Este documento discute la conversación entre Jesús y Santiago y Juan sobre quién se sentará a su derecha e izquierda cuando esté en su gloria. Jesús les dice que no saben lo que piden y que su camino implicará sufrimiento. Luego reprende a los otros discípulos que se enojaron, diciendo que el verdadero poder consiste en servir humildemente. El documento concluye que aunque Jesús parecía débil en la cruz, Dios lo exaltó por su entrega en favor de los demás.
1. DOMINGO XXIX - Tiempo Ordinario Hacerse servidor de todos
El camino de la Cruz
«Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
«Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir».
El les respondió: «¿Qué quieren que haga por ustedes?».
Ellos le dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu
izquierda, cuando estés en tu gloria».
Jesús le dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y
recibir el bautismo que yo recibiré?».
«Podemos», le respondieron. Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el
cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a
sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que
esos puestos son para quienes han sido destinados».
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra
ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se
considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y
los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder
así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y
el que quiera ser el primero, que se haga esclavo de todos. Porque el mismo
Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en
rescate por una multitud» (Mc 10,35-45).
Jesús ha anunciado por tercera vez que «lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, y
se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán, y a los tres días resucitará» (Mc 10,33-34).
Después de tal vaticinio la pregunta de dos de sus discípulos parece un desafío temerario. ¿O
habrían comprendido por fin en qué consiste el Reinado de Dios y el camino por el cual Jesús
llegará a la gloria?
2. DOMINGO XXIX - Tiempo Ordinario Hacerse servidor de todos
No saben lo que piden
«Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le
dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda,
cuando estés en tu gloria».
Jesús le dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo
beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?».
«Podemos», le respondieron. Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán
el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a
sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino
que esos puestos son para quienes han sido destinados» (Mc 10,35-40).
Los hijos de Zebedeo responden con mucha seguridad a las preguntas
de Jesús acerca de sus posibilidades de «beber el cáliz» y «ser
bautizados» como Jesús.
Pero la angustia que manifiesta Jesús ante esas tribulaciones que le
esperan demuestra que en realidad los dos hermanos «No saben lo que
piden».
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se
cumpla plenamente! (Lc 12,50).
Jesús decía en Getsemaní: «Abba -Padre- todo te es posible: aleja de
mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mc 14,36)
3. DOMINGO XXIX - Tiempo Ordinario Hacerse servidor de todos
Estar dispuestos a servir
«Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron
contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a
quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si
fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre
ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que
se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga
esclavo de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser
servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Mc
10,41-45).
La reacción del resto del grupo confirma que la idea de gloria que ellos
comparten sigue siendo la vigente en su entorno cultural [y en el nuestro],
y que nada tiene que ver con todo lo que Jesús les enseñó. Jesús
cuestiona directamente sus aspiraciones como propia de la ideología de
los dominadores. Entre ellos «no debe suceder así».
El Evangelio presenta una diferencia esencial de perspectiva. La
auténtica grandeza no consiste en disponer de los demás, sino en
ESTAR DISPONIBLE para ellos. El poder no consiste en dominar, sino en
hacerse «esclavo de todos» (Mc 10,44). Y esta actitud encuentra su
mejor ejemplo en el mismo Jesús:
«El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su
vida en rescate por una multitud» (Mc 10,45).
4. DOMINGO XXIX - Tiempo Ordinario Hacerse servidor de todos
Sentarse en un trono de Gloria
«Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.
Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera
gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los
poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al
contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que
quiera ser el primero, que se haga esclavo de todos. Porque el mismo Hijo del
hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por
una multitud» (Mc 10,41-45).
Los discípulos deben seguir aprendiendo qué significa que Jesús se siente en
[un trono de] gloria. Él nunca llegará a reinar como los reyes de los que nos
habla la Historia.
No tendrá más corona que un atado de espinas punzantes (Mc 15,17). Jesús,
que ha manifestado tanto poder durante su ministerio, necesitará que otro
cargue por él su cruz (15,21).
Pero esta impotencia de Jesús es el espacio donde actúa la omnipotencia de
Dios, la fuerza que se expresa no como dominación, sino como entrega de sí
mismo en favor de los otros.
El poder de Jesús no se afirma como dominio sobre las conciencias, ni con
violencia o anatemas, ni por medio de signos espectaculares. Por un camino
diferente, tan contrario a los criterios hegemónicos que nos seducen y dominan,
es como Jesús fue constituido Señor y recibió de Dios el poder sobre todo lo
creado:
«Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre» (Flp 2,9).