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Medicina Universitaria 2007;9(35):85-90


Ética, filosofía e historia de la medicina

Una lección póstuma de Gonzalitos: la gloria y el infierno en la cirugía
de cataratas
Juan Luis González Treviño,* Carlos Jair García Guerrero,** Jorge E. Valdez García,** Luis Guillermo
Juárez Martínez*
                      ¡Qué pena tan profunda se sentía al contemplarlo por las calles, …al mirarlo con el báculo del ciego!
                                                                                       HERMENEGILDO DÁVILA GONZÁLEZ

RESUMEN

En este trabajo se analiza el caso oftalmológico del ilustre médico José Eleuterio González, un paciente muy especial para la comunidad
de Monterrey, Nuevo León, México, y aborda la problemática que sufrió cuando las cataratas invadieron sus dos ojos, casi de manera
simultánea, a los 63 años, padecimiento que fue tan malo y bueno que lo situó en el infierno y la gloria terapéuticos.
Palabras clave: José Eleuterio González, cataratas, terapéutica, ceguera temporal.

ABSTRACT

In this paper we analyze the ophthalmic case of the illustrious physician Dr. José Eleuterio Gonzálea, a very special patient for the com-
munity of Monterrey, Mexico. It relates the problems he suffered when cataracts invaded his eyes, almost simultaneously, at the age of 63.
This disease was something good and something bad that situated him in therapeutic heaven and hell.
Key words: José Eleuterio González, cataracts, therapeutics, temporal blindness.




E
          n el mundo, las cataratas afectan a 25 millo-                para la comunidad regiomontana, aunque el maestro
          nes de personas; en México, las padecen de                   Gonzalitos no fuera regiomontano de nacimiento.
          100 mil a 200 mil personas al año.1 El estado                    En este trabajo se aborda la problemática que sufrió
          de Nuevo León tuvo un desarrollo distinto                    el ilustre Gonzalitos cuando las cataratas invadieron sus
al del centro del país, por lo que sus estadísticas sa-                dos ojos, casi de manera simultánea, a la edad de 63
nitarias no son equiparables con las del resto de los                  años, y este padecimiento fue tan malo y tan bueno que
estados. Algunos estudios reportan que en Nuevo                        lo situó en un infierno o en una gloria terapéuticos.
León las cataratas tienen una prevalencia de 32%.2 Así,
al analizar el caso oftalmológico del ilustre médico José              José Eleuterio González Gonzalitos
Eleuterio González, fundador del Hospital Civil y la
Escuela de Medicina de Monterrey, forjador del cono-                   Su vida antes de quedar ciego
cimiento en esta ciudad, es preciso detener el abordaje                Un 20 de febrero de 1813, nació José María Raymundo
para recordar que se trata de un paciente muy especial                 Eleuterio González Mendoza, en la ciudad de Guada-
                                                                       lajara, Jalisco. Se trataba del hijo del capitán Matías
                                                                       González y de Josefa Mendoza de González, ambos
*    Instituto Mexicano del Seguro Social.
**   Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monte-          españoles que veían en su nuevo retoño una esperanza
     rrey.                                                             de felicidad para su familia (figura 1).
Correspondencia: Dr. Juan Luis González Treviño. Centro Médico
                                                                          El pequeño José Eleuterio quedó huérfano de padre
Monterrey 313, Hidalgo poniente núm. 2480, colonia Obispado,           a temprana edad, por las luchas de la Independencia
CP 64060, Monterrey, Nuevo León, México. Tel.: 01(81)8151-8473,        de México. Su tío, el licenciado Rafael Mendoza, le
8151-8400, ext. 172.
E-mail: drjuanluisgonzalez@prodigy.net.mx                              brindó educación. Cuando José Eleuterio cumplió
Recibido: febrero, 2007. Aceptado: marzo, 2007.                        13 años, ingresó al Seminario Menor de Guadalajara,
La versión completa de este artículo también está disponible en        donde aprendió filosofía, retórica, teología, aritmética
internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx                          y literatura. Después del Seminario Menor, en 1828,


Volumen 9, Núm. 35, abril-junio, 2007                                                                                                 85
González Treviño JL y col.




                                                                     primero de noviembre de 1833 y firmada por don Pa-
                                                                     blo de Cuadriello, el pasante González y su paciente
                                                                     llegaron a Monterrey el 12 de noviembre de 1833.
                                                                     Fueron recibidos en el Convento de San Francisco,
                                                                     ahora derrumbado. El obispo Belaunzarán, admirado
                                                                     por el noble gesto humanitario del novel médico de
                                                                     20 años de edad y como compensación a sus buenos
                                                                     servicios profesionales, le nombró practicante primero
                                                                     en el Hospital de Nuestra Señora del Rosario, único en
                                                                     Monterrey, con fecha primero de mayo de 1834.3
                                                                         El Hospital del Rosario era sostenido por el obispo
                                                                     Belaunzarán, quien sintió gran aprecio por González
                                                                     debido a los servicios prestados al fraile Jiménez. Por
                                                                     esas fechas el director del hospital, un boticario de
                                                                     apellido Zendejas, decidió marcharse a la ciudad de
                                                                     León y el pasante González fue nombrado director
                                                                     interino. Demostrando una profunda vocación por la
                                                                     docencia, este visionario nuevo director interino abrió
                                                                     la cátedra de farmacia y botica, con el fin de hacer
                                                                     frente a la necesidad de estos profesionistas para la
Figura 1. Retrato al óleo de José Eleuterio González, hecho por el
                                                                     incipiente metrópoli de Monterrey. Comenzó con sólo
maestro Pablo Valero Herrera en 1975 (detalle).
                                                                     cuatro alumnos que graduaría años más tarde por su
decidió ingresar a la Escuela de Medicina de la Univer-              propia autoridad y sin el aval de ninguna institución
sidad de Guadalajara, una de las más antiguas del país.              académica, pues todavía no existían. El tener bajo su
Inició su apostolado de prácticas como ayudante de su                responsabilidad un hospital a una edad tan temprana
maestro en el Hospital San Juan de Dios, administrado                y sin título de medicina lo obligó a prepararse de una
por los monjes juaninos, una orden religiosa dedicada                manera casi autodidacta. Años más tarde, solicitó su
a servir a los enfermos. Ahí conoció y trató a muchos                título ante la Junta de Sanidad Municipal, integrada
pacientes, en especial al regiomontano fray Gabriel                  por los doctores Esteban Tamez, Carlos Ayala Mier
María Jiménez, quien llegó enfermo de tuberculosis y                 y Francisco Arjona, quienes acordaron otorgarle una
se convirtió en amigo e imagen masculina protectora                  licencia para ejercer la medicina, fechada el día 8 de
del joven José Eleuterio.                                            marzo de 1842. Este hecho le permitió dos cosas: tener
   En un viaje recomendado por su estado de salud,                   la confianza para continuar en su cargo de director del
fray Gabriel invitó al joven José Eleuterio a acompa-                Hospital del Rosario e iniciar la enseñanza médica por
ñarle, y éste aceptó, incentivado por un sueldo y una                medio de un curso que estableció tomando como ejem-
sensación del deber en gratitud a ese hombre. Así,                   plo los textos y el programa de estudios de la Escuela
paciente y pasante arribaron a San Luis Potosí un 7                  Nacional de Medicina. Así comenzó la enseñanza de
de octubre de 1830, para de inmediato ingresar a un                  la medicina en el Noreste de México, siendo el doctor
hospital religioso, en donde el ahora practicante José               Blas María Diez el primer médico graduado en Nue-
Eleuterio colaboró como médico segundo de los doc-                   vo León. A sus 33 años, el ahora médico González
tores Pascual Aranda y Pablo Cuadriello. Luego de                    contrajo nupcias con la señorita Carmen Arredondo,
tres años de prácticas en dicho nosocomio, González                  el 6 de enero de 1836. Seis años después la pareja se
fue requerido por su paciente fray Gabriel para un                   separó sin procrear hijos, por el adulterio de la dama
nuevo viaje, el último, a su natal Monterrey, para pasar             con otro militar: Mariano Arista, a la postre presidente
con su madre los últimos días. Con una constancia                    de la República. Diversos relatos, más literarios que
de prácticas medicoquirúrgicas en mano, fechada el                   históricos, como el de Álvaro Gómez Leal, hablan


86                                                                                     Medicina Universitaria   ISSN 1665-5796
Una lección póstuma de Gonzalitos: la gloria y el infierno en la cirugía de cataratas




de un reencuentro de la pareja cuando Gonzalitos ya            con la profunda carga que le representaba padecer la
estaba ciego.4                                                 ceguera, pues era un adicto a la lectura, al grado de
   Su visión, su desempeño profesional, pero sobre             que algunos investigadores proponen que el exceso
todo su altruismo, le dieron el reconocimiento público         de lectura pudo ser la causa de sus cataratas (se dice
de la comunidad regiomontana, que lo llamaban cari-            que leía caminando).7 Ante esto, nuevamente Dávila
ñosamente “doctor Gonzalitos”. En 1851, el gobierno            apunta: “Era para él un alimento la lectura… ¿Qué no
del estado lo nombró vicepresidente del Consejo de             sufriría, al no poder proporcionar, cuando quisiera,
Salubridad de Nuevo León. El año de 1853 abrió un              ese pan a su infatigable espíritu?”8
curso de obstetricia y comenzó a enfocar sus esfuerzos            Sus discípulos de la escuela de medicina se dispu-
en abrir la primera universidad pública en la región,          taban el honor de leer las obras que él quisiera, por lo
lo que consiguió el año de 1859 con la apertura del            que, aun en la oscuridad, el cariño sincero y el respeto
Colegio Civil de Nuevo León, en donde se impartía              de sus alumnos lo iluminaban, tal y como él lo había
un bachillerato y las carreras de medicina y jurispru-         enseñado en sus Lecciones orales sobre moral médica,
dencia.5 Su personalidad era bien conocida por sus             donde analizaba aforismos hipocráticos como aquel
alumnos y pacientes: siempre estaba de buen humor              que dice: “daré a mi maestro de medicina en el mismo
y era bondadoso, al grado de siempre estar al servicio         lugar que a mis padres, partiré con él mis haberes, y si
de aquel que le solicitara.6                                   necesario fuere, yo proveeré sus necesidades”.9
                                                                  A sus 68 años y ciego, Gonzalitos era un poco obeso,
José Eleuterio González y sus cataratas                        de piel color morena aperlada, cara redonda, cabello
En sus sesentas, Gonzalitos empezó a experimentar              entrecano y ojos negros; sus párpados un poco caídos,
problemas de visión a causa de la aparición de catara-         boca grande y labio inferior prominente, pómulos
tas. Los documentos biográficos y las cartas que se han         salientes y barba redonda. Vestía un saco de algodón,
conservado sobre el benemérito informan que su ce-             corbata ancha, sombrero de ala y botines de gamuza
guera empezó en septiembre de 1876, particularmente            (figura 2).10 Ésta era la fisonomía de aquel que daba
en el ojo izquierdo. En una carta a Hermenegildo
Dávila, uno de sus biógrafos, escribe: “A los dos años,
la catarata de ese ojo estaba ya bien formada y comen-
zaba a formarse la del ojo derecho, la cual duró tres
años en madurarse bien, de modo que para septiembre
de 1881, ya estaba completamente ciego”.
    Su ceguera temporal fue todo un acontecimiento
local, de tal suerte que la comunidad regiomontana
lamentaba verlo por la calle andar con su bastón,
o del brazo de alguno de sus discípulos. Algunos
narradores, como Anteo,7 afirman que la vista del
benemérito era algo parecido al patrimonio de la
ciudad. Mas su voluntad no cesó: sus cátedras de
medicina, sus consultas y sus actividades públicas
seguían siendo constantes y aún más profundas y
concurridas. Como lo apunta Dávila, en su biografía
del maestro: “su biblioteca siguió siendo, como hacía
40 años, el consultorio de todos”.8 Se sabe que dos
personajes se encargaron del cuidado y auxilio de
Gonzalitos, e incluso vivieron con él en sus días negros:
se trata del Dr. Juan de Dios Treviño y el licenciado
                                                               Figura 2. Retrato de José Eleuterio González, con su ojo izquierdo
Hermenegildo Dávila González. Ambos le auxiliaron
                                                               cerrado por la ceguera.


Volumen 9, Núm. 35, abril-junio, 2007                                                                                         87
González Treviño JL y col.




consulta con los ojos cerrados o con las pupilas ha-                estudió con Desmarres y Brown-Sequard en París;11
cia lo alto, oyendo a sus pacientes; luego, el doctor               además, es reconocido como el primero en utilizar en
Treviño u otro de sus discípulos le comunicaba la                   México el oftalmoscopio de Hermann von Helmoltz,
exploración de la enfermedad, para que él le diera la               inventado en 1851 (figura 4). La operación del ojo
receta.6,10 Animado por sus discípulos, amigos y de-                izquierdo del maestro Gonzalitos fue realizada el 7
más conocidos pudientes que lo apreciaban, decidió                  de abril de 1881, es decir, en una de las décadas más
someterse a la cirugía de cataratas, por lo que realizó             importantes para la bacteriología.
un viaje a la ciudad de México, con la esperanza de
recuperar la vista.

La catarata del ojo izquierdo
Como ya se mencionó, el ojo izquierdo se afectó pri-
mero, en septiembre de 1876, y una carta de Gonzalitos
expone que esa catarata maduró en dos años.8 Por
la edad de aparición y el tiempo de maduración, se
supone que se trata de una catarata subcapsular, pues
éstas aparecen con esas características en pacientes
seniles.
   La aventura en la ciudad de México comenzó cuan-
do el doctor Juan de Dios Treviño llevó al benemérito,
en marzo de 1881, con el doctor Manuel Carmona y
Valle (1832-1902) para que lo operara (figura 3). Este
personaje fue un destacado médico oftalmólogo que




                                                                    Figura 4. Oftalmoscopio de Hermann von Helmoltz, que fue in-
                                                                    troducido por primera vez en América Latina por el doctor Manuel
                                                                    Carmona y Valle.
                                                                       En esa intervención quirúrgica ocurrió una de las
                                                                    peores complicaciones posibles: el tejido se infectó
                                                                    (endoftalmitis) y el ojo se perdió. Un ojo perdido: un
                                                                    infierno postoperatorio. Esto sucedió en un lapso de
                                                                    tres semanas, pues se sabe que Gonzalitos regresó a
                                                                    Monterrey en mayo. Con respecto a su complicación,
                                                                    son muy pocos los datos que existen. Sin embargo, hay
                                                                    argumentos que sugieren que durante su operación,
                                                                    el benemérito no recibió una antisepsia eficaz; mas no
                                                                    por la época, en que no había antibióticos, sino por la
                                                                    inclinación terapéutica de su clínico tratante. Existen
                                                                    testimonios de que el médico Carmona y Valle, quien
                                                                    figuró como político, pues fue director de la Escuela
                                                                    Nacional de Medicina, aunque reconocía que la micro-
                                                                    biología era una ciencia muy útil para la medicina, no
Figura 3. Retrato del Dr. Manuel Carmona y Valle, oftalmólogo que   promovía el uso de los antimicrobianos que aparecían
intervino a Gonzalitos de la catarata en su ojo izquierdo.          a finales del siglo XIX.12 Así, en uno de sus discursos

88                                                                                       Medicina Universitaria    ISSN 1665-5796
Una lección póstuma de Gonzalitos: la gloria y el infierno en la cirugía de cataratas




afirmaba no entender por qué los mismos médicos                      El doctor Hermann Jacob Knapp (1832-1911) fue el
que defendían al método científico y afirmaban que                 primero de una dinastía de tres grandes oftalmólogos
nada podía admitirse que no estuviese probado por                en Estados Unidos. Al parecer, emigró en 1868 de
la experimentación, abandonaban los planes antiflo-               Alemania hacia América, en donde realizó numerosas
gístico y revulsivo sólo porque algunos autores los              contribuciones científicas (entre ellas, un reporte de
habían criticado sin ofrecer pruebas experimentales              trescientas operaciones de catarata por el método de
ni estadísticas confiables, y aceptaban, en cambio, que           von Graefe y una monografía sobre tumores oculares)
un fabricante de productos químicos anunciara que                y fundó la revista Archives of Ophthalmology y el New
una sustancia abatía la temperatura, y que sin realizar          York Ophthalmic and Aural Institute, ambos en Nueva
ninguna investigación la usaran.12                               York. Así, su nombre es recordado por ser un célebre
   Carmona afirmó: “...en el estado actual de la ciencia          pero modesto promotor de generaciones de oftal-
y con excepción de casos muy particulares, el método             mólogos. Incluso, en Nueva York existe el Hermann
antiséptico o más bien dicho microbicida, no puede               Knapp Memorial Hospital.14-16 Regresaron de Nueva York
servir como base de ningún tratamiento. Los que                  el 22 de noviembre de 1883 y a su paso por Nuevo
piensan de otra manera cometen errores graves, o                 Laredo, Lampazos, Bustamante y Villaldama fueron
cuando menos pierden su tiempo miserablemente”.12                aclamados por multitudes que celebraban la gloriosa
Éstas y otras afirmaciones sugieren que el médico                 recuperación del maestro. Se celebraron banquetes
Carmona y Valle no aplicó una antisepsia eficaz al                en su honor, se recitaron alocuciones por los niños de
benemérito Gonzalitos, e incluso, que al aparecer los            Monterrey y se pronunciaron discursos con motivo
signos iniciales de una infección postoperatoria, optó           de la llegada del querido Gonzalitos.8,17
por un tratamiento pasivo en vez de uno basado en
la bacteriología.
   Por su desafortunada operación, Gonzalitos regresó
un tanto apesadumbrado a Monterrey, y su pena fue
compartida por toda la comunidad regiomontana.
En la ciudad de México, sin embargo, existe un
monumento en mármol blanco en honor al maestro
Manuel Carmona y Valle, considerado el padre de la
oftalmología en México.13 Esta obra fue inaugurada
en 1909 por el ingeniero Genaro Alcorta; se encuentra
ubicada en el Jardín de las Artes Gráficas, en la colonia
Doctores.

La catarata del ojo derecho
A diferencia de la siniestra, la catarata diestra tardó tres
años en madurar. Se presume que también se trataba
de una catarata subcapsular. El doctor Juan de Dios
Treviño le sugirió al maestro Gonzalitos que visitaran a
un ilustre oftalmólogo alemán llamado Herman Jacob
Knapp, que radicaba en Nueva York (figura 5). Éste
aceptó gustoso intervenir al benemérito, y la operación
fue programada para el día 7 de octubre de 1883. En
sus cartas a Hermenegildo Dávila, el mismo maestro
confiesa: “…me hizo la operación este gran médico,
y puedo decir con toda verdad, que en el acto mismo
                                                                 Figura 5. El célebre médico Hermann Jacob Knapp, oftalmólogo
de sacarme la catarata recobré la vista”.8
                                                                 que operó a Gonzalitos de su catarata en el ojo derecho.


Volumen 9, Núm. 35, abril-junio, 2007                                                                                           89
González Treviño JL y col.




   El resto de su vida, cíclope, la dedicó a entregarse    nos enseñó el maestro y benemérito hace más de un
a sus más grandes proyectos: el Hospital Civil y la Es-    siglo, aún no es posible descartar.18,19
cuela de Medicina. Murió a los 75 años, el 4 de abril de
1888, a las once de la noche, después de haber ejercido    REFERENCIAS
la medicina cincuenta y cinco años. Fue sepultado en la
capilla del Hospital Civil que había fundado, a la hora    1.    Trigos-Micoló I, Gutiérrez-Soriano L, Guzmán y López-Figue-
                                                                 roa ME, Quintana-Pali L. Logros 2002-2003 del Programa
en que acostumbraba visitar a sus enfermos, en medio             Nacional de Cirugía Extramuros en la atención oftalmológica.
de un silencio respetuoso y de una nube de tristeza              Cir Ciruj 2004;72(6):511-6.
en la comunidad de Monterrey, que estuvo de luto           2.    Walt Michel A. Factores de riesgo para retinopatía diabética y
                                                                 cataratas en Allende, Nuevo León. RESPYN, Edición especial
por cinco días. En el año de 1939, sus restos mortales           núm. 4, 2001.
fueron exhumados para colocarlos en una pequeña            3.    Salinas-Cantú H. Visión hstórica del Hospital Civil de Monte-
plaza frente a la puerta principal del nuevo Hospital            rrey. Monterrey: Ediciones Castillo, 1988.
                                                           4.    Gómez-Leal A. La muerte de Gonzalitos. Med Univ
Regional de Zona número 21 del Instituto Mexicano
                                                                 2003;5(21):282-4.
del Seguro Social (IMSS); en el año de 1982, gracias a     5.    Cavazos-Guzmán L. Historia de la medicina en Nuevo León.
los directivos y estudiantes, se reinhumaron en el jar-          Avances 2006;3(10):46-49.
dín de la actual Facultad de Medicina, donde preside       6.    Mendirichaga R. Y su nombre se repetirá. Monterrey: Ediciones
                                                                 Castillo, 1992.
las labores cotidianas de estudiantes y maestros.          7.    Anteo, M. Hervor de riel. FCE-CONARTE, 2002.
                                                           8.    Dávila González H. Biografía del doctor José Eleuterio Gon-
DISCUSIÓN                                                        zález. Edición facsimilar. México: Ediciones Al Voleo, 1975.
                                                           9.    González JE. Lecciones orales sobre moral médica (1878).
Abrumador, el legado del benemérito, si se acepta que            Edición facsimilar. Imprenta del Gobierno, en Palacio, 1878.
                                                                 Monterrey, 1976.
a más de cien años de haber partido sigue enseñan-         10.   Tapia Méndez A. José Eleuterio González, benemérito de
do. Su biografía es ejemplar y es parte del programa             Nuevo León. México: Libros de México, 1976.
académico de la cátedra de historia y filosofía de la       11.   Graue E. Historia de la oftalmología en México. México: La-
                                                                 boratorios Sophia, 1973.
medicina de la escuela que fundó. En la oftalmología,      12.   Carrillo AM. Los comienzos de la bacteriología en México.
el estudio de este personaje se justifica por ser un caso         Elementos: ciencia y cultura. 8:23-7.
notable. Un dato significativo es que tanto Carmona y       13.   Lozano-Alcázar J. El primer hospital oftalmológico de México.
                                                                 Cir Ciruj 2002;70:124-8.
Valle como Herman Jacob Knapp fueron adiestrados
                                                           14.   Truhlsen SM. The Knapps. Arch Ophthalmol 2005;123:676-
en algún momento en la clínica de Desmarres. En la               80.
actualidad, la operación de catarata es la más frecuente   15.   Blodi FC. The influence of some ophthalmologists of German
en los servicios de oftalmología en todo de mundo                origin on the development of American ophthalmology. Klin
                                                                 Monatsbl Augenheilkd 1992;201(1):3-8.
y se desarrolla bajo los más estrictos protocolos de       16.   Honegger H, Hessler B. Jacob Hermann Knapp in Heidelberg,
antisepsia, que permiten que los índices de compli-              1860 to 1868. Ber Zusammenkunft Dtsch Ophthalmol Ges
caciones sean muy bajos. Sin embargo, de todas las               1970;70:602-5.
                                                           17.   Rodríguez-Lozano RJ. Gonzalitos: CXIX aniversario luctuoso.
complicaciones de una operación de cataratas: hifema,            Periódico El porvenir, viernes 20 de abril de 2007.
edema corneal, residuos de corteza en vítreo, LIO          18.   Moya-Molina D. Facoemulsificación, una cirugía moderna.
mal colocado, opacidad capsular, exéresis de puntos,             Rev Inst Med Sucre 2005;126:99-104.
                                                           19.   Shroeder B. Sutureless cataract extraction: complications,
edema macular cistoide, desprendimiento de retina y
                                                                 management and learning curves. Community Eye Health
endoftalmitis, la más grave es esta última que, como             2003;16:58-60.




90                                                                                Medicina Universitaria     ISSN 1665-5796

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Gonzalitos

  • 1. Medicina Universitaria 2007;9(35):85-90 Ética, filosofía e historia de la medicina Una lección póstuma de Gonzalitos: la gloria y el infierno en la cirugía de cataratas Juan Luis González Treviño,* Carlos Jair García Guerrero,** Jorge E. Valdez García,** Luis Guillermo Juárez Martínez* ¡Qué pena tan profunda se sentía al contemplarlo por las calles, …al mirarlo con el báculo del ciego! HERMENEGILDO DÁVILA GONZÁLEZ RESUMEN En este trabajo se analiza el caso oftalmológico del ilustre médico José Eleuterio González, un paciente muy especial para la comunidad de Monterrey, Nuevo León, México, y aborda la problemática que sufrió cuando las cataratas invadieron sus dos ojos, casi de manera simultánea, a los 63 años, padecimiento que fue tan malo y bueno que lo situó en el infierno y la gloria terapéuticos. Palabras clave: José Eleuterio González, cataratas, terapéutica, ceguera temporal. ABSTRACT In this paper we analyze the ophthalmic case of the illustrious physician Dr. José Eleuterio Gonzálea, a very special patient for the com- munity of Monterrey, Mexico. It relates the problems he suffered when cataracts invaded his eyes, almost simultaneously, at the age of 63. This disease was something good and something bad that situated him in therapeutic heaven and hell. Key words: José Eleuterio González, cataracts, therapeutics, temporal blindness. E n el mundo, las cataratas afectan a 25 millo- para la comunidad regiomontana, aunque el maestro nes de personas; en México, las padecen de Gonzalitos no fuera regiomontano de nacimiento. 100 mil a 200 mil personas al año.1 El estado En este trabajo se aborda la problemática que sufrió de Nuevo León tuvo un desarrollo distinto el ilustre Gonzalitos cuando las cataratas invadieron sus al del centro del país, por lo que sus estadísticas sa- dos ojos, casi de manera simultánea, a la edad de 63 nitarias no son equiparables con las del resto de los años, y este padecimiento fue tan malo y tan bueno que estados. Algunos estudios reportan que en Nuevo lo situó en un infierno o en una gloria terapéuticos. León las cataratas tienen una prevalencia de 32%.2 Así, al analizar el caso oftalmológico del ilustre médico José José Eleuterio González Gonzalitos Eleuterio González, fundador del Hospital Civil y la Escuela de Medicina de Monterrey, forjador del cono- Su vida antes de quedar ciego cimiento en esta ciudad, es preciso detener el abordaje Un 20 de febrero de 1813, nació José María Raymundo para recordar que se trata de un paciente muy especial Eleuterio González Mendoza, en la ciudad de Guada- lajara, Jalisco. Se trataba del hijo del capitán Matías González y de Josefa Mendoza de González, ambos * Instituto Mexicano del Seguro Social. ** Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monte- españoles que veían en su nuevo retoño una esperanza rrey. de felicidad para su familia (figura 1). Correspondencia: Dr. Juan Luis González Treviño. Centro Médico El pequeño José Eleuterio quedó huérfano de padre Monterrey 313, Hidalgo poniente núm. 2480, colonia Obispado, a temprana edad, por las luchas de la Independencia CP 64060, Monterrey, Nuevo León, México. Tel.: 01(81)8151-8473, de México. Su tío, el licenciado Rafael Mendoza, le 8151-8400, ext. 172. E-mail: drjuanluisgonzalez@prodigy.net.mx brindó educación. Cuando José Eleuterio cumplió Recibido: febrero, 2007. Aceptado: marzo, 2007. 13 años, ingresó al Seminario Menor de Guadalajara, La versión completa de este artículo también está disponible en donde aprendió filosofía, retórica, teología, aritmética internet: www.revistasmedicasmexicanas.com.mx y literatura. Después del Seminario Menor, en 1828, Volumen 9, Núm. 35, abril-junio, 2007 85
  • 2. González Treviño JL y col. primero de noviembre de 1833 y firmada por don Pa- blo de Cuadriello, el pasante González y su paciente llegaron a Monterrey el 12 de noviembre de 1833. Fueron recibidos en el Convento de San Francisco, ahora derrumbado. El obispo Belaunzarán, admirado por el noble gesto humanitario del novel médico de 20 años de edad y como compensación a sus buenos servicios profesionales, le nombró practicante primero en el Hospital de Nuestra Señora del Rosario, único en Monterrey, con fecha primero de mayo de 1834.3 El Hospital del Rosario era sostenido por el obispo Belaunzarán, quien sintió gran aprecio por González debido a los servicios prestados al fraile Jiménez. Por esas fechas el director del hospital, un boticario de apellido Zendejas, decidió marcharse a la ciudad de León y el pasante González fue nombrado director interino. Demostrando una profunda vocación por la docencia, este visionario nuevo director interino abrió la cátedra de farmacia y botica, con el fin de hacer frente a la necesidad de estos profesionistas para la Figura 1. Retrato al óleo de José Eleuterio González, hecho por el incipiente metrópoli de Monterrey. Comenzó con sólo maestro Pablo Valero Herrera en 1975 (detalle). cuatro alumnos que graduaría años más tarde por su decidió ingresar a la Escuela de Medicina de la Univer- propia autoridad y sin el aval de ninguna institución sidad de Guadalajara, una de las más antiguas del país. académica, pues todavía no existían. El tener bajo su Inició su apostolado de prácticas como ayudante de su responsabilidad un hospital a una edad tan temprana maestro en el Hospital San Juan de Dios, administrado y sin título de medicina lo obligó a prepararse de una por los monjes juaninos, una orden religiosa dedicada manera casi autodidacta. Años más tarde, solicitó su a servir a los enfermos. Ahí conoció y trató a muchos título ante la Junta de Sanidad Municipal, integrada pacientes, en especial al regiomontano fray Gabriel por los doctores Esteban Tamez, Carlos Ayala Mier María Jiménez, quien llegó enfermo de tuberculosis y y Francisco Arjona, quienes acordaron otorgarle una se convirtió en amigo e imagen masculina protectora licencia para ejercer la medicina, fechada el día 8 de del joven José Eleuterio. marzo de 1842. Este hecho le permitió dos cosas: tener En un viaje recomendado por su estado de salud, la confianza para continuar en su cargo de director del fray Gabriel invitó al joven José Eleuterio a acompa- Hospital del Rosario e iniciar la enseñanza médica por ñarle, y éste aceptó, incentivado por un sueldo y una medio de un curso que estableció tomando como ejem- sensación del deber en gratitud a ese hombre. Así, plo los textos y el programa de estudios de la Escuela paciente y pasante arribaron a San Luis Potosí un 7 Nacional de Medicina. Así comenzó la enseñanza de de octubre de 1830, para de inmediato ingresar a un la medicina en el Noreste de México, siendo el doctor hospital religioso, en donde el ahora practicante José Blas María Diez el primer médico graduado en Nue- Eleuterio colaboró como médico segundo de los doc- vo León. A sus 33 años, el ahora médico González tores Pascual Aranda y Pablo Cuadriello. Luego de contrajo nupcias con la señorita Carmen Arredondo, tres años de prácticas en dicho nosocomio, González el 6 de enero de 1836. Seis años después la pareja se fue requerido por su paciente fray Gabriel para un separó sin procrear hijos, por el adulterio de la dama nuevo viaje, el último, a su natal Monterrey, para pasar con otro militar: Mariano Arista, a la postre presidente con su madre los últimos días. Con una constancia de la República. Diversos relatos, más literarios que de prácticas medicoquirúrgicas en mano, fechada el históricos, como el de Álvaro Gómez Leal, hablan 86 Medicina Universitaria ISSN 1665-5796
  • 3. Una lección póstuma de Gonzalitos: la gloria y el infierno en la cirugía de cataratas de un reencuentro de la pareja cuando Gonzalitos ya con la profunda carga que le representaba padecer la estaba ciego.4 ceguera, pues era un adicto a la lectura, al grado de Su visión, su desempeño profesional, pero sobre que algunos investigadores proponen que el exceso todo su altruismo, le dieron el reconocimiento público de lectura pudo ser la causa de sus cataratas (se dice de la comunidad regiomontana, que lo llamaban cari- que leía caminando).7 Ante esto, nuevamente Dávila ñosamente “doctor Gonzalitos”. En 1851, el gobierno apunta: “Era para él un alimento la lectura… ¿Qué no del estado lo nombró vicepresidente del Consejo de sufriría, al no poder proporcionar, cuando quisiera, Salubridad de Nuevo León. El año de 1853 abrió un ese pan a su infatigable espíritu?”8 curso de obstetricia y comenzó a enfocar sus esfuerzos Sus discípulos de la escuela de medicina se dispu- en abrir la primera universidad pública en la región, taban el honor de leer las obras que él quisiera, por lo lo que consiguió el año de 1859 con la apertura del que, aun en la oscuridad, el cariño sincero y el respeto Colegio Civil de Nuevo León, en donde se impartía de sus alumnos lo iluminaban, tal y como él lo había un bachillerato y las carreras de medicina y jurispru- enseñado en sus Lecciones orales sobre moral médica, dencia.5 Su personalidad era bien conocida por sus donde analizaba aforismos hipocráticos como aquel alumnos y pacientes: siempre estaba de buen humor que dice: “daré a mi maestro de medicina en el mismo y era bondadoso, al grado de siempre estar al servicio lugar que a mis padres, partiré con él mis haberes, y si de aquel que le solicitara.6 necesario fuere, yo proveeré sus necesidades”.9 A sus 68 años y ciego, Gonzalitos era un poco obeso, José Eleuterio González y sus cataratas de piel color morena aperlada, cara redonda, cabello En sus sesentas, Gonzalitos empezó a experimentar entrecano y ojos negros; sus párpados un poco caídos, problemas de visión a causa de la aparición de catara- boca grande y labio inferior prominente, pómulos tas. Los documentos biográficos y las cartas que se han salientes y barba redonda. Vestía un saco de algodón, conservado sobre el benemérito informan que su ce- corbata ancha, sombrero de ala y botines de gamuza guera empezó en septiembre de 1876, particularmente (figura 2).10 Ésta era la fisonomía de aquel que daba en el ojo izquierdo. En una carta a Hermenegildo Dávila, uno de sus biógrafos, escribe: “A los dos años, la catarata de ese ojo estaba ya bien formada y comen- zaba a formarse la del ojo derecho, la cual duró tres años en madurarse bien, de modo que para septiembre de 1881, ya estaba completamente ciego”. Su ceguera temporal fue todo un acontecimiento local, de tal suerte que la comunidad regiomontana lamentaba verlo por la calle andar con su bastón, o del brazo de alguno de sus discípulos. Algunos narradores, como Anteo,7 afirman que la vista del benemérito era algo parecido al patrimonio de la ciudad. Mas su voluntad no cesó: sus cátedras de medicina, sus consultas y sus actividades públicas seguían siendo constantes y aún más profundas y concurridas. Como lo apunta Dávila, en su biografía del maestro: “su biblioteca siguió siendo, como hacía 40 años, el consultorio de todos”.8 Se sabe que dos personajes se encargaron del cuidado y auxilio de Gonzalitos, e incluso vivieron con él en sus días negros: se trata del Dr. Juan de Dios Treviño y el licenciado Figura 2. Retrato de José Eleuterio González, con su ojo izquierdo Hermenegildo Dávila González. Ambos le auxiliaron cerrado por la ceguera. Volumen 9, Núm. 35, abril-junio, 2007 87
  • 4. González Treviño JL y col. consulta con los ojos cerrados o con las pupilas ha- estudió con Desmarres y Brown-Sequard en París;11 cia lo alto, oyendo a sus pacientes; luego, el doctor además, es reconocido como el primero en utilizar en Treviño u otro de sus discípulos le comunicaba la México el oftalmoscopio de Hermann von Helmoltz, exploración de la enfermedad, para que él le diera la inventado en 1851 (figura 4). La operación del ojo receta.6,10 Animado por sus discípulos, amigos y de- izquierdo del maestro Gonzalitos fue realizada el 7 más conocidos pudientes que lo apreciaban, decidió de abril de 1881, es decir, en una de las décadas más someterse a la cirugía de cataratas, por lo que realizó importantes para la bacteriología. un viaje a la ciudad de México, con la esperanza de recuperar la vista. La catarata del ojo izquierdo Como ya se mencionó, el ojo izquierdo se afectó pri- mero, en septiembre de 1876, y una carta de Gonzalitos expone que esa catarata maduró en dos años.8 Por la edad de aparición y el tiempo de maduración, se supone que se trata de una catarata subcapsular, pues éstas aparecen con esas características en pacientes seniles. La aventura en la ciudad de México comenzó cuan- do el doctor Juan de Dios Treviño llevó al benemérito, en marzo de 1881, con el doctor Manuel Carmona y Valle (1832-1902) para que lo operara (figura 3). Este personaje fue un destacado médico oftalmólogo que Figura 4. Oftalmoscopio de Hermann von Helmoltz, que fue in- troducido por primera vez en América Latina por el doctor Manuel Carmona y Valle. En esa intervención quirúrgica ocurrió una de las peores complicaciones posibles: el tejido se infectó (endoftalmitis) y el ojo se perdió. Un ojo perdido: un infierno postoperatorio. Esto sucedió en un lapso de tres semanas, pues se sabe que Gonzalitos regresó a Monterrey en mayo. Con respecto a su complicación, son muy pocos los datos que existen. Sin embargo, hay argumentos que sugieren que durante su operación, el benemérito no recibió una antisepsia eficaz; mas no por la época, en que no había antibióticos, sino por la inclinación terapéutica de su clínico tratante. Existen testimonios de que el médico Carmona y Valle, quien figuró como político, pues fue director de la Escuela Nacional de Medicina, aunque reconocía que la micro- biología era una ciencia muy útil para la medicina, no Figura 3. Retrato del Dr. Manuel Carmona y Valle, oftalmólogo que promovía el uso de los antimicrobianos que aparecían intervino a Gonzalitos de la catarata en su ojo izquierdo. a finales del siglo XIX.12 Así, en uno de sus discursos 88 Medicina Universitaria ISSN 1665-5796
  • 5. Una lección póstuma de Gonzalitos: la gloria y el infierno en la cirugía de cataratas afirmaba no entender por qué los mismos médicos El doctor Hermann Jacob Knapp (1832-1911) fue el que defendían al método científico y afirmaban que primero de una dinastía de tres grandes oftalmólogos nada podía admitirse que no estuviese probado por en Estados Unidos. Al parecer, emigró en 1868 de la experimentación, abandonaban los planes antiflo- Alemania hacia América, en donde realizó numerosas gístico y revulsivo sólo porque algunos autores los contribuciones científicas (entre ellas, un reporte de habían criticado sin ofrecer pruebas experimentales trescientas operaciones de catarata por el método de ni estadísticas confiables, y aceptaban, en cambio, que von Graefe y una monografía sobre tumores oculares) un fabricante de productos químicos anunciara que y fundó la revista Archives of Ophthalmology y el New una sustancia abatía la temperatura, y que sin realizar York Ophthalmic and Aural Institute, ambos en Nueva ninguna investigación la usaran.12 York. Así, su nombre es recordado por ser un célebre Carmona afirmó: “...en el estado actual de la ciencia pero modesto promotor de generaciones de oftal- y con excepción de casos muy particulares, el método mólogos. Incluso, en Nueva York existe el Hermann antiséptico o más bien dicho microbicida, no puede Knapp Memorial Hospital.14-16 Regresaron de Nueva York servir como base de ningún tratamiento. Los que el 22 de noviembre de 1883 y a su paso por Nuevo piensan de otra manera cometen errores graves, o Laredo, Lampazos, Bustamante y Villaldama fueron cuando menos pierden su tiempo miserablemente”.12 aclamados por multitudes que celebraban la gloriosa Éstas y otras afirmaciones sugieren que el médico recuperación del maestro. Se celebraron banquetes Carmona y Valle no aplicó una antisepsia eficaz al en su honor, se recitaron alocuciones por los niños de benemérito Gonzalitos, e incluso, que al aparecer los Monterrey y se pronunciaron discursos con motivo signos iniciales de una infección postoperatoria, optó de la llegada del querido Gonzalitos.8,17 por un tratamiento pasivo en vez de uno basado en la bacteriología. Por su desafortunada operación, Gonzalitos regresó un tanto apesadumbrado a Monterrey, y su pena fue compartida por toda la comunidad regiomontana. En la ciudad de México, sin embargo, existe un monumento en mármol blanco en honor al maestro Manuel Carmona y Valle, considerado el padre de la oftalmología en México.13 Esta obra fue inaugurada en 1909 por el ingeniero Genaro Alcorta; se encuentra ubicada en el Jardín de las Artes Gráficas, en la colonia Doctores. La catarata del ojo derecho A diferencia de la siniestra, la catarata diestra tardó tres años en madurar. Se presume que también se trataba de una catarata subcapsular. El doctor Juan de Dios Treviño le sugirió al maestro Gonzalitos que visitaran a un ilustre oftalmólogo alemán llamado Herman Jacob Knapp, que radicaba en Nueva York (figura 5). Éste aceptó gustoso intervenir al benemérito, y la operación fue programada para el día 7 de octubre de 1883. En sus cartas a Hermenegildo Dávila, el mismo maestro confiesa: “…me hizo la operación este gran médico, y puedo decir con toda verdad, que en el acto mismo Figura 5. El célebre médico Hermann Jacob Knapp, oftalmólogo de sacarme la catarata recobré la vista”.8 que operó a Gonzalitos de su catarata en el ojo derecho. Volumen 9, Núm. 35, abril-junio, 2007 89
  • 6. González Treviño JL y col. El resto de su vida, cíclope, la dedicó a entregarse nos enseñó el maestro y benemérito hace más de un a sus más grandes proyectos: el Hospital Civil y la Es- siglo, aún no es posible descartar.18,19 cuela de Medicina. Murió a los 75 años, el 4 de abril de 1888, a las once de la noche, después de haber ejercido REFERENCIAS la medicina cincuenta y cinco años. Fue sepultado en la capilla del Hospital Civil que había fundado, a la hora 1. Trigos-Micoló I, Gutiérrez-Soriano L, Guzmán y López-Figue- roa ME, Quintana-Pali L. Logros 2002-2003 del Programa en que acostumbraba visitar a sus enfermos, en medio Nacional de Cirugía Extramuros en la atención oftalmológica. de un silencio respetuoso y de una nube de tristeza Cir Ciruj 2004;72(6):511-6. en la comunidad de Monterrey, que estuvo de luto 2. Walt Michel A. Factores de riesgo para retinopatía diabética y cataratas en Allende, Nuevo León. RESPYN, Edición especial por cinco días. En el año de 1939, sus restos mortales núm. 4, 2001. fueron exhumados para colocarlos en una pequeña 3. Salinas-Cantú H. Visión hstórica del Hospital Civil de Monte- plaza frente a la puerta principal del nuevo Hospital rrey. Monterrey: Ediciones Castillo, 1988. 4. Gómez-Leal A. La muerte de Gonzalitos. Med Univ Regional de Zona número 21 del Instituto Mexicano 2003;5(21):282-4. del Seguro Social (IMSS); en el año de 1982, gracias a 5. Cavazos-Guzmán L. Historia de la medicina en Nuevo León. los directivos y estudiantes, se reinhumaron en el jar- Avances 2006;3(10):46-49. dín de la actual Facultad de Medicina, donde preside 6. Mendirichaga R. Y su nombre se repetirá. Monterrey: Ediciones Castillo, 1992. las labores cotidianas de estudiantes y maestros. 7. Anteo, M. Hervor de riel. FCE-CONARTE, 2002. 8. Dávila González H. Biografía del doctor José Eleuterio Gon- DISCUSIÓN zález. Edición facsimilar. México: Ediciones Al Voleo, 1975. 9. González JE. Lecciones orales sobre moral médica (1878). Abrumador, el legado del benemérito, si se acepta que Edición facsimilar. Imprenta del Gobierno, en Palacio, 1878. Monterrey, 1976. a más de cien años de haber partido sigue enseñan- 10. Tapia Méndez A. José Eleuterio González, benemérito de do. Su biografía es ejemplar y es parte del programa Nuevo León. México: Libros de México, 1976. académico de la cátedra de historia y filosofía de la 11. Graue E. Historia de la oftalmología en México. México: La- boratorios Sophia, 1973. medicina de la escuela que fundó. En la oftalmología, 12. Carrillo AM. Los comienzos de la bacteriología en México. el estudio de este personaje se justifica por ser un caso Elementos: ciencia y cultura. 8:23-7. notable. Un dato significativo es que tanto Carmona y 13. Lozano-Alcázar J. El primer hospital oftalmológico de México. Cir Ciruj 2002;70:124-8. Valle como Herman Jacob Knapp fueron adiestrados 14. Truhlsen SM. The Knapps. Arch Ophthalmol 2005;123:676- en algún momento en la clínica de Desmarres. En la 80. actualidad, la operación de catarata es la más frecuente 15. Blodi FC. The influence of some ophthalmologists of German en los servicios de oftalmología en todo de mundo origin on the development of American ophthalmology. Klin Monatsbl Augenheilkd 1992;201(1):3-8. y se desarrolla bajo los más estrictos protocolos de 16. Honegger H, Hessler B. Jacob Hermann Knapp in Heidelberg, antisepsia, que permiten que los índices de compli- 1860 to 1868. Ber Zusammenkunft Dtsch Ophthalmol Ges caciones sean muy bajos. Sin embargo, de todas las 1970;70:602-5. 17. Rodríguez-Lozano RJ. Gonzalitos: CXIX aniversario luctuoso. complicaciones de una operación de cataratas: hifema, Periódico El porvenir, viernes 20 de abril de 2007. edema corneal, residuos de corteza en vítreo, LIO 18. Moya-Molina D. Facoemulsificación, una cirugía moderna. mal colocado, opacidad capsular, exéresis de puntos, Rev Inst Med Sucre 2005;126:99-104. 19. Shroeder B. Sutureless cataract extraction: complications, edema macular cistoide, desprendimiento de retina y management and learning curves. Community Eye Health endoftalmitis, la más grave es esta última que, como 2003;16:58-60. 90 Medicina Universitaria ISSN 1665-5796