Último capítulo pautado, a partir de aquí vais por libre. Os recomiendo escribir un par de capítulos más (enemigo y final) pero tenéis en vuestras manos el lápiz del poder.
3. El hambre se acabó cuando conoció a Bonzo, del que no se separaría
hasta su trágico final.
Bonzo era un niño grande, corpulento, parecía un par de años mayor
que Jeremy aunque, como el resto de niños y niñas que vivía allí, no
sabía con seguridad cuándo había nacido. Su pelo era negro y
abundante y sus ojos ámbar te miraban con intensidad.
Un día que Jeremy estaba cazando cucarachas en el patio, le
sorprendió una voz a sus espaldas:
-Hola enclenque. Te recomiendo las negras. Aunque son más
pequeñas, saben mejor.
Jeremy miró a Bonzo temeroso y no contestó. Hasta ese momento,
siempre que otro niño se había acercado a él era para pegarle,
quitarle la comida o simplemente reírse de él.
-Vamos, ¿te has comido tu propia lengua? Si tienes hambre de
verdad, sígueme.
4. Jeremy fue tras Bonzo Al principio lo seguía de lejos pero poco a poco
se fue acercando a él al ver que no le hacía ningún daño. En un sucio
rincón del patio que antiguamente sirvió de letrina, Bonzo apartó
unos matorrales, retiró unas piedras y sacó un atadillo de sábanas
viejas. Al abrirlo, Jeremy pudo ver varios chuscos de pan y unas
piezas pasadas de fruta.
-Lady Ruthless no es tan lista enclenque –le dijo Bonzo guiñándole un
ojo y enseñándole una llave…. La llave de la despensa.