fatal y así
                                                        muchos mueren olvidados para
                                                        siempre.

                                                        Otros, en muletas, los más
                                                        afortunados; otros en maderas
                                                        que les lastiman los brazos
                                                        intentan sostenerse sobre un
                                                        solo pie mientras hacen
                                                        esfuerzos para acomodarse en
                                                        la fila de la comida que nos
                                                        sirven; ¿se imaginan como
                                                        harán personas que se
arrastran por el suelo al no tener otra ayuda? ¿Como harán para poder sentarse en
silos ya que carecemos de tazas para hacer nuestras necesidades? ¿Como harán
para subir y bajar escaleras en lugares que no están diseñados para personas con
discapacidad?

¿Una persona ciega puede acaso sin ayuda poder bajar escaleras que no conoce, en
un lugar inundado de basura y escupitajos de agua donde un resbalón puede costarles
la vida?

¿Cuando se pondrán a pensar que no somos animales extraídos de la jungla africana?
sino que somos seres humanos que padecemos, nos enfermamos, sufrimos
enfermedades terminales mientras que pasamos los que podrían ser nuestros últimos
días, tratando de estar mas cerca de nuestras familias, en este lugar de penas y dolor.

Muchos nos contagiamos de TBC, pues cada persona aquí intenta compartir un
cubierto, un envase para poder comer, sin saber lo que el compañero padece, no
podemos preguntarle de que esta enfermo pues tal vez él mismo no lo sabe…Ni
siquiera tenemos folletos que nos ayuden a prevenir este tipo de enfermedades,
muchos vienen ya afectados desde fuera, otros recaen con viejas dolencias, que se
agravan.
Algunos descubrieron que tenían Sida, algunos la contrajeron aquí, unos al
experimentar, otros al perder la dignidad, por la droga o por necesidad.

Aquellos enfermos, mueren de a pocos, dramáticamente. Muchos tratamos de agilizar
sus documentos, que por un indulto humanitario puedan vivir siquiera unos minutos
más con su familia, por lo menos unos minutos más de aire puro, pero sus papeles
mueren al igual que ellos en los escritorios de los señores de la alfombra roja y sillones
grandes, perecen esos documentos que pueden salvar vidas al menos por unos días!
vamos ya!

Hablando hipócritamente, qué pueden ahorrarles unos centavos al estado en clínica o
internamiento en un centro reclusorio, para así desembarazarse de gastos y
endosárselos a la familia. Pero el gobierno, los jueces, el poder judicial, no tienen


                                                                                        8
alma, juegan a ser Dios, y prefieren que ese ser que pudo pasar unos minutos más
mirando su libertad en un lugar más decente, en una casa donde vivieron sus
recuerdos de sus mejores días, mirando tan sólo unos minutos más a sus hijos crecer,
recibir la visita de otros familiares que jamás vendrían a verlos a una prisión inmunda,
prefieren que esos seres mueran de a poquitos olvidados, que los descubran fríos al
día siguiente después de pasar una noche de agonía terrible.

Las clínicas están llenas de personas muriendo sin siquiera poder ver a sus familias
por última vez. No habrá derecho de gracia para estos seres que un día cometieron un
error y sin que nadie se lo dijera se les condenó literalmente a una pena de muerte…,
sin último deseo, sin honor alguno.

Ojala que este poder Judicial, esta injusticia peruana reflexionara, y se acordara que
atenta contra nuestros derechos humanos al mantenernos privados de una gracia
humanitaria, cuando prefieren esperar que la persona que solicita un indulto, ya que le
quedan pocos días de vida, muera antes que sus documentos sean siquiera
examinados.

Muchos documentos recién aprobados llegaron cuando la persona ya había muerto y
este papel ya no era más que una cruel broma de los burócratas de la GESTAPO, más
que una gracia de vida.

Los que estamos a punto de morir con los días contados, solicitamos se cree una
comisión de emergencia, especial para cada día revisar las solicitudes de indultos por
gracia humanitaria y enfermedades terminales, para que así nos den la oportunidad de
vivir siquiera unos minutos más con nuestros familiares, respirando los últimos
segundos de vida en libertad.


SEÑORA DE LOS OJOS VENDADOS
Señora de ojos vendados y de cuerpo frío
que estás en los tribunales,
sin ver, sin escuchar el dolor humano a los abogados, aquellos que abandonan a los
hombres sin leyes bajo sus promesas no cumplidas.
Baja de tus pedestales.

Quítate la venda y mira a tu alrededor cuánta injusticia, cuánto dolor, cuánta mentira,
no inclines tu balanza al peso del dinero.

Sé justa.
Actualiza la balanza
y arremete con la espada del sufrimiento,
que sin tus buenos oficios
no somos nada.
Lávanos de sangre y tinta,
resucita al inocente
y haz que los muertos entierren
el expediente.

Espanta a las aves negras y malagüeras
y aniquila a los gusanos
y que a tus plantas los hombres
se den la mano.

Ilumina al juez dormido,


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apacigua toda guerra
y hazte reina para siempre
de nuestra tierra.

Señora de ojos vendados,
con la espada y la balanza,
a los justos humillados
no les robes la esperanza.
Dales la razón y llora
porque ya es hora de que busquen su libertad.


YA BASTA
Cada vez que escucho decir por qué los presos deben de tener refrigerador o
congeladora, me entra una indignación. Cuando estaba en la calle ni me importaba ni
me fijaba en esas cosas, pero al estar acá he tenido tiempo de darme cuenta de
muchos detalles que yo ignoraba en mi vida.

Escucho cómo en la calle se ofenden y se rasgan las vestiduras, simplemente por el
hecho de que tenemos refrigeradoras o congeladoras en prisión; dicen cómo es
posible que los directores de Establecimientos Penitenciarios del país no hagan nada
en contra de esas gollerías, pero la verdad es son unos verdaderos ignorantes que no
conocen la realidad carcelaria del país. Veamos lo siguiente, les aseguro que la gran
mayoría, sino es el 100% de ellos, nunca han estado presos y no saben lo que es
comer la "paila".

En las mañanas nos dan un poco de agua sucia, la cantidad de leche que se toma es
mínima, pan inflado; en la tarde solamente un plato de comida y dependiendo del
pabellón en que te encuentres en la noche te dan algo más de comida, pero eso
depende de la habilidad del delegado de alimentación por racionar las porciones y
lograr ese objetivo.

Como pueden ver solamente se da liquido una sola vez por día; la cantidad alimenticia
no es suficiente como para impedir las enfermedades, si no tomamos leche, frutas,
casi no existe la carne en nuestros menús, ¿qué creen que esos alimentos perecibles
los vamos a poder tener sin refrigeración?

Y sin esos alimentos, ¿qué es lo que nos espera?, contagiarnos de TBC, ir muriendo
lentamente. Está bien que estemos presos, pero por amor al cielo, sean humanos, y
tengan consideración con los demás, saben lo que es morir de TBC, yo he podido ver
esa clase de muerte, es una muerte lenta y colectiva. En el penal todos estamos
propensos de ser contagiados por la TBC ya que el 45% de la población penitenciaria
está con esta enfermedad.

No saben lo que es escuchar que alguien esta tosiendo y no saber si es una simple
tos, o si esta con TBC, no saben lo que es eso, no saben que se debe de tener
alimentos perecibles y se necesitan, en verdad se necesitan. Por favor dejen de hablar
tonterías, qué cosas prohibidas y no prohibidas en los penales, ¿qué creen que somos
animales para tener que tratarnos de esa forma?

JUEGAN CON NUESTRAS ILUSIONES
Cuando estamos sumidos en una tristeza, en una rutina que parece que no podemos
sacudir, cuando meditamos mirando a una pared despintada, sucia y carcomida por
donde caminan tantos insectos que te cansas de borrar a cada instante.



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Cuando oyes la campana que te avisa la paila, la comida que hará que cambie tu día,
que por unos momentos pienses en cómo te reunías ante una mesa, en el mueble, en
un comedor con tu familia y todos comían tan felices…Cuando uno no quiere ni
                                    siquiera ir al baño, uno prefiere hasta cerrar los
                                    ojos para olvidarse de las caras que has
                                    aprendido a ver tantos años, tantas veces que
                                    hasta en tus sueños las puedes ver y conoces sus
                                    voces y a veces hasta sus problemas.

                                     Cuando situaciones así te estresan al máximo, es
                                     entonces que mueres por aferrarte a una luz de
                                     esperanza que llega hasta ti desde lo más lejano,
                                     desde el mundo exterior….

                                      Algunas veces cuando ya ha pasado tanto
                                      tiempo, cuando cada día ha sido un siglo
                                      entero…y aún no has sido sentenciado, piensas
que cada documento, cada visita de un abogado cambiará tu suerte para siempre. Te
sientes en forma de cuadrado y con el corazón hecho marfil, que tus palabras son
puntos sobre tu rostro, que eres un dado humano que te lanzan sobre una alfombra de
suciedad esperando que marques el numero de la suerte…Pero el 99.9 % de las
veces tu vida resulta volcarse en el peor de los destinos.

Aún no hemos decidido los que pasamos años en este infierno, quienes son peores, si
los señores de las alfombras rojas o los que se colocan piel de cordero mientras que
son viles lobos hambrientos, buscando despojarte de lo que los nazis de la GESTAPO
no te quitaron cuando hicieron la finta de detenerte y robaron todo lo que había en tu
casa y en tu vida.

Esos que pretenden ser tus amigos y son sólo unos chacales, esperando ver qué
queda de la víctima después de ser enfrentada a las fauces del león de la injusticia.
Muchos, en nuestra desesperación, nos aferramos como si nos ahogáramos en la
inmundicia del mar oscuro y podrido, a cualquier salvavidas aunque tenga aletas de
tiburón, y este tiburón simula llevarnos a salvo a la orilla, pero luego nos devora y
deshecha nuestros restos en lo mas profundo de un remolino en ese mar del olvido
que son las cárceles del Perú.

Muchas veces nos hacen llamar, viene un tipo disfrazado de encargado a pedirte el
último centavo que lograste ahorrar limpiando el patio a la vez estrecho y a la vez
inmenso, superpoblado e inmundo…Te trae un papel que tú en tu angustia piensas es
una esperanza; esta hojita sellada dice tu nombre, es alguien que se hace pasar por tu
amigo, el “abogado”, tú te acercas, lo ves enternado, con su mejor perfume y corbata,
recién afeitado, con un lapicero de esos que no ves hace años y solo recuerdas
haberlo visto en el escritorio de tu papá mientras eras niño y jugabas
despreocupadamente….

Es un momento en el que te sientes súper cochino a pesar que pudiste bañarte con
agua helada en la madrugada, pero cuando ves a tu abogado recuerdas partes del
mundo exterior que ya casi habías olvidado. Él ensaya su mejor labia, te dice que tu
caso no es complicado, que no te preocupes, que él estará a tu lado el día de la
audiencia, que te acompañara y te defenderá, que será tu ángel guardián, que no
debes estar nervioso, que pronto saldrás…
De la misma forma le habló a tu madre que en lágrimas le rogó que sacara a su único
hijo; con esa misma mirada firme le dijo a tu esposa que no llorara más, que no se
angustiara pues tú estarías a más tardar a fin de mes con ella y tus hijos.


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Tú tratas de exponerle tus dudas, tus preguntas, sacas un papel mil veces doblado y
borroneado con tus consultas e interrogantes, con el número de tu expediente. Se lo
muestras al abogado, él te dice que pasó dos días leyendo tu sumario, que ha tenido
que “conversar” al secretario de juzgado para así sacarle copia a las miles de hojas de
tu caso. Dice que ya tiene una estrategia, que no te preocupes, que todo está listo.
Dice que conoce a tantas personas, que el señor de la alfombra roja ya accedió a tu
razón, tu estás casi convencido, ya casi esbozas una sonrisa, sientes que ya estas a
punto de volver a vivir…

El abogado te dice que necesitará este billete para ir a tu juzgado, este otro para
movilizarse, este otro para volver a ver el expediente, más billetes para conversar en
fiscalía, y claro, cómo no, para invitar a almorzar al secretario, sin olvidar obviamente
sus honorarios. Tú accedes a llamar y decirle a tu esposa, que con un nudo en la
garganta accederá a no visitarte durante casi un mes para ahorrar y vender todo lo
que le queda para así poder juntar lo que el abogado pide, tu accederás a incluso
olvidar las llamadas que tanto necesitas hacer a tu familia…
Todo con tal de soñar con una ilusión de libertad…
Muchos te dicen que ya está todo “arreglado”, te mencionan miles, te pintan la calle, te
dicen que ya tu esposa te espera, que te olvides de los problemas puesto que ya todo
está solucionado y tienes solamente que asegurarle el dinero del arreglo y su
correspondiente tajada al tiburón disfrazado de salvavidas…
Cuando sales de ese recinto, miras a los muertos vivientes en la misma rutina de
siempre, drogándose, golpeándose por un pedazo de crack o un pedazo de comida, y
suspiras, casi sientes alivio al pensar que ya sólo te faltan horas para abandonar este
infierno perdido olvidado del Cielo.

Y es que después de tantos meses, años, parece imposible volver a resucitar, ser una
persona más en este mundo y dejar de ser el despellejado ser sin alma en el que te
han convertido, al sumirte en terrible lugar sin derecho a reclamo.

Piensas que ya todo esto acabará, que ya era tiempo que tenía que llegar el día. Y
que pronto podrás correr a abrazar a tu familia.

Cuando regresas a tu pabellón vas por el patio, te dedicas a comunicarte con tus seres
queridos diciéndoles que no hace falta derramar más lágrimas, les prometes a tus
bebés que estarás con ellos ya jugando este fin de semana en el parque, incluso
haces promesas que todo cambiará desde ese momento; hasta tu alma sientes que da
brincos sintiendo que ya dejó los errores en el pasado y que limpia al fin purgada,
ahora si… podrá comenzar una nueva vida, te juras a ti mismo y a tu familia que ya no
cometerás errores.

Estos abogados corruptos, jamás han tenido alma, cual tradición de Ricardo Palma
vendieron la suya a un demonio ruín y cualquiera. Se necesita ser una hiena para
olvidar que somos seres humanos que también tenemos hijos y familia que nos
espera.

Cuando suponemos que está ya todo listo, que ya nos iremos, comenzamos a pensar
en los que se quedan, en esos compañeros de penas de sufrimiento, de lágrimas de
desgracia e infortunio; empezamos a regalar nuestra poca ropa , nuestros alimentos
más preciados que nos trajeron en la última visita, les regalamos el espejo quebrado
para que se puedan afeitar, el peine casi sin dientes, la frazada delgada, el colchón
que tanto nos costó conseguir después de años de estancia aquí, la almohada que
con tanto cariño nos regaló nuestro hijo.



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Les regalamos nuestro último medio de comunicación, encargamos nuestros
recuerdos, y las cartas que recibimos, las fotos las guardamos lo más seguras posible.
En la mañana ya el abogado recibió el dinero completo que nuestras familias les
dieron, les mostró un documento donde decía que nos íbamos a la calle, que ya no
sufriéramos más pues era cuestión de horas.

Esa misma noche nos despedimos con una mezcla agridulce de felicidad y tristeza,
vemos a nuestros compañeros que dejamos como en aquellas películas de guerra,
donde hemos estado corriendo en una inhóspita selva en el séptimo circulo del
infierno, lado a lado, nos persiguen los que nos quieren muertos sin explicación, nos
matarán si nos alcanzan; hemos oído los gritos de nuestros compañeros al caer en el
camino de este infierno…Y hoy, que llega nuestra libertad, lo vemos como si fuéramos
los únicos, que si subiéramos a un helicóptero y dejáramos a nuestros compañeros
alzando sus brazos tras nosotros, nos alejaríamos llorando al ver como se quedan
atrás.

Esperamos, miramos con ansiedad hacia la alcaldía, esperando que nuestra hoja ya
haya llegado, seguramente está demorando. Nuestra familia ya nos avisó que nos
estará esperando afuera toda la noche si es necesario…

Pasan las horas, tus amigos te acompañan; caminas ida y vuelta en el patio, los
minutos de ese día siempre se hacen largos y más largos, no imaginas qué es lo que
sucede, las palabras de tus compañeros te dicen que tal vez hayan demorado y ya
mañana será, tu familia congelada y dolorida llama al abogado para preguntarle, pero
la penosa voz de la grabadora será lo único que podrán oír. Tú también llamas y mil
veces llamas incrédulamente al oír esa voz de la grabadora, el día entero diciendo que
dejes tus mensajes.

Entonces, como si despertaran todos de un sueño, preguntamos en el juzgado de la
sala qué sucedió con nuestro papel de libertad, y llega la terrible noticia que te hiela
hasta lo más hondo…, jamás han tramitado ninguna libertad tuya, es más… jamás
siquiera preguntaron por ti ni se movió ningún papel tuyo….

Muchos subimos a Sala, al Juzgado a ver esas alfombras rojas, con una tranquilidad
en el corazón, pues el abogado nos dijo que ya todo estaba arreglado, nos mostraron
papeles fraudulentos diciendo que eran nuestra resolución de libertad, al final, el
baldazo de agua fría con la sentencia que te entierra para siempre en este nicho de
penas y sangre.

¿Cómo es posible que existan personas que juegan con algo tan delicado como la
libertad? Es como si después de un accidente de bus les dijeran a las familias que no
se preocupen, que no hubo muertos, cuando bien saben que no sobrevivió nadie.
¿Cómo es posible que puedan decirles que pronto serán libres? ¿Cómo se le puede
mentir a alguien que está sumido en la desesperación, en la frustración y angustia?,
¿cómo se le puede mirar a los ojos a nuestras madres que viejecitas hacen el último y
mejor de los sacrificios en toda su vida para liberarnos y mentirles tan descaradamente
para arrebatarles el último soplo de vida? ¿Qué tipos de personas son estos abogados
que visitan nuestras casas, miran las miradas inocentes y llorosas de nuestros bebés y
les dicen que ya pronto papá va a estar con ellos en casa? ¿Qué es lo que se creen al
mentirles? ¿Al decirle a mi esposa que ya esta noche estaré yo abrazándola otra vez?
Lo que hacen ellos no se le hace a nadie..., vienen y nos ven, saben que estamos
hechos guiñapos y sin embargo aún así quieren chupar nuestra sangre y exprimir
nuestros últimos pellejos.

Al día siguiente muchos que nos odiaban se burlan de que hayamos sido vilmente


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estafados, y nosotros, arrastrando los pies por el patio incrédulamente y atontados por
el golpe buscamos una explicación.
Sólo nos queda acostumbrarnos a seguir desmoronándonos de a pocos, a seguir
dejando gotear nuestra sangre en cada paso que damos... Nuestras ilusiones y
desilusiones de libertad.

PARA TODOS LOS COMPAÑEROS PRESOS EN EL MUNDO
                                         Escribe lo que sufres
                                         compañero, escribe lo que
                                         te ocurre, escribe lo que
                                         sientes, descifra tu dolor,
                                         no calles compañero que
                                         mi dolor es tu dolor, que la
                                         paila que comemos es la
                                         misma, que aquel maltrato
                                         es el mismo para todos,
                                         que sabemos lo que es
                                         prisión. Pide, reclama,
                                         hasta que alguien nos
                                         escuche, no pelees con la
                                         fuerza y la violencia, sabes
                                         que es perder, no agotes la
esperanza de nuestra libertad.


MUERTE EN EL PENAL
La verdad que nunca antes me había afectado ver la muerte tan de cerca. Siempre
que en mi familia fallecía alguien, o por motivos de la labor que hacía en la calle tenia
que ver a alguien morir, nunca me embargó este tipo de dolor, pero ver cómo mis
compañeros de prisión van muriendo lentamente, poco a poco, es algo que hasta el
momento me tiene muy marcado, y que sé que estará en mi memoria y en mi corazón
por el resto de mi vida. El ver morir a mis compañeros es tan duro.

Día a día, he ido a visitar a alguno de mis compañeros de prisión a la clínica, a otros
los he visto cómo se iban consumiendo en el interior de sus celdas o en las cuadras.
Cada vez que le preguntaba a alguien de la clínica por qué no se hizo nada por
salvarlos, solamente se quedaban callados.

Un día alguien me dijo, “lo peor que puedes hacer es preguntar”. Acá a nadie le
agrada que se esté preguntando acerca de la muerte de los internos, sobre todo si
mueren en la clínica. La verdad es que nadie hacía nada simplemente porque no
tenían dinero, para ustedes les parecerá extraño, pero ¿acaso en las prisiones se
debe pagar por la salud? La verdad que acá es donde más se paga, no podían pagar
y por eso no los trasladaban a un hospital, ya que esos privilegios de salud en los
penales está solamente dado para los grandes señores, pero para los pobres presos
comunes es peor que estar en la calle y ser pobre.

Acá te tratan como a un perro, como si fueras la peor escoria, no les importa si vives o
mueres, solamente les importa saber cuanto dinero te van a sacar. Ellos lo que
quieren es el maldito dinero, tú puedes estar con el corazón en la mano a punto de
fenecer, pero a ellos no les importa nada, solamente les importa tu dinero, y aún
cuando mueres, cuando tu familia viene a recoger tu cadáver, les inventan que debías
por las medicinas cantidades exorbitantes, y si no pagan la deuda ellos, no podrán
retirar el cuerpo.



                                                                                          14
Los familiares, ignorantes, pagan simplemente por poder sacar supuestamente el
cuerpo del difunto, pero no saben que les están estafando, y los que quedamos vivos
no podemos decir nada, si no queremos ser los próximos muertos cuando nos toque
llegar a la clínica.

                                                            La verdad que estar preso
                                                            de por si ya es difícil, pero
                                                            estar enfermo en prisión,
                                                            sin dinero, es el sufrir una
                                                            pena de muerte. Por más
                                                            que en el Perú, esté
                                                            desterrada esta condena,
                                                            a excepción de traición a
                                                            la patria, el estar enfermo
                                                            en prisión, es haber
                                                            firmado tu sentencia de
                                                            muerte y estar esperando
                                                            el día en el cual te saquen
                                                            en tu terno de madera, o
                                                            en el peor de los casos en
                                                            tu bolsa de plástico.

                                                           Y LO RECORDÉ
                                                           ENSEÑANDO
                                                           En este libro trataré de dar
                                                           a conocer lo que de la
                                                           manera mas dura he
                                                           podido aprender en la
                                                           vida. Nunca me imaginé
                                                           que lo que estoy pasando
                                                           me haría volver a tener los
                                                           ideales y esperanzas que
                                                           hace muchos años perdí;
                                                           me he dado cuenta que el
                                                           dinero y el poder no lo es
                                                           todo, agradezco a
                                                           aquellos que a pesar de
mis errores me siguen llamando amigos, a mis familiares y todos los que como yo
pasan sus vidas día a día en prisión.

Cuando la vi sentada en la mesa del patio recordé por qué es que no quería recibir
visitas en el penal. Yo me encontraba leyendo absorto, perdido y de un momento a
otro levanté la mirada y la vi, sentada al otro lado del patio con los ojos llenos de
lágrimas, sentada sola, con un rostro perdido y abatido. No se necesitaba ni siquiera
acercarse para oler su temor, sus ojos lo decían todo, eran tan expresivos; por un
momento me olvidé de ella y me concentré en mi lectura, la verdad que a la primera
vista, solamente me causó un poco de pena verla llorando, sola, esperando a que
apareciera aquél al que había venido a visitar.

Durante casi media hora no me acordé de ella, pero cuando me paré para ir por un
cigarrillo, ahí la vi, nuevamente, seguía sola, seguía esperando; esta vez sus lágrimas
ya se habían secado, en su rostro se observaba el miedo; la verdad que comprendía
bien el sentimiento que embargaba al que venía a visitar, me imagino que él no quería
ver a nadie, que él sentía que no es lo suficientemente bueno para que nadie lo quiera
o lo venga a visitar. Cuando uno se encuentra privado de su libertad, los peores


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sentimientos se arraigan en el interior, el dolor, la desesperación, la frustración, y no
quieres ver a nadie, pero al verla a ella cómo esperaba, cómo lloraba, me hizo acordar
por qué no quiero que nadie me venga a visitar, es que no quiero que nadie llore por
mí.

                                                              Ya estoy cansado de
                                                              ver sufrir a las
                                                              personas por mi culpa,
                                                              mi madre, mis abuelos,
                                                              mi familia, las mujeres
                                                              que quise y amé en la
                                                              vida, aún a pesar que
                                                              ahora ella, la que me
                                                              ama como yo la amo,
                                                              quiere seguir al lado
                                                              mío y yo al lado de
                                                              ella, no quiero que
                                                              sufra, no quiero que
                                                              llore por mí. He
                                                              cometido muchos
                                                              errores en la vida, he
hecho mucho daño a las personas, merezco estar donde estoy, pero sufriendo yo,
sólamente yo, que los que están cerca de mí no sufran, ya que nadie tiene que sufrir
por mí, únicamente yo.

Es ese sufrimiento, ese dolor, lo que me hace decir no quiero que me vengan a visitar,
por mas que me sienta solo, pero mientras estén en mi corazón y yo en el corazón de
las personas que me quieren no necesito que me vengan a ver, sólamente que se
acuerden de mí en sus oraciones.

Tal vez sea un actuar egoísta, ya que sé que aquellos que están afuera desean verme,
para saber como estoy, como me encuentro de salud, pero la verdad que cada día me
siento peor, cada día es un día que veo más cerca la muerte a mi, y cada día es un día
que la fe y la esperanza van muriendo, pero también sé que cada día es un día más
de vida, un día menos de prisión.


BULLING EN LA PRISION
El bulling se da en todas las etapas de la vida, y lo mas duro que he podido vivir hasta
el momento es el bulling dentro de la prisión, y digo que es lo mas duro debido a que,
a pesar que te sientas deprimido, débil y sin posibilidades de defenderte, tienes que
sacar fuerzas de flaqueza y por más que termines mal parado, mal herido o tal vez
muerto, te tienes que hacer respetar dentro de la prisión.

Desde que caí preso pude ver como el bulling no se aplicaba solamente de un preso a
otro, sino que he podido comprobar cómo el bulling se aplica por parte de las
autoridades, ya sea el personal del INPE o los efectivos de la PNP en contra de los
internos. Lo primero que pude observar es el maltrato por parte de los efectivos
policías a los internos que no tienen recursos económicos, los encierran en pequeñas
celdas dentro de las comisarías donde no tienen ni donde dormir, algunos en el piso,
otros donde pueden y ahí empieza el abuso por parte de los reincidentes con aquellos
parroquianos que no saben ni donde están parados, quitándoles todo lo que puedan
antes que los policías se lo quiten.




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Cuando pasé a la fiscalía, vi lo mismo, sobre todo cómo los policías martirizaban a
aquellos que trataban de comunicarse, no importa a gritos con sus familiares que
están en la calle, mientras ellos se encuentran encerrados en el sótano de la fiscalía, y
vienen los policías a callarlos amenazándolos con golpearlos como si ellos no tuvieran
madres, hermanas, esposas, hijos, hijas que estarían gritando a voz en cuello si
estuvieran en la misma situación.

Cuando somos trasladados a la carceleta de palacio, ahí los efectivos del INPE son
peores, te cobran hasta por respirar, te tiran en el piso para que pernoctes y si quieres
un colchón te costara mas de diez soles, tal vez hasta veinte. El uso del teléfono
público que está ubicado ahí, es casi imposible, tienes que rogarles para que te dejen
hacer una llamada, o mejor dicho tienes que "pagarles", luego en el momento de la
clasificación al penal que te va a corresponder a ellos no les importa, te enviarán al
peor lugar si no tienes el dinero para arreglarlo.

Cuando llegas al penal, te reciben de la peor manera posible, te torturan, te golpean, y
peor si eres un violador, recuerden que en este tema no estoy viendo el delito, por mas
que a pesar de estar en prisión mi opinión personal fue, sigue y seguirá siendo en
contra de los violadores; en este tema estoy tratando acerca del bulling que sufren los
internos.

Cuando uno llega al penal lo primero que pasa es que te ponen frente al presidio y los
efectivos policías te denigran; a ellos no les interesa si estás en calidad de prisión
preventiva, sentenciado o cualquier otra, a ellos solo les interesa denigrarte, torturarte.
He visto casos en los cuales los efectivos del INPE o de la PNP les quitan su ropa a
los internos y se las cambian por harapos. Cuando termina todo esto te llevan a la lata,
donde todos los recién llegados, ahí es la ley del más fuerte, pero no el más fuerte
físicamente, el más fuerte dentro del hampa, dentro de su batería como acá se les
llama. Se dan las posiciones iniciales que tomarán las personas dentro de la prisión, y
ahí uno tiene que aprender a que la vida cada vez será mas dura, a los violadores o
como acá los llaman ñatos, los golpean casi a morir; los bandidos se agrupan en torno
de un jefe de un cabecilla, los narcotraficantes o nachos como se les llama y los que
tienen dinero no tienen que esperar en la lata inmediatamente, serán llevados a
pabellones con lujos o charlys y no sufren de los castigos, vejámenes o maltratos que
se sufren en la lata.

Yo la verdad que no lo sufrí, pero si lo vi; cómo se recibe la comida en la mano, bolsas
llenas de excremento, comen con las manos sucias con las cuales se limpiaron
después de hacer sus necesidades, no existe agua ni espacio, es el infierno en vida,
no se les da nada más que lo necesario para sobrevivir durante esos días en
condiciones infrahumanas.

Cuando estás en los pabellones, los policías hacen contigo lo que les da la gana en el
caso de Lurigancho, y en el caso de los demás penales son los miembros del INPE los
que te hacen la vida insoportable, quitándote muchas veces las cosas; si les gustan
tus zapatillas te las quitan, si por ahí tienes algunas cosas te las quitan a su antojo.

No sólamente existe el abuso por parte de la PNP o el INPE, el abuso entre los
internos también existe, delegados abusivos que explotan a otros internos,
destruyéndolos física, emocional y económicamente.

Los tiempos están cambiando no sé si para bien o para mal, ojala que todo termine
pronto.

Algún día escuché EL DESARROLLO DE UN PAIS SE VE EN EL TRATO QUE DA A


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SUS PRESOS, en el Perú en lugar de estar mejorando, ¿tal vez estaremos
empeorando?


UN AÑO MÁS, UN AÑO MENOS
Algunas veces recuerdo cómo mi padre me decía que la etapa más feliz era cuando
uno es niño. Tantas veces pensé que estaba equivocado, pero ahora siento y pienso
que tenía toda la razón. Cuando veo a los niños que visitan a sus padres en este lugar
tan terrible puedo aún ver esas miradas llenas de ilusión, de alegría, de sueños, de
esperanzas, puedo ver esa luz en ojos límpidos, su alegría reflejada en saltos, sus
emociones traducidas en gritos mezclados con risa.

No puedo menos que contrastarlos con nuestras miradas, con nuestras palabras y
nuestras voces, me miro al espejo y soy sólo sombra de lo que antes era, soy sólo un
fantasma de la tranquilidad que antes tenía, y la luz en mi mirada ya se apagó hace
mucho. Ya no he vuelto a tener una alegría y gruesas ojeras se dibujan en torno a mis
ojos, tengo todavía la suerte de dormir sobre una colchoneta delgada, acceder a las
comidas una vez al día, resguardarme de la intemperie del sol, del frío y la lluvia, más
hay todavía miles de infelices aquí, que padecen día a día el sol en sus rostros, el frío
les quema la piel y les abre surcos de preocupación la pensadora. Corroe sus almas la
ausencia de la visita, y para siempre los destruye en vida el olvido y el veneno del
escorpión blanco.

Por eso los años tan duros en prisión los han consumido, y personas que parecen de
sesenta años apenas tienen treinta y cinco. Años, muchos de los cuales se cumplieron
esperando una sentencia, mientras sus documentos descansaban el plácido sueño
burocrático en los juzgados de la injusticia, ciega, sorda, y muda.

Mientras esperamos que nos llamen a juicio, que nos encadenen como animales
peligrosos, como vulgares títeres circenses para llevarnos ante los pulcros y vanidosos
jueces que se han creído el papel de Dios y a través de unas rejas nos miran con
desdeño, osan gritarnos en nuestras caras, quieren que, atemorizados, les digamos lo
que ellos quieren escuchar.

Tenemos que crear una mentira para que ellos se convenzan de la verdad que quieren
oír, puesto que nuestra verdad, nuestra sinceridad, no la creen y seguirán teniéndonos
aquí, torturándonos sin sentencia hasta que escuchen la teoría que ellos elaboraron y
en su megalomanía quieren escuchar para sentirse endiosados porque piensan que
son los únicos que poseen la verdad, su injusta verdad.

Utilizaran un criterio de conciencia en el cual sin prueba alguna, sólo por presumir la
culpabilidad y sin prestar atención a los hechos, ni a las versiones, impondrán la
sentencia mas alta que puedan encontrar para así destrozar y asesinar en vida a un
ser humano que la vida pudo poner como juez y a ese juez como prisionero de la
injusta sociedad.

Seguimos esperando día tras día, mes tras mes, la ansiada libertad, un sueño muchas
veces, la mayoría una quimera, puesto que por cada diez personas que ingresan al
infierno, apenas sale una sola y psicológicamente con un trauma irreversible el resto
de su vida

Sentimos después de tanto tiempo que nuestros días ya acabaron hace mucho
tiempo, que jamás nos conocimos, que jamás estuvimos aquí, somos apenas un
recuerdo ya casi olvidado. Nuestras familias nos dan ya por muertos y para mitigar su
dolor ya no hablan de nosotros, sentimos que estamos muertos en el corazón y que


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nuestras vidas no le interesan a nadie, ni a nosotros mismos. Si hubieran
oportunidades de vivir para volver a pasar por esto…, desearíamos seguir muertos ya
que muchos aquí han escogido diversas formas de suicidarse, sienten que están entre
Dios y el diablo, pues ya ninguno los quiere, no tienen lugar ni en este mundo ni en el
otro, muchos somos rechazados, desde que nacimos, presionados por la familia
misma, por la sociedad, tantos buscaron en la droga la única oportunidad para olvidar.

En estos momentos mientras intentamos plasmar nuestros sentimientos a través de
este blog es casi el final del año. Recuerdo y les comenté tanto a mis compañeros de
desgracia, que cuando llegué pensaba que sería muy mala la vida si me hacia pasar
una Navidad y un año nuevo aquí, pero si pasó, y cuando sucedió me dije a mi mismo
que jamás me robarían otra Navidad y otro año nuevo, que seria 100% imposible que
pasara otras fiestas así aquí. Y ahora, después de tanto tiempo, volvemos a ver como
se elevan luces en el cielo, como la televisión muestra lo mejor y lo peor que pasó en
el año que se va. Nosotros sólo podemos volver penosamente la mirada hacia atrás,
contemplar la imposibilidad de ver un año entero, 365 días en este infierno y decirse a
sí mismo cómo es posible que haya sobrevivido. Muchos no podrán decir lo mismo,
ahora están más muertos que vivos, muchos ya no existen y jamás podrán percibir el
aire de libertad pues sus huesos y lagrimas, su sangre y palabras aún retumban dentro
de las paredes del penal de Lurigancho.

Ya faltan pocas horas. Son muchos alrededor de una mesa con un trago canero que
con el tiempo los ciega, ese veneno hecho desperdicio de fruta podridas con el que
intentan recordar el champagne que adornaba sus mesas con sus familias. Recuerdan
aún el olor del mantel limpio en sus comedores, a su esposa atenta con la comida y
vestida con las mejores ropas, sonriendo al saber que bailará en tus brazos recibiendo
un nuevo año; pero hace unas horas se tuvo que ir, terminó la visita, marchó
enjugando una lágrima, reprimiendo un sollozo al saber que te deja enterrado en vida,
que no podrá danzar contigo viejos recuerdos, que no estará a tu lado para recibir las
doce.

Aún puedo recordar a mi esposa feliz contando los deseos y las uvas, bañándome en
champagne, sus risas se mezclaban con la alegría de mis hijos y el estruendo de los
pirotécnicos, pero ahora son todos recuerdos vagos y el “te acuerdas” es la frase que
más se repite en una mesa llena de compañeros, de vasos descartables, sucios y
vencidos, llenos de alcohol de botiquín con un licuado de fruta vieja. Ahora no oigo las
risas de mi amor, no oigo las voces de mis hijos, lo que resuena en mi cabeza es
centella, centeno, chacalón, música que se asemeja a los llantos tropicales que solo
me inspiran a beber mucho más, a querer calmar las lágrimas que brotan de mi
corazón con ese aguardiente, y pienso mirando al cielo cuántas navidades y años
nuevos tendremos más que recibir en el lugar más olvidado de la humanidad, donde
no llega la piedad del ser humano, donde la injusticia reina en su estado mas amplio.

Apenas si mencionamos el año nuevo, no sabes si podrás sobrevivir esta vez, si este
año te traerá felicidad, la tan ansiada noticia de la libertad o si moriremos día a día
pudriéndonos en vida mientras que la eterna rutina, el maldito dejavú nos enloquece
poco a poco.

Pensamos y vagamos tropezando unos con otros en el patio, cada uno con su locura,
cada uno con su manía, con su droga, con su teléfono, con su vaso con alcohol, con
su mirada perdida, su rostro absorto recordando; unos llorando, orando otros, los
menos, sintiéndonos en este día un poco más desgraciados.




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Anhelamos en esta noche...Sentir un soplo, un signo, un presentimiento, una señal
que nos diga que nuestro más deseado sueño, el milagro máximo que jamás pueda
existir…NUESTRA LIBERTAD, al fin llegará….un año más, un año menos.


UNA LÁGRIMA EN MI CORAZON
Hoy, día de visita, fin de mes, los niños llegan a ver a sus padres en el patio. En el
lugar miraba a la distancia la alegría de mis compañeros que jugaban con sus hijos,
como otros niños se divertían en los juegos pedían dulces a sus padres, se revolvían
en sus asientos, saltaban de un lugar a otro ignorando que pisaban un despiadado y
                                                                  cruel suelo; donde
                                                                  normalmente está
                                                                  cubierto por un lodo
                                                                  mezcla de sudor,
                                                                  pesadilla y harapos de
                                                                  personas que
                                                                  duermen ahí debido al
                                                                  hacinamiento, al
                                                                  sufrimiento donde nos
                                                                  han arrojado, donde
                                                                  los sueños son
                                                                  ilusiones
                                                                  entrecortadas, hoy
                                                                  este suelo de este
                                                                  patio está disfrazado
                                                                  de limpio por una
                                                                  mezcla de agua sucia
                                                                  y lejía.

Por todas partes veo correr a esos niños que disfrutan unos minutos de alegría con
ese ser que les ha sido negado por esta injusticia que cruelmente convierte a nuestros
hijos en huérfanos de un día para otro, que nos priva de años que jamás volverán, de
años que nunca tendremos otra vez.

Mientras miraba y mis pensamientos se entrecruzaban, uno solo de todos los niños me
llamó la atención, porque miraba y miraba a todos los lugares como si buscara el aire,
con ansiedad como quien espera un regalo. Me llamó la atención porque su madre se
puso de pie y también buscaba a alguien, y aunque es prohibido acercarse a las
visitas en este lugar, sentí que debía aproximarme y es que el niño me conmovió, tenia
casi la misma edad de uno de mis hijos, así que me acerqué donde estaba la señora
muy gentilmente, y le dije: Señora ¿qué es lo que pasa? ¿Está bien? ¿Está usted
buscando algo? Y el niño pegó un salto y con alegría en los ojos me dijo: ¿Señor,
usted es mi papá? No hijito yo no soy tu papá, pero tengo un hijo casi de tu edad que
lo quiero mucho, le respondí.

El niño me miro con mucha ternura y musitó “quiero ver a mí papa” con los ojos
llorosos, y agregó: estoy buscando a mi papá, y no sé como es él; en su inocencia me
preguntó: ¿usted lo conoce tal vez?

Le dije a la señora, “déjeme ayudarla que yo voy a la alcaldía a preguntar, déme usted
su nombre completo”.

Me dirigí hacia la alcaidía, esa mezcla de pabellón y oficinas, donde se encuentran los
registros de los que aún no descansamos en paz pero parecemos muertos, donde en
una pizarra se registra la cantidad de personas que languidecemos lentamente en este


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valle de lagrimas, donde se cuentan por miles nuestras presencias mientras que
apenas por míseras unidades los que obtienen una oportunidad de volver a vivir libres.

Ese edificio llamado la alcaidía donde tienen sus oficinas las supremas autoridades
corruptas, donde también duermen algunos suboficiales que se quedan de turno en
turno, apartados de todos nosotros pero a la vez casi viviendo también en
hacinamiento, es irónico…Muy cerca a ellos está la llamada celda de castigo, una
habitación tenebrosa llamada la lata donde llegan las personas que recién son
destinadas a ser clasificadas a un pabellón.

Cuando llegué, me acerqué a la mal llamada “oficina”, una habitación despintada con
los restos de escritorios de lugares gubernamentales que terminaron sus días en una
prisión olvidada, adornada con la mas antigua de las impresoras, con un símil de
computadora donde están los registros de nosotros, los que somos apenas una
estadística para el poder judicial corrupto y perezoso.

Un oficial aburrido y distraído, sin ganas, me contestó sobre el nombre de la persona
que me habían dado esta señora y su hijo. “Sí, él existe, y está en el pabellón
diecisiete”. No me gustó lo que oí, pues este pabellón es un pabellón de tuberculosis y
enfermedades terminales. Donde son casi apiñadas y marginadas las personas que
están enfermas, que caen víctimas del virus de la TBC, que con enfermedades
infectocontagiosas se encuentran en un lugar que está muy cerca, a tan solo un paso,
de ser la antesala del infierno, donde se encuentra la peor de las muertes. Enfermo,
preso, y el dolor OLVIDADO.

No le dije nada a la señora, sólo quería llevarla donde estaba su familiar, sabia que por
más enfermo que estuviera sería una felicidad para ambos, que el enfermo sentiría
alivio por esos minutos junto a su familia, que ellos sentirían que podían aliviarlo con
su cariño, con su visita.
Le dije a la señora: “espere un momento que iré a buscarlo”.

Fui al pabellón diecisiete de TBC, lo encontré después de mucho buscarlo y le
pregunte al médico de turno, “Doctor estoy buscando a un amigo, Ismael Cruz García.”
Y me preguntó: ¿Quien es usted?, “Soy un amigo, un compañero, repliqué” y me dijo
después de consultar en un cochino libro: Él ha sido evacuado hace dos días. Su
respuesta fue seca, dura, cortante.

Ya casi con el alma en un hilo me atreví a preguntar: ¿cuando lo traerán? Y entonces
el disparo, el balde de agua helada, la respuesta que tanto me temía, me la dijo sin
titubear y a la vez sin interés: No lo traerán nunca, porque hoy en la mañana falleció
de tuberculosis generalizada.

Yo sentí que un nudo en la garganta no me dejaba ni respirar, se me entremezclaron
pensamientos de tantos que se habían ido así o peor, me había imaginado como lo
sabrían los familiares de ellos allá en casa, que pensarían, que sentirían.

Me retiraba en ese momento y el medico me llamó: ¿Es tu amigo? Si, contesté con un
de hilo de voz, “entonces toma esto antes que lo boten, que es un par de fotos viejas
que él siempre las guardaba”. Las recibí, y mirándolas desteñidas, dobladas, me pude
dar cuenta que eran él, su señora y su hijito recién nacido. Pero ahora…su familia
esperaba las noticias y yo tenia que dárselas…. Lo primero que pensé fue en el
niño…¿que le digo?

Me acerqué a la señora y le pregunté: ¿Señora por qué ha venido usted después de
tanto tiempo? Mi pregunta contenía dolor y a la vez reproche, pues si tan sólo lo


                                                                                      21
hubieran acompañado en sus últimos días, hubiera sido menos doloroso…para ambas
partes…Y ella me dijo:” He traído a mi hijo porque está creciendo y quiero que
conozca a su padre y porque él me lo reclama todos los días y a cada momento.
Pensé que era como si su hijo hubiera presentido sus últimos suspiros y llegó a
despedirse y a recoger sus recuerdos finales.

Y le volví a decir, pero señora, ¿después de tanto tiempo? Ella me contestó, ¿qué
puedo hacer señor?, él no me dejo nada ni a mí ni a mi hijo recién nacido.
El niño insistente me preguntó. Señor, ¿y mi papá, a que hora viene?
No sabía qué decirle, me quedé paralizado, solo le dije… tu papá se fue en
libertad…¿Cuándo?, me preguntaron ambos ansiosos.

“Ayer”, les respondí, y pedí perdón al cielo por la mentira, pero no me atrevía ni me
atreveré jamás a decirles algo así... “Gracias señor”, me contestaron,…El niño se fue
despidiéndose con la mano estirada y con una lágrima que la tengo hasta hoy en mi
corazón.


VIBRACIONES EXTRAÑAS
Cuántas veces han pasado por este lugar que está cercado por montañas rocosas,
con casas en su contorno que vagamente ceden su luz débil y triste. Lo vemos cada
vez que subimos a los techos, distinguimos las pistas asfaltadas, las luces bicolores
que en algo me hace recordar la calles, las que sólo me quedan recordar. Cuántas
veces han oído el nombre “Lurigancho” donde el suspiro se hace espeso y el aliento
se lo lleva la nube gris que viene como si escuchara los lamentos de los hombres sin
ley, sin pensar que para miles de personas oír esa palabra los estremece y retuerce
sus recuerdos en lo mas profundo.

Cuántas veces pasearon tal vez una fugaz mirada a las colas de personas pugnando
por entrar en ese lugar cercado por muros vistosos por fuera.
Nadie imagina el horror y espanto que esos muros encierran, nadie sabe ni sabrá
jamás, cuantas súplicas desesperadas se oyen dentro de este recinto.
Pero hay personas privilegiadas con un don, que son capaces de percibir el aura, las
vibraciones, el sentir, al acercarse a un lugar, a unas personas. Me pregunto qué
sentirían si se acercan al Penal de Lurigancho. Estoy seguro que darían un respingo,
que no osarían acercarse porque si tienen ese don verán desde lejos, los más tristes
colores sepia y el más oscuro de los colores oscuros en el aura de este lugar
condenado al dolor humano,

Las montañas alrededor de este lugar, tienen un color tan extraño…He visto tantos
colores en esos lejanos y siempre añorados viajes por este país, en las montañas, en
las colinas, pero jamás he visto ese color tan pestilente, mugriento, desgarrador que
tienen las montañas que rodean este lugar. Se lo comentaba a muchas personas “¿no
notas ese color extraño en los cerros aledaños?”, hasta que por ahí uno me dijo que
tal vez esa extraña tonalidad en la tierra de perdición, en esas montañas, reflejaban
las malas vibraciones de tantos gritos, de tantos lamentos, de tantas muertes y
súplicas por la injusticia que se ensañó con nosotros, por la justicia que jamás llegó, ni
su libertad.

Qué puedes decir de un lugar que de tan sólo caminar por ahí te deprime, que te quita
las fuerzas, el aliento y la respiración que no hace más que apretar tu corazón,
haciendo que casi no puedas respirar….

Cómo puedes hacer frente a un lugar que cuando despiertas por las mañanas
desearías que jamás haya existido. Donde te parece imposible que seres humanos


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como tú, como yo…estén agonizando mientras ven sus años pasar, pudriéndose a
cada segundo, perdiendo para siempre sus almas…

Cómo puedes siquiera pensar en un lugar donde murieron tantos, cuyos restos jamás
fueron encontrados, aquellos que intentando conseguir la libertad a la mala, quisieron
saltar un alto muro, sobrepasar una alambrada y mientras su corazón latía a diez mil
por hora, y pasaban las imágenes por sus mentes de sus familias abrazándolos, de
sus hijos corriendo a su encuentro, mientras pensaban que otra vez tenían otra
oportunidad, una bala del francotirador asesino les robó la ilusión, les cercenó los
pocos segundos de resurrección a la vida.

¿Puedes respirar siquiera? Donde a miles ya les falta el aire porque en un lugar donde
debían haber cuatro mil hay diez mil compañeros, y esos estrechos pasadizos, esas
escaleras oscuras con rejas a cada lado. Salgo de mi celda cansado ya de contar los
pasos, sesenta a la izquierda, noventa a la derecha, esperando cada vez que vienen
las raquetas de los policías abusivos y corruptos y salimos todos al patio, todos al piso,
nos revisan de pies a cabeza, entran a nuestras celdas y hacen lo que quieren y se
llevan lo que quieren.

Esos momentos son cuando la autoridad máxima está de buen humor y nos da la luz,
si no nos la apaga y nos cobra por volverla a poner.
Quién puede imaginar que existe un lugar donde la tierra mojada mezcla de basura y
lágrimas, de sudor y desgracia, no sólo se pega a tus zapatos, sino también se pega a
tu piel a tus ojos, a tu corazón.

Siento a veces que no estamos más en la Tierra, que es un mundo paralelo, un lugar
desconocido para todos, sólo conocido para nosotros, los que nos quemamos de a
poquitos pudriéndonos en vida, derritiéndonos en el infierno del olvido y la injusticia,
donde se mezclan condenados de por vida y personas que no saben aún cuanto
tiempo se quedarán olvidados por la injusticia y la burocracia.

Muchas veces al caminar por aquí imagino que las celdas son lápidas, que los
pasadizos estrechos nichos, que el patio el lugar donde se hace la ceremonia de
entierro. Siento que en este cementerio de vivos, vagamos sin rumbo, intentando
negar con nuestras palabras, con nuestras llamadas, intentando no aceptar que ya nos
mataron, que nos quitaron no sólo la libertad sino los sueños, las ilusiones, la familia,
las ganas de vivir. A veces siento que sí, que estamos muertos, solo que no nos
hemos dado cuenta que metidos en este cementerio alborotado donde fingimos vivir
cada día, estamos negando lo inevitable, y que intentamos aferrarnos a una luz de
esperanza, a una posible ilusión de libertad.

SOLO A USTEDES, HIJOS MIOS
Solo a ustedes pido perdón hijos míos por no hacer sus caminos. Perdón, esa palabra
tan difícil para mí que sólo el tiempo me hizo reflexionar. Quisiera ahora estar con
cada uno de ustedes y pedirles perdón por no estar a su lado cuando más me
necesitaban, perdón por no jugar con ustedes, perdón por no limpiarte tu carita sucia
de ángel del chocolate que te gustaba, perdón por no darte una navidad conmigo,
perdonen por abandonar sus puestos de sus hogares en sus clausuras por no ayudar
en sus tareas, perdón por mentirles que estaba de viaje mientras estaba preso por mis
errores, perdón por no estar a su lado, perdón por cada lágrima de tu madre cuando le
pedían algo y ella no podía dártelo, perdón solo a ustedes, perdón hijos míos.


DIA 24



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Día 24, abres los ojos pensando que estas en casa, que vas a percibir el olor del pavo
macerándose en la cocina, tus sueños te habían llevado a escuchar las melodías
navideñas que desde niño acompañaban tu nacimiento, herencia de los abuelos y las
luces del árbol que compraste con tanta ilusión para que tus hijos supieran que la
navidad no sólo estaba en las películas americanas, sino también en casa, hasta ya
has tratado de imaginar qué regalo les compraste a tu esposa, a tu madre, a tus hijos y
dónde los tienes escondidos para que no los vean.

Tus oídos escuchan cómo los narradores de noticias en la TV desean feliz navidad,
dicen como están las calles, el tránsito, las compras, las personas ajetreadas, tu
corazón, tus pensamientos planean llevar a tus hijos y a tu esposa al centro,
comprarles cosas, ropa…, pero luego viene la pesadilla….Abres los ojos y estás en
ese agujero maldito donde duermes ya hace tantos años, y se esfuma el olor a
panteón y pavo macerado porque lo reemplaza la lejía y detergente sucio con la que
están limpiando el pabellón.

La música navideña se trastoca en horribles y estruendosos gritos de compañeros
vociferando, insultándose o llamándose. No hay luces titilantes, sólo una media luz
que te encoge y sientes un vuelco al corazón al saber que no verás a tus hijos esta
nochebuena, que no los verás en navidad, que apenas si podrás llevarte un pedazo de
algo a la boca, no puedes soñar con el pavo que preparaba tu madre.
No habrán regalos, sólo los recuerdos que te llevan a añorar esos tiempos que
parecían tan naturales pero que ahora venderías tu alma de la forma mas barata para
recuperarlos, reniegas de haber dejado pasar esos momentos, de haberte ido a tomar
ese año con tus amigos en lugar de pasarla con la familia.

De haber sido egoísta comprándote lo que querías en lugar de comprarle eso que
quería tanto tu hijo. Quieres morirte a cada segundo cada vez que ese desgraciado en
las noticias dice que será una Feliz Navidad. Dios mío, ¿qué felicidad puedes
encontrar aquí? Vendrán a verte tal vez tus familiares, pero se irán con lágrimas en los
ojos, se irán con tristeza en el corazón y sientes que es tu culpa que tengan que
pasarlo así. El día que se hacía tan corto cuando lo pasabas con tus seres queridos
aquí es tan largo, tan duro, tan infinito, porque el sufrimiento duele en el alma, marca
tu vida, sientes que durante muchos años en el futuro (si es que llegas a salir de aquí
algún día) cerrarás tus ojos y recordarás cómo pasaste tantas navidades en este lugar.
Sí, las calles están congestionadas, sí, hay tantas personas comprando, sí, hay tanto
tránsito…, pero aquí no vemos eso hace tantísimo tiempo, no recordamos el monóxido
de carbono que botan y contaminan, aquí nuestra desgracia nuestra tristeza huele
mucho peor.

La congestión sí la conocemos, sabemos lo que es la aglomeración, ¿te imaginas
pasear por el centro de ida y vuelta en estas fechas?..., ¿pero sin que jamás acabe,
sin conocer el final? Así vivimos aquí constantemente, día a día. Lo siento amor, no
habrán compras ni paseo otra vez, pero gracias por venir, por no haberme olvidado,
por traerme esa comida, por robarle tiempo a tu familia, para pasarlo conmigo, por
hacer esa cola interminable afuera del penal y tener que darles propinas a esos
corruptos para que te dejen pasar la comida que con tanto cariño me preparaste…

Otros no tendremos visita, nadie se acordará de nosotros, haré lo imposible créeme,
lucharé contra todo y contra todos, conseguiré esas monedas que cuesta la llamada
para que así escuches mi voz antes que se congestionen las líneas, antes que se
corte todo, antes que no puedas volver escucharme no se hasta cuando, créeme, será
mi regalo para ti, no me interesa con quién me endeude, no me interesa que mañana
me saquen del pabellón por robar esa fruta que venderé, todo esta en poder llamarte y
decirte cuánto te amo, que me esperes, que no me tires la toalla, que no dejes de


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pensarme, que a pesar que no te puedo regalar nada mi corazón es solo para ti, es
solo tuyo.

Hijita, perdóname que otra vez no haya muñeca, sé que tal vez no hubieras querido
ese juguete porque ya creciste desde el día que me viste humillado por la GESTAPO,
por los nazis malditos que me metieron aquí…, sé que has querido verme pero no te
han traído, sé que has querido salir a pasear, creer en Papá Noel, pensar que te
contaba, te decía que los regalos que aparecían en el árbol eran del viejito panzoncito
que nos visitaba en el trineo, pero hace años ya cuando viste que no había más
regalos, ni siquiera árbol, ni nacimiento, ahí despertaste y dejaste de ser una bebita
para convertirte en una niña, y dejaste de creer en Papá Noel , en la navidad, en los
milagros…perdóname por haberte decepcionado, por haber roto esos sueños que
quise construir para ti, perdóname porque te fallé, lo sé, y jamás tendré oportunidad
para volver a vivir esas navidades de tu niñez porque ellos te las arrebataron, y yo, yo
los ayude…

Hijo, sé fuerte, cuida a mamá, a la abuelita, reza por el abuelo, tú no serás como yo, lo
juro, tú no le causarás ese daño a los que te queremos, tu serás un hombre de bien
que vivirá sus navidades con su familia, te dejé niño enseñándote a manejar una
bicicleta, pero ahora eres ya un hombrecito, ya me reprochas el no estar contigo otra
vez, pero me premias con las mejores notas en tu colegio, me has hecho preguntas
que los mejores no podrían contestarte. Espero algún día Dios me ilumine y te pueda
decir por qué pasan estas cosas, que pueda encontrar la manera de no quebrar tu
corazón al contarte mi realidad, esa realidad que pensé que no descubrirías jamás,
pero ahora la sabes y tu corazón no quiere aceptarla.

Se acaba el día de visita y aquí todos están listos para ¿“celebrar”?. Trato de estar
ocupado, trato de hacer lo que sea que no me haga recordar esta realidad tan cruel,
trato de este día no maldecir a los que un día me metieron en este hoyo de perdición
de tristeza, a quienes un día no les importó sentenciarme a tantos años sin pensar que
me matarían en vida, que me apartarían de mi familia por estas fiestas que me han
hecho morir una y mil veces, que destrozan mi alma hasta que sé que no la recuperaré
más.

Es casi nochebuena, cada uno con su locura, unos perdidos en la droga, otros
perdidos en lo que les trajeron de comida, otros en el teléfono, otros mirando a las
estrellas esperando ver el fulgor de los pirotécnicos, otros como yo caeremos de
rodillas implorando a Dios que nos saque de aquí, que nos reúna con las personas
que amamos tanto y que hace tanto que no vemos… Le suplicaremos que nos
perdone, que nos de la última oportunidad, que NO permita que pasemos una navidad
más en este cementerio de muerte y olvido


EL MAYOR CRIMEN
Es tan difícil. Lo medito mucho mientras siento la soledad en el mundo. Es verdad,
estoy solo, y sé que nací para luchar; que nunca estuve listo para nada; que
pertenezco a la raza de los que bregan siempre, de los que no tenemos opción, y que
vivimos en el extremo, totalmente alejados de las comodidades, del buen recaudo de
una casa donde no hayan preocupaciones por dinero, y al mañana se le vea con
expectativas optimistas.

Es tan difícil, estar en los barrios más bravos, y sobrevivir, sin sueños ni esperanzas.




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Y estoy a punto de cruzar la línea. Nadie sabe
                                      qué siento ahora. Mamá está muy enferma en
                                      casa. Hace meses que su salud deteriorada me
                                      parte el alma. ¿Alguien puede entender mi
                                      resentimiento y no darme la razón? Qué mundo
                                      es éste donde nací para ser pobre y olvidado.
                                      Yo veo pobreza por todas partes. La carencia de
                                      comida. La soledad en las calles donde debo ser
                                      más fuerte de lo que soy.
                                      Pero cómo recuerdo las palabras de mis
                                      profesores: eres un buen muchacho.

                                      Tenemos fe en ti. Eres nuestra promesa. Y
                                      claro, tenía mis libros y estos dieciséis años con
                                      los cuales me siento varado en un camino sin
                                      salida, sin elección.
                                      Los rostros cansados de mis vecinos se abaten
                                      ante el devenir de nuevos días llenos de lo
mismo. Escucho el discurso del Señor Presidente, y yo ya no creo: son sólo palabras,
palabras que nunca llegan a mi barrio, donde son pocos los que saben leer y tener un
oficio digno.

Hoy he salido de casa, decidido a todo. Y empiezo a internarme por los barrios de
clase media alta. Me siento un extraño. Me siento marginado. Tengo la certeza que no
soy de su agrado. Que les apesto por no ser igual que ellos. La multitud de personas
que veo respiran tranquilidad. Todos caminan con espontaneidad. Nunca el mundo
será mejor para ellos. Y yo tengo hambre.

No lo he dudado, porque me he hallado corriendo con la cartera en la mano en medio
de gritos que nunca pensé oiría, gritos humillantes y condenatorios: ¡Ratero! ¡Ratero!
Por Dios, esto es el infierno. Eso es lo que pienso mientras corro y siento el
estrepitoso caer de mis pies sobre el duro asfalto llegando desde lejos la bocina de un
carro policial.

He sentido cómo me han levantado en peso y me han metido en una camioneta donde
dos rudos hombres de cabello cano y mirada experimentada me han apuntado con
una revolver y me han dicho: ¡Cállate!

Atrás han quedado las demás personas que corrían mientras que veía cómo la señora
a quien había hurtado su cartera, vociferaba con la mano en alta persignándose y
diciendo: ésta juventud de hoy en día, perdida para el mal de nuestra sociedad.
Alguien le había alcanzado su cartera. La misma cartera que estos hombres de la
camioneta donde estoy me la quitaron, para dejarla en el camino, al alcance de la
señora.

Una por una, las lágrimas salían de mi rostro, y el miedo cada vez era mayor. No sabía
qué pasaba. No sabía quiénes eran estos hombres. No sabía a donde iba.
La camioneta estacionó en una esquina solitaria. Y el mayor de los dos hombres me
desencañonó y dijo: ya puedes estar tranquilo. Seguía sin entender nada. ¿Qué
pasaba acá? Bajamos del auto y nos dirigimos a una tienda donde había una señora
de carácter serio e indiferente, indiferente como todo el mundo que conozco y que no
quiere comprometerse con nada ni nadie.

Nos sentamos los tres a una mesa mientras que el otro hombre pidió una Inka Cola de
dos litros, heladita, y dos empanadas de carne. Eran para mí.


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-Eres de los nuestros-fue lo que dijo el hombre cano y de ojos ahora calmados y
serenos-.No sabes lo que te iba a pasar.

Y entonces escuché una larga historia, muy parecida a la mía. La gaseosa me saciaba
la sed. Y esas empanadas llenaron mi hambre de días.
-No podemos salvar a todos los jóvenes del mundo-oí decir del otro hombre-.Pero te
necesitamos. El mundo nos necesita a todos. Pasé la mayor parte de mi juventud
preso por un delito parecido al tuyo. Yo tampoco sabía qué hacer bajo tus mismas
circunstancias. Porque adentro, otra es la realidad, adentro es el verdadero infierno.
No lo imaginas ni imaginarás nunca.
-¿Por qué me han ayudado y me dan de comer?- les pregunté un tanto desconfiado.
-Porque eres como nosotros. Ya te lo hemos dicho.
-Sigo sin entender.
-Mira, la mayoría de errores que los hombres cometemos, son justamente porque
ignoramos el desenlace de éstos. Esa es la experiencia: un cúmulo de errores no
esperados. Sin embargo así aprendemos. Y damos a los demás porque igual fue con
nosotros. En el mundo también hay personas buenas, o al menos con buenos
propósitos. Formamos parte de una ONG que rescata a los jóvenes desesperados que
están a punto de echar a perder sus vidas. Lamentamos que nuestra ayuda no pueda
llegar a todos. Pero eso no nos derrota. Seguimos en nuestra labor de hormiga ante el
titán del sistema.

Quizás solos no podamos con la sociedad, pero unidos sí podremos. Te pedimos que
te nos unas. En nuestra ONG hay decenas de personas que han rehecho sus vidas.
Hombres que ahora son de bien, y que cumplen la misma función que nosotros
cumplimos, para estar allí, cuando la soledad del mundo atrapa al hombre, y no le deje
opción dentro de la realidad.

No es fácil. El término es: difícil. Más aún cuando se sabe que uno nació para luchar
sin estar listo para nada. La historia de nuestro amigo es aislada, porque no todos
tienen la misma suerte de poder ser rescatados y ayudados. Suena más a ficción que
realidad. Sin embargo es lo óptimo: ayudar a los demás, rescatar a los que están
confundidos y desorientados. Ayudar y nunca pedir a cambio nada, sólo ayudar, darse
la mano, respirar solidaridad, dar esperanzas.

Porque tal vez tú o yo estemos al margen de todo esto e indiferentes no queramos
hacer caso a lo que en la calle pasa. Pero ocurre. Pasa. Es real. Y el mayor crimen, no
es condenar, no, ese no es el mayor crimen. El mayor crimen es no ayudar: ¡Ese es el
mayor crimen


PURGATORIO
El encargado del registro carcelario hoy recibe cerca de noventa personas, algunos
inocentes otros culpables, todos al mismo costal, dentro de poco separados como
ganados para ser enviados los diferentes penales del Perú. Pronto empieza la gran
pesadilla, ahora alisten sus manos que sus dedos serán fichados con tu alma asta la
eternidad, un ate sedente que marcará y tocará tu corazón de por vida. Fichado para
el mundo como una hoja remolineándose al viento ni los gritos ni tus lágrimas serán
escuchados en esta tarde fría como las rejas sin color, y pared que sólo vieron dolor y
sangre de tristeza silenciosa en espera que suenen los grilletes que vienen raspando
el suelo sucio de este purgatorio, trayendo al ángel de la muerte. Se siente en este
lugar donde tantos hombres avezados dejaron sus lágrimas y saben que pronto
pasarán al infierno de las prisiones.




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NAVIDAD AÑORADA
Estaba con ella, paseando por las céntricas calles de la ciudad, y ella se abrazaba a
mí con todas sus fuerzas. Lo que vivía ya no era un sueño. Era la consecuencia de
una esperanza que maceraba segundo a segundo en el penal. Ya de esto habían
pasado meses, y le comentaba a la mujer que me visitó siempre y con ello demostró el
amor que me tenía, que miles como yo, en todos los penales del Perú y del mundo,
ansiábamos con este placer tan simple y sencillo, que a vista de aquellos que no
conocen las experiencias rudas y extremas como el encierro, dan poco valor a detalles
como éste, el de pasear por las calles de la ciudad, con el amor de su vida. Porque en
mis pensamientos no había más dicha.

¿Fortuna? ¿Poder? Nada, nada de ello era comparable a lo que fue mi anhelo por
años. Mañana será nochebuena, y recuerdo a mis amigos del penal, encerrados sin
poder ser libres. Padeciendo algunos el olvido de quienes se creyó eran amigos,
buenos amigos; más crudo aún, las mujeres, esas mujeres que repetían siempre: te
amo, siempre te amaré, por amor haré cualquier cosa por ti.

Y es que al caminar en libertad, le comentaba a mi amor, que mi dicha, mi bendición,
era no sólo tenerla a ella a mi lado, sino el poder estar disfrutando de algo que los
demás ven con indiferencia y sin valor: el poder caminar por la noche, bajo la luna,
contemplando las estrellas y los rostros de las personas, con el uso legítimo de una
libertad, que había ansiado mucho, y que por fin era real.

Yo le comentaba a mi mujer, que allá las cosas son de sufrir. Que la felicidad sólo la
conocen pocas personas, y que si estaba algo emocionado en estas fechas, era
porque mi deuda con la sociedad estaba saldada; porque quería empezar de nuevo;
porque recordaba a cada momento los días inacabables en donde la pensadora me
ganaba la moral, o la desesperanza de mis compañeros me entristecía y me deprimía
casi siempre.

Pero ahora el tiempo ha pasado. Y lo que veía como algo imposible, irreal, lo vivo
emocionadamente. Y sé que mi mayor fortuna es poder ser como quise ser siempre:
un hombre que nunca se rindió, y que quiere empezar de nuevo, con su amor, porque
tiene dignidad.

Sin embargo, no dejo de sentirme apesadumbrado. Porque sé que mientras yo paseo
con mi mujer por las calles céntricas de mi ciudad, disfrutando de la alegría de estas
fiestas, mis amigos, la gente real, la que sufre, la que padece torturas, la que está
hacinada en tugurios dentro de los penales, me recuerdan, que hay gente que también
sufre. Que la navidad nos llega a todos de manera diferente. Que mientras para unos,
el esperar las doce de la noche es motivo de felicidad, para otros es motivo de dolor;
porque no sólo uno no es libre; queda también el amargo sentimiento de no poder
estar al lado de los niños de uno, de no poder comprarles esos carísimos juguetes que
los de clase alta pueden comprar, o que por estar preso, atrapado por las
circunstancias que no eligieron, en sus hogares se sientan a la mesa, donde el más
pequeño de manera inocente pregunta: ¿y dónde está papá?

Entonces cómo podría olvidar a los que son como yo. Creo que jamás. Lo que sí tengo
como certeza, es que ahora es el momento que siempre desee volver a tener. Y
camino entre villancicos que salen de los estéreos de las tiendas, y los papá noeles
que con su jo jo jo, me devuelven la esperanza de un mejor mañana.
Porque mi mujer me repite siempre: es igual intentarlo o no intentarlo. No hay
diferencia en hacerlo o no hacerlo. Lo que vale es nuestro amor y a eso hay que
aferrarnos. Vivimos en una oración y ahora tú estás conmigo. Y te juro que lo



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lograremos.

Yo le escucho y me emociono. Y ruego a mi Señor por mis compañeros de todos los
penales del Perú y del mundo, porque no pierdan nunca la fe y la esperanza, a pesar
de saber que están en un lugar que es insoportable, donde la palabra Ley es sinónimo
de abuso ante los que ignoran o no saben, cómo defenderse, y qué derechos les
asisten, dentro del penal.

Rezo por ellos siempre, sin perder la esperanza que un día los pueda encontrar en la
calle con su mujer como yo, para estrecharnos y darnos un fuerte abrazo, y decir con
tono firme y seguro: ¡Vencimos!


EL VENENO DEL ESCORPION BLANCO
Cuando caminas por esa senda que se asemeja a los linderos de los nichos en un
cementerio pueblerino con lápidas partidas y flores marchitas, de igual forma sientes
esos pasos en tu corazón y oídos cuando los escuchas clamar en el camino. Piden
algo que ellos usarán para matarse de a pocos, para consumirse a segundos, y se te
presiona el corazón al saber que una vez fueron realmente personas comunes.

Muchos traen el escorpión maldito desde la calle, otros recién conocieron el más
profundo de los males cuando quisieron escapar de una depresión, de una tristeza, de
un problema, pero murieron para siempre cuando lo probaron.
Venían con la culpa, con la conciencia intranquila, con pesadillas de la calle y cuando
les pusieron el veneno no les quedó otra más que absorberlo.

Qué clase de reforma desean estas autoridades si nos introducen en el único lugar
donde encontrar droga es lo mas fácil y común.
Nos convierten en guiñapos humanos porque no les interesa donde nos meterán. En
el cementerio de vivos ingresan kilos y kilos de todas las clases de drogas; para una
persona adicta no hay mejor cielo, para una persona que no lo es….es la perdición
segura.

En esta prisión no existe la alegría, no existen las razones para decirle no al veneno, al
escorpión que tarde o temprano te inyectará su veneno.

Qué vida tan espantosa es la que llevan estos seres humillados a cada instante, hacen
lo que sea por unas monedas que salven su noche, que les permitan estar
endurecidos en sus cuerpos y mentes para así olvidar por unos instantes que son ya
deshechos andantes.

Camino y tropiezo con ojos desorbitados que pelean por un encendedor mientras con
un clavo oxidado raspan un tubo de metal que hace las veces de pipa, intentan sacar
los pedacitos quemados de droga retrocedida, el concolón de la base de la droga que
fumaron hace minutos, que los convierte en casi zombis por la noche entera, la droga
mas barata del mundo y la mas adictiva y perjudicial, capaz de hacer que estas
personas maten, roben, humillen por unas simples monedas para su veneno.

Muchos venden su propio cuerpo, ya no les importa nada, sólo esperan pasar unos
minutos atontados por las más desconocidas drogas; qué espantosos olores despiden
esas hierbas, parecen malezas podridas que se queman igual que los corazones sin
esperanzas de los que moran en este cementerio de droga.

El olor putrefacto que despiden ciertas drogas hace que uno imagine que están
quemando deshechos del inodoro, pero son hierbas, sustancias, drogas en todas sus


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clases mezcladas de maneras increíbles.

Si los ves en la noche agrupados, todos pegados unos con otros, todos fumando,
inhalando, absorbiendo lo mas destructivo que un ser humano pudiera encontrar para
hacerse daño a si mismo, se te asemejan a gallinazos moribundos con ojos en llamas,
con mirada perdida. Al fin acabaron de raspar, ya se puede ver los restos
carbonizados de droga y algo más, mezclados con pedacitos de clavo podrido y
partículas brillantes del metal arañado; con ansiedad le aplican la llama del
encendedor que se torna azul como el cielo que se ensombrece con nubes de humo
que se elevan al lado de almas incandescentes, perdidas y recluidas en el mundo
olvidado donde la droga reina, donde las almas no conocen la rehabilitación.

Casi todos son personas en la flor de la vida, jóvenes que no han conocido un
matrimonio, que no saben lo que es tener un hijo por quien luchar, otros han olvidado
a su familia y solo la recuerdan para exigirles – que no pedirles- dinero, comida, ropa,
todo con tal de revenderlo por un poco de veneno para destruir sus almas.

Los ves que muchas veces quieren escapar, huir del veneno, pero los han sentenciado
a tanto tiempo, los han asesinado recluyéndolos en el peor lugar del mundo donde el
vicio, el veneno, los ha atrapado destruyéndolos para siempre.
Sigues escuchándolos, te ruegan por una moneda, te ofrecen lo inofrecible, algunos se
esfuerzan tanto que pueden conseguir el dinero que les permitiría dormir sobre un
colchón, echarse un buen bocado al estómago y al alma, pero lo consumen en su vicio
en apenas minutos; jamás se levantarán, no hay nada ni nadie que les tienda la mano
y borre esas cicatrices en sus cuerpos y almas que causan día a día el veneno que
suelen fumar.

La noche se ensombrece en Lurigancho, el cielo se opaca por el humo que se eleva
curtido de almas desangrantes y maltrechas de cuerpos y sentimientos muertos, de
esperanzas destrozadas. Los cuerpos contaminados de droga morirán pero jamás
dejarán de humear esta maldita piedra de (coca retrocedida) crack, en éstos los
pálidos nichos del penal de Lima.


SONRISAS DISFRAZADAS
Cuando vemos que se acercan las 9am del sábado es cuando sentimos más el golpe,
ese tipo de sopapo que es cuando la vida se calza guantes con herradura y te acierta
en medio del corazón y tus pensamientos.

Es como cuando la tarde del viernes santo la corona de las diez mil espinas la sintió
nuestro Dios en sus sienes. Porque nada hay mas horrible en medio de una prisión
que ver como todos reciben a ese ser querido mientras que tú deberás vagar como
alma en pena divagando tu soledad mientras que otros tienen ocho horas, un soplo de
vida.

Hay un dicho, “no comas tu pan delante de los pobres”, y es cuando haces exhibición
delante de otros de algo que ellos no pueden tener. Mientras que comienza a clarear
el día levantamos la mirada hacia los cerros, esos cerros que son tan distintos a los
demás que vi mientras viajaba por este país. Son cerros, montañas con grandes
rocas, un color inexplicable, indescriptible, montañas tan altas como la injusticia de
este penal, que han presenciado motines, peleas, hambre, sed, desesperación,
lágrimas, angustia, y mil muertes. Vemos esas montañas a esta hora, envueltas en
neblina, brumosa como nuestras esperanzas, densas como nuestras lágrimas
desesperadas.



                                                                                       30
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  • 1.
  • 2. ILUSIONES DE LIBERTAD DESDE EL PENAL DE LURIGANCHO LIMA - PERU Por: Jorge Polanco Novoa 2
  • 3. PROLOGO La problemática penal crece día a día con aproximadamente cerca de 48,000 internos en todas las cárceles del Perú, con casi mas del 70% sin sentencia. A pesar de los grandes cambios que tienen los penales de nuestro país ha habido logros satisfactorios por algunos pocos gestores del gobierno como nuestra Sub- Directora del E.P.lurigancho Lic.Yolanda Cárdenas en el penal de Lurigancho, Carlos Álvarez Osorio Director de la asociación Dignidad Humana y Solidaridad, facilitando siempre el desarrollo y cambios en las mentes de los internos desarrollando así proyectos de vida para lograr micro empresas ejecutadas desde el penal, consiguiendo desde hace un tiempo la producción en el área industrial de cerámicas, útiles de limpieza, etcétera. Aproximadamente siete proyectos se están gestionando para el beneficio del interno que lucha por su familia y busca su libertad, a pesar que dividieron en dos posiciones más o menos contradictorias. Una de ellas considera la cárcel como una respuesta adecuada a la delincuencia, poniendo más énfasis en la rehabilitación de los prisioneros que en el castigo. La otra posición duda que la prisión sea útil, afirmando que debería existir únicamente en los casos en que es necesario proteger a la sociedad de aquellos que representan un verdadero peligro para sus semejantes. El sesgar la vida normal de las personas sin darles un objetivo en sus vidas sin darles siquiera la oportunidad de poder ayudar a sus familias y a si mismos, el tan solo arrojarlos al peor hoyo de destrucción y olvido privando a muchos de ver crecer a sus hijos y perder a sus familiares uno a uno, tan solo hará que estos infortunados seres azotados por el infortunio desde que nacieron, en el resultado que se autodestruyan y también a todos a su alrededor. Es imperativo que se les de un plan de vida que pueda ayudarlos y que puedan retomar el camino de la vida, de la legalidad que tengan la oportunidad que no tuvieron, para desde ese punto crecer como personas y sean así útiles para sus familias y para la sociedad, evitando así que sigan siendo cuando salgan el mismo problema para las demás personas siendo un circulo vicioso de nunca acabar. Se debe tomar conciencia que es muchas veces inhumano castigar a seres que por un error lo pierden todo, desde sus derechos y su libertad, hasta el honor y la dignidad misma, que es cruel condenar a personas a pasar meses, hasta años, hasta que esperen una condena que muchas veces es absolutoria, pero que llega demasiado tarde cuando el ser humano ya perdió las fuerzas la fe y la esperanza y se sumió en la perdición de la cual ya no saldrá. Muchas veces los que nos hemos vistos sumergidos en este infierno, sentimos que morimos un poco cada día, que el sufrimiento es eterno al querer dar manotazos de ahogados para no perder lo poco que nos queda afuera y cuando lo perdemos nuestras almas solo pueden albergar tristeza y depresión acabando con cualquier buen sentimiento que pudiera construirse para un futuro. En cualquier caso, se sugirió a través de un análisis evaluado por internos, también profesionales y muchos compañeros conocedores de esta gran problemática social, reincidentes, con el apoyo de psicólogos y sociales, a cargo de nuestra Sub-Directora la cual desempeña incansablemente su labor con apoyo al interno recluido en un penal, que debería haber métodos alternativos a las prisiones. 3
  • 4. La posición de los internos, es considerada como alternativa los proyectos de vida o laborales, enseñándoles mientras estén en este lugar con la supervisión de técnicos ,profesores, y los talleres del ceo y así aplicar lo que se aprende aquí con la posibilidad de desarrollarse como empresas, para así conseguir solventar a nuestras familias, como se vio claro a lo largo de la discusión y en las visitas a diversos centros penitenciarios que se efectuaron por personas que realmente desean el porvenir y que el cambio se contagie con entusiasmo en todos los penales del Perú y que se orienta en principio por la despenalización, enfatizando en la práctica actual la rehabilitación. Con proyectos de vida para la población penitenciaria mundial, y considerando que las cárceles sudamericanas han sido siempre un fracaso, actualmente gracias al esfuerzo dado por los mismos internos del penal Lurigancho del Perú, se han logrado grandes pasos en la reforma carcelaria. Con la presencia de identidades del poder judicial, defensoría del pueblo, Ministerio de Justicia, se descartó punto por punto las justificaciones usuales de la encarcelación, argumentando que el encarcelamiento raras veces disuade del delito, ya que la mayoría de los delitos son cometidos impulsivamente, a menudo bajo la influencia del alcohol y las drogas, sin pensar en absoluto en las consecuencias de la acción para la víctima o para el delincuente, aprovechándose también señores responsables de grandes empresas cerveceras que no hacen nada para actuar en favor de la prevención del delito en nuestro país. Piensan en satisfacciones e intereses personales. Quisiéramos invitar a todas esas potencias financieras a aportar algo a la prevención del delito. Para ellos, la justificación de la "protección social" es también cuestionable, excepto con aquellos sujetos que se han vuelto incontrolablemente violentos, los cuales constituyen un pequeño porcentaje de la población carcelaria. La mayoría de los individuos encarcelados en el PERU lo están por delitos no violentos, generalmente delitos menores. Dijeron que debido a que los estudios criminológicos han demostrado irrefutablemente que el encarcelamiento aumenta las posibilidades de una reincidencia en el delito, la sociedad actúa no a favor sino en contra de sus intereses arrojando a gran número de gente a las prisiones. Finalmente, se señaló que la rehabilitación es difícil en un medio coercitivo y represivo, aislado del resto de la sociedad. "Es obvio que cuando la privación de libertad y de derechos se usa como castigo, las consecuencias para el individuo incluyen la pérdida y reducción de su autoestima, de la confianza en sí mismo, de su dignidad y de su sentido de responsabilidad. La agresividad y la frustración aumentan, mientas que la oportunidad de aprender a dar cauce a estos sentimientos disminuye. Estos resultados son opuestos a los objetivos de la rehabilitación". En las líneas de este libro cada palabra y cada historia esta escrita basándose en hechos reales, cada rasgo dibuja con sangre y lagrimas el padecimiento de cada segundo que purgamos en este valle de penalidades e intenta reflejar la intensa lucha que mantenemos para sobrevivir la esperanza que no se apaga de poder otra vez estar libres y las lagrimas y gotas de sangre que derramamos con cada pedazo de alma que muere cada día dentro de los muros de este Penal de Lurigancho. Empecemos con los proyectos de vida y tratemos de que cada hora sea utilizada para la rehabilitación de cada hombre. Agradecemos de corazón a la Sra. Yolanda Cárdenas (Subdirectora del E.P.Lurigancho), al Señor Carlos Álvarez Osorio (Director de la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad), quienes como impulsadores de los proyectos de vida y magnificas intenciones hacia la verdadera resocialización del interno. 4
  • 5. Y a mis compañeros por su gran participación en este libro del camino a los hombres libres y de buenas costumbres: Diego García, Alfredo Marin, Jorge Murguía Arias, Celso Quispe, Henry Cutipa, Richard Ibarra, Andrés Oshita, Rafael Agurto Chiguan y Héctor Javier Espinoza, Juan Carlos Juárez. Y a las personas con su apoyo incondicional de fuerza y solidaridad e inspiración al alma y a mi gran cambio, mis queridas amigas Amparo Climent de España y Cristina Castello de Argentina (Paris – Francia) y María Estela Ramírez Vittori de Argentina, Monona Toledo de Argentina, Gilda Noemí Adorno de García de Paraguay, José Suárez de México, Elizabeth Valero de Venezuela, Julio Pacheco Polanco de Arequipa Perú. Y a mi incansable amiga Angélica Alegre Norza de Perú. Y un agradecimiento muy especial a la mujer que me acompaño en la lucha de mi libertad y fiel compañera de todos estos años de mi vida, y esposa Gloria Castillo Vera. Y a mis hijos María Julissa, Jorge Eduardo, Jorge Enrique, María Antonieta, María Antonella, Jorge Fabricio, Jorge Sebastiani, María Luisa, Renzo a ellos todo el cariño y el apoyo mío. 5
  • 6. PUERTA AL INFIERNO Mientras el sol ardiente abrasa la piel y la ennegrece por medio del hedor y el polvo, la marchita esperanza y las ilusiones se quiebran en las personas que han sido expulsadas de los pabellones a manera de castigo. Se le llama el Módulo al callejón, sucio, impregnado de miles de historias con cada día que pasa en este infierno llamado Penal de Lurigancho. Le dicen Módulo porque hay unas oficinas que pasan totalmente desapercibidas casi a la entrada de lo que conforman los pabellones, donde mueren por pocos y por pedazos, seres humanos privados de la libertad. En esas oficinas se localiza la documentación que ayuda a resocializar a los internos. Pero afuera y más lejos de esas oficinas moran seres en desgracia que tuvieron el infortunio de ser expulsados por un tiempo o permanentemente de sus pabellones, por un error, por una falta, por tantas razones. Y ahí los abandonan, intentan recursearse de cualquier forma, trayendo la carga de la comida, hacen hazañas para conseguir una tarjeta telefónica para así poder llamar a sus familiares y que les envíen ayuda en el próximo día de visita, o para venderlas, intercambiarlas por el veneno del escorpión blanco… En el módulo, algunos sobre un plástico sucio colocan cigarrillos, detergente, jabones, ropa usada; a veces paso por ahí y se me asemeja uno de los mercadillos cerca de mi casa, esa casa que no veo hace tantos años, esas calles que me sabía como la palma de mis manos y que ahora se están borrando de mi mente y de mis recuerdos así como mi esperanza. En el módulo particularmente se percibe un olor nauseabundo, se mezcla el hedor de la droga, de las peleas, el sudor, las lágrimas, orines y necesidades de los que permanentemente han hecho de este lugar su hábitat. Mientras caminas rápido evitando mirarlos, olerlos o que te pidan algo, notas como hacen pases de droga, como algunos se pelean hasta sacarse sangre, otros ruegan con miradas como de cachorros moribundos hacia el techo y las escaleras dentro del pabellón que colindan con este pasadizo llamado Módulo; nos miran con tanto dolor en sus caras, suplican por un poco de agua mientras nos alcanzan una botella sucia usada una y mil veces llena de agujeros pequeños de igual forma que nuestros corazones y nuestra minada 6
  • 7. voluntad… Muchos yacen tirados en los suelos, algunos sobre una frazada inmunda, otros sobre el suelo ardiente lleno de polvo y escupitajos de otro día. Cuando suena la campana de la comida se alborotan, en ese momento lamentan tantos haber perdido el envase donde siempre recibieron la comida. Cada vez que alguno de nosotros pasamos incidentalmente nos piden a gritos que les regalemos un poco de comida, cuando se la alcanzamos se pelean por lo poco que hay, es la situación donde muchas veces faltan los alimentos… El agua los abrasa, sus pieles se tornan totalmente oscuras, mientras fuman en pipa. Luchan el día entero no por volver al pabellón de donde los botaron, pero si para procurarse la droga que les hará imaginar que no es cierto que estén muertos ahí, tirados en un patio de fusilamiento, la droga que les hará olvidar por un momento la triste y cruel realidad. Anochece ya en el módulo de los sufrimientos, en el módulo de la injusticia, comienzan a pasear sus miradas buscando como locos que les compren su veneno adictivo antes de que cierren en los pabellones donde se expende. Vocean tarjetas de teléfono, pedazos de comida que sacaron con astucia de la carga que transportaron, juntan sus centavos para así comprarse el ultimo pedacito de piedra que fumarán en un tubo oxidado por el veneno que los consume y los hace parecer muertos vivientes y que me recuerdan a los sobrevivientes de los campos de concentración. Está ya todo oscuro, muchos fueron llevados al pabellón 21, donde sufrirán maltrato, vejación, donde dormirán amontonados sin esperanza de dormir, cuidándose el honor, cuidando cada prenda que lleven consigo para no ser víctimas. Otros pudieron esconderse de una u otra forma y en las noches se acercan a los pabellones para pedir algo de comida, una ayuda, una llamada para sus familiares. Muchos fueron sacados por el policía corrupto que les solicitó dinero y ellos, al no tenerlo, tuvieron que salir del pabellón por un día por dos, pasando el peor rato desde que han ingresado por la puerta del infierno al pabellón de la muerte. UNA LÁGRIMA ETERNA QUE NO PODEMOS SECAR Que difícil es imaginarse un lugar donde tantas personas sufren, donde tantas personas están dejando sus vidas o lo que les queda de ellas, incapacitadas físicamente, sin derecho a atención medica, sin derecho a siquiera una contemplación por el sistema jurídico. No puedo dejar de pensar en casos de viejecitos que arrastrando los pies sucumben bajo los estragos de las penurias de un infierno al que ni los más fuertes pueden 7
  • 8. sobrevivir sin mostrar las heridas de las penas, en una prisión olvidada de los hombres y de la justicia. Personas que a su edad sufren para digerir alimentos que no están pensados para un ser humano, que son difíciles, o bien hartos en grasa o bien menguados en proteínas; personas así sufren a cada momento de enfermedades, son más propensos a caer indispuestos; por la humedad de las cárceles donde llueve a cada momento y el hacinamiento nos hace dormir apiñados en los patios, una neumonía es fatal y así muchos mueren olvidados para siempre. Otros, en muletas, los más afortunados; otros en maderas que les lastiman los brazos intentan sostenerse sobre un solo pie mientras hacen esfuerzos para acomodarse en la fila de la comida que nos sirven; ¿se imaginan como harán personas que se arrastran por el suelo al no tener otra ayuda? ¿Como harán para poder sentarse en silos ya que carecemos de tazas para hacer nuestras necesidades? ¿Como harán para subir y bajar escaleras en lugares que no están diseñados para personas con discapacidad? ¿Una persona ciega puede acaso sin ayuda poder bajar escaleras que no conoce, en un lugar inundado de basura y escupitajos de agua donde un resbalón puede costarles la vida? ¿Cuando se pondrán a pensar que no somos animales extraídos de la jungla africana? sino que somos seres humanos que padecemos, nos enfermamos, sufrimos enfermedades terminales mientras que pasamos los que podrían ser nuestros últimos días, tratando de estar mas cerca de nuestras familias, en este lugar de penas y dolor. Muchos nos contagiamos de TBC, pues cada persona aquí intenta compartir un cubierto, un envase para poder comer, sin saber lo que el compañero padece, no podemos preguntarle de que esta enfermo pues tal vez él mismo no lo sabe…Ni siquiera tenemos folletos que nos ayuden a prevenir este tipo de enfermedades, muchos vienen ya afectados desde fuera, otros recaen con viejas dolencias, que se agravan. Algunos descubrieron que tenían Sida, algunos la contrajeron aquí, unos al experimentar, otros al perder la dignidad, por la droga o por necesidad. Aquellos enfermos, mueren de a pocos, dramáticamente. Muchos tratamos de agilizar sus documentos, que por un indulto humanitario puedan vivir siquiera unos minutos más con su familia, por lo menos unos minutos más de aire puro, pero sus papeles mueren al igual que ellos en los escritorios de los señores de la alfombra roja y sillones grandes, perecen esos documentos que pueden salvar vidas al menos por unos días! vamos ya! Hablando hipócritamente, qué pueden ahorrarles unos centavos al estado en clínica o internamiento en un centro reclusorio, para así desembarazarse de gastos y endosárselos a la familia. Pero el gobierno, los jueces, el poder judicial, no tienen 8
  • 9. alma, juegan a ser Dios, y prefieren que ese ser que pudo pasar unos minutos más mirando su libertad en un lugar más decente, en una casa donde vivieron sus recuerdos de sus mejores días, mirando tan sólo unos minutos más a sus hijos crecer, recibir la visita de otros familiares que jamás vendrían a verlos a una prisión inmunda, prefieren que esos seres mueran de a poquitos olvidados, que los descubran fríos al día siguiente después de pasar una noche de agonía terrible. Las clínicas están llenas de personas muriendo sin siquiera poder ver a sus familias por última vez. No habrá derecho de gracia para estos seres que un día cometieron un error y sin que nadie se lo dijera se les condenó literalmente a una pena de muerte…, sin último deseo, sin honor alguno. Ojala que este poder Judicial, esta injusticia peruana reflexionara, y se acordara que atenta contra nuestros derechos humanos al mantenernos privados de una gracia humanitaria, cuando prefieren esperar que la persona que solicita un indulto, ya que le quedan pocos días de vida, muera antes que sus documentos sean siquiera examinados. Muchos documentos recién aprobados llegaron cuando la persona ya había muerto y este papel ya no era más que una cruel broma de los burócratas de la GESTAPO, más que una gracia de vida. Los que estamos a punto de morir con los días contados, solicitamos se cree una comisión de emergencia, especial para cada día revisar las solicitudes de indultos por gracia humanitaria y enfermedades terminales, para que así nos den la oportunidad de vivir siquiera unos minutos más con nuestros familiares, respirando los últimos segundos de vida en libertad. SEÑORA DE LOS OJOS VENDADOS Señora de ojos vendados y de cuerpo frío que estás en los tribunales, sin ver, sin escuchar el dolor humano a los abogados, aquellos que abandonan a los hombres sin leyes bajo sus promesas no cumplidas. Baja de tus pedestales. Quítate la venda y mira a tu alrededor cuánta injusticia, cuánto dolor, cuánta mentira, no inclines tu balanza al peso del dinero. Sé justa. Actualiza la balanza y arremete con la espada del sufrimiento, que sin tus buenos oficios no somos nada. Lávanos de sangre y tinta, resucita al inocente y haz que los muertos entierren el expediente. Espanta a las aves negras y malagüeras y aniquila a los gusanos y que a tus plantas los hombres se den la mano. Ilumina al juez dormido, 9
  • 10. apacigua toda guerra y hazte reina para siempre de nuestra tierra. Señora de ojos vendados, con la espada y la balanza, a los justos humillados no les robes la esperanza. Dales la razón y llora porque ya es hora de que busquen su libertad. YA BASTA Cada vez que escucho decir por qué los presos deben de tener refrigerador o congeladora, me entra una indignación. Cuando estaba en la calle ni me importaba ni me fijaba en esas cosas, pero al estar acá he tenido tiempo de darme cuenta de muchos detalles que yo ignoraba en mi vida. Escucho cómo en la calle se ofenden y se rasgan las vestiduras, simplemente por el hecho de que tenemos refrigeradoras o congeladoras en prisión; dicen cómo es posible que los directores de Establecimientos Penitenciarios del país no hagan nada en contra de esas gollerías, pero la verdad es son unos verdaderos ignorantes que no conocen la realidad carcelaria del país. Veamos lo siguiente, les aseguro que la gran mayoría, sino es el 100% de ellos, nunca han estado presos y no saben lo que es comer la "paila". En las mañanas nos dan un poco de agua sucia, la cantidad de leche que se toma es mínima, pan inflado; en la tarde solamente un plato de comida y dependiendo del pabellón en que te encuentres en la noche te dan algo más de comida, pero eso depende de la habilidad del delegado de alimentación por racionar las porciones y lograr ese objetivo. Como pueden ver solamente se da liquido una sola vez por día; la cantidad alimenticia no es suficiente como para impedir las enfermedades, si no tomamos leche, frutas, casi no existe la carne en nuestros menús, ¿qué creen que esos alimentos perecibles los vamos a poder tener sin refrigeración? Y sin esos alimentos, ¿qué es lo que nos espera?, contagiarnos de TBC, ir muriendo lentamente. Está bien que estemos presos, pero por amor al cielo, sean humanos, y tengan consideración con los demás, saben lo que es morir de TBC, yo he podido ver esa clase de muerte, es una muerte lenta y colectiva. En el penal todos estamos propensos de ser contagiados por la TBC ya que el 45% de la población penitenciaria está con esta enfermedad. No saben lo que es escuchar que alguien esta tosiendo y no saber si es una simple tos, o si esta con TBC, no saben lo que es eso, no saben que se debe de tener alimentos perecibles y se necesitan, en verdad se necesitan. Por favor dejen de hablar tonterías, qué cosas prohibidas y no prohibidas en los penales, ¿qué creen que somos animales para tener que tratarnos de esa forma? JUEGAN CON NUESTRAS ILUSIONES Cuando estamos sumidos en una tristeza, en una rutina que parece que no podemos sacudir, cuando meditamos mirando a una pared despintada, sucia y carcomida por donde caminan tantos insectos que te cansas de borrar a cada instante. 10
  • 11. Cuando oyes la campana que te avisa la paila, la comida que hará que cambie tu día, que por unos momentos pienses en cómo te reunías ante una mesa, en el mueble, en un comedor con tu familia y todos comían tan felices…Cuando uno no quiere ni siquiera ir al baño, uno prefiere hasta cerrar los ojos para olvidarse de las caras que has aprendido a ver tantos años, tantas veces que hasta en tus sueños las puedes ver y conoces sus voces y a veces hasta sus problemas. Cuando situaciones así te estresan al máximo, es entonces que mueres por aferrarte a una luz de esperanza que llega hasta ti desde lo más lejano, desde el mundo exterior…. Algunas veces cuando ya ha pasado tanto tiempo, cuando cada día ha sido un siglo entero…y aún no has sido sentenciado, piensas que cada documento, cada visita de un abogado cambiará tu suerte para siempre. Te sientes en forma de cuadrado y con el corazón hecho marfil, que tus palabras son puntos sobre tu rostro, que eres un dado humano que te lanzan sobre una alfombra de suciedad esperando que marques el numero de la suerte…Pero el 99.9 % de las veces tu vida resulta volcarse en el peor de los destinos. Aún no hemos decidido los que pasamos años en este infierno, quienes son peores, si los señores de las alfombras rojas o los que se colocan piel de cordero mientras que son viles lobos hambrientos, buscando despojarte de lo que los nazis de la GESTAPO no te quitaron cuando hicieron la finta de detenerte y robaron todo lo que había en tu casa y en tu vida. Esos que pretenden ser tus amigos y son sólo unos chacales, esperando ver qué queda de la víctima después de ser enfrentada a las fauces del león de la injusticia. Muchos, en nuestra desesperación, nos aferramos como si nos ahogáramos en la inmundicia del mar oscuro y podrido, a cualquier salvavidas aunque tenga aletas de tiburón, y este tiburón simula llevarnos a salvo a la orilla, pero luego nos devora y deshecha nuestros restos en lo mas profundo de un remolino en ese mar del olvido que son las cárceles del Perú. Muchas veces nos hacen llamar, viene un tipo disfrazado de encargado a pedirte el último centavo que lograste ahorrar limpiando el patio a la vez estrecho y a la vez inmenso, superpoblado e inmundo…Te trae un papel que tú en tu angustia piensas es una esperanza; esta hojita sellada dice tu nombre, es alguien que se hace pasar por tu amigo, el “abogado”, tú te acercas, lo ves enternado, con su mejor perfume y corbata, recién afeitado, con un lapicero de esos que no ves hace años y solo recuerdas haberlo visto en el escritorio de tu papá mientras eras niño y jugabas despreocupadamente…. Es un momento en el que te sientes súper cochino a pesar que pudiste bañarte con agua helada en la madrugada, pero cuando ves a tu abogado recuerdas partes del mundo exterior que ya casi habías olvidado. Él ensaya su mejor labia, te dice que tu caso no es complicado, que no te preocupes, que él estará a tu lado el día de la audiencia, que te acompañara y te defenderá, que será tu ángel guardián, que no debes estar nervioso, que pronto saldrás… De la misma forma le habló a tu madre que en lágrimas le rogó que sacara a su único hijo; con esa misma mirada firme le dijo a tu esposa que no llorara más, que no se angustiara pues tú estarías a más tardar a fin de mes con ella y tus hijos. 11
  • 12. Tú tratas de exponerle tus dudas, tus preguntas, sacas un papel mil veces doblado y borroneado con tus consultas e interrogantes, con el número de tu expediente. Se lo muestras al abogado, él te dice que pasó dos días leyendo tu sumario, que ha tenido que “conversar” al secretario de juzgado para así sacarle copia a las miles de hojas de tu caso. Dice que ya tiene una estrategia, que no te preocupes, que todo está listo. Dice que conoce a tantas personas, que el señor de la alfombra roja ya accedió a tu razón, tu estás casi convencido, ya casi esbozas una sonrisa, sientes que ya estas a punto de volver a vivir… El abogado te dice que necesitará este billete para ir a tu juzgado, este otro para movilizarse, este otro para volver a ver el expediente, más billetes para conversar en fiscalía, y claro, cómo no, para invitar a almorzar al secretario, sin olvidar obviamente sus honorarios. Tú accedes a llamar y decirle a tu esposa, que con un nudo en la garganta accederá a no visitarte durante casi un mes para ahorrar y vender todo lo que le queda para así poder juntar lo que el abogado pide, tu accederás a incluso olvidar las llamadas que tanto necesitas hacer a tu familia… Todo con tal de soñar con una ilusión de libertad… Muchos te dicen que ya está todo “arreglado”, te mencionan miles, te pintan la calle, te dicen que ya tu esposa te espera, que te olvides de los problemas puesto que ya todo está solucionado y tienes solamente que asegurarle el dinero del arreglo y su correspondiente tajada al tiburón disfrazado de salvavidas… Cuando sales de ese recinto, miras a los muertos vivientes en la misma rutina de siempre, drogándose, golpeándose por un pedazo de crack o un pedazo de comida, y suspiras, casi sientes alivio al pensar que ya sólo te faltan horas para abandonar este infierno perdido olvidado del Cielo. Y es que después de tantos meses, años, parece imposible volver a resucitar, ser una persona más en este mundo y dejar de ser el despellejado ser sin alma en el que te han convertido, al sumirte en terrible lugar sin derecho a reclamo. Piensas que ya todo esto acabará, que ya era tiempo que tenía que llegar el día. Y que pronto podrás correr a abrazar a tu familia. Cuando regresas a tu pabellón vas por el patio, te dedicas a comunicarte con tus seres queridos diciéndoles que no hace falta derramar más lágrimas, les prometes a tus bebés que estarás con ellos ya jugando este fin de semana en el parque, incluso haces promesas que todo cambiará desde ese momento; hasta tu alma sientes que da brincos sintiendo que ya dejó los errores en el pasado y que limpia al fin purgada, ahora si… podrá comenzar una nueva vida, te juras a ti mismo y a tu familia que ya no cometerás errores. Estos abogados corruptos, jamás han tenido alma, cual tradición de Ricardo Palma vendieron la suya a un demonio ruín y cualquiera. Se necesita ser una hiena para olvidar que somos seres humanos que también tenemos hijos y familia que nos espera. Cuando suponemos que está ya todo listo, que ya nos iremos, comenzamos a pensar en los que se quedan, en esos compañeros de penas de sufrimiento, de lágrimas de desgracia e infortunio; empezamos a regalar nuestra poca ropa , nuestros alimentos más preciados que nos trajeron en la última visita, les regalamos el espejo quebrado para que se puedan afeitar, el peine casi sin dientes, la frazada delgada, el colchón que tanto nos costó conseguir después de años de estancia aquí, la almohada que con tanto cariño nos regaló nuestro hijo. 12
  • 13. Les regalamos nuestro último medio de comunicación, encargamos nuestros recuerdos, y las cartas que recibimos, las fotos las guardamos lo más seguras posible. En la mañana ya el abogado recibió el dinero completo que nuestras familias les dieron, les mostró un documento donde decía que nos íbamos a la calle, que ya no sufriéramos más pues era cuestión de horas. Esa misma noche nos despedimos con una mezcla agridulce de felicidad y tristeza, vemos a nuestros compañeros que dejamos como en aquellas películas de guerra, donde hemos estado corriendo en una inhóspita selva en el séptimo circulo del infierno, lado a lado, nos persiguen los que nos quieren muertos sin explicación, nos matarán si nos alcanzan; hemos oído los gritos de nuestros compañeros al caer en el camino de este infierno…Y hoy, que llega nuestra libertad, lo vemos como si fuéramos los únicos, que si subiéramos a un helicóptero y dejáramos a nuestros compañeros alzando sus brazos tras nosotros, nos alejaríamos llorando al ver como se quedan atrás. Esperamos, miramos con ansiedad hacia la alcaldía, esperando que nuestra hoja ya haya llegado, seguramente está demorando. Nuestra familia ya nos avisó que nos estará esperando afuera toda la noche si es necesario… Pasan las horas, tus amigos te acompañan; caminas ida y vuelta en el patio, los minutos de ese día siempre se hacen largos y más largos, no imaginas qué es lo que sucede, las palabras de tus compañeros te dicen que tal vez hayan demorado y ya mañana será, tu familia congelada y dolorida llama al abogado para preguntarle, pero la penosa voz de la grabadora será lo único que podrán oír. Tú también llamas y mil veces llamas incrédulamente al oír esa voz de la grabadora, el día entero diciendo que dejes tus mensajes. Entonces, como si despertaran todos de un sueño, preguntamos en el juzgado de la sala qué sucedió con nuestro papel de libertad, y llega la terrible noticia que te hiela hasta lo más hondo…, jamás han tramitado ninguna libertad tuya, es más… jamás siquiera preguntaron por ti ni se movió ningún papel tuyo…. Muchos subimos a Sala, al Juzgado a ver esas alfombras rojas, con una tranquilidad en el corazón, pues el abogado nos dijo que ya todo estaba arreglado, nos mostraron papeles fraudulentos diciendo que eran nuestra resolución de libertad, al final, el baldazo de agua fría con la sentencia que te entierra para siempre en este nicho de penas y sangre. ¿Cómo es posible que existan personas que juegan con algo tan delicado como la libertad? Es como si después de un accidente de bus les dijeran a las familias que no se preocupen, que no hubo muertos, cuando bien saben que no sobrevivió nadie. ¿Cómo es posible que puedan decirles que pronto serán libres? ¿Cómo se le puede mentir a alguien que está sumido en la desesperación, en la frustración y angustia?, ¿cómo se le puede mirar a los ojos a nuestras madres que viejecitas hacen el último y mejor de los sacrificios en toda su vida para liberarnos y mentirles tan descaradamente para arrebatarles el último soplo de vida? ¿Qué tipos de personas son estos abogados que visitan nuestras casas, miran las miradas inocentes y llorosas de nuestros bebés y les dicen que ya pronto papá va a estar con ellos en casa? ¿Qué es lo que se creen al mentirles? ¿Al decirle a mi esposa que ya esta noche estaré yo abrazándola otra vez? Lo que hacen ellos no se le hace a nadie..., vienen y nos ven, saben que estamos hechos guiñapos y sin embargo aún así quieren chupar nuestra sangre y exprimir nuestros últimos pellejos. Al día siguiente muchos que nos odiaban se burlan de que hayamos sido vilmente 13
  • 14. estafados, y nosotros, arrastrando los pies por el patio incrédulamente y atontados por el golpe buscamos una explicación. Sólo nos queda acostumbrarnos a seguir desmoronándonos de a pocos, a seguir dejando gotear nuestra sangre en cada paso que damos... Nuestras ilusiones y desilusiones de libertad. PARA TODOS LOS COMPAÑEROS PRESOS EN EL MUNDO Escribe lo que sufres compañero, escribe lo que te ocurre, escribe lo que sientes, descifra tu dolor, no calles compañero que mi dolor es tu dolor, que la paila que comemos es la misma, que aquel maltrato es el mismo para todos, que sabemos lo que es prisión. Pide, reclama, hasta que alguien nos escuche, no pelees con la fuerza y la violencia, sabes que es perder, no agotes la esperanza de nuestra libertad. MUERTE EN EL PENAL La verdad que nunca antes me había afectado ver la muerte tan de cerca. Siempre que en mi familia fallecía alguien, o por motivos de la labor que hacía en la calle tenia que ver a alguien morir, nunca me embargó este tipo de dolor, pero ver cómo mis compañeros de prisión van muriendo lentamente, poco a poco, es algo que hasta el momento me tiene muy marcado, y que sé que estará en mi memoria y en mi corazón por el resto de mi vida. El ver morir a mis compañeros es tan duro. Día a día, he ido a visitar a alguno de mis compañeros de prisión a la clínica, a otros los he visto cómo se iban consumiendo en el interior de sus celdas o en las cuadras. Cada vez que le preguntaba a alguien de la clínica por qué no se hizo nada por salvarlos, solamente se quedaban callados. Un día alguien me dijo, “lo peor que puedes hacer es preguntar”. Acá a nadie le agrada que se esté preguntando acerca de la muerte de los internos, sobre todo si mueren en la clínica. La verdad es que nadie hacía nada simplemente porque no tenían dinero, para ustedes les parecerá extraño, pero ¿acaso en las prisiones se debe pagar por la salud? La verdad que acá es donde más se paga, no podían pagar y por eso no los trasladaban a un hospital, ya que esos privilegios de salud en los penales está solamente dado para los grandes señores, pero para los pobres presos comunes es peor que estar en la calle y ser pobre. Acá te tratan como a un perro, como si fueras la peor escoria, no les importa si vives o mueres, solamente les importa saber cuanto dinero te van a sacar. Ellos lo que quieren es el maldito dinero, tú puedes estar con el corazón en la mano a punto de fenecer, pero a ellos no les importa nada, solamente les importa tu dinero, y aún cuando mueres, cuando tu familia viene a recoger tu cadáver, les inventan que debías por las medicinas cantidades exorbitantes, y si no pagan la deuda ellos, no podrán retirar el cuerpo. 14
  • 15. Los familiares, ignorantes, pagan simplemente por poder sacar supuestamente el cuerpo del difunto, pero no saben que les están estafando, y los que quedamos vivos no podemos decir nada, si no queremos ser los próximos muertos cuando nos toque llegar a la clínica. La verdad que estar preso de por si ya es difícil, pero estar enfermo en prisión, sin dinero, es el sufrir una pena de muerte. Por más que en el Perú, esté desterrada esta condena, a excepción de traición a la patria, el estar enfermo en prisión, es haber firmado tu sentencia de muerte y estar esperando el día en el cual te saquen en tu terno de madera, o en el peor de los casos en tu bolsa de plástico. Y LO RECORDÉ ENSEÑANDO En este libro trataré de dar a conocer lo que de la manera mas dura he podido aprender en la vida. Nunca me imaginé que lo que estoy pasando me haría volver a tener los ideales y esperanzas que hace muchos años perdí; me he dado cuenta que el dinero y el poder no lo es todo, agradezco a aquellos que a pesar de mis errores me siguen llamando amigos, a mis familiares y todos los que como yo pasan sus vidas día a día en prisión. Cuando la vi sentada en la mesa del patio recordé por qué es que no quería recibir visitas en el penal. Yo me encontraba leyendo absorto, perdido y de un momento a otro levanté la mirada y la vi, sentada al otro lado del patio con los ojos llenos de lágrimas, sentada sola, con un rostro perdido y abatido. No se necesitaba ni siquiera acercarse para oler su temor, sus ojos lo decían todo, eran tan expresivos; por un momento me olvidé de ella y me concentré en mi lectura, la verdad que a la primera vista, solamente me causó un poco de pena verla llorando, sola, esperando a que apareciera aquél al que había venido a visitar. Durante casi media hora no me acordé de ella, pero cuando me paré para ir por un cigarrillo, ahí la vi, nuevamente, seguía sola, seguía esperando; esta vez sus lágrimas ya se habían secado, en su rostro se observaba el miedo; la verdad que comprendía bien el sentimiento que embargaba al que venía a visitar, me imagino que él no quería ver a nadie, que él sentía que no es lo suficientemente bueno para que nadie lo quiera o lo venga a visitar. Cuando uno se encuentra privado de su libertad, los peores 15
  • 16. sentimientos se arraigan en el interior, el dolor, la desesperación, la frustración, y no quieres ver a nadie, pero al verla a ella cómo esperaba, cómo lloraba, me hizo acordar por qué no quiero que nadie me venga a visitar, es que no quiero que nadie llore por mí. Ya estoy cansado de ver sufrir a las personas por mi culpa, mi madre, mis abuelos, mi familia, las mujeres que quise y amé en la vida, aún a pesar que ahora ella, la que me ama como yo la amo, quiere seguir al lado mío y yo al lado de ella, no quiero que sufra, no quiero que llore por mí. He cometido muchos errores en la vida, he hecho mucho daño a las personas, merezco estar donde estoy, pero sufriendo yo, sólamente yo, que los que están cerca de mí no sufran, ya que nadie tiene que sufrir por mí, únicamente yo. Es ese sufrimiento, ese dolor, lo que me hace decir no quiero que me vengan a visitar, por mas que me sienta solo, pero mientras estén en mi corazón y yo en el corazón de las personas que me quieren no necesito que me vengan a ver, sólamente que se acuerden de mí en sus oraciones. Tal vez sea un actuar egoísta, ya que sé que aquellos que están afuera desean verme, para saber como estoy, como me encuentro de salud, pero la verdad que cada día me siento peor, cada día es un día que veo más cerca la muerte a mi, y cada día es un día que la fe y la esperanza van muriendo, pero también sé que cada día es un día más de vida, un día menos de prisión. BULLING EN LA PRISION El bulling se da en todas las etapas de la vida, y lo mas duro que he podido vivir hasta el momento es el bulling dentro de la prisión, y digo que es lo mas duro debido a que, a pesar que te sientas deprimido, débil y sin posibilidades de defenderte, tienes que sacar fuerzas de flaqueza y por más que termines mal parado, mal herido o tal vez muerto, te tienes que hacer respetar dentro de la prisión. Desde que caí preso pude ver como el bulling no se aplicaba solamente de un preso a otro, sino que he podido comprobar cómo el bulling se aplica por parte de las autoridades, ya sea el personal del INPE o los efectivos de la PNP en contra de los internos. Lo primero que pude observar es el maltrato por parte de los efectivos policías a los internos que no tienen recursos económicos, los encierran en pequeñas celdas dentro de las comisarías donde no tienen ni donde dormir, algunos en el piso, otros donde pueden y ahí empieza el abuso por parte de los reincidentes con aquellos parroquianos que no saben ni donde están parados, quitándoles todo lo que puedan antes que los policías se lo quiten. 16
  • 17. Cuando pasé a la fiscalía, vi lo mismo, sobre todo cómo los policías martirizaban a aquellos que trataban de comunicarse, no importa a gritos con sus familiares que están en la calle, mientras ellos se encuentran encerrados en el sótano de la fiscalía, y vienen los policías a callarlos amenazándolos con golpearlos como si ellos no tuvieran madres, hermanas, esposas, hijos, hijas que estarían gritando a voz en cuello si estuvieran en la misma situación. Cuando somos trasladados a la carceleta de palacio, ahí los efectivos del INPE son peores, te cobran hasta por respirar, te tiran en el piso para que pernoctes y si quieres un colchón te costara mas de diez soles, tal vez hasta veinte. El uso del teléfono público que está ubicado ahí, es casi imposible, tienes que rogarles para que te dejen hacer una llamada, o mejor dicho tienes que "pagarles", luego en el momento de la clasificación al penal que te va a corresponder a ellos no les importa, te enviarán al peor lugar si no tienes el dinero para arreglarlo. Cuando llegas al penal, te reciben de la peor manera posible, te torturan, te golpean, y peor si eres un violador, recuerden que en este tema no estoy viendo el delito, por mas que a pesar de estar en prisión mi opinión personal fue, sigue y seguirá siendo en contra de los violadores; en este tema estoy tratando acerca del bulling que sufren los internos. Cuando uno llega al penal lo primero que pasa es que te ponen frente al presidio y los efectivos policías te denigran; a ellos no les interesa si estás en calidad de prisión preventiva, sentenciado o cualquier otra, a ellos solo les interesa denigrarte, torturarte. He visto casos en los cuales los efectivos del INPE o de la PNP les quitan su ropa a los internos y se las cambian por harapos. Cuando termina todo esto te llevan a la lata, donde todos los recién llegados, ahí es la ley del más fuerte, pero no el más fuerte físicamente, el más fuerte dentro del hampa, dentro de su batería como acá se les llama. Se dan las posiciones iniciales que tomarán las personas dentro de la prisión, y ahí uno tiene que aprender a que la vida cada vez será mas dura, a los violadores o como acá los llaman ñatos, los golpean casi a morir; los bandidos se agrupan en torno de un jefe de un cabecilla, los narcotraficantes o nachos como se les llama y los que tienen dinero no tienen que esperar en la lata inmediatamente, serán llevados a pabellones con lujos o charlys y no sufren de los castigos, vejámenes o maltratos que se sufren en la lata. Yo la verdad que no lo sufrí, pero si lo vi; cómo se recibe la comida en la mano, bolsas llenas de excremento, comen con las manos sucias con las cuales se limpiaron después de hacer sus necesidades, no existe agua ni espacio, es el infierno en vida, no se les da nada más que lo necesario para sobrevivir durante esos días en condiciones infrahumanas. Cuando estás en los pabellones, los policías hacen contigo lo que les da la gana en el caso de Lurigancho, y en el caso de los demás penales son los miembros del INPE los que te hacen la vida insoportable, quitándote muchas veces las cosas; si les gustan tus zapatillas te las quitan, si por ahí tienes algunas cosas te las quitan a su antojo. No sólamente existe el abuso por parte de la PNP o el INPE, el abuso entre los internos también existe, delegados abusivos que explotan a otros internos, destruyéndolos física, emocional y económicamente. Los tiempos están cambiando no sé si para bien o para mal, ojala que todo termine pronto. Algún día escuché EL DESARROLLO DE UN PAIS SE VE EN EL TRATO QUE DA A 17
  • 18. SUS PRESOS, en el Perú en lugar de estar mejorando, ¿tal vez estaremos empeorando? UN AÑO MÁS, UN AÑO MENOS Algunas veces recuerdo cómo mi padre me decía que la etapa más feliz era cuando uno es niño. Tantas veces pensé que estaba equivocado, pero ahora siento y pienso que tenía toda la razón. Cuando veo a los niños que visitan a sus padres en este lugar tan terrible puedo aún ver esas miradas llenas de ilusión, de alegría, de sueños, de esperanzas, puedo ver esa luz en ojos límpidos, su alegría reflejada en saltos, sus emociones traducidas en gritos mezclados con risa. No puedo menos que contrastarlos con nuestras miradas, con nuestras palabras y nuestras voces, me miro al espejo y soy sólo sombra de lo que antes era, soy sólo un fantasma de la tranquilidad que antes tenía, y la luz en mi mirada ya se apagó hace mucho. Ya no he vuelto a tener una alegría y gruesas ojeras se dibujan en torno a mis ojos, tengo todavía la suerte de dormir sobre una colchoneta delgada, acceder a las comidas una vez al día, resguardarme de la intemperie del sol, del frío y la lluvia, más hay todavía miles de infelices aquí, que padecen día a día el sol en sus rostros, el frío les quema la piel y les abre surcos de preocupación la pensadora. Corroe sus almas la ausencia de la visita, y para siempre los destruye en vida el olvido y el veneno del escorpión blanco. Por eso los años tan duros en prisión los han consumido, y personas que parecen de sesenta años apenas tienen treinta y cinco. Años, muchos de los cuales se cumplieron esperando una sentencia, mientras sus documentos descansaban el plácido sueño burocrático en los juzgados de la injusticia, ciega, sorda, y muda. Mientras esperamos que nos llamen a juicio, que nos encadenen como animales peligrosos, como vulgares títeres circenses para llevarnos ante los pulcros y vanidosos jueces que se han creído el papel de Dios y a través de unas rejas nos miran con desdeño, osan gritarnos en nuestras caras, quieren que, atemorizados, les digamos lo que ellos quieren escuchar. Tenemos que crear una mentira para que ellos se convenzan de la verdad que quieren oír, puesto que nuestra verdad, nuestra sinceridad, no la creen y seguirán teniéndonos aquí, torturándonos sin sentencia hasta que escuchen la teoría que ellos elaboraron y en su megalomanía quieren escuchar para sentirse endiosados porque piensan que son los únicos que poseen la verdad, su injusta verdad. Utilizaran un criterio de conciencia en el cual sin prueba alguna, sólo por presumir la culpabilidad y sin prestar atención a los hechos, ni a las versiones, impondrán la sentencia mas alta que puedan encontrar para así destrozar y asesinar en vida a un ser humano que la vida pudo poner como juez y a ese juez como prisionero de la injusta sociedad. Seguimos esperando día tras día, mes tras mes, la ansiada libertad, un sueño muchas veces, la mayoría una quimera, puesto que por cada diez personas que ingresan al infierno, apenas sale una sola y psicológicamente con un trauma irreversible el resto de su vida Sentimos después de tanto tiempo que nuestros días ya acabaron hace mucho tiempo, que jamás nos conocimos, que jamás estuvimos aquí, somos apenas un recuerdo ya casi olvidado. Nuestras familias nos dan ya por muertos y para mitigar su dolor ya no hablan de nosotros, sentimos que estamos muertos en el corazón y que 18
  • 19. nuestras vidas no le interesan a nadie, ni a nosotros mismos. Si hubieran oportunidades de vivir para volver a pasar por esto…, desearíamos seguir muertos ya que muchos aquí han escogido diversas formas de suicidarse, sienten que están entre Dios y el diablo, pues ya ninguno los quiere, no tienen lugar ni en este mundo ni en el otro, muchos somos rechazados, desde que nacimos, presionados por la familia misma, por la sociedad, tantos buscaron en la droga la única oportunidad para olvidar. En estos momentos mientras intentamos plasmar nuestros sentimientos a través de este blog es casi el final del año. Recuerdo y les comenté tanto a mis compañeros de desgracia, que cuando llegué pensaba que sería muy mala la vida si me hacia pasar una Navidad y un año nuevo aquí, pero si pasó, y cuando sucedió me dije a mi mismo que jamás me robarían otra Navidad y otro año nuevo, que seria 100% imposible que pasara otras fiestas así aquí. Y ahora, después de tanto tiempo, volvemos a ver como se elevan luces en el cielo, como la televisión muestra lo mejor y lo peor que pasó en el año que se va. Nosotros sólo podemos volver penosamente la mirada hacia atrás, contemplar la imposibilidad de ver un año entero, 365 días en este infierno y decirse a sí mismo cómo es posible que haya sobrevivido. Muchos no podrán decir lo mismo, ahora están más muertos que vivos, muchos ya no existen y jamás podrán percibir el aire de libertad pues sus huesos y lagrimas, su sangre y palabras aún retumban dentro de las paredes del penal de Lurigancho. Ya faltan pocas horas. Son muchos alrededor de una mesa con un trago canero que con el tiempo los ciega, ese veneno hecho desperdicio de fruta podridas con el que intentan recordar el champagne que adornaba sus mesas con sus familias. Recuerdan aún el olor del mantel limpio en sus comedores, a su esposa atenta con la comida y vestida con las mejores ropas, sonriendo al saber que bailará en tus brazos recibiendo un nuevo año; pero hace unas horas se tuvo que ir, terminó la visita, marchó enjugando una lágrima, reprimiendo un sollozo al saber que te deja enterrado en vida, que no podrá danzar contigo viejos recuerdos, que no estará a tu lado para recibir las doce. Aún puedo recordar a mi esposa feliz contando los deseos y las uvas, bañándome en champagne, sus risas se mezclaban con la alegría de mis hijos y el estruendo de los pirotécnicos, pero ahora son todos recuerdos vagos y el “te acuerdas” es la frase que más se repite en una mesa llena de compañeros, de vasos descartables, sucios y vencidos, llenos de alcohol de botiquín con un licuado de fruta vieja. Ahora no oigo las risas de mi amor, no oigo las voces de mis hijos, lo que resuena en mi cabeza es centella, centeno, chacalón, música que se asemeja a los llantos tropicales que solo me inspiran a beber mucho más, a querer calmar las lágrimas que brotan de mi corazón con ese aguardiente, y pienso mirando al cielo cuántas navidades y años nuevos tendremos más que recibir en el lugar más olvidado de la humanidad, donde no llega la piedad del ser humano, donde la injusticia reina en su estado mas amplio. Apenas si mencionamos el año nuevo, no sabes si podrás sobrevivir esta vez, si este año te traerá felicidad, la tan ansiada noticia de la libertad o si moriremos día a día pudriéndonos en vida mientras que la eterna rutina, el maldito dejavú nos enloquece poco a poco. Pensamos y vagamos tropezando unos con otros en el patio, cada uno con su locura, cada uno con su manía, con su droga, con su teléfono, con su vaso con alcohol, con su mirada perdida, su rostro absorto recordando; unos llorando, orando otros, los menos, sintiéndonos en este día un poco más desgraciados. 19
  • 20. Anhelamos en esta noche...Sentir un soplo, un signo, un presentimiento, una señal que nos diga que nuestro más deseado sueño, el milagro máximo que jamás pueda existir…NUESTRA LIBERTAD, al fin llegará….un año más, un año menos. UNA LÁGRIMA EN MI CORAZON Hoy, día de visita, fin de mes, los niños llegan a ver a sus padres en el patio. En el lugar miraba a la distancia la alegría de mis compañeros que jugaban con sus hijos, como otros niños se divertían en los juegos pedían dulces a sus padres, se revolvían en sus asientos, saltaban de un lugar a otro ignorando que pisaban un despiadado y cruel suelo; donde normalmente está cubierto por un lodo mezcla de sudor, pesadilla y harapos de personas que duermen ahí debido al hacinamiento, al sufrimiento donde nos han arrojado, donde los sueños son ilusiones entrecortadas, hoy este suelo de este patio está disfrazado de limpio por una mezcla de agua sucia y lejía. Por todas partes veo correr a esos niños que disfrutan unos minutos de alegría con ese ser que les ha sido negado por esta injusticia que cruelmente convierte a nuestros hijos en huérfanos de un día para otro, que nos priva de años que jamás volverán, de años que nunca tendremos otra vez. Mientras miraba y mis pensamientos se entrecruzaban, uno solo de todos los niños me llamó la atención, porque miraba y miraba a todos los lugares como si buscara el aire, con ansiedad como quien espera un regalo. Me llamó la atención porque su madre se puso de pie y también buscaba a alguien, y aunque es prohibido acercarse a las visitas en este lugar, sentí que debía aproximarme y es que el niño me conmovió, tenia casi la misma edad de uno de mis hijos, así que me acerqué donde estaba la señora muy gentilmente, y le dije: Señora ¿qué es lo que pasa? ¿Está bien? ¿Está usted buscando algo? Y el niño pegó un salto y con alegría en los ojos me dijo: ¿Señor, usted es mi papá? No hijito yo no soy tu papá, pero tengo un hijo casi de tu edad que lo quiero mucho, le respondí. El niño me miro con mucha ternura y musitó “quiero ver a mí papa” con los ojos llorosos, y agregó: estoy buscando a mi papá, y no sé como es él; en su inocencia me preguntó: ¿usted lo conoce tal vez? Le dije a la señora, “déjeme ayudarla que yo voy a la alcaldía a preguntar, déme usted su nombre completo”. Me dirigí hacia la alcaidía, esa mezcla de pabellón y oficinas, donde se encuentran los registros de los que aún no descansamos en paz pero parecemos muertos, donde en una pizarra se registra la cantidad de personas que languidecemos lentamente en este 20
  • 21. valle de lagrimas, donde se cuentan por miles nuestras presencias mientras que apenas por míseras unidades los que obtienen una oportunidad de volver a vivir libres. Ese edificio llamado la alcaidía donde tienen sus oficinas las supremas autoridades corruptas, donde también duermen algunos suboficiales que se quedan de turno en turno, apartados de todos nosotros pero a la vez casi viviendo también en hacinamiento, es irónico…Muy cerca a ellos está la llamada celda de castigo, una habitación tenebrosa llamada la lata donde llegan las personas que recién son destinadas a ser clasificadas a un pabellón. Cuando llegué, me acerqué a la mal llamada “oficina”, una habitación despintada con los restos de escritorios de lugares gubernamentales que terminaron sus días en una prisión olvidada, adornada con la mas antigua de las impresoras, con un símil de computadora donde están los registros de nosotros, los que somos apenas una estadística para el poder judicial corrupto y perezoso. Un oficial aburrido y distraído, sin ganas, me contestó sobre el nombre de la persona que me habían dado esta señora y su hijo. “Sí, él existe, y está en el pabellón diecisiete”. No me gustó lo que oí, pues este pabellón es un pabellón de tuberculosis y enfermedades terminales. Donde son casi apiñadas y marginadas las personas que están enfermas, que caen víctimas del virus de la TBC, que con enfermedades infectocontagiosas se encuentran en un lugar que está muy cerca, a tan solo un paso, de ser la antesala del infierno, donde se encuentra la peor de las muertes. Enfermo, preso, y el dolor OLVIDADO. No le dije nada a la señora, sólo quería llevarla donde estaba su familiar, sabia que por más enfermo que estuviera sería una felicidad para ambos, que el enfermo sentiría alivio por esos minutos junto a su familia, que ellos sentirían que podían aliviarlo con su cariño, con su visita. Le dije a la señora: “espere un momento que iré a buscarlo”. Fui al pabellón diecisiete de TBC, lo encontré después de mucho buscarlo y le pregunte al médico de turno, “Doctor estoy buscando a un amigo, Ismael Cruz García.” Y me preguntó: ¿Quien es usted?, “Soy un amigo, un compañero, repliqué” y me dijo después de consultar en un cochino libro: Él ha sido evacuado hace dos días. Su respuesta fue seca, dura, cortante. Ya casi con el alma en un hilo me atreví a preguntar: ¿cuando lo traerán? Y entonces el disparo, el balde de agua helada, la respuesta que tanto me temía, me la dijo sin titubear y a la vez sin interés: No lo traerán nunca, porque hoy en la mañana falleció de tuberculosis generalizada. Yo sentí que un nudo en la garganta no me dejaba ni respirar, se me entremezclaron pensamientos de tantos que se habían ido así o peor, me había imaginado como lo sabrían los familiares de ellos allá en casa, que pensarían, que sentirían. Me retiraba en ese momento y el medico me llamó: ¿Es tu amigo? Si, contesté con un de hilo de voz, “entonces toma esto antes que lo boten, que es un par de fotos viejas que él siempre las guardaba”. Las recibí, y mirándolas desteñidas, dobladas, me pude dar cuenta que eran él, su señora y su hijito recién nacido. Pero ahora…su familia esperaba las noticias y yo tenia que dárselas…. Lo primero que pensé fue en el niño…¿que le digo? Me acerqué a la señora y le pregunté: ¿Señora por qué ha venido usted después de tanto tiempo? Mi pregunta contenía dolor y a la vez reproche, pues si tan sólo lo 21
  • 22. hubieran acompañado en sus últimos días, hubiera sido menos doloroso…para ambas partes…Y ella me dijo:” He traído a mi hijo porque está creciendo y quiero que conozca a su padre y porque él me lo reclama todos los días y a cada momento. Pensé que era como si su hijo hubiera presentido sus últimos suspiros y llegó a despedirse y a recoger sus recuerdos finales. Y le volví a decir, pero señora, ¿después de tanto tiempo? Ella me contestó, ¿qué puedo hacer señor?, él no me dejo nada ni a mí ni a mi hijo recién nacido. El niño insistente me preguntó. Señor, ¿y mi papá, a que hora viene? No sabía qué decirle, me quedé paralizado, solo le dije… tu papá se fue en libertad…¿Cuándo?, me preguntaron ambos ansiosos. “Ayer”, les respondí, y pedí perdón al cielo por la mentira, pero no me atrevía ni me atreveré jamás a decirles algo así... “Gracias señor”, me contestaron,…El niño se fue despidiéndose con la mano estirada y con una lágrima que la tengo hasta hoy en mi corazón. VIBRACIONES EXTRAÑAS Cuántas veces han pasado por este lugar que está cercado por montañas rocosas, con casas en su contorno que vagamente ceden su luz débil y triste. Lo vemos cada vez que subimos a los techos, distinguimos las pistas asfaltadas, las luces bicolores que en algo me hace recordar la calles, las que sólo me quedan recordar. Cuántas veces han oído el nombre “Lurigancho” donde el suspiro se hace espeso y el aliento se lo lleva la nube gris que viene como si escuchara los lamentos de los hombres sin ley, sin pensar que para miles de personas oír esa palabra los estremece y retuerce sus recuerdos en lo mas profundo. Cuántas veces pasearon tal vez una fugaz mirada a las colas de personas pugnando por entrar en ese lugar cercado por muros vistosos por fuera. Nadie imagina el horror y espanto que esos muros encierran, nadie sabe ni sabrá jamás, cuantas súplicas desesperadas se oyen dentro de este recinto. Pero hay personas privilegiadas con un don, que son capaces de percibir el aura, las vibraciones, el sentir, al acercarse a un lugar, a unas personas. Me pregunto qué sentirían si se acercan al Penal de Lurigancho. Estoy seguro que darían un respingo, que no osarían acercarse porque si tienen ese don verán desde lejos, los más tristes colores sepia y el más oscuro de los colores oscuros en el aura de este lugar condenado al dolor humano, Las montañas alrededor de este lugar, tienen un color tan extraño…He visto tantos colores en esos lejanos y siempre añorados viajes por este país, en las montañas, en las colinas, pero jamás he visto ese color tan pestilente, mugriento, desgarrador que tienen las montañas que rodean este lugar. Se lo comentaba a muchas personas “¿no notas ese color extraño en los cerros aledaños?”, hasta que por ahí uno me dijo que tal vez esa extraña tonalidad en la tierra de perdición, en esas montañas, reflejaban las malas vibraciones de tantos gritos, de tantos lamentos, de tantas muertes y súplicas por la injusticia que se ensañó con nosotros, por la justicia que jamás llegó, ni su libertad. Qué puedes decir de un lugar que de tan sólo caminar por ahí te deprime, que te quita las fuerzas, el aliento y la respiración que no hace más que apretar tu corazón, haciendo que casi no puedas respirar…. Cómo puedes hacer frente a un lugar que cuando despiertas por las mañanas desearías que jamás haya existido. Donde te parece imposible que seres humanos 22
  • 23. como tú, como yo…estén agonizando mientras ven sus años pasar, pudriéndose a cada segundo, perdiendo para siempre sus almas… Cómo puedes siquiera pensar en un lugar donde murieron tantos, cuyos restos jamás fueron encontrados, aquellos que intentando conseguir la libertad a la mala, quisieron saltar un alto muro, sobrepasar una alambrada y mientras su corazón latía a diez mil por hora, y pasaban las imágenes por sus mentes de sus familias abrazándolos, de sus hijos corriendo a su encuentro, mientras pensaban que otra vez tenían otra oportunidad, una bala del francotirador asesino les robó la ilusión, les cercenó los pocos segundos de resurrección a la vida. ¿Puedes respirar siquiera? Donde a miles ya les falta el aire porque en un lugar donde debían haber cuatro mil hay diez mil compañeros, y esos estrechos pasadizos, esas escaleras oscuras con rejas a cada lado. Salgo de mi celda cansado ya de contar los pasos, sesenta a la izquierda, noventa a la derecha, esperando cada vez que vienen las raquetas de los policías abusivos y corruptos y salimos todos al patio, todos al piso, nos revisan de pies a cabeza, entran a nuestras celdas y hacen lo que quieren y se llevan lo que quieren. Esos momentos son cuando la autoridad máxima está de buen humor y nos da la luz, si no nos la apaga y nos cobra por volverla a poner. Quién puede imaginar que existe un lugar donde la tierra mojada mezcla de basura y lágrimas, de sudor y desgracia, no sólo se pega a tus zapatos, sino también se pega a tu piel a tus ojos, a tu corazón. Siento a veces que no estamos más en la Tierra, que es un mundo paralelo, un lugar desconocido para todos, sólo conocido para nosotros, los que nos quemamos de a poquitos pudriéndonos en vida, derritiéndonos en el infierno del olvido y la injusticia, donde se mezclan condenados de por vida y personas que no saben aún cuanto tiempo se quedarán olvidados por la injusticia y la burocracia. Muchas veces al caminar por aquí imagino que las celdas son lápidas, que los pasadizos estrechos nichos, que el patio el lugar donde se hace la ceremonia de entierro. Siento que en este cementerio de vivos, vagamos sin rumbo, intentando negar con nuestras palabras, con nuestras llamadas, intentando no aceptar que ya nos mataron, que nos quitaron no sólo la libertad sino los sueños, las ilusiones, la familia, las ganas de vivir. A veces siento que sí, que estamos muertos, solo que no nos hemos dado cuenta que metidos en este cementerio alborotado donde fingimos vivir cada día, estamos negando lo inevitable, y que intentamos aferrarnos a una luz de esperanza, a una posible ilusión de libertad. SOLO A USTEDES, HIJOS MIOS Solo a ustedes pido perdón hijos míos por no hacer sus caminos. Perdón, esa palabra tan difícil para mí que sólo el tiempo me hizo reflexionar. Quisiera ahora estar con cada uno de ustedes y pedirles perdón por no estar a su lado cuando más me necesitaban, perdón por no jugar con ustedes, perdón por no limpiarte tu carita sucia de ángel del chocolate que te gustaba, perdón por no darte una navidad conmigo, perdonen por abandonar sus puestos de sus hogares en sus clausuras por no ayudar en sus tareas, perdón por mentirles que estaba de viaje mientras estaba preso por mis errores, perdón por no estar a su lado, perdón por cada lágrima de tu madre cuando le pedían algo y ella no podía dártelo, perdón solo a ustedes, perdón hijos míos. DIA 24 23
  • 24. Día 24, abres los ojos pensando que estas en casa, que vas a percibir el olor del pavo macerándose en la cocina, tus sueños te habían llevado a escuchar las melodías navideñas que desde niño acompañaban tu nacimiento, herencia de los abuelos y las luces del árbol que compraste con tanta ilusión para que tus hijos supieran que la navidad no sólo estaba en las películas americanas, sino también en casa, hasta ya has tratado de imaginar qué regalo les compraste a tu esposa, a tu madre, a tus hijos y dónde los tienes escondidos para que no los vean. Tus oídos escuchan cómo los narradores de noticias en la TV desean feliz navidad, dicen como están las calles, el tránsito, las compras, las personas ajetreadas, tu corazón, tus pensamientos planean llevar a tus hijos y a tu esposa al centro, comprarles cosas, ropa…, pero luego viene la pesadilla….Abres los ojos y estás en ese agujero maldito donde duermes ya hace tantos años, y se esfuma el olor a panteón y pavo macerado porque lo reemplaza la lejía y detergente sucio con la que están limpiando el pabellón. La música navideña se trastoca en horribles y estruendosos gritos de compañeros vociferando, insultándose o llamándose. No hay luces titilantes, sólo una media luz que te encoge y sientes un vuelco al corazón al saber que no verás a tus hijos esta nochebuena, que no los verás en navidad, que apenas si podrás llevarte un pedazo de algo a la boca, no puedes soñar con el pavo que preparaba tu madre. No habrán regalos, sólo los recuerdos que te llevan a añorar esos tiempos que parecían tan naturales pero que ahora venderías tu alma de la forma mas barata para recuperarlos, reniegas de haber dejado pasar esos momentos, de haberte ido a tomar ese año con tus amigos en lugar de pasarla con la familia. De haber sido egoísta comprándote lo que querías en lugar de comprarle eso que quería tanto tu hijo. Quieres morirte a cada segundo cada vez que ese desgraciado en las noticias dice que será una Feliz Navidad. Dios mío, ¿qué felicidad puedes encontrar aquí? Vendrán a verte tal vez tus familiares, pero se irán con lágrimas en los ojos, se irán con tristeza en el corazón y sientes que es tu culpa que tengan que pasarlo así. El día que se hacía tan corto cuando lo pasabas con tus seres queridos aquí es tan largo, tan duro, tan infinito, porque el sufrimiento duele en el alma, marca tu vida, sientes que durante muchos años en el futuro (si es que llegas a salir de aquí algún día) cerrarás tus ojos y recordarás cómo pasaste tantas navidades en este lugar. Sí, las calles están congestionadas, sí, hay tantas personas comprando, sí, hay tanto tránsito…, pero aquí no vemos eso hace tantísimo tiempo, no recordamos el monóxido de carbono que botan y contaminan, aquí nuestra desgracia nuestra tristeza huele mucho peor. La congestión sí la conocemos, sabemos lo que es la aglomeración, ¿te imaginas pasear por el centro de ida y vuelta en estas fechas?..., ¿pero sin que jamás acabe, sin conocer el final? Así vivimos aquí constantemente, día a día. Lo siento amor, no habrán compras ni paseo otra vez, pero gracias por venir, por no haberme olvidado, por traerme esa comida, por robarle tiempo a tu familia, para pasarlo conmigo, por hacer esa cola interminable afuera del penal y tener que darles propinas a esos corruptos para que te dejen pasar la comida que con tanto cariño me preparaste… Otros no tendremos visita, nadie se acordará de nosotros, haré lo imposible créeme, lucharé contra todo y contra todos, conseguiré esas monedas que cuesta la llamada para que así escuches mi voz antes que se congestionen las líneas, antes que se corte todo, antes que no puedas volver escucharme no se hasta cuando, créeme, será mi regalo para ti, no me interesa con quién me endeude, no me interesa que mañana me saquen del pabellón por robar esa fruta que venderé, todo esta en poder llamarte y decirte cuánto te amo, que me esperes, que no me tires la toalla, que no dejes de 24
  • 25. pensarme, que a pesar que no te puedo regalar nada mi corazón es solo para ti, es solo tuyo. Hijita, perdóname que otra vez no haya muñeca, sé que tal vez no hubieras querido ese juguete porque ya creciste desde el día que me viste humillado por la GESTAPO, por los nazis malditos que me metieron aquí…, sé que has querido verme pero no te han traído, sé que has querido salir a pasear, creer en Papá Noel, pensar que te contaba, te decía que los regalos que aparecían en el árbol eran del viejito panzoncito que nos visitaba en el trineo, pero hace años ya cuando viste que no había más regalos, ni siquiera árbol, ni nacimiento, ahí despertaste y dejaste de ser una bebita para convertirte en una niña, y dejaste de creer en Papá Noel , en la navidad, en los milagros…perdóname por haberte decepcionado, por haber roto esos sueños que quise construir para ti, perdóname porque te fallé, lo sé, y jamás tendré oportunidad para volver a vivir esas navidades de tu niñez porque ellos te las arrebataron, y yo, yo los ayude… Hijo, sé fuerte, cuida a mamá, a la abuelita, reza por el abuelo, tú no serás como yo, lo juro, tú no le causarás ese daño a los que te queremos, tu serás un hombre de bien que vivirá sus navidades con su familia, te dejé niño enseñándote a manejar una bicicleta, pero ahora eres ya un hombrecito, ya me reprochas el no estar contigo otra vez, pero me premias con las mejores notas en tu colegio, me has hecho preguntas que los mejores no podrían contestarte. Espero algún día Dios me ilumine y te pueda decir por qué pasan estas cosas, que pueda encontrar la manera de no quebrar tu corazón al contarte mi realidad, esa realidad que pensé que no descubrirías jamás, pero ahora la sabes y tu corazón no quiere aceptarla. Se acaba el día de visita y aquí todos están listos para ¿“celebrar”?. Trato de estar ocupado, trato de hacer lo que sea que no me haga recordar esta realidad tan cruel, trato de este día no maldecir a los que un día me metieron en este hoyo de perdición de tristeza, a quienes un día no les importó sentenciarme a tantos años sin pensar que me matarían en vida, que me apartarían de mi familia por estas fiestas que me han hecho morir una y mil veces, que destrozan mi alma hasta que sé que no la recuperaré más. Es casi nochebuena, cada uno con su locura, unos perdidos en la droga, otros perdidos en lo que les trajeron de comida, otros en el teléfono, otros mirando a las estrellas esperando ver el fulgor de los pirotécnicos, otros como yo caeremos de rodillas implorando a Dios que nos saque de aquí, que nos reúna con las personas que amamos tanto y que hace tanto que no vemos… Le suplicaremos que nos perdone, que nos de la última oportunidad, que NO permita que pasemos una navidad más en este cementerio de muerte y olvido EL MAYOR CRIMEN Es tan difícil. Lo medito mucho mientras siento la soledad en el mundo. Es verdad, estoy solo, y sé que nací para luchar; que nunca estuve listo para nada; que pertenezco a la raza de los que bregan siempre, de los que no tenemos opción, y que vivimos en el extremo, totalmente alejados de las comodidades, del buen recaudo de una casa donde no hayan preocupaciones por dinero, y al mañana se le vea con expectativas optimistas. Es tan difícil, estar en los barrios más bravos, y sobrevivir, sin sueños ni esperanzas. 25
  • 26. Y estoy a punto de cruzar la línea. Nadie sabe qué siento ahora. Mamá está muy enferma en casa. Hace meses que su salud deteriorada me parte el alma. ¿Alguien puede entender mi resentimiento y no darme la razón? Qué mundo es éste donde nací para ser pobre y olvidado. Yo veo pobreza por todas partes. La carencia de comida. La soledad en las calles donde debo ser más fuerte de lo que soy. Pero cómo recuerdo las palabras de mis profesores: eres un buen muchacho. Tenemos fe en ti. Eres nuestra promesa. Y claro, tenía mis libros y estos dieciséis años con los cuales me siento varado en un camino sin salida, sin elección. Los rostros cansados de mis vecinos se abaten ante el devenir de nuevos días llenos de lo mismo. Escucho el discurso del Señor Presidente, y yo ya no creo: son sólo palabras, palabras que nunca llegan a mi barrio, donde son pocos los que saben leer y tener un oficio digno. Hoy he salido de casa, decidido a todo. Y empiezo a internarme por los barrios de clase media alta. Me siento un extraño. Me siento marginado. Tengo la certeza que no soy de su agrado. Que les apesto por no ser igual que ellos. La multitud de personas que veo respiran tranquilidad. Todos caminan con espontaneidad. Nunca el mundo será mejor para ellos. Y yo tengo hambre. No lo he dudado, porque me he hallado corriendo con la cartera en la mano en medio de gritos que nunca pensé oiría, gritos humillantes y condenatorios: ¡Ratero! ¡Ratero! Por Dios, esto es el infierno. Eso es lo que pienso mientras corro y siento el estrepitoso caer de mis pies sobre el duro asfalto llegando desde lejos la bocina de un carro policial. He sentido cómo me han levantado en peso y me han metido en una camioneta donde dos rudos hombres de cabello cano y mirada experimentada me han apuntado con una revolver y me han dicho: ¡Cállate! Atrás han quedado las demás personas que corrían mientras que veía cómo la señora a quien había hurtado su cartera, vociferaba con la mano en alta persignándose y diciendo: ésta juventud de hoy en día, perdida para el mal de nuestra sociedad. Alguien le había alcanzado su cartera. La misma cartera que estos hombres de la camioneta donde estoy me la quitaron, para dejarla en el camino, al alcance de la señora. Una por una, las lágrimas salían de mi rostro, y el miedo cada vez era mayor. No sabía qué pasaba. No sabía quiénes eran estos hombres. No sabía a donde iba. La camioneta estacionó en una esquina solitaria. Y el mayor de los dos hombres me desencañonó y dijo: ya puedes estar tranquilo. Seguía sin entender nada. ¿Qué pasaba acá? Bajamos del auto y nos dirigimos a una tienda donde había una señora de carácter serio e indiferente, indiferente como todo el mundo que conozco y que no quiere comprometerse con nada ni nadie. Nos sentamos los tres a una mesa mientras que el otro hombre pidió una Inka Cola de dos litros, heladita, y dos empanadas de carne. Eran para mí. 26
  • 27. -Eres de los nuestros-fue lo que dijo el hombre cano y de ojos ahora calmados y serenos-.No sabes lo que te iba a pasar. Y entonces escuché una larga historia, muy parecida a la mía. La gaseosa me saciaba la sed. Y esas empanadas llenaron mi hambre de días. -No podemos salvar a todos los jóvenes del mundo-oí decir del otro hombre-.Pero te necesitamos. El mundo nos necesita a todos. Pasé la mayor parte de mi juventud preso por un delito parecido al tuyo. Yo tampoco sabía qué hacer bajo tus mismas circunstancias. Porque adentro, otra es la realidad, adentro es el verdadero infierno. No lo imaginas ni imaginarás nunca. -¿Por qué me han ayudado y me dan de comer?- les pregunté un tanto desconfiado. -Porque eres como nosotros. Ya te lo hemos dicho. -Sigo sin entender. -Mira, la mayoría de errores que los hombres cometemos, son justamente porque ignoramos el desenlace de éstos. Esa es la experiencia: un cúmulo de errores no esperados. Sin embargo así aprendemos. Y damos a los demás porque igual fue con nosotros. En el mundo también hay personas buenas, o al menos con buenos propósitos. Formamos parte de una ONG que rescata a los jóvenes desesperados que están a punto de echar a perder sus vidas. Lamentamos que nuestra ayuda no pueda llegar a todos. Pero eso no nos derrota. Seguimos en nuestra labor de hormiga ante el titán del sistema. Quizás solos no podamos con la sociedad, pero unidos sí podremos. Te pedimos que te nos unas. En nuestra ONG hay decenas de personas que han rehecho sus vidas. Hombres que ahora son de bien, y que cumplen la misma función que nosotros cumplimos, para estar allí, cuando la soledad del mundo atrapa al hombre, y no le deje opción dentro de la realidad. No es fácil. El término es: difícil. Más aún cuando se sabe que uno nació para luchar sin estar listo para nada. La historia de nuestro amigo es aislada, porque no todos tienen la misma suerte de poder ser rescatados y ayudados. Suena más a ficción que realidad. Sin embargo es lo óptimo: ayudar a los demás, rescatar a los que están confundidos y desorientados. Ayudar y nunca pedir a cambio nada, sólo ayudar, darse la mano, respirar solidaridad, dar esperanzas. Porque tal vez tú o yo estemos al margen de todo esto e indiferentes no queramos hacer caso a lo que en la calle pasa. Pero ocurre. Pasa. Es real. Y el mayor crimen, no es condenar, no, ese no es el mayor crimen. El mayor crimen es no ayudar: ¡Ese es el mayor crimen PURGATORIO El encargado del registro carcelario hoy recibe cerca de noventa personas, algunos inocentes otros culpables, todos al mismo costal, dentro de poco separados como ganados para ser enviados los diferentes penales del Perú. Pronto empieza la gran pesadilla, ahora alisten sus manos que sus dedos serán fichados con tu alma asta la eternidad, un ate sedente que marcará y tocará tu corazón de por vida. Fichado para el mundo como una hoja remolineándose al viento ni los gritos ni tus lágrimas serán escuchados en esta tarde fría como las rejas sin color, y pared que sólo vieron dolor y sangre de tristeza silenciosa en espera que suenen los grilletes que vienen raspando el suelo sucio de este purgatorio, trayendo al ángel de la muerte. Se siente en este lugar donde tantos hombres avezados dejaron sus lágrimas y saben que pronto pasarán al infierno de las prisiones. 27
  • 28. NAVIDAD AÑORADA Estaba con ella, paseando por las céntricas calles de la ciudad, y ella se abrazaba a mí con todas sus fuerzas. Lo que vivía ya no era un sueño. Era la consecuencia de una esperanza que maceraba segundo a segundo en el penal. Ya de esto habían pasado meses, y le comentaba a la mujer que me visitó siempre y con ello demostró el amor que me tenía, que miles como yo, en todos los penales del Perú y del mundo, ansiábamos con este placer tan simple y sencillo, que a vista de aquellos que no conocen las experiencias rudas y extremas como el encierro, dan poco valor a detalles como éste, el de pasear por las calles de la ciudad, con el amor de su vida. Porque en mis pensamientos no había más dicha. ¿Fortuna? ¿Poder? Nada, nada de ello era comparable a lo que fue mi anhelo por años. Mañana será nochebuena, y recuerdo a mis amigos del penal, encerrados sin poder ser libres. Padeciendo algunos el olvido de quienes se creyó eran amigos, buenos amigos; más crudo aún, las mujeres, esas mujeres que repetían siempre: te amo, siempre te amaré, por amor haré cualquier cosa por ti. Y es que al caminar en libertad, le comentaba a mi amor, que mi dicha, mi bendición, era no sólo tenerla a ella a mi lado, sino el poder estar disfrutando de algo que los demás ven con indiferencia y sin valor: el poder caminar por la noche, bajo la luna, contemplando las estrellas y los rostros de las personas, con el uso legítimo de una libertad, que había ansiado mucho, y que por fin era real. Yo le comentaba a mi mujer, que allá las cosas son de sufrir. Que la felicidad sólo la conocen pocas personas, y que si estaba algo emocionado en estas fechas, era porque mi deuda con la sociedad estaba saldada; porque quería empezar de nuevo; porque recordaba a cada momento los días inacabables en donde la pensadora me ganaba la moral, o la desesperanza de mis compañeros me entristecía y me deprimía casi siempre. Pero ahora el tiempo ha pasado. Y lo que veía como algo imposible, irreal, lo vivo emocionadamente. Y sé que mi mayor fortuna es poder ser como quise ser siempre: un hombre que nunca se rindió, y que quiere empezar de nuevo, con su amor, porque tiene dignidad. Sin embargo, no dejo de sentirme apesadumbrado. Porque sé que mientras yo paseo con mi mujer por las calles céntricas de mi ciudad, disfrutando de la alegría de estas fiestas, mis amigos, la gente real, la que sufre, la que padece torturas, la que está hacinada en tugurios dentro de los penales, me recuerdan, que hay gente que también sufre. Que la navidad nos llega a todos de manera diferente. Que mientras para unos, el esperar las doce de la noche es motivo de felicidad, para otros es motivo de dolor; porque no sólo uno no es libre; queda también el amargo sentimiento de no poder estar al lado de los niños de uno, de no poder comprarles esos carísimos juguetes que los de clase alta pueden comprar, o que por estar preso, atrapado por las circunstancias que no eligieron, en sus hogares se sientan a la mesa, donde el más pequeño de manera inocente pregunta: ¿y dónde está papá? Entonces cómo podría olvidar a los que son como yo. Creo que jamás. Lo que sí tengo como certeza, es que ahora es el momento que siempre desee volver a tener. Y camino entre villancicos que salen de los estéreos de las tiendas, y los papá noeles que con su jo jo jo, me devuelven la esperanza de un mejor mañana. Porque mi mujer me repite siempre: es igual intentarlo o no intentarlo. No hay diferencia en hacerlo o no hacerlo. Lo que vale es nuestro amor y a eso hay que aferrarnos. Vivimos en una oración y ahora tú estás conmigo. Y te juro que lo 28
  • 29. lograremos. Yo le escucho y me emociono. Y ruego a mi Señor por mis compañeros de todos los penales del Perú y del mundo, porque no pierdan nunca la fe y la esperanza, a pesar de saber que están en un lugar que es insoportable, donde la palabra Ley es sinónimo de abuso ante los que ignoran o no saben, cómo defenderse, y qué derechos les asisten, dentro del penal. Rezo por ellos siempre, sin perder la esperanza que un día los pueda encontrar en la calle con su mujer como yo, para estrecharnos y darnos un fuerte abrazo, y decir con tono firme y seguro: ¡Vencimos! EL VENENO DEL ESCORPION BLANCO Cuando caminas por esa senda que se asemeja a los linderos de los nichos en un cementerio pueblerino con lápidas partidas y flores marchitas, de igual forma sientes esos pasos en tu corazón y oídos cuando los escuchas clamar en el camino. Piden algo que ellos usarán para matarse de a pocos, para consumirse a segundos, y se te presiona el corazón al saber que una vez fueron realmente personas comunes. Muchos traen el escorpión maldito desde la calle, otros recién conocieron el más profundo de los males cuando quisieron escapar de una depresión, de una tristeza, de un problema, pero murieron para siempre cuando lo probaron. Venían con la culpa, con la conciencia intranquila, con pesadillas de la calle y cuando les pusieron el veneno no les quedó otra más que absorberlo. Qué clase de reforma desean estas autoridades si nos introducen en el único lugar donde encontrar droga es lo mas fácil y común. Nos convierten en guiñapos humanos porque no les interesa donde nos meterán. En el cementerio de vivos ingresan kilos y kilos de todas las clases de drogas; para una persona adicta no hay mejor cielo, para una persona que no lo es….es la perdición segura. En esta prisión no existe la alegría, no existen las razones para decirle no al veneno, al escorpión que tarde o temprano te inyectará su veneno. Qué vida tan espantosa es la que llevan estos seres humillados a cada instante, hacen lo que sea por unas monedas que salven su noche, que les permitan estar endurecidos en sus cuerpos y mentes para así olvidar por unos instantes que son ya deshechos andantes. Camino y tropiezo con ojos desorbitados que pelean por un encendedor mientras con un clavo oxidado raspan un tubo de metal que hace las veces de pipa, intentan sacar los pedacitos quemados de droga retrocedida, el concolón de la base de la droga que fumaron hace minutos, que los convierte en casi zombis por la noche entera, la droga mas barata del mundo y la mas adictiva y perjudicial, capaz de hacer que estas personas maten, roben, humillen por unas simples monedas para su veneno. Muchos venden su propio cuerpo, ya no les importa nada, sólo esperan pasar unos minutos atontados por las más desconocidas drogas; qué espantosos olores despiden esas hierbas, parecen malezas podridas que se queman igual que los corazones sin esperanzas de los que moran en este cementerio de droga. El olor putrefacto que despiden ciertas drogas hace que uno imagine que están quemando deshechos del inodoro, pero son hierbas, sustancias, drogas en todas sus 29
  • 30. clases mezcladas de maneras increíbles. Si los ves en la noche agrupados, todos pegados unos con otros, todos fumando, inhalando, absorbiendo lo mas destructivo que un ser humano pudiera encontrar para hacerse daño a si mismo, se te asemejan a gallinazos moribundos con ojos en llamas, con mirada perdida. Al fin acabaron de raspar, ya se puede ver los restos carbonizados de droga y algo más, mezclados con pedacitos de clavo podrido y partículas brillantes del metal arañado; con ansiedad le aplican la llama del encendedor que se torna azul como el cielo que se ensombrece con nubes de humo que se elevan al lado de almas incandescentes, perdidas y recluidas en el mundo olvidado donde la droga reina, donde las almas no conocen la rehabilitación. Casi todos son personas en la flor de la vida, jóvenes que no han conocido un matrimonio, que no saben lo que es tener un hijo por quien luchar, otros han olvidado a su familia y solo la recuerdan para exigirles – que no pedirles- dinero, comida, ropa, todo con tal de revenderlo por un poco de veneno para destruir sus almas. Los ves que muchas veces quieren escapar, huir del veneno, pero los han sentenciado a tanto tiempo, los han asesinado recluyéndolos en el peor lugar del mundo donde el vicio, el veneno, los ha atrapado destruyéndolos para siempre. Sigues escuchándolos, te ruegan por una moneda, te ofrecen lo inofrecible, algunos se esfuerzan tanto que pueden conseguir el dinero que les permitiría dormir sobre un colchón, echarse un buen bocado al estómago y al alma, pero lo consumen en su vicio en apenas minutos; jamás se levantarán, no hay nada ni nadie que les tienda la mano y borre esas cicatrices en sus cuerpos y almas que causan día a día el veneno que suelen fumar. La noche se ensombrece en Lurigancho, el cielo se opaca por el humo que se eleva curtido de almas desangrantes y maltrechas de cuerpos y sentimientos muertos, de esperanzas destrozadas. Los cuerpos contaminados de droga morirán pero jamás dejarán de humear esta maldita piedra de (coca retrocedida) crack, en éstos los pálidos nichos del penal de Lima. SONRISAS DISFRAZADAS Cuando vemos que se acercan las 9am del sábado es cuando sentimos más el golpe, ese tipo de sopapo que es cuando la vida se calza guantes con herradura y te acierta en medio del corazón y tus pensamientos. Es como cuando la tarde del viernes santo la corona de las diez mil espinas la sintió nuestro Dios en sus sienes. Porque nada hay mas horrible en medio de una prisión que ver como todos reciben a ese ser querido mientras que tú deberás vagar como alma en pena divagando tu soledad mientras que otros tienen ocho horas, un soplo de vida. Hay un dicho, “no comas tu pan delante de los pobres”, y es cuando haces exhibición delante de otros de algo que ellos no pueden tener. Mientras que comienza a clarear el día levantamos la mirada hacia los cerros, esos cerros que son tan distintos a los demás que vi mientras viajaba por este país. Son cerros, montañas con grandes rocas, un color inexplicable, indescriptible, montañas tan altas como la injusticia de este penal, que han presenciado motines, peleas, hambre, sed, desesperación, lágrimas, angustia, y mil muertes. Vemos esas montañas a esta hora, envueltas en neblina, brumosa como nuestras esperanzas, densas como nuestras lágrimas desesperadas. 30