La religión, especialmente el cristianismo, tuvo una gran influencia en la Edad Media, cuando alcanzó su máximo poder político y económico. La Iglesia guiaba las acciones de la gente a través de normas religiosas y ordenaba el mundo según la voluntad de Dios. La Iglesia también tenía un gran poder económico como importante terrateniente feudal y logró limitar la violencia a través de la Tregua de Dios.