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De la Cumbre al Paro
20
www.periferiaprensa.com
Imagen:LisdeyAlzate
...viva el paro agrario y popular !
1
De la Cumbre al Paro
Suplemento Especial
Mayo de 2014
PARAR PARA
AVANZAR
Foto:PrensaRural
De la Cumbre al Paro
2
2 Contenido
PARO
AGRARIO
EL PROBLEMA
AGRARIO
¿POR QUÉ
PROTESTAN?
3
Ya es una verdad a gritos aquello de que la terrible desigualdad en la distribución de
la tierra y los usos inadecuados de ella han sido un combustible permanente para la
guerra en Colombia. Pero la situación no mejora ni se ven políticas públicas orientadas
a este propósito. Por el contrario, la política agraria de los sucesivos gobiernos se hace
cada vez más descarada con la suerte de las comunidades rurales, el proceso paramilitar
agenciado por importantes instancias del Estado ha provocado un destierro epidémico de
los campesinos y una reconcentración de la tierra en manos de los terratenientes y las
empresas transnacionales que la han puesto en función no de la producción de alimentos
sino del desarrollo de proyectos mineroenérgéticos. Como si fuera poco, los tratados
de libre comercio, el modelo extractivista impuesto por el gobierno y la locomotora
mineroenergética como motor del desarrollo han arrinconado tanto a las comunidades
rurales que las tienen hoy como especie en vía de extinción.
Y las comunidades rurales ha reaccionado en diversas ocasiones y siempre han recibido la
misma respuesta del Estado: represión, deslegitimación mediática e incumplimiento de los
acuerdos. ¿Hasta dónde llegará esta dinámica infernal? El gobierno cree poder mantenerla
indefinidamente, pero las comunidades rurales están empeñadas en romperla de una vez y
para siempre.
El paro que realizaron a finales del año pasado estremeció al país como hacía muchos
años no lo sacudía ninguna movilización popular. El gobierno, cínicamente, quiso
asumirlo como un juego, y hasta llegó a afirmar que el tal paro agrario no existía. Confió
demasiado en su poder mediático, pero tuvo que lamentarlo después con creces, porque
las comunidades campesinas, indignadas por el desprecio del gobierno, sacaron todos
sus esfuerzos y paralizaron al país, generando una crisis de desabastecimiento en las
principales ciudades y ganando la solidaridad combativa de buena parte de los sectores y
organizaciones populares.
Aún así, el gobierno siguió jugando, sin saber que lo estaba haciendo con fuego. Incumplió
los acuerdos que se vio obligado a firmar con el movimiento campesino y creyó que podía
seguir tan horondo. No se ha enterado el gobierno que la tragedia que ha sembrado en el
campo engendra a su vez la fuerza de resistencia de las comunidades rurales, pues ahora
dichas comunidades se enfrentan a la dicotomía perversa de luchar o perecer. El señor
presidente ha despertado la fuerza de un león, pero cree que puede seguir jugando con el
gato.
Ese león proyecta paralizar nuevamente el país desde la primera semana de mayo. Y en
estos meses de incumplimiento ha logrado madurar sus estrategias de lucha y clarificar sus
propuestas y reclamos. Sobre todo ha logrado avanzar en la construcción de un proceso de
unidad con todos los sectores populares, convencidos ya de que el problema agrario está
desatando una crisis política y social sin precedentes, en la que se pone en juego la soberanía
alimentaria y con ella la vida misma de todos los pobres del país. Un león ha despertado
con toda su furia y nosotros publicamos este dossier para saludarlo con alborozo, porque
ya era hora de que el movimiento popular se sacudiera su letargo y asumiera conciencia
de su fuerza y de la ignominia que padece. También lo saludamos con la esperanza de
que este movimiento se convierta al fin en un gran paro cívico que haga tambalear los
cimientos del establecimiento y logre avanzar en transformaciones de fondo al modelo
social y económico que nos han impuesto a sangre y fuego.
EL LEÓN HA DESPERTADO Y
RUGUE
Diseño y concepto gráfico
Yesid Zapata
Impreso Centro de artes gráficas
Periferia
REPENSANDO
EL
TERRITORIO
6
8
10
MOVIMIENTO
CAMPESINO
12
15
CONFLICTOS
INTER
-ÉTNICOS
18
SUJETO
CAMPESINO
19
De la Cumbre al Paro
programas de chismes. Con él se instala
la cultura consumista de las grandes
urbes a través de toda la estrategia
publicitaria del mercado.
En la medida en que la ciudad moderna
aparece como un ideal de la civilización
y su infraestructura de concreto como
un ideal de progreso, el campesinado la
observa como una meta a donde llegar.
Y esto crea en los jóvenes campesinos
desprecio por la vida en el campo.
Tengo un primo que se metió a soldado
profesional porque no quería trabajar
la tierra, le parecía la tarea más dura
y degradante. Como él hay muchos
jóvenes que abandonan el campo
guiados por la industria cultural que
les ha enseñado a despreciar la vida
campesina y a añorar el vértigo de la
ciudad.
Lo peor es que ahora esos ideales de
la vida citadina se llevan al campo
de la mano de los megaproyectos
mineroenergéticos y de infraestructura.
En los pueblos más alejados hoy
campean las grandes discotecas que
muelen reggaetón, las motos de alto
cilindraje y las camionetas vuelan
por sus calles, y los jóvenes exhiben
orgullosos sus ropas de marca. Así se
imponen en el territorio rural los valores
de la ciudad moderna, que privilegia el
paisaje de cemento al paisaje natural y
promueve una relación impersonal con
el territorio.
Todo esto nos habla de un proceso de
desdibujamiento de lo que podríamos
llamar identidad campesina, que ha
traído, desde luego, una reducción de
la fuerza del campesinado como sujeto
político. No obstante, muchas de las
familias que viven en el campo y las
organizaciones que las agrupan se han
empeñadoconfuerzaenelsostenimiento
de una tradición campesina que es
hoy por hoy uno de los baluartes más
importantes y eficaces en las luchas de
resistencia contra el capitalismo. Así,
pues, tenemos que asumir la tradición y
la identidad campesina como algo que
urge recuperar, fortalecer, renovar y
proyectar más allá de las comunidades
campesinas mismas.
No se trata de una relación acrítica
con dicha tradición, sino de la
intencionalidad de recuperar en la
tradición aquellos elementos que
permiten resistir el embate arrollador
de la modernidad capitalista, dando un
paso más allá de esta en términos de la
valoración de la vida, de la cohesión
social, del trabajo comunitario y de la
apropiación colectiva de los recursos de
la naturaleza.
La identidad campesina está arraigada
en el territorio y en la producción de
todo lo necesario para la subsistencia,
porque no hay nada de lo que nosotros
necesitamos y consumimos que
no provenga de la naturaleza, y el
campesino (en este caso es válido para
todos los pobladores rurales) es el
contacto directo con esa nuestra fuente
de subsistencia. Por eso ha develado los
secretos de la naturaleza que le permiten
obtener de ella lo mejor, sin dañarla. Son
ellos quienes más cerca se mantienen de
la vida en todas sus formas naturales y
quienes han desarrollado la conciencia
de que nuestra subsistencia depende
de la preservación de la naturaleza
misma. En ellos perviven los secretos
que pueden garantizar que volvamos
a tener una relación simbiótica con la
naturaleza, que se preserve la diversidad
de la vida misma y de la producción,
que se generalicen las prácticas de
producción limpia y ecológica, por
mencionar apenas algunos aspectos de
la tradición campesina que pueden y de
hecho se están constituyendo en pilares
de resistencia contra la civilización
impuesta por el capitalismo.
Se trata de recuperar estos valores
y estas lógicas no para que sean
encarnados por los campesinos sino
para que empiecen a permear nuestras
formas de vida en todos los escenarios
sociales, como forma también de
romper la confrontación entre la vida
rural y la urbana. Ojalá nuestros hijos y
nietos aprendieran de nuevo a sembrar
y regresaran al campo, no de vacaciones
sino a instalarse allí y deconstruir las
relaciones de instrumentación que la
ciudad mantiene con el campo. La
resistencia se nutriría entonces con esa
tradición campesina que pone su mayor
empeño en la preservación de la vida en
todas sus dimensiones.
Foto:JimmyFernandoTorres
De la Cumbre al Paro
18
M
is padres fueron campesinos
sin tierra, como la mayoría
de campesinos colombianos.
Tuvieron 14 hijos, de los cuales se
murieron 7 por desnutrición y otras
enfermedades curables sin haber
llegado a los cinco años. Los que
sobrevivimos estamos todos en la
ciudad y hemos olvidado cómo trabajar
el campo, y, sobre todo, nadie puede
imaginarse seriamente volver a la vida
de campesino.
Un día mi hermana mayor viajó al
pueblo y alguien convenció a mi padre
para que duplicara sus esfuerzos y la
dejara estudiando. Esa hija se graduó
de normalista, consiguió trabajo de
profesora y se hizo cargo de sus otros
hermanos, hasta que se le presentó la
oportunidad y nos trajo a estudiar a la
ciudad.
Liberado de las responsabilidades
económicas con sus hijos, mi padre se
dedicó a conseguir tierra para cultivar.
Se empeñó con la Caja Agraria y
compró algunos predios que nunca
pudo poner a producir por falta de
capital y de fuerzas para el trabajo duro
del campo. Hasta el último día de su
vida mi padre pagó en la Caja Agraria,
aunque los últimos cinco años estuvo
recluido en casa de mi hermana por un
cáncer de estómago que lo doblegó.
Por amor, mi padre nos mandó a
estudiar a la ciudad, con la conciencia
de que no volveríamos al campo sino
de vacaciones. Aunque él amaba la
vida campesina, sabía que no había
oportunidades para nosotros. Y así han
salido millones de personas del campo
en el último medio siglo. El sueño de
todo campesino es, en la medida de
sus posibilidades, mandar a sus hijos
a estudiar a la ciudad para que tengan
acceso a una mejor vida, y la mayoría
de ellos olvida sus raíces, se asimila a
la vida urbana y al final se trae a sus
padres, ya derrotados por la edad y la
fatiga.
Hastaahorasehancontabilizado,aunque
malamente, los millones de campesinos
desplazados por la violencia, pero
no se ha hecho una estadística de
los campesinos desplazados por la
falta de oportunidades económicas
en sus territorios, que seguramente
son muchísimos más, con lo cual el
fenómeno se ha asumido simplemente
como algo natural.
Pero esa realidad no es un destino del
campesino, sino una proyección política
de la elite colombiana. Ya en los años
cincuentaeleconomistaLauchinCurrie,
como asesor del gobierno, proponía
concentrar la tierra y ponerla en función
de grandes procesos industriales de
producción para el mercado, lo cual
exigía el desplazamiento, a como diera
lugar, del campesino.
A parte de esta realidad está el
embate ideológico de la modernidad
a través de la educación, los medios
de comunicación y los distintos
mecanismos culturales a través de los
cuales se relega a los campesinos a una
posición de inferioridad frente a los
habitantes urbanos. Y sobre todo ha
llevado al campesino a renegar de sus
propias formas de vida.
Recuerdo de mis tiempos de niño el
chiste con la consigna de que “Radio
Cristal está en todas partes”, y no
dejaba al campesino cagar tranquilo
en el monte. La radio comercial fue
la primera penetración cultural de
la ciudad y todo su ideal de vida
en el ambiente campesino. Hoy, en
cualquier casa campesina, por pobre y
aislada que esté, hay un televisor que
presenta telenovelas, series de narcos y
SUJETO E IDENTIDAD CAMPESINA
Por Rubén Darío Zapata
Foto:Periferia
3
De la Cumbre al Paro
E
l pasado paro agrario, que se
inicióel19deAgostodel2013,
fue el resultado y expresión
de los problemas estructurales que
sufren los campesinos, el campo
y la agricultura del país. Estos
problemas se han agravado en los
últimos años por la orientación
destructiva de las políticas públicas
hacia ese sector y el debilitamiento
de la institucionalidad rural que
favorece intereses de las grandes
transnacionales de los agronegocios
y la minería.
El debilitamiento del sector rural es
un problema notable desde comienzos
del siglo XX, cuando distintos
gobiernosliberalesrealizaronalgunos
cambios bajo el nombre de “reforma
agraria”, que realmente beneficiaron
poco al campesino colombiano.
Desde entonces la estructura de la
tenencia de la tierra sirve de base
para las peores inequidades hacia
el campesinado, al tiempo que ha
sustentado una clase parasitaria y
violenta como son los terratenientes,
convertidos hoy en empresarios del
campo.
Con la apertura económica y el
neoliberalismo de los años 90,
la situación empeoró, ya que las
dinámicas productivas del país
se orientaron a la importación
de productos a menor precio.
Esto destruyó líneas enteras de
la economía agraria como los
cereales; al mismo tiempo la
guerra contra el campesino pobre,
a través del destierro, le despojó
cerca de 10 millones de hectáreas,
utilizadas hoy para monocultivos
y actividades mineroenergéticas.
El gobierno de Uribe entre 2002 y
2010 institucionalizó esta práctica y
legisló en favor de ella.
Lalocomotoranodejaprosperidad
Con la llegada de Juan Manuel
Santos a la presidencia y su plan de
desarrollo“ProsperidadParaTodos”,
las tendencias históricas en el uso
del suelo se mantienen y se acentúan
en un modelo extractivista que trae
consigo el despojo de las tierras y el
debilitamiento del sector agricultor
a través de una gran cantidad de
tratados de libre comercio (TLC),
la pérdida de la soberanía sobre
las semillas, los desplazamientos
forzados a los habitantes del campo
y, por otro lado, los fuertes impactos
ambientales como la contaminación
a fuentes hídricas. Con todo ello, la
pobreza y la miseria se generalizan
en los campos colombianos.
Uno de los datos que permiten
visibilizar los profundos niveles
de desigualdad es el índice Gini de
concentración de ingresos, que en
el país es de 0.561
. Por eso el 10 %
más rico en Colombia se lleva la
mitad de la riqueza, mientras que el
1 El índice Gini mide hasta qué punto la
distribución entre individuos u hogares dentro de
una economía se aleja de una distribución equitativa,
entre más cercano este a 0 más equitativa es esta
distribución.
10 % más pobre apenas tiene el 0,6
%. El índice de Gini rural, que mide
la desigualdad en la propiedad de la
tierra, en la última década pasó de
0,74 a 0,88. Hoy el 77% de la tierra
está en manos de apenas el 13% de
los propietarios. Además, aunque
el 94% del territorio nacional es
rural, solo el 32% de la población
vive en el campo. Mientras en las
ciudades los pobres son el 30% y los
indigentes el 7%, en el campo los
pobres son el 65% y los indigentes
el 33%. Cabe resaltar que las zonas
con alta densidad de población afro
son prácticamente las mismas donde
hay pobreza extrema.
El incremento de estos niveles de
desigualdad en gran parte responde
a la fiebre minera que padece
Colombia y el mundo, debido a los
altos precios internacionales del oro,
el níquel, el carbón y otros metales
preciosos. Por eso nuestros suelos
prometedores de riquezas se han
PARO AGRARIO: UNIDAD Y SOLUCIONES A
LA CRISIS AGRARIA
Por Alejandra Porras y Oscar Cerpa - Cedins
Foto:ElChuro
De la Cumbre al Paro
4
convertido en el escenario propicio
para despertar la ambición y el deseo
de saqueo por parte de empresas
trasnacionales que se apoyan en
un gobierno laxo en materia de
soberanía, flexible en normas
ambientales y sesgado a favor de las
empresas extractivas.
Este gobierno pretende que la
industria minera colombiana sea
para el año 2019 una de las más
importantes de Latinoamérica
y amplié su participación en la
economía nacional, sin mostrar
el más mínimo respeto por
ecosistemas como los páramos,
que producen la mayor parte
del agua colombiana, ni de los
parques nacionales, resguardos
indígenas, territorios colectivos
afrodescendientes, comunidades
indígenas y campesinas. 26 de
los 32 departamentos viven en
carne propia el fenómeno del
desplazamiento derivado de la
explotación minera y energética.
Despojo, guerra, destrucción de la
producción, desconocimiento del
campesinado, violación del derecho
a la consulta son problemáticas que
han obligado a que los campesinos se
organicen y empiecen a trabajar tanto
en reivindicaciones concretas como
en políticas públicas. Este proceso
se venía gestando desde el 2012,
alcanzó su máxima manifestación
con el paro realizado en agosto del
2013, que contó con la participación
de 18 departamentos movilizados.
el paro a la Cumbre y de la Cumbre
al Paro
Una de las estrategias usadas por
el gobierno Santos durante el
último paro fue dividir por zonas
a los campesinos y así evitar una
negociación unificada; esa es una
estrategia usada hace bastante
tiempo por las élites colombianas,
creada bajo la vieja máxima “divide
y vencerás”; y aunque fue un paro
de gran importancia, la instalación
de mesas diferenciadas hizo que se
debilitara hacia el final.
Sin embargo, esta experiencia
mostró la necesidad de coordinación
y unidad entre los distintos sectores,
en aras de confrontar el capital
y el despojo de una manera más
organizada y eficaz contra los
problemas estructurales. Así, los
afros, campesinos e indígenas
decidieron buscar caminos que
permitieran el mejoramiento de
la calidad de vida en el campo. Se
sumaron grupos de pobladores
urbanos que también se pusieron la
ruana, por decirlo coloquialmente,
y habilitaron un espacio de unidad,
discusión y propuesta en diciembre
de 2013: la Cumbre Agraria y
Popular,.
El lanzamiento de la Cumbre
fue propicio para realizar un
balance común del Paro de 2013,
proyectando así las apuestas de
unidad y las distintas propuestas
reivindicativas y programáticas de
los sectores sociales en conflicto. Se
avanzó también en la necesidad de
construcción de un pliego unitario,
que proyectara la lucha agraria y
contribuyera a la transformación
de la realidad política y social
colombiana. Así se definieron
las rutas estratégicas y los pasos
a seguir para rechazar el “pacto
agrario” firmado entre el gobierno
Santos y los poderosos gremios del
sector agrícola, que había dejado en
peores condiciones a los campesinos
pobres.
Ya en este año, desde el espacio
unitario del proceso se orientó la
realizaciónde precumbres regionales,
las cuales se realizaron en 23 regiones
y departamentos del país. Las
precurmbres sirvieron para medir el
pulso del campo, pero especialmente
paraentenderyestablecercondiciones
de actuación unitaria y darle curso
a la Cumbre Agraria, campesina,
étnica y popular. Los días 15, 16 y
17 de marzo, en la ciudad de Bogotá,
aproximadamente 4.000delegadosde
comunidades campesinas,indígenas,
afrodescendientes y populares
deliberaron sobre las necesidades del
paísentornoaprocesosdeOrdenamiento
Territorial, donde las comunidades
puedan redefinir la manera como se
organiza la producción, se distribuye el
uso del suelo, se gobierna el subsuelo,
se protege el aire y se le dan soluciones
reales al conflicto interno que vive el
país, entre otros temas estructurales.
Foto:ColombiaInforma
17
De la Cumbre al Paro
el Auto 005 del 2009, realizando las
consultas y consentimientos previos,
libres e informados y vinculantes,
antes de realizar cualquier proyecto
que afecte al territorio de indígenas,
negros y campesinos; reconociendo
los territorios Ancestrales del
pueblo Negro, constituyendo a los
consejos comunitarios como entes
territoriales, dando la aplicabilidad
de la legislación afro con el enfoque
diferencial, y que los planes de
buen vivir sean políticas públicas
dentro de las agendas nacionales
o presupuestos del gobierno,
impartiendo la cátedra afro y
la etnoeducación a partir de las
experiencias del pueblo negro.
¿Y los campesinos?
Los campesinos llegaron mucho
antes de la violencia de los años 50.
La mayoría de los campesinos de
Cajibio, incluso, son de ascendencia
indígena, hijos o nietos de indígenas
del nororiente o norte, que se fueron
buscando territorios en el centro del
Cauca y se asentaron allí. Su lucha
frontal es por la titulación de las
tierras; ellos tienen tierras, pero el
Estado no ha querido titulárselas,
al parecer tierra no hay para todos
los que la reclaman mientras se
mantenga la concentración en
manos de los terratenientes. “Claro
que en oportunidades al gobierno
también le sirve dejar el tema en
discordia, para instigar el conflicto
interétnico”, afirma Marylen Serna,
de la Asociación Campesina de
Cajibio.
“El problema con los indígenas
aparece cuando ellos van a recuperar
la madre tierra, sus territorios
ancestrales, lo que es legítimo y
nosotros lo aceptamos. El problema
es que estos territorios ya están
ocupados con campesinos, y estos
le han puesto todo su esfuerzo y su
amor y se los han ganado a pulso.
Entonces nadie se va a salir así no
más de su territorio. Otra razón por
la que se presentan los conflictos, es
porque las comunidades indígenas
a veces tienen unos cuantos de sus
miembrosenunterritoriocompartido
y por ese solo hecho solicitan la
figura de resguardo; también cuando
el gobierno le promete a los unos y le
asigna a los otros, como por ejemplo
en los Naranjos. Allí se le prometió
a los campesinos y se le tituló a
los indígenas y ellos investidos de
legalidad procedieron a desalojar
y ahí se formó el problema con los
campesinos. Igual sucedió entre
indígenas y negros en San Rafael,
en el Municipio de Santander de
Quilichao, pero entre indígenas y
negros”.
Algunos campesinos organizados
han solicitado al Incoder que les
formalice la propiedad de tierras
que han cultivado durante años
bajo la figura de Zona de Reserva
Campesina. En el Cauca piden que
les formalicen varios predios que
han trabajado en Inzá-Totoró, Itaibe-
Páez, Corinto, Miranda, Caloto
y La Vega. Esto también genera
inconformidades en unos y otros.
“Porsuparte,elIncoderha planteado,
ante las exigencias de los indígenas,
la figura de un Cauca Indio y esto
molesta a los demás que habitamos
este territorio que es de todos”.
“Pero las comunidades también
tenemos la capacidad de concertar
entre hermanos; ha habido dos
líneas de concertación, una mesa
interétnica con presencia del
Incoder, para evitar solicitudes
sobre los mismos predios, allí
participa también la gobernación,
los ministerios del Interior y de
Agricultura. Y la otra opción es la
Mesa Interétnica Autónoma, de solo
las organizaciones, con espacios
locales y regionales.
Se han llevado a cabo varios
encuentros interétnicos con el fin de
construir colectivamente una ruta
para resolución de conflictos, que
dio lugar a la mesa departamental
interétnica. Aunque se mantienen
algunas diferencias entre el CRIC y
Fensuagro, estas dos organizaciones
han adelantado recientemente
reuniones y diálogos para superar
los conflictos. “Lo más importante
es el reconocimiento de todos
como hermanos que convivimos
y luchamos por la defensa del
mismo territorio y nos encontramos
identificados en la disputa frontal
contra los verdaderos responsables
de la injusticia y la desigualdad,
que son los terratenientes, las
transnacionales y el modelo
económico neoliberal”.
Foto:Expresionesyvisiones
De la Cumbre al Paro
16
Pero más del 61% de la tierra
en el Cauca está en manos del
5% de propietarios, empresas
trasnacionales, terratenientes, familias
como los Valencia, los Mosquera y los
Arboleda, entre otras, que cultivan
pino, caña de azúcar o se dedican al
pastoreo intensivo o la producción de
ganado de lidia en donde a un solo
toro le dedican decenas de hectáreas.
En 2012, el coeficiente Gini, de
tierras, para este departamento
estaba en 0,84, tal vez el más alto
del país.
Entre tanto, indígenas, afros y
campesinos han luchado a brazo
partido por recuperar el territorio,
pero cada uno por su lado. De eso
se han beneficiado el Estado y
los grupos de poder que agencian
la disputa interétnica, porque no
pocas veces los ojos de una u otra
comunidad se ponen sobre los
mismos territorios y en varias
oportunidades el mismo gobierno
les ha prometido los territorios a
unos y se los ha titulado a los otros,
así causa los enfrentamientos. ¿Pero
qué piensan sus propios habitantes
acerca del conflicto interétnico?:
Para los indígenas
Representados mayoritariamente en
el Consejo Regional Indígena del
Cauca, CRIC, el primer elemento
a tener en cuenta es que ellos son
pueblos originarios del territorio del
Abya Yala. Estaban allí antes de la
llegada de los españoles y es legítimo
que reclamen el derecho sobre su
territorio ancestral. “No se trata
de mezquindad ni egocentrismo,
al contrario: bienvenidas todas las
culturas a nuestro territorio, pero
siempre y cuando respeten lo que
estaba establecido, como la cultura,
el amor por la tierra y en general
a las nacionalidades indígenas”,
manifiestan.
Sin enbargo después de la
independencia, en la república,
se les desconocieron la figura
del resguardo y los títulos reales
acordados y se crearon leyes que les
fueron despojando de su territorio.
Además, afirman, todo se ha venido
realizando con la aceptación política
de la sociedad y con la agresión
ideológica y cultural del Estado,
que ha impulsado y permitido su
exterminio físico. Entonces, lo que
reclaman los indígenas es básico:
hay que restituir todo lo que les
han quitado, es hora del descanso
de la madre tierra y el retorno a sus
verdaderos y legítimos ocupantes
milenarios. Los que ocuparon sus
territorios ya le sacaron suficiente
frutoyganancias;“bajoelargumento
de la palabra, el respeto y observando
la realidad actual, podemos llegar a
establecer acuerdos de convivencia
donde ganemos todos”, afirman en
su documento ¿Por qué luchamos
por la tierra?,de Gilberto Yafué, Inti
Wayna Chicangana y Martín Vidal.
¿Qué opinan los afros?
Para comprender la situación real
del pueblo negro hay que entender
los valores, los principios rectores
e históricos o de buen vivir, afirma
Armando Caracas, líder del Proceso
de Comunidades Negras, PCN. La
visión del territorio que tenemos
privilegia la identidad, que es igual
a la conciencia de nuestro origen y
del proceso de construcción social,
cultural, política y económica, la
identidadesigualalterritoriosumado
a la autonomía. “La participación es
el segundo elemento, hace parte de
nuestra conciencia que día a día se
moviliza para reiniciar sus derechos,
teniendo en cuenta que todo ha sido
conquistado, nada ha sido regalado”.
Por otra parte la autonomía es la
esencia del ser negro, cuando el
pueblo negro autónomamente toma
sus decisiones hay libertad y con
ello la paz. Podemos concluir que,
aunque las dinámicas organizativas
y las cosmovisiones son distintas en
cada grupo étnico, sumados todos
estos elementos nos enseñan qué
es el buen vivir para el bienestar
colectivo.
“Entonces no existen conflictos
entre los dos grupos étnicos, negros
e indígenas, ni tampoco con el grupo
cultural de los campesinos. Los
conflictos son gubernamentales,
ellos los han creado y lograron que
los que no conozcan de la identidad
cultural vean toda esta problemática
como un conflicto. Antiguamente
los ancestros resolvían los malos
entendidos haciendo uso del
palabrero, de las plantas para curar
las rabias, de las oraciones para alejar
las malas energías. Y así llevamos
conviviendo desde 1636 negros
e indígenas, sin que se hable de
conflicto; la palabra conflicto es un
término occidental para enfrascarnos
en una guerra y así lograr obtener
cantidades de recursos y seguir
manipulando los países y pueblos
enteros.
Según Caracas, habrá regiones en
donde probablemente existan esos
casos, pero en los valles interandinos
lo que hay es una usurpación del
territorio por parte del capitalismo
con su modelo desarrollista como
es el caso de los monocultivos: de
caña de azúcar, eucalipto, pino,
palma aceitera, piñas y diversidad
de cultivos transgénicos que han
profundizado la pobreza en los
grupos étnicos.
“En el norte del Cauca, entre el
radio de acción de los consejos
comunitarios Cuencas del Río
Cauca y micro cuenca de los ríos
Teta Mazamorrero y el Consejo
Comunitario Zanjón de Garrapatero,
el gobierno del señor Álvaro Uribe
Vélez les otorgó tierras a nuestros
hermanos indígenas para que se
constituyeran como resguardo
indígena, aun sabiendo que estos
territoriosancestralmentepertenecen
a los negros desde la trasatlántica.
Es claro que el gobierno creó,
planifico, y orquestó este conflicto
para debilitar a los grupos étnicos.
Pero no contaba con que los negros
y los indígenas podíamos avanzar
en unas concertaciones políticas
y construyéramos una ruta de
negociación que permitiera subsanar
el conflicto creado por el corrupto de
Álvaro Uribe Vélez”.
Según Caracas, si el Estado
colombiano quisiera subsanar todo
el daño que han producido sus
gobiernos, entonces reglamentaría
la ley 70 de 1993, implementando
5
De la Cumbre al Paro
Además del ambiente de hermandad
que se alcanzó entre las diferentes
vertientes y propuestas políticas,
se logró discutir en 16 mesas de
trabajo y construir y aprobar un
Pliego Unitario, que en realidad es
la base de un modelo de nuevo país,
incluyente y defensor de la vida y
el territorio. La cumbre logró sus
objetivos de unidad, construcción de
pliego y acuerdo de paro proyectado
hacia la última semana de abril
y la primera de mayo de 2014. La
Cumbre fue culminada con una
marcha de más de 30 mil personas.
Los principales aspectos del pliego
unitario construido y acordado por
unanimidad en ella, son:
Tierras, territorios colectivos y
ordenamiento territorial: son
las comunidades las que trabajan
y conocen la tierra, y deberían ser
ellas mismas quienes decidan cómo
debe ser su aprovechamiento y
distribución en una lógica de respeto
por la naturaleza para beneficio
de las comunidades y del país en
general.
Ordenamiento territorial nuevo:
que incluya Resguardos indígenas y
territorios ancestrales, Territorios
colectivos afrocolombianos, Zonas
de Reserva Campesina, Zonas
Agroalimentarias, Zonas de
biodiversidad, Territorios interétnicos
e interculturales. Estas zonas así
constituidas tendrán el carácter de
inalienables e imprescriptibles.
Economía propia contra el
modelo de despojo. “Las normas
que regulan el libre mercado han
generado un modelo de despojo
que afecta el buen vivir de las y los
pequeños productores, favoreciendo
los intereses de latifundistas y
multinacionales del agro. Como
resultado se han afectado no solo
los intereses económicos de las
comunidades rurales, sino las
prácticas culturales y de vida
asociadas a estos.”
Minería, energía y ruralidad.
Dicen los pueblos indígenas que
mientras la madre tierra esté enferma
todos los hijos e hijas de ella estarán
enfermos. La minería hace esta
certeza indiscutible. “En ese marco,
reivindicamos la necesidad de
construir un nuevo modelo minero–
energético basado en la soberanía
nacional, el aprovechamiento
planificado, el desarrollo tecnológico
propio, la protección ambiental y la
redistribución de los rendimientos
generados por las actividades
mineras y energéticas”.
Cultivos de coca, marihuana
y amapola: “Ante el fracaso y
la arbitrariedad de la política
antidrogas del Estado Colombiano,
consideramos crucial redefinir los
lineamientos que han configurado
el tratamiento a los cultivos de coca,
marihuana y amapola.” Para las
comunidades es complicado salir del
cultivo de esas sustancias si no hay
otra manera sostenible y continua de
abandonarlo y sustituirlo.
Derechos políticos, garantías,
víctimas y justicia. Se requiere
reconocimiento político de los
derechos de los campesinos,
afrocolombianos e indígenas.Acabar
con el alto número de violaciones a
los derechos humanos, la falta de
garantías para las organizaciones
sociales y populares, la constante
estigmatización, persecución y
criminalización de quienes se
movilizan para buscar una sociedad
más justa y en paz.
Derechos sociales: se insiste
en demandas históricas como
educación, salud, trabajo, vivienda
digna y recreación.
Relación campo-ciudad: se plantea
una visión integradora del territorio,
porque la tradicional distinción entre
la ciudad y el campo ha generado
grandes problemáticas sociales
y económicas. En ese orden, es
urgente eliminar las falsas barreras
entre ciudad y campo, para avanzar
en el afianzamiento de la alianza
popular a través de nuevos modelos
alternativos de construcción
territorial.
Paz, justicia social y solución
política:
Todas estas reivindicaciones y
propuestashacenpartedelapropuesta
de paz que impulsamos y ofrecemos
al país los movimientos agrarios,
sociales y populares.
El Paro, a despecho del presidente,
no solo existe sino que ya tiene una
hoja de ruta, una base de trabajo y una
propuesta de país para la vida digna.
Foto:Cahucopana
De la Cumbre al Paro
6
E
l tema de propiedad y
concentración de la tierra
en Colombia ha sido
parte integral de la política de
Estado, en términos de proteger
la concentración de la propiedad,
en perjuicio de los campesinos y
jornaleros sin tierra y en favor de
los terratenientes y ganaderos. El
problema agrario, entendido como
la concentración de la propiedad
de la tierra en pocos propietarios,
es un factor generador de pobreza e
inequidad de la sociedad, tanto en las
áreas rurales como en las urbanas, al
tiempo que representa un obstáculo
muy grande para el desarrollo de la
industria y el comercio en el marco
del mercado interno, en la medida
que los campesinos empobrecidos y
víctimas de la confrontación armada
han migrado históricamente a las
ciudades,abandonandolaproducción
de alimentos y conformando
cinturones de miseria urbanos.
En Colombia, el problema agrario
ha intentado ser resuelto a través de
leyes y decretos. Esfuerzos como la
ley 200 del 36 y la ley 100 del 44,
resultados de la visión reformista
de López Pumarejo ante el auge
de las luchas agrarias y populares
en las décadas de los veinte a los
cuarenta, fueron frustradas por la
oposición representada por el partido
conservador, los terratenientes
liberales y las jerarquías de la iglesia
católica, dando origen, a partir del
asesinato del líder popular Jorge
E. Gaitán, a la violencia liberal –
conservadora, la cual entre 1948 y
1957 ocasionó la muerte de 300.000
personas y el desplazamiento de
centenares de miles de familias
campesinas a los centros urbanos.
El esfuerzo reformista más
importante se realizó en 1961 con
la ley 135 de Reforma Agraria, la
cual partía de reconocer el problema
agrariocomounproblemaestructural
en la sociedad colombiana y la
causa principal de la violencia del
periodo 48 -57 del siglo pasado.
Sin embargo, el gobierno de Carlos
Lleras (1966- 1970), con la reforma
agraria, proyecto bandera de su
administración,enfrentólaoposición
de conservadores y terratenientes
liberales, siendo sepultada durante
el siguiente gobierno en el Acuerdo
de Chicoral, pacto que firmaron
liberales y conservadores en favor
de los terratenientes y en el cual
suprimieron la cláusula vigente
desde la ley 200, atinente a la
función social de la propiedad.
Esta idea fue remplazada por el
concepto de calificación de tierras
adecuadamente explotadas, que
sirvió como impedimento para que
un predio fuera objeto de reforma
agraria. Así se aplazó la solución
del problema agrario desde una
perspectiva reformista liberal y se
orientó a los campesinos hacia la
colonización de baldíos ubicados
más allá de la frontera agrícola,
con falsas promesas de obras
de infraestructura, educación,
salud, asistencia técnica, crédito
y desarrollo socioempresarial.
El proceso de la reforma agraria en
el periodo de Carlos Lleras estuvo
marcado por la conformación de
la ANUC (Asociación Nacional
de Usuarios Campesinos), con
el apoyo del gobierno, la cual se
dividió en dos líneas: una que
apoyaba el proceso oficial de
reforma agraria, la Línea Armenia,
y otra- Línea Sincelejo- que lo
apoyaba críticamente y utilizaba
mecanismos de lucha directa como
la invasión de latifundios. Esta lucha
presentó su mayor intensidad en
la Costa Atlántica como lucha de
resistencia al Acuerdo de Chicoral.
El gobierno de López Michelsen,
contrario a sus promesas de reforma
agraria en tiempo del movimiento
revolicionario liberal - MRL,
implementó la estrategia de hacer
más productivo el minifundio
con la aplicación de la llamada
Revolución Verde, a través del
Programa DRI - Desarollo rural
integral, consistente en proyectos
focalizados de asistencia técnica,
crédito supervisado, infraestructura
vial, de salud, eléctrica y de aulas
escolares, el cual operó en las
áreas de mayor concentración de
economías campesinas vinculadas
a la producción de alimentos de
canasta básica, dejando intacta la
propiedad monopólica de la tierra.
Esta política fue continuada por
el gobierno de Turbay Ayala y
finalmente debilitada durante el
proceso de apertura económica de
1990- 1994 hasta liquidarla durante
el gobierno de Ernesto Samper. En
1988, en el gobierno de Virgilio
Barco, surgió otra propuesta de
reforma agraria, también fallida, y
en la cual se suprimió la barrera de
la calificación de tierras introducida
por el Pacto de Chicoral, y en el
gobierno de Samper (1994- 1994)
EL PROBLEMA AGRARIO
Por Jorge Alfonso Urrea Cepeda
15
De la Cumbre al Paro
L
a lucha por el territorio no
es la lucha por la tierra. La
lucha por la tierra es la guerra
de los blancos para apropiarse de
ella. Los pueblos originarios, los
negros y los campesinos que la
han trabajado por siglos, ven en
la tierra más que un pedazo físico
de materia, la reconocen como
proveedora de vida, como guarida
para el buen vivir y tejen lazos con
ella de otra naturaleza, espirituales y
culturales. Por eso, los indígenas le
dicen la madre tierra, al igual que los
negros, que la tratan como a un ser
vivo, como lo que es. Pero también
significa mucho para los campesinos
que, como ellos mismos dicen, la han
moldeado a golpe de azadón, la han
conquistado y se la han arrebatado a
los terratenientes con sudor y sangre,
literalmente.
Hace más de cinco siglos los
invasoresespañolesseapoderaronde
los territorios que habitaban nuestros
indígenas. Después, mediante modos
de producción injustos cercaron la
tierra y los pusieron a trabajar para
ellos, a la fuerza los sometieron
culturalmente; trajeron encadenados
a nuestros hermanos negros del
África y de igual manera los
abusaron; construyeron las ciudades
a su antojo y planearon el territorio
como les pareció; del mestizaje
nacieron los campesinos pobres,
sacrificados e igualmente abusados.
En los tres millones de hectáreas
que tiene el departamento del Cauca,
al sur occidente de Colombia,
habitan aproximadamente un millón
trescientas mil personas, 20% son
indígenas y se ubican en tierras
fértiles al nororiente, el 58% son
campesinos y están en la cordillera,
y el 21% afrocolombianos en la zona
occidental. Los indígenas tienen
títulos coloniales que les entregó
la Corona Española y que fueron
reconocidos por Simón Bolívar en
1820; a los afros, luego de muchos
reclamos y luchas, mediante la
Ley 70 de 1993, les reconocieron
títulos colectivos sobre algunos de
sus territorios, y los campesinos
vienen peleando su pedazo de tierra,
la misma que se han ganado con
trabajo, desde hace mucho tiempo
y especialmente después de la
violencia de los años 50. Ellos aún
no tienen territorios colectivos por
ley, pero los siguen exigiendo.
El Instituto Colombiano de
Desarrollo Rural (Incoder) y la
Universidad Javeriana de Cali, en
una investigación muy completa,
encontraron que: los títulos de
comunidades indígenas suman por lo
menos612milhectáreas.Estastierras
hacen parte de 100 resguardos, 47
de ellos con títulos coloniales y
republicanos, y otros 53 reconocidos
mediante resoluciones emitidas por
el Incoder y que les pertenecen a 13
comunidades indígenas. El mismo
estudio indica que ante el Ministerio
del Interior están registrados 22
consejos comunitarios de afros
dueños de tierras colectivas, pero
sólo 17 de éstos están avalados por
resolución del Incoder y suman
574 mil hectáreas: cinco están en
Guapi, siete en Timbiquí y cinco
en López de Micay. Pero no hay
información disponible sobre cuántos
son los predios titulados o baldíos
explotados por campesinos. El citado
informe encontró que la mayoría
de los campesinos se concentra en
los municipios de Argelia, Rosas,
Sucre, Cajibío, El Tambo, Sotará y
La Vega.
LA LUCHA EN EL CAUCA NO ES POR
LA TIERRA SINO POR EL TERRITORIOPor Olimpo Cárdenas Delgado
Foto:PeriferiaCatalinaDuque
De la Cumbre al Paro
14
empresarios y hasta se justificó por
el entonces ministro de agricultura,
Felipe Arias, que los únicos que
sabían hacer producir el campo eran
los ricos.
Son décadas de violencia y despojo
en contra de los campesinos.
En Colombia el establecimiento
ha practicado todas las formas
posibles de violencia para acabar
con las organizaciones y las luchas
campesinas, a fin de instalar el
modelo de la globalización, la
extracción y la desertificación del
agro nacional. Cada año crece
la importación de millones de
toneladas de alimentos y proliferan
los tratados de libre comercio, la
importación de insumos químicos,
de semillas certificadas, y toda una
red de negocios que atentan contra la
soberanía y la seguridad alimentaria.
El ejecutivo y el legislativo hacen
todos los esfuerzos para armar un
andamiaje jurídico que garantice
esta indigna situación.
No cabe duda que la gota llenó
la copa y ante semejante mar de
injusticias se levantaron en casi
todos los departamentos del país
los campesinos, los indígenas y los
afrocolombianosdesdejuliode2013.
Emergió de las cenizas el sujeto
campesino, demandando derechos
y cobrando deudas pendientes al
Estado. En estas luchas el concepto
de Territorio tomó fuerza, ya no es
solo la lucha por la tierra sino por la
defensa de la cultura, de la soberanía
alimentaria y por el buen vivir.
Estas luchas están llenas de
propósitos de fondo, marcados
por la necesidad de transformar el
modelo económico; son luchas que
además vienen ganando legitimidad
en las capas medias y en los sectores
urbanos,porque,comodicenalgunos,
todos somos agrodescendientes,
todos tenemos un ancestro en el
campo, de él nos alimentamos y de
él disfrutamos. Por eso los paros
agrarios del año 2013 traían sed de
unidad y reconocimiento.
El campesinado que había sido casi
diezmado por la guerra paramilitar
continúa siendo atacado por las leyes
del despojo heredadas y lideradas,
con fuerza, por el presidente Juan
Manuel Santos. Los Santos y los
Lleras son nietos de los que en la
época de la violencia desplazaron
a nuestros abuelos campesinos.
Haciendo gala de desprecio y
cinismo, han formulado leyes que
intentan acabar la tarea que sus
abuelos empezaron: exterminar el
campesinado y apoderarse de sus
tierras, agua, minerales, su fuerza
de trabajo, su cultura, de sus hijos y
volverlos mercancía para acumular
el capital que les faltaba, para
destruir a Colombia.
En respuesta a estas leyes, en el año
2014 emerge la Cumbre Agraria,
Campesina, Étnica y Popular para
anunciar la unidad del movimiento
agrario, interétnico e intercultural
de Colombia. Esta cumbre presenta
un Pliego Unitario de 8 puntos
como propuesta para la solución
de raíz a los problemas que nos
aquejan a los campesinos, una
mesa única de negociación de los
problemas agrarios y el paro agrario
como instrumento de presión
para ser escuchados y llegar a
soluciones; estas son las claves para
la permanencia en los territorios
campesinos, ancestrales y afros con
bienestar, dignidad y autonomía.
Fotos:JorgeSilva
7
De la Cumbre al Paro
se formuló una nueva propuesta
convertida en ley, que introdujo
el criterio de que los campesinos
recibieran subsidios para la
adquisición de tierras, eliminando
la función que el INCORA había
tenido desde su fundación en 1961.
Durante el gobierno de Andrés
Pastrana, se modificó levemente
la ley 160 del gobierno anterior
en el sentido de incorporar el
tema de la vivienda rural. En el
primer gobierno de Uribe Vélez se
introdujo el criterio de pérdida de la
propiedad a propietarios ausentistas
por más de 5 años, sin embargo,
esta propuesta tenía el ánimo de
legalizar la propiedad usurpada
por los grupos paramilitares a los
campesinos. En este gobierno las
propuestas de reparación a las
familias campesinas víctimas del
despojo por parte de actores armados
fue negada con el argumento que
conduciría a la quiebra del Estado.
Elgobiernoactualharevividoeltema
del problema agrario en términos
de la ley 1448 de 2011 relativa a
Víctimas y Restitución de Tierras de
ciudadanos despojados de sus
propiedades a partir de 1991, como
complemento a los posibles acuerdos
de paz que firmen el actual gobierno
y las FARC en la Habana. Este
proceso ha estado marcado por la
lentitud burocrática y el asesinato de
líderes del movimiento campesino
y de campesinos objeto de la
restitución de tierras. De 6 millones
de hectáreas expropiadas por grupos
al margen de la ley, especialmente
por grupos paramilitares, solo
21.103 han sido restituidas durante
el presente gobierno y el 85% de las
familias afectadas no ha presentado
reclamación, según informe de la
Fundación Forjando Futuros, de
marzo de 2014. Así, pues, sigue
vigente en Colombia un sistema
económicoagrícolabasadoenlagran
propiedad agraria y la miseria de los
campesinos, sean éstos indígenas,
afrodescendientes o mestizos.
Foto:JuanSantacruz
De la Cumbre al Paro
8
L
os campesinos vuelven
a estar de moda. A siete
meses del paro agrario que
le recordó a la Colombia urbana su
origen rural, los campesinos exigen
el cumplimiento de los acuerdos a
los que llegaron en ese momento con
el gobierno de Juan Manuel Santos.
Loscampesinossientenquenotienen
cabida en este modelo productivo
que ubica en la minería a gran escala
y en la agricultura empresarial los
motores del desarrollo económico
y por eso lo desafían. En un
contexto en el que, según el analista
Alejandro Reyes, el 46 por ciento
de los habitantes rurales está en
condiciones de pobreza y el 22 por
ciento en la indigencia, la disyuntiva
es clara: resistir o desaparecer.
“Tenemos la caña al lado de la
cama”
José Harold Gómez tiene 42 años y
recuerda que en su infancia, después
de salir del colegio, iba a bañarse
con sus primos al río Desbaratado.
Luego entraban a cualquier finca
cercana y comían bananos y cacao
hasta saciarse. “Pero hoy, en la parte
plana de Miranda, el río parece
agua muerta y el que desayuna
no almuerza y el que almuerza no
come”.
Miranda es un pueblo del norte del
Cauca cuya llanura está habitada en
su mayoría por afrodescendientes.
En un tiempo la economía estuvo
sustentada por la producción en
pequeña escala de plátano, yuca,
fríjol, millo, soya, tomate y cacao.
Ahora la caña ocupa todo el espacio
hasta donde alcanza la mirada. José
HaroldGómezdicequeantessacaban
alimentos al pueblo para venderlos.
Hoy les toca ir a comprarlos porque
ya no tienen tierra para sembrar.
Según Gómez, los ingenios
azucareros nunca han utilizado
las armas para despojarlos de sus
tierras. Sus estrategias han sido más
sofisticadas. “Los ingenios compran
una hectárea a un campesino, con
sus máquinas levantan el terreno y el
vecino queda en un hueco, entonces
el agua que sale de sus procesos se
viene y le daña todos los cultivos.
Uno no tiene cómo competir y toca
vender”, explica.
El monocultivo de caña no ha
significado progreso para los
habitantes de Miranda. Gómez
dice que la producción de azúcar
incluye la quema de la caña y su
fumigación con glifosato. Y esto
causa enfermedades pulmonares y
la contaminación de las fuentes de
agua que utilizan los habitantes de
las zonas aledañas a los ingenios.
Por si fuera poco, el desempleo es
rampante porque estas empresas no
alcanzan a absorber la mano de obra
disponible en los municipios donde
se alojan.
José Harold Gómez llegó a
Bogotá, a la Cumbre Campesina,
étnica y popular para expresar su
inconformidad con esta situación.
Para solucionarla, le propone al
gobierno que les asigne tierras
para volver a producir alimentos.
¿POR QUÉ PROTESTAN
Por Esteban Montaño
Foto:ElChuro
13
De la Cumbre al Paro
La ley 100 de 1944, que más bien
se podría llamar de contrarreforma
agraria, revivia la figura de la
aparcería, eliminada por la ley 200;
de manera que los campesinos no
podrían convertirse en propietarios
de la tierra que trabajaban a diario
y durante años. Así se ponía en
práctica un juego de reforma y
contrarreforma que se mantiene
hasta nuestros días. Hasta hoy se han
llevado a cabo más de seis reformas
agrarias, con más o menos el mismo
número de contrarreformas; a la ley
200 de 1936 se le opuso la ley 100
de 1944; a la ley 135 de 1961 se le
opuso el pacto de Chicoral en 1973; a
la ley 30 de 1988 de Barco y a la 160
de 1994 de Gaviria, se le opusieron
en la práctica los paramilitares y el
gobierno de Uribe con su ministro
Arias y su violencia sin precedentes.
De la ANUC al movimiento cívico
La Asociación Nacional de Usuarios
campesinos- ANUC, fundada en
1.967 durante el gobierno de Carlos
Lleras Restrepo, nació como una
alternativa oficial que cambiaría
la distribución y propiedad de la
tierra en Colombia. Los campesinos,
principalmente en la Costa Caribe,
Magdalena Medio y Suroccidente,
alcanzaron un fuerte nivel de lucha y
de carácter gremial que les permitió
independencia de los partidos en
el poder y se adentraron con la
consigna de “la tierra para quien la
trabaja”. Así surgió el más grande
movimiento campesino que se haya
registrado en Colombia.
Luego de las luchas campesinas
de la ANUC, se registraron
diferentes formas de organización,
con influencia de la Iglesia, las
agencias gringas y las nacientes
organizaciones no gubernamentales.
El perfil de estas luchas se basó en
el desarrollo de la organización
campesina alrededor delosproyectos
productivos, ambientalistas, de
clubes de amas de casa, mujeres
cabeza de familia; respondía a un
fuerte trabajo ideológico en favor
del establecimiento, que abordaba a
los campesinos como beneficiarios
aislados de las luchas sociales y de
la lucha por la tierra.
Las luchas de los años 80 fueron
luchas cívicas, por servicios públicos
y por apertura democrática, lo que
dio origen a la elección popular
de alcaldes y gobernadores. Las
expresiones de lucha campesina
desarticuladas a mediados de los
años de 1.970 vivieron entonces
procesos de reagrupación y entraron
de nuevo en acción en el contexto de
las luchas cívicas con las marchas
campesinas.
Las marchas de la Bota Caucana,
del sur de Bolívar, Santander y
Centro Oriente, se hicieron sentir
en Colombia por salud, educación,
energía eléctrica, comercialización
de sus productos y tierra para
trabajar. La mayoría de estas fueron
reprimidas por el gobierno, de lo cual
recordamos las víctimas de la Llana
Caliente, masacre perpetrada el 29
de mayo de 1988, en San Vicente de
Chucurí, Santander, donde el ejército
disparó contra los manifestantes
dejando muertos y heridos.
Las dinámicas actuales
De estas marchas campesinas de
mayode1988 quedaronlasbasespara
la construcción de organizaciones
tan importantes como el Comité de
Integración del Macizo Colombiano,
la Federación Agrominera del Sur de
Bolivar, el Movimiento Campesino
de Centro Oriente y tantas otras
organizaciones campesinas que
hoy hacen parte del Coordinador
Nacional Agrario de Colombia,
CNA, integrado en el Congreso
de los Pueblos y el Movimiento
Campesino Internacional La Vía
Campesina.
En los años de 1990, con la
puesta en marcha de la apertura
económica, las organizaciones
campesinas se vieron forzadas a
movilizarse, principalmente los
cafeteros, haciendo movilizaciones
y paros como el del suroccidente
colombiano y la toma del parque
Murillo Toro en Ibagué. Esta
confluencia de organizaciones
campesinas, indígenas y negras
sentó las bases políticas de las
nuevas luchas campesinas para el
siglo XXI, colocando al centro de las
reivindicaciones ya no únicamente
la reivindicación histórica del
acceso a la tierra sino la defensa del
territorio, la soberanía alimentaria,
los derechos de las mujeres y los
derechos de los campesinos y
campesinas. Para ello acudieron a
un instrumento de articulación que
se lo llama el Coordinador Nacional
Agrario, el cual se constituyó como
organización agraria el 14 de febrero
de 1997.
Las décadas del 90 y el 2.000 fueron
terribles para las comunidades
campesinas. Ala par quesesustentaba
jurídicamente la aplicación del mode
lo neoliberal para Colombia, se
ejercía la más cruel violencia de la
que se tenga registro en la historia.
Las masacres y los asesinatos
obligaron a salir desplazados de los
campos colombianos a 2.500.000
personas, solo en los 8 años de
gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
En total se cuentan por lo menos
unos 6 millones de personas en
calidad de desplazamiento en todo
el país. La combinación de fuerzas
paramilitares con fuerzas represivas
del Estado fue una práctica que se
aplicó por todo el territorio nacional
con el fin de “limpiar” los territorios
y facilitar la llegada de las grandes
empresas, ya fueran nacionales o
extranjeras.
Este período se caracteriza por la
concentración de la tierra para el
monocultivo, especialmente para la
producción de agrocombustibles.
También se presentan grandes
escándalos políticos en los que
aparecen siempre vinculados los
ministros, los militares y el propio
presidente de la república por utilizar
la trampa, la ley y la criminalidad
como instrumentos para garantizarle
los negocios a sus amigos. La tierra
se le despojó a los campesinos
para entregársela a los grandes
De la Cumbre al Paro
12
“El campesino sobrevivió al
esclavismo, el campesino sobrevivió
al feudalismo, el campesino
sobrevivió a la revolución
industrial, el campesino sobrevivió
al socialismo”. La pregunta es:
¿Sobrevivirá a la globalización,
como expresión del modelo
neoliberal?
L
os campesinos en Europa
somos blancos, los campesinos
en el Asia somos amarillos,
los campesinos en medio oriente
y en la India somos renegridos,
los campesinos en África somos
negros, los campesinos en América
Latina somos negros, amarillos,
blancos y rojos a la vez; somos
hijos del “pecado”, es decir de la
violación de las madres indias por
los invasores europeos, acción que
la real academia de la lengua llamó
“mestizaje”. Qué le hacemos, hoy
por nuestras venas corre sangre
indígena, negra y blanca.
La gesta libertadora de Bolívar
conservó la hacienda como herencia
de opresión española. Indígenas,
negros y mestizos hicieron parte de
las propiedades de las familias que
se fueron configurando como los
nuevos señores del poder para la
nueva república.
Se tiene idea que en los albores
del siglo XX, más o menos en
la década de 1920 a 1930, en
Córdoba reventaron las primeras
luchas campesinas por condiciones
dignas para trabajar. Estas primeras
acciones, como expresión del
movimiento campesino por la
tierra, sentaron las primeras bases
del fundamento histórico en el que
la razón de ser del campesino es la
tierra pues sin tierra no hay proyecto
de vida campesina.
Laluchaporlapropiedaddelatierray
su administración para la agricultura
ha sido el corazón de las luchas
campesinas. La tierra debe ser para
quien la trabaja, y la movilización
campesina por este derecho ha sido
el instrumento que ha hecho crecer
el entendimiento de los campesinos
como una clase en sí y para sí;
quiere decir que para los campesinos
no hay salvadores, que la salvación
solo viene de nosotros mismos,
con nuestras luchas y poniendo en
práctica nuestras propias propuestas
y la unión de clase.
Primeras manifestaciones
organizadas
El primer intento de reforma agraria
se dio en 1936, en el gobierno de
Alfonso López Pumarejo, con la ley
200 de 1936. Por eso en los años
de 1.940, con influencia del partido
comunista, del partido liberal,
la Iglesia católica y una fuerte
influencia de los sindicatos creció la
organización campesina; se crearon
los Sindicatos Obreros Rurales,
que dinamizaron la construcción
de organización campesina. En
1942 se registró la conformación
de la Confederación Campesina e
Indígena en contra de la organización
terrateniente, opuesta a las luchas
sindicales y campesinas. Estos
terratenientes impulsaron la Ley 100
de 1944, para contrarrestar la ley 200
de 1936. Luego surgió la Federación
Agraria Nacional (Fanal), fundada
en 1946; esta fue la organización
campesina más importante hasta
el surgimiento de la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos
(ANUC).
EL MOVIMIENTO CAMPESINO
EN COLOMBIA Por Robert Daza
Foto:PrensaRural
9
De la Cumbre al Paro
“Nosotros queremos que a través de
la nueva ley de tierras nos adjudiquen
unas parcelas para poder sembrarlas
con pancoger, esa es nuestra cultura
y por nada del mundo la queremos
perder”.
“Somos mineros tradicionales
perseguidos como ilegales”
Javith Perea es el líder de la Junta
de Acción Comunal de la vereda las
Dantas, en el municipio del Bagre,
Bajo Cauca antioqueño. Esta es una
zona de tradición agrícola y minera,
en donde la extracción del oro de
las quebradas se complementa con
la siembra de plátano, yuca y arroz.
Según Perea, la minería ha sido
siempre una actividad de rebusque
porque en su pueblo la agricultura
nunca ha dado lo suficiente para
poder vivir.
“Aquí el agro no tiene un comercio
bueno, no hay vías de acceso donde
usted cultive diez o veinte hectáreas
de yuca y sepa que las puede vender
fácilmente, el arroz o el plátano
tampoco tienen buen comercio.
La agricultura no nos da para el
sostenimiento general de la familia.
La minería es para complementar lo
de los cultivos, con eso se compra
lo que hace falta para mantener a la
familia”, enfatiza Perea.
Hace unos años empezaron a llegar
retroexcavadoras a catear los ríos
de la región. Tras ellas llegaron
los grupos armados cobrando un
porcentaje de la producción e
impuestos de hasta cinco millones
de pesos por máquina. Hay empresas
que tienen diez retros trabajando al
mismo tiempo, revolcando la tierra y
desviando los cauces. En el pueblo,
la Policía detiene a todo el que saca
un castellano de oro (4,6 gramos)
porque dice que es un delito.
Javith Perea se queja porque en
su vereda llevan mucho tiempo
viviendo de esa labor y de un
momento a otro los empezaron a
tratar de ilegales. Está de acuerdo
en que hay que castigar la minería
de retroexcavadora. Pero dice que
también quieren sacar a los mineros
tradicionales para que las tierras
sean explotadas por empresas
transnacionales. Para impedirlo,
Perea le recuerda al gobierno que
ellos son los dueños legítimos del
territorio y que no quieren imaginar
la vida fuera de él.
“Tenemos el derecho a decidir
nuestra vocación productiva”
“Es que nosotros somos campesinos,
por eso no queremos la minería en
nuestros territorios”. Con esta frase,
doña Silvia Guerra, del municipio
de Támesis, intenta explicar la
oposición que desde 2011 están
ejerciendo cientos de habitantes
del suroeste antioqueño frente a las
posibilidades de que sus montañas
sean arrasadas para extraer el oro
que reposa en sus entrañas.
En el Código Minero el Estado
colombiano declara la minería como
una actividad de utilidad pública e
interés social que prevalece sobre
otras formas de ocupación del
territorio, entre ellas la agricultura.
Pero doña Silvia Guerra insiste en
que la soberanía reside en el pueblo y
por eso festejó elAcuerdo Municipal
número 009 de 2012 en el que el
Concejo de su pueblo prohibió la
exploración y la explotación minera
de metales.
La alegría duró poco. Hace pocas
semanas, y tras la consulta popular
que le dijo no a la ubicación de
residuos mineros en el municipio de
Piedras, Tolima, la Procuraduría se
pronunció en contra de este tipo de
consultas argumentando que estas
decisiones son de la órbita exclusiva
del Presidente de la República. Así
las cosas, doña Silvia Guerra siente
que cada vez son menos los recursos
para impedir que los despojen de sus
territorios.
Porque para ella la minería a cielo
abierto equivale al destierro. Más
allá de los conflictos sociales que son
inherentes a los grandes proyectos
extractivos, está segura de que si
las empresas mineras llegan, a los
habitantes del suroeste les tocará
salir porque ya no habría agua ni
animales, ni mucho menos tierra
para cultivar. Y ese panorama es
tan sombrío que doña Silvia piensa
hacer todo lo que esté a su alcance
para que les reconozcan su derecho
a decidir el destino de sus territorios.
A la espera de la respuesta del
gobierno
Javith Perea aclara que loscampesinos
son personas trabajadoras que se ven
en la obligación de reclamar ante una
situación que amenaza su existencia. El
mensajeesclaro.Sinohayunavoluntad
evidentedeatenderlasdemandasdelos
campesinos, las protestas continuarán.
Para doña Silvia Guerra no es
suficiente con pañitos de agua tibia
que responden a la coyuntura. “Es
imprescindible revisar el modelo
de desarrollo que se aplica en el
país, pues así como está planteado
no hay espacio para la agricultura
campesina”, explica.
De la Cumbre al Paro
10
E
n los últimos años las y los
colombianos hemos tratado
de reconstruir la noción de
territorio, entendido este como el
espacio, no solamente físico, en el
que las comunidades construyen su
identidad, su historia, sus propuestas
y experiencias de vida en relación con
la naturaleza. La pregunta que nos
ronda, sin embargo, por contradictoria
que parezca, es: ¿cómo proyectar
nuestra lucha más allá del territorio
específico que habitamos? Es decir,
pensar el territorio como un todo,
más allá de nuestro barrio, nuestra
vereda, nuestro municipio, nuestra
región, nuestra colectividad política
o nuestro “sector” social, de manera
que podamos articular nuestras luchas
hacia una construcción de país que
garantice condiciones de vida digna
para todos.
Dos escenarios de encuentro, reflexión
y movilización en los últimos
meses han puesto de manifiesto esa
inquietud, y a partir de ella han venido
construyendo reflexiones y propuestas
que van desde la formulación de
exigencias concretas al Estado
hasta propuestas de reorganización,
administración y cuidado del territorio
de manera autónoma.
En esos dos escenarios: la Cumbre
Agraria, campesina, étnica y popular
(15-17 de marzo) y el Foro Social
Urbano, alternativo y popular (6-9
de abril) se reflexionó acerca de la
relación entre el campo y la ciudad
bajo la conciencia de que todos,
mujeres y hombres en espacios
urbanos y rurales hacemos parte de
una sola clase oprimida y nos une
la lucha por la redistribución de
la tierra y la necesidad de dar una
valoración distinta a la naturaleza,
al trabajo, al buen vivir, ajena al
modelo extractivista y de explotación
capitalista implementado por las elites
de nuestro país.
Defender y cuidar el territorio
En términos generales, los problemas
resultantes de la implementación de
proyectos mineros y energéticos en
áreas rurales repercuten directamente
en la ciudad porque amenazan el
suministro de agua y la soberanía
alimentaria de los pueblos.
Plantear una nueva relación campo
ciudad implica comprender, además
de la relación de interdependencia del
campo y la ciudad en lo relacionado
con el suministro y la producción
de alimentos, la relación que existe
entre la llamada estructura ecológica
principal y el aprovisionamiento de
agua, aire y biodiversidad necesarios
para el sostenimiento de la vida.
El llamado que se nos hace a
campesinos y habitantes urbanos es a
juntarnos en defensa del territorio y la
soberanía alimentaria y a que exijamos
frenarlalocomotoramineroenergética,
detener la adjudicación de títulos
mineros y campos petroleros y la
DESTERRITORIALIZAR LAS
LUCHAS Y CONSTRUIR EL TERRITORIO
Por Anyela Heredia
11
De la Cumbre al Paro
intervención de nuestros ríos para el
aprovechamiento energético.
Históricamente han sido nuestras
comunidades ancestrales indígenas,
afrodescendientes y también
campesinas, las que han garantizado
el cuidado y la protección de
nuestros bienes comunes. De ahí
que se plantee la necesidad de
reconocer su labor y devolvérsela,
arrancándola de las manos de las mal
llamadas corporaciones autónomas
y ambientales, pero garantizando los
recursossuficientesparalasubsistencia
de las familias involucradas en el
proceso.
Impera la necesidad de derogar
todas las leyes que atentan contra la
soberanía de los pueblos en cuanto a
la conservación y el intercambio de
semillas,asícomolacancelacióndelos
tratados de libre comercio que atentan
contra la soberanía alimentaria, el
medio ambiente y la economía propia.
De igual manera se propone promover
el manejo público y comunitario
del agua, así como la prestación de
servicios públicos que garantice el
acceso a mínimos vitales de agua y
energía y unas tarifas accesibles a los
habitantes del campo y la ciudad.
Reorganizar el territorio
Significa también que tanto las
comunidades rurales como los
habitantes de los centros urbanos
nos involucremos activamente en
la formulación de nuestros propios
planes de vida y ordenamiento
territorial. Esos planes deberán
redefinir no solo las regiones del país
(como nos lo enseñara el maestro
Orlando Fals Borda), sino además
los usos del suelo adecuados a las
necesidades de las comunidades,
priorizando el establecimiento de
zonas específicas para la producción
agrícola de mediana y gran escala y
zonas de producción campesina para
el autoabastecimiento.
Debemos pensar y definir nuevos
centros urbanos menos aislados,
pero a la vez menos poblados, y eso
implica planificar la construcción
de una infraestructura de vías
secundarias y terciarias que posibilite
la comunicación y el intercambio
de de productos entre localidades
pequeñas.
Redefinirlastarifasdelimpuestopredial
y establecer políticas de vivienda
digna, con entornos agradables que
cuenten con espacios comunitarios
para la recreación, el ocio y la atención
de las necesidades básicas de salud y
educación. Y dejar de considerar estos
últimos como servicios para exigirlos
como derechos fundamentales.
Las comunidades indígenas y
afrocolombianasconservanydefienden
el derecho a la propiedad colectiva
sobre el territorio. Pero es posible que
haya comunidades urbanas interesadas
y dispuestas a aprender y a construir
asentamientos urbanos distintos, donde
prime la conciencia comunitaria, con
formas cooperativas de administración
que propendan por la implementación
de técnicas alternativas de construcción
de vivienda, etc.
Se propone crear sistemas de economía
propia, y para ello establecer acuerdos
regionales de soberanía alimentaria
que fortalezcan los mercados
locales y regionales y recuperen el
reconocimiento de plazas de mercado
populares; impulsar la creación de
circuitos económicos solidarios que
permitan relaciones más justas en el
intercambio de productos y servicios.
Repensar el territorio
Es importante la defensa del derecho
de las comunidades afro e indígenas
a tener una educación propia, así
como una educación acorde con las
particularidades territoriales y las
dinámicas de la vida campesina. De
igual manera es necesario que, así
como en nuestras escuelas se enseñan
idiomas extranjeros, se promueva
entre nosotros la enseñanza de las
lenguas nativas. Que así como se nos
enseña a manejar computadores y
otras herramientas tecnológicas, se
nos enseñe desde niños a implementar
prácticas agroecológicas de producción
y de economía solidaria, tanto en la
ciudad como en el campo. Hay que
reconocer la necesidad de desmitificar
los referentes teóricos europeos y
angloamericanos para recuperar
nuestros propios referentes africanos,
y latinoamericanos, y sus prácticas
ancladas en nuestra cultura, como
lo son el convite, el trueque, la mano
prestada, las mingas de pensamiento,
entre otras prácticas comunitarias y
anticapitalistas.
Descolonizar nuestro pensamiento
exige un cambio de mentalidad que
comprenda la interculturalidad, que
garantice una división del trabajo
justa y equitativa, que cuestione
permanentemente y genere nuevas
prácticas de consumo en torno a la
satisfacción de necesidades básicas.
Repensar el territorio nos exige,
además, replantear la relación histórica
de subordinación que existe del
campo a la ciudad, de las mujeres a los
hombres, de los trabajadores al patrón;
y nos interpela para que volvamos a
soñar, a encarnar y a llamar por su
nombre nuestra utopía socialista,
anticapitalista y antipatriarcal.
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Periferia suplemento "Parar para avanzar"

  • 1. De la Cumbre al Paro 20 www.periferiaprensa.com Imagen:LisdeyAlzate ...viva el paro agrario y popular ! 1 De la Cumbre al Paro Suplemento Especial Mayo de 2014 PARAR PARA AVANZAR Foto:PrensaRural
  • 2. De la Cumbre al Paro 2 2 Contenido PARO AGRARIO EL PROBLEMA AGRARIO ¿POR QUÉ PROTESTAN? 3 Ya es una verdad a gritos aquello de que la terrible desigualdad en la distribución de la tierra y los usos inadecuados de ella han sido un combustible permanente para la guerra en Colombia. Pero la situación no mejora ni se ven políticas públicas orientadas a este propósito. Por el contrario, la política agraria de los sucesivos gobiernos se hace cada vez más descarada con la suerte de las comunidades rurales, el proceso paramilitar agenciado por importantes instancias del Estado ha provocado un destierro epidémico de los campesinos y una reconcentración de la tierra en manos de los terratenientes y las empresas transnacionales que la han puesto en función no de la producción de alimentos sino del desarrollo de proyectos mineroenérgéticos. Como si fuera poco, los tratados de libre comercio, el modelo extractivista impuesto por el gobierno y la locomotora mineroenergética como motor del desarrollo han arrinconado tanto a las comunidades rurales que las tienen hoy como especie en vía de extinción. Y las comunidades rurales ha reaccionado en diversas ocasiones y siempre han recibido la misma respuesta del Estado: represión, deslegitimación mediática e incumplimiento de los acuerdos. ¿Hasta dónde llegará esta dinámica infernal? El gobierno cree poder mantenerla indefinidamente, pero las comunidades rurales están empeñadas en romperla de una vez y para siempre. El paro que realizaron a finales del año pasado estremeció al país como hacía muchos años no lo sacudía ninguna movilización popular. El gobierno, cínicamente, quiso asumirlo como un juego, y hasta llegó a afirmar que el tal paro agrario no existía. Confió demasiado en su poder mediático, pero tuvo que lamentarlo después con creces, porque las comunidades campesinas, indignadas por el desprecio del gobierno, sacaron todos sus esfuerzos y paralizaron al país, generando una crisis de desabastecimiento en las principales ciudades y ganando la solidaridad combativa de buena parte de los sectores y organizaciones populares. Aún así, el gobierno siguió jugando, sin saber que lo estaba haciendo con fuego. Incumplió los acuerdos que se vio obligado a firmar con el movimiento campesino y creyó que podía seguir tan horondo. No se ha enterado el gobierno que la tragedia que ha sembrado en el campo engendra a su vez la fuerza de resistencia de las comunidades rurales, pues ahora dichas comunidades se enfrentan a la dicotomía perversa de luchar o perecer. El señor presidente ha despertado la fuerza de un león, pero cree que puede seguir jugando con el gato. Ese león proyecta paralizar nuevamente el país desde la primera semana de mayo. Y en estos meses de incumplimiento ha logrado madurar sus estrategias de lucha y clarificar sus propuestas y reclamos. Sobre todo ha logrado avanzar en la construcción de un proceso de unidad con todos los sectores populares, convencidos ya de que el problema agrario está desatando una crisis política y social sin precedentes, en la que se pone en juego la soberanía alimentaria y con ella la vida misma de todos los pobres del país. Un león ha despertado con toda su furia y nosotros publicamos este dossier para saludarlo con alborozo, porque ya era hora de que el movimiento popular se sacudiera su letargo y asumiera conciencia de su fuerza y de la ignominia que padece. También lo saludamos con la esperanza de que este movimiento se convierta al fin en un gran paro cívico que haga tambalear los cimientos del establecimiento y logre avanzar en transformaciones de fondo al modelo social y económico que nos han impuesto a sangre y fuego. EL LEÓN HA DESPERTADO Y RUGUE Diseño y concepto gráfico Yesid Zapata Impreso Centro de artes gráficas Periferia REPENSANDO EL TERRITORIO 6 8 10 MOVIMIENTO CAMPESINO 12 15 CONFLICTOS INTER -ÉTNICOS 18 SUJETO CAMPESINO 19 De la Cumbre al Paro programas de chismes. Con él se instala la cultura consumista de las grandes urbes a través de toda la estrategia publicitaria del mercado. En la medida en que la ciudad moderna aparece como un ideal de la civilización y su infraestructura de concreto como un ideal de progreso, el campesinado la observa como una meta a donde llegar. Y esto crea en los jóvenes campesinos desprecio por la vida en el campo. Tengo un primo que se metió a soldado profesional porque no quería trabajar la tierra, le parecía la tarea más dura y degradante. Como él hay muchos jóvenes que abandonan el campo guiados por la industria cultural que les ha enseñado a despreciar la vida campesina y a añorar el vértigo de la ciudad. Lo peor es que ahora esos ideales de la vida citadina se llevan al campo de la mano de los megaproyectos mineroenergéticos y de infraestructura. En los pueblos más alejados hoy campean las grandes discotecas que muelen reggaetón, las motos de alto cilindraje y las camionetas vuelan por sus calles, y los jóvenes exhiben orgullosos sus ropas de marca. Así se imponen en el territorio rural los valores de la ciudad moderna, que privilegia el paisaje de cemento al paisaje natural y promueve una relación impersonal con el territorio. Todo esto nos habla de un proceso de desdibujamiento de lo que podríamos llamar identidad campesina, que ha traído, desde luego, una reducción de la fuerza del campesinado como sujeto político. No obstante, muchas de las familias que viven en el campo y las organizaciones que las agrupan se han empeñadoconfuerzaenelsostenimiento de una tradición campesina que es hoy por hoy uno de los baluartes más importantes y eficaces en las luchas de resistencia contra el capitalismo. Así, pues, tenemos que asumir la tradición y la identidad campesina como algo que urge recuperar, fortalecer, renovar y proyectar más allá de las comunidades campesinas mismas. No se trata de una relación acrítica con dicha tradición, sino de la intencionalidad de recuperar en la tradición aquellos elementos que permiten resistir el embate arrollador de la modernidad capitalista, dando un paso más allá de esta en términos de la valoración de la vida, de la cohesión social, del trabajo comunitario y de la apropiación colectiva de los recursos de la naturaleza. La identidad campesina está arraigada en el territorio y en la producción de todo lo necesario para la subsistencia, porque no hay nada de lo que nosotros necesitamos y consumimos que no provenga de la naturaleza, y el campesino (en este caso es válido para todos los pobladores rurales) es el contacto directo con esa nuestra fuente de subsistencia. Por eso ha develado los secretos de la naturaleza que le permiten obtener de ella lo mejor, sin dañarla. Son ellos quienes más cerca se mantienen de la vida en todas sus formas naturales y quienes han desarrollado la conciencia de que nuestra subsistencia depende de la preservación de la naturaleza misma. En ellos perviven los secretos que pueden garantizar que volvamos a tener una relación simbiótica con la naturaleza, que se preserve la diversidad de la vida misma y de la producción, que se generalicen las prácticas de producción limpia y ecológica, por mencionar apenas algunos aspectos de la tradición campesina que pueden y de hecho se están constituyendo en pilares de resistencia contra la civilización impuesta por el capitalismo. Se trata de recuperar estos valores y estas lógicas no para que sean encarnados por los campesinos sino para que empiecen a permear nuestras formas de vida en todos los escenarios sociales, como forma también de romper la confrontación entre la vida rural y la urbana. Ojalá nuestros hijos y nietos aprendieran de nuevo a sembrar y regresaran al campo, no de vacaciones sino a instalarse allí y deconstruir las relaciones de instrumentación que la ciudad mantiene con el campo. La resistencia se nutriría entonces con esa tradición campesina que pone su mayor empeño en la preservación de la vida en todas sus dimensiones. Foto:JimmyFernandoTorres
  • 3. De la Cumbre al Paro 18 M is padres fueron campesinos sin tierra, como la mayoría de campesinos colombianos. Tuvieron 14 hijos, de los cuales se murieron 7 por desnutrición y otras enfermedades curables sin haber llegado a los cinco años. Los que sobrevivimos estamos todos en la ciudad y hemos olvidado cómo trabajar el campo, y, sobre todo, nadie puede imaginarse seriamente volver a la vida de campesino. Un día mi hermana mayor viajó al pueblo y alguien convenció a mi padre para que duplicara sus esfuerzos y la dejara estudiando. Esa hija se graduó de normalista, consiguió trabajo de profesora y se hizo cargo de sus otros hermanos, hasta que se le presentó la oportunidad y nos trajo a estudiar a la ciudad. Liberado de las responsabilidades económicas con sus hijos, mi padre se dedicó a conseguir tierra para cultivar. Se empeñó con la Caja Agraria y compró algunos predios que nunca pudo poner a producir por falta de capital y de fuerzas para el trabajo duro del campo. Hasta el último día de su vida mi padre pagó en la Caja Agraria, aunque los últimos cinco años estuvo recluido en casa de mi hermana por un cáncer de estómago que lo doblegó. Por amor, mi padre nos mandó a estudiar a la ciudad, con la conciencia de que no volveríamos al campo sino de vacaciones. Aunque él amaba la vida campesina, sabía que no había oportunidades para nosotros. Y así han salido millones de personas del campo en el último medio siglo. El sueño de todo campesino es, en la medida de sus posibilidades, mandar a sus hijos a estudiar a la ciudad para que tengan acceso a una mejor vida, y la mayoría de ellos olvida sus raíces, se asimila a la vida urbana y al final se trae a sus padres, ya derrotados por la edad y la fatiga. Hastaahorasehancontabilizado,aunque malamente, los millones de campesinos desplazados por la violencia, pero no se ha hecho una estadística de los campesinos desplazados por la falta de oportunidades económicas en sus territorios, que seguramente son muchísimos más, con lo cual el fenómeno se ha asumido simplemente como algo natural. Pero esa realidad no es un destino del campesino, sino una proyección política de la elite colombiana. Ya en los años cincuentaeleconomistaLauchinCurrie, como asesor del gobierno, proponía concentrar la tierra y ponerla en función de grandes procesos industriales de producción para el mercado, lo cual exigía el desplazamiento, a como diera lugar, del campesino. A parte de esta realidad está el embate ideológico de la modernidad a través de la educación, los medios de comunicación y los distintos mecanismos culturales a través de los cuales se relega a los campesinos a una posición de inferioridad frente a los habitantes urbanos. Y sobre todo ha llevado al campesino a renegar de sus propias formas de vida. Recuerdo de mis tiempos de niño el chiste con la consigna de que “Radio Cristal está en todas partes”, y no dejaba al campesino cagar tranquilo en el monte. La radio comercial fue la primera penetración cultural de la ciudad y todo su ideal de vida en el ambiente campesino. Hoy, en cualquier casa campesina, por pobre y aislada que esté, hay un televisor que presenta telenovelas, series de narcos y SUJETO E IDENTIDAD CAMPESINA Por Rubén Darío Zapata Foto:Periferia 3 De la Cumbre al Paro E l pasado paro agrario, que se inicióel19deAgostodel2013, fue el resultado y expresión de los problemas estructurales que sufren los campesinos, el campo y la agricultura del país. Estos problemas se han agravado en los últimos años por la orientación destructiva de las políticas públicas hacia ese sector y el debilitamiento de la institucionalidad rural que favorece intereses de las grandes transnacionales de los agronegocios y la minería. El debilitamiento del sector rural es un problema notable desde comienzos del siglo XX, cuando distintos gobiernosliberalesrealizaronalgunos cambios bajo el nombre de “reforma agraria”, que realmente beneficiaron poco al campesino colombiano. Desde entonces la estructura de la tenencia de la tierra sirve de base para las peores inequidades hacia el campesinado, al tiempo que ha sustentado una clase parasitaria y violenta como son los terratenientes, convertidos hoy en empresarios del campo. Con la apertura económica y el neoliberalismo de los años 90, la situación empeoró, ya que las dinámicas productivas del país se orientaron a la importación de productos a menor precio. Esto destruyó líneas enteras de la economía agraria como los cereales; al mismo tiempo la guerra contra el campesino pobre, a través del destierro, le despojó cerca de 10 millones de hectáreas, utilizadas hoy para monocultivos y actividades mineroenergéticas. El gobierno de Uribe entre 2002 y 2010 institucionalizó esta práctica y legisló en favor de ella. Lalocomotoranodejaprosperidad Con la llegada de Juan Manuel Santos a la presidencia y su plan de desarrollo“ProsperidadParaTodos”, las tendencias históricas en el uso del suelo se mantienen y se acentúan en un modelo extractivista que trae consigo el despojo de las tierras y el debilitamiento del sector agricultor a través de una gran cantidad de tratados de libre comercio (TLC), la pérdida de la soberanía sobre las semillas, los desplazamientos forzados a los habitantes del campo y, por otro lado, los fuertes impactos ambientales como la contaminación a fuentes hídricas. Con todo ello, la pobreza y la miseria se generalizan en los campos colombianos. Uno de los datos que permiten visibilizar los profundos niveles de desigualdad es el índice Gini de concentración de ingresos, que en el país es de 0.561 . Por eso el 10 % más rico en Colombia se lleva la mitad de la riqueza, mientras que el 1 El índice Gini mide hasta qué punto la distribución entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una distribución equitativa, entre más cercano este a 0 más equitativa es esta distribución. 10 % más pobre apenas tiene el 0,6 %. El índice de Gini rural, que mide la desigualdad en la propiedad de la tierra, en la última década pasó de 0,74 a 0,88. Hoy el 77% de la tierra está en manos de apenas el 13% de los propietarios. Además, aunque el 94% del territorio nacional es rural, solo el 32% de la población vive en el campo. Mientras en las ciudades los pobres son el 30% y los indigentes el 7%, en el campo los pobres son el 65% y los indigentes el 33%. Cabe resaltar que las zonas con alta densidad de población afro son prácticamente las mismas donde hay pobreza extrema. El incremento de estos niveles de desigualdad en gran parte responde a la fiebre minera que padece Colombia y el mundo, debido a los altos precios internacionales del oro, el níquel, el carbón y otros metales preciosos. Por eso nuestros suelos prometedores de riquezas se han PARO AGRARIO: UNIDAD Y SOLUCIONES A LA CRISIS AGRARIA Por Alejandra Porras y Oscar Cerpa - Cedins Foto:ElChuro
  • 4. De la Cumbre al Paro 4 convertido en el escenario propicio para despertar la ambición y el deseo de saqueo por parte de empresas trasnacionales que se apoyan en un gobierno laxo en materia de soberanía, flexible en normas ambientales y sesgado a favor de las empresas extractivas. Este gobierno pretende que la industria minera colombiana sea para el año 2019 una de las más importantes de Latinoamérica y amplié su participación en la economía nacional, sin mostrar el más mínimo respeto por ecosistemas como los páramos, que producen la mayor parte del agua colombiana, ni de los parques nacionales, resguardos indígenas, territorios colectivos afrodescendientes, comunidades indígenas y campesinas. 26 de los 32 departamentos viven en carne propia el fenómeno del desplazamiento derivado de la explotación minera y energética. Despojo, guerra, destrucción de la producción, desconocimiento del campesinado, violación del derecho a la consulta son problemáticas que han obligado a que los campesinos se organicen y empiecen a trabajar tanto en reivindicaciones concretas como en políticas públicas. Este proceso se venía gestando desde el 2012, alcanzó su máxima manifestación con el paro realizado en agosto del 2013, que contó con la participación de 18 departamentos movilizados. el paro a la Cumbre y de la Cumbre al Paro Una de las estrategias usadas por el gobierno Santos durante el último paro fue dividir por zonas a los campesinos y así evitar una negociación unificada; esa es una estrategia usada hace bastante tiempo por las élites colombianas, creada bajo la vieja máxima “divide y vencerás”; y aunque fue un paro de gran importancia, la instalación de mesas diferenciadas hizo que se debilitara hacia el final. Sin embargo, esta experiencia mostró la necesidad de coordinación y unidad entre los distintos sectores, en aras de confrontar el capital y el despojo de una manera más organizada y eficaz contra los problemas estructurales. Así, los afros, campesinos e indígenas decidieron buscar caminos que permitieran el mejoramiento de la calidad de vida en el campo. Se sumaron grupos de pobladores urbanos que también se pusieron la ruana, por decirlo coloquialmente, y habilitaron un espacio de unidad, discusión y propuesta en diciembre de 2013: la Cumbre Agraria y Popular,. El lanzamiento de la Cumbre fue propicio para realizar un balance común del Paro de 2013, proyectando así las apuestas de unidad y las distintas propuestas reivindicativas y programáticas de los sectores sociales en conflicto. Se avanzó también en la necesidad de construcción de un pliego unitario, que proyectara la lucha agraria y contribuyera a la transformación de la realidad política y social colombiana. Así se definieron las rutas estratégicas y los pasos a seguir para rechazar el “pacto agrario” firmado entre el gobierno Santos y los poderosos gremios del sector agrícola, que había dejado en peores condiciones a los campesinos pobres. Ya en este año, desde el espacio unitario del proceso se orientó la realizaciónde precumbres regionales, las cuales se realizaron en 23 regiones y departamentos del país. Las precurmbres sirvieron para medir el pulso del campo, pero especialmente paraentenderyestablecercondiciones de actuación unitaria y darle curso a la Cumbre Agraria, campesina, étnica y popular. Los días 15, 16 y 17 de marzo, en la ciudad de Bogotá, aproximadamente 4.000delegadosde comunidades campesinas,indígenas, afrodescendientes y populares deliberaron sobre las necesidades del paísentornoaprocesosdeOrdenamiento Territorial, donde las comunidades puedan redefinir la manera como se organiza la producción, se distribuye el uso del suelo, se gobierna el subsuelo, se protege el aire y se le dan soluciones reales al conflicto interno que vive el país, entre otros temas estructurales. Foto:ColombiaInforma 17 De la Cumbre al Paro el Auto 005 del 2009, realizando las consultas y consentimientos previos, libres e informados y vinculantes, antes de realizar cualquier proyecto que afecte al territorio de indígenas, negros y campesinos; reconociendo los territorios Ancestrales del pueblo Negro, constituyendo a los consejos comunitarios como entes territoriales, dando la aplicabilidad de la legislación afro con el enfoque diferencial, y que los planes de buen vivir sean políticas públicas dentro de las agendas nacionales o presupuestos del gobierno, impartiendo la cátedra afro y la etnoeducación a partir de las experiencias del pueblo negro. ¿Y los campesinos? Los campesinos llegaron mucho antes de la violencia de los años 50. La mayoría de los campesinos de Cajibio, incluso, son de ascendencia indígena, hijos o nietos de indígenas del nororiente o norte, que se fueron buscando territorios en el centro del Cauca y se asentaron allí. Su lucha frontal es por la titulación de las tierras; ellos tienen tierras, pero el Estado no ha querido titulárselas, al parecer tierra no hay para todos los que la reclaman mientras se mantenga la concentración en manos de los terratenientes. “Claro que en oportunidades al gobierno también le sirve dejar el tema en discordia, para instigar el conflicto interétnico”, afirma Marylen Serna, de la Asociación Campesina de Cajibio. “El problema con los indígenas aparece cuando ellos van a recuperar la madre tierra, sus territorios ancestrales, lo que es legítimo y nosotros lo aceptamos. El problema es que estos territorios ya están ocupados con campesinos, y estos le han puesto todo su esfuerzo y su amor y se los han ganado a pulso. Entonces nadie se va a salir así no más de su territorio. Otra razón por la que se presentan los conflictos, es porque las comunidades indígenas a veces tienen unos cuantos de sus miembrosenunterritoriocompartido y por ese solo hecho solicitan la figura de resguardo; también cuando el gobierno le promete a los unos y le asigna a los otros, como por ejemplo en los Naranjos. Allí se le prometió a los campesinos y se le tituló a los indígenas y ellos investidos de legalidad procedieron a desalojar y ahí se formó el problema con los campesinos. Igual sucedió entre indígenas y negros en San Rafael, en el Municipio de Santander de Quilichao, pero entre indígenas y negros”. Algunos campesinos organizados han solicitado al Incoder que les formalice la propiedad de tierras que han cultivado durante años bajo la figura de Zona de Reserva Campesina. En el Cauca piden que les formalicen varios predios que han trabajado en Inzá-Totoró, Itaibe- Páez, Corinto, Miranda, Caloto y La Vega. Esto también genera inconformidades en unos y otros. “Porsuparte,elIncoderha planteado, ante las exigencias de los indígenas, la figura de un Cauca Indio y esto molesta a los demás que habitamos este territorio que es de todos”. “Pero las comunidades también tenemos la capacidad de concertar entre hermanos; ha habido dos líneas de concertación, una mesa interétnica con presencia del Incoder, para evitar solicitudes sobre los mismos predios, allí participa también la gobernación, los ministerios del Interior y de Agricultura. Y la otra opción es la Mesa Interétnica Autónoma, de solo las organizaciones, con espacios locales y regionales. Se han llevado a cabo varios encuentros interétnicos con el fin de construir colectivamente una ruta para resolución de conflictos, que dio lugar a la mesa departamental interétnica. Aunque se mantienen algunas diferencias entre el CRIC y Fensuagro, estas dos organizaciones han adelantado recientemente reuniones y diálogos para superar los conflictos. “Lo más importante es el reconocimiento de todos como hermanos que convivimos y luchamos por la defensa del mismo territorio y nos encontramos identificados en la disputa frontal contra los verdaderos responsables de la injusticia y la desigualdad, que son los terratenientes, las transnacionales y el modelo económico neoliberal”. Foto:Expresionesyvisiones
  • 5. De la Cumbre al Paro 16 Pero más del 61% de la tierra en el Cauca está en manos del 5% de propietarios, empresas trasnacionales, terratenientes, familias como los Valencia, los Mosquera y los Arboleda, entre otras, que cultivan pino, caña de azúcar o se dedican al pastoreo intensivo o la producción de ganado de lidia en donde a un solo toro le dedican decenas de hectáreas. En 2012, el coeficiente Gini, de tierras, para este departamento estaba en 0,84, tal vez el más alto del país. Entre tanto, indígenas, afros y campesinos han luchado a brazo partido por recuperar el territorio, pero cada uno por su lado. De eso se han beneficiado el Estado y los grupos de poder que agencian la disputa interétnica, porque no pocas veces los ojos de una u otra comunidad se ponen sobre los mismos territorios y en varias oportunidades el mismo gobierno les ha prometido los territorios a unos y se los ha titulado a los otros, así causa los enfrentamientos. ¿Pero qué piensan sus propios habitantes acerca del conflicto interétnico?: Para los indígenas Representados mayoritariamente en el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, el primer elemento a tener en cuenta es que ellos son pueblos originarios del territorio del Abya Yala. Estaban allí antes de la llegada de los españoles y es legítimo que reclamen el derecho sobre su territorio ancestral. “No se trata de mezquindad ni egocentrismo, al contrario: bienvenidas todas las culturas a nuestro territorio, pero siempre y cuando respeten lo que estaba establecido, como la cultura, el amor por la tierra y en general a las nacionalidades indígenas”, manifiestan. Sin enbargo después de la independencia, en la república, se les desconocieron la figura del resguardo y los títulos reales acordados y se crearon leyes que les fueron despojando de su territorio. Además, afirman, todo se ha venido realizando con la aceptación política de la sociedad y con la agresión ideológica y cultural del Estado, que ha impulsado y permitido su exterminio físico. Entonces, lo que reclaman los indígenas es básico: hay que restituir todo lo que les han quitado, es hora del descanso de la madre tierra y el retorno a sus verdaderos y legítimos ocupantes milenarios. Los que ocuparon sus territorios ya le sacaron suficiente frutoyganancias;“bajoelargumento de la palabra, el respeto y observando la realidad actual, podemos llegar a establecer acuerdos de convivencia donde ganemos todos”, afirman en su documento ¿Por qué luchamos por la tierra?,de Gilberto Yafué, Inti Wayna Chicangana y Martín Vidal. ¿Qué opinan los afros? Para comprender la situación real del pueblo negro hay que entender los valores, los principios rectores e históricos o de buen vivir, afirma Armando Caracas, líder del Proceso de Comunidades Negras, PCN. La visión del territorio que tenemos privilegia la identidad, que es igual a la conciencia de nuestro origen y del proceso de construcción social, cultural, política y económica, la identidadesigualalterritoriosumado a la autonomía. “La participación es el segundo elemento, hace parte de nuestra conciencia que día a día se moviliza para reiniciar sus derechos, teniendo en cuenta que todo ha sido conquistado, nada ha sido regalado”. Por otra parte la autonomía es la esencia del ser negro, cuando el pueblo negro autónomamente toma sus decisiones hay libertad y con ello la paz. Podemos concluir que, aunque las dinámicas organizativas y las cosmovisiones son distintas en cada grupo étnico, sumados todos estos elementos nos enseñan qué es el buen vivir para el bienestar colectivo. “Entonces no existen conflictos entre los dos grupos étnicos, negros e indígenas, ni tampoco con el grupo cultural de los campesinos. Los conflictos son gubernamentales, ellos los han creado y lograron que los que no conozcan de la identidad cultural vean toda esta problemática como un conflicto. Antiguamente los ancestros resolvían los malos entendidos haciendo uso del palabrero, de las plantas para curar las rabias, de las oraciones para alejar las malas energías. Y así llevamos conviviendo desde 1636 negros e indígenas, sin que se hable de conflicto; la palabra conflicto es un término occidental para enfrascarnos en una guerra y así lograr obtener cantidades de recursos y seguir manipulando los países y pueblos enteros. Según Caracas, habrá regiones en donde probablemente existan esos casos, pero en los valles interandinos lo que hay es una usurpación del territorio por parte del capitalismo con su modelo desarrollista como es el caso de los monocultivos: de caña de azúcar, eucalipto, pino, palma aceitera, piñas y diversidad de cultivos transgénicos que han profundizado la pobreza en los grupos étnicos. “En el norte del Cauca, entre el radio de acción de los consejos comunitarios Cuencas del Río Cauca y micro cuenca de los ríos Teta Mazamorrero y el Consejo Comunitario Zanjón de Garrapatero, el gobierno del señor Álvaro Uribe Vélez les otorgó tierras a nuestros hermanos indígenas para que se constituyeran como resguardo indígena, aun sabiendo que estos territoriosancestralmentepertenecen a los negros desde la trasatlántica. Es claro que el gobierno creó, planifico, y orquestó este conflicto para debilitar a los grupos étnicos. Pero no contaba con que los negros y los indígenas podíamos avanzar en unas concertaciones políticas y construyéramos una ruta de negociación que permitiera subsanar el conflicto creado por el corrupto de Álvaro Uribe Vélez”. Según Caracas, si el Estado colombiano quisiera subsanar todo el daño que han producido sus gobiernos, entonces reglamentaría la ley 70 de 1993, implementando 5 De la Cumbre al Paro Además del ambiente de hermandad que se alcanzó entre las diferentes vertientes y propuestas políticas, se logró discutir en 16 mesas de trabajo y construir y aprobar un Pliego Unitario, que en realidad es la base de un modelo de nuevo país, incluyente y defensor de la vida y el territorio. La cumbre logró sus objetivos de unidad, construcción de pliego y acuerdo de paro proyectado hacia la última semana de abril y la primera de mayo de 2014. La Cumbre fue culminada con una marcha de más de 30 mil personas. Los principales aspectos del pliego unitario construido y acordado por unanimidad en ella, son: Tierras, territorios colectivos y ordenamiento territorial: son las comunidades las que trabajan y conocen la tierra, y deberían ser ellas mismas quienes decidan cómo debe ser su aprovechamiento y distribución en una lógica de respeto por la naturaleza para beneficio de las comunidades y del país en general. Ordenamiento territorial nuevo: que incluya Resguardos indígenas y territorios ancestrales, Territorios colectivos afrocolombianos, Zonas de Reserva Campesina, Zonas Agroalimentarias, Zonas de biodiversidad, Territorios interétnicos e interculturales. Estas zonas así constituidas tendrán el carácter de inalienables e imprescriptibles. Economía propia contra el modelo de despojo. “Las normas que regulan el libre mercado han generado un modelo de despojo que afecta el buen vivir de las y los pequeños productores, favoreciendo los intereses de latifundistas y multinacionales del agro. Como resultado se han afectado no solo los intereses económicos de las comunidades rurales, sino las prácticas culturales y de vida asociadas a estos.” Minería, energía y ruralidad. Dicen los pueblos indígenas que mientras la madre tierra esté enferma todos los hijos e hijas de ella estarán enfermos. La minería hace esta certeza indiscutible. “En ese marco, reivindicamos la necesidad de construir un nuevo modelo minero– energético basado en la soberanía nacional, el aprovechamiento planificado, el desarrollo tecnológico propio, la protección ambiental y la redistribución de los rendimientos generados por las actividades mineras y energéticas”. Cultivos de coca, marihuana y amapola: “Ante el fracaso y la arbitrariedad de la política antidrogas del Estado Colombiano, consideramos crucial redefinir los lineamientos que han configurado el tratamiento a los cultivos de coca, marihuana y amapola.” Para las comunidades es complicado salir del cultivo de esas sustancias si no hay otra manera sostenible y continua de abandonarlo y sustituirlo. Derechos políticos, garantías, víctimas y justicia. Se requiere reconocimiento político de los derechos de los campesinos, afrocolombianos e indígenas.Acabar con el alto número de violaciones a los derechos humanos, la falta de garantías para las organizaciones sociales y populares, la constante estigmatización, persecución y criminalización de quienes se movilizan para buscar una sociedad más justa y en paz. Derechos sociales: se insiste en demandas históricas como educación, salud, trabajo, vivienda digna y recreación. Relación campo-ciudad: se plantea una visión integradora del territorio, porque la tradicional distinción entre la ciudad y el campo ha generado grandes problemáticas sociales y económicas. En ese orden, es urgente eliminar las falsas barreras entre ciudad y campo, para avanzar en el afianzamiento de la alianza popular a través de nuevos modelos alternativos de construcción territorial. Paz, justicia social y solución política: Todas estas reivindicaciones y propuestashacenpartedelapropuesta de paz que impulsamos y ofrecemos al país los movimientos agrarios, sociales y populares. El Paro, a despecho del presidente, no solo existe sino que ya tiene una hoja de ruta, una base de trabajo y una propuesta de país para la vida digna. Foto:Cahucopana
  • 6. De la Cumbre al Paro 6 E l tema de propiedad y concentración de la tierra en Colombia ha sido parte integral de la política de Estado, en términos de proteger la concentración de la propiedad, en perjuicio de los campesinos y jornaleros sin tierra y en favor de los terratenientes y ganaderos. El problema agrario, entendido como la concentración de la propiedad de la tierra en pocos propietarios, es un factor generador de pobreza e inequidad de la sociedad, tanto en las áreas rurales como en las urbanas, al tiempo que representa un obstáculo muy grande para el desarrollo de la industria y el comercio en el marco del mercado interno, en la medida que los campesinos empobrecidos y víctimas de la confrontación armada han migrado históricamente a las ciudades,abandonandolaproducción de alimentos y conformando cinturones de miseria urbanos. En Colombia, el problema agrario ha intentado ser resuelto a través de leyes y decretos. Esfuerzos como la ley 200 del 36 y la ley 100 del 44, resultados de la visión reformista de López Pumarejo ante el auge de las luchas agrarias y populares en las décadas de los veinte a los cuarenta, fueron frustradas por la oposición representada por el partido conservador, los terratenientes liberales y las jerarquías de la iglesia católica, dando origen, a partir del asesinato del líder popular Jorge E. Gaitán, a la violencia liberal – conservadora, la cual entre 1948 y 1957 ocasionó la muerte de 300.000 personas y el desplazamiento de centenares de miles de familias campesinas a los centros urbanos. El esfuerzo reformista más importante se realizó en 1961 con la ley 135 de Reforma Agraria, la cual partía de reconocer el problema agrariocomounproblemaestructural en la sociedad colombiana y la causa principal de la violencia del periodo 48 -57 del siglo pasado. Sin embargo, el gobierno de Carlos Lleras (1966- 1970), con la reforma agraria, proyecto bandera de su administración,enfrentólaoposición de conservadores y terratenientes liberales, siendo sepultada durante el siguiente gobierno en el Acuerdo de Chicoral, pacto que firmaron liberales y conservadores en favor de los terratenientes y en el cual suprimieron la cláusula vigente desde la ley 200, atinente a la función social de la propiedad. Esta idea fue remplazada por el concepto de calificación de tierras adecuadamente explotadas, que sirvió como impedimento para que un predio fuera objeto de reforma agraria. Así se aplazó la solución del problema agrario desde una perspectiva reformista liberal y se orientó a los campesinos hacia la colonización de baldíos ubicados más allá de la frontera agrícola, con falsas promesas de obras de infraestructura, educación, salud, asistencia técnica, crédito y desarrollo socioempresarial. El proceso de la reforma agraria en el periodo de Carlos Lleras estuvo marcado por la conformación de la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos), con el apoyo del gobierno, la cual se dividió en dos líneas: una que apoyaba el proceso oficial de reforma agraria, la Línea Armenia, y otra- Línea Sincelejo- que lo apoyaba críticamente y utilizaba mecanismos de lucha directa como la invasión de latifundios. Esta lucha presentó su mayor intensidad en la Costa Atlántica como lucha de resistencia al Acuerdo de Chicoral. El gobierno de López Michelsen, contrario a sus promesas de reforma agraria en tiempo del movimiento revolicionario liberal - MRL, implementó la estrategia de hacer más productivo el minifundio con la aplicación de la llamada Revolución Verde, a través del Programa DRI - Desarollo rural integral, consistente en proyectos focalizados de asistencia técnica, crédito supervisado, infraestructura vial, de salud, eléctrica y de aulas escolares, el cual operó en las áreas de mayor concentración de economías campesinas vinculadas a la producción de alimentos de canasta básica, dejando intacta la propiedad monopólica de la tierra. Esta política fue continuada por el gobierno de Turbay Ayala y finalmente debilitada durante el proceso de apertura económica de 1990- 1994 hasta liquidarla durante el gobierno de Ernesto Samper. En 1988, en el gobierno de Virgilio Barco, surgió otra propuesta de reforma agraria, también fallida, y en la cual se suprimió la barrera de la calificación de tierras introducida por el Pacto de Chicoral, y en el gobierno de Samper (1994- 1994) EL PROBLEMA AGRARIO Por Jorge Alfonso Urrea Cepeda 15 De la Cumbre al Paro L a lucha por el territorio no es la lucha por la tierra. La lucha por la tierra es la guerra de los blancos para apropiarse de ella. Los pueblos originarios, los negros y los campesinos que la han trabajado por siglos, ven en la tierra más que un pedazo físico de materia, la reconocen como proveedora de vida, como guarida para el buen vivir y tejen lazos con ella de otra naturaleza, espirituales y culturales. Por eso, los indígenas le dicen la madre tierra, al igual que los negros, que la tratan como a un ser vivo, como lo que es. Pero también significa mucho para los campesinos que, como ellos mismos dicen, la han moldeado a golpe de azadón, la han conquistado y se la han arrebatado a los terratenientes con sudor y sangre, literalmente. Hace más de cinco siglos los invasoresespañolesseapoderaronde los territorios que habitaban nuestros indígenas. Después, mediante modos de producción injustos cercaron la tierra y los pusieron a trabajar para ellos, a la fuerza los sometieron culturalmente; trajeron encadenados a nuestros hermanos negros del África y de igual manera los abusaron; construyeron las ciudades a su antojo y planearon el territorio como les pareció; del mestizaje nacieron los campesinos pobres, sacrificados e igualmente abusados. En los tres millones de hectáreas que tiene el departamento del Cauca, al sur occidente de Colombia, habitan aproximadamente un millón trescientas mil personas, 20% son indígenas y se ubican en tierras fértiles al nororiente, el 58% son campesinos y están en la cordillera, y el 21% afrocolombianos en la zona occidental. Los indígenas tienen títulos coloniales que les entregó la Corona Española y que fueron reconocidos por Simón Bolívar en 1820; a los afros, luego de muchos reclamos y luchas, mediante la Ley 70 de 1993, les reconocieron títulos colectivos sobre algunos de sus territorios, y los campesinos vienen peleando su pedazo de tierra, la misma que se han ganado con trabajo, desde hace mucho tiempo y especialmente después de la violencia de los años 50. Ellos aún no tienen territorios colectivos por ley, pero los siguen exigiendo. El Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) y la Universidad Javeriana de Cali, en una investigación muy completa, encontraron que: los títulos de comunidades indígenas suman por lo menos612milhectáreas.Estastierras hacen parte de 100 resguardos, 47 de ellos con títulos coloniales y republicanos, y otros 53 reconocidos mediante resoluciones emitidas por el Incoder y que les pertenecen a 13 comunidades indígenas. El mismo estudio indica que ante el Ministerio del Interior están registrados 22 consejos comunitarios de afros dueños de tierras colectivas, pero sólo 17 de éstos están avalados por resolución del Incoder y suman 574 mil hectáreas: cinco están en Guapi, siete en Timbiquí y cinco en López de Micay. Pero no hay información disponible sobre cuántos son los predios titulados o baldíos explotados por campesinos. El citado informe encontró que la mayoría de los campesinos se concentra en los municipios de Argelia, Rosas, Sucre, Cajibío, El Tambo, Sotará y La Vega. LA LUCHA EN EL CAUCA NO ES POR LA TIERRA SINO POR EL TERRITORIOPor Olimpo Cárdenas Delgado Foto:PeriferiaCatalinaDuque
  • 7. De la Cumbre al Paro 14 empresarios y hasta se justificó por el entonces ministro de agricultura, Felipe Arias, que los únicos que sabían hacer producir el campo eran los ricos. Son décadas de violencia y despojo en contra de los campesinos. En Colombia el establecimiento ha practicado todas las formas posibles de violencia para acabar con las organizaciones y las luchas campesinas, a fin de instalar el modelo de la globalización, la extracción y la desertificación del agro nacional. Cada año crece la importación de millones de toneladas de alimentos y proliferan los tratados de libre comercio, la importación de insumos químicos, de semillas certificadas, y toda una red de negocios que atentan contra la soberanía y la seguridad alimentaria. El ejecutivo y el legislativo hacen todos los esfuerzos para armar un andamiaje jurídico que garantice esta indigna situación. No cabe duda que la gota llenó la copa y ante semejante mar de injusticias se levantaron en casi todos los departamentos del país los campesinos, los indígenas y los afrocolombianosdesdejuliode2013. Emergió de las cenizas el sujeto campesino, demandando derechos y cobrando deudas pendientes al Estado. En estas luchas el concepto de Territorio tomó fuerza, ya no es solo la lucha por la tierra sino por la defensa de la cultura, de la soberanía alimentaria y por el buen vivir. Estas luchas están llenas de propósitos de fondo, marcados por la necesidad de transformar el modelo económico; son luchas que además vienen ganando legitimidad en las capas medias y en los sectores urbanos,porque,comodicenalgunos, todos somos agrodescendientes, todos tenemos un ancestro en el campo, de él nos alimentamos y de él disfrutamos. Por eso los paros agrarios del año 2013 traían sed de unidad y reconocimiento. El campesinado que había sido casi diezmado por la guerra paramilitar continúa siendo atacado por las leyes del despojo heredadas y lideradas, con fuerza, por el presidente Juan Manuel Santos. Los Santos y los Lleras son nietos de los que en la época de la violencia desplazaron a nuestros abuelos campesinos. Haciendo gala de desprecio y cinismo, han formulado leyes que intentan acabar la tarea que sus abuelos empezaron: exterminar el campesinado y apoderarse de sus tierras, agua, minerales, su fuerza de trabajo, su cultura, de sus hijos y volverlos mercancía para acumular el capital que les faltaba, para destruir a Colombia. En respuesta a estas leyes, en el año 2014 emerge la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular para anunciar la unidad del movimiento agrario, interétnico e intercultural de Colombia. Esta cumbre presenta un Pliego Unitario de 8 puntos como propuesta para la solución de raíz a los problemas que nos aquejan a los campesinos, una mesa única de negociación de los problemas agrarios y el paro agrario como instrumento de presión para ser escuchados y llegar a soluciones; estas son las claves para la permanencia en los territorios campesinos, ancestrales y afros con bienestar, dignidad y autonomía. Fotos:JorgeSilva 7 De la Cumbre al Paro se formuló una nueva propuesta convertida en ley, que introdujo el criterio de que los campesinos recibieran subsidios para la adquisición de tierras, eliminando la función que el INCORA había tenido desde su fundación en 1961. Durante el gobierno de Andrés Pastrana, se modificó levemente la ley 160 del gobierno anterior en el sentido de incorporar el tema de la vivienda rural. En el primer gobierno de Uribe Vélez se introdujo el criterio de pérdida de la propiedad a propietarios ausentistas por más de 5 años, sin embargo, esta propuesta tenía el ánimo de legalizar la propiedad usurpada por los grupos paramilitares a los campesinos. En este gobierno las propuestas de reparación a las familias campesinas víctimas del despojo por parte de actores armados fue negada con el argumento que conduciría a la quiebra del Estado. Elgobiernoactualharevividoeltema del problema agrario en términos de la ley 1448 de 2011 relativa a Víctimas y Restitución de Tierras de ciudadanos despojados de sus propiedades a partir de 1991, como complemento a los posibles acuerdos de paz que firmen el actual gobierno y las FARC en la Habana. Este proceso ha estado marcado por la lentitud burocrática y el asesinato de líderes del movimiento campesino y de campesinos objeto de la restitución de tierras. De 6 millones de hectáreas expropiadas por grupos al margen de la ley, especialmente por grupos paramilitares, solo 21.103 han sido restituidas durante el presente gobierno y el 85% de las familias afectadas no ha presentado reclamación, según informe de la Fundación Forjando Futuros, de marzo de 2014. Así, pues, sigue vigente en Colombia un sistema económicoagrícolabasadoenlagran propiedad agraria y la miseria de los campesinos, sean éstos indígenas, afrodescendientes o mestizos. Foto:JuanSantacruz
  • 8. De la Cumbre al Paro 8 L os campesinos vuelven a estar de moda. A siete meses del paro agrario que le recordó a la Colombia urbana su origen rural, los campesinos exigen el cumplimiento de los acuerdos a los que llegaron en ese momento con el gobierno de Juan Manuel Santos. Loscampesinossientenquenotienen cabida en este modelo productivo que ubica en la minería a gran escala y en la agricultura empresarial los motores del desarrollo económico y por eso lo desafían. En un contexto en el que, según el analista Alejandro Reyes, el 46 por ciento de los habitantes rurales está en condiciones de pobreza y el 22 por ciento en la indigencia, la disyuntiva es clara: resistir o desaparecer. “Tenemos la caña al lado de la cama” José Harold Gómez tiene 42 años y recuerda que en su infancia, después de salir del colegio, iba a bañarse con sus primos al río Desbaratado. Luego entraban a cualquier finca cercana y comían bananos y cacao hasta saciarse. “Pero hoy, en la parte plana de Miranda, el río parece agua muerta y el que desayuna no almuerza y el que almuerza no come”. Miranda es un pueblo del norte del Cauca cuya llanura está habitada en su mayoría por afrodescendientes. En un tiempo la economía estuvo sustentada por la producción en pequeña escala de plátano, yuca, fríjol, millo, soya, tomate y cacao. Ahora la caña ocupa todo el espacio hasta donde alcanza la mirada. José HaroldGómezdicequeantessacaban alimentos al pueblo para venderlos. Hoy les toca ir a comprarlos porque ya no tienen tierra para sembrar. Según Gómez, los ingenios azucareros nunca han utilizado las armas para despojarlos de sus tierras. Sus estrategias han sido más sofisticadas. “Los ingenios compran una hectárea a un campesino, con sus máquinas levantan el terreno y el vecino queda en un hueco, entonces el agua que sale de sus procesos se viene y le daña todos los cultivos. Uno no tiene cómo competir y toca vender”, explica. El monocultivo de caña no ha significado progreso para los habitantes de Miranda. Gómez dice que la producción de azúcar incluye la quema de la caña y su fumigación con glifosato. Y esto causa enfermedades pulmonares y la contaminación de las fuentes de agua que utilizan los habitantes de las zonas aledañas a los ingenios. Por si fuera poco, el desempleo es rampante porque estas empresas no alcanzan a absorber la mano de obra disponible en los municipios donde se alojan. José Harold Gómez llegó a Bogotá, a la Cumbre Campesina, étnica y popular para expresar su inconformidad con esta situación. Para solucionarla, le propone al gobierno que les asigne tierras para volver a producir alimentos. ¿POR QUÉ PROTESTAN Por Esteban Montaño Foto:ElChuro 13 De la Cumbre al Paro La ley 100 de 1944, que más bien se podría llamar de contrarreforma agraria, revivia la figura de la aparcería, eliminada por la ley 200; de manera que los campesinos no podrían convertirse en propietarios de la tierra que trabajaban a diario y durante años. Así se ponía en práctica un juego de reforma y contrarreforma que se mantiene hasta nuestros días. Hasta hoy se han llevado a cabo más de seis reformas agrarias, con más o menos el mismo número de contrarreformas; a la ley 200 de 1936 se le opuso la ley 100 de 1944; a la ley 135 de 1961 se le opuso el pacto de Chicoral en 1973; a la ley 30 de 1988 de Barco y a la 160 de 1994 de Gaviria, se le opusieron en la práctica los paramilitares y el gobierno de Uribe con su ministro Arias y su violencia sin precedentes. De la ANUC al movimiento cívico La Asociación Nacional de Usuarios campesinos- ANUC, fundada en 1.967 durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, nació como una alternativa oficial que cambiaría la distribución y propiedad de la tierra en Colombia. Los campesinos, principalmente en la Costa Caribe, Magdalena Medio y Suroccidente, alcanzaron un fuerte nivel de lucha y de carácter gremial que les permitió independencia de los partidos en el poder y se adentraron con la consigna de “la tierra para quien la trabaja”. Así surgió el más grande movimiento campesino que se haya registrado en Colombia. Luego de las luchas campesinas de la ANUC, se registraron diferentes formas de organización, con influencia de la Iglesia, las agencias gringas y las nacientes organizaciones no gubernamentales. El perfil de estas luchas se basó en el desarrollo de la organización campesina alrededor delosproyectos productivos, ambientalistas, de clubes de amas de casa, mujeres cabeza de familia; respondía a un fuerte trabajo ideológico en favor del establecimiento, que abordaba a los campesinos como beneficiarios aislados de las luchas sociales y de la lucha por la tierra. Las luchas de los años 80 fueron luchas cívicas, por servicios públicos y por apertura democrática, lo que dio origen a la elección popular de alcaldes y gobernadores. Las expresiones de lucha campesina desarticuladas a mediados de los años de 1.970 vivieron entonces procesos de reagrupación y entraron de nuevo en acción en el contexto de las luchas cívicas con las marchas campesinas. Las marchas de la Bota Caucana, del sur de Bolívar, Santander y Centro Oriente, se hicieron sentir en Colombia por salud, educación, energía eléctrica, comercialización de sus productos y tierra para trabajar. La mayoría de estas fueron reprimidas por el gobierno, de lo cual recordamos las víctimas de la Llana Caliente, masacre perpetrada el 29 de mayo de 1988, en San Vicente de Chucurí, Santander, donde el ejército disparó contra los manifestantes dejando muertos y heridos. Las dinámicas actuales De estas marchas campesinas de mayode1988 quedaronlasbasespara la construcción de organizaciones tan importantes como el Comité de Integración del Macizo Colombiano, la Federación Agrominera del Sur de Bolivar, el Movimiento Campesino de Centro Oriente y tantas otras organizaciones campesinas que hoy hacen parte del Coordinador Nacional Agrario de Colombia, CNA, integrado en el Congreso de los Pueblos y el Movimiento Campesino Internacional La Vía Campesina. En los años de 1990, con la puesta en marcha de la apertura económica, las organizaciones campesinas se vieron forzadas a movilizarse, principalmente los cafeteros, haciendo movilizaciones y paros como el del suroccidente colombiano y la toma del parque Murillo Toro en Ibagué. Esta confluencia de organizaciones campesinas, indígenas y negras sentó las bases políticas de las nuevas luchas campesinas para el siglo XXI, colocando al centro de las reivindicaciones ya no únicamente la reivindicación histórica del acceso a la tierra sino la defensa del territorio, la soberanía alimentaria, los derechos de las mujeres y los derechos de los campesinos y campesinas. Para ello acudieron a un instrumento de articulación que se lo llama el Coordinador Nacional Agrario, el cual se constituyó como organización agraria el 14 de febrero de 1997. Las décadas del 90 y el 2.000 fueron terribles para las comunidades campesinas. Ala par quesesustentaba jurídicamente la aplicación del mode lo neoliberal para Colombia, se ejercía la más cruel violencia de la que se tenga registro en la historia. Las masacres y los asesinatos obligaron a salir desplazados de los campos colombianos a 2.500.000 personas, solo en los 8 años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez. En total se cuentan por lo menos unos 6 millones de personas en calidad de desplazamiento en todo el país. La combinación de fuerzas paramilitares con fuerzas represivas del Estado fue una práctica que se aplicó por todo el territorio nacional con el fin de “limpiar” los territorios y facilitar la llegada de las grandes empresas, ya fueran nacionales o extranjeras. Este período se caracteriza por la concentración de la tierra para el monocultivo, especialmente para la producción de agrocombustibles. También se presentan grandes escándalos políticos en los que aparecen siempre vinculados los ministros, los militares y el propio presidente de la república por utilizar la trampa, la ley y la criminalidad como instrumentos para garantizarle los negocios a sus amigos. La tierra se le despojó a los campesinos para entregársela a los grandes
  • 9. De la Cumbre al Paro 12 “El campesino sobrevivió al esclavismo, el campesino sobrevivió al feudalismo, el campesino sobrevivió a la revolución industrial, el campesino sobrevivió al socialismo”. La pregunta es: ¿Sobrevivirá a la globalización, como expresión del modelo neoliberal? L os campesinos en Europa somos blancos, los campesinos en el Asia somos amarillos, los campesinos en medio oriente y en la India somos renegridos, los campesinos en África somos negros, los campesinos en América Latina somos negros, amarillos, blancos y rojos a la vez; somos hijos del “pecado”, es decir de la violación de las madres indias por los invasores europeos, acción que la real academia de la lengua llamó “mestizaje”. Qué le hacemos, hoy por nuestras venas corre sangre indígena, negra y blanca. La gesta libertadora de Bolívar conservó la hacienda como herencia de opresión española. Indígenas, negros y mestizos hicieron parte de las propiedades de las familias que se fueron configurando como los nuevos señores del poder para la nueva república. Se tiene idea que en los albores del siglo XX, más o menos en la década de 1920 a 1930, en Córdoba reventaron las primeras luchas campesinas por condiciones dignas para trabajar. Estas primeras acciones, como expresión del movimiento campesino por la tierra, sentaron las primeras bases del fundamento histórico en el que la razón de ser del campesino es la tierra pues sin tierra no hay proyecto de vida campesina. Laluchaporlapropiedaddelatierray su administración para la agricultura ha sido el corazón de las luchas campesinas. La tierra debe ser para quien la trabaja, y la movilización campesina por este derecho ha sido el instrumento que ha hecho crecer el entendimiento de los campesinos como una clase en sí y para sí; quiere decir que para los campesinos no hay salvadores, que la salvación solo viene de nosotros mismos, con nuestras luchas y poniendo en práctica nuestras propias propuestas y la unión de clase. Primeras manifestaciones organizadas El primer intento de reforma agraria se dio en 1936, en el gobierno de Alfonso López Pumarejo, con la ley 200 de 1936. Por eso en los años de 1.940, con influencia del partido comunista, del partido liberal, la Iglesia católica y una fuerte influencia de los sindicatos creció la organización campesina; se crearon los Sindicatos Obreros Rurales, que dinamizaron la construcción de organización campesina. En 1942 se registró la conformación de la Confederación Campesina e Indígena en contra de la organización terrateniente, opuesta a las luchas sindicales y campesinas. Estos terratenientes impulsaron la Ley 100 de 1944, para contrarrestar la ley 200 de 1936. Luego surgió la Federación Agraria Nacional (Fanal), fundada en 1946; esta fue la organización campesina más importante hasta el surgimiento de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). EL MOVIMIENTO CAMPESINO EN COLOMBIA Por Robert Daza Foto:PrensaRural 9 De la Cumbre al Paro “Nosotros queremos que a través de la nueva ley de tierras nos adjudiquen unas parcelas para poder sembrarlas con pancoger, esa es nuestra cultura y por nada del mundo la queremos perder”. “Somos mineros tradicionales perseguidos como ilegales” Javith Perea es el líder de la Junta de Acción Comunal de la vereda las Dantas, en el municipio del Bagre, Bajo Cauca antioqueño. Esta es una zona de tradición agrícola y minera, en donde la extracción del oro de las quebradas se complementa con la siembra de plátano, yuca y arroz. Según Perea, la minería ha sido siempre una actividad de rebusque porque en su pueblo la agricultura nunca ha dado lo suficiente para poder vivir. “Aquí el agro no tiene un comercio bueno, no hay vías de acceso donde usted cultive diez o veinte hectáreas de yuca y sepa que las puede vender fácilmente, el arroz o el plátano tampoco tienen buen comercio. La agricultura no nos da para el sostenimiento general de la familia. La minería es para complementar lo de los cultivos, con eso se compra lo que hace falta para mantener a la familia”, enfatiza Perea. Hace unos años empezaron a llegar retroexcavadoras a catear los ríos de la región. Tras ellas llegaron los grupos armados cobrando un porcentaje de la producción e impuestos de hasta cinco millones de pesos por máquina. Hay empresas que tienen diez retros trabajando al mismo tiempo, revolcando la tierra y desviando los cauces. En el pueblo, la Policía detiene a todo el que saca un castellano de oro (4,6 gramos) porque dice que es un delito. Javith Perea se queja porque en su vereda llevan mucho tiempo viviendo de esa labor y de un momento a otro los empezaron a tratar de ilegales. Está de acuerdo en que hay que castigar la minería de retroexcavadora. Pero dice que también quieren sacar a los mineros tradicionales para que las tierras sean explotadas por empresas transnacionales. Para impedirlo, Perea le recuerda al gobierno que ellos son los dueños legítimos del territorio y que no quieren imaginar la vida fuera de él. “Tenemos el derecho a decidir nuestra vocación productiva” “Es que nosotros somos campesinos, por eso no queremos la minería en nuestros territorios”. Con esta frase, doña Silvia Guerra, del municipio de Támesis, intenta explicar la oposición que desde 2011 están ejerciendo cientos de habitantes del suroeste antioqueño frente a las posibilidades de que sus montañas sean arrasadas para extraer el oro que reposa en sus entrañas. En el Código Minero el Estado colombiano declara la minería como una actividad de utilidad pública e interés social que prevalece sobre otras formas de ocupación del territorio, entre ellas la agricultura. Pero doña Silvia Guerra insiste en que la soberanía reside en el pueblo y por eso festejó elAcuerdo Municipal número 009 de 2012 en el que el Concejo de su pueblo prohibió la exploración y la explotación minera de metales. La alegría duró poco. Hace pocas semanas, y tras la consulta popular que le dijo no a la ubicación de residuos mineros en el municipio de Piedras, Tolima, la Procuraduría se pronunció en contra de este tipo de consultas argumentando que estas decisiones son de la órbita exclusiva del Presidente de la República. Así las cosas, doña Silvia Guerra siente que cada vez son menos los recursos para impedir que los despojen de sus territorios. Porque para ella la minería a cielo abierto equivale al destierro. Más allá de los conflictos sociales que son inherentes a los grandes proyectos extractivos, está segura de que si las empresas mineras llegan, a los habitantes del suroeste les tocará salir porque ya no habría agua ni animales, ni mucho menos tierra para cultivar. Y ese panorama es tan sombrío que doña Silvia piensa hacer todo lo que esté a su alcance para que les reconozcan su derecho a decidir el destino de sus territorios. A la espera de la respuesta del gobierno Javith Perea aclara que loscampesinos son personas trabajadoras que se ven en la obligación de reclamar ante una situación que amenaza su existencia. El mensajeesclaro.Sinohayunavoluntad evidentedeatenderlasdemandasdelos campesinos, las protestas continuarán. Para doña Silvia Guerra no es suficiente con pañitos de agua tibia que responden a la coyuntura. “Es imprescindible revisar el modelo de desarrollo que se aplica en el país, pues así como está planteado no hay espacio para la agricultura campesina”, explica.
  • 10. De la Cumbre al Paro 10 E n los últimos años las y los colombianos hemos tratado de reconstruir la noción de territorio, entendido este como el espacio, no solamente físico, en el que las comunidades construyen su identidad, su historia, sus propuestas y experiencias de vida en relación con la naturaleza. La pregunta que nos ronda, sin embargo, por contradictoria que parezca, es: ¿cómo proyectar nuestra lucha más allá del territorio específico que habitamos? Es decir, pensar el territorio como un todo, más allá de nuestro barrio, nuestra vereda, nuestro municipio, nuestra región, nuestra colectividad política o nuestro “sector” social, de manera que podamos articular nuestras luchas hacia una construcción de país que garantice condiciones de vida digna para todos. Dos escenarios de encuentro, reflexión y movilización en los últimos meses han puesto de manifiesto esa inquietud, y a partir de ella han venido construyendo reflexiones y propuestas que van desde la formulación de exigencias concretas al Estado hasta propuestas de reorganización, administración y cuidado del territorio de manera autónoma. En esos dos escenarios: la Cumbre Agraria, campesina, étnica y popular (15-17 de marzo) y el Foro Social Urbano, alternativo y popular (6-9 de abril) se reflexionó acerca de la relación entre el campo y la ciudad bajo la conciencia de que todos, mujeres y hombres en espacios urbanos y rurales hacemos parte de una sola clase oprimida y nos une la lucha por la redistribución de la tierra y la necesidad de dar una valoración distinta a la naturaleza, al trabajo, al buen vivir, ajena al modelo extractivista y de explotación capitalista implementado por las elites de nuestro país. Defender y cuidar el territorio En términos generales, los problemas resultantes de la implementación de proyectos mineros y energéticos en áreas rurales repercuten directamente en la ciudad porque amenazan el suministro de agua y la soberanía alimentaria de los pueblos. Plantear una nueva relación campo ciudad implica comprender, además de la relación de interdependencia del campo y la ciudad en lo relacionado con el suministro y la producción de alimentos, la relación que existe entre la llamada estructura ecológica principal y el aprovisionamiento de agua, aire y biodiversidad necesarios para el sostenimiento de la vida. El llamado que se nos hace a campesinos y habitantes urbanos es a juntarnos en defensa del territorio y la soberanía alimentaria y a que exijamos frenarlalocomotoramineroenergética, detener la adjudicación de títulos mineros y campos petroleros y la DESTERRITORIALIZAR LAS LUCHAS Y CONSTRUIR EL TERRITORIO Por Anyela Heredia 11 De la Cumbre al Paro intervención de nuestros ríos para el aprovechamiento energético. Históricamente han sido nuestras comunidades ancestrales indígenas, afrodescendientes y también campesinas, las que han garantizado el cuidado y la protección de nuestros bienes comunes. De ahí que se plantee la necesidad de reconocer su labor y devolvérsela, arrancándola de las manos de las mal llamadas corporaciones autónomas y ambientales, pero garantizando los recursossuficientesparalasubsistencia de las familias involucradas en el proceso. Impera la necesidad de derogar todas las leyes que atentan contra la soberanía de los pueblos en cuanto a la conservación y el intercambio de semillas,asícomolacancelacióndelos tratados de libre comercio que atentan contra la soberanía alimentaria, el medio ambiente y la economía propia. De igual manera se propone promover el manejo público y comunitario del agua, así como la prestación de servicios públicos que garantice el acceso a mínimos vitales de agua y energía y unas tarifas accesibles a los habitantes del campo y la ciudad. Reorganizar el territorio Significa también que tanto las comunidades rurales como los habitantes de los centros urbanos nos involucremos activamente en la formulación de nuestros propios planes de vida y ordenamiento territorial. Esos planes deberán redefinir no solo las regiones del país (como nos lo enseñara el maestro Orlando Fals Borda), sino además los usos del suelo adecuados a las necesidades de las comunidades, priorizando el establecimiento de zonas específicas para la producción agrícola de mediana y gran escala y zonas de producción campesina para el autoabastecimiento. Debemos pensar y definir nuevos centros urbanos menos aislados, pero a la vez menos poblados, y eso implica planificar la construcción de una infraestructura de vías secundarias y terciarias que posibilite la comunicación y el intercambio de de productos entre localidades pequeñas. Redefinirlastarifasdelimpuestopredial y establecer políticas de vivienda digna, con entornos agradables que cuenten con espacios comunitarios para la recreación, el ocio y la atención de las necesidades básicas de salud y educación. Y dejar de considerar estos últimos como servicios para exigirlos como derechos fundamentales. Las comunidades indígenas y afrocolombianasconservanydefienden el derecho a la propiedad colectiva sobre el territorio. Pero es posible que haya comunidades urbanas interesadas y dispuestas a aprender y a construir asentamientos urbanos distintos, donde prime la conciencia comunitaria, con formas cooperativas de administración que propendan por la implementación de técnicas alternativas de construcción de vivienda, etc. Se propone crear sistemas de economía propia, y para ello establecer acuerdos regionales de soberanía alimentaria que fortalezcan los mercados locales y regionales y recuperen el reconocimiento de plazas de mercado populares; impulsar la creación de circuitos económicos solidarios que permitan relaciones más justas en el intercambio de productos y servicios. Repensar el territorio Es importante la defensa del derecho de las comunidades afro e indígenas a tener una educación propia, así como una educación acorde con las particularidades territoriales y las dinámicas de la vida campesina. De igual manera es necesario que, así como en nuestras escuelas se enseñan idiomas extranjeros, se promueva entre nosotros la enseñanza de las lenguas nativas. Que así como se nos enseña a manejar computadores y otras herramientas tecnológicas, se nos enseñe desde niños a implementar prácticas agroecológicas de producción y de economía solidaria, tanto en la ciudad como en el campo. Hay que reconocer la necesidad de desmitificar los referentes teóricos europeos y angloamericanos para recuperar nuestros propios referentes africanos, y latinoamericanos, y sus prácticas ancladas en nuestra cultura, como lo son el convite, el trueque, la mano prestada, las mingas de pensamiento, entre otras prácticas comunitarias y anticapitalistas. Descolonizar nuestro pensamiento exige un cambio de mentalidad que comprenda la interculturalidad, que garantice una división del trabajo justa y equitativa, que cuestione permanentemente y genere nuevas prácticas de consumo en torno a la satisfacción de necesidades básicas. Repensar el territorio nos exige, además, replantear la relación histórica de subordinación que existe del campo a la ciudad, de las mujeres a los hombres, de los trabajadores al patrón; y nos interpela para que volvamos a soñar, a encarnar y a llamar por su nombre nuestra utopía socialista, anticapitalista y antipatriarcal. Fotos:JimmyFernandoTorres