Este documento rinde homenaje a las mujeres de la República Democrática del Congo que han sufrido tremendamente durante la guerra pero que aun así continúan trabajando incansablemente para alimentar a sus familias y proteger la vida a pesar de las grandes dificultades y humillaciones que enfrentan. Resalta su fortaleza, fe, capacidad de reír y de celebrar la vida a pesar de todo el sufrimiento.
1. Este texto ha sido escrito por una religiosa Misionera de María (M isioneras J averianas ), Teresina Caffi, que desde hace años trabaja en la región del Kivu, (R epública D emocrática del C ongo ), particularmente con esas mujeres que, durante la guerra, han padecido estupros y violencias sexuales.
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3. La pobre mujer estaba hospitalizada por las heridas que le había provocado su marido. Le extirparon con éxito el bazo. «¿Lograrás perdonarle?» -le preguntó Lucía. «Si no le perdono yo, ¿quién le perdonará?»
5. Quiero homenajear a las mujeres de África, a las mujeres de los Grandes Lagos que a las 6 de la mañana vuelven del río cargando un balde con tierra mojada para una casa en construcción. A pesar del peso que tienen en la cabeza son capaces de levantar los ojos para saludarte y sonreír. Y estamos tan solo al comienzo del día.
6. Después toman el camino de los campos lejos de la ciudad, descalzas, con la banasta y la azada sobre sus hombros. Y a menudo también llevan consigo al último crío que pondrán en el suelo bajo una sombra mientras ellas trabajarán bajo el sol.
7. Quiero homenajear a las mujeres que trabajan en los campos, espacio de libertad y de creatividad con el fin de que crezca y se multiplique la vida; a las mujeres que limpian la mandioca, llenan su cesta y vuelven alegres, desgranando kilómetros y kilómetros bajo el sol de mediodía.
8. Al llegar encienden el fuego, preparan la comida para todos; arropados por el perfume que inunda la era, todos esperan que les sirvan la comida. Y goza al ver que todos comen con alegría y apetito.
9. Y, por último, también ella se sentará a comer, a lo mejor en un rinconcito apartado.
10. Quiero homenajear a su inteligencia que busca cómo proteger la vida, a su desvelo para que no falte nada.
11. A las mujeres en el mercado, por fin sentadas, que venden lo que les ha quedado para conseguir unos pescados, un puñado de sal, algo de ropa para los hijos y ¿por qué no? algo bonito que les guste a ellas. Les basta poco para celebrarlo.
12. Quiero homenajear su belleza luminosa, ignorada, pero digna de una reina, que el cansancio pronto apaga.
13. A estas mujeres que tienen tiempo también para ir a clase donde aprenden a leer y a escribir, dándose así cuenta que también ellas son inteligentes.
14. También ellas gozarán cuando empiecen a leer en la escuela, a leer el libro de los cantos, a leer las lecturas de la Misa.
15. Quiero homenajear a estas mujeres, reinas en cada maternidad, que saben llamar “ Désiré ” (Deseado) también al noveno hijo y que buscan la manera para poder tener embarazos deseados.
16. Quiero homenajear a las mamás muertas al dar la vida, con simplicidad, como una aventura de la que, desde siempre, conocían el riesgo.
17. Quiero homenajear a estas mujeres por las humillaciones escondidas, las traiciones sufridas, las esperanzas frustradas…
18. Por las veces que alguien les ha dicho que son seres inferiores, siervas, incapaces; por todas las decisiones asumidas sin ser interpeladas.
19. Sobre todo a ellas quiero homenajear ya que durante los largos años de guerra han cargado con la responsabilidad casi imposible de alimentar a la familia;
20. al coraje por sus reuniones clandestinas en la ciudad que no miran a soluciones políticas alternativas sino a salvar a los hijos y a los maridos de un alistamiento forzoso y para protestar por la falta de comida.
21. A ellas que, a pecho descubierto, han marchado para manifestar la inutilidad de su procrear frente a continuas masacres. A ellas que se vistieron de luto, …
22. … a ellas que han hecho huelga en sus actividades, que venden su mercancía en sus casas para no tener que pagar, como en el mercado, el “impuesto para la guerra”, una guerra contra su pueblo.
23. Beso sus pies que caminan kilómetros y kilómetros para poder encontrar, donde sea, algo más barato para comer y que aceptan la humillación de pasar la frontera para comprar, tasado, algún producto de su país, con tal de que sus hijos puedan alimentarse.
24. Beso sus manos llenas de callos que conocen el trabajo desde pequeñas y que saben compartir con la vecina la nada que tienen.
25. Quiero homenajear su regazo ofendido por una guerra que mata el futuro de un pueblo; a las mujeres conscientemente infectadas por el SIDA como técnica de guerra; a las muchachas humilladas de la misma manera mientras van por agua o van al campo. A estas mujeres utilizadas y humilladas. A las que han preferido morir atrozmente con tal de no ser violadas.
26. A ellas que saben danzar, a pesar de todo, en el día del nacimiento del hijo de la vecina o en los encuentros litúrgicos, últimos espacios de libertad que les queda.
28. Quiero rendir homenaje a su fe en el Dios de todos los días que lucha a su lado y a través de ellas para proteger la vida, pequeña armada débil y enorme contra los ejércitos de la muerte.
29. Quiero rendir homenaje a Aquel que las ha inventado, para proclamar hoy que la vida se gana, se defiende y se protege con la vida. A esta Eucaristía continuamente celebrada por ellas en el cansancio de una vida entregada. Sus historias ¿quién las contará?
30. En cualquier lugar hay un libro escrito que conoce cada paso que han dado. No son todas santas. Pero todas conocen que el amor es agobio, que el amor hace sufrir.
31. Murcia, 8 de marzo de 2011 En cualquier lugar hay un libro escrito que conoce cada paso que han dado. No son todas santas. Pero todas conocen que el amor es agobio, que el amor hace sufrir.