Weitere ähnliche Inhalte
Ähnlich wie notas Ellen de White 01/12/2012 (20)
Mehr von Misión Peruana del Norte (20)
notas Ellen de White 01/12/2012
- 1. IV Trimestre de 2012
Crecer en Cristo
Notas de Elena G. de White
Lección 9
1º de Diciembre de 2012
La iglesia:
Ritos y rituales
Sábado 24 de noviembre
No consideremos los ritos de la casa del Señor nada más que co-
mo una forma...
Él ha instituido este servicio para que nos llame la atención conti-
nuamente hacia el amor de Dios que se ha manifestado por noso-
tros... Este servicio no puede repetirse sin que un pensamiento se re-
lacione con otro. En esta forma, una cadena de pensamientos trae re-
cuerdos de bendiciones, de bondad y de favores recibidos de amigos
y de herma nos. El Espíritu Santo, con su poder vivificador presenta
la ingratitud y la falta de amor que han surgido de la odiosa raíz de
amargura. El Espíritu de Dios trabaja en las mentes humanas. Se re-
cuerdan los defectos de carácter, el descuido de los deberes y la in-
gratitud hacia Dios, y los pensamientos son puestos bajo la dirección
de Cristo (El evangelismo, pp. 202, 203).
Cristo hizo del bautismo la entrada a su reino espiritual. Ha he-
cho de esto una condición positiva con la cual deben cumplir todos
los que desean ser reconocidos como que están bajo la autoridad del
Recursos Escuela Sabática ©
- 2. Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los que reciben el rito del bautis-
mo, hacen por lo mismo una declaración pública de que han renun-
ciado al mundo y se han convertido en miembros de la familia real,
hijos del Rey celestial.
Los que hagan esto deberán considerar como secundarias todas
las cosas mundanales ante sus nuevas relaciones. Públicamente han
declarado que no vivirán más en el orgullo y la complacencia propia.
Cristo ordena a los que reciben este rito que recuerden que están
obligados por un solemne pacto a vivir para el Señor. Deben usar
para él todas las facultades que les han sido confiadas, estando
siempre conscientes de que llevan la señal de obediencia divina al
día de reposo del cuarto mandamiento, que son súbditos del reino
de Cristo, participantes de la naturaleza divina. Deben rendir todo
lo que tienen y todo lo que son a Dios, y emplear todos sus dones
para la gloria del nombre divino (Comentario bíblico adventista,
tomo 6, pp. 1074, 1075).
Domingo 25 de noviembre:
El nombre de los ritos sagrados
Al llegar a este rito, los hijos de Dios deben recordar las palabras
del Señor de vida y gloria: "¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me
llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien; porque lo soy. Pues si yo, el
Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
·debéis lavar los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he da-
do, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cier-
to, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol
es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados
seréis si las hiciereis". Hay en el hombre una disposición a estimarse
más que a su hermano, a trabajar para sí, a buscar el puesto más alto;
y con frecuencia esto produce malas sospechas y amargura de espíri-
tu. El rito que pre cede a la Cena del Señor, está destinado a aclarar
estos malentendidos, a sacar al hombre de su egoísmo, a bajarle de
sus zancos de exaltación propia y darle la humildad de corazón que
le inducirá a servir a su hermano (El Deseado de todas las gentes, p.
605).
Recursos Escuela Sabática ©
- 3. Cuando los creyentes se congregan para celebrar los ritos, están
presentes mensajeros invisibles para los ojos humanos. Puede ha-
ber un Judas en el grupo, y en tal caso hay allí mensajeros del prínci-
pe de las tinieblas, porque ellos acompañan a todos los que se niegan
a ser dirigidos por el Espíritu Santo. Los ángeles celestiales están
también presentes. Estos visitantes invisibles están presentes en toda
ocasión tal. Pueden entrar en el grupo personas que no son de todo
corazón siervos de la verdad y la santidad, pero que desean tomar
parte en el rito. No debe prohibírselas. Hay testigos que estuvieron
presentes cuando Jesús lavó los pies de los discípulos y de Judas.
Hay ojos más que humanos que contemplan la escena.
Por el Espíritu Santo, Cristo está allí para poner el sello a su pro-
pio rito. Está allí para convencer y enternecer el corazón. Ni una mi-
rada, ni un pensamiento de contrición escapa a su atención. Él
aguarda al arrepentido y contrito de corazón. Todas las cosas están
listas para la recepción de aquella alma. El que lavó los pies de Judas
anhela lavar de cada corazón la mancha del pecado.
Nadie debe excluirse de la comunión porque esté presente alguna
persona indigna. Cada discípulo está llamado a participar pública-
mente de ella y dar así testimonio de que acepta a Cristo como Sal-
vador personal. Es en estas ocasiones designadas por él mismo
cuando Cristo se encuentra con los suyos y los fortalece por su pre-
sencia. Corazones y manos indignos pueden administrar el rito; sin
embargo Cristo está allí para ministrar a sus hijos. Todos los que
vienen con su fe fija en él serán grandemente bendecidos. Todos los
que descuidan estos momentos de privilegio divino sufrirán una
pérdida. Acerca de ellos se puede decir con acierto: "No estáis lim-
pios todos".
Al participar con sus discípulos del pan y del vino, Cristo se com-
prometió como su Redentor. Les confió el nuevo pacto, por medio
del cual todos los que le reciben llegan a ser hijos de Dios, coherede-
ros con Cristo. Por este pacto, venía a ser suya toda bendición que el
cielo podía conceder para esta vida y la venidera. Este pacto había de
Recursos Escuela Sabática ©
- 4. ser ratificado por la sangre de Cristo. La administración del sacra-
mento había de recordar a los discípulos el sacrificio infinito hecho
por cada uno de ellos como parte del gran conjunto de la humanidad
caída (El Deseado de todas las gentes, pp. 612, 613).
Lunes 26 de noviembre:
El bautismo
Los candidatos para el bautismo necesitan una preparación más
cabal. Necesitan ser instruidos más fielmente de lo que generalmente
se los ha instruido. Los principios de la vida cristiana deben ser pre-
senta dos claramente a los recién venidos a la verdad. Nadie puede
depender de su profesión de fe como prueba de que tiene una rela-
ción salvadora con Cristo. No hemos de decir solamente: Yo creo,
sino practicar la verdad. Conformándonos a la voluntad de Dios en
nuestras palabras, nuestro comportamiento y carácter, es cómo pro-
bamos nuestra relación con él. Cuando quiera que uno renuncie al
pecado, que es la transgresión de la ley, su vida será puesta en con-
formidad con la ley, en perfecta obediencia. Esta es la obra del Espí-
ritu Santo (Joyas de los testimonios, tomo 2, pp. 389, 390).
Cuando nos sometemos al solemne rito del bautismo, damos tes-
timonio ante los ángeles y los hombres de que hemos sido purifica-
dos de nuestros antiguos pecados, y de que en adelante, habiendo
muerto para el mundo, buscaremos "las cosas de arriba" (Colosenses
3:1). No olvidemos nuestro voto bautismal. Ante la presencia de los
tres poderes más excelsos del cielo -el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo- hemos prometido hacer la voluntad de aquel que...declaró:
"Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:20). Cristo perdona a todo
pecador penitente, y cuando el perdonado, después del bautismo se
levanta del sepulcro ácueo, es declarado una nueva criatura, cuya
vida está oculta con Cristo en Dios. Recordemos siempre que es
nuestro elevado privilegio ser purificados de nuestros antiguos pe-
cados.
Cuando el cristiano toma su voto bautismal, se le promete la ayu-
da divina. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están listos para obrar
Recursos Escuela Sabática ©
- 5. en beneficio suyo. Dios pone a sus órdenes los recursos del cielo, pa-
ra que sea un vencedor. Su propio poder es pequeño, pero Dios es
omnipotente, y Dios es su ayudador. Diariamente debe dar a conocer
sus necesidades al trono de la gracia. Puede ser más que vencedor
mediante la fe y la confianza, apropiándose de los recursos provistos
para él (Nuestra elevada vocación, p. 159).
El bautismo puede repetirse vez tras vez, pero no tiene poder in-
herente para cambiar el corazón humano. El corazón debe estar uni-
do con el corazón de Cristo, la voluntad debe estar sumergida en su
voluntad. La mente debe llegar a ser una con su mente, los pensa-
mientos deben sujetarse a él. Un hombre puede bautizarse y su
nombre ser escrito en los registros de la iglesia, pero con todo, puede
ser que el corazón no haya cambiado. Las tendencias heredadas y
cultivadas pueden estar todavía obrando mal en el carácter.
El hombre regenerado tiene una unión vital con Cristo. Como el
pámpano obtiene su sustento del tronco paterno y por esto puede
lleva r mucho fruto, de la misma manera el verdadero creyente está
unido con Cristo y revela en su vida los frutos del Espíritu (Alza tus
ojos, p. 180).
Martes 27 de noviembre:
La ordenanza de la humildad
El rito del lavamiento de los pies es un rito de servicio. Esta es la
lección que el Señor quiere que todos aprendan y practiquen. Cuan-
do este rito se celebra debidamente, los hijos de Dios participan de
una santa relación mutua que es ayuda y bendición para ellos.
Para que los suyos no se extravíen por el egoísmo que está en el
corazón natural y que se fortalece cuando se busca el bien propio,
Cristo mismo nos dio un ejemplo de humildad. No dejaría este gran
asunto en manos del hombre. Lo consideró de tanta importancia,
que él mismo, Aquel que era igual a Dios, lavó los pies de sus discí-
pulos [se cita Juan 13:13-17].
Recursos Escuela Sabática ©
- 6. Esta ceremonia significa mucho para nosotros. Dios quiere que
entendamos toda la escena, y no solo el acto aislado de la limpieza
externa. Esta lección no se refiere únicamente a un acto. Debe revelar
la gran verdad de que Cristo es un ejemplo de lo que, por su gracia,
debemos ser en nuestra relación mutua. Muestra que la vida entera
debiera ser un ministerio humilde y fiel… El rito del lavamiento de
los pies ilustra basta el máximo la necesidad de la verdadera humil
dad. Mientras los discípulos luchaban por el lugar más elevado en el
reino prometido, Cristo se ciñó y cumplió con el oficio de un siervo
lavando los pies de aquellos que lo llamaban Señor. Él, el puro e in-
maculado Cordero de Dios, se presentaba como una ofrenda por el
pecado; y mientras comía la pascua con sus discípulos, puso fin a los
sacrificios que se habían ofrecido durante cuatro mil años. En lugar
de la fiesta nacional que el pueblo judío había observado, por medio
de la ceremonia del lavamiento de los pies y la cena sacramental ins-
tituyó un servicio conmemorativo que debe ser observado por sus
seguidores en todos los tiempos y en todos los países. Deben repetir
siempre el acto de Cristo para que todos puedan ver que el verdade-
ro servicio exigió un ministerio abnegado (Comentario bíblico ad-
ventista, tomo 5, pp. lll2, 1113).
Al celebrar Jesús este rito con sus discípulos, la convicción se
apoderó de todos, menos de Judas. Así también nos poseerá la con-
vicción mientras Cristo hable a nuestros corazones. Las fuentes del
alma serán depuradas. La mente será vigorizada y, surgiendo a la ac-
tividad y la vida, quebrantará toda barrera que haya causado
desunión y descarrío. Los pecados que han sido cometidos aparece-
rán con mayor distinción que nunca antes; pues el Espíritu Santo los
traerá a nuestro recuerdo.
Las palabras de Cristo: "Si sabéis estas cosas, bienaventurados se-
réis, si las hiciereis", se verán revestidas de nuevo poder (El evange-
lismo, p. 203).
Recursos Escuela Sabática ©
- 7. Miércoles 28 de noviembre:
La Cena del Señor
Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y
sus dos grandes fiestas respectivas. Él, el Cordero inmaculado de
Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así aca-
baría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil
años había anunciado su muerte. Mientras comía la Pascua con sus
discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su
gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para
siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por
sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos (El
Deseado de todas las gentes, p. 608).
Los ritos del bautismo y de la Cena del Señor son dos columnas
monumentales, una fuera de la iglesia y la otra dentro ella. Sobre es-
tos ritos, Cristo ha inscrito el nombre del verdadero Dios (Joyas de
los testimonios, tomo 2, p. 389).
En esta última acción de Cristo en la que compartió con sus discí-
pulos el pan y el vino, se dio en prenda a ellos como su Redentor
mediante un nuevo pacto, en el que estaba escrito y sellado que so-
bre todos los que reciben a Cristo por la fe se derramarán todas las
bendiciones que el cielo pueda proporcionar, tanto en esta vida co-
mo en la vida inmortal futura.
Este pacto debería ser ratificado, por la propia sangre de Cristo.
Las ofrendas y los sacrificios de la antigüedad habían mantenido
constante mente este hecho en la memoria del pueblo escogido.
Cristo estableció que su cena se conmemorara con frecuencia para
hacemos recordar su sacrificio, en el que dio su vida por la redención
de los pecados de todos los que creyesen en él y lo recibiesen. Este ri-
to no debe excluir a nadie, aunque algunos piensen lo contrario. To-
dos pueden participar en él, y decir públicamente: "Acepto a Cristo
como mi Salvador personal. Él dio su vida por mí para que yo fuese
rescatado de la muerte" (El evangelismo, p. 204).
Recursos Escuela Sabática ©
- 8. La Pascua fue ordenada como conmemoración del libramiento de
Israel de la servidumbre egipcia. Dios había indicado que, año tras
año, cuando los hijos preguntasen el significado de este rito, se les
repitiese la historia. Así había de mantenerse fresca en la memoria de
todos aquella maravillosa liberación. El rito de la Cena del Señor fue
dado para conmemorar la gran liberación obrada como resultado de
la muerte de Cristo. Este rito ha de celebrarse hasta que él venga por
segunda vez con poder y gloria. Es el medio por el cual ha de man-
tenerse fresco en nuestra mente el recuerdo de su gran obra en fa-
vor nuestro (El Deseado de todas las gentes, p. 608).
Cuando los ritos son celebrados como el Señor lo ha ordenando,
hay mensajeros de parte del trono de Dios que están presentes y es-
cuchan las palabras de confesión y perdón. El Espíritu Santo des-
pierta las sensibilidades de quienes obedecen a Cristo y hace que sus
pensamientos se transformen en canales espirituales. Como les ocu-
rrió a los discípulos, ellos parecen pasar por el Getsemaní y presen-
ciar la agonía de aquel que cargó con los pecados del mundo y ser
testigos de la lucha por la cual e logró nuestra reconciliación con
Dios (Review and Herald, 4 de noviembre, 1902).
Jueves 29 de noviembre:
Esperando la Segunda Venida
Solo se obtiene la salvación aplicando continuamente al corazón la
sangre purificadora de Cristo. Por lo tanto la Cena del Señor no debe
observarse solo ocasionalmente una vez al año, sino con mayor fre-
cuencia que la pascua anual. Este solemne rito conmemora un even-
to mucho mayor que el de la liberación de los israelitas de Egipto.
El rito de la comunión señala la segunda venida de Cristo. Estaba
destinado a mantener esta esperanza vívida en la mente de los discí-
pulos... En su tribulación, hallaban consuelo en la esperanza del re-
greso de su Señor. Les era indeciblemente precioso el pensamiento:
"Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la
muerte del Señor anunciáis hasta que venga".
Recursos Escuela Sabática ©
- 9. Cristo instituyó este rito para que hablase a nuestro sentidos del
amor de Dios que se ha expresado en nuestro favor... Y nada menos
que la muerte de Cristo podía hacer eficaz para nosotros este amor...
Su sacrificio es el centro de nuestra esperanza (La fe por la cual vivo,
p. 304).
Estas son las cosas que nunca hemos de olvidar. El amor de Jesús,
con su poder constrictivo, ha de mantenerse fresco en nuestra me-
moria. Cristo instituyó este rito para que hablase a nuestros sentidos
del amor de Dios expresado en nuestro favor. No puede haber unión
entre nuestras almas y Dios excepto por Cristo. La unión y el amor
entre hermanos deben ser cimentados y hechos eternos por el amor
de Jesús. Y nada menos que la muerte de Cristo podía hacer eficaz
para nosotros este amor. Es únicamente por causa de su muerte por
lo que nosotros podemos considerar con gozo su segunda venida.
Su sacrificio es el centro de nuestra esperanza. En él debemos fijar
nuestra fe (El Deseado de todas las gentes, pp. 614, 615).
Material facilitado por RECURSOS ESCUELA SABATICA ©
http://ar.groups.yahoo.com/group/Comentarios_EscuelaSabatica
http://groups.google.com.ar/group/escuela-sabatica?hl=es
Suscríbase para recibir gratuitamente recursos para la Escuela Sabática
Recursos Escuela Sabática ©