antivenezolana, The Caribbean Petroleum Company, doctor Valladares, el 14 de julio de 1910, La danza de concesiones , Compañía Nacional “Petrolia, The Venezuela Development Company LTD, “petróleo ligero” ,
1. La danza de concesiones
Después del fracasado intento de la Compañía Nacional “Petrolia” y del tormentoso proceso de la explotación del asfalto,
fue en 1909 cuando el Gobierno venezolano otorga el primer contrato sobre hidrocarburos a una compañía extranjera.
En diciembre de 1909 suscribió el Ejecutivo con John Allen Tregelles, quien actuaba en representación de The Venezuela
Development Company LTD., un contrato para la exploración de la enorme área de territorio cubierta por los Estados
Táchira, Trujillo, Mérida, Zulia; Lara; Falcón, Carabobo, Yaracuy; Anzoátegui, sucre, Monagas, Nueva Esparta y Delta
del Orinoco. Se hacía excepción de las siguientes porciones territoriales: la península de Paria, el municipio Pedernales e
islas adyacentes del territorio Delta Amacuro y el distrito Benítez, del Estado Sucre. Bajo las más liberales condiciones
para el concesionario fue suscrito ese contrato. Se fijaban como impuestos un bolívar por hectárea de terreno ocupado,
5% de royalty o regalía, sobre el producto explotado y el 50% de los derechos de importación pagados para entonces por
el “Kerosene”, en cuanto a los productos refinados. Se fijaban en 30 años el plazo de duración del contrato y se
comprometía el concesionario a hacer un depósito en el Banco de Venezuela de 120 mil bolívares en bonos de la deuda
pública nacional, como garantica de los precarios compromisos por aquel adquiridos.
2. Esta primera compañía buscadora de “petróleo ligero” no tuvo éxito. En el curso de los cuatro años subsiguientes a
su establecimiento en Venezuela denuncio varios yacimientos en los Estados en donde operaba. Pero no llego a
perforar ningún pozo, y el Ministro de Fomento declaro fenecido el contrato, por incumplimiento de la compañía
concesionaria.
Mientras tanto, y en el curso de la primera década del 900, otorgo el Ejecutivo numerosas concesiones a
particulares ligados íntimamente al régimen gobernante. Se trata de contratos que perviven en nuestros días. Todos
corresponden al año de 1907. El 28 de febrero de ese año, Andrés Jorge Vigas contrató la explotación de los
yacimientos de petróleo en el Distrito Colon, del Estado Zulia. El 28 de febrero lo hizo Antonio Aranguren – el
mismo personaje que estuvo en prisión durante los años 1950-53, por presunta complicidad en el asesinato de
Delgado Chalbaud – con los de los Distritos Maracaibo y Bolívar, del mismo Estado. Los Distritos Zamora y
Acosta, del Estado Falcón, y Silva, del Estado Lara, fueron “concedidos” a Francisco Jiménez Arriaz, el 3 de julio.
Y el 22 de julio siguiente, los del Distrito Buchivacoa del Estado Falcón fueron otorgados a Bernabé Planas.
3. Estas concesiones obtenidas por ciudadanos venezolanos pasaron años después, a manos de empresas
extranjeras. En el interregno entre esos otorgamientos y su transferencia, una compañía norteamericana
ubicaba en ojo experto las tierras pobre las cuales iba a descargar un magnifico zarpazo. Se trata de la
Bermudez Company, filial fundada por la General Adhalt para lanzarla a la caza de concesiones.
La Bermudez Company no ignoraba el ambiente de hostilidad que la rodeaba.
La opinión publica era adversa, porque la administración Castro le había dado intensa publicidad a los
delictuosos manejos de su hermana melliza: la New York and Bermudez Company. Entonces acudió a
un expediente para obtener concesiones al margen de incomodas fricciones: utilizo como presta-nombre
al doctor Rafael Valladares.
4. Suscribió el doctor Valladares, el 14 de julio de 1910, un contrato con el Ejecutivo, por el cual adquirió el derecho a
explorar y a explotar las mismas zonas que en el contrato Tregelles se había reservado el Estado, o sea, las de la
Península de Paria, el Distrito Benitez del Estado Sucre y el Municipio Pedernales e islas adyacentes del Territorio Delta
Amacuro. Los impuestos a pagas eran los mismos del contrato de Tregelles, pero el plazo de duración de la concesión
fue aumentando a 47 años. Cuatro días después de suscrito ese contrato, el testaferro se lo cedió a la Bermudez
Company.
Dos años después – el 2 de enero de 1912 – Valladares suscribía un segundo contrato con el Ejecutivo Federal. El
concesionario adquirió el derecho de explotar y explorar el subsuelo de los Estados Sucre, Monagas, Anzoátegui, Nueva
Esparta, Trujillo, Mérida, Zulia, Lara, Falcón, Carabobo y Yaracuy. El área abarcaba por esa mostruosa concesión era de
27 millones de hectáreas (alrededor de 68 millones de acres). Las condiciones estipuladas fueron: un bolívar por
hectárea, como impuesto superficial; un royalty, o regalía de 2 bolívares por tonelada métrica de mineral bruto
producido; y el 50% de importación que pagaban los productos refinados. A los dos días de suscribirse el contrato, el
doctor Valladares lo cedió a otra filial de la General Asphalt, camuflada detrás de un rótulo de estreno: The Caribbean
Petroleum Company.
5. La concesión Valladares, caminando sobre los rieles bien aceitados del cohecho y la corrupción, fue otorgada con
celeridad de guerra-relámpago: diez días bastaron para que la solicitud deviniera contrato. De nada valieron las
objeciones que formulo el director de Minas, J.M. Espíndola, y el doctor Leopoldo Baptista, quien formaba parte del
llamado consejo Federal de Gobierno. La previsión de este último de que sería cedida a una empresa extranjera se
cumplió religiosamente, como ya se ha visto.
La concesión fue otorgada violándose expresas disposiciones legales. Bajo las normas de la Ley de Minas de
1910, vigentes para ese momento, la extensión máxima de lotes otorgables en exploración era de 800 hectáreas, y
aquella abarcaba 27 millones, dentro del perímetro de doce Estados de la Republica. Tierras de la nación y
particulares, baldíos y ejidos, todos lo explorable en el área de los doce Estados fue concedido en esa oportunidad, por
acto ejecutivo que supera a cuanto pudo ocurrírsele a la imaginación más disparatadas y antivenezolana.
6. El otorgamiento de esa concesión, que constituye uno de los más escandalosos atracos de la industria petrolera
internacional, levanto una encrespada ola de protestas. Y no precisamente de parte de los venezolanos, en ese
momento ignorantes de la riqueza que se malbarataba y ya bajo el puño de la que llegaría a ser la más implacable
dictadura sufrida hasta entonces por el país, sino de los competidores extranjeros de los beneficiarios, también
extranjeros, del fabuloso negocio.
Abrió la marcha en el desfile de los protestantes un ciudadano ingles, Erconswald Wolstan Hodge. El 16 de
febrero de 1917 dirigió una comunicación al Ministerio de Fomento, demandando la nulidad de las concesiones
de las concesiones traspasadas por Valladares a The Bermudez Company y a the Caribbean Petroleum Company
en el pedimento se afirmaba que esos contratos “eran inconstitucional y antijurídicos” y se pedía, modestamente,
la transferencia de una parte de ellos al celoso reivindicador del ordenamiento legal violado, el despacho
ejecutivo interpelado considero “improcedente la denuncia”.
7. Apunto más alto, años después, un ciudadano estadounidense, Harry W. Schumacher. Este denuncio ante la
corte Federal y de Casación la nulidad del contrato. El juicio se desenvolvió morosamente y solo en 1932,
cuatro años después de iniciado, en violación de expresas normas legales, se pronunció la Alta Corte. Su
sentencia eludió decir sobre el fondo del alegato y se limitó a negarle “cualidad he interés al acto” pero el
juicio sirvió para que las más reputadas autoridades del foro venezolano por aquellos días (los doctores Juan
José Mendoza, José Ramón Ayala, Celestino Farrera y otros) suscribieron dictámenes afirmando que esos
contratos eran “jurídicamente inexistentes”.
No termina aquí esa versión venezolana del escándalo norteamericano de Teapot Dome, que cubrió el
desprestigio la administración Harding. El contrato Valladares, mediante una liberal distribución de cheque
entre funcionarios venales, fue objeto en 1922 de una remoción por anticipo del plazo de su vigencia. Se
extendió ese plazo de duración hasta 1942.
8. Y es interesante demorar la atención sobre las tristemente famosas Concesiones Valladares,
como se ha hecho, porque en el desarrollo de posteriores etapas de la industria petrolera en
Venezuela van a aflorar de nuevo. Con ellas nos toparemos, más de una vez, en el curso de este
trabajo.