Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Resumen Aristóteles
1. NOCIONES ACLARATORIAS ARISTÓTELES
Término medio, funciones del alma, ciencias y virtudes
La referencia al término medio parece relacionada en Aristóteles con su
concepción del equilibrio universal, que hace del cosmos un todo ordenado y bello. El
cosmos muestra un establecido por una inteligencia superior, de manera que nunca se
pasa del frío extremo al calor ni viceversa, sino que hay una transición progresiva (la
primavera). Ni se pasa sin más del día a la noche, porque el atardecer constituye el
período intermedio.
Antes de comenzar a ver con detenimiento las características y elementos de la
virtud. Conviene que hagamos aquí un alto en el camino. Para Aristóteles todo objeto,
todo animal, toda profesión tiene una función determinada. Conviene que recordemos
aquí que el universo aristotélico es un universo finalístico (teleológico). Es decir,
focalizado en los fines. La función del médico sería la de curar, la del cuchillo la de
cortar, la de la silla soportar un peso determinado… etc.
El problema surge cuando la finalidad que se analiza es la del ser humano. No
todo es tan sencillo ahora, ya que… ¿Cuál es la función ser humano? Evidentemente,
la respuesta no es simple ni fácil. Aristóteles señalará que el ser humano desempeñará
diferentes funciones dependiendo del lugar que ocupe en la sociedad.
El ser humano como compuesto de cuerpo y alma tendrá también unas funciones
propias, y serán las funciones del alma las que nos interesan especialmente en el tema
de la ética.
El alma tiene diferentes funciones:
- NUTRITIVA CRECIMIENTO REPRODUCTIVA
Funciones del - SENSITIVA Y APETITIVA → VIRTUDES ÉTICAS O MORALES
ALMA
- PENSANTE → VIRTUDES DIANOÉTICAS O INTELECTUALES
A cada una de estas funciones corresponderá una virtud (areté) que consistirá
en la eficacia de su ejecución. Son funciones características pero evidentemente,
pueden ejecutarse correctamente o no.
Este orden cósmico debería tener también su reflejo en la pólis. Veamos con
más detenimiento dos clases de virtudes que distingue Aristóteles:
(a) morales (éticas), perfeccionan nuestro carácter (ethos). La virtud ética es un
hábito desiderativo (manera de desear constante) que consiste en un término medio del
deseo establecido por la prudencia (reflexión práctica). Según el ejemplo del ser
humano prudente. Es un término medio desde el punto de vista del deseo y un extremo
desde el punto de vista del valor moral.
El alma humana es un todo orgánicamente estructurado. Si el humano funciona
bien, su parte racional guiará sus deseos. Si por el contrario funciona mal, sus deseos
se descontrolarán y escaparán a la dirección de la razón. Todos aquellos deseos que no
respondan/obedezcan a la razón representarán un defecto de funcionamiento. La virtud
moral consiste, pues, en el control de la parte volitiva del humano por la pensante:
2. Volición, marca los fines.
ANÁLISIS DE LA Boúleusis: Deliberación, sopesa los medios.
ACCIÓN HUMANA Proaíresis: Decisión, conduce directamente a la acción.
Para que se dé la excelencia ética precisamos del hábito ético. Es decir, una
manera constante de desear que incorpore el principio moral. Los hábitos morales se
constituyen por repetición.
Aristóteles no puede concebir que un ser humano sea generoso en una sociedad
que no lo es. Ya que el ser humano para Aristóteles se instruye en ejemplos. Luego, no
tenemos otra forma de transmitir la generosidad que no sea dando, por eso en
Aristóteles es tan importante la educación moral. La constitución del hábito moral
parte necesariamente del ejemplo de ahí el papel del maestro.
Para concluir esta parte tenemos que tener en cuenta que la prudencia es la
última instancia directora de la conducta humana tanto en la esfera personal como en la
vida política. Pero no basta con deliberar con prudencia y concluir atinadamente que tal
acción o tal otra es la preferible. A la deliberación sigue la elección y es necesario estar
dispuestos a elegir lo correcto y a mantenerse en la elección. Con otras palabras, es
necesario estar dispuesto a seguir el consejo de la prudencia. Esto depende ya del
carácter. Son pues, necesarias las virtudes del carácter, las virtudes éticas.
(b) intelectuales (dianoéticas), se encargan de perfeccionar nuestra
capacidad de conocer. Entre algunas de las virtudes cita la prudencia (phrónesis), la
virtud propia de una persona sensata; y la sabiduría (sofía), culminación de la vida
moral. En este sentido, la virtud es el cultivo de todas las cualidades personales, una
huida de la mediocridad. No es simplemente la repetición mecánica de actos o prácticas
virtuosos.
Puesto que el bien del conocimiento es la verdad, las virtudes intelectuales son
disposiciones o estados (hábitos) mediante los cuales se alcanza la verdad. Aristóteles
enumera y distingue cinco:
1) Sabiduría (sophía) conocimiento que aúna la ciencia y la intuición y que tiene
como objeto el desarrollo de lo que es más excelente por naturaleza.
2) Entendimiento o intuición: (noûs), disposición a la cual corresponde la
captación de los principios.
3) Ciencia: disposición intelectual relativa a lo necesario y cuyo proceder es
demostrar.
4) Arte: conocimiento orientado a la producción que es “una disposición que nos
facilita hacer cosas con la ayuda de una regla verdadera”
5) Prudencia: que se refiere al obrar y que es “una disposición verdadera que con
ayuda de una regla nos permite obrar en lo concerniente a las cosas buenas y
malas para el ser humano”.
La prudencia se distingue de la ciencia porque no versa sobre lo necesario, ni
tampoco se queda en lo universal: su reino es el ámbito de la contingencia de las
acciones humanas, de lo que puede ser de otro modo, acciones que son siempre
particulares y se realizan en circunstancias particulares. Igualmente se distingue del arte
ya que obrar y hacer son cosas bien diferentes.
La prudencia constituye el eje de toda la ética aristotélica, y de la política como
tal.
3. Ciertamente el contenido concreto de la prudencia no está dado –ni puede estar dado-
de antemano, sino que se ejerce y actualiza en cada caso. De ahí que Aristóteles hable
usualmente de lo que en cada caso diría o haría el ser humano prudente, el ser humano
sensato. Cuya característica no será otra que la deliberación. Prudencia es capacidad
de deliberar bien, con acierto, en cada caso y ante cada problema. De ahí que la
prudencia “no versa solamente sobre lo universal, sino que ha de conocer también lo
particular”