El documento describe la escena del bautismo de Jesús según el Evangelio de Marcos. Jesús se presenta ante Juan Bautista para ser bautizado a pesar de no tener pecados. Al salir del agua, el Espíritu Santo desciende sobre él en forma de paloma y una voz del cielo declara que Jesús es el Hijo amado de Dios. El bautismo marca el inicio de la misión pública de Jesús impulsada por el Espíritu Santo para hacer el bien y anunciar el Reino de Dios.
2. Todos los años,
después de la
epifanía de Jesús a
los magos, la Iglesia
nos presenta otra
epifanía del Señor:
la que ocurrió en las
orillas del Jordán
ante Juan Bautista.
3. Esta escena del
bautismo de Jesús nos
ayuda a comprender
mejor la persona y
misión de Jesucristo.
También es ocasión de
reflexionar sobre
nuestro bautismo, que
es muy diferente del
bautismo que recibió
Jesús.
4. Hoy la narración del evangelio es de san Marcos, como
en gran parte del ciclo B. Comienza hablándonos sobre
san Juan Bautista y cómo realizaba un bautismo de
agua con aquellos que lo pedían porque estaban
arrepentidos de sus pecados.
También
Jesús
quiso ser
bautizado.
Así dice el
evangelio:
5. En aquel tiempo, proclamaba Juan: "Detrás de
mí viene el que puede más que yo, y yo no
merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os
bautizará con Espíritu Santo." Por entonces llegó
Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo
bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua,
vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él
como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú
eres mi Hijo amado, mi predilecto."
Marcos 1,7-11
6. Encontramos lo que hacía Juan con la gente buena, que
se arrepentía de sus pecados. El bautismo era un
representar ese arrepentimiento. Y si era sincero, se
suponía que Dios le perdonaba.
7. Ese será un
bautismo con
Espíritu Santo. Es
decir, un bautismo
que no sólo
signifique perdón,
sino que lo dé, al
mismo tiempo que
infunda la gracia,
participación de la
vida de Dios. Ese
será nuestro
bautismo.
Al mismo tiempo que está bautizando con agua, anuncia
que existe otro bautismo superior, el que traerá “aquel
que puede mucho más que yo”.
8. Jesús está
unido a la
comunidad que
quiere caminar
hacia Dios. Se
ha hecho
hermano
nuestro por
naturaleza y
quiere
compartir
nuestras
debilidades y
también las
alegrías.
Llega Jesús para ser bautizado. El hecho es que Jesús no
se puede arrepentir, porque no tiene ningún pecado.
9. Entre las debilidades
humanas, Jesús no
podía tener el pecado,
pero sí tenía las taras
de la limitación, las
crisis del crecimiento y
sentir el atractivo de la
tentación. También
podía dudar y temer.
Por eso sentía
necesidad de orar. En
el bautismo se une a
los humanos en medio
de sus debilidades.
10. Los efectos del bautismo de Juan con la gente dependía
de las disposiciones que cada uno tuviera, dependiendo
mucho de su preparación.
Este hecho del
bautismo de
Juan a Jesús
tuvo cierta
importancia;
pero poca en
relación con lo
que sucedió
después,
“apenas salió
del agua”.
11. La preparación de Jesús era maravillosa. Y tenía
plenamente abierto el corazón para recibir, como
hombre, el Espíritu Santo, que le invadió todo su ser.
Entonces fue bautizado por el Espíritu Santo. Y se
sintió, como hombre también, ser hijo de Dios.
12. Esta fue una epifanía o
manifestación de Dios
para san Juan Bautista,
que lo narraría a sus
discípulos. En aquella
cultura oriental las
cosas divinas
inexplicables se
explicaban de alguna
manera por medio de
símbolos. Por eso lo del
rasgarse el cielo y bajar
el Espíritu “como una
paloma”.
13. Para los de aquella
cultura el azul del cielo
era como una cortina
que separaba la tierra
del lugar alto donde
estaba Dios. Para que
bajara Dios
plenamente, ese azul
del cielo se debía
rasgar. Eso sucedía en
ocasiones grandiosas,
como era ahora para
llenar a Jesús del
Espíritu Santo.
14. Y el Espíritu Santo no
bajó de cualquier manera,
sino de una manera
suave, tierna y veloz.
Algo así como lo hace
una paloma con su vuelo
suave, pero “raudo” o
veloz. Que san Juan
Bautista viera una figura
de paloma, puede ser. Lo
que sí notó es que allí
había una fuerza grande,
avasalladora, pero llena
de amor misericordioso.
Era el Espíritu del amor.
15. Nosotros recibimos el
Espíritu Santo
primeramente cuando
fuimos bautizados. Es
posible que fuéramos
muy pequeños; pero
con frecuencia lo
hemos renovado
haciendo las promesas.
Nos ha faltado abrir el
corazón. Hoy es una
ocasión para abrir el
corazón de par en par,
porque el Señor quiere
darnos su Espíritu.
31. Se oyó una voz
del cielo: "Tú eres
mi Hijo amado, mi
predilecto.“ Es
una nueva
manifestación de
Dios Padre. No es
decir sólo que
Jesús es Hijo
porque es Dios,
sino que como
hombre es hijo,
porque está lleno
del Espíritu Santo.
32. A nosotros
también en el
bautismo nos dijo
el Padre celestial
que somos sus
hijos. El problema
está en que
podemos perder
esa filiación. Por
eso debemos
abrir más y más el
corazón para que
el Espíritu Santo
pueda penetrar
continuamente.
33. ¿Qué podemos hacer
en concreto para
seguir llenos del
Espíritu de Dios?
Jesucristo nos
enseña sobre su vida
que Él estaba
siempre cumpliendo
la voluntad de su
Padre del cielo. Y de
una manera concreta
la 1ª y la 2ª lectura
nos hablan de Jesús
haciendo el bien.
34. En la 1ª lectura el profeta Isaías nos habla del elegido
por Dios para ser luz de las naciones, que se tiene como
un siervo paciente pero fuerte y firme, que lleno del
Espíritu de Dios, se dedicará a hacer el bien entre la
humanidad.
Dice así la
1ª lectura:
35. Así dice el Señor: "Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi
espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No
gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña
cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo
apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni
se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y
sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he
llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he
formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las
naciones. Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a
los que habitan las tinieblas."
Isaías 42,1-4.6-7
36. El abrir los ojos a los ciegos y sacar a los cautivos de la
prisión tiene su primer sentido material, pero también
está hablando de quitar los pecados, como es la
ceguera espiritual y las prisiones de los vicios.
Jesús ha
venido para
que nosotros
podamos
vivir la vida
de Dios, que
es la vida de
paz y de
amor.
37. Estas palabras del
profeta Isaías las
recoge el evangelista
san Mateo (12, 17-21)
aplicándolas a
Jesucristo, viendo que
iba realizando lo que el
profeta había
anunciado:
especialmente dando
vista a ciegos
materiales y
espirituales.
38. Pero el mismo Jesucristo un día que estaba en Nazaret,
leyendo en la sinagoga estos textos del profeta Isaías y
pudiendo comentarlo, pues había sido designado para
ello, pudo decir de una manera significada: El Espíritu
de Dios está sobre mi, porque Él me ha ungido
48. Hechos 10, 34-38
También san Pedro,
hablando en casa de
Cornelio sobre la apertura
del Evangelio para todos,
porque Jesús había venido a
salvar a todos expone cómo
Jesús “pasó haciendo el bien
y curando a los oprimidos
por el diablo”, pues había
sido ungido por el Espíritu
Santo. Así nos lo dice hoy la
2ª lectura:
49. En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
- «Está claro que Dios no hace distinciones;
acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de
la nación que sea. Envió su palabra a los
israelitas, anunciando la paz que traería
Jesucristo, el Señor de todos.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos,
cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la
cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de
Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu
Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con
él.»
50. El que ha sido
ungido por el
Espíritu Santo
debe buscar hacer
el bien de una
manera positiva.
Los demás, si no
son hijos de Dios
en la realidad, lo
son
potencialmente. Y
esto nos atañe a
los bautizados.
Ante este ejemplo de Jesús, debemos decir que hemos
sido bautizados para hacer el bien. Aquí no se puede
decir: Yo ya estoy bautizado, allá los demás.
51. El Espíritu que se
manifestó sobre
Jesucristo después
del bautismo es
fuerza creadora que,
como dice san
Pedro, impulsa a
hacer el bien. Así
debe ser en
nosotros, si nos
dejamos llevar por el
Espíritu o si
queremos seguir tras
las huellas de Jesús.
Porque el Espíritu de Dios es sobre todo Espíritu de amor.
52. Así Jesús comenzó a
predicar el Reino de Dios;
pero siempre haciendo el
bien. Es el ejemplo que
hoy nos da. Cada uno
hará el bien según sus
fuerzas; pero lo
importante es saber que
ser cristiano es hacer el
bien. El bien en su
totalidad: en cuerpo y
sobre todo en el espíritu.
53. Habrá muchos problemas que no podemos solucionar;
pero lo importante es tener actitud de servicio, la actitud
de hacer algo bueno por los demás. A veces veremos
que se puede más de lo que uno cree.
Hacer el bien
significa estar al
servicio de los
demás. Hacer el
bien es
comprender,
compadecer,
acompañar,
compartir las
necesidades de
los demás.
54. Es decir, hacerlo con mucho amor. Es el acercarse con
respeto, generosidad y a veces con humildad. No
buscando el bien propio, sino el del otro, sabiendo que
así agradamos al Señor.
En el hacer
el bien, a
imitación de
Jesús, no se
trata sólo de
hacer el bien
como tal,
sino lo
importante
es el cómo.
55. Nuestro bautismo cristiano
no sólo nos quita los
pecados, sino que nos da la
gracia, participación de la
vida divina. Somos ungidos
por el Espíritu Santo. Y
mientras estamos en esta
vida debemos esforzarnos
por seguir siendo ungidos
cada vez más. El sostén de
esta unción es la disposición
de hacer el bien, servir a los
demás.
56. Fuimos ungidos como
Cristo para el servicio,
ungidos como el Mesías
para anunciar a los pobres
la Buena Noticia, para
curar deficiencias
materiales y espirituales.
Para muchos el bautismo
es algo de poca
consistencia. Por eso
debemos pedir a Dios, que
es Padre Nuestro, que nos
haga sentir que somos
hijos suyos y miembros de
su Iglesia.
57. Y terminamos
pidiendo a ese
Dios y Padre
nuestro que
sintamos ser
portadores del
fuego de la fe,
que sepamos
ofrecer la
esperanza a
nuestros
hermanos, que
seamos testigos
de su Reino y
mensajeros de
su paz.