1. ENCUENTROS
NUEVA ÉPOCA Nº 1
REVISTA DEL GRUPO LITERARIO ENCUENTROS PRIMER SEMESTRE 2008
CASA DE LA CULTURA TRES CANTOS
2. Eventos
“Una rosa amarilla / sale a mi encuentro / casi todos
los días, / cuando paseo”, escribe el poeta, y a partir
de esta sencilla estrofa nos abre su mundo interior.
Niño asombrado a los 80 años, sigue caminando los
jardines, descubriendo colores y ternuras renovadas,
adivinando en las flores mañaneras una mirada
antigua de mujer. Y no son flores de cualquier sitio,
dice: “…tienen su propio sello: / son de Tres
Cantos”.
El pasado 9 de noviembre, nuestro compañero y
miembro fundador del Grupo Encuentros Juan Vega
Cabello presentó al público tricantino su último
libro: “Historias del Camino”, antología de poemas
sembrada de recuerdos y adornada con fotos de toda
una vida.
Nació nuestro poeta en Herrera de Sevilla. Fue
niño campesino, trabajador ferroviario y poeta
autodidacta, hasta que ya en su madurez vino entre
los pioneros a estrenar este pueblo naciente. Y aquí,
con nosotros, nos brinda lo mejor de su experiencia
emocional vertida en esta colección de poemas.
En la presentación, estuvo arropado por su familia y sus numerosos amigos, quienes leyeron
algunas escogidas páginas del libro. Y como complemento entrañable, su nieto Pablo nos brindó un
breve concierto de guitarra flamenca, ejecutado con maestría pese a su juventud.
Enhorabuena, amigo Juan. Que tu rosa amarilla siga saliéndote al paso, como hasta hoy.
Germán Ojeda Méndez-Casariego.
2
3. Editorial
PRESIDENTE
Germán Ojeda Méndez-Casariego
Hace algo más de veinte años, un grupo de amigos, amantes de
VICEPRESIDENTA
la belleza literaria, decidieron juntarse para compartir gustos,
Carmen Martín Palacios
inquietudes y realizaciones personales, en una tertulia que desde
entonces se celebra todos los jueves: Al comienzo en la Casa de la
SECRETARIO
Juan V. Amezcua Lanzas Juventud (aunque muchos ya hubiéramos dejado en la leyenda personal
esa bella etapa de la vida), y posteriormente, una vez habilitada, en la
TESORERO Casa de la Cultura. La reunión, al institucionalizarse, adoptó el nombre
José Aceituno Medina
de Grupo Literario Encuentros.
Su inspirador y primer presidente fue el añorado Juan Bartolomé
El Grupo Encuentros se reúne
Pinar, poeta de fina intuición y delicado verbo, quien nos dejó después
cada jueves en la Sala Juan
de un infausto accidente laboral. Su recuerdo perdura vivo, en sus
Bartolomé de la Casa de la Cultura
amigos, en su retrato que preside la sala de reuniones (que lleva su
de Tres Cantos, en horario de 19,00 a
nombre), y en el espíritu de camaradería que supo fomentar en las
20,30 h.
tertulias.
La asistencia es libre y gratuita.
Su desaparición fue un duro golpe para el Grupo. No obstante,
Ilustraciones interiores obtenidas en pasado el primer momento de duelo y confusión, supo salir adelante,
Internet. reorganizándose en ausencia del padre, y abriéndose a nueva vida.
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Porque como no hay mal que por bien no venga, lo que el Grupo
EQUIPO
perdió con su gran personalidad y su liderazgo, lo ganó en variedad, en
COORDINACIÓN
estímulo para diferentes actividades e intereses, y quizás en una forma
Andrés Acosta González
más comunitaria, participativa y pluralista de encarar los temas objeto
PORTADA
de estudio y discusión.
quot;Minotauro lectorquot;
Pronto vino más gente, con más amplios intereses y
Carlos Pérez Pestana
conocimientos. Y ya no sólo fueron tertulias literarias, sino que se
DISEÑO Y MAQUETACIÓN
Lorenzo Martín Cantera habló de música, de pintura, de historia, de filosofía política (sin obviar
IMPRIME el contraste de ideas, por arduo que fuera; no se excluye la polémica),
VA-IMPRESORES de cine y teatro, de antropología (¿o debemos decir “primatología”,
DEPOSITO LEGAL Nº
cuando hablamos del Proyecto Gran Simio?), sin olvidar nunca la gran
M-8726-2008
poesía bien recitada, ni la excelencia de la prosa de los maestros. Y,
EDITA Grupo Encuentros
por supuesto, dejando siempre abierta la puerta para la expresión
www.grupoencuentros.es
personal, pequeños hijos de la soledad inspirada de cada socio como
COLABORAN EN ESTE
los que ahora presentamos.
NÚMERO:
Desde el principio hubo intención de publicar una revista con
estas producciones. Y así se hizo en varias ocasiones, con cierta
Acosta González, Andrés
Barrio Alonso, Marina regularidad, en una humilde pero cuidada edición en blanco y negro,
Fernández de Tena, Antonio hasta que la desaparición de Juan acabó con aquella experiencia, que él
González Alonso, José Miguel dirigía. Posteriormente, el grupo reorganizado intentó una nueva etapa
López Gil, Manuel editorial, y así se publicó un número de muy bella factura y calidad
Martín Cantera, Lorenzo
literaria, que lamentablemente por problemas económicos no tuvo
Martín Palacios, Carmen
continuidad.
Mayorga Noval Marcos
Ahora lo intentamos nuevamente, y esta vez con intención de
Ojeda Méndez-Casariego, Germán
periodicidad. Lector amigo, aquí nos tienes. Éstos somos nosotros, con
Pérez Moronta, Elena
nuestra mejor expresión, con lo que hemos podido sacar afuera de lo
Pérez Pestana, Carlos
mucho que nos bulle por dentro. Son poemas, flores de amor y llanto
Picquot Martín, Nicole
Portillo Cuerva, Juan íntimo, o cuentos breves donde reluce la imaginación del autor en
Vega Cabello, Juan Bautista noches de insomnio o en viajes con la nariz pegada a la ventanilla, o
Vesperinas Lucas, Mercedes propuestas teóricas, sugerencias, análisis, o lo que cada uno pudo tener
Álvarez Quintana, José Luis necesidad de expresar.
Vicioso Ruiz, Ana
Espero que los disfrutes. Y, si participar de esta manera de
nuestras cosas te enriquece y te conmueve, y quieres conocernos más,
SUMARIO
ya lo sabes: Los jueves, a las 7, en la Casa de la Cultura.
Te esperamos.
Editorial.................. Pág. 3
Poesía, narrativa y
ensayo.................... Págs. 4-18
Eventos................. Págs. 2 y 19
4. Luciérnagas Verso a la pasión
En la ciudad de mí mismo, Vive intensamente
Hay calles desconocidas rompe tus cadenas
Que conocí en otro tiempo. vuela con mis alas
extiende tus velas.
Cruza mis senderos
Todo poema plausible escarba en mis cuevas
No es sino una tentativa navega conmigo
Para inaugurar un cosmos por sendas inciertas.
Sube lentamente
baja suavemente
Silabas en la boca. escala laderas.
Saxofones en la noche, Siente mis latidos
Tambores en la pradera. vibra con mis quejas
sueña con mi alma,
metete en mis venas.
Un ala rasga el espacio.
En algún lugar
Un planeta vierte una lágrima. Mi deseo de paz
Lo que se oculta se muestra, Que llegue mi canto, amigo,
Transparencia del misterio, de rabia, pena y pesar
Sólo existe el poro sur. hasta tu triste destino
que te ha tocado lidiar.
En el campo de batalla
Tus labios en horizontal, soldado, niño o poeta
Tus labios en vertical ¿Qué más da?
Y mientras Marx escribe “El capital” Destruir al enemigo
es tu consigna sin fin,
sin saber cómo ni dónde,
El azar es un pintor alguien decidió por ti.
Que a fuerza de trabajar Esos tiranos mezquinos,
Encuentra golpes de genio. que nombran a Dios y a Alá,
que todas las culpas caigan
en sus cabezas, sin más.
Las mismas fuerzas que vibran Les ciegan los peores males
En el ala de un mosca que uno se pueda encontrar:
Hacen vibrar tu mirada. La avaricia, el egoísmo,
el odio, la falsedad...
¿Qué pensaran cuando ven
Tu pelo es una tormenta, la sangre del inocente
Es un potro de tortura por los caminos bajar?
Donde la calma se atisba. ¿Por qué me pregunto esto,
si no tienen corazón?
Si lo tuvieran dirían:
En la escalera que lleva quot;Haya paz… paz y amor”
Desde lo cruel a lo suave viven
desapercibidos los peldaños de mi infancia.
José Miguel González. Marina Barrio Alonso.
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5. ¿Y cómo así, no me fue dado
encontrarte?
Es tarde ya, y los últimos rayos juguetean, A la palmera, ligera,
tintineantes, ingrávida en su fino talle,
con alguna nube traviesa y coqueta. le corteja la brisa, que le silba y le besa,
Misteriosas insinuantes siluetas le susurra secretas melodías que me son reveladas
acarician las aguas. lentamente.
Dejamos andar al velero a su suerte,
le oímos con su quilla ir gimiendo, Pero, ¿y cómo así, envuelta el alma
ir tejiendo sus encajes en el tiempo. en el todo mineral evanescente,
no me fue dado encontrarte?
Es el instante preciso,
ahora, Es la hora sagrada,
ahora cuando la noche trenza sombras es ahora cuando las harimaguadas transportan,
en las espesas oquedades de las formas. delicadamente,
Escuchamos embelesados el blanquísimo tapiz de algodones monte arriba.
la imponente polifonía nocturnal de charcas y El espeso verdor de las alturas
barrancos. cierra poco a poco sus párpados,
guarda sus secretos,
¿Y cómo así, desde esa inmensa, y se despide con un beso vaporoso e intangible.
cósmica y telúrica circunstancia,
no me fue dado encontrarte? ¿Y cómo así, sumido en la espesura geológica y
vegetal,
Es el momento oportuno, no me fue dado encontrarte?
¿ves?, la esfera negra dispara sus ojos blancos.
El fascinador antifaz rutilante ¿Qué extraños senderos
es una dolorosa orquesta de silencios infinitos. pudieron torcer tu largo viaje?
¿Cómo habiendo traspasado
los muros ciclópeos de lo cotidiano,
no te fue dado encontrarme?
Andrés Acosta González (Madrid, 1984).
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6. Sueños Aires de otoño
¡Ay, de la falda, ay! Rumor melancólico, profundo, que invade el
Que ya no vuela. pinar,
mis pasos se hunden en un espeso y agonizante
¡Ay, de los sueños, ay! caminar,
Que la modelan. humus generoso de la tierra, fiel al ciclo de la
naturaleza,
---- tiempo que pasa, sin remedio, con el latir de la
esperanza.
Descubriendo senderos
andan los niños, Olor a rancio, a seta, recuerdo vertiginoso de la
y balbucean. niñez;
paseos en el bosque entre el oro y el musgo
Descubriendo mil sueños empapado,
van los cariños, cestas llenas de castañas, otoño con su tesoro más
y se marean. preciado,
chimenea chispeante, regalando tanto amor y
sencillez.
(Ay, quien dijera
que, soñando, los niños
hacen veredas). Nicoletta
.
----
Para subir a la cumbre
de esa montaña
hacen falta mil sueños,
y una mañana.
(Los sueños en el viento
vienen volando,
los versos que yo digo
vienen cantando).
Villancico
Cien niños duermen
en cien portales;
sólo a uno de ellos
los principales
Reyes de Oriente
le traen presentes.
Los olvidados
saben que sólo tienen
lo que han soñado.
Carlos Pérez Pestana.
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7. Platero y yo
( El poeta habla con Platero)
Lo quiso para sí, creó el jumento;
Un pollino menudo, blanquecino,
un simpático asnillo imaginario;
describió su amo, Juan Ramón Jiménez:
le iba escribiendo cada día un cuento
peludo desde patas hasta sienes
la pluma de un poeta legendario.
y un trotecillo alegre en el camino.
Yo quisiera haber visto a Juan Ramón;
Para hacer Juan Ramón su obra más pura,
no pude por su exilio a Puerto Rico,
en su tierra, Moguer, se fue a un joyero,
dejando aquí enterrado su borrico
creando el asno al que llamó “Platero
rucio, en su Moguer del corazón.
y yo”: Nóbel de la Literatura.
Poeta musical y de pasión
y de las flores, que sembró el sendero,
haciendo con su prosa una canción
mientras montaba en él, ¡arre, Platero!
Cargado va de niños todo el año,
porque es tan juguetón y cariñoso,
que no tiene un momento de reposo:
¡dejadlo, niños, porque le hacéis daño!
De pámpanos, de flores y de piñas
colman el seroncillo de su carga,
y con racimos de oro de las viñas
se cansa por la senda que cabalga.
¿Te recuerdas de aquella primavera,
Platero: el campo lleno de chiquillos,
rociando espigas a los pajarillos,
de las dehesas y la sementera?
Recuerdo aquel rebuzno generoso,
que se quedó ondeando en las encinas,
vibrando el agua y el brocal del pozo,
y huyendo mariposa y golondrinas.
Y cómo la oropéndola cantaba:
de chaparro en chaparro el chamariz,
cómo el gorrión que revoloteaba
y ensayaba correr con la perdiz.
¿Recuerdas del abril como un idilio,
por el arroyo arriba de los pinos;
te acuerdas que perdimos el camino,
hasta el llano de chopos y los lirios?
Quién como tú pudiera comer flores,
Platero, y no me hicieran daño, claro;
pues que a verte comerlas yo me paro, Juan Bautista Vega Cabello.
amarillas y múltiples colores.
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9. Seducida por el desierto rosa
Ana Vicioso Ruiz
Fue de repente, tras un recodo a la derecha en el corazón del desierto jordano. Sabía que en algún
momento me encontraría con la visión más deseada e inimaginable pero, aun así, me pilló de improviso.
Y me quedé muda, haciendo una y mil fotografías con tal de no salir a campo abierto, con tal de que mi
vista no abarcara demasiado pronto y en todo su conjunto un espectáculo que sabía me iba a impresionar
para siempre.
Me demoraba, todavía un poco más, hasta que me atreví a abandonar el último rincón del “siq” o
desfiladero y me vi cara a cara con la belleza irrepetible de la ciudad de Petra y el Tesoro del Faraón, la
increíble y monumental fachada excavada en la roca viva.
¡Me parecía tan imposible llegar a esa tierra prometida! Tal vez, como Moisés en la cima del Monte
Nebo contemplando de lejos, pero tan cercano ya, el borde de Canaán, yo creía que no llegaría a pisarla,
que quizá fuera un espejismo. Pero ahí estaba, con su majestad rosa reluciente por el sol temprano de la
mañana, entre la estridencia de no ya cientos, sino miles de peregrinos que desaguaban procedentes del
estrecho y afilado desfiladero. Como quien sale de un sueño o de una resaca y se enfrenta con temor a
algo que, sin embargo, está deseando ver, oír, palpar, paladear.
Ya conocía el poderoso influjo de la fachada del Tesoro de Petra. Docenas de fotos, libros, historias,
relatos... Y, a pesar de todo, mi emoción igualaba la que debió de sentir John Lewis Burckhardt, el
explorador anglo-suizo, primer occidental que en 1812 logró desvelar el misterio y alcanzar la ciudad
perdida de los nabateos, que hicieron de ella su hogar desde el siglo VI antes de Cristo.
No existe nada en el mundo parecido a esta inmensidad
melódica que llena el pentagrama de notas rosas, rojas, grises,
celestes y blancas. Tal vez un tapiz de seda que arropa estas piedras
inacabables, difícil, fatigosamente accesibles a veces. Donde un
pueblo marcó la impronta que perpetúa el enigma después de dos
mil años. Porque aunque el osado Burckhardt dejó al descubierto la
realidad física de estos monumentos excavados en la piedra caliza,
¿quién conoce el fin último, la intención del espíritu que ideó estas
tumbas para alcanzar la eternidad del más allá? Fachadas propias de
palacios, grandeza tallada en lo alto de una empinada y agotadora
subida de más de mil metros, como la que conduce finalmente al
“Deir” o Monasterio. Arena rosa que se pega a las suelas de mis
zapatos y me hace resbalar en sus interminables escalones de bajada.
Pero aún tengo sed y hambre de Petra. Volvería ahora mismo
para extasiarme al final del “siq” con las elegantes columnas
corintias que me esperan. Contemplaría fascinada la salida de la luna
o el planeta Venus, símbolos de Allat, su diosa. Pasaría horas y horas
llenando mis ojos con la joya más valiosa, meta en una carrera que
no se desea terminar o en la que se pretende llegar en último puesto,
libre de la presencia de todo el mundo. Saborear la originalidad del
teatro tallado en las mismas piedras, en su graderío veteado y
multicolor. Permanecer en el interior de estas oquedades debidas a
manos humanas que no necesitaron pintar ni adornar, porque la
belleza estaba en la propia materia prima. Deleitarme con tanto matiz diferente, en las pinceladas
delicadas que sirvieron de hogar a las almas que abandonaron ya a sus cuerpos, depositados hace tanto
tiempo en tumbas inigualables rociadas por todos los rincones de las montañas, quizá templos lujosísimos
para esta ciudad de muertos y dioses.
Somos miles de peregrinos recorriendo sus calles columnadas y sus empinadas cuestas. Pero, a pesar
de la multitud, el secreto sigue incólume, ejerciendo la irresistible fascinación propia de esta joya que
destella, incansablemente, entre las piedras tan rosas de este desierto.
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10. Hija sin padre ¿Y por qué esos celos?
El ayer qué distinto al de hoy. Qué pena.
Tú roble y yo castaño.
Malvas en la hierba fina Y no nos entendemos.
borda alhelíes la araña gris,
tiembla mi corazón, Tú austero con madera noble,
sopla el viento, aquí. yo fruto apetitoso,
no por eso a todos agradamos,
Losa de piedra, ¿nunca te lo pregunté madre? ¡a ti por ejemplo!
Sólo tú y yo, en esta pausa eterna, Qué yo regalé al suelo mis frutos.
fantasmas que dejan con torpeza
torturando la vida, irremediablemente. Te sientes celoso, ¿por qué?
Yo guardo en mis ramas escondidas
“Nunca te lo pregunté, madre”. las mejores para ti, sí, para ti.
Sabía por terceras personas Pero no sabes apreciar,
que pasan corriendo, hablando sin hablar, sigues recto y austero,
la tortura de mi nacimiento. sigues sin ver.
Qué aunque yo de mis gracias
Que fui tu fruto de amor, es a ti al que quiero,
que fui para ti el quinto color del arcoiris, hay que comprender que cada uno
estrella de cristal que brinca y corre, tiene su personalidad
coronita de flores, madre, ¿quién fue? y se debe respetar.
A ti, roble de madera noble,
¡¿Quién te hizo tanto daño, madre?! ¿en qué te falto yo?
¿Por qué mortificarnos
Joven... no si es verdad que me quieres?
Goza conmigo, que aunque
caiga alguna castaña al suelo,
Se dice que en la vejez, se vuelve a la infancia,
no son las mejores.
mis ojos de niña no se reflejan en el espejo.
Las mejores las guardo entre mis ramas
Reflejan los de hoy, aunque cansados, serenos,
para ti, para ti, al que yo quiero.
sin miedos, insomnes de felicidad.
Qué sufrimiento tan inútil
Orgullosa de no haber sido obstáculo,
padecer de ese mal
dentro de mí, un fervor incesante.
que no tiene cura,
¡No tengo miedo!
sólo tiene maldad.
Reina bajo las mudas Diosas.
El trabajo fue a todas horas ilusión.
Son precisas rosas y claveles,
mirar de frente
al cielo, al amor.
Mi sangre tiene la edad
que tiñe mis sienes.
Erguida, ávida me aparto del espejo,
nada es sueño, sino realidad.
No descuido la alegría
mientras el espejo no se rompa,
la guadaña cumple su rito,
yo no... quiero, quiero evitarla.
Elena Pérez Moronta.
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11. Sangrante y oscura música
Germán Ojeda Méndez-Casariego
Afuera arrecia el temporal, lento pero insidioso, persistente. Como si nunca fuera a volver el sol,
como si ya no quisiera amanecer ahora que el año viejo se fue sin pena ni gloria hacia el pasado, para
refugiarse ya cristalizado en los libros de historia y en los resúmenes de los periódicos en fechas aniversario.
Vuelve a caer la lluvia, tenaz; punzante de alfileres, casi fría. Nos cala la ropa de abrigo, se nos mete
en la punta de los zapatos, juega con nuestros cabellos. Mientras corremos presurosos a refugiarnos en la
parada del autobús, los charcos quietos aprovechan para engordar, hasta que se desbordan y dan efímero
caudal al Arroyo Bolillero, en el fondo del Parque. Un silencio sutil pero palpable se asienta como una niebla
invisible en las hondonadas, mientras el cielo oscurísimo deja escapar las últimas rachas de luz, por entre los
espesos cortinados de nubes.
Cerrada ya la noche, me recluyo en mi casa, junto a la lumbre de la chimenea. Quiero escuchar
música: Algo que suene a fuego, a caricia áspera; armonías calientes como un trago de coñac.
Y despierta en el reproductor la cadencia letánica, casi desmayada de la siguiriya.
La guitarra se va elevando, poco a poco, como si la fueran apretando desde abajo, forzándola a salir.
E insiste, se revuelve, se tuerce, se tensa, y finalmente cae del otro lado como desganada, suelta y sin fuerza,
sin luz.
Viejas penas amasadas en barro seco, golpeadas en la fragua, tragadas en sangre y saliva amarga,
renacen y se expresan en este cante primordial, atávico, desnudo. Flores de olvido, pañuelos de seda raída,
bastones quebrados por el peso de los brazos muertos, soledad nunca mitigada. Memoria de caminos
abiertos, emboscadas de sombra y pena negra, dolor de ausencia consentida. Ventana abierta desde el fondo
oscuro hacia lo sublime.
Las notas delgadas se comprimen, y bajan su nivel hasta el susurro, para que el cantaor estalle en un
ayayayayay desgarrado, de terrible filo hiriente, que eriza la piel y araña el fondo del corazón.
Cuenta Félix Grande que Tía Anica la Piriñaca, la gran siguiriyera que se convirtiera en leyenda del
cante gitano a lo largo de sus 90 años de arte vivido, dijo una vez: “Cuando canto a gusto, me sabe la boca a
sangre”.
Como la siguiriya, otros estilos en permanente evolución van conformando este árbol frondoso que
es el cante flamenco. Expresión pura, radical, en carne viva, de un pueblo donde se mezclan las tradiciones y
formas musicales gitanas con el arcaísmo castellano, y tal vez raíces moras que sobrevivieron al bosque
talado. Incluso, hay quien dice que la petenera puede tener origen sefardí, y que los judíos se llevaron una
copia en su diáspora después de la inicua expulsión.
Quien no escucha, quien no conoce siquiera en forma elemental este arte sin concesiones ni
clasicismos, esta variante extrema de la expresión del sentimiento humano, está dejando escapar un tesoro,
derramando un vino reserva sobre el mantel.
Una coplita que suele escucharse con frecuencia, dice:
A tu fuente fui a por agua
y el cántaro se me rompió,
y el agüita por el suelo
se iba diciéndome adiós.
Acabado el cante, con las llamas reavivadas y la botella de vino a medias, se me ocurre pensar qué
otras expresiones de música popular en el mundo pueden tener algún parecido, siquiera sea en el esquema
formal, en la manera de crecer desde la raíz, limpia y dura, despojada. Y encuentro que en el norte argentino
existe algo que se llama la baguala, que se canta a gritos, sin más acompañamiento que el golpear rítmico y
sordo de la caja, y cuyo escenario más adecuado es el aire libre, entre los cerros abruptos, las piedras y los
cardones; y siempre, por supuesto, de noche, en el claro de luna o bajo el poncho negro de la tormenta.
Compadre Juantay;
ya está amaneciendo,
deje de cantar.
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12. Felicidad inminente
Juan de Madrid
Hoy me he despertado llorando. Sí, no sé por qué, ya que no hay motivo para el llanto. Es
más, diría que mi felicidad es inminente: Será un reflejo del trigémino superior, una premonición o
algo así, ¡digo yo! Me asomo a través del cristal de mi cuarto, con el ánimo de paliar el llanto, y veo
que el sol no brilla. Por su ausencia, la persistente niebla gris no me deja ver los labios de la luna:
arrecia mi llanto... las lágrimas brotan pausadas y calientes, no sé por qué, si soy muy feliz. Con
desazón enciendo la radio, a ver si me sosiego. Una voz recién estrenada recita una letanía de
nombres comerciales, arrecian las lágrimas... La misma voz, con el mismo tono y la misma
cadencia indiferente, anuncia algunas noticias que captan mi atención: Bajan los impuestos... ¡lo
sabía!, me quieren hacer feliz, ¡lo sabía! No podía ser de otra forma, mi felicidad está aquí. Los
políticos están empeñados en hacerme feliz, se pelean por bajar los impuestos oiga. Luego me
entero que ¿son los del patrimonio? Y eso no me afecta mucho... no. Al menos, repercutirán
socialmente, espero. Veré a los parados, las viudas y los pensionistas más contentos, seguramente,
algún joven se podrá comprar un minipiso. ¡Amén!
La siguiente noticia que da el impertérrito locumáquina, sin un atisbo de emoción, me hiela
las lágrimas, me golpea ferozmente el cerebro y mi felicidad queda cancelada: ya no lloro, no tengo
fuerza para hacerlo.
Sin querer, de forma casual, han matado a dos miembros de la Benemérita. Pasaban por allí
y se interpusieron en la trayectoria de unas balas asesinas. ¡¡CABRONES!!
¡Hermano! ¡¡Hermano!!
¿De qué me pinto las manos, de blanco?
¿O me las pinto de muerte para no verte?
¡O rojas, como tu sangre, hermano!
O mejor, nos las lavamos con agua
las manos y la conciencia,
como aquél cónsul romano...
¡¡Ay hermano, hermano!!
Haikus
El sol quiere llegar
Lluvia de Otoño.
hasta las cumbres
Entre los barrizales
¡quítate nube!
germina el trigo
Sobre mi mano
Tiempo de espera,
la paloma de la paz
soledad en el alma.
come su grano
Reloj de arena
Ídolo de barro.
Trigales verdes
la luz de gas
que el viento mece.
abrió mis ojos
Baile en el campo
Marina Barrio Alonso
12
13. Acerca de Proust.
Mercedes Vesperinas Lucas.
De todas las lecturas a lo largo de mi vida, ninguna ha dejado la huella que la gran obra
maestra de Marcel Proust En busca del tiempo perdido. La he releído infinidad de veces y he
conocido a sus personajes como si fueran de carne y hueso; ¿y es que no lo son? ¡absolutamente
todos!
Mi hijo me decía que siempre leía lo mismo... Y no es que esto fuera cierto, es que a él le
chocaba esta asiduidad mía, aunque sí lo era que cada vez que leía algún trozo, encontraba algo
nuevo que anteriormente se me había escapado; aún hoy mismo me ocurre.
Se ha dicho que es difícil leer a Proust, que es muy apretado y farragoso; no es verdad, no
fatiga en absoluto, pues todo lo que dice nunca es rebuscado ni rimbombante; interesa de tal forma,
que te lleva con él a su mundo, aquel mundo de Los Guermantes y otros, que era el suyo, y que una
vez perdido parece que ya no existe nada más.
No sé cómo decir si nunca estuvo el arte más al servicio de la filosofía o al contrario. De
todas formas, mi opinión es muy modesta, porque yo no puedo enjuiciar la obra de Proust, sólo digo
lo que siento.
Nadie como él ha analizado a los seres humanos, sus virtudes, vicios y pasiones; pero nadie
tampoco lo ha hecho con esa elegancia al tratar de temas tan escabrosos que se prestan por sí
mismos a prescindir en algún momento de ese tacto y delicadeza.
Desde los primeros capítulos te sientes atrapado: las poéticas descripciones de Por el camino
de Swan, el análisis de este refinado personaje, su relación con aquella mujer, persona mediocre y
vacía, infinitamente inferior a él y que no sabía que lucía un vestido o un sombrero, pero cómo va
rebajándole a su nivel, ya que ella no puede subir al suyo, y que, desgraciadamente, esto es cierto en
la vida. Y así encontraría tantos y tantos seres: el barón de Charlus nos sorprende con su doble e
inconfesable vida... Gilberte, Albertine, etc... que concurren en estos libros extraordinarios.
Obsesionado Proust con su tiempo, cómo se había perdido, cómo había cambiado, ¿qué diría
ahora este gran nostálgico al ver que vivimos en un tiempo provisional permanentemente, que todo
lo nuevo de hoy, mañana sin más tardar es viejo, y costumbres, formas y cosas cambian –y no
siempre para mejor– constantemente, pero mucho más deprisa que todos aquellos personajes
envejecidos que él reencuentra al final de su obra.
Repetidas veces he meditado acerca de esta maravillosa narración sobre el tiempo, pero en
los últimos años pienso con verdadero pesar en ese otro tiempo perdido que muchos llevamos
dentro de nuestra alma y que nunca podremos recobrar.
Madrid, 10 de abril de 1983
13
14. Sin sentido
XL Ferreiro
Sentía que el primer catarro del Otoño me estaba trepando por la espalda. El ambiente era
húmedo, las rodillas comenzaban a encasquillarse y un sudor frío traspasaba los sobacos de la
camisa empapando la chaqueta.
Creía haber oído al hombre del tiempo que gozaríamos de buena temperatura, pero ya no
podría asegurarlo ahora, la memoria nos hace jugadas estúpidas cuando queremos recordar lo más
reciente y necesario; sin embargo, nos martillea con un estribillo machacón que estamos deseando
olvidar.
Ahora que lo pienso detenidamente ¿Fue ayer cuando oí al hombre del tiempo?
La tarde se había puesto oscura de pronto, como si la última tormenta del verano llegase
retrasada, aunque cuando salimos de casa no amenazaban truenos y el cielo estaba radiante, sin una
sola nube que pudiese indicar cambio.
Uno nunca sabe lo que puede pasar cuando sale de casa, decía mi abuela, siempre hay que ir
limpio y preparado; pero no habíamos traído paraguas ni ropa adecuada para un brusco cambio
como aquel. Mi mujer y los niños en manga corta y yo con el traje todavía de verano.
Pensándolo bien ¿Habíamos salido juntos los cuatro de casa?
Aún sin haber comenzado a llover, ni siquiera se oían truenos a lo lejos, los pies ya se me estaban
quedando como témpanos, la parte de atrás de las pantorrillas y siguiendo hacia arriba por las dos
piernas, parecía como una ausencia helada que me estaba cubriendo. No era posible que de pronto
me hubiese vuelto friolero, yo, que con un jersey me bastaba para pasar el invierno. Seguramente
tendría algo de fiebre, los escalofríos no tardarían en llegar, necesitaba regresar lo antes posible y
acostarme.
Era extraño que no se hubiese quejado ya mi mujer, el frío era su mayor enemigo.
Pero, ¿a dónde habían ido?, ¿por qué no estaban conmigo?, ¿tendría que ir a buscarlos a
algún lugar?
Más de una vez me sucedió que creía que me habían robado el coche por que no me
acordaba donde lo había aparcado, pero nunca, hasta ahora, había perdido a mi familia.
Sentía como dolores en las manos, los brazos y las piernas no podía moverlos, apenas los
notaba. Tenía la sensación de estar atrapado en un túnel y aquel maldito tiempo me estaba matando
de frío.
Quise darme ánimos -¡Ale!, ¡Vamos! un esfuerzo más y llegas a casa- la voz no me salía de
la garganta.
La oscuridad se hizo total, deje de sentir temblores, deje de sentir dolor, deje de sentir frío,
deje de sentir..., deje de sentir..., deje de sentir...
-Murió en el acto- le dijo el forense, mientras la separaba de los restos del accidente. Su
marido no sintió nada.
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15. Elegía a Miguel Arauzo
Las letras del amor
Por el cinco de mayo
Yo sé que el amor
cruzó una yegua
tiene letras diferentes,
con los cascos de hielo
como las canciones gastadas
y el alma prieta.
y las palabras de los cuentos olvidados.
Fue mediodía,
Él dejó de ser tiempo,
Algunas veces decimos lo imposible
como solía.
para que TU, que estas al otro lado,
sepas de mi dolor recién abierto.
Por el cinco de mayo
llovieron piedras
Para que de las hojas abrasadas
como lágrimas grises
mastiques el olor a sol de Marzo
de arena muerta.
mientras la primavera se derrama.
Tejieron rayos
en la crin azabache
Yo sé que el amor
de diez caballos.
tiene pasos a destiempo
y se cruza de brazos cuando sueñas,
Por el cinco de mayo
y te despiertas siempre al otro lado
llegó desnuda
de una cama desierta y en ruinas.
el filo de una sombra
contra la duda.
Miramos tercos abajo y de soslayo
Inoportuna,
esperando que lluevan maravillas.
las manos calcinadas,
frías de luna.
Dejamos que nos cubra el calendario,
que las hojas mustias mueran en invierno.
Por el cinco de mayo
peces de plomo
Es luego que asomamos la cabeza,
hundieron mi recuerdo
vemos a lo lejos el tren del último suspiro
de niño solo.
y no tenemos billete de regreso.
De mi ventana,
arrancaban espinas
Vivir de amor
cada mañana.
Sobre mi vida tu vida,
Por el cinco de mayo
sobre mi tiempo tu alma,
blancas espuelas
sobre mis sueños tus ojos
labraron tus mejillas
y tu generosa calma.
con acuarelas.
Sobre tu frente
Camino para tu pie,
se licuaron los besos
piel quiero ser de tu espalda.
de miel caliente.
Sobre tu mano latiendo
mi corazón, en tu palma.
Por el cinco de mayo
se fue tu nombre,
Si los días te golpean
con un niño de sueños
yunque soy, si eso te salva.
que se hizo hombre.
En las noches de tormenta,
Se clavó el rayo
de tu velero soy jarcia.
en tus manos de azúcar,
cinco de mayo
Si duermes sobre mi sueño,
si lloras sobre mi lágrima,
XL Ferreiro
será dulce mi camino
en tu generosa calma.
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16. Soy de esa clase de gente
Marcos Mayorga - Asturquín
Soy gente de poblados antiguos, de castillos, de gestas heroicas, admirador de personas ilustres,
de insignes arquitectos, de sinceros poetas, de pintores oníricos, de coleccionistas de piedras, huesos
caducos, ancestrales, toda clase de antigüedades, y de los viejos párrocos con sotana.
Soy gente de pueblo enfundado en el corsé urbano, de los que pasa muchos momentos soñando
en participar de su ventura, capaz de estar quieto ante la casa desvencijada, a medias derruido el
techo, con los aperos polvorientos de labranza colgados inestables de sus viejas paredes, y aún con
algún vestigio de enjalbegar, de quienes fueron mis ancestros.
Soy gente de ese humilde refugio, y más aún a medida que pasa el tiempo, se engrandecen mis
recuerdos, y se alza ante mí lo que viví con ilusión. Soy gente del Camino, de iglesias con
arquivoltas de entrada, de altos campanarios, de pinturas al fresco, de Pantocrátor en interior de
ábsides seculares, también, soy gente de Roma, admirador de calzadas y miliarios, piedras y más
piedras, aún de los que usaron las más antiguas herramientas, tal son las hechas con sílex.
A medida que pasa el tiempo, se ve menos y distingo peor los rostros que pasan a mi lado, de
lejos ya veo menos, no me saludan los que amigos nunca fueron, son los que se mantienen lejos,
aquellos que antaño volvían la cara. Los amigos, los del pueblo de mi infancia y juventud, con
achaques y con arrugas, curtida la piel por el trabajo, son los que añoro. Son los que no esperan que
sea yo quien les salude, ellos lo hacen primero. Ellos no me engañaron.
Soy gente, por ello, soñador del tiempo que fue.
Soy gente que gusta de amigos de mirada en el interior de los ojos, de gente que me tutea con
respeto y me llaman por mi nombre, soy gente de nobleza y lealtades, son ellos los pilares de mi
puente, a ellos acudo si así lo quieren, si no me mantengo al margen esperando su llamada.
Soy gente muy joven, soy gente rebelde, por eso se revuelven mis entrañas cuando creo
mancillados mis recuerdos y mis sueños. Sueños que proyectados a un tiempo futuro buscan
fortalezas nuevas, hombres gloriosos, nuevos poetas, buscadores ilusos...
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17. Deseos
Para Elvira Navidad 2006.
Primavera de lunas
ramillete de risas
que tu canto provoca
que tus palabras hechizan,
te deseo más de mil veces
cada palabra que acaricias.
Hojas muertas
Despierta las notas del arpa
espabila las letras del verso
componiendo melodías de seda
escribiendo palabras de acero
¿no vuelan las notas como hojas muertas?
¿no corren las letras como risas nuevas?
Lorenzo Martín Cantera
Reflexión Convivencia
Con el silencio de la tierra, Los gritos de un silencio
el poder del recuerdo y La ternura de una caricia
los mensajes del pasado, La complicidad de una mirada
piensas en lo diminuto del ser humano, El calor de unos besos
en la fragilidad de su mente, El amor de una palabra.
de sus sentimientos,
que se moldean de acuerdo con los tiempos,
que se manejan al antojo de las situaciones
y sobre todo, de los hombres.
Recuerdas el ayer,
no tan lejano y, posiblemente,
sientas que hiciste las cosas bien.
Los mensajes que llegan del pasado
son buenos, y
los deseos para el presente,
animan a seguir el camino elegido.
Seguro que en algo habremos errado,
pero una rectificación y,
la sinceridad de su reconocimiento,
habrá producido el fin deseado,
dando con la solución perfecta,
dentro de nuestra imperfección.
Menchu M.
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18. Han vuelto los ruiseñores
Una querida amiga, dulce como los albérchigos maduros;
Niña, ¿no los escuchas? ¡Han vuelto los
hermosa, y cálida, como las primaveras extremeñas; y
ruiseñores!
además, inteligente, se nos fue en la flor de su madurez,
después de una dura, valiente y serena lucha contra los
María se acercó a la ventana, que estaba
hados no propicios. Sean estos versos sentidos un homenaje
entreabierta, y contempló como en el
a su memoria y un paliativo a su ausencia.
semáforo en rojo de la esquina una
ambulancia intentaba abrirse camino con el
Ascensión
sonido estridente de la sirena y los
destellos de su luminoso.
Entornó la ventana, y mirando con lástima Asciendes en volutas vaporosas
a su padre, le dijo: Sola, alada, elegida de los dioses;
Sí, papá, han vuelto los ruiseñores. Convocada al principio de las cosas
En blanca comunión con los adioses.
No precisa tu nombre de adjetivo,
Sólo lo escribo por la trascendencia
Impresionante de tu lucha en vivo.
Dulcinea
¡Oh, tu lucha: perfil definitivo,
No más, de tu pasión de permanencia ..!
…. y cuando por fin Don Quijote
consiguió imaginar el cuerpo desnudo de
Ahora que comprendí que puedo, quiero
Dulcinea, rompió a llorar.
-Mientras el sino ciego no decida-
Implicarme en tu lid. Y persevero,
Ganoso de sentirte, porque espero
A los hados que ganes la partida.
(Abril, 2004)
Y no pudo ser ...
No pudo ser. Un hado traicionero
envidió de tus dones la hermosura
y a remolque, con él –taimado y fiero-
te hundiste en procelosa noche oscura.
Pero tu luz superará al abismo
como a las sombras vence la alborada:
surgirás, como espléndido espejismo,
de jubilosos mirtos coronada ...
(Junio, 2006)
Antonio Fernández de Tena
Manuel López Gil
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19. Eventos
El día 1 de marzo en la Sala Van Drell de la Casa de la Cultura de Tres Cantos, se inaugurará la
exposición de la obra pictórica de nuestro compañero Juan Van Drell, miembro fundador de este
grupo literario.
Juan Van Drell es un pintor de larga trayectoria y estamos seguros que la exposición será un
hito cultural importante en nuestra ciudad.
Marcos Mayorga Noval
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20. Hola ¿vienes conmigo?
Mañana, cualquier día
de los tiempos,
esconderé entre las ramas
el placer, con la búsqueda
de una emoción sincera,
porque en el camino
la duda es el artificio
trazado ante nosotros
y el encuentro con el vértice
de la tarde
entre horizontes luminosos
y caricias que se relevan
según camina el tiempo.
...
...
Levantaré mi copa de primaveras
ahora que el signo
del infinito deshoja
la hierba en piedras
que se levantan a nuestros pasos
y forman figuras
de sueños y lejanías.
Ahora y siempre,
¿vienes conmigo?,
ten mi voz para susurrar
canciones de marismas y palomas...
Juan Bartolomé Pinar
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