1. ¡Por fin me he apuntado al gimnasio!
Todos los años me proponía lo mismo… Mejor dicho todos los meses, recuerdo que decía:
“Mañana me apunto al gimnasio” pero luego nunca lo hacía. Pues bien por fin he dado el paso
y me he quedado muy impresionada.
Más que gimnasio parece un club social. Tienen de todo y las clases son de lo más curiosas,
cosas que nunca te planteaste hacer. Lógicamente antes de apuntarme el comercial del
gimnasio me enseño las instalaciones y lo primero que pensé es que era enorme, incluso llegue
a temer por el hecho de perderme un día por allí. Me dijo esta es la sala de fitness y yo pensé:
“para que tanta bicicleta eliptica…” Luego me enseño el resto de salas: la de musculación los
vestuarios, la piscina, el spa. Tanto que quede aún más confundida, pero por suerte me
pusieron una tabla de ejercicios en la que más o menos tocaba todos los palos, aunque hoy en
día y después de unos meses no hay quien me saque de la piscina.
Recuerdo mi primer día… llegué al gimnasio equipada de la cabeza a los pies y me subí en una
bicicleta eliptica de esas que había cientos. La coordinación resultó ser un poco complicada,
luego pase a hacer algo de musculación y al día siguiente lo único que recuerdo es que no
podía levantarme de la cama. Me dolía todo el cuerpo… Pero a pesar de eso saque fuerzas y
volví a ir y ahora voy siempre que puedo, normalmente varios días a la semana. Me siento muy
bien con ganas de muchas cosas y lo mejor es que estoy contenta con migo misma. La
realización de ejercicio es muy complaciente y además me da energías para pasar lo mejor
posible por mí día a día.
Bueno os dejo que mi bicicleta eliptica me está esperando.