Las tres principales tentaciones de Jesús fueron: 1) Convertir piedras en pan para satisfacer su hambre física. Jesús respondió que el hombre no vive solo de pan, sino de la palabra de Dios. 2) Lanzarse desde lo alto del templo para que los ángeles lo salvaran y probar su divinidad. Jesús citó la Escritura de no tentar a Dios. 3) Adorar a Satanás a cambio de recibir los reinos del mundo y su gloria. Jesús dijo que solo a Dios se debe adorar.
3. Mat 4:1 Entonces Jesús fue
llevado por el Espíritu al
desierto para ser tentado por
el diablo.
Mat 4:2 Y después de hacer
un ayuno de cuarenta días y
cuarenta noches, al fin sintió
hambre.
Mat 4:3 Y acercándose el
tentador, le dijo: «Si eres Hijo
de Dios, di que estas piedras
se conviertan en panes.»
Mat 4:4 Mas él respondió:
«Está escrito: No sólo de pan
vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca
de Dios.»
4. La tradición nos habla de la montaña de la
cuarentena en el desierto de Judá, frente a la
antigua Jericó, donde había, y aún existen,
muchas grutas naturales. Este desierto está
ubicado al sur de Palestina, entre Jerusalén y
el mar Muerto. Las colinas son como
acumulaciones de polvo. El suelo suena a
hueco y las piedras parecen recién salidas de
un horno. Hay precipicios de 400 metros.
Todo es desolación, soledad y quietud. El
Espíritu Santo lo lleva allí a meditar.
5. Vemos que Jesucristo después de su Bautismo,
quiere disponerse a cumplir con su misión de
Mesías y Redentor retirándose al desierto para
entregarse a la vida de oración, de intimidad con
su Padre, y a la vida de penitencia, la mejor
preparación para todo apostolado, y el ejemplo
de Cristo será seguido por todos los que con
sinceridad quieren seguir a Cristo
6. El Evangelio dice que: “El Espíritu condujo a Jesús al
desierto para que fuera tentado.” No es que Dios sea
la causa de las tentaciones y que él quiera que su Hijo
sea tentado por Satanás, sino que las permite y entran
dentro de su plan de redención. El Padre quiere que su
Hijo aparezca en todo como verdadero hombre,
hermano de los hombres, igual a ellos en todo menos
en el pecado. “Nuestro sumo sacerdote no se queda
indiferente ante nuestras debilidades, ya que Él mismo
fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a
excepción del pecado.” (Hebr. 4, 15: Cfr. Fil 2,7) Esos
cuarenta días Jesús vivió entre animales salvajes y los
ángeles le servían.
7. A LA PRIMERA TENTACIÓN de convertir las piedras en
pan, responde el Señor con una cita del Deut. 8 ,3: “No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios”. En este texto se recuerda a los
hijos de Israel, cómo Yahvé los alimentó
milagrosamente con el maná del cielo en el desierto.
Lo que Jesús da a entender con esta
respuesta es su plena confianza en
su Padre Dios cuando le exige
sacrificios: aquí concreta- mente, el
sacrificio del ayuno.
8. Mat 4:5 Entonces el diablo le
lleva consigo a la Ciudad
Santa, le pone sobre el alero
del Templo,
Mat 4:6 y le dice: «Si eres
Hijo de Dios, tírate abajo,
porque está escrito: A sus
ángeles te encomendará, y
en sus manos te llevarán,
para que no tropiece tu pie
en piedra alguna.»
Mat 4:7 Jesús le dijo:
«También está escrito: No
tentarás al Señor tu Dios.»
SEGUNDA TENTACIÓN
9. A la segunda tentación de realizar un milagro
espectacular para buscar y atraer la popularidad del
pueblo, Él Señor responde con otra cita del Deut.
6,10:”No tentarás al Señor tu Dios”.
Se alude al pasaje del Éxodo en el que los israelitas, al
faltarles el agua exigen a Moisés un milagro y él les
responde: “¿Por qué tentáis a Yahvé?”. Exigir a Dios
milagros es todo lo contrario de confiar en Él. Exigir a
Dios hechos espectaculares buscando el aplauso de la
gente es siempre contrario a los designios de Dios.
Es tentar a Dios y dar muestras de ninguna confianza en
Él ni en sus planes redentores.
10. TERCERA TENTACIÓN Mat 4:8 Todavía le lleva
consigo el diablo a un
monte muy alto, le
muestra todos los reinos
del mundo y su gloria,
Mat 4:9 y le dice: «Todo
esto te daré si postrándote
me adoras.»
Mat 4:10 Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás,
porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a
él darás culto.»
Mat 4:11 Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se
acercaron unos ángeles y le servían.
11. La tercera tentación es la
más cruda de todas. Se
trata claramente de
abandonar a Dios para
entregarse a Satanás
manifestado en los ídolos
del poder y de la riqueza.
La respuesta de Jesús es
tajante: “Al Señor tu Dios
adorarás y a Él sólo darás
culto”.
12. Mat 4:11 Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se
acercaron unos ángeles y le servían. Esta tomada también del
Deut. 6 , 13 y era,
podríamos decir , la
jaculatoria de los
israelitas al entrar en la
tierra prometida. Y el
“¡Apártate Satanás!” es
una repulsa total al
mesianismo terreno que le
proponía el demonio.
13. NUESTRAS TENTACIONES: Los Santos Padres han
visto en el hecho de las tentaciones de Cristo el
objeto también de nuestras tentaciones. En el
caso del hombre las tentaciones son mucho más
claras y de tendencias también mucho más
bajas, pero, en cierto sentido, el contenido de
ellas lo encontramos en las tentaciones de
Cristo.
14. ¿DE DÓNDE PROVENÍAN LAS TENTACIONES?.
Provenían del exterior, de Satanás. Del interior de
Jesús no podía provenir tentación alguna (San
Gregorio).
¿POR QUÉ EL DEMONIO SE ATREVE A TRAERLE
TENTACIONES? Porque no sabía con certeza que
fuera Dios. Había oído las palabras “Este es mi
hijo amado” en el Jordán, y lo había visto ayunar
cuarenta días, pero ahora al notar que padece
hambre, duda que sea Dios.
15. ¿CUARENTA DÍAS SIN COMER? Vivía solo de la vida
espiritual. De la contemplación Durante estos éxtasis
podían estas suspendidas milagrosamente en él las
necesidades corporales de comer y beber. Es propio del
éxtasis absorber la vida material.
JESÚS SE RETIRA AL DESIERTO: Se retira de los hombres
para hablar de ellos con Dios. Vino para enseñarles a
triunfar del mundo y sus concupiscencias y se retira para
ayunar y pasar hambre. Vino para enseñarnos a triunfar
de las tentaciones del demonio y se retira para sufrir las
tentaciones.
16. ¿QUÉ NOS ENSEÑAN LAS TENTACIONES:
LA PRIMERA:
Que los interese del espíritu deben prevalecer sobre las
necesidades del cuerpo.
Que nuestro principal alimento debe ser cumplir la
voluntad de Dios, expresada en sus Palabras.
Que debemos confiar completamente en la Divina
Providencia que sabe lo que necesitamos aún antes de
que se lo digamos
17. La primera tentación es ESCOGER EL CAMINO FÁCIL Y MÁS
CÓMODO en vez de escoger el camino de las dificultades y
humillaciones. En vez de ir a una casita no muy lejana y
pedir algo de comer, y exponerse a un regaño o a que le
impusieran un oficio humillante para ganarse ese alimento.
Tratar de usar su poder de hacer milagros para convertir
piedras en pan hubiera sido desconfiar de la Providencia de
Dios, que alimenta a las aves y cuida de las flores, y sabe
que una persona vale mucho muchas que muchas aves.
Si Jesús convirtiera las piedras en pan, al instante le
seguirían los epulones del mundo, jurando creer en él, pero
en realidad buscando sólo aprovecharse de ese pan.
18. LA SEGUNDA TENTACIÓN:
A no exponernos temerariamente a peligro y ocasiones sin
necesidad grave. Ya sabemos que en estos casos sólo se
sale victorioso por un milagro de Dios. Y él no reparte
milagros a los que andan desafiándolo para que los haga.
¿De qué le sirvió a Pedro exponerse al peligro en Casa de
Caifás?
A no emprender obras demasiado difíciles para satisfacer el
orgullo y el prurito de figurar ( si es solamente para gloria
de Dios y bien de las almas, si hay que ser audaces, como lo
fueron los santos). Desconfiemos de las soluciones
extraordinarias y de los hechos espectaculares
19. ES LA TENTACIÓN DE LA POPULARIDAD: que ataca a
tantos apóstoles, a tantos líderes, a tantas personas
generosas: querer ser populares, conocidos, admirados.
“Si lo que busco es el aplauso de la gente, ya no soy
siervo de Cristo” decía San Pablo. En el apostolado la
tentación frecuente puede ser: ponerte a ti como centro,
y no a Dios y su gloria. Fue la tentación de Adán: colocar
como centro de su vida: no a Dios y sus mandamientos,
sino a sí mismo y sus caprichos y su egoísmo.
20. RECORDEMOS: Jesús en vez de lanzarse desde lo más alto
del Templo para ser aplaudido, se lanzó a lo más alto de la
cruz, para ser burlado, pero Dios lo exaltó y le dio un
nombre sobre todo nombre.
LA TERCERA TENTACIÓN. Tener mucho. Mandar mucho,
aunque haya que adorar al pecado. Eso se llama:
ambición, avaricia. Pablo dice que muchas personas
llegaron a los más profundos abismos de miseria y
perdieron la paz del alma, por su ambición, por su avaricia,
por tener demasiado deseo de dinero.
21. ES LA MODERNA IDOLATRÍA: el querer cambiar a Dios,
por falsos dioses: casa, automóvil, finca, almacén, lujos,
aparatos finísimos, aunque haya que adorar noche y día
al enemigo del alma. “A cuántos ha perdido la avaricia”
(1 Tim, 5, 10).
Deberíamos decir con Salomón: Señor que ni me sobre ni
me falte. Porque si me sobra me olvido de Ti, y si me
falta me desespero” (Proverbios 30,8)
22. LAS TENTACIONES LLEGAN Y LLEGARÁN: La tentación
suele arreciar cuando nos acercamos más a Dios, porque
Satanás presiente que nos pierde y que nos le
independizamos. La tentación es una prueba de Dios,
para que, más libre y más responsable y meritoriamente
nos adhiramos a su Santa Voluntad y nos apartemos del
mal. En esta lucha el hombre no está desprovisto de
ayuda: la primera es la oración. Si pensamos que Dios
está con nosotros nos sentiremos acompañados por
quien es la misma fortaleza.
23. Nuestras principales tentaciones son los siete pecados
capitales; orgullo, avaricia, envidia, lujuria, gula, ira y
pereza. Son tentaciones de saciar nuestros instintos aún
en contra de la voluntad de Dios; es el afán de honor, de
gloria, de soberbia que rige nuestra vida y las relaciones
humanas; es la pasión grosera de la codicia, del apego al
dinero, a la riqueza; y la ambición incontrolable de poder.
Es el posponer a Dios ante nuestros ídolos de placer,
poseer y poder. Las grandes tentaciones del hombre
serán siempre alejarse de Dios, para postrarse ante el
gran ídolo del “yo” egoísta, y ante los otros ídolos
servidores del Yo.
24. Las grandes tentaciones del hombre serán siempre
alejarse de Dios, para postrarse ante el gran ídolo del
“yo” egoísta, y ante los otros ídolos servidores del Yo.
En un grado u otros estas son las tentaciones por las
cuales han pasados todos los hombres, incluidos los
santos.
Cristo nos enseña con su ejemplo que la oración, y la
penitencia, la mortificación de los sentidos, son medios
eficacísimos para superar cualquier tentación. Y al igual
que Jesucristo, vivir siempre en una total confianza en
Dios y en su infinita misericordia.
25. Finalmente se nos dice que el diablo dejó a Jesús por
entonces, dando a entender que volvería de nuevo a
tentar al Señor. La otra tentación de Jesús fue cuando
llegó la hora de su pasión y sintió la tremenda agonía del
Huerto de Getsemaní y el abandono de su Padre Dios:
“¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?. El
mismo Cristo refiriéndose a esta hora de la Pasión, dijo:
“Esta es vuestra hora y la hora del poder de las tinieblas”
(Lc. 22,52).
26. Si Cristo fue tentado hasta en el momento de su muerte,
no nos puede extrañar el que nosotros seamos también
tentados a lo largo de toda la vida. La tentación no nos
hace malos ni peores. Es el crisol donde se prueba
nuestro verdadero amor de fidelidad al Señor. Nunca
debemos desanimarnos ante las tentaciones. Contamos
con el amor y la fortaleza del Señor para superarlas. “Se
fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida” (Apoc
2,10).