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UNIMINUTO – LBEA
HISTORIA DEL ARTE
SALIDA PEDAGÓGICA MUSEO
Estimadas y estimados estudiantes:
Bienvenidos a este recorrido histórico y artístico por algunas de las iglesias del centro de la ciudad.
La presente guía es un material didáctico como apoyo al proceso de acercamiento a los periodos
del Barroco y el Manierismo en la Historia del Arte a través de visitas a centros religiosos donde se
exponen obras pictóricas-figurativas del Barroco Neogranadino y el Manierismo en Bogotá.
1. Justificación.
El desarrollo de la presente guía de visita a las iglesias, es una propuesta didáctica que atrae a los y
las estudiantes al disfrute y entendimiento del arte religioso y sus múltiples niveles de significado.
Sus contenidos facilitan la obtención de una experiencia única en contacto directo con los
contenidos de la arquitectura, la pintura y demás obras plásticas que se encuentran en los centros
religiosos de la ciudad. La guía de visita gira en torno al tópico Imágenes, signos y simbologías de
Dios, dentro del tema Barroco Neogranadino, a través del estudio e interpretación de una selección
de piezas y obras de dichas exposiciones con fichas informativas, imágenes para trabajar en el
aula, actividades para realizar durante el recorrido, además de actividades posteriores a la visita a
las iglesias.
2. Objetivos de la visita.
La visita a las Iglesias en la clase de historia del arte se orienta a establecer vínculos entre el arte
religioso neogranadino de nuestro país y los movimientos artísticos del Barroco y el Manierismo
religiosos, como una manera de complementar y fortalecer la apreciación artística y las habilidades
históricas mediante la enseñanza no formal, propia de los museos y centros culturales. Los
contenidos de la Guía son consistentes con la visión praxiológica de la Uniminuto que prioriza el
aprendizaje autónomo, al pertimitirles utilizar las obras de arte, además de otras informaciones
relevantes que les son suministradas, como base para estructurar diálogos dirigidos a fortalecer la
capacidad de observación, el lenguaje expresivo y el pensamiento razonado y sus experiencias
participativas con el entorno visual y el patrimonio histórico.
3. Sitios a visitar:
IGLESIA DE SAN AGUSTIN- Dirección:
www.arquibogota.org.co – Entrada libre.

Cra.

7

No.

7-13.

Teléfono:-

209

60

11.
Templo tallado en piedra, de estilo predominantemente barroco con influencia renacentista, fue
construido en el año 1667 por la orden Agustiniana de Bogotá. Se destaca por sus altares
barrocos recubiertos en hojilla de oro, y su amplia colección de arte religioso que incluye elaborados
cuadros de la vida de Jesús, la Virgen María, la Sagrada Familia y San Agustín.
MUSEO IGLESIA DE SANTA CLARA- Dirección: Carrera 8 No. 8 – 91. Teléfono: 3376762.
www.museoiglesiasantaclara.gov.co - Valor Estudiante con Carné $2.000

La edificación, construida durante la mitad del siglo XVII, formó parte del convento de clausura de
las religiosas Clarisas y acoge hoy el museo de arte religioso que lleva su nombre. La austeridad y
severidad exterior contrastan con la riqueza interior prolija en tallas, esculturas, retablos, lienzos,
pintura mural y mobiliario. El templo es de planta rectangular con gruesos muros en mampostería
en los que se abren pequeñas y escasas ventanas. Actualmente administrado por el MC, en su
interior se expone una de las colecciones más ricas y variadas de la ciudad en arte y ornamentación
colonial, renacentista, barroca y mudéjar. Su única nave es de bóveda falsa en cañón, totalmente
decorada con pinturas de motivos florales. Las paredes están cubiertas con tallas doradas y
policromadas que enmarcan valiosas pinturas. Se destacan el arco toral, el púlpito, la sacristía y el
coro cuyas celosías rememoran el carácter de clausura. Su colección incluye obras de Gregorio
Vásquez de Arce y Ceballos, Antonio Acero de la Cruz, los Figueroa y Agustín García Zorro de
Useche.
SITIOS OPCIONALES (Depende del tiempo de duración de la visita a las tres primeras
iglesias y del horario de atención en cada lugar)
SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN- Dirección:
Teléfono: 281 4109 / 342 0972- : www.colegiosalesianodeleonxiii.edu.co

Carrera 5 No. 8-36

Este templo católico de Bogotá se erige en el centro de la ciudad en la localidad de La Candelaria.
Su construcción inició en 1926 y en 1938 fue consagrado. El estilo arquitectónico que predomina es
el gótico por su diseñador Giovanni Buscaglione. La decoración gótica se entremezcla con toques
bizantino y árabe. La Iglesia está conformada por tres naves. Tiene su planta en forma de Cruz
Latina y sus colores corresponden a los mismos de la orden de los Carmelitas. Tanto el Templo
como el Colegio Salesiano León XIII fueron declarado Monumento Nacional.
CAPILLA DEL SAGRARIO- Dirección: Cra. 7 No. 10-40. Costado oriental de la plaza de Bolivar.
Teléfono: 3411954.
Joya del patrimonio arquitectónico religioso de la ciudad. La capilla, construida entre 1660 y 1700,
es sin lugar a duda el más bello ejemplo del barroco neogranadino, que debió ser restaurada
después del devastador terremoto de 1827. Es de planta en cruz latina y posee cúpula soportada
por pechinas ricamente decoradas por el pintor Ricardo Acevedo Bernal. En su parte externa se
destaca la portada, considerada como una de las más ricas expresiones de manierismo
santafereño. En su interior sobresalen la talla en madera del cancel de la entrada, la techumbre
mudéjar, el púlpito y el templete del altar elaborado con incrustaciones de marfil, ébano y carey. En
sus muros se observan algunos de los lienzos más valiosos de Gregorio Vásquez de Arce y
Ceballos. Las bases talladas en piedra de las columnas, que soportan el arco del pórtico, presentan
varios motivos ornamentales indígenas como ranas, flores y frutos; los mismos testimonian la
incorporación iconográfica aborigen al arte religioso santafereño.
TEMPLO DE SAN FRANCISCO- Teléfono 3142357 – 2867007. www.templodesanfrancisco.com –
Entrada libre.

Su construcción inició 20 años después de la fundación de Bogotá por la orden de los Franciscanos.
Debió ser reconstruida, luego del devastador terremoto de 1785, por el arquitecto fray Domingo de
Petrés y el ingeniero Domingo Esquiaqui. En su rica ornamentación se resume la inagotable labor
artística de talladores, escultores, artesanos y pintores criollos y extranjeros. Su altar mayor,
fabulosa creación de Ignacio García de Ascucha y Lorenzo Hernández de la Cámara, es una de las
obras maestras del tallado colonial santafereño. El artesonado mudéjar y las obras de bulto,
catalogadas entre las más valiosas de la imaginería virreinal española del siglo XVII, hacen de la
obras maestras del tallado colonial santafereño. El artesonado mudéjar y las obras de bulto,
catalogadas entre las más valiosas de la imaginería virreinal española del siglo XVII, hacen de la
iglesia de San Francisco una obra de especial importancia y significación. También se destacan los
relieves y el trabajo en madera del altar mayor y del presbiterio, la muestra de pintura flamenca de
la capilla de San Francisco, la imaginería y los ornamentos que se encuentran en sus altares y
capillas. La iglesia conserva obras de Francisco de Zurbarán, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos,
Gaspar de Figueroa y Antonio Acero de la Cruz.
4. Metodología
Este material se elabora con base en la arquitectura, la pintura, los retablos, vitrales, murales y
demás ornamentos del arte religioso, a partir de los cuales se inicia el conocimiento de las obras
mediante la observación personal y objetiva de la realidad. La observación se propone como técnica
pedagógica para desarrollar en la guía. Concentran el interés, no en la totalidad de la colección,
sino en la riqueza particular de la pintura mural como premisa introductoria y motivadora del
conocimiento de la historia del arte.
El material sirve para reforzar los talleres de historia del arte Igualmente, para que cada estudiante
tenga un espacio para expresar sus saberes previos y sus opiniones. Así podrá reflexionar acerca
de lo que sabe y lo que no sabe, acerca de las temáticas propuestas, y a partir de esa reflexión,
convertirse en un sujeto activo que le permita confrontar nuestros conceptos, construir ideas nuevas
o resignificar los que tenga.
CONTENIDOS
Identificar, en su entorno o en fotografías, elementos del patrimonio colonial de Chile que siguen presentes hoy, como
edificios, obras de arte y costumbres, entre otros.
la expresión del sincretismo cultural a través de fiestas populares y las características de la pintura colonial
Dan ejemplos, utilizando diversas fuentes, de manifestaciones del arte colonial en Chile o América.
• Identifican manifestaciones del sincretismo cultural y religioso durante la Colonia, como las festividades
religiosas y las expresiones artísticas, entre otras.
• Dan ejemplos de manifestaciones en el presente de rasgos culturales de origen colonial y que dan una
identidad común al continente americano, tales como el idioma, apellidos, comidas, fiestas, religión,
arquitectura, etc.
• Reconocen en su entorno cercano o en fotografías elementos de la arquitectura, urbanismo (ejemplo, plano
de damero) y arte colonial.
• Dan ejemplos de continuidad y cambio entre el período colonial y la actualidad.
El término Arte Colonial se refiere a las diversas manifestaciones artísticas y culturales, tales como arquitectura, pintura,
imaginería, artesanía y costumbres que fueron creadas en la época colonial.

La época colonial (Ver: Arte Colonial)
La llegada de Colón a tierras americanas inicia una de las empresas más significativas de la historia universal. En efecto, con
la conquista de los nuevos territorios, España afianzará su hegemonía sobre este Nuevo Mundo, en el cual, desde una
perspectiva histórica, se pueden distinguir las siguientes etapas:
Siglo XVI: Época Fundacional
Siglo XVII: Período de Formación de la Nacionalidad
Período correspondiente al siglo XVIII (1700-1780), y
Neoclasicismo (1780-1830).

Antecedentes del arte colonial
Los antecedentes y orígenes del arte colonial hispanoamericano son complejos. Fundamentalmente, son dos las fuentes
principales: España, parte integrante de Europa, pero a la vez original en su historia y desarrollo, y el mundo precolombino
indígena. Ello caracteriza al arte colonial como una manifestación artística y cultural de raíz mestiza.
Con respecto a este período artístico, resulta difícil hablar de estilos, debido a la superposición y mezcla de diversas
influencias estilísticas que se dieron desde el período de la conquista. En general, los estudiosos del tema hablan de un arte
mestizo, que se puede definir también como ecléctico, esto es, una mezcla y combinación de diversos estilos e influencias. Se
logra, entonces, un producto que es una síntesis entre lo español y lo indígena.
El aporte indígena precolombino resultó ser decisivo para la posterior formación de un arte con características propias,
especialmente en los lugares donde habían, a la llegada de los españoles, magníficas y poderosas culturas, como en el caso
de Mesoamérica, con los aztecas, y en el área andina, con los incas. En el territorio donde nacerá nuestro país, es necesario
reconocer que las culturas que aquí se desarrollaban no habían alcanzado el grado de complejidad de las grandes culturas
precolombinas.
Desde fines del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII ya podemos hablar de un arte colonial, donde se cruzan las influencias
hispánica-europeas y la expresividad indígena.

Sentido del arte colonial
El arte colonial desempeñó un papel fundamental en la transmisión de la cosmovisión religiosa española. De este modo, el
arte, por medio de la imagen religiosa, se erige como un medio de evangelización muy importante para los intereses
hispánicos. Para ello la corona española envió artistas y artesanos en su afán conquistador. También llegaron a América
italianos y flamencos reconocidos en el campo del arte en la Europa de entonces. Como ejemplo, para el caso chileno,
tenemos en el siglo XVIII la llegada a Santiago de un numeroso grupo de artistas y artesanos jesuitas de origen húngaro y
alemán (la mayoría bávaros), a cuya cabeza estaba el padre Haymbhaussen, quienes se establecieron en los alrededores de
Santiago.

Influencias estilísticas europeas
Cuando España inicia la conquista, en Europa el Renacimiento está en pleno apogeo. Y aunque en España este estilo tiene
connotaciones peculiares, hay algunos rasgos renacentistas que influirán en el arte colonial americano.
Con el Manierismo se inician los aportes más significativos. Su desarrollo se ubica aproximadamente entre 1520 y 1600,
enfrentándose al clasicismo y al racionalismo renacentista desde una perspectiva anticlásica, aunque es heredero innegable
de los logros técnicos y formales del Renacimiento. En el manierismo estos logros serán los protagonistas, lo que derivará
muchas veces en un puro alarde técnico.
Algunos rasgos en las obras manieristas son: apariencia de inestabilidad en la composición, desequilibrio en la estructura
formal (uso de perspectivas complicadas), eliminación o exageración de la importancia del espacio, temas complejos y
eruditos, refinamiento y estilización de las formas, etcétera.
El Barroco es considerado por los especialistas como el último gran estilo de la historia del arte, extendiéndose durante todo
el siglo XVII y parte del XVIII. Se caracteriza por apelar a los sentimientos, por el uso de perspectivas que tienden al infinito,
por el horror al vacío (“horror vacui”), la teatralidad y el dramatismo de sus expresiones artísticas, y el uso de formas y líneas
curvas y rebuscadas, entre otros aspectos.
Visiones apoteósicas, vuelos de santos y otras criaturas angélicas, grandes escenografías que se despliegan en el espacio
impregnan toda la obra barroca. Importante es destacar la tendencia a la integración unitaria de todas las partes y
manifestaciones, que domina las creaciones de este período.
En el siglo XVIII, el arte Rococó, característico de esta época, se encuentra enmarcado en un ambiente festivo: desfiles,
fiestas, disfraces y fuegos de artificios. En torno a los palacios de la nobleza abundan los bailes, las comparsas, los conciertos,
el teatro. Este halo de mundanalidad, ocio, descanso y festividad se verá reflejado en la arquitectura, pintura y escultura, en
las que abundan los temas mitológicos.
Hacia 1789 ocurrieron trascendentales cambios en todas las esferas en Europa, lo que repercutió en las colonias del nuevo
continente, concretándose en las independencias locales a comienzos del siglo XIX. Junto a ello aparecen nuevas visiones en
el arte, surgiendo los movimientos artísticos llamados Neoclasicismo y Romanticismo.

Arquitectura colonial
En la arquitectura se ofrecen los ejemplos más visibles del arte colonial.
Según los cronistas, las ciudades de Santiago y Valdivia son los primeros núcleos urbanos del país. La primera fase
corresponde a un campamento provisorio de quincha y barro.
Santiago del Nuevo Extremo se fundó el 12 de febrero de 1541, como una típica ciudad con trazado cuadriculado, con la
Plaza de Armas como núcleo central y centro cívico-religioso. En torno a ella se distribuyeron solares para el culto y la
jerarquía eclesiástica, la casa de gobierno, la de justicia, el cabildo, el comercio y algunos vecinos notables. En las calles
convergentes se ubicaron las órdenes religiosas y el resto de los vecinos españoles.
En 1552 se funda la iglesia y convento de Santo Domingo, estableciéndose definitivamente donde hoy se encuentra hacia
1569 ó 1570. Hacia 1566 los mercedarios también construyeron un templo y un convento.
1569 ó 1570. Hacia 1566 los mercedarios también construyeron un templo y un convento.
Por su parte, en 1593 arribaron a Santiago los primeros jesuitas, orden a la cual nos referiremos con mayor detención más
adelante, y en 1597 edificaron su iglesia. Con anterioridad, en 1553, habían llegado a Santiago los primeros religiosos
franciscanos, ubicándose definitivamente en 1556 en el actual asentamiento de la Alameda, donde iniciaron los trabajos de
construcción de la iglesia y el claustro del convento en 1572. Es el único testimonio arquitectónico conservado del siglo XVI.
Los muros están formados por bloques de granito. El plano original era de cruz latina, formada por la nave central y dos
capillas laterales. El artesonado del techo es sobrio y de inspiración clasicista, con influencia peninsular de la época.
La vivienda urbana es de maciza volumetría, baja y extensa. El portón y el zaguán eran de grandes proporciones. Por allí
transitaban caballos y carretas, que traían el producto de las chacras y haciendas. También, en muchas fachadas, se
encuentra otro elemento, la columna de ángulo, hecha de piedra, ladrillo o madera.
En el siglo XVII no hay innovaciones urbanas significativas. No se fundan nuevas ciudades, aunque sí se levantan templos y
viviendas, tanto en el Norte Grande como en la Zona Central y en Chiloé. La arquitectura empieza a mostrar signos regionales
en el uso de materiales, en la adecuación al medio geográfico, en el manejo de la luz, en las proporciones y en los símbolos.
Los muebles son producto de la carpintería, al igual que puertas, ventanas, postigos, rejas de madera, pilares (que son
soportantes y decorativos a la vez).
No hay vidrios y el hierro sólo se utiliza en clavos, goznes y cerraduras.
Así nace una primera arquitectura que atiende a los usos, costumbres y organización hispánica, pero adoptando exigencias
locales, lo que genera espacios y formas originales. El terremoto de 1647 marca el fin de este período inicial.
El período que sigue es más formal y establecido.
En efecto, la influencia del arte y la arquitectura francesa se hace sentir. Además, el aporte jesuita es importante en el plano
espiritual y material, reflejándose principalmente en los centros urbanos, en sus grandes haciendas rurales y misiones en
Chiloé.
Ahora la construcción es más segura y con sentido de permanencia. Sin embargo, las estructuras continúan siendo simples,
angulares y rectilíneas. En Chile, durante toda la Colonia predomina la arquitectura de adobe aparejado y la carpintería en
madera, tanto en la casa urbana como en la arquitectura rural, con la excepción de Chiloé donde se utiliza sólo la madera.
En el transcurso de los siglos XVII y XVIII la vivienda urbana conserva su exterior austero, con la portada, el pilar de esquina y
los aleros. En las ventanas, puertas y rejas se incorporan algunas expresiones barrocas. Los materiales constructivos son el
barro y la paja, el adobe, las maderas y la arcilla cocida para pisos y cubiertas. La piedra y el ladrillo se utilizan sólo en
ocasiones especiales, un ejemplo de ello es la Casa Colorada, en Santiago, que todavía se conserva.
Urbanísticamente, se mantiene la cuadrícula, incorporando plazas y la Alameda, la que en provincias sigue el modelo de la de
Santiago. Aparecen las chacras en las afueras de las ciudades.
Hasta fines del siglo XVIII la arquitectura continuará sin grandes cambios en lo espacial y en lo estructural. Las influencias
estilísticas del renacimiento y del barroco se localizan en la carpintería, el trabajo del hierro y la elaboración de portadas.
Es posible hablar de una arquitectura popular, práctica y austera. Ello se observa en la composición de las fachadas, la
escala, el espesor de los muros, el ritmo y dimensiones de los vanos, el uso del adobe y la teja, entre otras características.
En Chile, en comparación con el resto de Latinoamérica, los cambios son mucho más lentos. Sólo a finales del siglo XVII, la
corona dotará a esta colonia con buenos edificios oficiales.
A partir de 1780 asistiremos a una renovación, con la llegada del arquitecto italiano Joaquín Toesca y Ricci. Es el autor o
coautor de la Catedral de Santiago, las iglesias de Santo Domingo y la Merced, el Cabildo, el hospital San Juan de Dios y los
Tajamares, siendo su obra mayor la Casa Real de Moneda.
Estos edificios se inscriben dentro del Neoclasicismo, imperante en Europa. Este estilo encontrará buena acogida en nuestro
medio, donde las formas barrocas coloniales no habían tenido el desarrollo alcanzado en el resto de algunos países de
América, debido, por una parte, a que en el territorio no existió la influencia de las grandes culturas precolombinas y, por otra,
a la austeridad obligada por guerras y terremotos. (Ver Arquitectura colonial)

Imaginería colonial
La imaginería colonial se refiere a las imágenes tridimensionales o esculpidas que se crean en el período colonial. La forma
barroca fue la más característica dentro de la imaginería colonial hispanoamericana.
Junto con los conquistadores llegan las primeras imágenes religiosas católicas. Debido a las características de la época, estas
imágenes son dotadas de milagrosos poderes. Aunque no siempre tienen valor artístico, poseen un valor testimonial histórico,
que muestra la mentalidad y aspiraciones de ese tiempo.
Estas imágenes son símbolo de espiritualidad y, por lo tanto, objeto de veneración, lo que ha permitido su supervivencia a
través del transcurso de la historia nacional.
Los talleres de artesanos produjeron gran variedad de imágenes, la mayor parte anónimas.
De técnica acabada y diversa, algunas eran de talla completa, en madera de cedro y vaciadas por dentro para alivianarlas.
También se realizaron imágenes articuladas, de talla completa y complicados sistemas que daban movimiento a la cabeza y a
los brazos. Se les agregaban ojos de vidrio, pelo natural, uñas, lenguas de cuero, dientes humanos y pestañas, lo que les
otorgaba impresionantes efectos realistas. Además se les ponían sogas, silicios y coronas.
Los materiales usados fueron la madera, el barro cocido, la cera y, a veces, el marfil. Se empleó la policromía brillante, con
tintes provenientes de la naturaleza local. Por ejemplo, el color rojizo, característico de la época, se realizó con diversas
plantas.
Las técnicas del color estaban en manos de artesanos especializados. Siguiendo con la tradición medieval, el color empleado
en la colonia es esencialmente simbólico, en relación directa con el carácter de las imágenes, ya sean Cristos, Vírgenes o
Santos.

Las vírgenes
La primera imagen llegada a este territorio es la pequeña Virgen del Socorro, traída por don Pedro de Valdivia. De origen
napolitano, es tallada en madera y policromada. Se encuentra en el altar mayor de la iglesia de San Francisco, en Santiago.
Otra virgen tallada en madera es Nuestra Señora del Rosario, de Valdivia, que es del siglo XVII.
Hay imágenes de vírgenes que tienen cabeza, manos y a veces pies, ocultándose el cuerpo bajo un armazón, cubierta por
ricas vestiduras realizadas en telas finamente bordadas y adornadas; estas imágenes son llamadas “de candelero o bastidor”.
Un ejemplo que procede del tiempo de la conquista es la Virgen de la Merced, cuya cabeza y manos fueron traídas desde
España. Otra imagen de candelero, y también de la época de conquista, es Nuestra Señora de las Nieves, en la actualidad en
la iglesia del Sagrario de Concepción.
También en Concepción se encuentra otra virgen de candelero del siglo XVI, la Virgen del Boldo o del Milagro, en la iglesia de
las Trinitarias.

Los Cristos
La imagen de Cristo crucificado tiene un lugar destacado en la devoción colonial. El Cristo de Burgos, conservado en la
Basílica de la Merced en Santiago, es el más antiguo. De tamaño natural y tallado en madera, es considerado de gran calidad
entre los especialistas.
El más famoso es, por cierto, el Cristo de Mayo o Señor de los Temblores, de la iglesia de San Agustín de Santiago.
Es la primera escultura colonial realizada en Chile de autor conocido, el padre agustino Pedro de Figueroa. Es tallada en
madera y policromada.
Durante los siglos XVII y XVIII la imaginería se ve influida por los envíos que llegan desde España. Esto es manifiesto en las
principales ciudades del Virreinato, como Lima, Quito y Potosí, adonde llegan esculturas y maestros españoles.
Hacia el siglo XVIII la producción quedará en manos de artistas locales. Es el momento en que son ya notorios ciertos rasgos
propios de la región, constituyéndose las tres escuelas escultóricas más importantes de Sudamérica: la limeña, la altoperuana
y la quiteña.
El Cristo Resucitado del Museo Colonial de San Francisco, atribuido a Gaspar de la Cueva, fue realizado probablemente en
Potosí en el siglo XVII, aunque dentro de la tradición hispánica barroca.
Del siglo XVIII proceden las tallas españolas Piedad con Cristo Muerto, del Museo del Carmen, de Maipú, y la Inmaculada, del
Museo de Valdivia; ambas obras pertenecen a la tradición barroca, debido a sus características de estilo.
También era usual la figura del Niño Jesús recostado y puesto en urnas de vidrio. En el Convento de la Merced de Santiago se
encuentra una colección de estas imágenes. También dentro de la tradición de la escuela quiteña están los llamados Angeles
Niños, de talla completa y policromados.
Desde mediados del siglo XVIII asistimos a una renovación en los aspectos culturales. La Ilustración francesa influirá
decisivamente en los cambios producidos.
En este marco se desarrolla la importante labor artística y cultural de los jesuitas. Las ideas barrocas se encarnan en sus
templos y conventos en Santiago y en provincias. La arquitectura, la escultura, la pintura, la platería, las artesanías, como la
herrería, la cerrajería, carpintería, cerámica, tejidos y otros, tendrán un auge desconocido hasta entonces en el país. Fundan
grandes talleres en las haciendas de La Ollería y La Punta, en Santiago, y fuera de él las de Calera de Tango y Bucalemu.
Su labor se verá abruptamente interrumpida en 1767 debido a que fueron expulsados de todos los territorios del Imperio
Español.
Destaca el nombre del hermano Juan Bitterich, arquitecto y escultor. Se atribuye a su factura el San Sebastián de Los Andes,
conservado en la parroquia de Santa Rosa de la ciudad de Los Andes, completamente tallado en madera.
Otro escultor jesuita es el padre Jacobo Kellner, a quien se le atribuye el San Francisco Javier yacente, en el Museo de la
Catedral de Santiago, tallado en madera de peral y policromada.
El aporte jesuita llegará hasta los lejanos territorios de Chiloé, donde la imaginería tendrá un desarrollo muy particular,
trasmitiéndose de generación en generación la práctica de este arte, hasta pleno siglo XIX. Un ejemplo de Cristo Crucificado
está en la iglesia de Achao.
De finales del período colonial se destacan tres nombres de artistas: Ambrosio Santelices, Ignacio Andía y José Santos Niño,
con los cuales se cierra un capítulo de la historia artística chilena. Los acontecimientos de comienzos del siglo XIX abren
nuevos caminos y posibilidades en el devenir artístico y cultural.

El despertar del espíritu criollo y Zurbarán
El arte colonial neogranadino, en términos artísticos era incipiente. "Nos encontramos ante un
arte que comenzaba a dar sus primeros pasos, que puede compararse con los primeros
balbuceos de un niño, lleno naturalmente de vicios, fallas y deficiencias enormes, pero debemos
tener en cuenta que la infancia no es barbarie, es infancia simplemente"10. Arte que respondía a
una sola demanda: la iglesia como depositaria de la cultura. Que era ante todo verbal, de
cátedra y tertulia. La pintura y la escultura eran sola mente mecanismos propagado res de
estos núcleos.
En la Nueva Granada no existía la tradición plástica de los artistas europeos. Sus
representaciones se limitaban a la copia de grabados que provenían de Europa; fueron las
mismas prácticas europeas las que se aplica ron con rigor, lo que convertía al artista
criollo en un "órgano repetidor". No existían influencias por elección propia, sino una
imposición más de las reglas del sistema.
"La mayoría de las obras flamencas, españolas, italianas remitidas a las colonias, no son
identificables. Zurbarán como Martínez Montañez en la escultura, envió de su taller tantos
lienzos, que se ha querido ver en él al padre de la pintura americana"11.
La imposibilidad de identificar una fuente precisa no nos permite reconocer una influencia
definida. Ese Zurbarán poco entendido en su tierra no tenía por qué ser reivindicado en
una sociedad incipiente como la de la Nueva Granada. Además con Zurbarán llegaron
otros muchos. Desde la mitad del siglo XVI se hace notoria la presencia de artistas como
Angelino Medoro o "Matheo Pérez de Alesio, Bernardo Bitti de abundante obra y segura
influencia sobre los pintores de Santa Fe, Lima y La Paz; el compañero de Cortés, Rodrigo
Cifuentes, el sevillano Alonso Vásquez o el flamenco Simón Pereys, que iniciaban la
pintura mexicana, el español Luis de Rivera en Quito"12. Los que por otro lado, cambiaron
su actitud y aplicaron otras modalidades al sentir el contacto con el nuevo mundo.
La fuente primordial de las imágenes del arte colonial fueron los grabados de la Casa
Plantin, que paradójicamente no pertenecían a un católico. Esta casa puso al servicio del
grabado religioso sus "20 prensas, empleó 64 tipógrafos y recibió en 1541 una orden para
2.000 brevarios, 6.000 diurnos y 4.000 misales" (según Cali, Arthaud y Stevens, L'art des
Conquistadors, Paris, citado en13. A América llegaban los grabados por vías regulares e
irregulares. Los maestros de la pintura europea, grandes y menores, italianos, holandeses
y flamencos, alemanes y españoles, hicieron pues el viaje interpretando grabados, no
todos de buena calidad ni de manos expertas y guiaron los pinceles de quienes trataban
de continuar esta tarea y de satisfacer los gustos, las necesidades religiosas, la curiosidad
de las gentes americanas. Así encontramos a través de todo el continente, desde México
hasta Potosí, huellas de Durero y de Schangaver, de Rafael y Miguel Angel, de Murillo y
Zurbarán"14.
Toda esta convergencia de situaciones, por otra parte disímiles, nos permite poder re
tomar el arte colonial desde una circunstancia que ante todo supone "multiplicidad", a la
que también se le unen algunas influencias asiáticas que se establecieron a través del
comercio con la India, entre 1562 y 1821.
El valor estético del arte colonial estuvo supeditado a un incipiente aprendizaje, a una
intención más repetidora que creadora, a una finalidad más evangelizadora que a una
necesidad imaginativa. Por otra parte, la dignidad artística no tuvo en la Nueva Granada las
mismas connotaciones de las dos únicas cortes virreinales americanas: la de México y la
de Lima que eran centro y cúspide de la sociedad, referencias de inquietudes culturales, in
fluencia que se reflejaba "en el modelo de la vida social" no menos intrigante que el mundo
de la vida política pero con las posibilidades de una mayor apertura. El arte colonial de la
Nueva Granada debe entenderse bajo parámetros diferentes: cerrados, pobres, tardíos que
responden a necesidades determinadas y a rasgos de multiplicidad, obligados por la
práctica religiosa que permitían muy poca flexibilidad.
Hablar de la influencia mar cada de Zurbarán en el arte de la Nueva Granada es negar
todos los planteamientos anteriores. Además no parece existir ningún grabado que lo
confirme. El único cuadro que se encuentra catalogado en el extenso libro sobre Zurbarán
de Julián Gallego y José Gudiol es "San Francisco en oración", 1641- 1658 del Convento
de San Francisco en Santa Fe de Bogotá tiene como único documento su inscripción en la
parte posterior del lienzo, que dice: "El señor don Antonio Verástegui, Oidor de esta Real
Audiencia de Santa Fe por su especial devoción que las llagas de nuestro padre San
Francisco dio a este Convento esta pintura para que exponga ene! Altar Mayor en los días
del Quinario para beneficio de los fieles. 1768". Ello significa que este cuadro llega a Santa
Fe más de un siglo después de la muerte del artista, en contraste con lo sucedido en
México y en Lima, lugares a los cuales el propio artista envió muchos cuadros, como ha
sido demostrado claramente. Ya en 1638 Francisco de Zurbarán otorga un poder a Antonio
Velasco, vecino de Lima, para que este cobre lo que se le debe al pintor"15.
Por su parte don Antonio Verástegui, Oidor De cano de la Real Audiencia, era natural de
lima, colegial del Colegio Mayor de San Felipe el Real, casado con doña María Antonia
Dávila y Caicedo. Dato que nos hace suponer que este "S Francisco" pudo ser un lienzo no
inventariado, que fue vendido por Zurbarán o su taller a alguien en el Virreinato del Perú.
Lo que a su vez demostraría que Zurbarán no tuvo ningún intercambio comercial con la
Nueva Granada.

10 Giraldo Jaramillo, Gabriel. "La Miniatura, la Pintura y el Grabado en Colombia". Pág. 73.
11 Giraldo Jaramillo, Gabriel. Op. Cit. Pág. 121.

12 Rodríguez Freyle, Juan. "El Carnero". Pág. 122.

13 Damián Bayon "Amé rica Latina en sus Artes". Pág. 122.

14 Giraldo Jaramillo, Gabriel. Op. Cit. Pág. 266.

15 Gallego Julián y Gudiol, José. "Zurbarán". Pág. 176.

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Salida pedagogica iglesias museo

  • 1. UNIMINUTO – LBEA HISTORIA DEL ARTE SALIDA PEDAGÓGICA MUSEO Estimadas y estimados estudiantes: Bienvenidos a este recorrido histórico y artístico por algunas de las iglesias del centro de la ciudad. La presente guía es un material didáctico como apoyo al proceso de acercamiento a los periodos del Barroco y el Manierismo en la Historia del Arte a través de visitas a centros religiosos donde se exponen obras pictóricas-figurativas del Barroco Neogranadino y el Manierismo en Bogotá. 1. Justificación. El desarrollo de la presente guía de visita a las iglesias, es una propuesta didáctica que atrae a los y las estudiantes al disfrute y entendimiento del arte religioso y sus múltiples niveles de significado. Sus contenidos facilitan la obtención de una experiencia única en contacto directo con los contenidos de la arquitectura, la pintura y demás obras plásticas que se encuentran en los centros religiosos de la ciudad. La guía de visita gira en torno al tópico Imágenes, signos y simbologías de Dios, dentro del tema Barroco Neogranadino, a través del estudio e interpretación de una selección de piezas y obras de dichas exposiciones con fichas informativas, imágenes para trabajar en el aula, actividades para realizar durante el recorrido, además de actividades posteriores a la visita a las iglesias. 2. Objetivos de la visita. La visita a las Iglesias en la clase de historia del arte se orienta a establecer vínculos entre el arte religioso neogranadino de nuestro país y los movimientos artísticos del Barroco y el Manierismo religiosos, como una manera de complementar y fortalecer la apreciación artística y las habilidades históricas mediante la enseñanza no formal, propia de los museos y centros culturales. Los contenidos de la Guía son consistentes con la visión praxiológica de la Uniminuto que prioriza el aprendizaje autónomo, al pertimitirles utilizar las obras de arte, además de otras informaciones relevantes que les son suministradas, como base para estructurar diálogos dirigidos a fortalecer la capacidad de observación, el lenguaje expresivo y el pensamiento razonado y sus experiencias participativas con el entorno visual y el patrimonio histórico. 3. Sitios a visitar: IGLESIA DE SAN AGUSTIN- Dirección: www.arquibogota.org.co – Entrada libre. Cra. 7 No. 7-13. Teléfono:- 209 60 11.
  • 2. Templo tallado en piedra, de estilo predominantemente barroco con influencia renacentista, fue construido en el año 1667 por la orden Agustiniana de Bogotá. Se destaca por sus altares barrocos recubiertos en hojilla de oro, y su amplia colección de arte religioso que incluye elaborados cuadros de la vida de Jesús, la Virgen María, la Sagrada Familia y San Agustín. MUSEO IGLESIA DE SANTA CLARA- Dirección: Carrera 8 No. 8 – 91. Teléfono: 3376762. www.museoiglesiasantaclara.gov.co - Valor Estudiante con Carné $2.000 La edificación, construida durante la mitad del siglo XVII, formó parte del convento de clausura de las religiosas Clarisas y acoge hoy el museo de arte religioso que lleva su nombre. La austeridad y severidad exterior contrastan con la riqueza interior prolija en tallas, esculturas, retablos, lienzos, pintura mural y mobiliario. El templo es de planta rectangular con gruesos muros en mampostería en los que se abren pequeñas y escasas ventanas. Actualmente administrado por el MC, en su interior se expone una de las colecciones más ricas y variadas de la ciudad en arte y ornamentación colonial, renacentista, barroca y mudéjar. Su única nave es de bóveda falsa en cañón, totalmente decorada con pinturas de motivos florales. Las paredes están cubiertas con tallas doradas y policromadas que enmarcan valiosas pinturas. Se destacan el arco toral, el púlpito, la sacristía y el coro cuyas celosías rememoran el carácter de clausura. Su colección incluye obras de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Antonio Acero de la Cruz, los Figueroa y Agustín García Zorro de Useche. SITIOS OPCIONALES (Depende del tiempo de duración de la visita a las tres primeras iglesias y del horario de atención en cada lugar)
  • 3. SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN- Dirección: Teléfono: 281 4109 / 342 0972- : www.colegiosalesianodeleonxiii.edu.co Carrera 5 No. 8-36 Este templo católico de Bogotá se erige en el centro de la ciudad en la localidad de La Candelaria. Su construcción inició en 1926 y en 1938 fue consagrado. El estilo arquitectónico que predomina es el gótico por su diseñador Giovanni Buscaglione. La decoración gótica se entremezcla con toques bizantino y árabe. La Iglesia está conformada por tres naves. Tiene su planta en forma de Cruz Latina y sus colores corresponden a los mismos de la orden de los Carmelitas. Tanto el Templo como el Colegio Salesiano León XIII fueron declarado Monumento Nacional. CAPILLA DEL SAGRARIO- Dirección: Cra. 7 No. 10-40. Costado oriental de la plaza de Bolivar. Teléfono: 3411954. Joya del patrimonio arquitectónico religioso de la ciudad. La capilla, construida entre 1660 y 1700, es sin lugar a duda el más bello ejemplo del barroco neogranadino, que debió ser restaurada después del devastador terremoto de 1827. Es de planta en cruz latina y posee cúpula soportada por pechinas ricamente decoradas por el pintor Ricardo Acevedo Bernal. En su parte externa se destaca la portada, considerada como una de las más ricas expresiones de manierismo santafereño. En su interior sobresalen la talla en madera del cancel de la entrada, la techumbre mudéjar, el púlpito y el templete del altar elaborado con incrustaciones de marfil, ébano y carey. En sus muros se observan algunos de los lienzos más valiosos de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos. Las bases talladas en piedra de las columnas, que soportan el arco del pórtico, presentan varios motivos ornamentales indígenas como ranas, flores y frutos; los mismos testimonian la incorporación iconográfica aborigen al arte religioso santafereño. TEMPLO DE SAN FRANCISCO- Teléfono 3142357 – 2867007. www.templodesanfrancisco.com – Entrada libre. Su construcción inició 20 años después de la fundación de Bogotá por la orden de los Franciscanos. Debió ser reconstruida, luego del devastador terremoto de 1785, por el arquitecto fray Domingo de Petrés y el ingeniero Domingo Esquiaqui. En su rica ornamentación se resume la inagotable labor artística de talladores, escultores, artesanos y pintores criollos y extranjeros. Su altar mayor, fabulosa creación de Ignacio García de Ascucha y Lorenzo Hernández de la Cámara, es una de las obras maestras del tallado colonial santafereño. El artesonado mudéjar y las obras de bulto, catalogadas entre las más valiosas de la imaginería virreinal española del siglo XVII, hacen de la
  • 4. obras maestras del tallado colonial santafereño. El artesonado mudéjar y las obras de bulto, catalogadas entre las más valiosas de la imaginería virreinal española del siglo XVII, hacen de la iglesia de San Francisco una obra de especial importancia y significación. También se destacan los relieves y el trabajo en madera del altar mayor y del presbiterio, la muestra de pintura flamenca de la capilla de San Francisco, la imaginería y los ornamentos que se encuentran en sus altares y capillas. La iglesia conserva obras de Francisco de Zurbarán, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Gaspar de Figueroa y Antonio Acero de la Cruz. 4. Metodología Este material se elabora con base en la arquitectura, la pintura, los retablos, vitrales, murales y demás ornamentos del arte religioso, a partir de los cuales se inicia el conocimiento de las obras mediante la observación personal y objetiva de la realidad. La observación se propone como técnica pedagógica para desarrollar en la guía. Concentran el interés, no en la totalidad de la colección, sino en la riqueza particular de la pintura mural como premisa introductoria y motivadora del conocimiento de la historia del arte. El material sirve para reforzar los talleres de historia del arte Igualmente, para que cada estudiante tenga un espacio para expresar sus saberes previos y sus opiniones. Así podrá reflexionar acerca de lo que sabe y lo que no sabe, acerca de las temáticas propuestas, y a partir de esa reflexión, convertirse en un sujeto activo que le permita confrontar nuestros conceptos, construir ideas nuevas o resignificar los que tenga. CONTENIDOS Identificar, en su entorno o en fotografías, elementos del patrimonio colonial de Chile que siguen presentes hoy, como edificios, obras de arte y costumbres, entre otros. la expresión del sincretismo cultural a través de fiestas populares y las características de la pintura colonial Dan ejemplos, utilizando diversas fuentes, de manifestaciones del arte colonial en Chile o América. • Identifican manifestaciones del sincretismo cultural y religioso durante la Colonia, como las festividades religiosas y las expresiones artísticas, entre otras. • Dan ejemplos de manifestaciones en el presente de rasgos culturales de origen colonial y que dan una identidad común al continente americano, tales como el idioma, apellidos, comidas, fiestas, religión, arquitectura, etc. • Reconocen en su entorno cercano o en fotografías elementos de la arquitectura, urbanismo (ejemplo, plano de damero) y arte colonial. • Dan ejemplos de continuidad y cambio entre el período colonial y la actualidad.
  • 5. El término Arte Colonial se refiere a las diversas manifestaciones artísticas y culturales, tales como arquitectura, pintura, imaginería, artesanía y costumbres que fueron creadas en la época colonial. La época colonial (Ver: Arte Colonial) La llegada de Colón a tierras americanas inicia una de las empresas más significativas de la historia universal. En efecto, con la conquista de los nuevos territorios, España afianzará su hegemonía sobre este Nuevo Mundo, en el cual, desde una perspectiva histórica, se pueden distinguir las siguientes etapas: Siglo XVI: Época Fundacional Siglo XVII: Período de Formación de la Nacionalidad Período correspondiente al siglo XVIII (1700-1780), y Neoclasicismo (1780-1830). Antecedentes del arte colonial Los antecedentes y orígenes del arte colonial hispanoamericano son complejos. Fundamentalmente, son dos las fuentes principales: España, parte integrante de Europa, pero a la vez original en su historia y desarrollo, y el mundo precolombino indígena. Ello caracteriza al arte colonial como una manifestación artística y cultural de raíz mestiza. Con respecto a este período artístico, resulta difícil hablar de estilos, debido a la superposición y mezcla de diversas influencias estilísticas que se dieron desde el período de la conquista. En general, los estudiosos del tema hablan de un arte mestizo, que se puede definir también como ecléctico, esto es, una mezcla y combinación de diversos estilos e influencias. Se logra, entonces, un producto que es una síntesis entre lo español y lo indígena.
  • 6. El aporte indígena precolombino resultó ser decisivo para la posterior formación de un arte con características propias, especialmente en los lugares donde habían, a la llegada de los españoles, magníficas y poderosas culturas, como en el caso de Mesoamérica, con los aztecas, y en el área andina, con los incas. En el territorio donde nacerá nuestro país, es necesario reconocer que las culturas que aquí se desarrollaban no habían alcanzado el grado de complejidad de las grandes culturas precolombinas. Desde fines del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII ya podemos hablar de un arte colonial, donde se cruzan las influencias hispánica-europeas y la expresividad indígena. Sentido del arte colonial El arte colonial desempeñó un papel fundamental en la transmisión de la cosmovisión religiosa española. De este modo, el arte, por medio de la imagen religiosa, se erige como un medio de evangelización muy importante para los intereses hispánicos. Para ello la corona española envió artistas y artesanos en su afán conquistador. También llegaron a América italianos y flamencos reconocidos en el campo del arte en la Europa de entonces. Como ejemplo, para el caso chileno, tenemos en el siglo XVIII la llegada a Santiago de un numeroso grupo de artistas y artesanos jesuitas de origen húngaro y alemán (la mayoría bávaros), a cuya cabeza estaba el padre Haymbhaussen, quienes se establecieron en los alrededores de Santiago. Influencias estilísticas europeas Cuando España inicia la conquista, en Europa el Renacimiento está en pleno apogeo. Y aunque en España este estilo tiene connotaciones peculiares, hay algunos rasgos renacentistas que influirán en el arte colonial americano. Con el Manierismo se inician los aportes más significativos. Su desarrollo se ubica aproximadamente entre 1520 y 1600, enfrentándose al clasicismo y al racionalismo renacentista desde una perspectiva anticlásica, aunque es heredero innegable de los logros técnicos y formales del Renacimiento. En el manierismo estos logros serán los protagonistas, lo que derivará muchas veces en un puro alarde técnico. Algunos rasgos en las obras manieristas son: apariencia de inestabilidad en la composición, desequilibrio en la estructura formal (uso de perspectivas complicadas), eliminación o exageración de la importancia del espacio, temas complejos y eruditos, refinamiento y estilización de las formas, etcétera. El Barroco es considerado por los especialistas como el último gran estilo de la historia del arte, extendiéndose durante todo el siglo XVII y parte del XVIII. Se caracteriza por apelar a los sentimientos, por el uso de perspectivas que tienden al infinito, por el horror al vacío (“horror vacui”), la teatralidad y el dramatismo de sus expresiones artísticas, y el uso de formas y líneas curvas y rebuscadas, entre otros aspectos. Visiones apoteósicas, vuelos de santos y otras criaturas angélicas, grandes escenografías que se despliegan en el espacio impregnan toda la obra barroca. Importante es destacar la tendencia a la integración unitaria de todas las partes y manifestaciones, que domina las creaciones de este período. En el siglo XVIII, el arte Rococó, característico de esta época, se encuentra enmarcado en un ambiente festivo: desfiles, fiestas, disfraces y fuegos de artificios. En torno a los palacios de la nobleza abundan los bailes, las comparsas, los conciertos, el teatro. Este halo de mundanalidad, ocio, descanso y festividad se verá reflejado en la arquitectura, pintura y escultura, en las que abundan los temas mitológicos. Hacia 1789 ocurrieron trascendentales cambios en todas las esferas en Europa, lo que repercutió en las colonias del nuevo continente, concretándose en las independencias locales a comienzos del siglo XIX. Junto a ello aparecen nuevas visiones en el arte, surgiendo los movimientos artísticos llamados Neoclasicismo y Romanticismo. Arquitectura colonial En la arquitectura se ofrecen los ejemplos más visibles del arte colonial. Según los cronistas, las ciudades de Santiago y Valdivia son los primeros núcleos urbanos del país. La primera fase corresponde a un campamento provisorio de quincha y barro. Santiago del Nuevo Extremo se fundó el 12 de febrero de 1541, como una típica ciudad con trazado cuadriculado, con la Plaza de Armas como núcleo central y centro cívico-religioso. En torno a ella se distribuyeron solares para el culto y la jerarquía eclesiástica, la casa de gobierno, la de justicia, el cabildo, el comercio y algunos vecinos notables. En las calles convergentes se ubicaron las órdenes religiosas y el resto de los vecinos españoles. En 1552 se funda la iglesia y convento de Santo Domingo, estableciéndose definitivamente donde hoy se encuentra hacia 1569 ó 1570. Hacia 1566 los mercedarios también construyeron un templo y un convento.
  • 7. 1569 ó 1570. Hacia 1566 los mercedarios también construyeron un templo y un convento. Por su parte, en 1593 arribaron a Santiago los primeros jesuitas, orden a la cual nos referiremos con mayor detención más adelante, y en 1597 edificaron su iglesia. Con anterioridad, en 1553, habían llegado a Santiago los primeros religiosos franciscanos, ubicándose definitivamente en 1556 en el actual asentamiento de la Alameda, donde iniciaron los trabajos de construcción de la iglesia y el claustro del convento en 1572. Es el único testimonio arquitectónico conservado del siglo XVI. Los muros están formados por bloques de granito. El plano original era de cruz latina, formada por la nave central y dos capillas laterales. El artesonado del techo es sobrio y de inspiración clasicista, con influencia peninsular de la época. La vivienda urbana es de maciza volumetría, baja y extensa. El portón y el zaguán eran de grandes proporciones. Por allí transitaban caballos y carretas, que traían el producto de las chacras y haciendas. También, en muchas fachadas, se encuentra otro elemento, la columna de ángulo, hecha de piedra, ladrillo o madera. En el siglo XVII no hay innovaciones urbanas significativas. No se fundan nuevas ciudades, aunque sí se levantan templos y viviendas, tanto en el Norte Grande como en la Zona Central y en Chiloé. La arquitectura empieza a mostrar signos regionales en el uso de materiales, en la adecuación al medio geográfico, en el manejo de la luz, en las proporciones y en los símbolos. Los muebles son producto de la carpintería, al igual que puertas, ventanas, postigos, rejas de madera, pilares (que son soportantes y decorativos a la vez). No hay vidrios y el hierro sólo se utiliza en clavos, goznes y cerraduras. Así nace una primera arquitectura que atiende a los usos, costumbres y organización hispánica, pero adoptando exigencias locales, lo que genera espacios y formas originales. El terremoto de 1647 marca el fin de este período inicial. El período que sigue es más formal y establecido. En efecto, la influencia del arte y la arquitectura francesa se hace sentir. Además, el aporte jesuita es importante en el plano espiritual y material, reflejándose principalmente en los centros urbanos, en sus grandes haciendas rurales y misiones en Chiloé. Ahora la construcción es más segura y con sentido de permanencia. Sin embargo, las estructuras continúan siendo simples, angulares y rectilíneas. En Chile, durante toda la Colonia predomina la arquitectura de adobe aparejado y la carpintería en madera, tanto en la casa urbana como en la arquitectura rural, con la excepción de Chiloé donde se utiliza sólo la madera. En el transcurso de los siglos XVII y XVIII la vivienda urbana conserva su exterior austero, con la portada, el pilar de esquina y los aleros. En las ventanas, puertas y rejas se incorporan algunas expresiones barrocas. Los materiales constructivos son el barro y la paja, el adobe, las maderas y la arcilla cocida para pisos y cubiertas. La piedra y el ladrillo se utilizan sólo en ocasiones especiales, un ejemplo de ello es la Casa Colorada, en Santiago, que todavía se conserva. Urbanísticamente, se mantiene la cuadrícula, incorporando plazas y la Alameda, la que en provincias sigue el modelo de la de Santiago. Aparecen las chacras en las afueras de las ciudades. Hasta fines del siglo XVIII la arquitectura continuará sin grandes cambios en lo espacial y en lo estructural. Las influencias estilísticas del renacimiento y del barroco se localizan en la carpintería, el trabajo del hierro y la elaboración de portadas. Es posible hablar de una arquitectura popular, práctica y austera. Ello se observa en la composición de las fachadas, la escala, el espesor de los muros, el ritmo y dimensiones de los vanos, el uso del adobe y la teja, entre otras características. En Chile, en comparación con el resto de Latinoamérica, los cambios son mucho más lentos. Sólo a finales del siglo XVII, la corona dotará a esta colonia con buenos edificios oficiales. A partir de 1780 asistiremos a una renovación, con la llegada del arquitecto italiano Joaquín Toesca y Ricci. Es el autor o coautor de la Catedral de Santiago, las iglesias de Santo Domingo y la Merced, el Cabildo, el hospital San Juan de Dios y los Tajamares, siendo su obra mayor la Casa Real de Moneda. Estos edificios se inscriben dentro del Neoclasicismo, imperante en Europa. Este estilo encontrará buena acogida en nuestro medio, donde las formas barrocas coloniales no habían tenido el desarrollo alcanzado en el resto de algunos países de América, debido, por una parte, a que en el territorio no existió la influencia de las grandes culturas precolombinas y, por otra, a la austeridad obligada por guerras y terremotos. (Ver Arquitectura colonial) Imaginería colonial La imaginería colonial se refiere a las imágenes tridimensionales o esculpidas que se crean en el período colonial. La forma barroca fue la más característica dentro de la imaginería colonial hispanoamericana. Junto con los conquistadores llegan las primeras imágenes religiosas católicas. Debido a las características de la época, estas imágenes son dotadas de milagrosos poderes. Aunque no siempre tienen valor artístico, poseen un valor testimonial histórico, que muestra la mentalidad y aspiraciones de ese tiempo.
  • 8. Estas imágenes son símbolo de espiritualidad y, por lo tanto, objeto de veneración, lo que ha permitido su supervivencia a través del transcurso de la historia nacional. Los talleres de artesanos produjeron gran variedad de imágenes, la mayor parte anónimas. De técnica acabada y diversa, algunas eran de talla completa, en madera de cedro y vaciadas por dentro para alivianarlas. También se realizaron imágenes articuladas, de talla completa y complicados sistemas que daban movimiento a la cabeza y a los brazos. Se les agregaban ojos de vidrio, pelo natural, uñas, lenguas de cuero, dientes humanos y pestañas, lo que les otorgaba impresionantes efectos realistas. Además se les ponían sogas, silicios y coronas. Los materiales usados fueron la madera, el barro cocido, la cera y, a veces, el marfil. Se empleó la policromía brillante, con tintes provenientes de la naturaleza local. Por ejemplo, el color rojizo, característico de la época, se realizó con diversas plantas. Las técnicas del color estaban en manos de artesanos especializados. Siguiendo con la tradición medieval, el color empleado en la colonia es esencialmente simbólico, en relación directa con el carácter de las imágenes, ya sean Cristos, Vírgenes o Santos. Las vírgenes La primera imagen llegada a este territorio es la pequeña Virgen del Socorro, traída por don Pedro de Valdivia. De origen napolitano, es tallada en madera y policromada. Se encuentra en el altar mayor de la iglesia de San Francisco, en Santiago. Otra virgen tallada en madera es Nuestra Señora del Rosario, de Valdivia, que es del siglo XVII. Hay imágenes de vírgenes que tienen cabeza, manos y a veces pies, ocultándose el cuerpo bajo un armazón, cubierta por ricas vestiduras realizadas en telas finamente bordadas y adornadas; estas imágenes son llamadas “de candelero o bastidor”. Un ejemplo que procede del tiempo de la conquista es la Virgen de la Merced, cuya cabeza y manos fueron traídas desde España. Otra imagen de candelero, y también de la época de conquista, es Nuestra Señora de las Nieves, en la actualidad en la iglesia del Sagrario de Concepción. También en Concepción se encuentra otra virgen de candelero del siglo XVI, la Virgen del Boldo o del Milagro, en la iglesia de las Trinitarias. Los Cristos La imagen de Cristo crucificado tiene un lugar destacado en la devoción colonial. El Cristo de Burgos, conservado en la Basílica de la Merced en Santiago, es el más antiguo. De tamaño natural y tallado en madera, es considerado de gran calidad entre los especialistas. El más famoso es, por cierto, el Cristo de Mayo o Señor de los Temblores, de la iglesia de San Agustín de Santiago. Es la primera escultura colonial realizada en Chile de autor conocido, el padre agustino Pedro de Figueroa. Es tallada en madera y policromada. Durante los siglos XVII y XVIII la imaginería se ve influida por los envíos que llegan desde España. Esto es manifiesto en las principales ciudades del Virreinato, como Lima, Quito y Potosí, adonde llegan esculturas y maestros españoles. Hacia el siglo XVIII la producción quedará en manos de artistas locales. Es el momento en que son ya notorios ciertos rasgos propios de la región, constituyéndose las tres escuelas escultóricas más importantes de Sudamérica: la limeña, la altoperuana y la quiteña. El Cristo Resucitado del Museo Colonial de San Francisco, atribuido a Gaspar de la Cueva, fue realizado probablemente en Potosí en el siglo XVII, aunque dentro de la tradición hispánica barroca. Del siglo XVIII proceden las tallas españolas Piedad con Cristo Muerto, del Museo del Carmen, de Maipú, y la Inmaculada, del Museo de Valdivia; ambas obras pertenecen a la tradición barroca, debido a sus características de estilo. También era usual la figura del Niño Jesús recostado y puesto en urnas de vidrio. En el Convento de la Merced de Santiago se encuentra una colección de estas imágenes. También dentro de la tradición de la escuela quiteña están los llamados Angeles Niños, de talla completa y policromados. Desde mediados del siglo XVIII asistimos a una renovación en los aspectos culturales. La Ilustración francesa influirá decisivamente en los cambios producidos. En este marco se desarrolla la importante labor artística y cultural de los jesuitas. Las ideas barrocas se encarnan en sus templos y conventos en Santiago y en provincias. La arquitectura, la escultura, la pintura, la platería, las artesanías, como la herrería, la cerrajería, carpintería, cerámica, tejidos y otros, tendrán un auge desconocido hasta entonces en el país. Fundan
  • 9. grandes talleres en las haciendas de La Ollería y La Punta, en Santiago, y fuera de él las de Calera de Tango y Bucalemu. Su labor se verá abruptamente interrumpida en 1767 debido a que fueron expulsados de todos los territorios del Imperio Español. Destaca el nombre del hermano Juan Bitterich, arquitecto y escultor. Se atribuye a su factura el San Sebastián de Los Andes, conservado en la parroquia de Santa Rosa de la ciudad de Los Andes, completamente tallado en madera. Otro escultor jesuita es el padre Jacobo Kellner, a quien se le atribuye el San Francisco Javier yacente, en el Museo de la Catedral de Santiago, tallado en madera de peral y policromada. El aporte jesuita llegará hasta los lejanos territorios de Chiloé, donde la imaginería tendrá un desarrollo muy particular, trasmitiéndose de generación en generación la práctica de este arte, hasta pleno siglo XIX. Un ejemplo de Cristo Crucificado está en la iglesia de Achao. De finales del período colonial se destacan tres nombres de artistas: Ambrosio Santelices, Ignacio Andía y José Santos Niño, con los cuales se cierra un capítulo de la historia artística chilena. Los acontecimientos de comienzos del siglo XIX abren nuevos caminos y posibilidades en el devenir artístico y cultural. El despertar del espíritu criollo y Zurbarán El arte colonial neogranadino, en términos artísticos era incipiente. "Nos encontramos ante un arte que comenzaba a dar sus primeros pasos, que puede compararse con los primeros balbuceos de un niño, lleno naturalmente de vicios, fallas y deficiencias enormes, pero debemos tener en cuenta que la infancia no es barbarie, es infancia simplemente"10. Arte que respondía a una sola demanda: la iglesia como depositaria de la cultura. Que era ante todo verbal, de cátedra y tertulia. La pintura y la escultura eran sola mente mecanismos propagado res de estos núcleos. En la Nueva Granada no existía la tradición plástica de los artistas europeos. Sus representaciones se limitaban a la copia de grabados que provenían de Europa; fueron las mismas prácticas europeas las que se aplica ron con rigor, lo que convertía al artista criollo en un "órgano repetidor". No existían influencias por elección propia, sino una imposición más de las reglas del sistema. "La mayoría de las obras flamencas, españolas, italianas remitidas a las colonias, no son identificables. Zurbarán como Martínez Montañez en la escultura, envió de su taller tantos lienzos, que se ha querido ver en él al padre de la pintura americana"11. La imposibilidad de identificar una fuente precisa no nos permite reconocer una influencia definida. Ese Zurbarán poco entendido en su tierra no tenía por qué ser reivindicado en una sociedad incipiente como la de la Nueva Granada. Además con Zurbarán llegaron otros muchos. Desde la mitad del siglo XVI se hace notoria la presencia de artistas como Angelino Medoro o "Matheo Pérez de Alesio, Bernardo Bitti de abundante obra y segura influencia sobre los pintores de Santa Fe, Lima y La Paz; el compañero de Cortés, Rodrigo Cifuentes, el sevillano Alonso Vásquez o el flamenco Simón Pereys, que iniciaban la pintura mexicana, el español Luis de Rivera en Quito"12. Los que por otro lado, cambiaron su actitud y aplicaron otras modalidades al sentir el contacto con el nuevo mundo.
  • 10. La fuente primordial de las imágenes del arte colonial fueron los grabados de la Casa Plantin, que paradójicamente no pertenecían a un católico. Esta casa puso al servicio del grabado religioso sus "20 prensas, empleó 64 tipógrafos y recibió en 1541 una orden para 2.000 brevarios, 6.000 diurnos y 4.000 misales" (según Cali, Arthaud y Stevens, L'art des Conquistadors, Paris, citado en13. A América llegaban los grabados por vías regulares e irregulares. Los maestros de la pintura europea, grandes y menores, italianos, holandeses y flamencos, alemanes y españoles, hicieron pues el viaje interpretando grabados, no todos de buena calidad ni de manos expertas y guiaron los pinceles de quienes trataban de continuar esta tarea y de satisfacer los gustos, las necesidades religiosas, la curiosidad de las gentes americanas. Así encontramos a través de todo el continente, desde México hasta Potosí, huellas de Durero y de Schangaver, de Rafael y Miguel Angel, de Murillo y Zurbarán"14. Toda esta convergencia de situaciones, por otra parte disímiles, nos permite poder re tomar el arte colonial desde una circunstancia que ante todo supone "multiplicidad", a la que también se le unen algunas influencias asiáticas que se establecieron a través del comercio con la India, entre 1562 y 1821. El valor estético del arte colonial estuvo supeditado a un incipiente aprendizaje, a una intención más repetidora que creadora, a una finalidad más evangelizadora que a una necesidad imaginativa. Por otra parte, la dignidad artística no tuvo en la Nueva Granada las mismas connotaciones de las dos únicas cortes virreinales americanas: la de México y la de Lima que eran centro y cúspide de la sociedad, referencias de inquietudes culturales, in fluencia que se reflejaba "en el modelo de la vida social" no menos intrigante que el mundo de la vida política pero con las posibilidades de una mayor apertura. El arte colonial de la Nueva Granada debe entenderse bajo parámetros diferentes: cerrados, pobres, tardíos que responden a necesidades determinadas y a rasgos de multiplicidad, obligados por la práctica religiosa que permitían muy poca flexibilidad. Hablar de la influencia mar cada de Zurbarán en el arte de la Nueva Granada es negar todos los planteamientos anteriores. Además no parece existir ningún grabado que lo confirme. El único cuadro que se encuentra catalogado en el extenso libro sobre Zurbarán de Julián Gallego y José Gudiol es "San Francisco en oración", 1641- 1658 del Convento de San Francisco en Santa Fe de Bogotá tiene como único documento su inscripción en la parte posterior del lienzo, que dice: "El señor don Antonio Verástegui, Oidor de esta Real Audiencia de Santa Fe por su especial devoción que las llagas de nuestro padre San Francisco dio a este Convento esta pintura para que exponga ene! Altar Mayor en los días del Quinario para beneficio de los fieles. 1768". Ello significa que este cuadro llega a Santa Fe más de un siglo después de la muerte del artista, en contraste con lo sucedido en México y en Lima, lugares a los cuales el propio artista envió muchos cuadros, como ha sido demostrado claramente. Ya en 1638 Francisco de Zurbarán otorga un poder a Antonio Velasco, vecino de Lima, para que este cobre lo que se le debe al pintor"15. Por su parte don Antonio Verástegui, Oidor De cano de la Real Audiencia, era natural de lima, colegial del Colegio Mayor de San Felipe el Real, casado con doña María Antonia Dávila y Caicedo. Dato que nos hace suponer que este "S Francisco" pudo ser un lienzo no inventariado, que fue vendido por Zurbarán o su taller a alguien en el Virreinato del Perú. Lo que a su vez demostraría que Zurbarán no tuvo ningún intercambio comercial con la Nueva Granada. 10 Giraldo Jaramillo, Gabriel. "La Miniatura, la Pintura y el Grabado en Colombia". Pág. 73.
  • 11. 11 Giraldo Jaramillo, Gabriel. Op. Cit. Pág. 121. 12 Rodríguez Freyle, Juan. "El Carnero". Pág. 122. 13 Damián Bayon "Amé rica Latina en sus Artes". Pág. 122. 14 Giraldo Jaramillo, Gabriel. Op. Cit. Pág. 266. 15 Gallego Julián y Gudiol, José. "Zurbarán". Pág. 176. .