1. 34567
1 DE ENERO DE 2011
EL
JARD
´
IN
DEED
´
EN
¿UNA SIMPLE LEYENDA?
2. 345676
Tirada media de cada n
´
umero:
42.162.000 EN 185 IDIOMAS
EL PROP
´
OSITO DE LA ATALAYA es honrar a Jehov
´
a Dios, el Soberano del universo. En el pasado, las atalayas, o torres
de vigilancia, permit
´
ıan descubrir lo que suced
´
ıa a lo lejos. De igual modo, esta revista nos ayuda a descubrir la
relaci
´
on entre las profec
´
ıas b
´
ıblicas y los sucesos de nuestro tiempo. La Atalaya consuela a la gente anunciando
que el Reino de Dios —un gobierno de verdad que se halla en los cielos— pronto acabar
´
a con la maldad y
transformar
´
a la Tierra en un para
´
ıso. Adem
´
as, promueve la fe en el Rey reinante de dicho gobierno, Jesucristo,
quien muri
´
o para que pudi
´
eramos alcanzar la vida eterna. Esta publicaci
´
on, editada sin interrupci
´
on desde 1879
por los testigos de Jehov
´
a, es pol
´
ıticamente neutral y reconoce la Biblia como m
´
axima autoridad.
Esta publicaci
´
on se distribuye como parte de una obra mundial de educaci
´
on b
´
ıblica que se sostiene con donativos. Prohibida su venta. A menos que se indique lo
contrario, las citas b
´
ıblicas se han tomado de la versi
´
on en lenguaje moderno Traducci
´
on del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias).
JANUARY 1, 2011
SERIE DE PORTADA
3 Ed
´
en: ¿fue la cuna de la humanidad?
4 ¿De verdad existi
´
o el jard
´
ın de Ed
´
en?
9 El Para
´
ıso y usted
SECCIONES FIJAS
12 Nuestros lectores quieren saber
16 Ense
˜
nanzas de la Palabra de Dios:
¿Por qu
´
e aprender acerca de Dios?
18 Ac
´
erquese a Dios: “Abland
´
o el rostro de Jehov
´
a”
19 ¿Lo sab
´
ıa?
& 24 Ejemplos de fe:
Sigui
´
o adelante pese a los golpes de la vida
30 El rinc
´
on del joven: Las cosas sagradas merecen respeto
Y TAMBI
´
EN
13 ¿Sab
´
ıa Dios que Ad
´
an y Eva iban a pecar?
& 20 “¿Es cierto que Dios me ama?”
29 Un oriental en el Imperio romano
3. IMAG
´
INESE por un momento que se encuentra en un amplio
y exuberante jard
´
ın, lejos del caos de la ciudad. Su mente est
´
a
libre de preocupaciones, y su cuerpo no sufre enfermedad o
dolor alguno. La belleza del lugar cautiva sus sentidos.
Las palabras se quedan cortas para describir la hermosura
que lo rodea: la vegetaci
´
on ba
˜
nada por la dorada luz del sol, los
coloridos p
´
etalos de las flores, el rumor de las hojas mecidas
por la fragante brisa, el delicioso trino de los p
´
ajaros, el zumbi-
do de los insectos en busca del dulce n
´
ectar, los destellos de un
arroyo cristalino que corre entre las rocas... ¿A qui
´
en no le gus-
tar
´
ıa estar all
´
ı?
Pues bien, personas de todo el mundo opinan que el primer
hogar del ser humano fue similar al que acabamos de describir.
Desde hace siglos, los jud
´
ıos, los cristianos y los musulmanes
creen que nuestros primeros padres vivieron en el jard
´
ın de
Ed
´
en. Seg
´
un la Biblia, ambos eran felices y estaban en paz entre
s
´
ı y con los animales. Adem
´
as, disfrutaban de una buena rela-
ci
´
on con su generoso Creador, quien les concedi
´
o la oportuni-
dad de vivir para siempre en aquel para
´
ıso (G
´
enesis 2:15-24).
De modo parecido, los hind
´
ues tambi
´
en ense
˜
nan que hace
muchotiempo existi
´
o un para
´
ıso. Muchos budistas, por su par-
te, creen que sus maestros espirituales —los budas— aparecen
en
´
epocas doradas de la historia en las que el mundo disfruta
de condiciones paradis
´
ıacas. Asimismo, numerosas religiones
africanas cuentan relatos que guardan notables similitudes
con el de Ad
´
an y Eva.
A decir verdad, en casi todas las religiones y culturas existe la
creencia en alg
´
un tipo de para
´
ıso original. Seg
´
un explica el
prestigioso historiador Jean Delumeau, “numerosas civiliza-
ciones creyeron en un para
´
ıso primordial donde reinaba la per-
fecci
´
on, la libertad, la paz, la felicidad, la abundancia, la ausen-
cia de violencia, de tensiones y de conflictos. [...] De aqu
´
ı nace
ED
´
EN
¿FUE LA CUNA
DE LA HUMANIDAD?
LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 3
4. MUCHAS personas han o
´
ıdo hablar del jar-
d
´
ın de Ed
´
en y de Ad
´
an y Eva, pero nunca
han le
´
ıdo ese relato directamente de la Biblia.
¿Por qu
´
e no hacerlo ahora? Encontrar
´
a la his-
toria completa en G
´
enesis 1:26–3:24. En resu-
men, esto fue lo que sucedi
´
o:
Jehov
´
a1 cre
´
o al primerhombre del polvo del
suelo, le puso por nombre Ad
´
an y lo coloc
´
o en
un gran jard
´
ın, o parque, situado en cierta re-
gi
´
on llamada Ed
´
en. Dicho jard
´
ın, que Dios
mismo prepar
´
o, contaba con agua en abun-
dancia y numerosos
´
arboles que daban frutos
deliciosos. En el centro, Dios puso “el
´
arbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo”, y prohi-
1 La Biblia ense
˜
na que Jehov
´
a es el nombre de Dios.
bi
´
o comer de su fruto bajo pena de muerte.
Un d
´
ıa tom
´
o una costilla de Ad
´
an y con ella
cre
´
o a Eva, la primera mujer. Luego les encar-
g
´
o cuidar del jard
´
ın, tener hijos y poblar la
Tierra.
M
´
as adelante, mientras Eva estaba sola, una
serpiente le habl
´
o y le propuso comer el fruto
prohibido. Seg
´
un dijo, el Creadorhab
´
ıa menti-
do y le estaba ocultando algo que le conven
´
ıa
saber: que ella pod
´
ıa llegar a ser como Dios.
Eva cay
´
o en la trampa y comi
´
o del
´
arbol. Ad
´
an
tambi
´
en desobedeci
´
o a Dios. A continuaci
´
on,
Jehov
´
a dict
´
o sentencia contra Ad
´
an, Eva y la
serpiente. La pareja fue expulsada del Para
´
ıso,
y unos
´
angeles bloquearon la entrada.
¿DE VERDAD EXISTI
´
O
EL JARD
´
IN DE ED
´
EN?
la profunda nostalgia, en la conciencia colec-
tiva, por el para
´
ıso perdido, pero nunca olvi-
dado, y el deseo poderoso de volver a encon-
trarlo”.
¿Por qu
´
e est
´
a tan extendida esta creen-
cia? ¿Ser
´
a que “la conciencia colectiva” de la
humanidad guarda el recuerdo de un pasado
com
´
un? ¿De veras existieron Ad
´
an, Eva y el
jard
´
ın de Ed
´
en?
Hay quienes consideran rid
´
ıcula esa idea.
En esta era de adelantos cient
´
ıficos, no sonpo-
cos los que ven el Para
´
ıso como una simple le-
yenda. Y lo sorprendente es que hasta algunos
l
´
ıderes religiosos niegan que el jard
´
ın de Ed
´
en
haya existido al sostener que no es m
´
as que
una met
´
afora o una par
´
abola.
Desde luego, es cierto que la Biblia contiene
muchas par
´
abolas. Las m
´
as conocidas son las
historias que Jes
´
us cont
´
o para ense
˜
nar leccio-
nes a sus disc
´
ıpulos. No obstante, la Palabra de
Dios no presenta el relato del jard
´
ın de Ed
´
en
como una narraci
´
on ficticia, sino como una
historia real. Si no fuera verdad, ¿c
´
omo podr
´
ıa-
mos confiar en el resto de la Biblia? As
´
ı pues,
¿qu
´
e le parece si analizamos por qu
´
e algunas
personas dudan de esta historia? Despu
´
es vere-
mos varias razones por las que dicho relato es
muy importante para cada uno de nosotros.
345676
¿Desea obtener m
´
as informaci
´
on o recibir en
su hogar clases b
´
ıblicas gratuitas? Escriba a
Testigos de Jehov
´
a a una de las direcciones in-
dicadas abajo. Encontrar
´
a la lista completa de
direcciones enwww.watchtower.org/address.
Argentina: Casilla 83 (Suc. 27B), C1427WAB Cdad. Aut.
de Buenos Aires. Canad
´
a: PO Box 4100, Georgetown, ON
L7G 4Y4. Chile: Casilla 267, Puente Alto. Colombia: Aparta-
do 85058, Bogot
´
a. Dominicana, Rep.: Apartado 1742, San-
to Domingo. Ecuador: Casilla 09-01-1334, Guayaquil. Estados
Unidos: 25 Columbia Heights, Brooklyn, NY 11201-2483. M
´
e-
xico: Apartado Postal 895, 06002 M
´
exico, D.F. Per
´
u: Aparta-
do 18-1055, Lima 18. Puerto Rico: PO Box 3980, Guaynabo, PR
00970. Venezuela: Apartado 20.364, Caracas, DC 1020A.
The Watchtower (ISSN 0043-1087) is published
semimonthly by Watchtower Bible and Tract Socie-
ty of New York, Inc.; M. H. Larson, President; G. F. Si-
monis, Secretary-Treasurer; 25 Columbia Heights,
Brooklyn, NY 11201-2483, and by Watch Tower Bible
and Tract Society of Canada, PO Box 4100, George-
town, ON L7G 4Y4. Periodicals Postage Paid at
Brooklyn, NY, and at additional mailing offices. POST-
MASTER: Send address changes to Watchtower, 1000
Red Mills Road, Wallkill, NY 12589-3299. 5 2011
Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania.
Todos los derechos reservados. Printed in Canada.
Vol. 132, No. 1 Semimonthly SPANISH
4
5. En el pasado, la mayor
´
ıa de los historiadores
y eruditos b
´
ıblicos defend
´
ıan la veracidad de
este relato. Sin embargo, en la actualidad, lo
que est
´
a a la orden del d
´
ıa es el escepticismo.
Pero ¿qu
´
e objeciones se plantean? A continua-
ci
´
on responderemos a cuatro preguntas muy
comunes.
1. Si el jard
´
ın de Ed
´
en era un lugar real,
¿d
´
onde estaba?
Durante siglos, los te
´
ologos especularon con
la posibilidad de que el Para
´
ıso siguiera exis-
tiendo en alg
´
un lugar. Pero en cierto momen-
to, la Iglesia adopt
´
o las ideas de fil
´
osofos
griegos como Plat
´
on y Arist
´
oteles, que afirma-
ban que la perfecci
´
on no puede existir en la
Tierra.1 Por eso, los te
´
ologos concluyeron que
el Para
´
ıso deb
´
ıa de estar en alg
´
un lugar m
´
as
cercano al cielo. Unos sosten
´
ıan que se encon-
traba en la cima de una monta
˜
na tan alta que
superaba los confines de este corrupto planeta;
otros apuntaban a alguno de los dos polos,
y otros, a la Luna. Como resultado, la historia
del Para
´
ıso termin
´
o rode
´
andose de un halo de
ficci
´
on y fantas
´
ıa. Tanto es as
´
ı que algunos es-
pecialistas de la actualidad consideran absurda
toda referencia geogr
´
afica al jard
´
ın de Ed
´
en y
aseguran que jam
´
as existi
´
o.
Pero la descripci
´
on que la Biblia hace del Pa-
ra
´
ıso es muy diferente. Por ejemplo, en G
´
ene-
sis 2:8-14 se proporcionan detalles concretos
acerca de su localizaci
´
on: se dice que estaba si-
tuado en la zona oriental de una regi
´
on llama-
1 En realidad, las Escrituras indican que Dios lo cre
´
o
todo perfecto, y que la corrupci
´
on tuvo un origen diferen-
te (Deuteronomio 32:4, 5). De hecho, cuando Jehov
´
a ter-
min
´
o de crear la Tierra, afirm
´
o que “todo lo que hab
´
ıa
hecho [...] era muy bueno” (G
´
enesis 1:31).
da Ed
´
en y que recib
´
ıa agua de un r
´
ıo que luego
se divid
´
ıa en cuatro. Adem
´
as, se da el nombre
de cada r
´
ıo y una breve explicaci
´
on sobre su
curso. A lo largo de la historia, muchos estu-
diosos se han devanado los sesos buscando en
este pasaje alguna pista para encontrar el Para
´
ı-
so original. Pero lo
´
unico que han obtenido ha
sido un sinf
´
ın de teor
´
ıas incompatibles entre
s
´
ı. ¿Significa eso que la descripci
´
on b
´
ıblica del
jard
´
ın de Ed
´
en y de sus r
´
ıos no es real y que
todo es simplemente un mito?
No nos precipitemos. Para empezar, hay que
recordar que los hechos de los que hablamos
ocurrieron hace unos seis mil a
˜
nos. Y cuando
Mois
´
es los puso por escrito —tal vez bas
´
ando-
se en relatos orales o en alg
´
un documento de
la
´
epoca—, ya hab
´
ıan pasado alrededor de
dos mil quinientos a
˜
nos. De modo que el rela-
to que escribi
´
o era historia antigua incluso
para
´
el. ¿Es posible que la Tierra haya cambia-
do con los siglos? Claro que s
´
ı. La superficie
del planeta est
´
a en continua transformaci
´
on.
De hecho, el lugar donde posiblemente estuvo
Ed
´
en forma parte de una zona de gran activi-
dad s
´
ısmica: en ella se produce el 17% de
los terremotos de mayor magnitud. Adem
´
as,
no olvidemos que el Diluvio, una cat
´
astrofe de
origen divino, debi
´
o de ejercer un efecto ini-
maginable en la topograf
´
ıa del planeta.1 Por
tanto, es muy probable que los r
´
ıos y dem
´
as ac-
cidentes geogr
´
aficos de la regi
´
on hayan cam-
biado mucho con el paso de los siglos.
1 Todo apunta a que el Diluvio borr
´
o de la faz de la
Tierra cualquier rastro del jard
´
ın de Ed
´
en. Por ejemplo,
Ezequiel 31:18 parece indicar que, para el siglo VII antes de
nuestra era, “los
´
arboles de Ed
´
en” hab
´
ıan desaparecido ha-
c
´
ıa ya mucho tiempo. Esto explica por qu
´
e los esfuerzos
por encontrar el jard
´
ın de Ed
´
en despu
´
es del Diluvio han
sido siempre infructuosos.
PUBLICADA AHORA EN 185 IDIOMAS: afrik
´
aans,
alban
´
es, alem
´
an,67 am
´
arico,
´
arabe, armenio, armenio
occidental, aymara, azer
´
ı, azer
´
ı (alfabeto cir
´
ılico), bau-
l
´
e, becol, bengal
´
ı, birmano, bislama, b
´
ulgaro, camboya-
no, cebuano, checo,7 chichewa, chino simplificado, chi-
no tradicional7 (grabaci
´
on solo en mandar
´
ın), chitonga,
chuuk
´
es, cibemba, cingal
´
es, congo, coreano,67 criollo
de las Seychelles, criollo haitiano, criollo mauriciano,
croata, dan
´
es,7 efik, endebele, endonga, enzema, eslo-
vaco, esloveno, espa
˜
nol,67 estonio, ew
´
e, finland
´
es,7 fi-
yiano, franc
´
es,687 ga, georgiano, griego, groenland
´
es,
guaran
´
ı, gujarati, gun, hausa, hebreo, hiligaynon, hin-
di, hiri motu, holand
´
es,67 h
´
ungaro,67 ibo, ilocano, indo-
nesio, ingl
´
es67 (tambi
´
en en braille), island
´
es, isoko, ita-
liano,67 japon
´
es,67 kannada, kaonde, kazajo, kikongo,
kikuyu, kiluba, kimbundu, kiniaruanda, kirgu
´
ıs, kiriba-
tiano, kirundi, kwangal
´
ı, kwanyama, let
´
on, lingala, li-
tuano, luganda, lunda, luo, luvale, macedonio, malay
´
a-
lam, malgache, malt
´
es, marat
´
ı, marshal
´
es, maya, mizo,
mor
´
e, nepal
´
es, niueano, noruego,67 nyaneka, oromo,
os
´
etico, otetela, palauano, pangasin
´
an, panjab
´
ı, papia-
mento de Curazao, persa, pidgin de las islas Salom
´
on,
polaco,67 ponap
´
es, portugu
´
es,687 quechua ancashino,
quechua ayacuchano, quechua boliviano, quechua cuz-
que
˜
no, quichua, rarotongu
´
es, rumano, ruso,67 samoa-
no, sango, sepedi, serbio, serbio (alfabeto latino), se-
soto, shona, silozi, sranangtongo, suajili, suati, sueco,7
tagalo,7 tahitiano, tai, tamil, t
´
artaro, telugu, tetum, tigri-
˜
na, tivo, tok pisin, tongano, totonaco, tshiluba, tsonga,
tsotsil, tsuana, tumbuka, turco, tuvaluano, twi, ucrania-
no,7 umbund
´
u, urdu, uruund, uzbeko, vendal, vietna-
mita, wallisiano, waray-waray, wolaytta, xhosa, yap
´
es,
yoruba, zand
´
e, zapoteco del Istmo, zul
´
u
6 Tambi
´
en disponible en CD.
8 Tambi
´
en disponible en CD-ROM (formato MP3).
7 Tambi
´
en disponible en grabaci
´
on de audio en
www.jw.org.
6. 6 LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011
Lo que est
´
a claro es que en G
´
enesis se habla
del jard
´
ın de Ed
´
en como un lugar real. Dos de
los cuatro r
´
ıos mencionados en el relato —el´
Eufrates y el Tigris, o Hidequel— siguen exis-
tiendo en la actualidad, y algunos de sus
afluentes est
´
an muy pr
´
oximos entre s
´
ı. Ade-
m
´
as, se citan por nombre los lugares por los
que transcurr
´
ıan, as
´
ı como los recursos natura-
les caracter
´
ısticos de cada zona. Sin duda, to-
dos aquellos datos les sonar
´
ıan muy familiares
a los israelitas de la antig
¨
uedad, a quienes ori-
ginalmente iba dirigido el relato.
Los cuentos y leyendas no suelen ser exactos
ni espec
´
ıficos en sus detalles. M
´
as bien, evitan
suministrar datos que puedan verificarse. Mu-
chos comienzan diciendo: “
´
Erase una vez en
un lugar muy, muy lejano...”. En cambio, la
narraci
´
on del jard
´
ın de Ed
´
en incluye detalles
concretos importantes, lo cual es propio de un
relato hist
´
orico.
2. ¿C
´
omo es posible que Dios creara a
Ad
´
an del polvo, y a Eva de una costilla
de Ad
´
an?
El cuerpo humano est
´
a compuesto de ele-
mentos que se encuentran en la corteza terres-
tre, como el hidr
´
ogeno, el ox
´
ıgeno y el carbo-
no; este es un hecho cient
´
ıfico comprobado.
Ahora bien, ¿qu
´
e hizo que los elementos se
unieran para formar un ser vivo?
Muchos cient
´
ıficos sostienen que la vida
surgi
´
o por s
´
ı sola. Seg
´
un dicen, unos organis-
mos muy simples fueron evolucionando a lo
largo de millones de a
˜
nos hasta convertirse en
seres m
´
as complejos. Pero ¿acaso hay alg
´
un ser
vivo que pueda calificarse de “simple”? Hasta
los organismos compuestos de una sola c
´
elula
son incre
´
ıblemente complejos. En realidad,
no existe prueba alguna de que los seres vivos
hayan surgido —o puedan surgir— de la nada
por casualidad. Al contrario: todos ellos evi-
dencian haber sido dise
˜
nados por una inteli-
gencia infinitamente superior a la nuestra (Ro-
manos 1:20).1
Ilustr
´
emoslo: supongamos que usted se
encuentra disfrutando de una agradable sinfo-
n
´
ıa, admirando un hermoso cuadro o proban-
do un aparato de
´
ultima tecnolog
´
ıa. ¿Dir
´
ıa que
esas obras surgieron solas, que no fueron crea-
das o dise
˜
nadas por alguien? Obviamente no.
Pues bien, ni la mejor creaci
´
on de la mente
humana tiene punto de comparaci
´
on con el
incre
´
ıblemente bello e ingenioso dise
˜
no de
nuestro cuerpo. ¿C
´
omo negar, entonces, que
hemos sido creados? Por otra parte, G
´
enesis
explica que los humanos somos los
´
unicos se-
res vivos a los que Dios cre
´
o a su imagen y
1 Hallar
´
a m
´
as informaci
´
on en el folleto El origen de la
vida. Cinco cuestiones dignas de an
´
alisis, editado porlos tes-
tigos de Jehov
´
a.
7. semejanza (G
´
enesis 1:26). En efecto, nuestra
capacidad para realizar asombrosas creaciones
art
´
ısticas y tecnol
´
ogicas es un reflejo de la crea-
tividad de Dios. Entonces, ¿por qu
´
e habr
´
ıa de
sorprendernos que Dios haya sido capaz de
crearnos a partir de los elementos del suelo?
Y ¿qu
´
e hay de la idea de que Dios cre
´
o a Eva
utilizando una costilla de Ad
´
an? Para Dios,
esto no debi
´
o de representar ninguna dificul-
tad.1 Yaunque podr
´
ıa haber empleado otro sis-
tema, el m
´
etodo que eligi
´
o ten
´
ıa un signifi-
cado muy especial.
´
El quer
´
ıa que Ad
´
an y Eva se
casaran y que su uni
´
on fuera muy estrecha,
como si fueran “una sola carne” (G
´
enesis
2:24). En efecto, el hombre y la mujer han sido
creados de forma que pueden complementar-
se y formar un s
´
olido v
´
ınculo de amor y cuida-
do mutuo. ¿Qu
´
e menos podr
´
ıa esperarse de un
Creador sabio y amoroso?
Tambi
´
en cabe destacar que, seg
´
un los espe-
cialistas en gen
´
etica, hay un alto grado de pro-
babilidad de que todos los seres humanos
procedan de un solo hombre y una sola mujer.
Despu
´
es de todo, parece que el relato de G
´
ene-
sis no es tan descabellado, ¿verdad?
1 Los investigadores han descubierto que las costillas
tienen una sorprendente capacidad de regeneraci
´
on. A di-
ferencia de los dem
´
as huesos, puedenvolver a crecer, siem-
pre y cuando su membrana de tejido conjuntivo perma-
nezca intacta.
3. ¿C
´
omo pod
´
ıa haber un
´
arbol que
transmitiera conocimiento y otro que
concediera vida?
Hay que aclararque el relato b
´
ıblico no ense-
˜
na que estos dos
´
arboles tuvieran alg
´
un tipo de
poder sobrenatural. En realidad, se trataba de
´
arboles normales a los que Jehov
´
a dio un signi-
ficado simb
´
olico.
Los seres humanos tambi
´
en atribuimos un
significado especial a ciertas cosas. Pensemos
en el caso de un juez que condena a una perso-
na por cometer desacato al tribunal. ¿Significa
eso que tal persona ha cometido una falta de
respeto contra las mesas, sillas y paredes de la
sala del tribunal? Claro que no. Lo que quiere
decires que falt
´
o el respeto al sistema de justicia
al que dicho tribunal representa. Otro ejemplo
son las coronas y cetros que los monarcas sue-
len usar como s
´
ımbolo de su autoridad.
Entonces, ¿qu
´
e representaban los dos
´
arbo-
les del jard
´
ın de Ed
´
en? Se han propuesto diver-
sas ycomplicadasteor
´
ıas, pero laverdadera res-
puesta es sencilla y de gran importancia para
nosotros. El
´
arbol del conocimiento de lo bue-
no y lo malo simbolizaba el derecho exclusivo
que Dios tiene de decidir lo que est
´
a bien y lo
8. que est
´
a mal (Jerem
´
ıas 10:23). Por eso es que
Jehov
´
a consideraba que comer de aquel
´
arbol
era una falta muy grave. Y el
´
arbol de la vida
representaba la vida eterna, un don que solo
Dios puede conceder (Romanos 6:23).
4. ¿C
´
omo iba a hablarle a Eva una ser-
piente?
Si no tomamos en cuenta el resto de la Bi-
blia, es comprensible que esta parte del relato
de G
´
enesis resulte dif
´
ıcil de explicar. No obs-
tante, las Escrituras van revelando el misterio
poco a poco.
Para empezar, ¿qui
´
en hizo que pareciera que
la serpiente hablaba? Pues bien, los israelitas
de la antig
¨
uedad dispon
´
ıan de informaci
´
on su-
ficiente para comprender lo que hab
´
ıa detr
´
as
de aquella serpiente. Por ejemplo, sab
´
ıan que
los seres espirituales pueden hacer que parezca
que los animales hablan. El propio Mois
´
es re-
gistr
´
o lo que ocurri
´
o cuando, por orden divi-
na, un
´
angel hizo que el asna de Balaam habla-
ra (N
´
umeros 22:26-31; 2 Pedro 2:15,16).
Adem
´
as, sab
´
ıan que los demonios —
´
angeles
que se rebelaron contra Dios— tambi
´
en po-
seen poderes sobrenaturales. Por citar un caso,
Mois
´
es vio a unos sacerdotes en Egipto imitar
varios milagros de Jehov
´
a, como transformar
un cayado en una culebra. ¿De d
´
onde proce-
d
´
ıa su poder? Sin duda, de los demonios (
´
Exo-
do 7:8-12).
Por
´
ultimo, los israelitas contaban con el li-
bro de Job, relato b
´
ıblico que probablemente
tambi
´
en escribi
´
o Mois
´
es. Dicho libro les ense-
˜
n
´
o mucho sobre Satan
´
as, el principal enemigo
de Dios, quien ha puesto en duda la lealtad de
todos los siervos de Jehov
´
a (Job 1:6-11; 2:4, 5).
Con estos factores presentes, los israelitas segu-
ramente llegaron a la conclusi
´
on de que fue
Satan
´
as quien manipul
´
o a la serpiente para en-
ga
˜
nar a Eva y hacer que desobedeciera a Dios.
Pero hay m
´
as pruebas de que el Diablo fue el
responsable de que la serpiente le mintiera a
Eva. Recordemos que Jes
´
us afirm
´
o que Satan
´
as
es un “mentiroso y el padre de la mentira”
(Juan 8:44). ¿Por qu
´
e lo llam
´
o “el padre de la
mentira”? Porque sab
´
ıa que
´
el estaba detr
´
as de
la serpiente, quien dijo la primera mentira de
la historia. Dios hab
´
ıa dicho que Ad
´
an y Eva
morir
´
ıan si com
´
ıan del fruto prohibido, pero
la serpiente minti
´
o al afirmar: “No morir
´
an”
(G
´
enesis 3:4). Y por si quedaba alguna duda,
Jes
´
us le revel
´
o m
´
as adelante al ap
´
ostol Juan
que Satan
´
as era “la serpiente original” (Revela-
ci
´
on [Apocalipsis] 1:1; 12:9).
A decir verdad, que un esp
´
ıritu sea capaz de
hacer como si una serpiente hablara no es tan
extraordinario. ¿Acaso no hacen algo parecido
los ventr
´
ılocuos y los expertos en efectos espe-
ciales?
La prueba m
´
as convincente
Llegados a este punto, ¿no le parece que las
dudas sobre la veracidad del relato de G
´
enesis
9. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 9
son infundadas? A fin de cuentas, lo respaldan
pruebas muy contundentes. Analicemos una
m
´
as.
En la Biblia se llama a Jesucristo “el testigo
fiel y verdadero” (Revelaci
´
on 3:14).
´
El fue un
hombre perfecto y, como tal, de sus labios
nunca sali
´
o mentira alguna ni intent
´
o jam
´
as
enga
˜
nar a nadie. Adem
´
as, antes de venir a la
Tierra —e incluso “antes que el mundo fue-
ra”— hab
´
ıa vivido en el cielo junto a su Padre,
Jehov
´
a (Juan 17:5). Jes
´
us ya exist
´
ıa cuando el
ser humano fue creado, as
´
ı que su testimonio
tiene much
´
ısimo peso. ¿Y qu
´
e dijo
´
el sobre el
jard
´
ın de Ed
´
en?
Jes
´
us habl
´
o de Ad
´
an y Eva como personas
reales. De hecho, se refiri
´
o a ellos cuando ex-
plic
´
o las normas de Jehov
´
a sobre el matrimo-
nio (Mateo 19:3-6). Si el relato de G
´
enesis es
una simple leyenda, Jes
´
us ser
´
ıa un mentiroso o
estar
´
ıa enga
˜
nado. Pero ambas alternativas son
totalmente imposibles. Como dijimos,
´
el vio
desde el cielo todo lo que ocurri
´
o. ¿Qu
´
e prue-
ba puede haber que sea m
´
as convincente?
Si no crey
´
eramos en el relato de G
´
enesis, di-
f
´
ıcilmente podr
´
ıamos cultivar verdadera fe en
Jes
´
us. Y tampoco podr
´
ıamos entender por
completo el mensaje de la Bibliay las promesas
de Dios. Veamos por qu
´
e.
UNA de las acusaciones m
´
as sorprendentes
contra el relato del jard
´
ın de Ed
´
en es que,
seg
´
un algunos eruditos, el resto de la Biblia
no lo apoya. Un profesor de Estudios Religio-
sos llamado Paul Morris escribi
´
o: “En las Es-
crituras no se vuelve a hacer ninguna referen-
cia directa a la historia de Ed
´
en”. Puede que
muchos especialistas secunden esta opini
´
on,
pero lo cierto es que los hechos apuntan justa-
mente en la direcci
´
on contraria.
En realidad, la Biblia abunda en referencias
a Ad
´
an, Eva, la serpiente y el jard
´
ın de Ed
´
en.1
No obstante, el error de dichos expertos se
queda peque
˜
no al compararlo con otro mu-
cho m
´
as grave y peligroso: el que cometen
ciertos l
´
ıderes religiosos y eruditos al afirmar
que la historia del Para
´
ıso es pura ficci
´
on. ¿Por
qu
´
e decimos esto? Porque as
´
ı est
´
an atacando a
la Biblia misma.
Yes que sin una idea clara de lo que ocurri
´
o
en el jard
´
ın de Ed
´
en, es imposible comprender
1 Encontrar
´
a ejemplos que lo demuestran en G
´
enesis
13:10; Deuteronomio 32:8; 2 Samuel 7:14; 1 Cr
´
onicas 1:1;
Isa
´
ıas 51:3; Ezequiel 28:13; 31:8, 9; Lucas 3:38; Romanos 5:
12-14; 1 Corintios 15:22, 45; 2 Corintios 11:3; 1 Timoteo
2:13, 14; Judas 14, y Revelaci
´
on 12:9.
el mensaje de la Palabra de Dios. Como vere-
mos a continuaci
´
on, la Biblia ofrece respues-
tas a algunas de las preguntas m
´
as profundas e
importantes de la vida, y esas respuestas est
´
an
muy relacionadas con lo que ocurri
´
o en el Pa-
ra
´
ıso.
˘ ¿Por qu
´
e envejecemos y morimos? Si Ad
´
an y
Eva hubieran obedecido a Jehov
´
a, habr
´
ıan vi-
vido para siempre. Pero el d
´
ıa que se rebelaron
perdieron la perfecci
´
on y empezaron a morir
(G
´
enesis 2:16, 17; 3:19). Ellos nos transmitie-
ron la imperfecci
´
on y el pecado a todos noso-
tros. De ah
´
ı que la Biblia se
˜
nale: “Por medio
de un solo hombre el pecado entr
´
o en el mun-
do, y la muerte mediante el pecado, y as
´
ı la
muerte se extendi
´
o a todos los hombres por-
que todos hab
´
ıan pecado” (Romanos 5:12).
˘ ¿Por qu
´
e permite Dios que exista la mal-
dad? En el jard
´
ın de Ed
´
en, Satan
´
as acus
´
o a
Jehov
´
a de ser un mentiroso y de privar a sus
criaturas de cosas buenas (G
´
enesis 3:3-5).
En otras palabras, lo acus
´
o de ser un mal go-
bernante. Ad
´
an y Eva se pusieron de parte del
Diablo y rechazaron la autoridad de Jehov
´
a,
dando a entender as
´
ı que el ser humano
EL PARA
´
ISO Y USTED
11. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 11
puede decidir por s
´
ı mismo lo que est
´
a bien y
lo que est
´
a mal. ¿C
´
omo respondi
´
o Jehov
´
a?
En un ejercicio de perfecta sabidur
´
ıa y justicia,
consider
´
o que la mejor soluci
´
on era permitir
que los seres humanos se gobernaran a s
´
ı mis-
mos durante cierto tiempo. La maldad que
hoy abunda en el mundo —debida en parte a
la influencia de Satan
´
as— ha dejado claro que
el hombre es incapaz de gobernarse sin ayuda
divina (Jerem
´
ıas 10:23).
˘ ¿Para qu
´
e cre
´
o Dios la Tierra? El jard
´
ın
de Ed
´
en es una prueba de que Dios quer
´
ıa que
la Tierra fuera incre
´
ıblemente hermosa.
´
El les
encarg
´
o a Ad
´
an y Eva que poblaran el planeta
y extendieran aquel bello jard
´
ın hasta el
´
ulti-
mo rinc
´
on (G
´
enesis 1:28). Por tanto, el prop
´
o-
sito de Dios es que la Tierra sea un para
´
ıso y
que los descendientes de Ad
´
an y Eva lleguen a
ser perfectos y vivan en ella felices y en uni-
dad. Gran parte del mensaje de la Biblia tiene
que ver con la forma en que Dios cumplir
´
a ese
prop
´
osito.
˘ ¿Por qu
´
e vino Jesucristo a la Tierra? Tras
la rebeli
´
on que tuvo lugar en Ed
´
en, tanto
Ad
´
an y Eva como todos sus descendientes fue-
ron condenados a muerte. Pero Dios, en su
gran amor, envi
´
o a su Hijo a la Tierra para dar-
nos una esperanza por medio de un “rescate”
(Mateo 20:28). ¿En qu
´
e consiste ese rescate?
Recordemos que Jes
´
us —a quien la Biblia lla-
ma “el
´
ultimo Ad
´
an”— siempre fue obediente
a Jehov
´
a, a diferencia del primer hombre. Por
eso no perdi
´
o la perfecci
´
on.
´
El entreg
´
o su vida
para rescatar a la humanidad del pecado.
De este modo dio a las personas fieles la posi-
bilidad de obtener el perd
´
on divino y recibir
en el futuro el tipo de vida que Ad
´
an y Eva te-
n
´
ıan en Ed
´
en antes de pecar (1 Corintios 15:
22, 45; Juan 3:16). Por lo tanto, Jes
´
us vino a la
Tierra para garantizar que el prop
´
osito de Dios
se haga realidad.1
1 Hallar
´
a m
´
as informaci
´
on sobre el rescate en el cap
´
ıtu-
lo 5 del libro ¿Qu
´
e ense
˜
na realmente la Biblia?, editado por
los testigos de Jehov
´
a.
Como vemos, el prop
´
osito de Dios no es un
concepto teol
´
ogico complicado y misterioso.
Es algo real y f
´
acil de comprender. Tal como
todo en Ed
´
en —el jard
´
ın, las personas y los
animales— era real, las promesas de Dios para
el futuro son ciertas y pronto se har
´
an reali-
dad. ¿De qu
´
e depende que las veamos cumpli-
das? En buena medida, de nosotros mismos.
Dios desea que se beneficien de ellas tantas
personas como sea posible, incluso aquellas
que alguna vez se descarriaron (1 Timoteo 2:
3, 4). ¿C
´
omo lo sabemos?
Justo antes de morir, Jes
´
us habl
´
o con un
malhechor que ten
´
ıa a su lado. Aquel hombre
sab
´
ıa que merec
´
ıa ser ejecutado, pero acudi
´
o a
Jes
´
us en busca de consuelo yesperanza. YCris-
to le respondi
´
o: “Estar
´
as conmigo en el Pa-
ra
´
ıso” (Lucas 23:43). Si Jes
´
us desea que un
ex delincuente tenga la oportunidad de vi-
vir para siempre en el Para
´
ıso en la Tierra,
¿no es l
´
ogico pensar que tambi
´
en quiere dar-
nos esa oportunidad a nosotros? Desde luego
que s
´
ı. Y lo mismo desea su Padre. Si a us-
ted le gustar
´
ıa beneficiarse de las promesas
divinas, no deje de aprender todo lo que
pueda sobre Jehov
´
a, el Creador del jard
´
ın de
Ed
´
en.
Ad
´
an y Eva sufrieron las nefastas consecuencias
de su pecado
12. 12 LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011
ˇ Como vimos en la p
´
agina 8, la Biblia indica cla-
ramente que fue Satan
´
as quien manipul
´
o a la ser-
piente en el jard
´
ın de Ed
´
en. Pero ¿por qu
´
e ha-
br
´
a empleado alguien tan poderoso un m
´
etodo
como ese?
La Palabra de Dios nos advierte que Satan
´
as uti-
liza astutas “maquinaciones” para tratar de enga-
˜
narnos, y el relato de Ed
´
en es una buena muestra
de ello (Efesios 6:11). Lejos de ser una simple f
´
a-
bula con animales que hablan, constituye un cla-
ro ejemplo de las artima
˜
nas con las que el Diablo
trata de alejarnos de Dios. Veamos con m
´
as deta-
lle por qu
´
e us
´
o ese ardid.
Hay que admitir que Satan
´
as supo elegir a su
v
´
ıctima. Sab
´
ıa que Eva era el ser m
´
as joven e inex-
perto del universo, as
´
ı que ide
´
o una treta muy
maliciosa. Como si de un ventr
´
ılocuo se tratara, le
hizo creer que quien le hablaba era una serpiente,
un animal sigiloso por naturaleza. De este modo
logr
´
o esconder su identidad y sus verdaderas in-
tenciones (G
´
enesis 3:1). Pero tambi
´
en consigui
´
o
otros objetivos.
Para empezar, captur
´
o el inter
´
es de Eva, pues
ella sab
´
ıa que las serpientes no hablan. No olvide-
mos que su esposo estudi
´
o a los animales —inclui-
da la serpiente— y les puso nombre a todos, as
´
ı
que es muy probable que ella tambi
´
en conociera
bien a este reptil (G
´
enesis 2:19). El hecho es que a
Eva le pic
´
o la curiosidad, y acab
´
o fijando su aten-
ci
´
on en lo
´
unico que ten
´
ıa prohibido tocar en todo
el jard
´
ın. Por otra parte, supongamos que la ser-
piente estaba entre las ramas del
´
arbol. En tal
caso, la treta del Diablo pudo haber llevado a Eva
a pensar que la serpiente hab
´
ıa comido del fruto y
que por eso era capaz de hablar. Incluso puede
que se dijera: “Si el fruto ha tenido este efecto en
una serpiente, ¿qu
´
e ocurrir
´
a si lo como yo?”.
No sabemos a ciencia cierta si a Eva le pas
´
o esta
idea por la cabeza, ni tampoco si la serpiente co-
mi
´
o del
´
arbol. Pero hay algo que s
´
ı es seguro:
cuando la serpiente le dijo que si com
´
ıa del fruto
ser
´
ıa “como Dios”, Eva no tuvo reparos en creerle.
Adem
´
as, Satan
´
as eligi
´
o muy bien sus palabras.
Al darle a entender a Eva que Dios le estaba ocul-
tando algo bueno, que le estaba coartando injus-
tamente su libertad, le hizo dudar sobre Jehov
´
a
Dios.
´
El sab
´
ıa que, para que su plan funcionara,
ella ten
´
ıa que poner sus deseos ego
´
ıstas por enci-
ma del amor a su Creador, quien le hab
´
ıa dado
todo (G
´
enesis 3:4, 5). Por desgracia, la jugada le
sali
´
o bien. Qued
´
o claro que Eva no hab
´
ıa cultiva-
do verdadero amor y agradecimiento por Jehov
´
a;
y lo mismo pod
´
ıa decirse de Ad
´
an. ¿Y no es cierto
que hoy d
´
ıa el Diablo promueve el mismo tipo de
ideas ego
´
ıstas para alejar de Dios a la gente?
Ahora bien, ¿qu
´
e pretend
´
ıa Satan
´
as con aque-
lla treta? ¿Cu
´
ales eran sus verdaderas intencio-
nes? En Ed
´
en procur
´
o ocultar su identidad y sus
motivos, pero tiempo despu
´
es no le import
´
o mos-
trar su verdadera cara. Cuando tent
´
o a Jes
´
us,
como sab
´
ıa que no le iban a servir de nada los dis-
fraces, fue al granoy le pidi
´
o descaradamente que
le rindiera “un acto de adoraci
´
on” (Mateo 4:9).
Salta a la vista que lo corroe la envidia por la ado-
raci
´
on que Jehov
´
a recibe, y que har
´
ıa cualquier
cosa por desviarla o contaminarla. Le encanta lo-
grar que los seres humanos desobedezcan a Dios.
Afortunadamente, la Biblia nos pone sobre avi-
so, pues nos ha advertido que el Diablo es muy
astuto y est
´
a empe
˜
nado en enga
˜
narnos. Como
“no estamos en ignorancia de sus designios” y sus
trampas, no tenemos por qu
´
e cometer la misma
insensatez que Eva (2 Corintios 2:11).
NUESTROS LECTORES QUIEREN SABER
¿Por qu
´
e se vali
´
o Satan
´
as de una serpiente
para hablar con Eva?
13. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 13
CUANDO se habla del pecado original y de
por qu
´
e hay tanta maldad en el mundo,
muchas personas se preguntan con toda sin-
ceridad: “Si Dios lo sabe todo, ¿no ten
´
ıa que
saber tambi
´
en que Ad
´
an y Eva iban a desobe-
decerle?”.
Supongamos por un momento que s
´
ı lo sa-
b
´
ıa. ¿Qu
´
e implicar
´
ıa eso? Por un lado, dar
´
ıa a
entender que el Creador posee ciertos defec-
tos. Por ejemplo, se le podr
´
ıa acusar de ser
injusto, hip
´
ocrita y despiadado. Si hubiera sa-
bido que todo iba a salir mal, crear a nuestros
primeros padres habr
´
ıa sido una verdadera
crueldad, o por lo menos una insensatez.
Lo que es m
´
as, habr
´
ıa que considerarlo c
´
om-
plice —o hasta responsable directo— de todo
el sufrimiento de la humanidad.
Pero ¿de verdad existen motivos para poner
en duda las buenas intenciones de Jehov
´
a
Dios? Analicemos qu
´
e dicen las Escrituras so-
bre la personalidad de Dios y sobre su crea-
ci
´
on.
“Todo [...] era muy bueno”
El libro de G
´
enesis indica que, despu
´
es de
terminar su creaci
´
on —incluyendo a Ad
´
an y
Eva—, Dios examin
´
o “todo lo que hab
´
ıa
hecho” y lleg
´
o a la conclusi
´
on de que “era
muy bueno” (G
´
enesis 1:31). Nuestros prime-
ros padres estaban perfectamente dise
˜
nados
para vivir en la Tierra y no ten
´
ıan ning
´
un de-
fecto. De modo que eran capaces de estar a la
altura de lo que el Creador esperaba de ellos.
Adem
´
as, hab
´
ıan sido creados “a la imagen de
Dios” (G
´
enesis 1:27). Por tanto, pod
´
ıan culti-
var cualidades divinas como la sabidur
´
ıa, el
amor, la lealtad, la justicia y la bondad. Si lo
hac
´
ıan, tomar
´
ıan decisiones que los benefi-
ciar
´
ıan en su vida y que agradar
´
ıan a su Padre
celestial.
Por otra parte, Jehov
´
a les concedi
´
o a estos
dos seres perfectos e inteligentes libre albe-
dr
´
ıo, es decir, libertad de decisi
´
on. No eran
simples robots programados para complacer-
le. Y es l
´
ogico que el Creador los dotara con
esa facultad. A fin de cuentas, ¿a qui
´
en le
gusta que otra persona intente complacerle
´
unicamente por el sentido de obligaci
´
on, y
no por amor? Como es natural, para Jehov
´
a
era muy importante que Ad
´
an y Eva decidie-
ranpor s
´
ı mismos si le ser
´
ıan fieles o no. Que-
r
´
ıa que la obediencia les saliera del coraz
´
on
(Deuteronomio 30:19, 20).
Un Dios justo y bondadoso
Jehov
´
a, cuya personalidad se revela en las
Escrituras, no puede estar m
´
as lejos de la mal-
dad y del pecado. En Salmo 33:5 leemos que
´
el “ama la justicia y la rectitud” (Versi
´
on Mo-
derna). Y Santiago 1:13 asegura: “Con cosas
malas Dios no puede ser sometido a prueba,
ni somete a prueba
´
el mismo a nadie”. En rea-
lidad, Dios fue justo y amoroso al advertirle a
Ad
´
an: “De todo
´
arbol del jard
´
ınpuedes comer
hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al
´
ar-
bol del conocimiento de lo bueno y lo malo,
no debes comer de
´
el, porque en el d
´
ıa que
comas de
´
el [...] morir
´
as” (G
´
enesis 2:16, 17).
Como vemos, Jehov
´
a le dio a la primera pare-
ja la oportunidad de elegir entre morir y vivir
para siempre. Pero ¿qu
´
e sentido tendr
´
ıa ad-
vertirles que no cometieran un pecado si sa-
b
´
ıa que de todos modos iban a cometerlo?
Eso habr
´
ıa sido hip
´
ocrita. Dios jam
´
as les
¿Sab
´
ıa Dios
QUE AD
´
AN Y EVA
IBAN A PECAR?
14. 14 LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011
habr
´
ıa ofrecido una elecci
´
on que en realidad
no pod
´
ıan hacer, pues
´
el “ama la justicia y la
rectitud”.
La Biblia tambi
´
en ense
˜
na que Jehov
´
a es
un Dios muy bondadoso (Salmo 31:19). Por
ejemplo, Jes
´
us dijo: “El hombre [...] a quien
su hijo pide pan..., no le dar
´
a una piedra,
¿verdad? O, quiz
´
as, le pida un pescado...,
no le dar
´
a una serpiente, ¿verdad? Por lo tan-
to, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar
buenos regalos a sus hijos, ¡con cu
´
anta m
´
as
raz
´
on dar
´
a su Padre que est
´
a en los cielos co-
sas buenas a los que le piden!” (Mateo 7:9-
11). Como bien se
˜
nala este pasaje, Dios regala
muchas “cosas buenas” a los seres humanos.
El modo en que Ad
´
an y Eva fueron creados y
el hecho de que vivieran en un para
´
ıso de-
muestran a todas luces que Jehov
´
a es muy
bueno y generoso. ¿Por qu
´
e iba a proporcio-
narles todo esto si sab
´
ıa que iban a perderlo?
Lo cierto es que nuestro amoroso y justo
Creador no tiene la culpa de la rebeli
´
on de la
primera pareja.
“El
´
unico que es sabio”
Por otro lado, la Palabra de Dios afirma que
Jehov
´
a es “el
´
unico que es sabio” (Romanos
16:27, Biblia del nuevo milenio). Los
´
ange-
les del cielo comprobaron por s
´
ı mismos la
inmensidad de la sabidur
´
ıa divina. Cuando
vieron la creaci
´
on de la Tierra y sus maravi-
llas, se pusieron a “gritar en aplauso” (Job 38:
4-7). As
´
ı pues, seguro que estaban muy pen-
dientes de todo lo que suced
´
ıa en el jard
´
ın de
Ed
´
en. ¿Qu
´
e sentido habr
´
ıa tenido que un
Dios tan sabio, despu
´
es de crear el universo,
hubiera culminado su obra ante los ojos de
los
´
angeles con dos seres condenados al fraca-
so? La sola idea resulta disparatada.
Aun as
´
ı, puede que alguien se pregunte: “Si
Dios todo lo sabe, ¿c
´
omo es posible que
no supiera lo que iba a ocurrir?”. Es cierto
que la sabidur
´
ıa de Jehov
´
a incluye la ca-
pacidad de saber “desde el principio el fi-
nal” (Isa
´
ıas 46:9, 10). Pero eso no significa
que siempre utilice esa capacidad, tal como
no tiene por qu
´
e usar siempre todo su poder.
En su sabidur
´
ıa,
´
el decide cu
´
ando saberlo que
va a pasar y cu
´
ando no. Y solo lo hace si lo
considera apropiado.
Su caso es parecido a lo que nosotros pode-
mos hacer cuando estamos viendo un en-
cuentro deportivo que alguien nos ha graba-
do. Si lo deseamos, podemos ir directamente
a los
´
ultimos minutos para enterarnos del re-
sultado final. Pero no tenemos por qu
´
e hacer
eso, ¿verdad? Al fin y al cabo, lo m
´
as probable
es que queramos ver el partido desde el prin-
cipio. Pues bien, de un modo similar, el Crea-
dor decidi
´
o no averiguar por anticipado qu
´
e
terminar
´
ıan haciendo Ad
´
an y Eva. En lugar
de eso, prefiri
´
o esperar y ver c
´
omo se desarro-
llaban los acontecimientos.
Como vimos antes, cuando Jehov
´
a cre
´
o a
los seres humanos, no los program
´
o para que
actuaran de una determinada forma. En su
amor y sabidur
´
ıa, les concedi
´
o libertad para
tomar sus propias decisiones. Si optaban por
obedecerle, demostrar
´
ıan que lo amaban y
que le estaban agradecidos. Y eso los har
´
ıa fe-
lices tanto a ellos mismos como a su Padre ce-
lestial (Proverbios 27:11; Isa
´
ıas 48:18).
Las Escrituras muestran que, en muchas
ocasiones, Dios prefiri
´
o no saber lo que iba a
pasar. Por ejemplo, cuando Abrah
´
an estaba a
punto de sacrificar a Isaac, Jehov
´
a le dijo:
“Ahora s
´
e de veras que eres temeroso de Dios,
puesto que no has retenido de m
´
ı a tu hijo”
(G
´
enesis 22:12). Por otro lado, son varias las
veces en las que Dios lleg
´
o a “sentirse herido”
por la conducta de ciertas personas, lo cual
Jehov
´
a no program
´
o a los seres
humanos para que actuaran
de una determinada forma
15. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 15
habr
´
ıa sido muy improbable si ya sab
´
ıa que
iban a actuar mal (Salmo 78:40, 41; 1 Reyes
11:9,10).
As
´
ı pues, la conclusi
´
on m
´
as l
´
ogica es que
nuestro sabio Creador decidi
´
o no utilizar su
poder para averiguar si Ad
´
an y Eva iban a pe-
car. Est
´
a claro que haber creado a los seres hu-
manos sabiendo por anticipado lo que iba a
ocurrir habr
´
ıa sido un sinsentido.
“Dios es amor”
La rebeli
´
on de Ed
´
en, que dio lugar al sufri-
miento, el pecado y la muerte, fue provocada
por Satan
´
as. Por esa raz
´
on, en la Biblia se le
llama “homicida”. Pero tambi
´
en es un “men-
tiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44).
Con la peor de las intenciones, trata de cues-
tionar la buena fe con que obr
´
o nuestro amo-
roso Creador. Quiere que creamos que fue
Dios quien tuvo la culpa del pecado original.
Lo cierto es que Jehov
´
a ten
´
ıa un buen mo-
tivo para no conocer por anticipado si nues-
tros primeros padres iban a fallar: el amor. Esa
es la cualidad m
´
as sobresaliente de su perso-
nalidad, pues 1 Juan 4:8 asegura que “Dios es
amor”. El amor es un sentimiento optimista:
espera lo mejor de la gente. Por esa raz
´
on,
Jehov
´
a esperaba y quer
´
ıa que a Ad
´
an y Eva les
fuera bien.
Y aunque ellos eran libres de tomar malas
decisiones, Dios prefer
´
ıa no sospechar de
aquella pareja perfecta.
´
El les hab
´
ıa dado todo
lo que necesitaban, tanto en sentido material
como en sentido moral. Lo natural era que, a
cambio, ellos le ofrecieran su amor y su obe-
diencia. Jehov
´
a sab
´
ıa que Ad
´
an y Eva pod
´
ıan
ser leales. De hecho, muchos seres humanos
imperfectos s
´
ı lo fueron, como Abrah
´
an, Job
y Daniel.
Algo que nos tranquiliza es saber que Jeho-
v
´
a puede y quiere remediar las consecuen-
cias del pecado y la muerte. Jes
´
us asegu-
r
´
o: “Para Dios todas las cosas son posibles”
(Mateo 19:26). Y sus principales cualidades
—su amor, justicia, sabidur
´
ıa y poder— son
una garant
´
ıa de que as
´
ı lo har
´
a (Revelaci
´
on
[Apocalipsis] 21:3-5).
En resumen, hemos visto que cuando Jeho-
v
´
a cre
´
o a Ad
´
an y Eva, no sab
´
ıa que iban a pe-
car. Por supuesto, le doli
´
o mucho ver su de-
sobediencia y los terribles efectos que esta
provoc
´
o. Pero ten
´
ıa claro que la situaci
´
on
no durar
´
ıa para siempre y que su prop
´
osito
para la Tierra y los seres humanos no dejar
´
ıa
de cumplirse. Ahora bien, ¿c
´
omo se har
´
a rea-
lidad dicho prop
´
osito? ¿Qu
´
e debemos ha-
cer para beneficiarnos de su cumplimiento?
Si desea averiguarlo, le animamos a seguir
aprendiendo sobre este tema.1
1 Hallar
´
a un estudio detallado del prop
´
osito de Dios
para la Tierra en el cap
´
ıtulo 3 del libro ¿Qu
´
e ense
˜
na real-
mente la Biblia?, editado por los testigos de Jehov
´
a.
Jehov
´
a sab
´
ıa que Ad
´
an y Eva
pod
´
ıan ser leales
16. ENSE
˜
NANZAS DE LA PALABRA DE DIOS
¿Por qu
´
e aprender acerca de Dios?
Este art
´
ıculo le permitir
´
a encontrar en su propia Biblia la respuesta a
algunas preguntas que tal vez se haya hecho. Si lo desea, los testigos
de Jehov
´
a pueden analizar estas preguntas con usted.
1. ¿Por qu
´
e aprender acerca de Dios?
Dios tiene un mensaje de esperanza para la hu-
manidad. Y ese mensaje se encuentra en la Palabra
de Dios. En realidad, la Biblia es como una carta que
nos ha enviado nuestro Padre celestial. (Lea Jerem
´
ıas
29:11.)
2. ¿Qu
´
e mensaje tiene Dios para nosotros?
Ning
´
un gobierno ha podido acabar con la violencia,
las injusticias, las enfermedades ni la muerte. Pero Dios
ha prometido traer un gobierno justo que terminar
´
a
para siempre con el sufrimiento de toda la humanidad.
(Lea Daniel 2:44.)
3. ¿Por qu
´
e es importante que
aprendamos acerca de Dios ahora?
Dios acabar
´
a muy pronto con toda la gente mala.
Pero antes est
´
a ense
˜
nando a millones de personas a
amar al pr
´
ojimo y disfrutar de una vida mejor. En la
Biblia aprendemos a hacer frente a los problemas,
ser felices y agradar a Dios. (Lea Sofon
´
ıas 2:3.)
17. Si desea m
´
as informaci
´
on, consulte el cap
´
ıtulo 2
de este libro, editado por los testigos de Jehov
´
a.
¿QU
´
E ENSE
˜
NA
realmente
LA BIBLIA?
4. ¿Qui
´
en es el autor de la Biblia?
La Biblia se compone de 66 libros escritos por unos
40 hombres. Los cinco primeros los escribi
´
o Mois
´
es
hace tres mil quinientos a
˜
nos, mientras que el
´
ultimo
fue escrito hace mil novecientos a
˜
nos por el ap
´
ostol
Juan. Ninguno de aquellos hombres escribi
´
o sus pro-
pias ideas, sino las de Dios. Por tanto, el autor de la Bi-
blia es Dios. (Lea 2 Timoteo 3:16 y 2 Pedro 1:21.)
¿Por qu
´
e podemos estar seguros de que la Biblia
viene de Dios? Porque predice el futuro con total exacti-
tud, algo imposible para el ser humano (Isa
´
ıas 46:
9,10). Por otro lado, en cada una de sus p
´
aginas est
´
a re-
flejada la maravillosa personalidad de Dios. Y adem
´
as,
tiene el poder de cambiar por completo la vida de la
gente. Por estas razones, millones de personas est
´
an
convencidas de que Dios es el autor de la Biblia. (Lea Jo-
su
´
e 23:14 y 1 Tesalonicenses 2:13.)
5. ¿Qu
´
e se necesita para entender
la Biblia?
Jes
´
us fue un sobresaliente maestro de la Palabra
de Dios. En su tiempo, muchas personas conoc
´
ıan
las Escrituras, pero en realidad no las entend
´
ıan.
A fin de aclararles su significado,
´
el les citaba ver-
s
´
ıculos y luego se los explicaba. Esta secci
´
on emplea-
r
´
a el mismo m
´
etodo para ayudarle a usted a en-
tender mejor las ense
˜
nanzas b
´
ıblicas. (Lea Lucas
24:27, 45.)
Estamos seguros de que le encantar
´
a aprender de
Dios y del prop
´
osito de la vida. Eso s
´
ı, no a todo el
mundo le agradar
´
a que usted quiera conocer la Bi-
blia. Pero es importante que lo haga. Seg
´
un la pro-
pia Biblia, quienes aprendan de Dios podr
´
an vivir
para siempre. (Lea Mateo 5:10-12 y Juan 17:3.)
17
18. “NO MEREZCO que Dios me perdone.” As
´
ı se
expres
´
o un hombre tiempo despu
´
es de ha-
berse rebelado contra las normas b
´
ıblicas que
aprendi
´
o de ni
˜
no. Aunque ya hab
´
ıa hecho algu-
nos cambios en su vida, sent
´
ıa que Dios jam
´
as lo
perdonar
´
ıa. Pero este hombre hall
´
o consuelo y
esperanza al leer la historia del rey Manas
´
es, re-
gistrada en 2 Cr
´
onicas 33:1-17. Si a usted tambi
´
en
lo perturban los errores del pasado, har
´
a bien en
repasar este relato.
Manas
´
es naci
´
o tres a
˜
nos despu
´
es de que Dios
extendiera milagrosamente la vida de su padre,
Ezequ
´
ıas, uno de los mejores reyes que tuvo Jud
´
a
(2 Reyes 20:1-11). Sin duda, el fiel Ezequ
´
ıas pen-
s
´
o que el nacimiento de Manas
´
es se deb
´
ıa a la
misericordia divinay que el ni
˜
no era un regalo de
Dios. Por eso, seguramente procur
´
o inculcar en
´
el un profundo amor por las elevadas normas
de Jehov
´
a. Pero hay que admitir que los hijos
no siempre imitan a sus padres. Yas
´
ı sucedi
´
o con
Manas
´
es.
Ezequ
´
ıas muri
´
o cuando Manas
´
es ten
´
ıa apenas
12 a
˜
nos. De ah
´
ı en adelante, el muchacho “pro-
cedi
´
o a hacer lo que era malo a los ojos de Jeho-
v
´
a” (vers
´
ıculos 1 y 2). ¿Se habr
´
a dejado llevar por
consejeros que no sent
´
ıan ning
´
un respeto por las
leyes divinas? La Biblia no lo
dice. Lo que s
´
ı sabemos es
que se convirti
´
o en un id
´
ola-
tra y un asesino. Erigi
´
o alta-
res a dioses falsos y sacrific
´
o
en ellos a sus propios hijos,
practic
´
o la hechicer
´
ıa y con-
tamin
´
o el templo de Dios
en Jerusal
´
en introduciendo
en
´
el un
´
ıdolo repugnante.
Y pese a que Jehov
´
a —el
Dios a quien deb
´
ıa su naci-
miento— le hizo numerosas
advertencias,
´
el nunca quiso hacerle caso (ver-
s
´
ıculos 3 a 10).
Finalmente, Jehov
´
a permiti
´
o que los babilo-
nios se lo llevaran encadenado al exilio. En Babi-
lonia, Manas
´
es tuvo la oportunidad de examinar
su vida. Es muy probable que, al ver que sus
´
ıdo-
los no hab
´
ıan hecho nada para protegerlo, com-
prendiera que eran totalmente in
´
utiles. O puede
que recordara lo que a
˜
nos atr
´
as le hab
´
ıa ense
˜
na-
do su padre. El caso es que la actitud de Manas
´
es
cambi
´
o por completo. El relato explica que el rey
“abland
´
o el rostro de Jehov
´
a su Dios”, “hu-
mill
´
andose mucho” y “orando” (vers
´
ıculos 12
y 13).1 Pero ¿perdonar
´
ıa Jehov
´
a a alguien que
hab
´
ıa cometido cr
´
ımenes tan horrendos?
A Jehov
´
a le conmovi
´
o ver que Manas
´
es sent
´
ıa
tanto pesar. Por consiguiente, escuch
´
o sus s
´
upli-
cas sinceras y “lo restaur
´
o en Jerusal
´
en a su go-
bernaci
´
on real” (vers
´
ıculo 13). A fin de demostrar
su arrepentimiento, Manas
´
es hizo todo lo que
pudo por enmendar sus pecados: elimin
´
o de su
reino los
´
ıdolos y altares, y anim
´
o al pueblo a ser-
vir a Jehov
´
a (vers
´
ıculos 15 a 17).
As
´
ı que si usted cree que no es digno de recibir
el perd
´
on de Dios, acu
´
erdese de Manas
´
es. Jeho-
v
´
a incluy
´
o este relato en la Biblia para animarnos
y ense
˜
narnos que est
´
a “listo para perdonar” (Sal-
mo 86:5; Romanos 15:4). Lo que a
´
el le importa
no es tanto el pecado en s
´
ı, sino la actitud del pe-
cador. Si este se arrepiente de coraz
´
on, suplica el
perd
´
on divino y se esfuerza por enmendar su
vida, lograr
´
a —como Manas
´
es— “abland[ar] el
rostro de Jehov
´
a” (Isa
´
ıas 1:18; 55:6, 7).
1 Seg
´
un La Nueva Biblia Latinoam
´
erica, “quiso aplacar
a Yav
´
e, su Dios”.
AC
´
ERQUESE A DIOS
“Abland
´
o el rostro de Jehov
´
a”
LECTURA B
´
IBLICA RECOMENDADA PARA ESTE MES:
˛ 2 Cr
´
onicas 29 a Esdras 10
19. ˇ En Israel, la temporada lluviosa se ex-
tiende desde octubre hasta abril, y a ve-
ces llegan a formarse torrentes cauda-
losos que corren por los valles. Pero
durante la estaci
´
on m
´
as calurosa, los
torrentes se secan, y pueden pasar me-
ses sin que caiga una sola gota. ¿C
´
omo
se las arreglaban los israelitas de tiem-
pos b
´
ıblicos para contar siempre con un
buen suministro de agua?
En primer lugar, labraban canales en
las colinas para dirigir el agua de las llu-
vias invernales hasta dep
´
ositos subterr
´
a-
neos, o cisternas. Una ligera inclinaci
´
on
en los techos de las casas permit
´
ıa que
el agua fluyera hasta esos dep
´
ositos. De
hecho,muchoshogaresten
´
ıan su propia
cisterna (2 Reyes 18:31; Jerem
´
ıas 6:7).
Los israelitas tambi
´
en obten
´
ıan agua
de los manantiales. En las tierras altas,
el agua se filtra por el terreno hasta al-
canzar las capas de roca impermeables,
entonces comienza a deslizarse y final-
mente brota en forma de manantiales.
Los nombres de pueblos como En-
semes, En-roguel y En-gued
´
ı sugieren
que estos se hallaban cerca de alg
´
un
manantial, pues la palabra en signifi-
ca “fuente” o “manantial” (Josu
´
e 15:
7, 62). Para aprovechar las aguas de un
manantial cercano, en Jerusal
´
en se la-
br
´
o a trav
´
es de la roca un t
´
unel que ser-
v
´
ıa de acueducto (2 Reyes 20:20).
Por
´
ultimo, donde no contaban con
manantiales, cavaban pozos (en he-
breo, be’
´
er), comoel que hab
´
ıa en Beer-
seba (G
´
enesis 26:32, 33). El erudito An-
dr
´
e Chouraqui se
˜
nala que “incluso hoy
las t
´
ecnicas utilizadas por [los israelitas]
son dignas de admiraci
´
on”.
¿LO SAB
´
IA?
¿Qu
´
e hac
´
ıan los israelitas a fin de disponer de agua
durante la larga estaci
´
on seca?
CISTERNA EN HORVOT
MEZADA (ISRAEL)
˘ Masada National Park, Israel
Nature and Parks Authority
ˇ Abr
´
an y su esposa viv
´
ıan en una pr
´
os-
pera ciudad caldea llamada Ur. Pero
cuando Dios les orden
´
o que se muda-
ran de all
´
ı, empezaron a vivir en tien-
das de campa
˜
na (G
´
enesis 11:31; 13:12).
¿A qu
´
e cosas tuvieron que renunciar?
Entre 1922 y 1934, el arque
´
ologo
Leonard Woolley desenterr
´
o las ruinas
de Ur —situadas en Irak— y encontr
´
o,
entre otras edificaciones, 73 casas he-
chas de ladrillo. En muchas de ellas, las
habitaciones estaban dispuestas alre-
dedor de un patio empedrado, cons-
truido con un ligero declive para guiar
el agua a un sumidero central. En las
m
´
as grandes, los cuartos de invitados
ten
´
ıan su propio lavabo. En la planta
baja tambi
´
en sol
´
ıa hallarse la cocina
con su fog
´
onylos cuartos de los sirvien-
tes. A la planta superior se sub
´
ıa por
una escalera y, una vez arriba, los
miembros de la familia acced
´
ıan a sus
dormitorios a trav
´
es de un corredor de
madera que rodeaba el patio central.
“Una casa [...] con patio empedrado,
muros blanqueados, sistema de desa-
g
¨
ue [...] y doce habitaciones o m
´
as in-
dica un nivel de vida realmente eleva-
do —afirm
´
o Leonard Woolley—. Y este
era el tipo de casas [...] de la clase me-
dia: tenderos, mercaderes, escribas y
as
´
ı por el estilo.”
¿C
´
omo era la casa en la que vivi
´
o Abr
´
an (Abrah
´
an)?
DIBUJO DE UNA T
´
IPICA
CASA DE LOS TIEMPOS
DE ABRAH
´
AN
˘ Dibujo: A. S. Whitburn
LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 19
20. ¿ALGUNA vez ha tenido la sensaci
´
on de que nadie lo valo-
ra? En este mundo ego
´
ısta y fren
´
etico es f
´
acil llegar a
pensar que somos totalmente invisibles. Y es que la mayor
´
ıa
de las personas solo se preocupan por s
´
ı mismas, tal como pre-
dijo la Biblia que suceder
´
ıa (2 Timoteo 3:1, 2).
Pero la necesidad de amar y ser amado sigue siendo com
´
un
a todos los seres humanos, sin importar su edad, raza, lengua
o cultura. Los cient
´
ıficos han descubierto que nuestro sistema
nervioso est
´
a dise
˜
nado para percibir el amor y la ternura.
Y Jehov
´
a, aquel que nos cre
´
o con esa extraordinaria capaci-
dad, comprende mejor que nadie que necesitamos recibir ca-
ri
˜
no y sentirnos valorados. De hecho, podemos llegar a ser
personas muy queridas para
´
el. ¿No es ese un honor incompa-
rable? Pero ¿en verdad es posible que Dios ame a criaturas
imperfectas como nosotros? ¿C
´
omo podemos estar seguros
de que nos valora? ¿Y qu
´
e tenemos que hacer para agradarle?
Valiosos a los ojos de Dios
Hace tres mil a
˜
nos, un fiel siervo de Dios qued
´
o deslumbra-
do por el esplendor de un cielo tachonado de estrellas. Pero al
contemplar este espect
´
aculo, lo que m
´
as le maravillaba era
pensar que el majestuoso Creador del universo se interesara
por simples seres humanos, tan insignificantes en compara-
ci
´
on. Por eso, escribi
´
o: “Cuandoveo tus cielos, las obras de tus
dedos, la luna y las estrellas que t
´
u has preparado, ¿qu
´
e es el
hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hom-
bre terrestre para que cuides de
´
el?” (Salmo 8:3, 4). Cualquiera
podr
´
ıa haber concluido que el Dios supremo est
´
a demasiado
lejos o demasiado ocupado como para interesarse en hombres
y mujeres imperfectos. Sin embargo, el escritor de este salmo
sab
´
ıa que, pese a nuestra fragilidad e intrascendencia, Dios
nos considera muy valiosos.
Otro salmista asegur
´
o: “Jehov
´
a est
´
a complaci
´
endose en los
que le temen, en los que esperan su bondad amorosa” (Salmo
147:11). ¡Qu
´
e hermosas lecciones aprendemos de estos dos
salmos! El Dios de los cielos no solo sabe que existimos, sino
que adem
´
as cuida de nosotros y se complace en lo que hace-
mos.
“¿Es cierto que Dios me ama?”
21. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 21
El cumplimiento de una antigua profec
´
ıa confirma este
hecho. Por medio del profeta Ageo, Jehov
´
a predijo que en
nuestros d
´
ıas tendr
´
ıa lugar una importante obra de alcance
mundial, y esta ser
´
ıa la predicaci
´
on de las buenas nuevas
del Reino. Entonces indic
´
o uno de los resultados de di-
cha obra: “Las cosas deseables de todas las naciones tienen
que entrar; y ciertamente llenar
´
e de gloria esta casa” (Ageo
2:7).
¿Qu
´
e son “las cosas deseables de todas las naciones”? No se
trata de riquezas, pues a Jehov
´
a no le complacen ni el oro ni la
plata (Ageo 2:8). Lo que alegra su coraz
´
on son las personas
que, con imperfecciones y todo, le sirven por amor (Prover-
bios 27:11). Su celo y devoci
´
on hace que Dios las considere
“cosas deseables” que le traen gloria. ¿Es usted una de esas
personas?
Puede parecer mentira que criaturas tan intrascendentes y
llenas de defectos sean algo tan valioso para el Creador del
universo. Pero es la pura verdad. ¿No deber
´
ıa esto impulsar-
nos a conocerlo mejor? De hecho, Jehov
´
a mismo nos invita a
hacerlo (Isa
´
ıas 55:6; Santiago 4:8).
Una persona muy amada por Dios
Una tarde, mientras oraba, el profeta Daniel recibi
´
o una sor-
prendente visita. Se trataba del
´
angel Gabriel, a quien ya hab
´
ıa
tenido el honor de conocer anteriormente. “Daniel —dijo el
´
angel al anciano profeta—, ahora he salido para hacerte tener
perspicacia con entendimiento [...], porque eres alguien muy
deseable.” (Daniel 9:21-23.)
Es interesante notar que el t
´
ermino hebreo traducido “muy
deseable” tambi
´
en puede verterse “muy amado”, “muy esti-
mado” e incluso “predilecto”. Otro
´
angel que se comunic
´
o
posteriormente con Daniel utiliz
´
o dos veces m
´
as la misma ex-
presi
´
on para referirse al profeta. Primero se dirigi
´
o a
´
el con es-
tas palabras: “Oh Daniel, hombre muy deseable”, y luego lo
anim
´
o dici
´
endole: “No tengas miedo, oh hombre muy desea-
ble. Ten paz” (Daniel 10:11,19).
Sin duda, Daniel ya sab
´
ıa que su servicio le hab
´
ıa ganado la
aprobaci
´
on divina y que entre
´
el y Jehov
´
a exist
´
ıa una buena
relaci
´
on. No obstante, el afectuoso reconocimiento que Dios
le hizo mediante sus
´
angeles debi
´
o de confirmarle su val
´
ıa.
Quiz
´
a por eso le expres
´
o a uno de ellos: “Me has fortalecido”
(Daniel 10:19).
Este relato, que revela el cari
˜
no que Jehov
´
a le ten
´
ıa a su fiel
profeta, se ha incluido en la Biblia para nuestro beneficio
Dios demostr
´
o
cu
´
anto amaba
a Daniel al enviar
al
´
angel Gabriel
para fortalecerlo
22. 22 LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011
(Romanos 15:4). Si queremos que Dios sienta
lo mismo por nosotros, haremos bien en exa-
minar el ejemplo que nos dej
´
o Daniel.
Estudi
´
o las Escrituras con esmero
El registro b
´
ıblico indica que Daniel era
un estudiante de las Escrituras muy aplicado.
En Daniel 9:2 leemos: “Discern
´
ı por los libros
el n
´
umero de los a
˜
nos [...] para [que se cum-
plieran] las devastaciones de Jerusal
´
en”. Los
libros que Daniel ten
´
ıa a su disposici
´
on pro-
bablemente inclu
´
ıan los escritos de Mois
´
es,
David, Salom
´
on, Isa
´
ıas, Jerem
´
ıas, Ezequiel y
otros profetas. ¿Nos lo podemos imaginar ro-
deado de rollos y pergaminos, absorto en el
estudio de las profec
´
ıas? Tuvo que haberse
pasado horas, tal vez en la habitaci
´
on del te-
cho de su casa, meditando y comparando los
distintos pasajes sobre la restauraci
´
on de la re-
ligi
´
on verdadera en Jerusal
´
en. Su esfuerzo
por entender el mensaje de la Palabra de Dios
sin duda fortaleci
´
o su fe y su relaci
´
on con
Jehov
´
a.
El estudio de las Escrituras influy
´
o tambi
´
en
en su personalidad y en las decisiones que
tom
´
o en su vida. La instrucci
´
on que recibi
´
o
en su tierna infancia le permiti
´
o ver desde
muy joven la importancia de evitar a toda
costa los alimentos que la Ley declaraba
impuros (Daniel 1:8). Adem
´
as, gracias a los
consejos de la Palabra de Dios, transmiti
´
o sin
temor los mensajes divinos a los reyes de Ba-
bilonia (Proverbios 29:25; Daniel 4:19-25; 5:
22-28). Tambi
´
en se gan
´
o la fama de ser un
trabajador diligente y honrado (Daniel 6:4).
Y lleg
´
o a confiar tanto en Jehov
´
a que prefer
´
ıa
morir antes que violar sus mandatos (Prover-
bios 3:5, 6; Daniel 6:23). ¡Con raz
´
on lo llam
´
o
Dios “hombre muy deseable”!
En muchos sentidos, hoy es m
´
as f
´
acil estu-
diar la Biblia. Por un lado, no tenemos que
cargar con rollos, y por otro, contamos con
m
´
as escritos inspirados que Daniel, incluido
el registro de c
´
omo se cumplieron algunas de
sus profec
´
ıas. Por si fuera poco, tenemos a
nuestra disposici
´
on numerosas herramientas
de investigaci
´
on.1 ¿Se vale usted de ellas?
¿Tiene un horario para leer la Biblia y medi-
tar en su mensaje? Si as
´
ı es, su fe se har
´
a tan
fuerte como la de Daniel y su relaci
´
on con
Jehov
´
a se har
´
a m
´
as estrecha. Las Escrituras
guiar
´
an sus pasos, y sentir
´
a que Dios lo acom-
pa
˜
na en todo momento.
Or
´
o con fervor
Daniel se manten
´
ıa en constante comuni-
caci
´
on con su Padre celestial. Fueron muchas
las ocasiones en que acudi
´
o a
´
el por ayuda.
Por ejemplo, cuando el rey Nabucodonosor
de Babilonia amenaz
´
o con matarlo si no lo-
graba interpretarle un sue
˜
no, el joven Daniel
le pidi
´
o a Jehov
´
a que lo ayudara y protegiera
(Daniel 2:17, 18). A
˜
nos m
´
as tarde, humilde-
mente confes
´
o a Dios sus pecados junto con
los del pueblo y le suplic
´
o que les tuviera mi-
sericordia (Daniel 9:3-6, 20). Adem
´
as, no dej
´
o
de pedir la gu
´
ıa divina cuando no lograba en-
tenderel significado de algunavisi
´
on. Y Jeho-
v
´
a lo escuchaba, pues en cierta ocasi
´
on envi
´
o
a un
´
angel para que le proporcionara mayor
entendimiento. Este
´
angel le asegur
´
o: “Tus
palabras han sido o
´
ıdas” (Daniel 10:12).
Pero el fiel profeta no solo le oraba a Dios
para hacerle ruegos. La Biblia declara: “Hasta
tres veces al d
´
ıa [...] oraba y ofrec
´
ıa alabanza
delante de su Dios, como hab
´
ıa estado ha-
ciendo regularmente” (Daniel 6:10). Daniel
ten
´
ıa motivos de sobra para alabar a Jehov
´
a y
expresarle agradecimiento. Y, como acaba-
mos de leer, lo hac
´
ıa a menudo. Orar era tan
importante en su servicio a Dios, que no dej
´
o
de hacerlo ni cuando su vida se vio amenaza-
da por ello. Su constancia y lealtad de seguro
conmovi
´
o el coraz
´
on de Jehov
´
a.
1 Los testigos de Jehov
´
a han publicado diversas obras
de consulta y estudio que le permitir
´
an sacar mayor pro-
vecho de su lectura b
´
ıblica. Si desea obtener alguna, pue-
de ped
´
ırsela a cualquier Testigo.
23. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 23
Al igual que Daniel, usted tambi
´
en puede beneficiarse del
hermoso don de la oraci
´
on. Por eso, no permita que pase
ni un solo d
´
ıa sin que se haya comunicado con su Padre celes-
tial. Cu
´
entele sus preocupaciones y no olvide alabarlo y darle
gracias por todas sus bondades. Piense en c
´
omo ha contesta-
do sus s
´
uplicas y expr
´
esele su gratitud. T
´
omese todo el tiempo
que sea necesario. Si le abre su coraz
´
on a Dios, se sentir
´
a muy
cerca de
´
el. ¿Verdad que esa es una buena raz
´
on para no dejar
nunca de orar? (Romanos 12:12.)
Honr
´
o el nombre de Jehov
´
a
Quien solo vela por sus propios intereses no goza de buenas
amistades. Pues bien, si queremos que
nuestra amistad con Dios tenga futuro, te-
nemos que evitar esa tendencia. Daniel
no era ajeno a esta verdad y por eso se
preocup
´
o de que el nombre de Dios reci-
biera siempre la gloria que merece.
Cuando Jehov
´
a le revel
´
o el sue
˜
no de Na-
bucodonosor y le dio a conocer su inter-
pretaci
´
on, Daniel dijo: “Que el nombre de
Dios llegue a ser bendito de tiempo indefi-
nido aun hasta tiempo indefinido, porque
la sabidur
´
ıa y el poder
´
ıo [...] pertenecen a
´
el”. Y cuando Daniel le comunic
´
o al rey el sue
˜
no y su signifi-
cado, se asegur
´
o en repetidas ocasiones de darle el m
´
erito a
Jehov
´
a, a quien llam
´
o el “Revelador de secretos”. Adem
´
as, al
pedirle a Jehov
´
a que perdonara al pueblo y lo liberara, demos-
tr
´
o que le preocupaba que el nombre de Dios fuera ensalzado:
“Oh Jehov
´
a, [...] presta atenci
´
on y act
´
ua [...] porque tu propio
nombre ha sido llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo”
(Daniel 2:20, 28; 9:19).
Hay muchas maneras en las que podemos imitar a Daniel y
honrar el nombre de Jehov
´
a. Una es pidiendo en nuestras ora-
ciones que el nombre de Dios sea santificado (Mateo 6:9, 10).
Otra es asegur
´
andonos de que nuestra conducta nunca man-
che su santo nombre. Y una
´
ultima es cont
´
andoles a otras per-
sonas las cosas maravillosas que hemos aprendido acerca de
su Reino.
Es verdad que el mundo en el que vivimos es ego
´
ısta ycruel.
Pero nos consuela saber que Jehov
´
a ama profundamente a
cada uno de sus siervos. Ya lo dijo el salmista: “Jehov
´
a est
´
a
complaci
´
endose en su pueblo. Hermosea a los mansos con
salvaci
´
on” (Salmo 149:4).
El estudio de
las Escrituras
y la oraci
´
on
convirtieron
a Daniel en
alguien muy
valioso a los
ojos de Dios
24. 24 LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011
Esta desgracia es parte de una serie de tr
´
agi-
cos sucesos. Todo comenz
´
o cuando Hofn
´
ı y Fi-
neh
´
as, los malvados hijos del sumo sacerdote
El
´
ı, llevaron el arca del pacto —s
´
ımbolo de la
presencia divina— desde Sil
´
o hasta el campo
de batalla. Al parecer, los israelitas pensaban
que tenerla con ellos les asegurar
´
ıa la victoria.
Pero aquel cofre, que sol
´
ıa guardarse en un lu-
gar sagrado del tabern
´
aculo (la tienda que ser-
v
´
ıa de templo), no era un simple amuleto. Los
filisteos vencieron a los israelitas, tomaron el
Arca y mataron a los hijos de El
´
ı (1 Samuel 4:3-
11).
Hac
´
ıa siglos que el Arca hab
´
ıa honrado con
su presencia a Sil
´
o. Por eso, al enterarse de que
estaba en manos de los filisteos, El
´
ı —quien ya
ten
´
ıa 98 a
˜
nos de edad— se cay
´
o de su silla y
muri
´
o. Y su nuera, que acababa de enviudar,
tambi
´
en falleci
´
o ese mismo d
´
ıa dando a luz.
Sus
´
ultimas palabras fueron: “La gloria se ha
ido de Israel al destierro”. As
´
ı es: sin el arca del
pacto, la gloria de Sil
´
o quedar
´
ıa en el olvido
(1 Samuel 4:12-22).
Todo aquello debi
´
o de ser un duro golpe
para Samuel. Pero su fe no pod
´
ıa fallarle ahora.
Su deber era ayudar al pueblo a recuperar el
favor y la protecci
´
on de Jehov
´
a. Puesto que
nosotros tambi
´
en estamos expuestos a sufrir
desilusiones y golpes en la vida, veamos qu
´
e
podemos aprender del ejemplo de Samuel.
Defendi
´
o la justicia
Tras la historia que acabamos de leer, la Bi-
blia pasa a contarnos el castigo que sufrieron
los filisteos por tomar el Arca y c
´
omo se vieron
obligados a devolverla. Cuando reaparece el
profeta en escena, ya han transcurrido veinte
a
˜
nos de eso (1 Samuel 7:2). ¿Qu
´
e hizo durante
todo ese tiempo? No hay que adivinarlo.
La Biblia dice que, en el per
´
ıodo anterior a la
guerra, “la palabra de Samuel continu
´
o llegan-
do a todo Israel”, lo cual indica que el profeta
hab
´
ıa estado instruyendo al pueblo constante-
mente (1 Samuel 4:1). Y tras la guerra sigui
´
o
haciendo lo mismo. En 1 Samuel 7:15-17 lee-
mos que ten
´
ıa la costumbre de visitar las mis-
mas tres ciudades a
˜
no tras a
˜
no para solucionar
las disputas de sus habitantes y darles instruc-
ciones. Luego regresaba a Ram
´
a, donde ten
´
ıa
su hogar. No hay duda, entonces, de que
durante esos veinte a
˜
nos se mantuvo, como
siempre, muy ocupado.
El mal ejemplo de los hijos de El
´
ı —hombres
corruptos e inmorales— hab
´
ıa erosionado la fe
del pueblo. Como resultado, muchos se entre-
garon a la idolatr
´
ıa. Tras veinte a
˜
nos de labor y
af
´
an, Samuel les dijo a sus hermanos israelitas:
EJEMPLOS DE FE
Sigui
´
o adelante pese
a los golpes de la vida
EN UN solo d
´
ıa, la guerra contra los filisteos se hab
´
ıa cobrado
la vida de 30.000 israelitas. Y eso sin contar las 4.000 bajas de un
combate anterior. El pueblo de Sil
´
o estaba anegado en l
´
agrimas. Incontables ni
˜
nos
y mujeres lloraban la p
´
erdida de sus seres queridos: padres, esposos, hermanos e hijos
que jam
´
as volver
´
ıan a casa. Tales muestras de dolor tuvieron que haber afectado
profundamente al profeta Samuel (1 Samuel 4:1, 2, 10).
25. “Si con todo su coraz
´
on est
´
an volvi
´
endose a
Jehov
´
a, quiten de en medio de ustedes los dio-
ses extranjeros y tambi
´
en las im
´
agenes de Asto-
ret, y dirijan su coraz
´
on inalterablemente a
Jehov
´
a y s
´
ırvanle solo a
´
el, y
´
el los librar
´
a de la
mano de los filisteos” (1 Samuel 7:3).
Lo cierto es que “la mano de los filisteos” es-
taba oprimiendo sin compasi
´
on al pueblo.
Como el ej
´
ercito israelita hab
´
ıa sido pr
´
acti-
camente destrozado, sus enemigos pensaban
que pod
´
ıan abusar de ellos con impunidad.
Y ahora Samuel les presentaba la posibilidad
de regresar a Jehov
´
a y recuperar la libertad.
¿Lo escucharon? S
´
ı, pues se deshicieron de sus
´
ıdolos y “empezaron a servir solo a Jeho-
v
´
a”. El profeta, sin duda muy complacido, los
congreg
´
o a todos en Mizp
´
a, una ciudad que
quedaba en la regi
´
on monta
˜
nosa al norte de
Jerusal
´
en. All
´
ı ayunaron y le demostraron a
Jehov
´
a que estaban arrepentidos de su idola-
tr
´
ıa (1 Samuel 7:4-6).
Pero los filisteos vieron aquella reuni
´
on
como una oportunidad para aplastar a los ado-
radores de Jehov
´
a, as
´
ı que fueron contra ellos.
Cuando los israelitas supieron del peligro que
los amenazaba, se aterrorizaron y le pidieron a
Samuel que clamara a Jehov
´
a por ayuda. Este
accedi
´
o y acompa
˜
n
´
o su oraci
´
on de una ofren-
da quemada. A
´
un no hab
´
ıa terminado de ha-
cer el sacrificio cuando los filisteos atacaron la
ciudad. Pero Jehov
´
a escuch
´
o el clamor de su
pueblo e hizo que el cielo “tronara con gran es-
truendo [...] contra los filisteos”, con lo que
provoc
´
o una gran confusi
´
on (1 Samuel 7:7-
10).
Sin embargo, los filisteos eran guerreros cur-
tidos en fieras batallas; no eran ni
˜
nos, que con
un simple trueno corren a la falda de sus ma-
dres. Aun as
´
ı, huyeron por sus vidas. ¿Qu
´
e los
asust
´
o tanto? Tal vez el “gran estruendo” re-
tumb
´
o en las colinas, o quiz
´
a provino de un
cielo despejado. En cualquier caso, aquel acto
sobrenatural convirti
´
o a los depredadores en
presas. Los israelitas salieron de Mizp
´
a y persi-
guieron a los filisteos por kil
´
ometros y kil
´
ome-
tros hasta llegar al suroeste de Jerusal
´
en (1 Sa-
muel 7:11).
La batalla de Mizp
´
a marc
´
o un antes y un des-
pu
´
es en la historia de Israel. Durante el resto de
los d
´
ıas que Samuel sirvi
´
o de juez, los israelitas
siguieron ganando terreno y recuperaron mu-
chas de las ciudades que los filisteos hab
´
ıan
conquistado (1 Samuel 7:13,14).
Siglos m
´
as tarde, el ap
´
ostol Pablo incluy
´
o a
Samuel entre los jueces y profetas que “efec-
tuaron justicia” (Hebreos 11:32, 33). As
´
ı es, Sa-
muel contribuy
´
o a que se hiciera lo que era jus-
to y recto a los ojos de Jehov
´
a. Y lo logr
´
o
porque, en lugar de dejarse vencer por las difi-
cultades, sigui
´
o realizando su labor mientras
esperaba con paciencia a que Jehov
´
a endereza-
ra los asuntos. Adem
´
as, demostr
´
o ser una
persona agradecida. Tras la victoria en
Mizp
´
a, levant
´
o un monumento para re-
cordarlo que Dios hab
´
ıa hecho a fa-
vor del pueblo (1 Samuel 7:12).
Si queremos hacer lo que es
justo a los ojos de Jehov
´
a, tene-
mos que ser pacientes, humil-
des y agradecidos, como lo
¿C
´
omo ayud
´
o Samuel
al pueblo a reponerse
de una terrible tragedia?
26. fue Samuel. ¿Y qui
´
en no tiene necesidad de
cultivar esas cualidades? A Samuel le fue muy
´
util desarrollarlas cuando todav
´
ıa era un hom-
bre joven, pues en su vejez afront
´
o pruebas y
desilusiones mucho m
´
as graves, como vere-
mos a continuaci
´
on.
“Tus propios hijos
no han andado en tus caminos”
La siguiente vez que aparece Samuel en el re-
lato, ya ha envejecido y necesita ayuda para es-
cuchar las causas del pueblo. Por eso, nombra
jueces a sus dos hijos: Joel y Ab
´
ıas. Pero estos
no hacen honor al nombre de su padre. En vez
de seguir su ejemplo, abusan de su autoridad,
cometen injusticias y aceptan sobornos (1 Sa-
muel 8:1-3).
Un d
´
ıa, los ancianos de Israel presentaron la
siguiente queja a Samuel: “Tus propios hijos
no han andado en tus caminos” (1 Samuel 8:
4, 5). ¿No sab
´
ıa Samuel lo que hac
´
ıan sus hi-
jos? El registro no lo indica. Pero seguro que
tras ver lo que hizo Jehov
´
a con El
´
ı por ser per-
misivo y honrar a sus hijos m
´
as que a Dios, Sa-
muel se esforz
´
o por ser un padre irreprensible
(1 Samuel 2:27-29). Y, de hecho, Jehov
´
a no ha-
ll
´
o falta en la conducta del profeta.
El relato tampoco dice lo que sinti
´
o Samuel
al enterarse del mal comportamiento de sus hi-
jos. Pero muchos padres saben lo vergonzoso y
descorazonador que eso puede ser. Hoy es co-
m
´
un que los hijos se rebelen contra sus padres.
La falta de respeto y sumisi
´
on se ha convertido
en una verdadera plaga (2 Timoteo 3:1-5). ¿Su-
fre usted a causa de un hijo que ni oye consejos
ni responde a la disciplina? En tal caso, hallar
´
a
consuelo y gu
´
ıa al analizar la forma de actuar
de Samuel.
´
El se mantuvo fiel, sin desviarse
ni un mil
´
ımetro de su camino. Recuerde: las
palabras mueven, pero el ejemplo arrastra. As
´
ı
que nunca subestime la influencia que su
ejemplo de fidelidad puede ejercer en su hijo.
Adem
´
as, su propio Padre, Jehov
´
a, se sentir
´
a or-
gulloso de usted por su conducta leal.
“N
´
ombranos un rey”
Jam
´
as se imaginaron los hijos de Samuel
los efectos que su ambici
´
on producir
´
ıa en
otras personas. Tras se
˜
nalar su mala conducta,
los ancianos le pidieron al profeta: “N
´
ombra-
Samuel tuvo hijos rebeldes.
¿Qu
´
e le permiti
´
o superar
esa decepci
´
on?
27. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 27
nos un rey que nos juzgue, s
´
ı, como todas las
naciones”. ¿Tom
´
o esto Samuel como un re-
chazo a su persona? Despu
´
es de todo, llevaba
d
´
ecadas juzgando al pueblo en representaci
´
on
de Jehov
´
a. Yahora ellos quer
´
ıan que los gober-
nara un monarca, no un simple profeta como
´
el. Estaban cansados de ser el
´
unico pa
´
ıs de la
regi
´
on que no ten
´
ıa su propio rey. Pues bien,
¿qu
´
e le pareci
´
o a Samuel dicha petici
´
on? El re-
lato dice: “Aquella cosa fue mala a [sus] ojos”
(1 Samuel 8:5, 6).
Samuel expuso el problema a Jehov
´
a, quien
le contest
´
o: “Escucha la voz del pueblo en
cuanto a todo lo que te digan; porque no es a ti
a quien han rechazado, sino que es a m
´
ı a
quien han rechazado de ser rey sobre ellos”.
As
´
ı Jehov
´
a le hizo ver que no hab
´
ıa raz
´
on para
que se sintiera ofendido, pues era a
´
El a quien
el pueblo hab
´
ıa insultado. Entonces, mediante
el profeta, Jehov
´
a les advirti
´
o a los israelitas
que tener un monarca les saldr
´
ıa caro. Pero
ellos no dieron su brazo a torcer e insistieron:
“No, sino que un rey es lo que llegar
´
a a haber
sobre nosotros”. Cuando Dios les eligi
´
o uno
y mand
´
o a Samuel a ungirlo, este obedeci
´
o,
como siempre hab
´
ıa hecho (1 Samuel 8:7-19).
Pero ¿obedeci
´
o esta vez de mala gana? ¿Per-
miti
´
o que la desilusi
´
on envenenara su cora-
z
´
on? M
´
as de uno se ha amargado en situacio-
nes parecidas, pero no Samuel. Reconociendo
que Dios hab
´
ıa seleccionado a Sa
´
ul para gober-
nar al pueblo, lo ungi
´
o y hasta lo bes
´
o, demos-
tr
´
andole as
´
ı que lo recib
´
ıa con agrado y que le
ofrec
´
ıa su lealtad. Adem
´
as, les se
˜
nal
´
o a los is-
raelitas: “¿Hanvisto al que Jehov
´
a ha escogido,
que no hay ninguno como
´
el entre todo el
pueblo?” (1 Samuel 10:1, 24).
Samuel siempre mantuvo una actitud positi-
va. En vez de fijarse en los puntos d
´
ebiles del
hombre a quien Dios hab
´
ıa elegido, se centr
´
o
en sus virtudes. Y en vez de amargarse por
no contar con la aprobaci
´
on de aquella gente
caprichosa, se concentr
´
o en el fiel servicio que
le hab
´
ıa ofrecido a Dios desde hac
´
ıa tantos
a
˜
nos (1 Samuel 12:1-4). Adem
´
as, sigui
´
o cum-
pliendo con su comisi
´
on, pues advirti
´
o a la
naci
´
on de los peligros espirituales que la ame-
nazaban y la anim
´
o a permanecer leal a Jeho-
v
´
a. Sus palabras conmovieron tanto a los israe-
litas que le pidieron que orara por ellos. A esto,
Samuel respondi
´
o: “Es inconcebible, por mi
parte, pecarcontra Jehov
´
a cesando de orar a fa-
vor de ustedes; y tengo que instruirles en el ca-
mino bueno y recto” (1 Samuel 12:21-24).
¿Alguna vez le han concedido a otra persona
un puesto o privilegio que esperaba recibir us-
ted? ¿Se sinti
´
o decepcionado? Si imitamos a
Samuel, jam
´
as dejaremos que echen ra
´
ıces en
nuestro coraz
´
on los celos ni la amargura. Re-
cordemos que Dios le concede a cada uno de
sus siervos fieles la oportunidad de realizar
muchas tareas gratificantes.
“¿Hasta cu
´
ando estar
´
as
de duelo por Sa
´
ul[?]”
Sa
´
ul en verdad pose
´
ıa virtudes muy valiosas.
No le faltaba ni coraje ni ingenio y su porte era
imponente. Adem
´
as, al menos en sus comien-
zos, fue un hombre modesto y sin pretensio-
nes (1 Samuel 10:22, 23, 27). Y, como todos,
contaba con el precioso don del libre albedr
´
ıo,
o sea, la capacidad de elegir por s
´
ı mismo el
curso de su vida y tomar sus propias decisiones
(Deuteronomio 30:19). ¿Usar
´
ıa bien ese don?
Lamentablemente, la gloria y el poder sue-
len anular las buenas cualidades de los hom-
bres, y la primera que desaparece es la modes-
tia. En poco tiempo, Sa
´
ul se hizo arrogante.
En lugar de obedecer las
´
ordenes divinas que
Samuel le transmiti
´
o, se impacient
´
o y ofreci
´
o
un sacrificio, labor que le correspond
´
ıa
´
unica-
mente al profeta. Por eso, Samuel lo reprendi
´
o
y le anunci
´
o que la corona no pasar
´
ıa a sus
descendientes. Pero en vez de corregirse, Sa
´
ul
desobedeci
´
o a Dios de forma a
´
un m
´
as descara-
da (1 Samuel 13:8, 9,13,14).
Jehov
´
a le hab
´
ıa ordenado mediante Sa-
muel que guerreara contra los amalequitas,
28. 28 LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011
destruyera sus posesiones y ejecutara a Agag,
su malvado rey. Sin embargo, Sa
´
ul le perdon
´
o
la vida al rey y conserv
´
o lo mejor del bot
´
ın.
Al corregirlo, Samuel pudo darse cuenta de lo
mucho que Sa
´
ul hab
´
ıa cambiado. Lejos de
aceptar con humildad la disciplina, se puso a
discutir con el profeta, justific
´
andose y tratan-
do de minimizar su error. ¡Hasta le ech
´
o la cul-
pa al pueblo! Una de sus excusas fue que hab
´
ıa
tomado lo m
´
as selecto del reba
˜
no para sacrifi-
carlo a Jehov
´
a. Cuando escuch
´
o esto, Samuel
le contest
´
o: “Obedecer es mejor que un sacrifi-
cio”. Sin ning
´
un temor, le comunic
´
o al rey la
sentencia divina: su reino le ser
´
ıa arrancado y
alguien mejor que
´
el ocupar
´
ıa su lugar (1 Sa-
muel 15:1-33).
Samuel estaba tan apenado por las faltas de
Sa
´
ul que se pas
´
o toda una noche clamando a
Jehov
´
a, y m
´
as adelante se puso de duelo por
´
el.
¡Qu
´
e desilusionado lo debieron hacer sentir su
arrogancia y su desobediencia a Jehov
´
a! Ypen-
sar que cuando lo conoci
´
o ten
´
ıa tanto poten-
cial... Ya no quiso volver a verlo jam
´
as. Al notar
que el asunto lo ten
´
ıa tan consternado, Jehov
´
a
le llam
´
o la atenci
´
on, dici
´
endole: “¿Hasta cu
´
an-
do estar
´
as de duelo por Sa
´
ul, en tanto que yo,
por otra parte, lo he rechazado para que no rei-
ne sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y
anda. Te enviar
´
e a Jes
´
e el betlemita, porque en-
tre sus hijos me he provisto un rey” (1 Samuel
15:34, 35; 16:1).
Para cumplir su voluntad, Jehov
´
a no de-
pende de seres humanos imperfectos, quienes
pueden ser hoy leales y ma
˜
nana no. Si alguien
escogido por
´
el lo traiciona, busca a otro. As
´
ı
que Samuel dej
´
o de lamentarse por Sa
´
ul y se
dirigi
´
o a la casa de Jes
´
e en Bel
´
en para ungir al
nuevo rey. All
´
ı vio que Jes
´
e ten
´
ıa varios hijos
que a primera vista parec
´
ıan ser buenos candi-
datos. No obstante, Jehov
´
a se encarg
´
o de recor-
darle: “No mires su apariencia ni lo alto de su
estatura [...]. Porque no de la manera como el
hombre ve es como Dios ve, porque el simple
hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en
cuanto a Jehov
´
a,
´
el ve lo que es el coraz
´
on”
(1 Samuel 16:7). Por fin, le trajeron a David, el
m
´
as joven de los hijos, y ese result
´
o ser el ele-
gido.
Antes de culminar su vida, Samuel pudo ver
que la decisi
´
on de reemplazar a Sa
´
ul con David
hab
´
ıa sido acertada. Sa
´
ul se hac
´
ıa cada vez m
´
as
perverso, convirti
´
endose en un ap
´
ostata domi-
nado por los celos y el odio asesino. En cam-
bio, David dejaba ver hermosas cualidades:
valor, integridad, fe y lealtad. La fe de Samuel
se fortaleci
´
o aun m
´
as durante sus
´
ultimos d
´
ıas.
Comprob
´
o que Jehov
´
a nos puede ayudar a re-
ponernos de cualquier desilusi
´
on y a superar
nuestras dificultades, y que puede convertir
los golpes y sinsabores de la vida en bendicio-
nes. Tras la muerte de Samuel, el pueblo ente-
ro llor
´
o su ausencia. Y no es de extra
˜
nar, pues
por casi un siglo se labr
´
o un intachable histo-
rial de fiel servicio. A
´
un hoy, los siervos de
Dios hacen bien en preguntarse: “¿Imitar
´
e yo
la fe de Samuel?”.
29. LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011 29
¿QU
´
E hac
´
ıa dos mil a
˜
nos atr
´
as un hombre
de ascendencia asi
´
atica en el coraz
´
on
del Imperio romano? Ese fue el interrogante
que surgi
´
o a ra
´
ız de un asombroso hallazgo rea-
lizado en 2009 en el sur de Italia.
En Vagnari, una localidad ubicada a 60 ki-
l
´
ometros (40 millas) al oeste de Bari, se desen-
terraron 75 osamentas humanas en la excava-
ci
´
on de un antiguo cementerio romano. Las
pruebas indicaron que la mayor
´
ıa pertenec
´
ıa a
personas nacidas en los alrededores. Sin embar-
go, el an
´
alisis del ADN mitocondrial de uno de
los esqueletos arroj
´
o un resultado sorprenden-
te: sus antepasados por el lado materno proce-
d
´
ıan del Lejano Oriente.1 Se calcula que este
hombre vivi
´
o entre los siglos primero y segun-
do de nuestra era. “Es posible que esta sea la pri-
meravez que se descubre en el Imperio romano
el esqueleto de alguien de ascendencia orien-
tal”, indic
´
o cierto art
´
ıculo period
´
ıstico. Pero
¿qui
´
en era esta persona?
El mismo art
´
ıculo se
˜
nala: “Ser
´
ıa tentador
atribuir este hallazgo a la relaci
´
on que hab
´
ıa en-
tre Roma y China debido al comercio de la
seda”. No obstante, se cree que dicho comer-
cio se llevaba a cabo a trav
´
es de intermedia-
rios y que nadie recorr
´
ıa los 8.000 kil
´
ometros
(5.000 millas) que separan China de Italia.
Ahora bien, el lugar donde se hallaron los
huesos nos da una pista acerca de qui
´
en era este
hombre. El yacimiento de Vagnari se encuentra
en tierras que pertenec
´
ıan al emperador. Los
1 El an
´
alisis del ADN mitocondrial no proporciona nin-
guna informaci
´
on sobre la ascendencia paterna.
trabajadores, en su mayor
´
ıa esclavos, se dedica-
ban a la fundici
´
on de hierro y la producci
´
on de
losas de barro. Es muy probable que el oriental
fuera uno de ellos. De hecho, por lo que se en-
contr
´
o en su tumba —nada m
´
as que una simple
vasija— y por haber estado enterrado bajo los
restos de otra persona, se deduce que era de
condici
´
on humilde.
¿Qu
´
e importancia tiene este hallazgo? La Bi-
blia nos dice que tras el Pentecost
´
es del a
˜
no 33
de nuestra era, los extranjeros que visitaron
Jerusal
´
en llevaron a sus tierras de origen el
mensaje de Cristo (Hechos 2:1-12, 37-41). Pero
¿hasta d
´
onde lleg
´
o ese mensaje? Para saber-
lo hay que determinar cu
´
an lejos viajaba la
gente de aquel entonces. Como m
´
ınimo, este
descubrimiento nos revela que algunos orien-
tales se desplazaron hasta el Mediterr
´
aneo.1
1 Tambi
´
en hay pruebas de que los occidentales viaja-
ron al Oriente. Consulte el art
´
ıculo “¿Habr
´
an llegado los
primeros cristianos al Lejano Oriente?”, que se public
´
o
en La Atalaya del 1 de enero de 2009.
UN ORIENTAL
EN EL IMPERIO ROMANO
RESTOS DE
UN HOMBRE
DE ASIA ORIENTAL
HALLADOS EN
UN ANTIGUO
CEMENTERIO
ROMANO
˘ Su concessione del
Ministero per i Beni e le
Attivit
`
a Culturali - Direzione
Regionale per i Beni
Culturali e Paesaggistici
della Puglia -
Soprintendenza per i Beni
Archeologici della Puglia
ROMA Vagnari
Mar Mediterr ´
aneo ASIA ORIENTAL
OC´EANO
PAC´IFICO
30. 30 LA ATALAYA ˙ 1 DE ENERO DE 2011
– ANALIZA LA ESCENA (LEE G
´
ENESIS 25:20-34).
¿Qu
´
e tendencia manifestaron Jacob y Esa
´
u incluso antes de nacer?
¿C
´
omo describir
´
ıas la apariencia f
´
ısica de Jacob y Esa
´
u?
Lee de nuevo los vers
´
ıculos 30 a 33. ¿Qu
´
e diferencia notas entre la actitud
de Esa
´
u y la de Jacob?
INVESTIGA UN POCO M
´
AS.
Busca informaci
´
on sobre los derechos que ten
´
ıa el primog
´
enito, es decir, el
hijo mayor. ¿Por qu
´
e eran tan importantes esos derechos? ¿Estuvo bien que
Esa
´
u los vendiera por un simple plato de comida?
— ANALIZA LA ESCENA (LEE G
´
ENESIS 27:1-10, 30-38).
¿C
´
omo se habr
´
a sentido Esa
´
u al darse cuenta de que su hermano hab
´
ıa recibido
la bendici
´
on del primog
´
enito?
EL RINC
´
ON DEL JOVEN
Las cosas sagradas
merecen respeto
Instrucciones: Busca un lugar donde puedas leer con tranquilidad.
Trata de visualizar la escena, imag
´
ınate las voces y los sentimientos
de los personajes, y deja que el relato cobre vida.
Protagonistas: Isaac, Rebeca, Jacob y Esa
´
u.
Argumento: Esa
´
u vende sus derechos de hijo primog
´
enito a Jacob,
su hermano mellizo.
31. INVESTIGA UN POCO M
´
AS.
¿Estuvo mal que Rebeca y Jacob le hicieran
creer a Isaac algo que no era cierto? ¿Por qu
´
e?
(Una pista: Repasa G
´
enesis 25:23, 33.)
˜ APROVECHA LA INFORMACI
´
ON.
ANOTA LO QUE APRENDISTE SOBRE...
... el peligro de dejarte llevar por tus deseos sin
pensar en las consecuencias.
PARA PONER EN PR
´
ACTICA.
¿Se te ha confiado algo sagrado?
¿Qu
´
e puedes hacer para mostrar respeto por
las cosas sagradas?
™ ¿QU
´
E TE HA GUSTADO M
´
AS
DE ESTE RELATO? ¿POR QU
´
E? ¿NO TIENES
BIBLIA?
P
´
IDESELA
A LOS TESTIGOS DE JEHOV
´
A
O L
´
EELA EN
www.watchtower.org/s
°
32. ¿Por qu
´
e es importante que averig
¨
uemos si el jard
´
ın
de Ed
´
en existi
´
o de verdad? (P
´
AGINAS 9 A 11)
¿Sab
´
ıa Dios que Ad
´
an y Eva iban a pecar?
(P
´
AGINAS 13 A 15)
¿Por qu
´
e sabemos que Dios est
´
a dispuesto a perdonar
nuestros pecados? (P
´
AGINA 18)
¿Es cierto que Dios nos ama a cada uno de nosotros?
(P
´
AGINAS 20 A 23)
¿Aceptar
´
ıa usted una visita?
www.watchtower.org/s wp11 01/01-S