26. DE A T AL A E SAL ANCA
J U M N
AM
Acércate al frio del calor de esta ciudad.
Deja que tus sentidos inmortalicen en tu alma,
cada piedra, cada huella del paso del tiempo,
del arte, del amor por la belleza.
E
stas calles dueñas del sueño de Unamuno,
se adueñarán de ti también, si levantas la
vista,
si dejas que tus ojos,
como L
azarillo, acompañen a tu corazón,
que solo sienta lo que quiera sentir.
Deja que ahora se beban la historia,
tus bocanadas, las ansias de vivirla el primero.
Deja que ahora huela,
para no olvidar jamás,
el olor de esta mañana vieja y nueva,
cambiante y estática.
M
añanas de la Rúa, de Fonseca,
del huerto de M
elibea, por ser suyas sus flores.
Salamanca “Como decíamos ayer…”
Como diremos siempre.
“Salamanca Roma la chica” y también la
grande.
H tuya la Universidad y la P
az
laza
y Anaya. “H
echiza la voluntad…”
T marcharás de ella sin irte nunca.
e
E imposible sacarla de tus entrañas,
s
no querrás, no podrás, no querrás…
Una enamorada de Salamanca.
T –Sevilla.