El documento discute el consumo de cannabis entre adolescentes en la sociedad actual. Señala que los adolescentes se enfrentan a una situación compleja al tener que construir su identidad en una sociedad en crisis. Aunque el consumo de cannabis entre adolescentes es menor que en generaciones anteriores, su normalización social ha llevado a que pierda su valor como ritual de paso a la juventud o símbolo de transgresión. El documento argumenta que enfocarse en la responsabilidad puede empoderar a los adolescentes en su relación con el cannabis, en lugar de simplemente prohibirlo
Consumo y responsabilidad ¿Responsabilizar a los adolescentes en un sociedad
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Consumo y responsabilidad ¿Responsabilizar
a los adolescentes en un sociedad en crisis?
Texto: David Pere Martínez Oró
Texto publicado en el especial de la Revista Cáñamo «Cánnabis y educación. La
transformación de la comprensión del mundo de las drogas»
Las líneas que siguen, en este especial “Cannabis y educación”, son un esbozo del
escenario de sociabilización adolescente y del papel que desempeña el cannabis
teniendo en cuenta su normalización; además de aportar una reflexión sobre la
responsabilidad y las prácticas adolescentes.
Como es bien sabido, la adolescencia es el momento vital donde se configura la identidad y se
generan las expectativas de futuro. En la actualidad, los adolescentes se encuentran en una
encrucijada compleja: deben construir la identidad y el futuro en una sociedad donde el modelo
de cohesión social ha fracasado. Los adolescentes reciben de los adultos el “discurso de la
crisis” desde varias fuentes de información, todas ellas con el mismo denominador, que ellos
reproducen reiteradamente con un “la situación está fatal”, discurso caracterizado por tintes
negativos, pesimistas, poco halagüeños e incluso aterradores. Los adolescentes se empapan
del negativismo del discurso adulto cuando reflexionan sobre su actual situación y las
perspectivas de futuro.
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En este escenario de desánimo es donde se inscriben los actuales consumos adolescentes de
cannabis. Consumos con una menor incidencia que en generaciones precedentes. En
cualquier caso, no consideramos que los programas de prevención abstencionista hayan
contribuido a disminuir su consumo.
La sociedad de consumo ha creado un mundo
simbólico de productos tanto físicos como
emocionales El primer caso es producto de la
influencia de la sociedad de consumo. En épocas
anteriores, fumar porros escenificaba la llegada a
la juventud porque funcionaba como elemento de diferenciación de la infancia. Actualmente, el
consumo de cannabis ha perdido centralidad en muchos jóvenes como ritual de paso en la
conquista del mundo juvenil. La sociedad de consumo ha creado un mundo simbólico de
productos tanto físicos como emocionales propiamente juveniles que representan lo que es la
juventud y ser joven.
En el segundo caso, los consumos de cannabis en los últimos años han perdido valor simbólico
para escenificar la transgresión y la experimentación con los límites. Aunque para algunos
todavía representa cierta transgresión, el asentamiento cultural del cannabis producto de la
normalización social acaecido en los últimos veinte años ha provocado una menor asociación
entre el cannabis y la experimentación con los límites y la transgresión.
En el escenario de la normalización, aunque algunos
aún se obcequen en reproducir el mantra de la
perversidad del cannabis, que nada contribuye a la
responsabilidad, los adolescentes observan cómo el
cannabis está presente en muchos ámbitos, desde
el parque hasta las series de televisión, incluso cada vez son más frecuentas los padres y
madres de adolescentes fumadores de cannabis; por tanto, se constata que el consumo es
viable sin que los daños sean terribles. En este contexto, las voces más pragmáticas
consideran que la responsabilidad es la vía para empoderar a los adolescentes en su posible
relación con el cannabis. Esto no indica que los jóvenes fumadores de cannabis lo consuman
de manera irresponsable, sino que en ocasiones se les pide cosas a los adolescentes que la
sociedad adulta no se aplica a si misma.
En la actual situación político-económica, a pesar de la menor incidencia de su consumo, la
pérdida de centralidad como ritual de paso y de transgresión y la acuciada normalización
social, al cannabis, como en épocas anteriores, se le caracteriza como responsable de las
dificultades de los irresponsables adolescentes para desresponsabilizar a las políticas. ¿A
quién se debe pedir responsabilidad?
El 33% de la población entre los 14 y
los 18 años ha probado el cannabis
alguna vez en la vida y un 17,2% lo ha
hecho en el último mes.
El cannabis está presente en
muchos ámbitos, desde el parque
hasta las series de televisión