Los Nueve Principios del Desempeño de la Sostenibilidad
10 preguntas tic Antonio Solano
1. Antonio Solano
10 preguntas que, tarde o temprano, se hacen
quienes llevan las TIC al aula
(con algunas respuestas no siempre acertadas)
1.- ¿Seguro que hay que llevar las TIC al aula?
Hay dos evidencias que nos llevan a la afirmación: En primer lugar, es algo que establecen
las leyes educativas. Los Reales Decretos por los que se establecen las enseñanzas mínimas
fijan las competencias básicas en la enseñanza obligatoria. Una de ellas es la Competencia digital
y tratamiento de la información, que exige, de manera inexcusable, la inclusión de actividades TIC
en el aula. Además, el desarrollo de la Competencia comunicativa implica que la vertiente
comunicativa (como docentes-comunicadores y como enseñantes de modos de comunicación) se
trabaje con las técnicas y herramientas actuales.
Al hilo de lo anterior, surge la segunda evidencia: La realidad actual conlleva que las TIC
sean una necesidad, pues sería imposible formar ciudadanos para una sociedad moderna si se
les instruye con herramientas comunicativas de siglos pasados: ¿Alguien se pondría en manos de
un cirujano con escalpelos del siglo XIX?
2.- ¿Estoy preparado para formar a mis alumnos con las TIC?
Nunca se está lo suficientemente preparado para dar clase. Si nos atenemos a la enseñanza
tradicional, cualquier alumno puede preguntar algo que no sabemos; con las TIC ocurre
exactamente igual. La clave no reside en saber más que el alumnado, sino en establecer un
método que permita que ellos resuelvan las dudas que surjan del mismo modo en que lo hacemos
nosotros. Si tuviésemos que esperar a tenerlo todo controlado, jamás nos enfrentaríamos a una
actividad TIC, ni a cualquiera de otro tipo. Tampoco hay que pensar que el alumnado controla al
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dedillo las TIC: Es posible que manejen algunas herramientas comunicativas, casi de manera
intuitiva, pero seguramente no lo harán con uso educativo ni mucho menos de un modo
sistemático (con respeto a la netiqueta, las normas de escritura, la autoría ajena, etc.). Para todo
ello tendriamos que estar ahí.
3.- ¿Qué equipamiento es el adecuado para empezar con las TIC?
No existe un estándar para ello. De hecho, la mera existencia de equipos y recursos
avanzados no garantiza una correcta inclusión de las TIC en el aula. Un docente con un portátil
puede ser más efectivo que un aula virtual. La voluntad, la imaginación y el trabajo constante
suelen suplir los medios técnicos. Evidentemente, tampoco se puede luchar contra los elementos
día tras día. Lo ideal sería disponer de aulas virtuales (fijas o móviles) suficientes para no tener
que reservar con excesiva antelación. Tener cañones y pizarras en todas las aulas y una red (fija
e inalámbrica) fiable es tan necesario como utópico. Y no hay que olvidar otros equipos igual de
esenciales: cámaras, micrófonos, altavoces, videocámaras, grabadoras mp3, etc.
4.- ¿Cuántas horas tengo que dedicar a las TIC?
De nuevo se trata de una decisión personal. ¿Cuántas horas se dedican a corregir ejercicios
escritos o libretas? Quizá se pueden sustituir algunas de esas actividades tradicionales por otras
TIC (envío de trabajos por correo, publicación en blogs, etc.) y ese tiempo podría aprovecharse
para mejorar la metodología. En cualquier caso, el horario (y el calendario) docente está diseñado
para que exista una dedicación especial a la mejora educativa y a la autoformación que
deberíamos aprovechar. Por otro lado, la dedicación de horas tanto en la formación TIC como en
su inclusión en el aula debe contemplarse como una inversión a medio plazo: Ni el profesorado ni
el alumnado se convierten de la noche a la mañana en consumidores y productores de objetos
digitales. Es necesario que transcurra más de un curso (o dos, tres...) para observar cambios en la
metodología de enseñanza-aprendizaje. Quizá un alumno que en 2º de ESO empezó a trabajar
con blogs, cuando llegue a 4º sea competente en la red; no hay milagros en esto, como no los hay
en la metodología tradicional. Lo importante es no ir demorando continuamente este aspecto con
todo tipo de excusas.
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5.- ¿Es mejor asistir a cursos de formación TIC o autoformarse?
Un curso de formación TIC nos puede abrir los ojos (y el apetito) ante el universo de las TIC
en el aula. De especial interés son los talleres TIC, en los que se forma de manera práctica a los
docentes para que realicen actividades concretas aplicadas a sus asignaturas. Sin embargo, “se
hace camino al andar”, de modo que los cursos sirven de poco cuando sólo se dedican esas
horas lectivas a la formación y no hay un seguimiento posterior mediante la aplicación efectiva en
el aula. No existe el curso TIC definitivo: Cada docente debe experimentar por su cuenta y debe
hallar la herramienta y el método más eficaz según su estilo y según su alumnado. Ejercitar las
TIC no es aprender a ir en bicicleta, que nunca se olvida, sino acudir a diario a un gimnasio, que
exige constancia. Por otro lado, habría que exigir a las autoridades educativas que aplicasen
también el sentido común en cuanto a la estandarización y reconocimiento de la competencia
digital del profesorado, con el fin de acreditar la autoformación y evitar que los cursos de
formación caigan en saco roto.
6.- ¿No perderé mucho tiempo en clase con cuestiones técnicas?
Si la actividad que se propone exige demasiado tiempo para que el alumnado entienda su
funcionamiento, seguramente no es apropiada para el aula. Las TIC son herramientas, no
objetivos educativos. Una actividad TIC exige ciertos conocimientos técnicos porque son el medio
para alcanzar una determinada Competencia. No se trata de que aprendan cómo funciona un
blog, un wiki, una webquest, etc. sino de que escriban, compartan, respeten, etc. En ocasiones,
un mal enfoque metodológico puede hacernos olvidar esto, y convendría revisar entonces si vale
la pena utilizar las TIC cuando hay modos más sencillos de lograr esos objetivos.
7.- ¿Cuántas actividades TIC debo llevar al aula?
Calidad antes que cantidad. Sobre todo, dependerá del equipamiento, del nivel de
competencia del alumnado y de sus circunstancias socio-familiares. En ocasiones, podemos
proponer actividades que ellos ya saben hacer de manera habitual y a las que sólo habría que
reorientar hacia lo académico. Cuando el alumnado tiene acceso a las redes en sus casas,
bastaría proponer actividades de ampliación, mientras que habría que garantizar el acceso
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efectivo en el aula a aquellos que no disponen de ordenadores o internet en sus domicilios. Una
vez más, se exige sobre todo sensatez a la hora de programar y de diseñar las unidades
didácticas. Y, por supuesto, no es lo mismo una actividad de búsqueda de información que una
secuencia didáctica compleja con intervención de las TIC (webquest, podcast, etc.). De todos
modos, como apuntábamos arriba, no hay que tener prisa pensando que van a pasar de no saber
nada a ser superhéroes de las TIC en un trimestre; el desarrollo de la competencia digital exige
varios años, para todos.
8.- ¿Existen peligros a la hora de trabajar las TIC con menores?
Hay que tomar las precauciones necesarias para no llevarnos ningún susto. Se puede
trabajar en plataformas cerradas a las que sólo puedan acceder con contraseña, pero no
debemos renunciar a difundir públicamente los trabajos del alumnado. Precisamente es esa
difusión pública uno de los alicientes de las TIC, algo que permite romper la barrera de los centros
educativos y expandirse hacia el resto de la comunidad. Los docentes deben vigilar los objetos 2.0
(blogs, wikis, etc.) que están bajo su responsabilidad (moderación de comentarios, etc.), deben
advertir a sus alumnos de las ventajas e inconvenientes de las redes en cuanto a privacidad, una
información extensible también a las familias, a las que habrá que solicitar siempre permiso
cuando se difundan imágenes o datos personales. No obstante, en las redes existe tanto peligro
como en la puerta de un colegio o de un instituto. Todo se basa en la educación y en la
información.
9.- ¿A quién recurro cuando tenga dudas con las TIC?
Por suerte, a día de hoy, la comunidad educativa virtual es ya inmensa. Lo que conocemos
como blogosfera educativa se extiende más allá de los blogs de profesores o de aula hasta
alcanzar cualquier tipo de redes sociales. Pensemos que en la red podemos relacionarnos con
quienes comparten nuestras inquietudes, sin barreras geográficas o de asignaturas. La mayor
parte de docentes que llevan un tiempo en la red han comentado en alguna ocasión sus dudas y
sus hallazgos, de modo que quienes vienen detrás puedan servirse de esos aprendizajes para
mejorar. La red docente funciona, además, como un gran club de ayuda a quienes empiezan: Un
comentario en un blog, una duda lanzada en twitter, una pregunta en Internet en el aula, etc.
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suelen ser respondidas casi de inmediato. Por otro lado, los marcadores sociales (Delicious,
Mister Wong, Diigo, etc.) ofrecen ya infinitos materiales etiquetados según su utilidad, para que no
haya que depender exclusivamente de los buscadores tradicionales.
10.- Con las TIC, ¿seré mejor docente?
No. Las TIC no nos hacen mejores docentes, de igual modo que un buen bisturí láser no nos
haría mejores cirujanos. Las TIC nos sitúan en el siglo XXI, frente al alumnado y junto a ellos. Nos
permiten diseñar una metodología adecuada a los tiempos en que vivimos y en los que el docente
no puede ser un mero “portador de información”. Usar las TIC no nos hace mejores, pero no
usarlas dice muy poco a nuestro favor, sobre todo si no paramos de quejarnos del poco interés
que tienen los alumnos por el mundo que los rodea. No podemos enseñar aquello en lo que no
creemos, y esa es la excusa de algunos docentes para no enredarse con las TIC; sin embargo, en
lugar de “objetar por principios”, es más sencillo pensar que las TIC funcionan y tomar como
ejemplo los cientos de experiencias diversas que ya están en marcha. El sistema tiene fallos en
puntos diversos, es cierto, pero conviene que no seamos los docentes una de esas grietas que
derriben el edificio. Muchos de los que compartimos nuestras experiencias en la red combatimos
el desánimo experimentando con nuevos modos de interacción didáctica. Puede que nos
equivoquemos, pero vale la pena intentarlo.
COROLARIOS:
• Enseña para aprender y aprende para enseñar.
• Todo lo que funciona merece ser difundido.
• Compartir nos hace buenos profesionales.
• Si tratas de ser mejor, tienes todo el derecho de equivocarte.
Antonio Solano. 2010
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