Convaleciente de una enfermedad de 1979, el poeta ingles Samuel Taylor Coleridge se había sedado con opio antes de adormecerse y experimentar un vívido sueño. Despertó unas horas después con 300 líneas de esplendida poesía en la mente y rápidamente empezó a escribirlas. Cuando apenas había trascrito 54 líneas, fue interrumpido por un visitante. Una hora mas tarde cuando el poeta quiso reanudar su tarea, las líneas restantes del poema habían desaparecido de su memoria. Sin embargo lo que logro escribir fue su obra maestra “Kubla Khan”.
A lo largo de la historia muchas figuras literarias se han inspirado creativamente en sus sueños y visiones. Robert Louis Stevenson imagino su Dr. Jekyll y Mr. Hyde en sueños. La invención de los grabados iluminados del poeta y pintor William Blake, usados en la publicación de sus poemas con grabados coloreados le fue revelado en una visión de Robert, su hermano fallecido. Mary Shelley escribió su Frankestein tras una pesadilla en una noche de tormenta, mientras se hallaba en la casa de Suiza de Lord Byron.
Músicos, científicos e inventores también han experimentado sueños creativos. El compositor italiano del siglo XVIII, Guiseppe Tartani, soñó una vez que había vendido su alma al diablo, el cual interpreto la composición para violín mas exquisita que Tartani hubiera escuchado antes. A la mañana siguiente compuso su obra magna “El Trino del Diablo” diciendo que era sólo un pálido reflejo de la música que había escuchado, se suicido por no lograr alcanzar la perfección de la pieza ejecutada por el Diablo. Albert Einstein dijo haber recibido señales e imágenes mas o menos claras al formular sus teorías científicas. Elías Howe había estado pugnando por construir una maquina de coser cuando una noche de 1844 soñó a unos salvajes cuyas lanzas tenían orificios en forma de ojos. Esto le dio la clave para el modelo de la aguja especial con punta de ojo que necesitaba.
El escritor mexicano Emilio Carcaño Bringas escribió después de usar una dosis de opio en el iDoser (un software que emite ondas cerebrales y simula los efectos de las drogas) su poema El Tirus – La Nueva Iliada, el autor en su sueño de opio vió a Alejandro Magno quien encargara esta obra al poeta Conotas quien se supone había escrito la mejor batalla de Alejandro (en un poema idéntico al Tirus) y después la destruyó asqueado por la saña con que el Joven Principe castigo a los habitantes de la Isla de Tiro.
¿Proceden los sueños creativos de un poder superior, de otras mentes o de espíritus de los muertos? Puede ser que los sueños surjan de recuerdos y conocimientos subconscientes, normalmente ocultos a la mente despierta.
1. El Tirus - La Nueva Iliada Emilio Carcaño Bringas
2. I Aquí, en Fenicia Comienza la epopeya Más grande de que haya noticia Del cruzar de una centella Que ilumina dos continentes Y acecha la gran isla. II Aquesta de la gran tintura Que adorna ropaje de reyes Que con el buccinum y la pelagia Elaboran mercaderes. III A esta tierra circundada Por Neptuno y sus mares Grandes olas, de cristalinas sales Del ocaso a la alborada. IV Objetos de vidrio y metal Alimentan su intercambio En toda la costa fenicia No hay mejores, no hay tal. V Ha arribado el centurión Desde cerca del Olimpo Quien se dice descendiente De Aquiles, de Amón.
3. VI Con su soberbia ha querido Intimidar a los de Tiro Bravos navegantes En asuntos de combates. VII He aquí que el Rey dijo a los tirios De nutrida lengua y prudente hablar Emisarios de Azemilco La gran isla, de Macedonia ¡Parte ha de formar! VIII He llegado ante ustedes Grandes señores del mar Con un propósito firme ¡A los tirios hermanar! IX Por mandato de los dioses He derrotado a Memnón Desafío a mi falange No previniendo su error. X El de Rodas fue enviado Por Darío el de Persia Y el magnánimo desafiado Ha mostrado eminencia.
4. XI Me he adueñado de esta tierra Pero someterla no es mi intención Demostrarles mi valía Liberar pues las cadenas Con que Darío y sus persas Oprimieron sin razón. XII ¡Presentad a Hércules la ofrenda! ¡La hecatombe y el incienso! Que poca cosa me resulta Como obsequio para un Dios ¡Para deiforme figura! ¡Para tan excelso señor! XIII Respondieron ancianos sabios Versados en política y justicia No será tu ofrenda En la isla admitida Cual sacerdote del templo Consagrado a este Dios. XIV Pensaron aquel rey sin derecho De siquiera contemplar El almo templo, la Gran Tiro Encendiendo así su pecho. XV No pudiendo el gran magno Sus regalos presentar Ni mostrarse obsequioso Ante los señores del mar.
5. XVI Tan lacerantes palabras Haría el macedonio pagar ¡Alejandro caro a Marte! ¡Debes la isla tomar! XVII Señor de Macedonia Hijo de Olimpia y Filipo Creemos en tu buena voluntad Pero es menester informarte Que para presentar la hecatombe Esta isla has de tomar XVIII Porque tu presencia no es grata Ni de tu bizarra falange Preferible seria que presentes Tu ofrenda en tierras continentales XIX Ya que el gran Azemilco Voz y corazón de nuestro pueblo Te da a conocer que desaprueba Presencia funesta de macedonios Evitarla el podría, con el fuerte escudo O con mordaces metales. XX De uno y otro bando Las palabras procedentes Han sido escuchadas Por los dioses del Olimpo Y acudido en marejadas Al auxilio de las huestes.
6. XXI Las palabras de los sabios No ofendieron a Alejandro El estratega muy paciente El político eminente. XXII De Marte los deseos No quisiera conocer ¡Qué difícil entender! ¡Su afición a los trofeos! XXIII Pero el hábil Parmenio Ha incitado al macedonio Para no pretender un convenio Con los coléricos marinos ¡Escúchame descendiente de Aquiles! El dios del combate me ha confiado. XXIV Te pertenece fenicia Es el camino de tu hado De los navegantes hostiles A su isla entres ornado. XXV Los dioses son testigos De mi prudente proceder Que no presto he iniciado combate Que es escarnio, dolor y padecer.
7. XXVI Ni roja gota de sangre He querido derramar ¡Oh! Bravos tirios ¡Ea! pues el combate acre. XXVII Comience pues la batalla Comience el sitio de Tiro He de mostrar a Azemilco Las cóncavas naves en la playa. XVIII Mas los hábiles ingenieros Explicáronle al general Es por tierra el camino Imposible es por mar. XXIX Llamóse pronto a los fenicios De firme tierra continental Explicándoseles las razones ¡Poned las huestes a trabajar! XXX Viendo razones muy justas Para auxiliar al Aquiles Mega Prestos fueron los de Antaro Mas así Tripoli y Sidón
8. XXXI Palebiblos y Sarepta Concurrieron las dos Leptes Cartago la del istmo Con sus hombres y mujeres. XXXII Andrumeto-Tisdro, Botri y Ortosia Acudieron con Berito Tantas tierras tan hermosas De aquel continente bendito. XXXIII Cooperando en la edificación De un puente a la isla Dos plectros luenga la obra Hasta tomar el bastión. XXXIV Destruyóse la vieja Tiro Para aportar material Que moviera los dominios De Neptuno ¡Señor del mar! XXXV Los kolymboi usaron Diáfano tonel de cristal Donde el fastuoso Alejandro Fisgado hubo el mar
9. XXXVI Pero el de famoso carruaje De delfines muy veloces Concurrió a ver la obra Apresurando las coces. XXXVII Volvióse hacia Anfítitre Pronunciando aladas palabras ¿Es que mis hijos del mar Han permitido a Alejandro Construir divino camino Para mi isla tomar? XXXVIII Remisos son a la guerra Cobardes a la pelea Destruid aquel portal ¡Macedonio! ¡Iluso mortal! En anhelos harto yerra. XXXIX El hijo de Amón afirmo: Nadie puede con ellos sobre la tierra De aquellas huestes tenía razón Es su final esta guerra. XXXX Doscientas dársenas poseemos En quince leguas de circuito Lo que Alejandro pretende No es materia, solo mito.
10. XXXXI Tomaron ligeras naves Provocando vinosa estela Conducidos por el aire Que golpea la hermosa vela. XXXXII Dejaron el puerto exterior Y dos plectros navegaron Para llegar a la costa Ahí de Alejandro hallaron. XXXXIII ¿Te crees más que Neptuno? Queriendo mover la tierra Para unir isla y continente E iniciar la gran guerra. XXXXIV El capitán no respondió Pero sus artífices sufrieron Tremendo ataque sorpresa Que el macedonio no previó. XXXXV Lluvia de mordaces saetas Pequeños pegasos de bronce Penetraron los pechos repletas Semejando raudas coces.
11. XXXXVI Y en las barcas prendían fuego Para detener su camino Para evitar la pelea De el horrible sitio de Tiro. XXXXVII Tan seguro estaba el Magno Que ni siquiera acalló Las injurias de los tirios ¡La construcción prosiguió! XXXXVIII Por soberano a Alejandro Los tirios debían tener ¡Ilusos tirios rebeldes! Como pretenden con naves ¡Divina ráfaga contener! XXXIX Comienza el éxodo a Cartago Embarcando a los niños Embarcando en las naves ¡Temerosos los de Tiro! L El de mirada torcida De la obstrucción se desdijo Para salvarles la vida A anciano, madre e hijo.
12. LI Recordando a Olimpia La adoradora de Amón Lo embarga un sentimiento Lo embriaga la pasión. LII Los tirios se van a mofar De lo que se precia Alejandro ¡Diestro capitán ufano! Quiere el dominio del mar. LIII Con sus ochenta cóncavas naves Trialadas naves de Apolo Gritaban los mercaderes No quedara en tierra uno solo. LIV En el circuito interior De las murallas se apuran Artífices en los ingenios Que tanto causan terror. LV Tuvo Tiro comercio, dicen los tetrarcas Pero fue escaso el número Ya que poco comerciaban Por transportar Persas y parcas.
13. LVI Ya de mucho el comercio Con los persas termino Pues al inicio de la querella La agonística floreció. LVII Balistas, lanzas y arcos Catapultas de todos tamaños El arsenal conformo Para causar grandes daños. LVIII Así las cosas en Tiro Los hombres del conquistador Construían el gran dique Tomando Neptuno el tridente Blandiéndolo con tal estruendo Que en las filas macedonias Provocaba terror. LIX ¡Argente arma fulgente! Acuífero rayo marino En su camino hacia la bahía Marina bestia partió Depositándola en la bahía ¡El pétreo dique obstruyó! LX Por mal presagio es tomada Por la furia de Neptuno temen Los del lado de Alejandro … Los que de la isla vienen.
14. LXI De ambos lados temían Excelsa cólera del dios Ante la divina furia Los más bravos no seguían. LXII Apolo a la liza ha llegado Su parecer manifiesta De su bando en la gesta A través de un mancebo A las puertas de aquel templo De los tirios, de Heracles. LXIII Comunica a los tirios Los propósitos del solar auriga De marcharse de la isla LXIV De Alejandro un ardid Creyeron los isleños Para ganar en la lid LXV Tras el joven una turba De enfurecidos fenicios Corrió para destruirlo Para acabar con sus artificios
15. LXVI Pero prudentes magistrados Le dieron su protección En el templo del gran Heracles Escondiéndolo con fruición LXVII De un lado y el contrario Los preparativos continúan Y las ofrendas a los dioses Repletan el incensario LXVIII El enamorado de Homero Defendió a sus marinos Pues fue atacado de nuevo Por soldados azemilcos LXIX Diadès de Larisa, ingenia Con pericia nuevas armas Dirigía el terrible ataque Contra hombres, contra almas LXX En quince cóncavas naves Se embarcaron los tirios Como emisarios del hades Como acuáticos lirios
16. LXXI Ataquen pues los honderos Agredan animosos arqueros A los que mueven la tierra ¡Detenedlos con la guerra! ¡Mortíferos dardos certeros! LXXII Aliactes presto al aviso Del ataque del navegante Acusa pronto el ataque Avisa pronto a Alejandro Para iniciar el combate LXXIII El bélico cuerno anuncio En respuesta un ataque En manos de los mancebos Luengas lanzas urgió LXXIV Prestos embarcan las armas Son precisos en respuesta Tres corvadas son las naves Que se posan en el mar Cruzan el mar las nefastas ¡A los tirios! ¡A retar! Para iniciarse la gesta LXXV Ocho mancebos en línea De fondo treinta titanes Despliegue de la falange Que sube presto a los mares
17. LXXVI Magno dueño del mundo Encabeza el contraataque Llameantes naves embate Con las flechas furibundo LXXVII La ligera flecha de Ecnibal Bravo guerrero de Cartago Rozo la rubia melena Del divino Alejandro LXXVIII Preciso fue el auxilio De la criselefantina Minerva Al desviar la saeta Del magnífico fenicio LXXIX Seis trialadas naves Al final del contingente Encontraron su final En mordaz lluvia ingente LXXX De bronce de saetas De fuego de balistas Sin protección del tridente
18. LXXXI Vio las naves a pique A la costa de fenicia Prefirió por su pericia Anclar las suyas al dique LXXXII Esforzada obra es destruida Por la furia de Neptuno Cerca del dique contempla La acción del rey del mundo LXXXIII Marte dios de la guerra Ha incitado a seguir Continuando con la tierra El dique a construir LXXXIV Ha nacido una península De dos plectros de largo Orgulloso ingeniero reporta Terminado el encargo LXXXV Entrambos ejércitos concurren A el término del camino ¿Cómo vencer al destino? Varios sabios ya discurren
19. LXXXVI Neptuno y Marte instigaron Al encuentro de mortales Que Apolo y Amón congregaron Y causaron tantos males LXXXVII Solícitos los artesanos Trabajan en los ingenios Que del hierro ellos son dueños Y las forjan con sus manos LXXXVIII Torres y almenas conducen Tirios y alejandrinos Que en diáfano mar ya producen Muy intrincados caminos LXXXIX Neptuno ha obsequiado Una especie de rezón A contumaces isleños Que querellan con tesón LXXXX Atando anclillas a las cuerdas Tiraban de los alejandrinos Quitando las armas lerdas ¡Apartándolas del camino!
20. LXXXXI Al perder los escudos muy forzados Los titanes perecían Sin embargo concurrían A la liza muy osados LXXXXII Si mantenían con esfuerzo las rodelas Resistiendo el ataque ¡Morían precipitados! Manteniéndolos en jaque Defendiendo las almenas LXXXXIII En las cucharas argentes Que con arena llenaban Con cantidades ingentes En broncíneas moradas LXXXXIV Hiriendo alejandrinos Complacidos los de Tiro Entre aquellos los de Biblos Entre estos Azemilco LXXXXV La tremolante tierra Gime al caer los macedonios El gran rey ordena ataques Y los guerreros arremeten triunfantes Con saetas de querella
21. LXXXXVI Se calienta en los escudos Alma tierra ¡Al ataque! Los del magno con coraje Los de Azemilco muy rudos LXXXXVII Piedras, venablos y llamas En el muro catapultas En alguna parte grandes flamas Alejandro ¡¿Por qué indultas?! LXXXXVIII Del Magno Aquiles otrora bravo Los soldados se amedrentan Las cuerdas se revientan Haciendo los arietes de lado LXXXXIX Se retiran los marciales Persuadidos por el nocte Escanciando el vino nepente Dudando ser inmortales C Alejandro al ataque Largas filas ya hendiendo Esa roca aun late ¿Roca? ¡Corazón pétreo!
22. CI Comandando el despliegue De fuerzas de avanzada En la liza el refriegue Con la espada, con la adarga CII Las balistas que te ofenden Hijo de olímpicos señores Entre llamas se retuercen Del Gehena traen dolores CIII Heterasto de Grecia Convoca a la liza Con el cuerno y la sarisa En la mágica pelea CIV Puntas mordientes De flechas luengas Maderos en arcos Liberados, invidentes CV Y tan ciega es la cólera De las huestes combatientes Que acribilla inocentes Los solípedos en guerra
23. CVI Plutón recorre los campos De panorama portentoso Y en el gélido reposo De su reino los acoge CVII A los héroes y cobardes Ouragoi y a los tetrarcas A los guías y heraldos Por colérica balista Se enfilan al infierno Los poetas de la liza CVIII Con sus círculos de mármol Ya desvían las saetas Ya detienen los embates De guerreros y ouragoi CIX Que de bueno en la historia Que figura de las musas Quien sabe ¿Escriben confusas? ¡¿De que lado hay victoria?! CX De titánicos valientes Como anónima descansa Su bravura en las plazas Sus maléficos tridentes
24. CXI Las murallas se protegen Tras vestimentas de algas Como murallas se yerguen Como corazas de plata CXII ¡Oh! Magníficos navegantes Con provisión de materiales Con los hombres con las armas Consentidos de la gloria CXIII ¡Fuertes! ¡Confiados! ¡Alegres! No descuiden la gran plaza En confianza que los ciega Mejor esperen noticias Del magnífico estratega Del estratega, del Aquiles mega CXIV El estratega al omega ¡De la mente! ¡Del valor! Confinado en este mundo Del cual ahora es motor CXV Ni en el asedio de Motie Los ejércitos se esforzaron Como con este maestro ¡Gran discípulo de Marte!
25. CXVI A la voz de Filotas De Parmenio y del resto Consigue acallar presto El comandante funesto CXVII Decidido por Egipto Alejandro titubea Pero con ejércitos pelea ¡Que al magno vitorean! CXVIII Amintas de Andromene opina Con atinado talante Sobre la feliz decisión Del homérico amante CXIX Calafatean los trirremes Con la brea bien fundida Reparando las corazas Evitando nave hundida CXX Soslayando amenazas Prevenidos de la baya Del arsenal no muy fuerte Aplicando el ariete Contra la débil muralla
26. CXXI En dos fronteras asediado El baluarte de Neptuno La gran catapulta y arco oportuno Ha unido al de su aliado CXXII Rocas, lanzas y tridentes Todas armas en ambos frentes Los metales, minerales emolientes Zahieren combatientes CXXIII Los trirremes en batalla Con las torres en almenas Soldados de broncíneas grebas Bordeando la muralla CXXIV El semidiós encara al enemigo Con la mordacidad de su espada Castigando con su lanza Sin contar con el peligro CXXV El ariete al muro ha vencido ¡Gran temor entre los tirios! El artificio ha causado ¡Los de la isla no están vencidos!
27. CXXVI Abran paso al sintagma Que el tetrarca los dirige Vamos Azemilco ¡elige! O la tierra o tu alma CXXVII El tripolita ataca Con su larguísima pica No hay en la liza arma más rica Que su mortífera estaca CXXVIII Dentro tienden barricadas Tratando de retener la ciudad Por más que Tiro se esfuerza No consigue la unidad CXXIX Del rompeolas en las almenas Gran estrépito y confusión El cuerno anuncia al sintagma Reventar las argentes cadenas CXXX Un gigante de Baalbek Toma parte en la querella La vida de este la pica sella Para acallar su poder
28. CXXXI Mares de sangre y poder Hay diez miles en combate Siete miles han de perecer En el trágico embate CXXXII Hipaspistas y Pezhetairoi Acompañan a Alejandro Consolidándose en la muralla Regalándole el mando CXXXIII ¿Qué destino ha de escoger? Quien en Melkart halle resguardo Exiliado o como esclavo ¡No prefiera el Agenorium! Después de tanto intento… CXXXIIII El mar de gente se detiene Los de Tiro derrotados Neptuno a derrota se aviene Les espera ver expatriados CXXXV Alejandro usa dos mil cruces Imnissas, decusatas y patibuladas Unos mueren de pie, otros de bruces En altas cruces en el suelo hincadas
29. CXXXVI La otrora indestructible Es un bosque del averno Con árboles sangrientos Portentoso cuadro indecible CXXXVII No pelearon por la gloria En los tiempos por venir Su sueño, su victoria Es por siempre proscribir… CXXXVIII Proscribir la guerra del Mundo ¡Gran intento tremebundo! ¡Tomad pues la espada! ¡Y el camino proseguir!