Semmelweis descubrió que las fiebres maternas que afectaban a las mujeres después del parto en los hospitales estaban siendo transmitidas por los médicos y estudiantes. Observó que después de realizar autopsias, los doctores propagaban "partículas cadavéricas" a las parturientas. Implementó un protocolo de lavado de manos con solución de cloro que hizo descender dramáticamente la mortalidad. A pesar de esto, muchos médicos rechazaron sus teorías sobre la transmisión de enfermedades.
2. SEMMELWIS : “El mártir del lavado
de manos”
Bien es cierto que hoy en
día vemos lavarnos las
manos como algo normal y
necesario; y mucho más si
lo aplicamos al ámbito
sanitario.
Este hábito tan simple se
lo debemos Ignác Fülöp
Semmelwis como ahora
veremos.
3. Nació el 1 de Julio de 1818 en Budapest, Hungría.
Fue el cuarto hijo de un comerciante cursó los estudios
elementales y se formó en la Universidad de Budapest, al lado
del río Danubio , desde 1835 – 1837.
En 1837 viajó a Viena con el propósito de licenciarse en
derecho austriaco, pero tras participar en una autopsia decidió
comenzar sus estudios en el Hospital General de Viena.
En 1839 vuelve a Budapest para continuar sus estudios en la
recién abierta Escuela de Medicina de Budapest, pero no
contento con la enseñanza recibida, vuelve a Viena en 1841 para
continuar y licenciarse en Medicina en 1844.
4. Recibe clases de médicos ilustres como:
Joseph Skoda, (profesor de clínica médica), Carl von Rokitansky,
(profesor de anatomía patológica) y Ferdinand von Hebra, (profesor de
dermatología)
(En orden)
6. Trabaja los dos años siguientes con Rokitansky y se dedica a la
estudio de la infección en la cirugía campo en el cual muestra
rápidamente su insatisfacción :
Todo lo que aquí se hace me parece muy inútil; los fallecimientos
se suceden de la forma más simple. Se continúa operando, sin
embargo, sin tratar de saber verdaderamente por qué tal enfermo
sucumbe antes que otros en casos idénticos.
En 1848, con 28 años obtiene el doctorado en obstetricia.
Muere el 13 de Agosto de 1865 en Budapest.
7. Fiebres maternales.
En 1847, una de cada seis mujeres que daban a luz en el Hospital
General de Viena moría de una extraña enfermedad denominada
entonces fiebre puerperal que se desarrollaba poco después del
parto y que luego de una larga y dolorosa agonía acababa con la
recién madre.
En rara ocasión, cuando aparecían los primeros síntomas: dolor
abdominal, fiebre, y descargas vaginales fétidas; los médicos
actuaban con todos los remedios posibles y la madre podía
salvarle, pero como hemos comentado, era casi un milagro.
Las condiciones hospitalarias de la época eran terribles, era
frecuente que tres y hasta cinco pacientes compartieran una
misma cama; la suciedad y la escasez de personal era común pero
aun en esas condiciones, con una alta mortalidad general,
destacaba la fiebre puerperal como causa de muerte.
8. Los reportes de esta enfermedad se
incrementan desde mediados del siglo XVIII,
paralelamente al incremento de su incidencia .
También se identifica que las epidemias siempre
ocurren en hospitales, nunca cuando el parto se
atiende en casa por comadronas.
Todo ello llevó a que la mortalidad entre las
parturientas superase el 30% y el prestigio de los
hospitales como lugares institucionales de la
medicina decayera.
Se discuten dos interpretaciones generales de la
enfermedad: las que consideran su origen como
pútrido y otros un origen inflamatorio. Sin
embargo en ambos casos se explicaba que la causa
de la fiebre puerperal era responsabilidad de la
mujer, no del médico.
Streptococcus
agalactiae
10. Lo que Hipócrates pensaba de las
fiebres maternales.
“Cuando a una mujer que acaba de dar a luz le vienen los
loquios, le viene con dificultad, pues la matriz está
inflamada y su orificio cerrado. Y es que después de que la
criatura ha efectuado su salida, la abertura del genital se
curva. Cuando ocurra esto, la purgación no bajará y si no
le baja, acabará por tener fiebre, escalofríos y el vientre
hinchado. Cuando alguien la toque sentirá dolor en todo el
cuerpo, sobre todo si se le toca el vientre… si el vientre no
se le remueve y la purgación no le baja espontáneamente,
si tampoco se le aplican enseguida los remedios que
convienen y el tiempo transcurre, todo lo que acabo de
decir acentuará más su virulencia y, además, corre el
peligro de ponerse lívida como el plomo e hidrópica, el
ombligo le saldrá hacia afuera empujado por la matriz y
será más oscuro que las partes circundantes. Cuando se
presentan todos estos síntomas las enfermas no logran
sobrevivir y unas mueren más pronto, otras más tarde
según sea el estado de su cuerpo y de su enfermedad.”
11. Hacia 1772 en “A treatise on puerperal fever”, concluye que la
fiebre puerperal se ha convertido en una epidemia femenina
específica, diferente a otras fiebres posparto, proponiendo un
cuadro que así lo explique. Sin embargo sigue insistiendo en la
responsabilidad de la mujer en esta enfermedad por haber
llevado corsé en los primeros meses del embarazo.
12. Gordon
Sin embargo es Gordon, en 1775, quien comienza a
pensar que quizás sean los médicos los causantes
del contagio de la enfermedad o que también se
realice de una parturienta a otra:
Es una declaración desagradable para mí
mencionar, que yo mismo era el medio para llevar la
infección a un gran número de mujeres… / …Cada
persona, que había estado con un paciente con
fiebre puerperal, se cargó de una atmosfera de
infección, que transmitió a todas las mujeres
embarazadas.
Fue el primero en proponer medidas preventivas
para ese contagio, como fumigar los hospitales.
13. Como ya hemos mencionado, Semmelweis fue una de las personas
que más se implicó en el descubriminto de la causa de las famosas
fiebres puerperales que afectaban a las parturientas.
Comenzó realizando necropsias de víctimas de la fiebre puerperal,
obtuvo un diploma de maestro de partos y ganó un concurso como
asistente del profesor Klein, jefe de la primera división de la
maternidad.
En 1846 comienza su decisión de encontrar una medida que evitara
más muertes maternas, pero entra en conflicto con Klein, quien creía
inútil cualquier cambio.
14. Semmelweis encuentra una
respuesta.
Fue en 1847 cuando todas sus teorías comienzan a tener sentido.
Durante una necropsia a una víctima de fiebre puerperal un
estudiante había herido accidentalmente en la mano al profesor
Joseph Koletchska, quien tras unos días murió con los signos de
fiebre puerperal, y confirmó la necropsia.
Semmelweis concluyó entonces que los médicos y estudiantes eran
los causantes de la fiebre puerperal. Interpretó que el origen de la
fiebre puerperal eran “partículas cadavéricas pútridas” que pasaban
de los cadáveres a las parturientas por acción de los médicos y
parteras que las atendían.
Sus medidas fueron exitosas: todos los alumnos y médicos debían
lavarse las manos y cepillarse las uñas con una solución hasta
eliminar cadavérico de las manos.
La mortalidad comenzó a descender inmediatamente.
15. Aunque muchos de los médicos que trabajaban codo con
codo con Semmelweis lo apoyaron en su descubrimiento y sus
nuevas normas de higiene, hubo quienes se negaron a realizar
cambios en su forma de trabajar para que así hubiera una
homogeneización en las técnicas de todos los hospitales y
porque pensaban que todo lo que Semmelweis defendía no tenía
ningún fundamento.
Realizó una serie de experimentos sobre ratones pero
sirvieron de poco porque no pudo llegar a los resultados que
pretendía.
Su habilidad en la escritura tampoco lo ayudó, al parecer ,lo
que redactaba era confuso y difícil de entender.
16. El final de Semmelweis.
En los datos recogidos de dicho médico y sus
acciones encontramos que al final de su vida su
salud mental comenzó a deteriorarse hasta el
punto en que su familia decidió internarlo en un
asilo mental.
Murió en en 1865, pero no sabemos a ciencia cierta
la verdadera razón de su muerte. Muchos piensan
que murió por herirse a así mismo mientras
realizaba una necropsia a una mujer fallecida por
las fiebres puerperales con el fin de demostrar que
estaba en lo cierto. Otros dicen que fue más bien
víctima de una golpiza por los enfermeros del asilo
en que estuvo cuando se encontraba muy agitado.
El reconocimiento de tal descubrimiento fue para
un británico, Joseph Lister, que en 1877 ejecutó la
primera operación en condiciones antisépticas,
irrigando con unos aspersores la zona quirúrgica.
Joseph Lister
17. En 1952, Louis-
Ferdinand Cèline publicó
una obra, “Semmelweis”,
en la que, en tono épico,
lamentaba el final del
médico.
Ahora, en 2015, 150 años
después de su muerte, la
Unesco reivindica su
legado al nombrarle uno
de los personajes del año.
19. Bibliografía.
Oswaldo Salaverry García. Iatrogenia institucional y muerte
materna. Semmelweis y la fiebre puerperal. Rev Peru Med Exp
Salud Publica vol.30 n.3 Lima Jul./Sep. 2013. Disponible en:
http://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid
=S1726-46342013000300023
El País. Historia de la ciencia, Semmelweis, el mártir del
lavado de manos. 24 Abil 2015. Disponible en:
http://elpais.com/elpais/2015/04/24/ciencia/1429895154_43
1101.html