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EFECTOS NOCIVOS DE LA LECHE DE VACA.
Me parece interesante, ya saben, no todo lo que nos venden es bueno!!
Sean felices.
La historia de la profesora Jane Plant, geoquímica y jefa científica del British Geological
Survey –una prestigiosa institución pública británica que se dedica a la investigación en
materia de Geología-, puede constituir un significativo ejemplo para muchas mujeres ya
que ha sobrevivido a 5 tumores mamarios y a las prácticas médicas convencionales para
tratar su cáncer
Y lo ha hecho, según afirma ella misma, de una forma muy sencilla: eliminando todos los
lácteos de su dieta. Su historia es parecida a la de otras muchas mujeres. Sintió el mismo
pánico cuando le diagnosticaron cáncer de mama y confiada en el buen saber y hacer de
los oncólogos se sometió a una mastectomía y a la irradiación de sus ovarios porque le
dijeron que así se provocaba la menopausia, se suprimía la producción de estrógenos y se
podría curar el cáncer. Pero todo resultó falso. De hecho el cáncer se le reprodujo hasta 4
veces. 'Sufrí la amputación de una mama, me sometieron a radioterapia y a una
quimioterapia muy dolorosa.
Me vieron los especialistas más eminentes de mi país pero en mi fuero interno estaba
segura de que me estaba enfrentando a la muerte. Y estuve a punto de tirar la toalla',
cuenta la profesora Plant en su libro Your life in your hands (Tu vida en tus manos) en el
que relata su propia experiencia y explica cómo llegó a la idea que ha salvado su vida: A
raíz de un viaje de mi marido a China -cuenta en su obra- empecé a pensar en que mi
enfermedad era virtualmente inexistente en dicho país. De hecho sólo una de cada 10.000
mujeres muere de cáncer de mama en China mientras que sólo en el Reino Unido las
cifras oficiales hablan de una de cada 12.
Entonces mi marido -quien también es científico- y yo misma, empezamos a investigar
sobre la forma de vida y alimentación de los orientales hasta que llegamos a la idea que
me salvó la vida: las mujeres chinas no enfermaban de cáncer de mama ni los hombres
desarrollaban tumores prostáticos porque son incapaces de tolerar la leche y, por tanto, no
la toman. Es más, supimos que los chinos son incapaces de comprender la preocupación
occidental por tomar leche de vaca.
Ellos nunca la utilizan ¡y menos para amamantar a sus bebés! Y si te paras a pensarlo no
puede ser una simple casualidad que más del 70% de la población mundial haya sido
incapaz de digerir la lactosa. Hoy lo que creo es que la naturaleza intenta avisamos a
tiempo de que estamos comiendo un alimento equivocado'.
Cuando Jane Plant se planteó todo esto se estaba tratando con quimioterapia su quinto
tumor mamario. Y fue entonces cuando decidió suprimir por completo la ingesta de lácteos,
incluidos todos los alimentos que contienen algo de leche: Sopas, galletas, pasteles,
margarinas, etc.¿Y qué sucedió? 'En sólo unos días -recoge en su libro- el tumor empezó a
encogerse. Dos semanas después de mi segunda sesión de quimioterapia y una semana
después de haber suprimido la leche y sus derivados, el tumor empezó a picarme. Luego
se ablandó y comenzó a menguar. Unas seis semanas después había desaparecido.
2
De hecho mi oncólogo del Charing Cross del Hospital de Londres no pudo reprimir
exclamar un maravillado '¡No lo encuentro!' cuando examinó la zona donde había estado el
bulto.
Por lo visto no esperaba que alguien con un cáncer tan avanzado -ya había invadido mi
sistema linfático- pudiera sobrevivir.
Afortunadamente aquel oncólogo logró superar su escepticismo inicial y en la actualidad
recomienda una dieta sin lácteos a sus pacientes.
Convencida de que dejar de tomar lácteos era lo que le había salvado la vida, Jane Plant
decidió plasmar sus conocimientos y su experiencia en el libro antes mencionado. Y de
inmediato más de 60 mujeres aquejadas de cáncer de mama se pusieron en contacto con
ella para pedirle consejo. Sus tumores también desaparecieron.
Aunque no fue fácil aceptar que una sustancia tan 'natural' como la leche pudiera tener
tales repercusiones para la salud -explica Plant-ahora no me cabe duda de que la relación
entre los productos lácteos y el cáncer de mama es similar a la que existe entre el tabaco y
el cáncer de pulmón.
Pero no sólo eso porque, por ejemplo, ya en 1989 el doctor Daniel Cramer de la
Universidad de Harvard- determinó que estos productos están implicados en la aparición
del cáncer de ovarios. Y los datos sobre el cáncer de próstata conducen a conclusiones
similares. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el número de
hombres que padecen este cáncer en China es de0,5 por cada 10.000 mientras que en el
Reino Unido la cifra es 70 veces mayor.
La clave está pues, sin duda, en el consumo de lácteos'. Para la profesora Plant la leche
de vaca es un gran alimento... ¡pero sólo para los terneros! Y afirma convencida que la
naturaleza no la ha destinado a ser consumida por ninguna otra especie. 'De hecho estoy
convencida -concluye- de que salvé mi vida por dejar de consumir leche de vaca. Sólo
deseo que mi experiencia puede servir a más mujeres y hombres que, sin saberlo, pueden
estar enfermos a causa de los lácteos que consumen'. En su libro, además de detalles de
su propia experiencia e interesantes datos sobre sus investigaciones acerca de los efectos
de la leche de vaca sobre nuestra salud, se recogen una serie de recomendaciones
nutricionales que se resumen en alimentarse básicamente de leche de soja, té de hierbas,
semillas de sésamo, tofú, nueces, mucha fruta y verduras frescas.
Healing Hugs
Always,Jeannette
PUBLICADO POR MIREYA LOS 24.10.07 ETIQUETAS: SALUD
EN contra de
los productos lácteos
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Perpetuar la ridícula creencia de que no podemos satisfacer nuestras necesidades proteínicas sin comer
productos animales es pura tergiversación y comercialismo.
Me encantaría ver a quienes no están de acuerdo cazando un conejo, despedazándolo con dientes y manos
(si han podido atraparlo) y devorarlo crudo, con sangre, tripas, huesos, piel y carne, tal como lo haría un
auténtico carnívoro que se respete. Y tras haber dado cuento del conejo, me gustaría verles ir a un pasto,
ponerse a gatas y succionar la leche de las ubres de una vaca, para hacer bajar el conejo. También eso es
un poco repulsivo, ¿no? ¿Por qué? Porque no es nuestra inclinación natural. Si no obtuve la leche de los
senos maternos, ¿es demasiado tarde? El hecho es que la mayoría de la gente reacciona a la leche de vaca
enfermando. Acudir a otra especie en busca de leche es un insulto al magnífico proyecto de la naturaleza.
Es realmente asombroso que la gente siempre trate de imaginar una manera de hacer las cosas opuesta a lo
que es natural, y para justificarlo siempre recurren a verdades a medias. Por ejemplo en Estados Unidos hay
grandes vallas publicitarias y anuncios en página entera en las revistas que muestran diferentes productos
lácteos con la leyenda que dice: “Calcio de la manera señalada por la naturaleza.” Se han olvidado de añadir
dos palabras muy importantes: “¡Para los terneros!” Calcio: ¡de la manera señalada por la naturaleza para
los terneros! ¡La leche de vaca es para los terneros! ¿Por qué resulta tan difícil entender eso? Una vez
destetada, ni siquiera una ternera seguirá bebiendo leche... ni de su propia clase ni de ningún otro animal.
Tiene una inteligencia innata para no interferir en el magnífico plan de la naturaleza. ¡Lástima que a nosotros
nos falte esa inteligencia!
La naturaleza es demasiado espléndida y perfecta para que tengamos la arrogancia y el descaro de
atrevernos a intentar ser más listos que ella. Existe un motivo por el que todos los mamíferos disponen de
leche cuando nacen sus hijos, y es que la leche de cada especie es beneficiosa exclusivamente para esa
especie. ¡Así es la naturaleza! Por eso hay dos cosas comunes a todos los mamíferos de la tierra, excepto
nosotros:
1. No consumen la leche de otra especie. Eso significaría extralimitar su adaptación biológica, y no harían tal
cosa. (Recuerde que no nos referimos a animales domésticos o encerrados en zoos, a los que hemos
conseguido pervertir tanto como a nosotros mismos.)
2. Una vez destetado, ningún animal jamás vuelve a consumir leche. Este es el alimento designado por la
naturaleza para alimentar a los pequeños de la especie. Está diseñada específicamente para el crecimiento
rápido de una cría. ¡Ése es su objetivo! Es idiota insistir en que sigamos tomándola después de la infancia,
hasta que somos octogenarios, si podemos vivir tanto. Es algo ridículo y lamentable. ¿Hemos de creer
realmente que, una vez finalizada la lactancia de nuestras madres, han de sustituirlas las vacas?
¿Cómo es que la especie con el cerebro más sofisticado, la mayor inteligencia y la capacidad única del
raciocinio es demasiado torpe para ver esta simple verdad? Y luego está el hecho irónico de que LOS
PRODUCTOS LÁCTEOS CAUSAN ENFERMEDADES. Son nocivos, originan sufrimientos, son los que uno
debe comer si quiere tener una salud precaria y enfermar. Los dietistas y expertos en nutrición, que son los
portavoces y los jaleadores de la industria láctea y nos dicen que esos productos son un buen alimento,
deberían ocultar sus cabezas avergonzados, no sólo por hacer creer al público inocente que los productos
lácteos son realmente valiosos, sino también por no mantenerse informados al día en el campo en que se
supone que deberían saber algo.
Decir que los productos lácteos son un buen alimento para los seres humanos es una prueba de
imperdonable ignorancia de los hechos. Es demasiado evidente que los productos lácteos son un peligro
claro y presente. Puedo entender esta idea equivocada en quienes son ajenos al campo de la salud, pero
para un profesional, a quien se recurre en busca de consejo fidedigno, engañar a la gente por pereza,
ignorancia, orgullo o de beneficios económicos, o todo eso a la vez, es algo despreciable. Es un desafuero
criminal liquidar la salud de la población para enriquecerse. Y, como verá, las pruebas no están saliendo
ahora mismo a la luz, sino que se sabe desde hace décadas lo nocivos que son los productos lácteos. Ya he
ofrecido datos sobre las enfermedades que pueden causar los productos animales con alto contenido de
grasa y colesterol (incluidos los productos lácteos). Y existen muchas pruebas, confirmadas por el sentido
común y la literatura científica.
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La leche de vaca sirve para criar un animal enorme, de grandes huesos, y con cuatro estómagos, y de
ninguna manera nosotros respondemos a esos criterios (aunque, por desgracia, he visto que algunas
personas empiezan a tener un aspecto peligrosamente bovino). Piense que la leche de vaca está diseñada
para hacer que una ternera que pesa 40 kilos al nacer, llegue a pesar 900 kilos en sólo dos años. Los niños
humanos suelen pesar entre 2, 7 y 4 kilos al nacer y alcanzarán un peso de sólo 45 a 90 kilos en 18 años.
Comer productos lácteos es comer un alimento diseñado por la naturaleza para hacerle muy corpulento,
como una vaca, con mucha rapidez. Si en la actualidad consume productos lácteos, espero que no esté
intentando perder peso. Será más fácil que intentará apagar un fuego echándole gasolina. Pero los productos
lácteos tienen tantos otros aspectos nocivos, que no sé por dónde empezar.
La leche de vaca produce más mucosidad que cualquier otro alimento, un moco espeso, denso, que obtura
todo el sistema respiratorio del organismo, un moco que tapiza el interior del cuerpo y le impide funcionar con
fluidez; un moco denso, pegajoso, que dificulta de un modo enorme las facultades eliminadoras del
organismo, atasca las delicadas membranas mucosas e invita a la enfermedad. La fiebre del heno, el asma,
la bronquitis, la sinusitis, los resfriados, el goteo nasal y las infecciones de oído se deben principalmente a los
productos lácteos. Éstos son la causa principal de las alergias. Prácticamente cada libro, informe y estudio
sobre las alergias mencionan los productos lácteos. No cabe ninguna duda de la intervención que tienen en
esa clase de afecciones.
Además de muchas otras fuentes, dos de los investigadores mejor cualificados en el campo de los productos
lácteos, afirman la existencia de esos efectos nocivos. Ambos son médicos y tienen una credenciales
impresionantes. El doctor William A. Ellis, casi octogenario, ha investigado los efectos de los productos
lácteos durante cuarenta años; el doctor N.W. Walker, autor de ocho libros, realizó investigaciones sobre
nutrición y salud durante ochenta años y falleció apaciblemente en 1985, de causas naturales, a la edad de
109 años. Estos dos doctos caballeros han hecho las afirmaciones más despectivas sobre los productos
lácteos. También han informado de que causan enfermedades cardíacas, así como intensos dolores en el
pecho. Como señala el doctor Ellis, desde hace dos siglos se sabe que el queso es uno de los principales
factores que causan dolores de cabeza. Un estudio publicado por la revista Nature el 6 de julio de 1974,
muestra que una proteína presente en muchas clases de queso es responsable de migrañas. He visto
centenares de personas que dejaban de tener dolores de cabeza tras haber dejado de tomar productos
lácteos, o simplemente reduciendo su ingestión.
¿Tiene usted hijos? ¿Ha sufrido su hijo alguna vez una infección de oído? Teniendo en cuenta que la
profesión médica y los dietistas las consideran algo normal en la infancia, no me sorprendería que
respondiera que no. Si su hijo ha tenido o tiene infecciones de oído, existen muchísimas posibilidades de que
tome productos lácteos, leche especial para biberón o ambas cosas. Durante diecisiete años, no he visto
todavía a un solo niño con infecciones de oído que no se tomara productos lácteos. He aquí como puede
comprobar lo que digo y, al mismo tiempo, evitar a su hijito más sufrimiento: elimine todos los productos
lácteos de su dieta, o redúzcalos en gran manera, y vea qué sucede. Después de un período inicial, durante
el cual el niño puede seguir teniendo goteo nasal y quizá otra infección de oído mientras el cuerpo limpia la
mucosidad residual, el goteo cesará del todo y no se producirán más infecciones de oído. Hemos sido
testigos de este resultado centenares de veces. El cuerpo de un niño reacciona con mucha rapidez a los
cambios positivos. Las narices tapadas y los oídos que duelen hasta provocar el llanto no son normales.
Naturalmente, usted está preocupado por la ingestión de calcio. Le han manipulado cuidadosamente y han
invertido miles de millones para que tenga esa reacción. No se preocupe. Enseguida me ocuparé de este
tema y mitigaré sus temores. El temor es exactamente lo que blanden contra usted para hacerle consumir
productos lácteos. Piense en ello. ¿Qué mejor treta publicitaria que la de hacerle pensar que, sin un producto
determinado, sufrirá deficiencias, dolor, malestar? El temor es una treta eficaz que se ha utilizado durante
décadas para hacer que la gente actúe de determinada manera para lograr un resultado deseado. LO más
frecuente es que el resultado sea malo para su salud pero bueno para los negocios.
Veamos un ejemplo. Durante los años veinte, cuando se generalizó la vacunación contra la viruela, algunas
personas optaron por no vacunarse ni permitir que vacunaran a sus hijos debido al número de muertes que
las vacunas causaban (algo similar al fracaso de la gripe porcina). Así pues, se usó la mejor estrategia
conocida, el temor. (...)
Recuerde que los productos lácteos tienen un contenido elevado de colesterol y grasa y no contienen fibra,
una mala combinación, en lo que coinciden todos cuantos tienen unos conocimientos mínimos de nutrición.
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Resulta extraño que los dietistas y expertos en nutrición se obstinen tanto en alabar los productos lácteos,
sabiendo que los alimentos con mucha grasa y poca fibra son contraproducentes. ¿Qué más prueba
necesitan? Al fin y al cabo, ¿de quiénes son las necesidades que intentan satisfacer?
A pesar del hecho abrumadoramente científico, el sentido común básico y la lógica, la publicidad de la
industria láctea y las incitaciones de dietistas y expertos en nutrición contratados por la misma nos han
convencido de que el alimento de los terneros es esencial para la supervivencia humana.
En los productos lácteos existen dos elementos que han de ser descompuestos por las enzimas del cuerpo:
la lactosa y la caseína. A la lactosa la descompone la enzima la lactasa, mientras que la encargada de
descomponer la caseína es la renina. Hacia los tres o cuatro años de edad la renina no existe en el tracto
digestivo humano, y lo mismo sucede con la lactasa, salvo en un número muy pequeño de personas. El
término intolerancia a la lactosa se maneja como si fuera un hecho extraño que se manifiesta en ocasiones,
pero la verdad es que más del 98 % de la población tiene intolerancia a la lactosa, porque carecen de
lactasa. Pero en vez de reconocer esto como una parte del plan soberbio de la naturaleza e interrumpir la
ingestión de alimentos que exigen lactasa (todos los productos lácteos), las empresas farmacéuticas se
aprovechan de la circunstancia y empiezan a hacer publicidad de preparados químicos que uno puede tomar
para ayudar a descomponer la lactosa. Como si el público ya no ingiriese suficientes fármacos (MÁS DE 25
MILLONES DE PÍLDORAS CADA HORA) hay que producir más para ayudarnos a mover algo en el interior
de nuestro cuerpo que, en primer lugar, ni siquiera tiene por qué estar ahí. La madre naturaleza hace cuanto
está en su mano para ayudarnos a reconocer ese hecho.
La caseína es el componente proteínico de la leche. Es una sustancia muy espesa y áspera, utilizada para
uno de los pegamentos para madera más fuertes que se conocen. ¿A alguien le apetece un bocadillo de
pegamento? La leche de vaca contiene un 300 % más de caseína que la leche humana. Los productos
secundarios de la descomposición bacteriana de la caseína terminan convertidos en un moco espeso,
parecido a una cuerda, que se pega a las membranas mucosas y nos atasca el cuerpo. El cuerpo humano
carece por completo de los mecanismos digestivos necesarios para descomponerla. Antes hemos
mencionado al doctor N.W. Walker, reconocido en todo el mundo como una autoridad en este tema y experto
en el sistema glandular. Sus estudios le convencieron de que el bocio de la garganta y otros trastornos de la
glándula tiroides eran el resultado directo de la caseína procedente de la leche de vaca, y señaló
específicamente que el problema se complica de un modo considerable cuando los productos lácteos se
pasteurizan.
Durante años se ha aconsejado a los pacientes de úlceras a que consumieran leche para aliviar el dolor. Los
higienistas naturales expresaron desde el principio su postura contraria ante un consejo tan absurdo, pues
sabían que los alimentos formadores de ácido eran lo peor que podía suministrase a un enfermo de úlcera, y
todos los productos lácteos, excepto la mantequilla, son formadores de ácido. Los higienistas naturales
fueron los primeros en recibir los ataques de la elite con las credenciales de “expertos” en salud, pero si
pregunta a los médicos o los dietistas de hoy, verá que ahora están de acuerdo con los mismos higienistas a
los que antes atacaban. Los productos lácteos agravan las úlceras.
La colitis ulcerativa es otra dolencia muy dolorosa e incómoda. Con frecuencia es precursora del cáncer de
colón. Los productos lácteos no sólo contribuyen a la colitis, sino que la eliminación de esos productos de la
dieta tiene como resultado una mejoría espectacular de la colitis. Y, como hemos dicho antes, los productos
lácteos, junto con todos los demás alimentos con alto contenido proteínico, son uno de los principales
factores desencadenantes del cáncer de colon
Un estudio reciente realizado en Italia indica que la mortalidad a causa de cáncer de próstata es un 60 %
más alta en el norte que en el sur. Se consideró que el consumo frecuente de leche y queso era un factor de
riesgo.
El síndrome de la muerte infantil súbita (SMIS) es una tragedia especialmente atroz. Un bebé inocente gorjea
y sonríe y un momento después está muerto. Es cierto que el SMIS puede achacarse a cualquier otra causa,
pero es incuestionable que los productos lácteos son culpables en parte. Soy consciente de que esta
información no hará muy felices a las madres a causa del SMIS, pero las pruebas son irrefutables y hay que
tenerlas en cuenta.
6
En realidad, la lista de dolencias que pueden vincularse a los productos lácteos es tan extensa, que apenas
existe un problema de salud al que por lo menos no contribuyan. Un libro que presenta una acusación de los
más convincente y cabal contra los productos lácteos es Don´t Drink Your Milk, de Oski y Bell. Entre la
multitud de enfermedades y problemas de salud que los autores atribuyen a los productos lácteos figuran la
enfermedad de Lo Gehrig y la esclerosis múltiple. Esta última abunda más en áreas del mundo donde se cría
a los niños más con productos lácteos que con el pecho materno. Una dieta con bajo contenido de grasa
animal, utilizada durante treinta años por un médico de la Universidad de Oregon, ha ayudado de un modo
espectacular a los pacientes de esclerosis múltiple.
Si no fuera por la moderna tecnología, todos los mamíferos se limitarían a alimentar a sus hijos y, una vez
destetados, todos ellos se mantendrían con los alimentos a los que están adaptados biológicamente. En
estado salvaje, ingerir la leche no constituye un problema para ningún mamífero; sólo lo es para el único
mamífero demasiado “inteligente” para confiar en el plan de la naturaleza. Naturalmente, un gran negocio se
preocupa por sus beneficios y hace cuanto puede para perpetuar el mito de que la leche de vaca es un
alimento apropiado para los seres humanos.
Antes de que llegara a convertirse en un reembolso asesor en nutrición de la Empresa Nacional de Productos
Lácteos, el profesor E.V. McCollum recalcó el hecho de que la leche no es un elemento esencial en la dieta
humana. (Véanse las ediciones anteriores de su libro The Newer Knowledge of Nutrition). Señaló que los
habitantes de Asia meridional jamás toman leche. Si dieta se compone de arroz, semillas de soja, boniatos,
brotes de bambú, y otras verduras. Según el profesor MacCollum, esas personas son excepcionales por el
desarrollo de su físico y su resistencia, y su capacidad de trabajo está fuera de lo corriente. No sufren
defectos óseos en la infancia y tienen las mejores dentaduras del mundo. Esto contrasta intensa y
favorablemente con los pueblos bebedores de leche. Por desgracia, al profesor le pareció conveniente
eliminar estos hechos de todas las ediciones de su obra publicadas con posterioridad a su ingreso como
asesor de la Empresa Nacional de Productos Lácteos. La verdad debe suprimirse cuando amenaza
beneficios y salarios. Esta es la triste verdad de la vida en Estados Unidos. Una vez más, se sacrifica la salud
de la gente por el omnipotente dólar.
Extracto del libro Vida Sana de Harvey y Marilyn Diamond, Ediciones Martínez Roca, S.A. 1987
Leche.
Esta es una de las cuestiones más polémicas y peor
comprendidas de toda la dieta occidental. Los orientales y
los africanos evitan tradicionalmente el consumo de leche,
excepto como purgante. Pero en el mundo occidental, la
gente se acostumbra a tomar leche a diario durante toda su
vida.
Si observamos la naturaleza, veremos que los animales se
alimentan exclusivamente de leche hasta ser destetados
con otros alimentos. La desaparición natural de la lactasa
(la enzima que permite digerir la leche) del organismo
humano a la llegada de la madurez demuestra claramente
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que los humanos adultos no tienen más necesidad de leche que los tigres o los
chimpancés adultos.
Aunque la leche es un alimento proteínico completo cuando se consume al natural,
también contiene grasa, lo cual quiere decir que combina mal con cualquier otro alimento
salvo con ella misma. Sin embargo, muchos adultos tienen la costumbre de acompañar sus
comidas con leche fría. La leche se cuaja nada más llegar al estómago, de modo que, si
hay otro alimento presente, los grumos se coagulan en torno a las partículas de comida y
las aíslan de la acción de los jugos gástricos, retrasando su digestión el tiempo suficiente
para que comience la putrefacción. Por ello, la primera y más importante norma a tener en
cuenta sobre el consumo de leche es beberla sola o no beberla.
Hoy en día, la leche se vuelve todavía más indigerible a causa de la práctica generalizada
de la pasteurización, que destruye todas las enzimas naturales y altera sus delicadas
proteínas. La leche al natural contiene las enzimas activas lactasa y lipasa, que hacen
posible que se digiera por sí misma.
La leche pasteurizada, desprovista de lactasa y demás enzimas activas, no puede ser
correctamente digerida por los estómagos adultos, e incluso resulta difícil para los niños,
como lo demuestran los cólicos, erupciones, problemas respiratorios, gases y demás
afecciones tan frecuentes en los bebés alimentados con biberón.
Además, la ausencia de enzimas y la alteración de las proteínas vitales hace que el calcio
y los restantes minerales contenidos en la leche no sean bien asimilados.
Hacia 1930, el Dr. Francis M. Pottenger realizó un estudio de 10 años de duración sobre
los efectos relativos de una dieta de leche pasteurizada y otra al natural en una población
de 900 gatos. Uno de los grupos no recibía nada más que leche entera al natural, mientras
que el otro era alimentado exclusivamente con leche entera pasteurizada de la misma
procedencia. Los gatos alimentados con leche natural evolucionaron bien, manteniéndose
sanos, activos y alerta durante toda su vida, pero los alimentados con leche pasteurizada
pronto se volvieron inquietos, confusos y sumamente vulnerables a un gran número de
enfermedades degenerativas crónicas que normalmente se relacionan con el ser humano:
enfermedades cardíacas, afecciones renales y tiroideas, problemas respiratorios, pérdida
de dientes, fragilidad ósea, inflamación hepática, etc.
Pero lo que más llamó la atención al Dr. Pottenger fue lo que les sucedía a la segunda y
tercera generaciones. Los primeros descendientes del grupo de la leche pasteurizada
nacieron todos con mala dentadura y huesos pequeños y débiles, síntomas evidentes de
una deficiencia de calcio que indicaban a su vez una mala absorción del calcio de la leche
pasteurizada. Los descendientes del grupo de la leche al natural nacieron tan sanos como
sus progenitores. Muchos de los gatitos de la tercera generación del grupo pasteurizado
nacieron muertos, y los que sobrevivieron eran todos estériles e incapaces de
reproducirse.
El experimento debió terminar ahí porque no hubo una cuarta generación de gatos alimen-
tados con leche pasteurizada, aunque el grupo de la leche al natural siguió
reproduciéndose y criando indefinidamente. Si esto no le parece prueba suficiente de los
efectos nocivos de la leche pasteurizada, tenemos que tener en cuenta que incluso los
terneros recién nacidos que son alimentados con leche pasteurizada obtenida de sus
8
propias madres suelen morir antes de seis meses, un hecho comprobado que la industria
lechera comercial se resiste a reconocer.
A pesar de todas estas pruebas científicas a favor de la leche al natural y contra la leche
pasteurizada, y a pesar del hecho de que hasta comienzos del siglo XX la especie humana
medró con la leche al natural, en la actualidad está prohibida la venta de leche natural al
consumidor en casi todos los Estados occidentales.
Para la industria lechera resulta mucho más rentable pasteurizar la leche a fin de alargar
su tiempo de vida en el comercio, aunque esta leche desnaturalizada no haga ningún bien
en absoluto a la salud humana. Además, la pasteurización hace que la leche de las vacas
enfermas en vaquerías poco sanitarias resulte relativamente “inofensiva” para el ser
humano, ya que mata algunos de los gérmenes peligrosos (aunque no todos), y esto
también contribuye a abaratar los costes de producción de la industria.
Sólo hicieron falta tres generaciones para que los gatos del Dr. Pottenger alimentados con
leche pasteurizada se volvieran estériles y debilitados. Y éste es el número aproximado de
generaciones que europeos y norteamericanos llevan alimentándose con leche pasteuri-
zada. Hoy en día, la esterilidad se ha convertido en un problema de importancia entre las
jóvenes parejas occidentales, mientras que la deficiencia de calcio se ha extendido tanto
que más del 90 por ciento de los niños norteamericanos padecen de afecciones dentales
crónicas.
Para empeorar aún más la situación, actualmente se ha impuesto la costumbre de
“homogeneizar” la leche con el fin de evitar que se separe la nata. La homogeneización
consiste en fragmentar y pulverizar las moléculas grasas hasta el punto de que no puedan
separarse del resto de la leche. Pero los minúsculos fragmentos de grasa así obtenidos se
filtran con facilidad a través de las paredes del intestino delgado y aumentan
considerablemente la cantidad de colesterol y grasas desnaturalizadas absorbidas por el
cuerpo. En realidad, se absorbe más grasa láctea bebiendo leche homogeneizada que
consumiendo nata pura.
Las mujeres preocupadas por la osteoporosis deberían tomar buena nota de todos estos
datos sobre los productos lácteos pasteurizados. Esta leche desnaturalizada no aporta el
calcio suficiente para combatir la citada enfermedad, como queda plenamente demostrado
por el hecho de que las mujeres occidentales, que consumen grandes cantidades de
diversos productos lácteos pasteurizados, presentan una mayor incidencia de osteoporosis
que las de cualquier otra zona del mundo. La col cruda, por ejemplo, proporciona muchí-
simo más calcio asimilable que cualquier cantidad de leche pasteurizada o sus derivados,
como yogures, quesos y todos los demás productos lácteos desnaturalizados.
El elemento boro es también un factor esencial para la absorción del calcio de los
alimentos y para su utilización por el cuerpo en la formación de los huesos. Aún más digno
de mención, el nivel de estrógenos en la sangre de mujeres que recibían cantidades
adecuadas de boro ascendió a más del doble, eliminando la necesidad de una terapia de
administración de estrógenos, que es un “parche” habitual contra la osteoporosis en los
países de Occidente.
Y, ¿dónde se encuentra el boro? En las frutas y verduras frescas, sobre todo en
manzanas, peras, uva, nueces, col y otras verduras de hoja, donde también encontramos
9
calcio. La naturaleza nos proporciona abundantes fuentes de todas las sustancias
nutrientes que necesitamos, pero el ser humano insiste en cocerlas y elaborarlas hasta
eliminarlas todas, y luego se pregunta por qué no da resultado su dieta.
Todos los adultos deberían reflexionar seriamente sobre la conveniencia de la leche como
parte integrante de su dieta cotidiana, salvo en el caso de que puedan obtener leche al
natural certificada, que constituye un excelente alimento. Atiborrar a los niños con leche
pasteurizada para que crezcan “fuertes y sanos” es una pura aberración, porque les resulta
imposible asimilar los nutrientes. De hecho, hombres, mujeres y niños por igual deberían
eliminar de su dieta todos los productos lácteos pasteurizados, pues únicamente sirven
para atascar sus intestinos con capas y más capas de un fango limoso que impide la
absorción de los nutrientes orgánicos.
Tenemos que eliminar completamente de nuestra dieta la leche homogeneizada y
pasteurizada. Si podemos encontrar leche al natural, consumirla como una comida
completa por sí misma, nunca combinada con otros alimentos.
La otra cara de la Leche
T O D O E L M U N D O H A B L A D E L A S I N N U M E R A B L E S P R O P I E D A D E S D E L A L E C H E
P E R O E N E S T E A R T Í C U L O H A B L A R E M O S D E L A O T R A C A R A D E L A L E C H E O
E F E C T O S I N D E S E A B L E S . ¿ P O R Q U É S O M O S L O S Ú N I C O S M A M Í F E R O S Q U E
T O M A M O S L E C H E U N A V E Z H E M O S R E B A S A D O L A E D A D D E L A C T A N C I A ?
La leche materna es un alimento completo, ella sola es capaz de nutrir y hacer crecer a un bebé. Los análisis de
laboratorios nos muestran que tiene proteínas, grasas, carbohidratos, minerales y vitaminas de una forma
totalmente asimilable por el lactante. Por eso nos han hecho creer que si no tomamos lácteos se nos caerán los
dientes, se nos desintegrarán los huesos y que nuestros hijos no crecerán.
Sin embargo, el sentido común nos dice que la leche es para los lactantes y que en la naturaleza los animales
adultos no maman y menos de hembras de otra especie. El sentido común no engaña, la leche es para mamarla;
de hecho en cuanto se ordeña empieza a estropearse a una velocidad de vértigo. El hombre lo soluciona
esterilizándola con calor. Así ya es "potable", pero os habéis preguntado ¿si tiene los mismos beneficios y es
igual de asimilable que la que se mama? y ¿será lo mismo "mamar" de la madre que de la vaca? "Nos nutrimos
de lo que asimilamos, no de lo que comemos". Numerosos estudios científicos señalan la leche como uno de los
factores implicados en muchos problemas de salud actuales.
L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A L E C H E
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Desde que en 1856 Louis Pasteur descubrió que cociendo los alimentos se destruían los microorganismos
causantes de su descomposición, la pasteurización ha sido aplicada profusamente en la industria alimentaria,
especialmente en la láctea. En el proceso de pasteurización (calentamiento a 74º C durante 15 segundos,
seguido de enfriamiento rápido a 4º C) se destruyen los microorganismos indeseables, pero también vitaminas y
enzimas necesarias para la digestión de su alto contenido proteico. Estos inconvenientes son mayores en la leche
esterilizada a altas temperaturas, la U.H.T. de larga duración (calentamiento durante 3 segundos a 150 º C
seguido de enfriamiento a 83º C y envasado).
En la leche sin pasteurizar los micro-organismos se multiplican a velocidades enormes, pero esto también ocurre,
aunque a velocidades menores, en las leches pasteurizadas, tal como se desvela de la lectura de la ley
americana a este respecto: "La leche pasteurizada no debe contener más de 20.000 bacterias por mililitro y no
más de 10 organismos de especies coliformes".
A pesar de refrigerar nuestras botellas de leche una vez abiertas, la población microbiana (buena y mala) puede
doblarse en 35 horas.
La homogeneización es otro rutinario proceso al que es sometida la leche para mejorar su textura. En él se
reducen el tamaño de los glóbulos de grasa al menos diez veces, y esto puede aumentar el riesgo de padecer
ataques de corazón a los grandes consumidores de la misma. La razón parece ser la siguiente: con los pequeños
glóbulos de grasa, la enzima bovina xantín-oxidasa puede pasar intacta las paredes intestinales, llegar a la
sangre, y destruir un componente de las membranas celulares del tejido cardíaco (el plasmógeno).
E L C A R Á C T E R A N T I G É N I C O D E L A S P R O T E Í N A S L Á C T E A S
El bebé humano asimila totalmente las caseínas de la leche de su madre, pero no puede hacer lo mismo con las
caseínas de la leche de vaca, que pasan al intestino delgado parcialmente digeridas, debido al efecto
neutralizador que ejerce la leche sobre la acidez estomacal necesaria para su ruptura. Este problema se agrava
en los adultos, ya que con la edad disminuye la cantidad de renina gástrica, que es la primera enzima necesaria
para comenzar la cadena de rupturas de las grandes moléculas de la caseína.
La caseína no hidrolizada (fragmentada) es una sustancia viscosa (se emplea como pegamento en relojería y en
carpintería), que en algunas personas se deposita en los folículos linfáticos que rodean al intestino, impidiendo la
absorción de otros nutrientes y contribuyendo a la fatiga crónica y a alteraciones intestinales diversas.
Además, los fragmentos pequeños procedentes de la hidrólisis parcial de la caseína (péptidos), pueden atravesar
en ciertas condiciones las paredes intestinales. Allí, los linfocitos B de la mucosa intestinal fabrican anticuerpos
(las inmunoglobulinas) que se unen con los péptidos (antígenos) formando complejos antígeno-anticuerpo.
Dos de las 25 proteínas antigénicas de la leche de vaca, la caseína y la gammaglobulina bovina, son altamente
inmunogénicas, lo que quiere decir que plantean una fuerte demanda sobre el sistema inmunitario para producir
grandes cantidades de anticuerpos y complementos. En condiciones ideales, las proteínas de la leche no
digeridas o no descompuestas y otros antígenos de los alimentos, son retenidos en el intestino y expulsados
junto con la materia fecal. En las personas con deficiencia de IgA, proteínas como la difícilmente digerible
caseína, son absorbidas en el flujo sanguíneo en su totalidad y contribuyen al desarrollo de una variedad de
enfermedades relacionadas con la autoinmunidad, incluyendo artritis reumatoide, lupus, cánceres...
La leche materna proporciona las necesarias IgA para realizar el desarrollo y la integridad funcional del tracto
respiratorio e intestinal del niño, mientras que la leche de vaca está totalmente desprovista de su anticuerpo
esencial.
En resumen: los lácteos tienen un alto contenido en antígenos que "agotan" el sistema inmunitario, haciéndolo
más vulnerable a las infecciones y a enfermedades directamente relacionadas con nuestro sistema inmunológico.
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Se han descrito muchos problemas relacionados con los lácteos. Entre ellos podemos citar: problemas
circulatorios, alergias, inmunodepresión, diabetes juvenil, enfermedades otorrinolaringológicas, asma,
acumulación de mucosidades, especialmente en los órganos genitales femeninos y en el aparato auditivo.
Según el doctor francés Gauvin, las enfermedades de garganta, nariz y oídos se deben al elevado consumo de
yogures y de leche y el doctor Oski, jefe de hospital pediátrico Johns Hopkins, asegura que muchos casos de
asma y sinusitis mejoran o incluso desaparecen cuando se eliminan totalmente los lácteos de la dieta.
Otra serie de complicaciones que resultan del consumo de la leche de vaca es la nefrosis. Un grupo de
investigadores de la Universidad de Colorado y otro de la Universidad de Miami, han identificado esta
enfermedad en niños con edades comprendidas entre 10 y 14 años. La nefrosis es una alteración de los riñones
que provoca una pérdida permanente de proteínas por la orina. Cuando la leche era eliminada de la dieta de
estos niños, se recuperaban rápidamente.
Todas las personas con problemas de salud deberían disminuir al máximo los lácteos, pero las que padezcan de
alergias cutáneas o respiratorias deberían suprimirlos totalmente y también todos los alimentos industriales que
contengan caseína. Las caseínas están presentes en todos los lácteos (leche, quesos, yogurt), siendo más
problemáticas en los quesos industriales, por su mayor concentración.
No obstante, los quesos de leche no manipulada por la industria, fermentados artesanalmente y respetando los
tiempos de curación, plantean menos problemas de carácter antigénico al consumidor.
Autor: Olga Cuevas
Precauciones lácteas: leche A1 - leche A2
Autor: Juan Carlos Mirre
Area: Nutrición » Artículos
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Según demuestran ciertas investigaciones, es el contenido de la leche en beta-caseína de un tipo u
otro (según la raza de vaca) lo que parece determinar la posible relación del consumo de lácteos con
algunas enfermedades comunes en nuestra civilización.
Hoy en día nos mareamos frente a las estanterías del supermercado: mas de veinte marcas, desnatada o semi,
nutrientes, vitaminas. ¿Que fue de aquella simple leche de vaca que en medidas de litro nos vertía la lechera a
la puerta de casa hace unos 50 años?.
Ahora contamos con todas las garantías de calidad e higiene, modernas técnicas de ordeño, transporte y
envasado del producto vacuno por excelencia. ¿Pero es esto suficiente para nuestra salud?.
La leche ha sido y es un alimento fundamental para el hombre, una de las mas importantes fuentes de calcio,
fósforo y vitaminas del grupo B en nuestra dieta. Es universalmente reconocida su importancia para el
crecimiento y desarrollo de los niños y con la excepción de los vegetarianos, nadie pone en duda su papel
beneficioso en la nutrición humana.
Sin embargo, los profesores Bob Elliot y Corran McLachlan de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda),
plantean una seria duda sobre tan beneficioso papel.
Estos investigadores y su equipo de bioquímicos, biólogos y médicos, trabajan desde hace mas de 10 años sobre
la base de una sospechosa relación estadística entre las muertes por accidentes cardiovasculares y el consumo
de un particular tipo de caseína (beta-caseína A1) que se encuentra en la leche de vaca.
Como muestra la figura 1, en los países donde se consume mas leche con beta-caseína A1 (como Finlandia o
Irlanda) hay mayor incidencia de decesos por enfermedades cardíacas y –por el contrario- donde el consumo es
mínimo (Japón, Francia o Suiza), son escasas las muertes por esta causa.
¿PERO QUE ES LA BETA-CASEÍNA A1?
Como se puede ver en la figura 2, todas las leches contienen caseína, que se divide en 3 tipos: alfa-caseína,
beta-caseína y kapa-caseína. La beta-caseína se compone a su vez de 5 tipos distintos de proteínas que se
denominan: A1, A2, A3, B y C.
Los contenidos de estas moléculas en la leche varían con la composición genética de cada raza vacuna. Así, por
ejemplo, la mayoría de las vacas de raza "Guernesey" producen leche rica en A2 y muy escasa A1. La raza "Red
Danish" por el contrario produce leche rica en beta-caseína A1.
El Dr. McLachlan mantiene que los bóvidos salvajes primitivos que habitaban el Oriente asiático tenían solo la
variedad de beta-caseína A2. Estos fueron domesticados y traídos a Europa hace unos 7.000 años y en el
transcurso de esta gran migración, el gen original de la beta-caseína A2 fue evolucionando, hasta mutar de
forma natural a la variante de la beta-caseína A1.
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La investigación sobre los efectos de la leche A1 continúa todavía y ha saltado de los laboratorios y grupos de
investigación de N. Zelanda y Australia a los Estados Unidos y varios países europeos. A pesar de las
conclusiones del estudio sobre conejos realizado por la Dra. Julie Campbell, directora del Centro de Biología
Vascular de la Universidad de Queensland (Australia), que reafirma la relación entre la A1 y enfermedades
cardíacas, muchos otros investigadores apuntan que la repetición de ensayos similares en otros laboratorio no
confirman tal relación.
Según McLachlan, Elliot y Campell, habría por tanto dos tipos de leche: la "mala" rica en A1 y la "buena" rica en
A2. Pero, además de su posible incidencia en nuestra salud cardiovascular, los investigadores neozelandeses
también señalan que detrás de la leche A1 podrían encontrarse también el origen de otras enfermedades, como
el autismo infantil y la diabetes tipo 1 (insulino-dependiente).
DIABETES
Hace muchos años que se conocen enfermedades y alergias derivadas de la ingestión de leche por personas
intolerantes a algunas de sus proteínas.
Sin embargo, en Islandia, el mayor consumidor de leche del mundo, se registran bajos índices de diabetes y
enfermedades coronarias. La leche que se consume allí, proviene de una raza de vaca muy peculiar, introducida
hace unos 1.000 años por los vikingos y que no contiene beta-caseína A1 en su leche.
El Prof. Elliot, trabajando en relaciones entre diabetes infantil y consumo de leche de vaca en la Fundación de
Investigación de la Salud Infantil (CHRF) de la Universidad de Auckland, observó en los niños de Samoa que se
trasladaban a vivir a N. Zelanda desarrollaban diabetes, algo que no pasaba en Samoa, con la peculiaridad de
que el principal cambio en su dieta era un marcado aumento de ingestión de leche de vaca.
También sabía que los niños masai de Kenia no desarrollaban diabetes a pesar de beber abundante leche. Los
masai tiene ganado Cebú, que produce leche con beta-caseína A2, en tanto que la leche producida en N.
Zelanda contiene mezcla de beta-caseína A1 y A2.
Esto dio origen a un Programa de Investigación entre la Oficina Láctea de N. Zelanda (NZDB) y la CHRF que
culminó con estudios sobre la aparición de diabetes en ratones no-diabéticos alimentados con beta-caseína A1.
En 1994 la NZDB y la CHRF demostraron que la A1 causa diabetes (tipo1) en ratones, e inmediatamente
patentaron un método para reconocer el tipo de leche que produce una vaca (y su raza).
AUTISMO
El Prof. Paul Shattock dirige un equipo de investigación sobre autismo en la Universidad de Sunderland (Gran
Bretaña) y señala que los estudios realizados por la NZDB apuntan a que el consumo de leche A1 puede inducir
o agravar distintos desórdenes mentales o neurológicos, incluidos el autismo y el síndrome de Asperger.
El Dr. Robert Cade de la Universidad de Florida (USA) informó en 1999 que los niños con autismo y
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esquizofrenia tenían altos niveles de BCM-7 (péptido beta-casimorfina 7), producido por el estómago durante la
digestión de la beta-caseína A1.
Sin embargo, la comunidad médica del Reino Unido, Australia y N. Zelanda mantiene mucha cautela al respecto
y sostiene que hacen falta más investigaciones hasta concluir una relación definitiva entre estas enfermedades y
la leche A1.
ORIGEN DE LA "A2 CORPORATION"
En el 2000, los profesores McLachlan y Elliot se asociaron al magnate neozelandés Howard Paterson para formar
la empresa "A2 Corporation" con el triple objetivo de patentar los procedimientos para obtención y detección de
leche A2, continuar las investigaciones sobre la incidencia de la A1 en la salud y la comercialización de leche
"garantizada A2"
TODAVÍA NO ESTÁ DEMOSTRADO
Tanto los médicos como los técnicos relacionados con la industria lechera sostienen que aún no se han probado
de forma concluyente las supuestas desventajas de la leche A1 y que la mayoría de los argumentos de los
defensores de la leche A2 se basa en correlaciones y evidencias circunstanciales, aún no demostradas.
El grupo que destaca en la oposición a las hipótesis de la "A2 Corporation" y del Prof. Mc Lachlan es la poderosa
central lechera Fonterra, un gigante a escala mundial e importante exportador de leche a Japón (la leche
representa el 20% de las exportaciones de N. Zelanda). Esta empresa domina el mercado lácteo de N. Zelanda y
agrupa a casi todos los ganaderos de ese país, productores de leche A1.
QUIÉN PRODUCE
La leche A2 ya se encuentra en los supermercados de las mayores ciudades de N. Zelanda y Australia (a un
precio de 1 euro/litro, unos 15 céntimos mas cara que la leche "normal") y la "A2 Corporation" la introducirá en
breve en los Estados Unidos y Europa.
Actualmente la empresa lechera "Fairbrae Farm" de la isla de Jersey produce una leche con menos de 0,1% de
beta-caseína A1, derivada de vacas de raza "Guernesey".
Debe señalarse que la beta-caseína A1 no se encuentra en la mantequilla (sólo grasas), y en el queso se
desactiva durante el proceso de fabricación.
Juan Carlos Mirre
Publicado en la revista La Clave, noviembre 2003
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¿ES LA LECHE ANIMAL ADECUADA PARA EL CONSUMO HUMANO?
La leche animal y sus derivados -nata, natillas, yogures, helados, batidos, etc.- se
encuentran actualmente entre los alimentos de mayor consumo del mundo. Se
alaban sus propiedades nutritivas, lo ricos que son y lo imprescindibles que resultan
para mantener los huesos sanos merced a su riqueza en proteínas, vitaminas y
minerales, especialmente el calcio. Pero, ¿es eso verdad o más bien se trata de
productos no precisamente saludables que causan muy diversas patologías?
El ser humano es único en la naturaleza por múltiples razones destacando entre ellas el
hecho de que se trata del único mamífero que ingiere leche procedente de otro animal
pasado el periodo de lactancia. Y lo hace a pesar de saberse que la leche que produce
cada mamífero es específica para su especie y que la naturaleza la ha hecho idónea para
las necesidades de su cría y no para las de otra. Es más, la madre Naturaleza previó que
los mamíferos -es decir, los animales que maman- obtengan la leche directamente de las
mamas de sus madres sin contacto con agente externo alguno ya que se trata de una
sustancia que se altera y contamina con gran facilidad. Los humanos, sin embargo, en el
convencimiento de que es sano seguir tomándola siendo ya adultos hemos alterado hasta
las leyes de la naturaleza para poder mantenerla en condiciones adecuadas de consumo.
Y, sin embargo, son muchas las evidencias que indican que tan preciado líquido está
detrás de muchas de las dolencias que hoy nos aquejan.
Obviamente la composición de cada leche varía en función del animal, de la raza, del
alimento que haya recibido, de su edad, del periodo de lactancia, de la época del año y del
sistema de ordeño, entre otras variables. Y si bien su principal componente es el agua su
presunto interés nutritivo radica en que además contiene grasas (ácidos grasos saturados y
colesterol), proteínas (caseína, lactoalbúminas y lactoglobulinas), hidratos de carbono
(lactosa, fundamentalmente), vitaminas (cantidades moderadas de A, D y del grupo B) y
minerales (fósforo, calcio, zinc y magnesio). Las proporciones dependen ya del tratamiento
que se haya dado a la materia prima por lo que no contiene la misma grasa la "leche
entera" que la "leche descremada" (vea el recuadro que se adjunta al respecto). Ahora
bien, ¿es realmente saludable ingerir leche y productos lácteos? Porque no sólo son
muchos los investigadores que discrepan de esa opinión sino que hay cada vez más
estudios que cuestionan esa aseveración.
EL PROBLEMA DEL CALCIO
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La razón fundamental por la que los nutricionistas occidentales -no así los orientales-
recomiendan tomar leche y sus derivados es porque la consideran muy nutritiva y
especialmente rica en calcio agregando que la ingesta periódica de ese mineral es
imprescindible para mantener la salud, sobre todo la de los huesos. Y en ese
convencimiento muchas personas beben cantidades importantes de ella al punto de que
algunas -es el caso de millones de norteamericanos- prácticamente la toman en lugar de
agua. Sin embargo es precisamente en Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de
leche, donde más incidencia de osteoporosis hay entre su población. ¿Alguien puede
explicar razonadamente tan singular paradoja?
Lógicamente no puede extrañar que cada vez más expertos alcen su voz abiertamente
afirmando que la leche y sus derivados no sólo no son alimentos adecuados para el ser
humano sino que ni siquiera constituyen una buena fuente de calcio porque una cosa es la
cantidad de ese mineral presente en ella y otra muy distinta su biodisponibilidad. Además
está por ver si la necesidad de él que precisa el organismo es la que publicitan las
empresas lácteas.
Resultan ilustrativos a ese respecto los resultados del estudio que con 78.000 mujeres de
entre 34 y 59 años llevaron a cabo durante 12 años varios profesores de la Universidad de
Harvard en Estados Unidos y que fue publicado en el American Journal of Public Health en
1997. Porque sus conclusiones desmienten la tesis de que un mayor consumo de leche u
otras fuentes alimenticias de calcio por mujeres adultas las proteja de fracturas propias de
la osteoporosis como son las de cadera o antebrazo.
También es interesante recordar el Proyecto Cornell Oxford-China de Nutrición, Salud y
Medio Ambiente que se inició en 1983 con un estudio pormenorizado de los hábitos
cotidianos de 6.500 habitantes de 65 provincias dispersas de la China rural ya que
constituye una de las investigaciones más rigurosas y concluyentes efectuadas en materia
de salud. Y ese trabajo demostró -entre otras cosas- que la leche animal desmineraliza a
los adultos. Es decir, se comprobó que las mujeres que no tomaban leche de vaca y su
único alimento eran el arroz, los vegetales, la soja y sus derivados no padecían
osteoporosis. Y que, sin embargo, si dejaban esa dieta e introducían la leche de vaca sus
niveles de calcio bajaban y aumentaba la incidencia de esa patología.
Gracias a las investigaciones llevadas a cabo por el doctor John McDougall -médico
nutricionista del St Helena Hospital de Napa (California, Estados Unidos)- sabemos
también que la mujeres de la etnia bantú no toman leche pero sí calcio procedente de
fuentes vegetales y, sin embargo, a pesar de que tienen una media de 10 hijos y los
amamantan durante largos periodos no padecen osteoporosis.
Otro ejemplo de la relación entre leche y osteoporosis lo constituye el trabajo del
doctorWilliam Ellis, ex presidente de la Academia Americana de Osteopatía Aplicada,
quien estableció que las personas que toman de 3 a 5 vasos de leche diarios presentan los
niveles más bajos de calcio en sangre. Agregando que tomar mucha leche implica ingerir
grandes cantidades de proteínas lácteas y éstas producen un exceso de acidez que el
organismo intenta compensar mediante la liberación de minerales alcalinos.
En esa misma línea se expresa un estudio publicado en el American Journal of Clinical
Nutrition que afirma que el exceso de proteínas de la leche es uno de los factores más
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importantes en el avance de la osteoporosis. En dicho estudio -publicado ya en 1983- se
demostraba que hasta la edad de 65 años las mujeres que no toman leche y son
vegetarianas tienen un 18% de pérdida de hueso mientras las omnívoras padecen una
pérdida ósea del 35%.
Y estudios más recientes muestran que con una ingesta de 75 gramos diarios de proteína
láctea se pierde más calcio en la orina del que se absorbe a través de la dieta.
A todo esto hay que añadir que la relación calcio/fósforo de la leche de vaca no es
adecuada para el ser humano pues su contenido es demasiado elevado en fósforo y por
eso su ingesta acidifica el organismo. Con las numerosas implicaciones negativas para la
salud que ello implica.
LA OPINIÓN DE JEAN SEIGNALET
Como por otra parte ya publicó Discovery DSALUD en los números 78 y 79 también el
finado doctor Jean Seignalet -hematólogo, inmunólogo, biólogo, catedrático de Medicina
de laUniversidad de Montpellier durante muchos años y autor de más de doscientas
publicaciones en prestigiosas revistas médicas- denunció en su obra La Alimentación, la 3ª
Medicina que muchas patologías y la proliferación actual de otras se debe básicamente a
cinco razones: el consumo de cereales domésticos, la ingesta de leche animal y sus
derivados, la cocción de los alimentos, el refino de los aceites y la contaminación
alimenticia con la consiguiente carencia de vitaminas y minerales. Afirmando en lo que a la
leche se refiere lo siguiente:"Muchas personas piensan que prescindir de la leche puede
provocarles pérdida de calcio y problemas como la osteoporosis pues la televisión, la
prensa y la mayoría de los médicos repiten que la solidez de los huesos depende de su
cantidad de calcio y sólo el consumo diario de productos derivados de la leche puede
aportarles en cantidad suficiente ese precioso calcio. Sin embargo, yo digo firmemente
que NO. El peligro de la falta de calcio es una ilusión. Es cierto que la leche de vaca es rica
en calcio pero una vez en el tubo digestivo humano la inmensa mayoría del mismo es
precipitado en forma de fosfato de calcio y expulsado a través de las heces fecales. Sólo
una pequeña parte es absorbida. El calcio asimilable es aportado en cantidad más que
suficiente por los vegetales: hortalizas, legumbres secas, verduras, carnes crudas y frutos
secos y frescos. Además el calcio es un mineral muy abundante en el suelo donde es
recuperado por las raíces de las plantas. En definitiva, eliminar de la alimentación la leche
animal no provoca carencia de calcio. Al contrario, el régimen hipotóxico -desprovisto de
derivados de la leche- acompañado de magnesio y silicio bloquea 70 veces de cada 100 la
evolución de la osteoporosis e incluso permite a veces recuperar parte del terreno
perdido".
LA CASEÍNA DE LA LECHE
Mencionábamos al describir la composición de la leche que una de sus proteínas
principales es la caseína. Pues bien, se sabe que el niño lactante asimila completamente
las caseínas de la leche materna... pero no las de la leche de vaca. Tales proteínas sólo se
digieren parcialmente por el efecto neutralizador de la leche sobre la acidez gástrica,
indispensable para su ruptura.
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¿Y qué efectos provoca esa sustancia viscosa que es la caseína animal en nuestro
organismo? Pues hay que decir que en algunas personas se adhiere a los folículos
linfáticos del intestino impidiendo la absorción de otros nutrientes (de hecho la caseína se
utiliza como pegamento para papel, madera, etc.). Además su hidrolización parcial tiene
otras consecuencias. Por ejemplo, desembarazarse de sus residuos metabólicos supone
un gasto energético suplementario para el organismo y puede provocar problemas
inmunológicos. Así, en personas que presentan deficiencias de inmunoglobulinas IgA esta
proteína pasa al torrente sanguíneo y genera gran variedad de reacciones autoinmunes
(las mencionaremos más adelante al hablar de las enfermedades relacionadas con el
consumo de leche). Y si tenemos en cuenta -como se recoge en un informe del Memorial
Kettering Hospital de Nueva York (Estados Unidos)- que la deficiencia de antígenos IgA es
uno de los problemas más comunes en cuanto a deficiencias inmunitarias el problema pasa
a tener dimensiones mucho más preocupantes.
LAS GRASAS DE LA LECHE
La leche humana contiene 45 gramos de lípidos por litro de los que el 55% son ácidos
grasos poliinsaturados y un 45% saturados. Y tiene, sobre todo, un elevado contenido en
ácido linoleico, precursor de prostaglandinas y leucotrienos antiinflamatorios. En cambio la
leche de vaca -la más consumida- contiene un 70% de ácidos grasos saturados y un 30%
de poliinsaturados. Una estructura que favorece la formación de prostaglandinas y
leucotrienos inflamatorios. Además ese 30% de poliinsaturados pierde sus propiedades
cuando por efecto del calor -entre 40 y 45 Cº- se desnaturalizan y ya no pueden ser
precursores de sustancias antiinflamatorias. Por lo que la leche tratada para poder ser
consumida es ¡una sustancia 100% inflamatoria!
Por otra parte la pasteurización y la homogeneización provocan que las grasas saturadas
atraviesen las paredes intestinales en forma de pequeñas partículas no digeridas lo que
inexorablemente aumenta los niveles de colesterol y grasas saturadas en sangre. Además
el contenido en colesterol de la leche es superior al de otros alimentos famosos por ser
ricos en ese elemento. De hecho algunos países ya han retirado la leche de la lista de
alimentos fundamentales para la dieta porque se ha observado que los niños que
acostumbran a tomar varios vasos de leche al día tienen sus arterias en peores
condiciones que los que no la toman. Una información que, curiosamente, no parece haber
llegado a Estados Unidos pues según su Departamento de Agricultura casi el 40% de la
comida diaria que ingieren los norteamericanos consiste en leche y/o productos lácteos. Lo
cual significa que un estadounidense medio toma diariamente sólo con los productos
lácteos 161 miligramos de colesterol. Y eso es tanto como ingerir ¡53 lonchas de tocino al
día! Y luego se extrañan de que la cuarta parte de la población norteamericana sea obesa
o padezca sobrepeso.
Añadiremos finalmente un dato importante que aporta el ya mencionado doctor John
McDougall: en el afán por aumentar sus ventas la industria lechera relaciona el contenido
de grasa de la leche... con el peso. Lo que le permite decir que la de vaca contiene "sólo"
un 2% de grasa por cada 100 gramos. Y, claro, dicho así parece que estemos hablando de
un producto bajo en grasa. Sin embargo debemos entender que el 87% de la leche es agua
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por lo que si descartamos ésta el porcentaje real de grasa sobre la sustancia sólida es
mucho mayor. ¡Y no hablemos ya de la leche condensada!
LA CARGA HORMONAL
Conviene saber también que la leche contiene aproximadamente 59 tipos diferentes de
hormonas -pituitarias, esteroideas, adrenales, sexuales, etc.- siendo las más importantes
las hormonas del crecimiento cuya acción, unidas a la riqueza proteica de la leche de vaca,
hacen posible el rápido crecimiento de los terneros de forma que en breve plazo llegan a
doblar su peso. Y es evidente que los humanos no tenemos precisamente esa necesidad.
Además niveles elevados de esa hormona, unidos a otros tóxicos, se consideran hoy causa
de la aparición de diversas enfermedades degenerativas.
Hay que añadir a ese respecto que resulta kafkiano tener que reseñar que ya en 1994
laFood and Drug Administration (FDA) -es decir, la agencia del medicamento
norteamericana- aprobó que la compañía Monsanto usara la Hormona Recombinante de
Crecimiento Bovino (rBGH) -también conocida como bovine somatotropin o rbST- para
aumentar la producción de leche en las vacas entre un 10 y un 25%. Porque según se
publicó en The Ecologist en 1998 "el uso de rBGH incrementa los niveles de otra hormona
proteica -el factor de crecimiento 1 tipo insulina (IGF-1)- en la leche de las vacas. Y dado
que el IGF-1 es activo en los humanos -causando que las células se dividan- algunos
científicos piensan que una ingesta de leche tratada con altos niveles de rBGH podría dar
paso a la división y crecimiento incontrolados de células en los humanos. En otras
palabras: cáncer". De hecho son tantos los peligros potenciales de esa hormona que su
uso está prohibido actualmente en Canadá y la Unión Europea así como en otros países.
La profesora Jane Plant, sobre cuya ilustrativa experiencia personal hablamos en el
recuadro adjunto y que es autora del libro Your life in your hands (Tu vida en tus
manos),explica en él que el IGF-1 es además especialmente activo durante la pubertad y el
embarazo. En el caso de las niñas púberes -explica- esta hormona estimula el tejido de la
mama para que crezca. Y durante el embarazo ensancha los tejidos mamarios y los
conductos de la leche materna para favorecer la lactancia. Agregando con
rotundidad:"Niveles altos de esta hormona incrementan hasta tres veces el riesgo de
padecer cáncer de mama o de próstata por parte de quienes consumen tanto la leche
como la carne de las vacas lecheras. Y en contra de la afirmación de que la pasteurización
la destruye entiendo que la caseína evita que eso ocurra y que la homogeneización facilita
que la IGF-1 alcance el torrente sanguíneo. Asimismo, los propios estrógenos que se
añaden a la leche bovina son otro de los factores que estimulan la expresión nociva de esta
hormona y que, indirectamente, acaban provocando la aparición de tumores".
TÓXICOS EN LA LECHE
Debemos añadir que la leche puede además estar contaminada por productos químicos,
hormonas, antibióticos, pesticidas, pus procedente de las mastitis -tan frecuentes en la
vacas ordeñadas permanentemente-, virus, bacterias, priones... Sin olvidar que hoy se
"enriquece" tanto la leche como los productos lácteos con aditivos, vitaminas y minerales
sintéticos, semillas, plantas, frutas, proteínas, ácidos grasos... En algunos casos, por cierto,
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con grasa de animales distintos. Con lo que uno puede estar ingiriendo leche de vaca
enriquecida con grasa de cerdo... sin saberlo.
¿Y cuáles son las sustancias tóxicas que con más frecuencia puede uno encontrarse en un
vaso de leche de vaca, la más consumida? Pues son éstas:
Metales y plásticos. El equipo utilizado en la explotación ganadera para obtener,
conducir o almacenar la leche puede contaminarla. De hecho se ha llegado a detectar en
ella hierro, cobre, plomo, cadmio, zinc, etc., o sus aleaciones. Lo que puede provocar una
actividad catalítica nefasta sobre las reacciones de oxidación que se producen en ella.
Detergentes y desinfectantes. Hablamos de formol, ácido bórico, ácido benzoico, sales
alcalinas, bicromato potásico, etc., sustancias que se emplean en la limpieza y desinfección
del material que se pone en contacto con la leche. Su uso está justificado ya que el agua
por sí sola es incapaz de arrastrar los restos de materia orgánica y destruir las bacterias
que contaminan las instalaciones y que pueden pasar a la leche.
Pesticidas y fertilizantes. En la comida que se da a las vacas se pueden encontrar
compuestos químicos con los que se ha procurado tanto el incremento de las cosechas
como su mejor conservación. En este grupo se incluyen acaricidas, nematicidas,
fungicidas, rodenticidas y herbicidas. Compuestos químicos -DDT, dieldrin, lindano,
metoxiclor, malation, aldrín, etc.- que pueden ocasionar cáncer.
Micotoxinas. Procedentes del alimento que se da a las vacas cuando éste está
contaminado por mohos, muy especialmente por el aspergillus flavus.
Antibióticos y otros fármacos. Actualmente se emplean de forma habitual en el
tratamiento y prevención de las enfermedades infecciosas y parasitarias de las vacas pero
pueden pasar a la leche contaminándola. Un problema que se agrava al saber que el uso
excesivo y continuado de estos fármacos en animales ha acabado provocando que
determinadas cepas de gérmenes patógenos se hayan hecho resistentes y al pasar a los
humanos éstos encuentren dificultades para superar la enfermedad con antibióticos. Por
eso es peligroso el consumo de leche extraída de vacas así tratadas. Ya en 1976 el
diario Daily Herd Management publicaba que "la mayoría de las fábricas [de leche] usan
cerca de 60 clases de tratamientos químicos [antibióticos] para tratar la hinchazón de
pezón después de cada ordeñada y para reducir la propagación de mastitis (inflamación de
ubres) en sus rebaños. Hay evidencia de que algunas de esas zambullidas químicas dejan
residuos en la leche que pueden ser peligrosos para los humanos". Diez años después
todo seguía igual y el prestigioso The New York Times afirmaba que "los residuos de
antibióticos en la leche están causando reacciones alérgicas en algunas personas debido a
tratamientos rutinarios para prevenir la hinchazón de los pezones de las vacas y programas
de infusión en las fábricas lecheras."
Contaminación radioactiva. Es otro de los problemas que preocupan en la actualidad y
si bien los residuos producidos por el uso específico de la energía nuclear no ocasionan
problemas más que en raras ocasiones es necesario prestar atención.
Dioxinas. Estos derivados del cloro merecen atención especial. Además de estar
relacionados con el cáncer de pulmón y los linfomas la exposición a las dioxinas se ha
relacionado con la diabetes, los problemas de desarrollo del niño y diversos desarreglos del
sistema inmune.
21
ENFERMEDADES RELACIONADAS CON EL CONSUMO DE LECHE
Ante todo lo expuesto son cada vez más las voces que alertan de la posible relación -más
o menos directa- entre el consumo de leche y las dolencias que se relacionan a
continuación:
Anemia ferropénica. El doctor Frank Oski -director del Departamento de Pediatría de
la Escuela de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins (Estados Unidos)- asevera en
su libro Don't Drink Your Milk! (¡No bebas tu leche!) que en su país entre el 15 y el 20% de
los niños menores de 2 años sufren anemia por deficiencia de hierro y que la mitad del
resto de las anemias que se producen en Estados Unidos están relacionadas con el
consumo de leche y sus derivados por los pequeños sangrados gastrointestinales que la
leche puede provocar.
Artritis Reumatoidea y Osteoartritis. Está constatado que los complejos antígeno-
anticuerpo generados por la leche se depositan a veces en las articulaciones provocando
su inflamación y entumecimiento. Estudios realizados en la Universidad de Florida (Estados
Unidos) confirman que los síntomas se agravan en pacientes con Artritis Reumatoidea que
consumen leche. Por otro lado, en un artículo publicado en la revista Scandinavian Journal
of Rheumatology se afirmaba que en personas afectadas de esa patología que dejaron de
ingerir lácteos y tomaron sólo agua, té verde, frutas y zumos vegetales entre 7 y 10 días la
inflamación y el dolor disminuyeron significativamente. Agregando que cuando alguno
volvía a una dieta lacto-ovo-vegetariana los síntomas reaparecían. Por su parte, un grupo
de investigadores israelíes demostró en 1985 -por primera vez- que la leche puede inducir
también la artritis reumatoidea juvenil. La asociación de la leche con la artritis reumatoidea
del adulto ya se había establecido anteriormente pero no se había hallado ninguna
asociación con la juvenil hasta el hallazgo de esos científicos.
Asma. Se sabe que la leche puede estimular la producción excesiva de moco en las
vías respiratorias y que la alergia a la leche es causa de asma. Además está
completamente demostrado que los niños con exceso de moco y dificultades respiratorias a
los que se les retira la leche de vaca mejoran de forma sorprendente.
Autismo. Investigadores italianos descubrieron que los síntomas neurológicos de los
pacientes autistas empeoran cuando consumen leche y trigo. Se cree que los péptidos de
la leche pudieran tener un efecto tóxico en el sistema nervioso central al interferir con los
neurotransmisores. En sus investigaciones los doctores de la Universidad de Roma notaron
una mejoría marcada en la conducta de esos enfermos tras dejar de ingerirla ocho
semanas. En su sangre había altos niveles de anticuerpos contra
la caseína, la lactoalbúmina y labetalactoglobulina.
Cáncer de estómago. Investigadores del Instituto Nacional de Salud Publica de Morelos
(México) encontraron un aumento significativo del riesgo de contraer cáncer de estómago
en pacientes que consumían productos lácteos. En los que además consumían carne el
riesgo se triplicaba.
Cáncer de mama. La leche está considerada por muchos expertos causa directa de
este "tipo" de cáncer. Si a ello añadimos la influencia que tiene la hormona insulínica las
probabilidades de sufrirlo aumentan considerablemente en las grandes consumidoras de
22
leche (Discovery DSALUD publicará el mes que viene un artículo sobre este importante
asunto que tanto preocupa a las mujeres).
Cáncer de ovarios. La galactosa -uno de los azúcares de la leche- se ha relacionado
también con el cáncer de ovarios. Algunos investigadores consideran que las mujeres que
beben más de un vaso de leche entera al día tienen tres veces más probabilidades de
contraer cáncer de ovarios que las que no lo ingieren.
-Cáncer de páncreas. Investigadores de la Universidad de Harvard (Estados Unidos)
afirman que existe una relación "positiva y fuerte" entre el cáncer del páncreas y el
consumo de leche, huevos y carne.
Cáncer de próstata. Un estudio presentado hace más de veinte años en una reunión de
laAmerican Association of Cancer Research en San Francisco y publicado en Oncology
Newsya revelaba, según el doctor Chan -epidemiólogo de la Universidad de Harvard-, que
el consumo de mucha leche y sus derivados está asociado con un incremento del riesgo de
cáncer de próstata en los hombres. Explicando que ello se puede deber a que el alto
contenido de calcio de la leche hace disminuir la cantidad de vitamina D del cuerpo,
encargada de proteger del cáncer de próstata a pesar de que la propia leche la contiene.
Epidemiólogos italianos del Aviano Cancer Center calcularon ese aumento del riesgo y
establecieron que es 1,2 veces mayor entre quienes beben de 1 a 2 vasos de leche diaria
que entre los que no la consumen. Sin embargo, si se toman dos o más vasos de leche al
día el nivel de riesgo de padecer ese cáncer aumenta a 5.
Otro estudio -realizado por el mismo equipo de investigadores de la Universidad de
Harvard- descubrió que los hombres que consumen grandes cantidades de leche y/o
lácteos tienen un 70% de riesgo de contraer cáncer de próstata. Opinión que comparte un
grupo de científicos noruegos de la Universidad de Oslo quienes afirman que consumir
leche es un riesgo para contraer cáncer de próstata. Añadiendo que, sorprendentemente,
el consumo de leche desnatada está asociado con un mayor incremento que la leche
entera.
Cáncer de pulmón. Investigadores holandeses concluyeron en 1989 que las personas
que toman tres o más vasos de leche diaria tienen dos veces más probabilidad de
desarrollar cáncer de pulmón que los que no la toman. Y que, sin embargo -contra lo que
afirman sus colegas noruegos- las personas que toman esa misma cantidad pero de leche
desnatada parecen estar más protegidas. También se coligió en el Roswell Park Memorial
Institute de Nueva York que entre las personas que beben tres o más vasos de leche
entera al día aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en un 200% (comparado
con aquellos que nunca la toman). Además se ha documentado que existe relación directa
entre la hormonasomatotropina y el cáncer de pulmón, y entre éste y las dioxinas que
contaminan la leche.
Cáncer de testículos. Investigadores británicos descubrieron que también hay relación
entre el cáncer testicular y el consumo de leche. El riesgo encontrado fue 7,19 veces mayor
que en la población general y aumenta en un 1,39 por cada cuarto de leche adicional que
se consume.
Cataratas. Hay una creciente evidencia de la relación entre el consumo de leche y las
cataratas. Según diversos estudios científicos las poblaciones humanas que consumen
23
grandes cantidades de productos lácteos tienen mayor incidencia de cataratas que
aquellos que los evitan. Este defecto se ha relacionado con la lactosa y la galactosa.
Siendo la relación más evidente entre la mujeres que entre los hombres. El tipo más
frecuentemente es lacatarata cortical.
Colitis ulcerosa. También el consumo de leche se ha asociado a esta dolencia.
Colon irritable. Hay diversos estudios que vinculan igualmente la ingesta de leche con
el desarrollo de esta patología.
Diabetes Mellitus Tipo I. Diferentes investigaciones demuestran que los lactantes
alimentados con leche de vaca presentan un mayor riesgo de padecer diabetes
insulinodependiente -conocida como diabetes tipo I- ya desde su niñez. Un estudio
publicado en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra identifica la leche como "elemento
responsable o factor desencadenante en algunas personas genéticamente sensibles" . Los
médicos que realizaron la investigación descubrieron que los diabéticos analizados tenían
unos niveles de anticuerpos más altos de lo normal que reaccionaban con una proteína de
la leche llamadasuero de albúmina bovina atacándola como invasora y destruyéndola. Pero
resulta que -¡fatal coincidencia!- una sección de esa proteína es casi idéntica a una
proteína de la superficie de las células productoras de insulina por lo cual, según afirman,
las defensas de las personas sensibles a ella terminan atacando a sus propias células
causando así su autodestrucción. Por lo que coligen que eliminar la leche y sus derivados
de la dieta infantil podría disminuir drásticamente la incidencia de este tipo de diabetes.
Dolores abdominales sin intolerancia a la lactosa. Existe una estrecha correlación -
no discutida- entre la indigestión que causa la lactosa, la intolerancia a la lactosa y la
intolerancia a la leche.
Enfermedad de Crohn. El doctor John Hermon-Taylor -director del Departamento de
Cirugía de la Escuela de Medicina del Hospital St. George (Gran Bretaña)- afirma tras
estudiar la enfermedad de Crohn durante 20 años que la Paratuberculosis -una subespecie
del Mycobacterium Avium- está indudablemente asociada a esa patología. Y que ese
microorganismo se transmite fundamentalmente a través de la leche porque la
pasteurización no la destruye. En un estudio realizado entre 1990 y 1994 sobre envases
para leche se encontró con que el 7% estaba contaminado con la Paratuberculosis.
Enfermedades coronarias. Numerosos investigadores relacionan algunos
componentes de la leche -el colesterol, las grasas, su alto contenido en calcio, la presencia
de xantina oxidasa, etc.- con este tipo de dolencias. En el caso de la enzima bovina xantina
oxidasa se sabe que sólo causa problemas cuando la leche es homogeneizada y que su
daño se centra en los vasos sanguíneos. La posible explicación está en que esta enzima
atravesaría intacta las paredes intestinales, se trasladaría a través de la sangre y destruiría
el masmógeno, uno de los componentes de las membranas de las células que forman el
tejido cardiaco. Uno de esos investigadores es el doctor Kurt Oster, jefe del servicio de
Cardiología del Hospital Park City en Bridgeport (Estados Unidos). Durante un periodo de
casi cuatro años Oster estudió a 75 pacientes que sufrían angina de pecho y
arteriosclerosis. Pues bien, se eliminó la leche de sus dietas y se les dio ácido fólico y
vitamina C -ambas combaten la xantina oxidasa- y en todos los casos el dolor disminuyó.
Es más, a ese respecto el doctor Kurt Esselbacher -miembro de la Escuela de Medicina
24
de la Universidad de Harvard- afirma sin tapujos: "La leche homogenizada, debido al
contenido de xantina oxidasa, es una de las mayores causas de enfermedades coronarias
en Estados Unidos".
Hay también estudios realizados en Rusia según los cuales quienes beben tres o más
vasos de leche al día tienen 1,7 más probabilidades de padecer enfermedades isquémicas
cardíacas que quienes no la consumen. Igualmente se sabe que el consumo habitual de
productos lácteos aumenta el colesterol malo (LDL) sin afectar al bueno (HDL) por lo que
ya en sí mismos constituyen un factor de riesgo. Y debemos añadir que el consumo de
proteínas lácteas parece tener relación directa con la mortalidad coronaria ya que se ha
comprobado que los anticuerpos creados contra la caseína activan el sistema plaquetario
estimulando la trombogénesis. Además se las relaciona con la inflamación de las paredes
de las arterias favoreciendo así el proceso arteriosclerótico.
En cuanto al calcio de la leche cabe decir que parece existir relación entre el
endurecimiento de las arterias y el excesivo contenido de este mineral en sangre.
Añadiremos que la leche desnatada se ha asociado con enfermedades coronarias no
isquémicas en hombres mayores de 45 años y en mujeres mayores de 75. Se cree que las
proteínas de la leche contribuyen a la formación de la homocisteina. Para muchos la
conjunción de este tipo de leche, la lactosa, el calcio y la homocisteína podría ser
responsable de la calcificación de las arterias.
Esclerosis múltiple. Científicos de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) están
llevando a cabo en la actualidad extensos estudios acerca de los factores asociados con la
esclerosis múltiple y si bien hasta ahora sólo han obtenido conclusiones parciales han
podido establecer relación entre la esclerosis múltiple y un excesivo consumo de leche.
Estreñimiento. La leche es causa conocida de estreñimiento en niños y ancianos. Su
eliminación de la dieta y un mayor consumo de vegetales y fibra suele resolver ese
problema. Asimismo, tanto el estreñimiento crónico como las lesiones perianales se han
asociado con una clara intolerancia a la leche de vaca.
Fatiga crónica. Según un estudio realizado con niños en Rochester (Nueva York) en
1991 beber leche aumenta 44,3 veces el riesgo de padecer esta enfermedad.
Fístulas y fisuras anales. Podría deberse al parecer a la alergia a una proteína de la
leche de cabra.
Incontinencia urinaria. Muchos niños que mojan las sábanas ya crecidos dejan de
hacerlo en cuanto eliminan de su dieta la leche, los productos que la contienen y los
derivados lácteos.
Intolerancia a la lactosa. Para poder ser utilizada por nuestro organismo este azúcar de
la leche debe ser previamente hidrolizado y eso se consigue gracias a una enzima
llamadalactasa que va desapareciendo lentamente cuando comienzan a salirnos los
dientes. Parece que en la raza blanca la lactasa permanece durante más tiempo que en la
raza negra. Algo que podría deberse a la relación existente entre la melanina y la lactasa.
Las personas que viven en lugares fríos tendrían por eso la piel más blanca a fin de
aprovechar al máximo las radiaciones solares y sintetizar vitamina D para fijar el calcio.
Se ha observado también que en la mayoría de las personas que no producen lactasa o lo
hacen a niveles muy bajos la lactosa no hidrolizada pasa al intestino donde es atacada por
25
las bacterias y las consecuencias son fermentaciones, meteorismo, cólicos, diarreas, etc.
Todo lo cual provoca la irritación de las paredes del intestino e incluso microheridas con
pérdida de sangre. Y si esas pequeñas hemorragias se producen de forma continuada
acaban provocando deficiencias de hierro.
Además la lactosa puede provocar otros trastornos no menos graves ya que es
responsable de la asimilación de metales pesados como el cadmio, el mercurio y el hierro
así como de otras sustancias tóxicas.
Linfomas. Un estudio realizado en la Universidad de Bergen (Noruega) durante año y
medio con casi 16.000 pacientes observó que las personas que consumen dos vasos de
leche al día presentan un riesgo 3,4 veces mayor de padecer linfomas que los que beben
menos. El mecanismo por el cual eso se produce todavía no está claro a pesar de que se
sabe que la leche de vaca puede transmitir el virus de la leucemia bovina. Este mismo
estudio encontró una asociación, aunque débil, entre el consumo de leche y el cáncer de
riñones y de los órganos reproductivos femeninos.
Otro mecanismo por el cual se pueden contraer linfomas es a través de leche contaminada
con dioxinas. En un artículo publicado en el periódico norteamericano The Washington
Postse afirmaba que las personas que consumen grandes cantidades de grasa -como
carne y productos lácteos son 10 veces más propensas a contraer cáncer, especialmente
de pulmón.
Migraña. Se ha comprobado experimentalmente que cuando se suprime la leche de la
dieta de pacientes afectos de migraña se reducen significativamente sus síntomas.
Oídos, garganta y sinusitis. En 1994 la revista Natural Health publicaba una serie de
hallazgos que relacionan a la leche con el aumento de las infecciones de los oídos y la
garganta. Los estudios demostraron que las amígdalas y las adenoides reducían su
tamaño cuando se limitaba el consumo de leche.
Reacciones alérgicas. La alergia a las proteínas de la leche de vaca se ha definido
como"cualquier reacción adversa mediada por los mecanismos inmunológicos a una o más
de las proteínas de la leche (caseína, alfa lacto-albúmina, betalactoglobulina)". Actualmente
muchos estudios médicos reconocen la relación entre la leche y las reacciones alérgicas
estableciéndose su prevalencia entre un 2 y un 5% de la población mundial. La reacción
alérgica puede ser inmediata -es decir, en menos de 45 minutos- o tardía -presentándose
horas o días más tarde.
Sangrado gastrointestinal. El sangrado gastrointestinal secundario a la intolerancia a
las proteínas de la leche de vaca en niños ha sido adecuadamente documentado. Tan serio
es el sangrado que se le coloca como una de las causas más comunes de anemia en
niños.
Síndrome de mala absorción. Investigadores de la Universidad de Helsinki (Finlandia)
han comprobado la relación entre las proteínas de la leche y el daño a la mucosa intestinal.
Este daño es el responsable del síndrome de mala absorción que se caracteriza por
diarreas crónicas, vómitos y retardo del crecimiento.
Trastornos del sueño. Estudios realizados en la Universidad Free de Bruselas entre los
años 1986 y 1988 confirmaron la relación entre el consumo de leche y los trastornos del
sueño en los niños. Éste y otros estudios han hallado relación entre la alergia a la leche y
26
los problemas para dormir. Todos los síntomas mejoraban cuando se excluía la leche de la
dieta y empeoraban cuando era reintroducida. El tiempo promedio para notar la mejoría era
de cinco semanas. La agitación que manifestaban esos niños también mejoró.
Úlceras pépticas. En el pasado se aconsejaba tomar leche a las personas que
padecían problemas estomacales, en especial en caso de úlceras. En la actualidad esa
práctica se desaconseja por considerarse peligrosa y porque se sabe que la leche y sus
derivados agravan todos los síntomas. El alivio temporal que sentían esos pacientes se
podía deber simplemente al hecho de que normalmente la leche se tomaba fría y era la
temperatura del líquido lo que hacía mejorar la situación transitoriamente.
Otras reacciones provocadas por la leche. Además de las expuestas existen otras
situaciones y dolencias que se relacionan con la ingesta de leche. Por ejemplo la acidosis
láctica severa asociada a la alergia a la leche de vaca, el aumento del riesgo de
preeclampsia en mujeres sensibles, la dificultad de aprendizaje en niños o algunos casos
de infertilidad femenina. Por último es importante señalar que las madres que toman leche
de vaca durante el período de la lactancia exponen a sus hijos a los riesgos asociados a
este alimento.
José Ramón Llorente
PD: el autor de este texto es presidente de la Sociedad Española de Nutrición
Ortomolecular y los estudios que se citan en el artículo están perfectamente documentados
y si no se mencionan es por razones de espacio.
Problemas que puede provocar la preparación de la leche y así poder ser consumida
tiempo después de ser extraída
La naturaleza previó que la leche -humana o animal- sirviera para alimentar a las crías
directamente, en el momento y sin intervención mecánica, física o química. Sin embargo, la
decisión del ser humano de seguir ingiriendo leche tras el periodo natural de lactancia le
llevó a ordeñar a los animales domésticos y, con el tiempo, a buscar métodos que
permitieran conservarla largo tiempo en condiciones lo más higiénicas y saludables
posibles. Búsqueda que desembocó en los sistemas actuales. Hablemos pues de ellos.
La homogeneización. Se trata de un proceso mecánico mediante el cual se reduce el
tamaño de las partículas de grasa de la leche evitando que la crema se concentre en la
superficie. Y para que ese tamaño sea homogéneo se dispara el chorro de la leche a
presión contra una plancha de acero a una temperatura de entre 50 y 60º C. Se consigue
así una leche más blanca que luego se mantiene líquida en el envase. El inconveniente es
que con ello también se rompen gran parte de las estructuras lipídicas y proteicas por lo
que si esa leche se expone a luz artificial durante varias horas se convierte en una
sustancia no apta para el consumo. Además, según algunos expertos al disminuir en diez
27
veces el tamaño de las partículas de grasa este procedimiento puede incrementar el riesgo
de padecer ataques al corazón en quienes consumen grandes cantidades. La posible
explicación está en la enzima bovina xantina-oxidasa que atravesaría intacta las paredes
intestinales y, utilizando la sangre como vehículo, destruiría el masmógeno, un componente
de las membranas celulares del tejido cardiaco.
Pasteurización. Consiste en la aplicación de altas temperaturas durante un tiempo
determinado. Con este método se destruye la mayor parte de los microorganismos que
pueden alterar la leche pero no todas las esporas (formas de resistencia de los
microorganismos). A través de la pasteurización se obtiene la "leche fresca del día" -así se
comercializa- que se mantiene en condiciones adecuadas sólo durante 2 o 3 días. Existen
dos tipos de pasteurización: la pasteurización alta -que tiene una duración de 15 segundos
a una temperatura de 72º C- y la pasteurización baja -que dura 30 minutos a 65º C-.
Posteriormente la leche es sometida a un enfriamiento rápido pero si este último
tratamiento no se realiza de forma correcta se corre el riesgo de que germinen las esporas
que hayan sobrevivido al tratamiento térmico. Además con este método se produce la
coagulación de las proteínas, se eliminan las bacterias propias de la leche que servirían
posteriormente para la elaboración de quesos y se pierde el 5% de las vitaminas B1 y B6,
el 10% de la B12 y el 25% de la vitamina C.
Esterilización. Se trata de un proceso que combina altas temperaturas en un tiempo
bastante largo. Así se asegura la ausencia de gérmenes patógenos y toxinas y el producto
se mantiene en buenas condiciones durante más tiempo. Sin embargo con este proceso se
pierden las vitaminas B1, B2, B3, B6, B12, A, C y D así como algunos aminoácidos
esenciales.
UHT. Hablamos de leche que ha sido tratada a temperaturas muy altas en un tiempo
muy corto. El problema es que las alteraciones bioquímicas que sufren las proteínas con
este tratamiento son muy importantes.
Tipos de leche de vaca
Leche entera. Presenta el mayor contenido en grasa láctea. Su aportación calórica y de
colesterol es muy elevada: un vaso de leche aporta 7,2 gramos de grasa y unas 123
calorías. De ahí que el impacto de esta sustancia sobre el sistema cardiovascular sea muy
significativo.
Leche descremada. Tiene menos calorías que la leche entera. En función de la
cantidad de grasa se la llamará desnatada (<0.18%) o semidesnatada (0.5-2%). Tiene un
sabor más suave y su valor nutritivo disminuye.
Leche condensada. Es leche entera a la que se le retira aproximadamente un 60% de
su contenido acuoso y se le añade un 40% de su peso en azúcar impidiendo así en buena
medida la proliferación de bacterias aunque cabría cuestionar las consecuencias para la
salud de tan alta cantidad de azúcar.
Leche en polvo. Se consigue calentando la leche líquida hasta que pierde
aproximadamente el 60% del agua que contiene. En el proceso se pierden ente un 25 y un
28
50% de las vitaminas hidrosolubles (vitamina C y complejo B).
En cuanto a los quesos las materias primas utilizadas pueden ser muy diversas así como
los procedimientos de elaboración y las variedades pero todos tienen un denominador
común: necesitan la coagulación de la caseína por medio del cuajo. Y lo que no todos los
vegetarianos saben es que el cuajo se elabora con mucosa desecada de la cuarta cavidad
estomacal de los rumiantes y, en ocasiones, del cerdo. Por lo que al tomarlo se está
ingiriendo un derivado animal.
Una historia real
La historia de la profesora Jane Plant, geoquímica y jefa científica del British Geological
Survey -una prestigiosa institución pública británica que se dedica a la investigación en
materia de Geología-, puede constituir un significativo ejemplo para muchas mujeres ya
que ha sobrevivido a 5 tumores mamarios y a las prácticas médicas convencionales para
tratar su cáncer. Y lo ha hecho, según afirma ella misma, de una forma muy sencilla:
eliminando todos los lácteos de su dieta.
Su historia es parecida a la de otras muchas mujeres. Sintió el mismo pánico cuando le
diagnosticaron cáncer de mama y confiada en el buen saber y hacer de los oncólogos se
sometió a una mastectomía y a la irradiación de sus ovarios porque le dijeron que así se
provocaba la menopausia, se suprimía la producción de estrógenos y se podría curar el
cáncer. Pero todo resultó falso. De hecho el cáncer se le reprodujo hasta 4 veces.
"Sufrí la amputación de una mama, me sometieron a radioterapia y a una quimioterapia
muy dolorosa. Me vieron los especialistas más eminentes de mi país pero en mi fuero
interno estaba segura de que me estaba enfrentando a la muerte. Y estuve a punto de tirar
la toalla", cuenta la profesora Plant en su libro Your life in your hands (Tu vida en tus
manos) en el que relata su propia experiencia y explica cómo llegó a la idea que ha salvado
su vida: "A raíz de un viaje de mi marido a China -cuenta en su obra- empecé a pensar en
que mi enfermedad era virtualmente inexistente en dicho país. De hecho sólo una de cada
10.000 mujeres muere de cáncer de mama en China mientras que sólo en el Reino Unido
las cifras oficiales hablan de una de cada 12. Entonces mi marido -que también es
científico- y yo misma empezamos a investigar sobre la forma de vida y alimentación de los
orientales hasta que llegamos a la idea que me salvó la vida: las mujeres chinas no
enfermaban de cáncer de mama ni los hombres desarrollaban tumores prostáticos porque
son incapaces de tolerar la leche y, por tanto, no la toman. Es más, supimos que los chinos
son incapaces de comprender la preocupación occidental por tomar leche de vaca. Ellos
nunca la utilizan ¡y menos para amamantar a sus bebés! Y si te paras a pensarlo no puede
ser una simple casualidad que más del 70% de la población mundial sea incapaz de digerir
la lactosa. Hoy lo que creo es que la naturaleza intenta avisarnos a tiempo de que estamos
comiendo un alimento equivocado".
Cuando Jane Plant se planteó todo esto se estaba tratando con quimioterapia su quinto
tumor mamario. Y fue entonces cuando decidió suprimir por completo la ingesta de lácteos,
incluidos todos los alimentos que contienen algo de leche: sopas, galletas, pasteles,
29
margarinas, etc. ¿Y qué sucedió? "En sólo unos días -recoge en su libro- el tumor empezó
a encogerse. Dos semanas después de mi segunda sesión de quimioterapia y una semana
después de haber suprimido la leche y sus derivados el tumor empezó a picarme. Luego se
ablandó y comenzó a menguar. Unas seis semanas después había desaparecido. De
hecho mi oncólogo delCharing Cross Hospital de Londres no pudo reprimir exclamar un
maravillado '¡No lo encuentro!' cuando examinó la zona donde había estado el bulto. Por lo
visto no esperaba que alguien con un cáncer tan avanzado -ya había invadido mi sistema
linfático- pudiera sobrevivir". Afortunadamente aquel oncólogo logró superar su
escepticismo inicial y en la actualidad recomienda una dieta sin lácteos a sus pacientes.
Convencida de que dejar de tomar lácteos era lo que le había salvado la vida Jane Plant
decidió plasmar sus conocimientos y su experiencia en el libro antes mencionado. Y de
inmediato más de 60 mujeres aquejadas de cáncer de mama se pusieron en contacto con
ella para pedirle consejo. Sus tumores también desaparecieron.
"Aunque no fue fácil aceptar que una sustancia tan 'natural' como la leche pudiera tener
tales repercusiones para la salud -explica Plant- ahora no me cabe duda de que la relación
entre los productos lácteos y el cáncer de mama es similar a la que existe entre el tabaco y
el cáncer de pulmón. Pero no sólo eso porque, por ejemplo, ya en 1989 el doctor Daniel
Cramer -de la Universidad de Harvard- determinó que estos productos están implicados en
la aparición del cáncer de ovarios. Y los datos sobre el cáncer de próstata conducen a
conclusiones similares. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el
número de hombres que padecen este cáncer en China es de 0,5 por cada 10.000
mientras que en el Reino Unido la cifra es 70 veces mayor. La clave está pues, sin duda,
en el consumo de lácteos".
Para la profesora Plant la leche de vaca es un gran alimento...¡pero sólo para los terneros!
Y afirma convencida que la naturaleza no la ha destinado a ser consumida por ninguna otra
especie. "De hecho estoy convencida -concluye- de que salvé mi vida por dejar de
consumir leche de vaca. Sólo deseo que mi experiencia puede servir a más mujeres y
hombres que, sin saberlo, pueden estar enfermos a causa de los lácteos que consumen".
En su libro, además de detalles de su propia experiencia e interesantes datos sobre sus
investigaciones acerca de los efectos de la leche de vaca sobre nuestra salud, se recogen
una serie de recomendaciones nutricionales que se resumen en alimentarse básicamente
de leche de soja, té de hierbas, semillas de sésamo, tofu, nueces, pescado, huevos, carne
magra (no ternera picada, que puede ser vaca lechera), mucha fruta y verduras frescas.
© 2006 DSALUD.COM
Ediciones MK3 S.L. C/ Puerto de los Leones 2, 2ª Planta. Oficina 9,
28220 Majadahonda, Madrid. TF:91 638 27 28. FAX:91 638 40 43. e-mail:
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Leche de vaca
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  • 1. 1 EFECTOS NOCIVOS DE LA LECHE DE VACA. Me parece interesante, ya saben, no todo lo que nos venden es bueno!! Sean felices. La historia de la profesora Jane Plant, geoquímica y jefa científica del British Geological Survey –una prestigiosa institución pública británica que se dedica a la investigación en materia de Geología-, puede constituir un significativo ejemplo para muchas mujeres ya que ha sobrevivido a 5 tumores mamarios y a las prácticas médicas convencionales para tratar su cáncer Y lo ha hecho, según afirma ella misma, de una forma muy sencilla: eliminando todos los lácteos de su dieta. Su historia es parecida a la de otras muchas mujeres. Sintió el mismo pánico cuando le diagnosticaron cáncer de mama y confiada en el buen saber y hacer de los oncólogos se sometió a una mastectomía y a la irradiación de sus ovarios porque le dijeron que así se provocaba la menopausia, se suprimía la producción de estrógenos y se podría curar el cáncer. Pero todo resultó falso. De hecho el cáncer se le reprodujo hasta 4 veces. 'Sufrí la amputación de una mama, me sometieron a radioterapia y a una quimioterapia muy dolorosa. Me vieron los especialistas más eminentes de mi país pero en mi fuero interno estaba segura de que me estaba enfrentando a la muerte. Y estuve a punto de tirar la toalla', cuenta la profesora Plant en su libro Your life in your hands (Tu vida en tus manos) en el que relata su propia experiencia y explica cómo llegó a la idea que ha salvado su vida: A raíz de un viaje de mi marido a China -cuenta en su obra- empecé a pensar en que mi enfermedad era virtualmente inexistente en dicho país. De hecho sólo una de cada 10.000 mujeres muere de cáncer de mama en China mientras que sólo en el Reino Unido las cifras oficiales hablan de una de cada 12. Entonces mi marido -quien también es científico- y yo misma, empezamos a investigar sobre la forma de vida y alimentación de los orientales hasta que llegamos a la idea que me salvó la vida: las mujeres chinas no enfermaban de cáncer de mama ni los hombres desarrollaban tumores prostáticos porque son incapaces de tolerar la leche y, por tanto, no la toman. Es más, supimos que los chinos son incapaces de comprender la preocupación occidental por tomar leche de vaca. Ellos nunca la utilizan ¡y menos para amamantar a sus bebés! Y si te paras a pensarlo no puede ser una simple casualidad que más del 70% de la población mundial haya sido incapaz de digerir la lactosa. Hoy lo que creo es que la naturaleza intenta avisamos a tiempo de que estamos comiendo un alimento equivocado'. Cuando Jane Plant se planteó todo esto se estaba tratando con quimioterapia su quinto tumor mamario. Y fue entonces cuando decidió suprimir por completo la ingesta de lácteos, incluidos todos los alimentos que contienen algo de leche: Sopas, galletas, pasteles, margarinas, etc.¿Y qué sucedió? 'En sólo unos días -recoge en su libro- el tumor empezó a encogerse. Dos semanas después de mi segunda sesión de quimioterapia y una semana después de haber suprimido la leche y sus derivados, el tumor empezó a picarme. Luego se ablandó y comenzó a menguar. Unas seis semanas después había desaparecido.
  • 2. 2 De hecho mi oncólogo del Charing Cross del Hospital de Londres no pudo reprimir exclamar un maravillado '¡No lo encuentro!' cuando examinó la zona donde había estado el bulto. Por lo visto no esperaba que alguien con un cáncer tan avanzado -ya había invadido mi sistema linfático- pudiera sobrevivir. Afortunadamente aquel oncólogo logró superar su escepticismo inicial y en la actualidad recomienda una dieta sin lácteos a sus pacientes. Convencida de que dejar de tomar lácteos era lo que le había salvado la vida, Jane Plant decidió plasmar sus conocimientos y su experiencia en el libro antes mencionado. Y de inmediato más de 60 mujeres aquejadas de cáncer de mama se pusieron en contacto con ella para pedirle consejo. Sus tumores también desaparecieron. Aunque no fue fácil aceptar que una sustancia tan 'natural' como la leche pudiera tener tales repercusiones para la salud -explica Plant-ahora no me cabe duda de que la relación entre los productos lácteos y el cáncer de mama es similar a la que existe entre el tabaco y el cáncer de pulmón. Pero no sólo eso porque, por ejemplo, ya en 1989 el doctor Daniel Cramer de la Universidad de Harvard- determinó que estos productos están implicados en la aparición del cáncer de ovarios. Y los datos sobre el cáncer de próstata conducen a conclusiones similares. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el número de hombres que padecen este cáncer en China es de0,5 por cada 10.000 mientras que en el Reino Unido la cifra es 70 veces mayor. La clave está pues, sin duda, en el consumo de lácteos'. Para la profesora Plant la leche de vaca es un gran alimento... ¡pero sólo para los terneros! Y afirma convencida que la naturaleza no la ha destinado a ser consumida por ninguna otra especie. 'De hecho estoy convencida -concluye- de que salvé mi vida por dejar de consumir leche de vaca. Sólo deseo que mi experiencia puede servir a más mujeres y hombres que, sin saberlo, pueden estar enfermos a causa de los lácteos que consumen'. En su libro, además de detalles de su propia experiencia e interesantes datos sobre sus investigaciones acerca de los efectos de la leche de vaca sobre nuestra salud, se recogen una serie de recomendaciones nutricionales que se resumen en alimentarse básicamente de leche de soja, té de hierbas, semillas de sésamo, tofú, nueces, mucha fruta y verduras frescas. Healing Hugs Always,Jeannette PUBLICADO POR MIREYA LOS 24.10.07 ETIQUETAS: SALUD EN contra de los productos lácteos
  • 3. 3 Perpetuar la ridícula creencia de que no podemos satisfacer nuestras necesidades proteínicas sin comer productos animales es pura tergiversación y comercialismo. Me encantaría ver a quienes no están de acuerdo cazando un conejo, despedazándolo con dientes y manos (si han podido atraparlo) y devorarlo crudo, con sangre, tripas, huesos, piel y carne, tal como lo haría un auténtico carnívoro que se respete. Y tras haber dado cuento del conejo, me gustaría verles ir a un pasto, ponerse a gatas y succionar la leche de las ubres de una vaca, para hacer bajar el conejo. También eso es un poco repulsivo, ¿no? ¿Por qué? Porque no es nuestra inclinación natural. Si no obtuve la leche de los senos maternos, ¿es demasiado tarde? El hecho es que la mayoría de la gente reacciona a la leche de vaca enfermando. Acudir a otra especie en busca de leche es un insulto al magnífico proyecto de la naturaleza. Es realmente asombroso que la gente siempre trate de imaginar una manera de hacer las cosas opuesta a lo que es natural, y para justificarlo siempre recurren a verdades a medias. Por ejemplo en Estados Unidos hay grandes vallas publicitarias y anuncios en página entera en las revistas que muestran diferentes productos lácteos con la leyenda que dice: “Calcio de la manera señalada por la naturaleza.” Se han olvidado de añadir dos palabras muy importantes: “¡Para los terneros!” Calcio: ¡de la manera señalada por la naturaleza para los terneros! ¡La leche de vaca es para los terneros! ¿Por qué resulta tan difícil entender eso? Una vez destetada, ni siquiera una ternera seguirá bebiendo leche... ni de su propia clase ni de ningún otro animal. Tiene una inteligencia innata para no interferir en el magnífico plan de la naturaleza. ¡Lástima que a nosotros nos falte esa inteligencia! La naturaleza es demasiado espléndida y perfecta para que tengamos la arrogancia y el descaro de atrevernos a intentar ser más listos que ella. Existe un motivo por el que todos los mamíferos disponen de leche cuando nacen sus hijos, y es que la leche de cada especie es beneficiosa exclusivamente para esa especie. ¡Así es la naturaleza! Por eso hay dos cosas comunes a todos los mamíferos de la tierra, excepto nosotros: 1. No consumen la leche de otra especie. Eso significaría extralimitar su adaptación biológica, y no harían tal cosa. (Recuerde que no nos referimos a animales domésticos o encerrados en zoos, a los que hemos conseguido pervertir tanto como a nosotros mismos.) 2. Una vez destetado, ningún animal jamás vuelve a consumir leche. Este es el alimento designado por la naturaleza para alimentar a los pequeños de la especie. Está diseñada específicamente para el crecimiento rápido de una cría. ¡Ése es su objetivo! Es idiota insistir en que sigamos tomándola después de la infancia, hasta que somos octogenarios, si podemos vivir tanto. Es algo ridículo y lamentable. ¿Hemos de creer realmente que, una vez finalizada la lactancia de nuestras madres, han de sustituirlas las vacas? ¿Cómo es que la especie con el cerebro más sofisticado, la mayor inteligencia y la capacidad única del raciocinio es demasiado torpe para ver esta simple verdad? Y luego está el hecho irónico de que LOS PRODUCTOS LÁCTEOS CAUSAN ENFERMEDADES. Son nocivos, originan sufrimientos, son los que uno debe comer si quiere tener una salud precaria y enfermar. Los dietistas y expertos en nutrición, que son los portavoces y los jaleadores de la industria láctea y nos dicen que esos productos son un buen alimento, deberían ocultar sus cabezas avergonzados, no sólo por hacer creer al público inocente que los productos lácteos son realmente valiosos, sino también por no mantenerse informados al día en el campo en que se supone que deberían saber algo. Decir que los productos lácteos son un buen alimento para los seres humanos es una prueba de imperdonable ignorancia de los hechos. Es demasiado evidente que los productos lácteos son un peligro claro y presente. Puedo entender esta idea equivocada en quienes son ajenos al campo de la salud, pero para un profesional, a quien se recurre en busca de consejo fidedigno, engañar a la gente por pereza, ignorancia, orgullo o de beneficios económicos, o todo eso a la vez, es algo despreciable. Es un desafuero criminal liquidar la salud de la población para enriquecerse. Y, como verá, las pruebas no están saliendo ahora mismo a la luz, sino que se sabe desde hace décadas lo nocivos que son los productos lácteos. Ya he ofrecido datos sobre las enfermedades que pueden causar los productos animales con alto contenido de grasa y colesterol (incluidos los productos lácteos). Y existen muchas pruebas, confirmadas por el sentido común y la literatura científica.
  • 4. 4 La leche de vaca sirve para criar un animal enorme, de grandes huesos, y con cuatro estómagos, y de ninguna manera nosotros respondemos a esos criterios (aunque, por desgracia, he visto que algunas personas empiezan a tener un aspecto peligrosamente bovino). Piense que la leche de vaca está diseñada para hacer que una ternera que pesa 40 kilos al nacer, llegue a pesar 900 kilos en sólo dos años. Los niños humanos suelen pesar entre 2, 7 y 4 kilos al nacer y alcanzarán un peso de sólo 45 a 90 kilos en 18 años. Comer productos lácteos es comer un alimento diseñado por la naturaleza para hacerle muy corpulento, como una vaca, con mucha rapidez. Si en la actualidad consume productos lácteos, espero que no esté intentando perder peso. Será más fácil que intentará apagar un fuego echándole gasolina. Pero los productos lácteos tienen tantos otros aspectos nocivos, que no sé por dónde empezar. La leche de vaca produce más mucosidad que cualquier otro alimento, un moco espeso, denso, que obtura todo el sistema respiratorio del organismo, un moco que tapiza el interior del cuerpo y le impide funcionar con fluidez; un moco denso, pegajoso, que dificulta de un modo enorme las facultades eliminadoras del organismo, atasca las delicadas membranas mucosas e invita a la enfermedad. La fiebre del heno, el asma, la bronquitis, la sinusitis, los resfriados, el goteo nasal y las infecciones de oído se deben principalmente a los productos lácteos. Éstos son la causa principal de las alergias. Prácticamente cada libro, informe y estudio sobre las alergias mencionan los productos lácteos. No cabe ninguna duda de la intervención que tienen en esa clase de afecciones. Además de muchas otras fuentes, dos de los investigadores mejor cualificados en el campo de los productos lácteos, afirman la existencia de esos efectos nocivos. Ambos son médicos y tienen una credenciales impresionantes. El doctor William A. Ellis, casi octogenario, ha investigado los efectos de los productos lácteos durante cuarenta años; el doctor N.W. Walker, autor de ocho libros, realizó investigaciones sobre nutrición y salud durante ochenta años y falleció apaciblemente en 1985, de causas naturales, a la edad de 109 años. Estos dos doctos caballeros han hecho las afirmaciones más despectivas sobre los productos lácteos. También han informado de que causan enfermedades cardíacas, así como intensos dolores en el pecho. Como señala el doctor Ellis, desde hace dos siglos se sabe que el queso es uno de los principales factores que causan dolores de cabeza. Un estudio publicado por la revista Nature el 6 de julio de 1974, muestra que una proteína presente en muchas clases de queso es responsable de migrañas. He visto centenares de personas que dejaban de tener dolores de cabeza tras haber dejado de tomar productos lácteos, o simplemente reduciendo su ingestión. ¿Tiene usted hijos? ¿Ha sufrido su hijo alguna vez una infección de oído? Teniendo en cuenta que la profesión médica y los dietistas las consideran algo normal en la infancia, no me sorprendería que respondiera que no. Si su hijo ha tenido o tiene infecciones de oído, existen muchísimas posibilidades de que tome productos lácteos, leche especial para biberón o ambas cosas. Durante diecisiete años, no he visto todavía a un solo niño con infecciones de oído que no se tomara productos lácteos. He aquí como puede comprobar lo que digo y, al mismo tiempo, evitar a su hijito más sufrimiento: elimine todos los productos lácteos de su dieta, o redúzcalos en gran manera, y vea qué sucede. Después de un período inicial, durante el cual el niño puede seguir teniendo goteo nasal y quizá otra infección de oído mientras el cuerpo limpia la mucosidad residual, el goteo cesará del todo y no se producirán más infecciones de oído. Hemos sido testigos de este resultado centenares de veces. El cuerpo de un niño reacciona con mucha rapidez a los cambios positivos. Las narices tapadas y los oídos que duelen hasta provocar el llanto no son normales. Naturalmente, usted está preocupado por la ingestión de calcio. Le han manipulado cuidadosamente y han invertido miles de millones para que tenga esa reacción. No se preocupe. Enseguida me ocuparé de este tema y mitigaré sus temores. El temor es exactamente lo que blanden contra usted para hacerle consumir productos lácteos. Piense en ello. ¿Qué mejor treta publicitaria que la de hacerle pensar que, sin un producto determinado, sufrirá deficiencias, dolor, malestar? El temor es una treta eficaz que se ha utilizado durante décadas para hacer que la gente actúe de determinada manera para lograr un resultado deseado. LO más frecuente es que el resultado sea malo para su salud pero bueno para los negocios. Veamos un ejemplo. Durante los años veinte, cuando se generalizó la vacunación contra la viruela, algunas personas optaron por no vacunarse ni permitir que vacunaran a sus hijos debido al número de muertes que las vacunas causaban (algo similar al fracaso de la gripe porcina). Así pues, se usó la mejor estrategia conocida, el temor. (...) Recuerde que los productos lácteos tienen un contenido elevado de colesterol y grasa y no contienen fibra, una mala combinación, en lo que coinciden todos cuantos tienen unos conocimientos mínimos de nutrición.
  • 5. 5 Resulta extraño que los dietistas y expertos en nutrición se obstinen tanto en alabar los productos lácteos, sabiendo que los alimentos con mucha grasa y poca fibra son contraproducentes. ¿Qué más prueba necesitan? Al fin y al cabo, ¿de quiénes son las necesidades que intentan satisfacer? A pesar del hecho abrumadoramente científico, el sentido común básico y la lógica, la publicidad de la industria láctea y las incitaciones de dietistas y expertos en nutrición contratados por la misma nos han convencido de que el alimento de los terneros es esencial para la supervivencia humana. En los productos lácteos existen dos elementos que han de ser descompuestos por las enzimas del cuerpo: la lactosa y la caseína. A la lactosa la descompone la enzima la lactasa, mientras que la encargada de descomponer la caseína es la renina. Hacia los tres o cuatro años de edad la renina no existe en el tracto digestivo humano, y lo mismo sucede con la lactasa, salvo en un número muy pequeño de personas. El término intolerancia a la lactosa se maneja como si fuera un hecho extraño que se manifiesta en ocasiones, pero la verdad es que más del 98 % de la población tiene intolerancia a la lactosa, porque carecen de lactasa. Pero en vez de reconocer esto como una parte del plan soberbio de la naturaleza e interrumpir la ingestión de alimentos que exigen lactasa (todos los productos lácteos), las empresas farmacéuticas se aprovechan de la circunstancia y empiezan a hacer publicidad de preparados químicos que uno puede tomar para ayudar a descomponer la lactosa. Como si el público ya no ingiriese suficientes fármacos (MÁS DE 25 MILLONES DE PÍLDORAS CADA HORA) hay que producir más para ayudarnos a mover algo en el interior de nuestro cuerpo que, en primer lugar, ni siquiera tiene por qué estar ahí. La madre naturaleza hace cuanto está en su mano para ayudarnos a reconocer ese hecho. La caseína es el componente proteínico de la leche. Es una sustancia muy espesa y áspera, utilizada para uno de los pegamentos para madera más fuertes que se conocen. ¿A alguien le apetece un bocadillo de pegamento? La leche de vaca contiene un 300 % más de caseína que la leche humana. Los productos secundarios de la descomposición bacteriana de la caseína terminan convertidos en un moco espeso, parecido a una cuerda, que se pega a las membranas mucosas y nos atasca el cuerpo. El cuerpo humano carece por completo de los mecanismos digestivos necesarios para descomponerla. Antes hemos mencionado al doctor N.W. Walker, reconocido en todo el mundo como una autoridad en este tema y experto en el sistema glandular. Sus estudios le convencieron de que el bocio de la garganta y otros trastornos de la glándula tiroides eran el resultado directo de la caseína procedente de la leche de vaca, y señaló específicamente que el problema se complica de un modo considerable cuando los productos lácteos se pasteurizan. Durante años se ha aconsejado a los pacientes de úlceras a que consumieran leche para aliviar el dolor. Los higienistas naturales expresaron desde el principio su postura contraria ante un consejo tan absurdo, pues sabían que los alimentos formadores de ácido eran lo peor que podía suministrase a un enfermo de úlcera, y todos los productos lácteos, excepto la mantequilla, son formadores de ácido. Los higienistas naturales fueron los primeros en recibir los ataques de la elite con las credenciales de “expertos” en salud, pero si pregunta a los médicos o los dietistas de hoy, verá que ahora están de acuerdo con los mismos higienistas a los que antes atacaban. Los productos lácteos agravan las úlceras. La colitis ulcerativa es otra dolencia muy dolorosa e incómoda. Con frecuencia es precursora del cáncer de colón. Los productos lácteos no sólo contribuyen a la colitis, sino que la eliminación de esos productos de la dieta tiene como resultado una mejoría espectacular de la colitis. Y, como hemos dicho antes, los productos lácteos, junto con todos los demás alimentos con alto contenido proteínico, son uno de los principales factores desencadenantes del cáncer de colon Un estudio reciente realizado en Italia indica que la mortalidad a causa de cáncer de próstata es un 60 % más alta en el norte que en el sur. Se consideró que el consumo frecuente de leche y queso era un factor de riesgo. El síndrome de la muerte infantil súbita (SMIS) es una tragedia especialmente atroz. Un bebé inocente gorjea y sonríe y un momento después está muerto. Es cierto que el SMIS puede achacarse a cualquier otra causa, pero es incuestionable que los productos lácteos son culpables en parte. Soy consciente de que esta información no hará muy felices a las madres a causa del SMIS, pero las pruebas son irrefutables y hay que tenerlas en cuenta.
  • 6. 6 En realidad, la lista de dolencias que pueden vincularse a los productos lácteos es tan extensa, que apenas existe un problema de salud al que por lo menos no contribuyan. Un libro que presenta una acusación de los más convincente y cabal contra los productos lácteos es Don´t Drink Your Milk, de Oski y Bell. Entre la multitud de enfermedades y problemas de salud que los autores atribuyen a los productos lácteos figuran la enfermedad de Lo Gehrig y la esclerosis múltiple. Esta última abunda más en áreas del mundo donde se cría a los niños más con productos lácteos que con el pecho materno. Una dieta con bajo contenido de grasa animal, utilizada durante treinta años por un médico de la Universidad de Oregon, ha ayudado de un modo espectacular a los pacientes de esclerosis múltiple. Si no fuera por la moderna tecnología, todos los mamíferos se limitarían a alimentar a sus hijos y, una vez destetados, todos ellos se mantendrían con los alimentos a los que están adaptados biológicamente. En estado salvaje, ingerir la leche no constituye un problema para ningún mamífero; sólo lo es para el único mamífero demasiado “inteligente” para confiar en el plan de la naturaleza. Naturalmente, un gran negocio se preocupa por sus beneficios y hace cuanto puede para perpetuar el mito de que la leche de vaca es un alimento apropiado para los seres humanos. Antes de que llegara a convertirse en un reembolso asesor en nutrición de la Empresa Nacional de Productos Lácteos, el profesor E.V. McCollum recalcó el hecho de que la leche no es un elemento esencial en la dieta humana. (Véanse las ediciones anteriores de su libro The Newer Knowledge of Nutrition). Señaló que los habitantes de Asia meridional jamás toman leche. Si dieta se compone de arroz, semillas de soja, boniatos, brotes de bambú, y otras verduras. Según el profesor MacCollum, esas personas son excepcionales por el desarrollo de su físico y su resistencia, y su capacidad de trabajo está fuera de lo corriente. No sufren defectos óseos en la infancia y tienen las mejores dentaduras del mundo. Esto contrasta intensa y favorablemente con los pueblos bebedores de leche. Por desgracia, al profesor le pareció conveniente eliminar estos hechos de todas las ediciones de su obra publicadas con posterioridad a su ingreso como asesor de la Empresa Nacional de Productos Lácteos. La verdad debe suprimirse cuando amenaza beneficios y salarios. Esta es la triste verdad de la vida en Estados Unidos. Una vez más, se sacrifica la salud de la gente por el omnipotente dólar. Extracto del libro Vida Sana de Harvey y Marilyn Diamond, Ediciones Martínez Roca, S.A. 1987 Leche. Esta es una de las cuestiones más polémicas y peor comprendidas de toda la dieta occidental. Los orientales y los africanos evitan tradicionalmente el consumo de leche, excepto como purgante. Pero en el mundo occidental, la gente se acostumbra a tomar leche a diario durante toda su vida. Si observamos la naturaleza, veremos que los animales se alimentan exclusivamente de leche hasta ser destetados con otros alimentos. La desaparición natural de la lactasa (la enzima que permite digerir la leche) del organismo humano a la llegada de la madurez demuestra claramente
  • 7. 7 que los humanos adultos no tienen más necesidad de leche que los tigres o los chimpancés adultos. Aunque la leche es un alimento proteínico completo cuando se consume al natural, también contiene grasa, lo cual quiere decir que combina mal con cualquier otro alimento salvo con ella misma. Sin embargo, muchos adultos tienen la costumbre de acompañar sus comidas con leche fría. La leche se cuaja nada más llegar al estómago, de modo que, si hay otro alimento presente, los grumos se coagulan en torno a las partículas de comida y las aíslan de la acción de los jugos gástricos, retrasando su digestión el tiempo suficiente para que comience la putrefacción. Por ello, la primera y más importante norma a tener en cuenta sobre el consumo de leche es beberla sola o no beberla. Hoy en día, la leche se vuelve todavía más indigerible a causa de la práctica generalizada de la pasteurización, que destruye todas las enzimas naturales y altera sus delicadas proteínas. La leche al natural contiene las enzimas activas lactasa y lipasa, que hacen posible que se digiera por sí misma. La leche pasteurizada, desprovista de lactasa y demás enzimas activas, no puede ser correctamente digerida por los estómagos adultos, e incluso resulta difícil para los niños, como lo demuestran los cólicos, erupciones, problemas respiratorios, gases y demás afecciones tan frecuentes en los bebés alimentados con biberón. Además, la ausencia de enzimas y la alteración de las proteínas vitales hace que el calcio y los restantes minerales contenidos en la leche no sean bien asimilados. Hacia 1930, el Dr. Francis M. Pottenger realizó un estudio de 10 años de duración sobre los efectos relativos de una dieta de leche pasteurizada y otra al natural en una población de 900 gatos. Uno de los grupos no recibía nada más que leche entera al natural, mientras que el otro era alimentado exclusivamente con leche entera pasteurizada de la misma procedencia. Los gatos alimentados con leche natural evolucionaron bien, manteniéndose sanos, activos y alerta durante toda su vida, pero los alimentados con leche pasteurizada pronto se volvieron inquietos, confusos y sumamente vulnerables a un gran número de enfermedades degenerativas crónicas que normalmente se relacionan con el ser humano: enfermedades cardíacas, afecciones renales y tiroideas, problemas respiratorios, pérdida de dientes, fragilidad ósea, inflamación hepática, etc. Pero lo que más llamó la atención al Dr. Pottenger fue lo que les sucedía a la segunda y tercera generaciones. Los primeros descendientes del grupo de la leche pasteurizada nacieron todos con mala dentadura y huesos pequeños y débiles, síntomas evidentes de una deficiencia de calcio que indicaban a su vez una mala absorción del calcio de la leche pasteurizada. Los descendientes del grupo de la leche al natural nacieron tan sanos como sus progenitores. Muchos de los gatitos de la tercera generación del grupo pasteurizado nacieron muertos, y los que sobrevivieron eran todos estériles e incapaces de reproducirse. El experimento debió terminar ahí porque no hubo una cuarta generación de gatos alimen- tados con leche pasteurizada, aunque el grupo de la leche al natural siguió reproduciéndose y criando indefinidamente. Si esto no le parece prueba suficiente de los efectos nocivos de la leche pasteurizada, tenemos que tener en cuenta que incluso los terneros recién nacidos que son alimentados con leche pasteurizada obtenida de sus
  • 8. 8 propias madres suelen morir antes de seis meses, un hecho comprobado que la industria lechera comercial se resiste a reconocer. A pesar de todas estas pruebas científicas a favor de la leche al natural y contra la leche pasteurizada, y a pesar del hecho de que hasta comienzos del siglo XX la especie humana medró con la leche al natural, en la actualidad está prohibida la venta de leche natural al consumidor en casi todos los Estados occidentales. Para la industria lechera resulta mucho más rentable pasteurizar la leche a fin de alargar su tiempo de vida en el comercio, aunque esta leche desnaturalizada no haga ningún bien en absoluto a la salud humana. Además, la pasteurización hace que la leche de las vacas enfermas en vaquerías poco sanitarias resulte relativamente “inofensiva” para el ser humano, ya que mata algunos de los gérmenes peligrosos (aunque no todos), y esto también contribuye a abaratar los costes de producción de la industria. Sólo hicieron falta tres generaciones para que los gatos del Dr. Pottenger alimentados con leche pasteurizada se volvieran estériles y debilitados. Y éste es el número aproximado de generaciones que europeos y norteamericanos llevan alimentándose con leche pasteuri- zada. Hoy en día, la esterilidad se ha convertido en un problema de importancia entre las jóvenes parejas occidentales, mientras que la deficiencia de calcio se ha extendido tanto que más del 90 por ciento de los niños norteamericanos padecen de afecciones dentales crónicas. Para empeorar aún más la situación, actualmente se ha impuesto la costumbre de “homogeneizar” la leche con el fin de evitar que se separe la nata. La homogeneización consiste en fragmentar y pulverizar las moléculas grasas hasta el punto de que no puedan separarse del resto de la leche. Pero los minúsculos fragmentos de grasa así obtenidos se filtran con facilidad a través de las paredes del intestino delgado y aumentan considerablemente la cantidad de colesterol y grasas desnaturalizadas absorbidas por el cuerpo. En realidad, se absorbe más grasa láctea bebiendo leche homogeneizada que consumiendo nata pura. Las mujeres preocupadas por la osteoporosis deberían tomar buena nota de todos estos datos sobre los productos lácteos pasteurizados. Esta leche desnaturalizada no aporta el calcio suficiente para combatir la citada enfermedad, como queda plenamente demostrado por el hecho de que las mujeres occidentales, que consumen grandes cantidades de diversos productos lácteos pasteurizados, presentan una mayor incidencia de osteoporosis que las de cualquier otra zona del mundo. La col cruda, por ejemplo, proporciona muchí- simo más calcio asimilable que cualquier cantidad de leche pasteurizada o sus derivados, como yogures, quesos y todos los demás productos lácteos desnaturalizados. El elemento boro es también un factor esencial para la absorción del calcio de los alimentos y para su utilización por el cuerpo en la formación de los huesos. Aún más digno de mención, el nivel de estrógenos en la sangre de mujeres que recibían cantidades adecuadas de boro ascendió a más del doble, eliminando la necesidad de una terapia de administración de estrógenos, que es un “parche” habitual contra la osteoporosis en los países de Occidente. Y, ¿dónde se encuentra el boro? En las frutas y verduras frescas, sobre todo en manzanas, peras, uva, nueces, col y otras verduras de hoja, donde también encontramos
  • 9. 9 calcio. La naturaleza nos proporciona abundantes fuentes de todas las sustancias nutrientes que necesitamos, pero el ser humano insiste en cocerlas y elaborarlas hasta eliminarlas todas, y luego se pregunta por qué no da resultado su dieta. Todos los adultos deberían reflexionar seriamente sobre la conveniencia de la leche como parte integrante de su dieta cotidiana, salvo en el caso de que puedan obtener leche al natural certificada, que constituye un excelente alimento. Atiborrar a los niños con leche pasteurizada para que crezcan “fuertes y sanos” es una pura aberración, porque les resulta imposible asimilar los nutrientes. De hecho, hombres, mujeres y niños por igual deberían eliminar de su dieta todos los productos lácteos pasteurizados, pues únicamente sirven para atascar sus intestinos con capas y más capas de un fango limoso que impide la absorción de los nutrientes orgánicos. Tenemos que eliminar completamente de nuestra dieta la leche homogeneizada y pasteurizada. Si podemos encontrar leche al natural, consumirla como una comida completa por sí misma, nunca combinada con otros alimentos. La otra cara de la Leche T O D O E L M U N D O H A B L A D E L A S I N N U M E R A B L E S P R O P I E D A D E S D E L A L E C H E P E R O E N E S T E A R T Í C U L O H A B L A R E M O S D E L A O T R A C A R A D E L A L E C H E O E F E C T O S I N D E S E A B L E S . ¿ P O R Q U É S O M O S L O S Ú N I C O S M A M Í F E R O S Q U E T O M A M O S L E C H E U N A V E Z H E M O S R E B A S A D O L A E D A D D E L A C T A N C I A ? La leche materna es un alimento completo, ella sola es capaz de nutrir y hacer crecer a un bebé. Los análisis de laboratorios nos muestran que tiene proteínas, grasas, carbohidratos, minerales y vitaminas de una forma totalmente asimilable por el lactante. Por eso nos han hecho creer que si no tomamos lácteos se nos caerán los dientes, se nos desintegrarán los huesos y que nuestros hijos no crecerán. Sin embargo, el sentido común nos dice que la leche es para los lactantes y que en la naturaleza los animales adultos no maman y menos de hembras de otra especie. El sentido común no engaña, la leche es para mamarla; de hecho en cuanto se ordeña empieza a estropearse a una velocidad de vértigo. El hombre lo soluciona esterilizándola con calor. Así ya es "potable", pero os habéis preguntado ¿si tiene los mismos beneficios y es igual de asimilable que la que se mama? y ¿será lo mismo "mamar" de la madre que de la vaca? "Nos nutrimos de lo que asimilamos, no de lo que comemos". Numerosos estudios científicos señalan la leche como uno de los factores implicados en muchos problemas de salud actuales. L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L A L E C H E
  • 10. 10 Desde que en 1856 Louis Pasteur descubrió que cociendo los alimentos se destruían los microorganismos causantes de su descomposición, la pasteurización ha sido aplicada profusamente en la industria alimentaria, especialmente en la láctea. En el proceso de pasteurización (calentamiento a 74º C durante 15 segundos, seguido de enfriamiento rápido a 4º C) se destruyen los microorganismos indeseables, pero también vitaminas y enzimas necesarias para la digestión de su alto contenido proteico. Estos inconvenientes son mayores en la leche esterilizada a altas temperaturas, la U.H.T. de larga duración (calentamiento durante 3 segundos a 150 º C seguido de enfriamiento a 83º C y envasado). En la leche sin pasteurizar los micro-organismos se multiplican a velocidades enormes, pero esto también ocurre, aunque a velocidades menores, en las leches pasteurizadas, tal como se desvela de la lectura de la ley americana a este respecto: "La leche pasteurizada no debe contener más de 20.000 bacterias por mililitro y no más de 10 organismos de especies coliformes". A pesar de refrigerar nuestras botellas de leche una vez abiertas, la población microbiana (buena y mala) puede doblarse en 35 horas. La homogeneización es otro rutinario proceso al que es sometida la leche para mejorar su textura. En él se reducen el tamaño de los glóbulos de grasa al menos diez veces, y esto puede aumentar el riesgo de padecer ataques de corazón a los grandes consumidores de la misma. La razón parece ser la siguiente: con los pequeños glóbulos de grasa, la enzima bovina xantín-oxidasa puede pasar intacta las paredes intestinales, llegar a la sangre, y destruir un componente de las membranas celulares del tejido cardíaco (el plasmógeno). E L C A R Á C T E R A N T I G É N I C O D E L A S P R O T E Í N A S L Á C T E A S El bebé humano asimila totalmente las caseínas de la leche de su madre, pero no puede hacer lo mismo con las caseínas de la leche de vaca, que pasan al intestino delgado parcialmente digeridas, debido al efecto neutralizador que ejerce la leche sobre la acidez estomacal necesaria para su ruptura. Este problema se agrava en los adultos, ya que con la edad disminuye la cantidad de renina gástrica, que es la primera enzima necesaria para comenzar la cadena de rupturas de las grandes moléculas de la caseína. La caseína no hidrolizada (fragmentada) es una sustancia viscosa (se emplea como pegamento en relojería y en carpintería), que en algunas personas se deposita en los folículos linfáticos que rodean al intestino, impidiendo la absorción de otros nutrientes y contribuyendo a la fatiga crónica y a alteraciones intestinales diversas. Además, los fragmentos pequeños procedentes de la hidrólisis parcial de la caseína (péptidos), pueden atravesar en ciertas condiciones las paredes intestinales. Allí, los linfocitos B de la mucosa intestinal fabrican anticuerpos (las inmunoglobulinas) que se unen con los péptidos (antígenos) formando complejos antígeno-anticuerpo. Dos de las 25 proteínas antigénicas de la leche de vaca, la caseína y la gammaglobulina bovina, son altamente inmunogénicas, lo que quiere decir que plantean una fuerte demanda sobre el sistema inmunitario para producir grandes cantidades de anticuerpos y complementos. En condiciones ideales, las proteínas de la leche no digeridas o no descompuestas y otros antígenos de los alimentos, son retenidos en el intestino y expulsados junto con la materia fecal. En las personas con deficiencia de IgA, proteínas como la difícilmente digerible caseína, son absorbidas en el flujo sanguíneo en su totalidad y contribuyen al desarrollo de una variedad de enfermedades relacionadas con la autoinmunidad, incluyendo artritis reumatoide, lupus, cánceres... La leche materna proporciona las necesarias IgA para realizar el desarrollo y la integridad funcional del tracto respiratorio e intestinal del niño, mientras que la leche de vaca está totalmente desprovista de su anticuerpo esencial. En resumen: los lácteos tienen un alto contenido en antígenos que "agotan" el sistema inmunitario, haciéndolo más vulnerable a las infecciones y a enfermedades directamente relacionadas con nuestro sistema inmunológico.
  • 11. 11 Se han descrito muchos problemas relacionados con los lácteos. Entre ellos podemos citar: problemas circulatorios, alergias, inmunodepresión, diabetes juvenil, enfermedades otorrinolaringológicas, asma, acumulación de mucosidades, especialmente en los órganos genitales femeninos y en el aparato auditivo. Según el doctor francés Gauvin, las enfermedades de garganta, nariz y oídos se deben al elevado consumo de yogures y de leche y el doctor Oski, jefe de hospital pediátrico Johns Hopkins, asegura que muchos casos de asma y sinusitis mejoran o incluso desaparecen cuando se eliminan totalmente los lácteos de la dieta. Otra serie de complicaciones que resultan del consumo de la leche de vaca es la nefrosis. Un grupo de investigadores de la Universidad de Colorado y otro de la Universidad de Miami, han identificado esta enfermedad en niños con edades comprendidas entre 10 y 14 años. La nefrosis es una alteración de los riñones que provoca una pérdida permanente de proteínas por la orina. Cuando la leche era eliminada de la dieta de estos niños, se recuperaban rápidamente. Todas las personas con problemas de salud deberían disminuir al máximo los lácteos, pero las que padezcan de alergias cutáneas o respiratorias deberían suprimirlos totalmente y también todos los alimentos industriales que contengan caseína. Las caseínas están presentes en todos los lácteos (leche, quesos, yogurt), siendo más problemáticas en los quesos industriales, por su mayor concentración. No obstante, los quesos de leche no manipulada por la industria, fermentados artesanalmente y respetando los tiempos de curación, plantean menos problemas de carácter antigénico al consumidor. Autor: Olga Cuevas Precauciones lácteas: leche A1 - leche A2 Autor: Juan Carlos Mirre Area: Nutrición » Artículos
  • 12. 12 Según demuestran ciertas investigaciones, es el contenido de la leche en beta-caseína de un tipo u otro (según la raza de vaca) lo que parece determinar la posible relación del consumo de lácteos con algunas enfermedades comunes en nuestra civilización. Hoy en día nos mareamos frente a las estanterías del supermercado: mas de veinte marcas, desnatada o semi, nutrientes, vitaminas. ¿Que fue de aquella simple leche de vaca que en medidas de litro nos vertía la lechera a la puerta de casa hace unos 50 años?. Ahora contamos con todas las garantías de calidad e higiene, modernas técnicas de ordeño, transporte y envasado del producto vacuno por excelencia. ¿Pero es esto suficiente para nuestra salud?. La leche ha sido y es un alimento fundamental para el hombre, una de las mas importantes fuentes de calcio, fósforo y vitaminas del grupo B en nuestra dieta. Es universalmente reconocida su importancia para el crecimiento y desarrollo de los niños y con la excepción de los vegetarianos, nadie pone en duda su papel beneficioso en la nutrición humana. Sin embargo, los profesores Bob Elliot y Corran McLachlan de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), plantean una seria duda sobre tan beneficioso papel. Estos investigadores y su equipo de bioquímicos, biólogos y médicos, trabajan desde hace mas de 10 años sobre la base de una sospechosa relación estadística entre las muertes por accidentes cardiovasculares y el consumo de un particular tipo de caseína (beta-caseína A1) que se encuentra en la leche de vaca. Como muestra la figura 1, en los países donde se consume mas leche con beta-caseína A1 (como Finlandia o Irlanda) hay mayor incidencia de decesos por enfermedades cardíacas y –por el contrario- donde el consumo es mínimo (Japón, Francia o Suiza), son escasas las muertes por esta causa. ¿PERO QUE ES LA BETA-CASEÍNA A1? Como se puede ver en la figura 2, todas las leches contienen caseína, que se divide en 3 tipos: alfa-caseína, beta-caseína y kapa-caseína. La beta-caseína se compone a su vez de 5 tipos distintos de proteínas que se denominan: A1, A2, A3, B y C. Los contenidos de estas moléculas en la leche varían con la composición genética de cada raza vacuna. Así, por ejemplo, la mayoría de las vacas de raza "Guernesey" producen leche rica en A2 y muy escasa A1. La raza "Red Danish" por el contrario produce leche rica en beta-caseína A1. El Dr. McLachlan mantiene que los bóvidos salvajes primitivos que habitaban el Oriente asiático tenían solo la variedad de beta-caseína A2. Estos fueron domesticados y traídos a Europa hace unos 7.000 años y en el transcurso de esta gran migración, el gen original de la beta-caseína A2 fue evolucionando, hasta mutar de forma natural a la variante de la beta-caseína A1.
  • 13. 13 La investigación sobre los efectos de la leche A1 continúa todavía y ha saltado de los laboratorios y grupos de investigación de N. Zelanda y Australia a los Estados Unidos y varios países europeos. A pesar de las conclusiones del estudio sobre conejos realizado por la Dra. Julie Campbell, directora del Centro de Biología Vascular de la Universidad de Queensland (Australia), que reafirma la relación entre la A1 y enfermedades cardíacas, muchos otros investigadores apuntan que la repetición de ensayos similares en otros laboratorio no confirman tal relación. Según McLachlan, Elliot y Campell, habría por tanto dos tipos de leche: la "mala" rica en A1 y la "buena" rica en A2. Pero, además de su posible incidencia en nuestra salud cardiovascular, los investigadores neozelandeses también señalan que detrás de la leche A1 podrían encontrarse también el origen de otras enfermedades, como el autismo infantil y la diabetes tipo 1 (insulino-dependiente). DIABETES Hace muchos años que se conocen enfermedades y alergias derivadas de la ingestión de leche por personas intolerantes a algunas de sus proteínas. Sin embargo, en Islandia, el mayor consumidor de leche del mundo, se registran bajos índices de diabetes y enfermedades coronarias. La leche que se consume allí, proviene de una raza de vaca muy peculiar, introducida hace unos 1.000 años por los vikingos y que no contiene beta-caseína A1 en su leche. El Prof. Elliot, trabajando en relaciones entre diabetes infantil y consumo de leche de vaca en la Fundación de Investigación de la Salud Infantil (CHRF) de la Universidad de Auckland, observó en los niños de Samoa que se trasladaban a vivir a N. Zelanda desarrollaban diabetes, algo que no pasaba en Samoa, con la peculiaridad de que el principal cambio en su dieta era un marcado aumento de ingestión de leche de vaca. También sabía que los niños masai de Kenia no desarrollaban diabetes a pesar de beber abundante leche. Los masai tiene ganado Cebú, que produce leche con beta-caseína A2, en tanto que la leche producida en N. Zelanda contiene mezcla de beta-caseína A1 y A2. Esto dio origen a un Programa de Investigación entre la Oficina Láctea de N. Zelanda (NZDB) y la CHRF que culminó con estudios sobre la aparición de diabetes en ratones no-diabéticos alimentados con beta-caseína A1. En 1994 la NZDB y la CHRF demostraron que la A1 causa diabetes (tipo1) en ratones, e inmediatamente patentaron un método para reconocer el tipo de leche que produce una vaca (y su raza). AUTISMO El Prof. Paul Shattock dirige un equipo de investigación sobre autismo en la Universidad de Sunderland (Gran Bretaña) y señala que los estudios realizados por la NZDB apuntan a que el consumo de leche A1 puede inducir o agravar distintos desórdenes mentales o neurológicos, incluidos el autismo y el síndrome de Asperger. El Dr. Robert Cade de la Universidad de Florida (USA) informó en 1999 que los niños con autismo y
  • 14. 14 esquizofrenia tenían altos niveles de BCM-7 (péptido beta-casimorfina 7), producido por el estómago durante la digestión de la beta-caseína A1. Sin embargo, la comunidad médica del Reino Unido, Australia y N. Zelanda mantiene mucha cautela al respecto y sostiene que hacen falta más investigaciones hasta concluir una relación definitiva entre estas enfermedades y la leche A1. ORIGEN DE LA "A2 CORPORATION" En el 2000, los profesores McLachlan y Elliot se asociaron al magnate neozelandés Howard Paterson para formar la empresa "A2 Corporation" con el triple objetivo de patentar los procedimientos para obtención y detección de leche A2, continuar las investigaciones sobre la incidencia de la A1 en la salud y la comercialización de leche "garantizada A2" TODAVÍA NO ESTÁ DEMOSTRADO Tanto los médicos como los técnicos relacionados con la industria lechera sostienen que aún no se han probado de forma concluyente las supuestas desventajas de la leche A1 y que la mayoría de los argumentos de los defensores de la leche A2 se basa en correlaciones y evidencias circunstanciales, aún no demostradas. El grupo que destaca en la oposición a las hipótesis de la "A2 Corporation" y del Prof. Mc Lachlan es la poderosa central lechera Fonterra, un gigante a escala mundial e importante exportador de leche a Japón (la leche representa el 20% de las exportaciones de N. Zelanda). Esta empresa domina el mercado lácteo de N. Zelanda y agrupa a casi todos los ganaderos de ese país, productores de leche A1. QUIÉN PRODUCE La leche A2 ya se encuentra en los supermercados de las mayores ciudades de N. Zelanda y Australia (a un precio de 1 euro/litro, unos 15 céntimos mas cara que la leche "normal") y la "A2 Corporation" la introducirá en breve en los Estados Unidos y Europa. Actualmente la empresa lechera "Fairbrae Farm" de la isla de Jersey produce una leche con menos de 0,1% de beta-caseína A1, derivada de vacas de raza "Guernesey". Debe señalarse que la beta-caseína A1 no se encuentra en la mantequilla (sólo grasas), y en el queso se desactiva durante el proceso de fabricación. Juan Carlos Mirre Publicado en la revista La Clave, noviembre 2003
  • 15. 15 ¿ES LA LECHE ANIMAL ADECUADA PARA EL CONSUMO HUMANO? La leche animal y sus derivados -nata, natillas, yogures, helados, batidos, etc.- se encuentran actualmente entre los alimentos de mayor consumo del mundo. Se alaban sus propiedades nutritivas, lo ricos que son y lo imprescindibles que resultan para mantener los huesos sanos merced a su riqueza en proteínas, vitaminas y minerales, especialmente el calcio. Pero, ¿es eso verdad o más bien se trata de productos no precisamente saludables que causan muy diversas patologías? El ser humano es único en la naturaleza por múltiples razones destacando entre ellas el hecho de que se trata del único mamífero que ingiere leche procedente de otro animal pasado el periodo de lactancia. Y lo hace a pesar de saberse que la leche que produce cada mamífero es específica para su especie y que la naturaleza la ha hecho idónea para las necesidades de su cría y no para las de otra. Es más, la madre Naturaleza previó que los mamíferos -es decir, los animales que maman- obtengan la leche directamente de las mamas de sus madres sin contacto con agente externo alguno ya que se trata de una sustancia que se altera y contamina con gran facilidad. Los humanos, sin embargo, en el convencimiento de que es sano seguir tomándola siendo ya adultos hemos alterado hasta las leyes de la naturaleza para poder mantenerla en condiciones adecuadas de consumo. Y, sin embargo, son muchas las evidencias que indican que tan preciado líquido está detrás de muchas de las dolencias que hoy nos aquejan. Obviamente la composición de cada leche varía en función del animal, de la raza, del alimento que haya recibido, de su edad, del periodo de lactancia, de la época del año y del sistema de ordeño, entre otras variables. Y si bien su principal componente es el agua su presunto interés nutritivo radica en que además contiene grasas (ácidos grasos saturados y colesterol), proteínas (caseína, lactoalbúminas y lactoglobulinas), hidratos de carbono (lactosa, fundamentalmente), vitaminas (cantidades moderadas de A, D y del grupo B) y minerales (fósforo, calcio, zinc y magnesio). Las proporciones dependen ya del tratamiento que se haya dado a la materia prima por lo que no contiene la misma grasa la "leche entera" que la "leche descremada" (vea el recuadro que se adjunta al respecto). Ahora bien, ¿es realmente saludable ingerir leche y productos lácteos? Porque no sólo son muchos los investigadores que discrepan de esa opinión sino que hay cada vez más estudios que cuestionan esa aseveración. EL PROBLEMA DEL CALCIO
  • 16. 16 La razón fundamental por la que los nutricionistas occidentales -no así los orientales- recomiendan tomar leche y sus derivados es porque la consideran muy nutritiva y especialmente rica en calcio agregando que la ingesta periódica de ese mineral es imprescindible para mantener la salud, sobre todo la de los huesos. Y en ese convencimiento muchas personas beben cantidades importantes de ella al punto de que algunas -es el caso de millones de norteamericanos- prácticamente la toman en lugar de agua. Sin embargo es precisamente en Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de leche, donde más incidencia de osteoporosis hay entre su población. ¿Alguien puede explicar razonadamente tan singular paradoja? Lógicamente no puede extrañar que cada vez más expertos alcen su voz abiertamente afirmando que la leche y sus derivados no sólo no son alimentos adecuados para el ser humano sino que ni siquiera constituyen una buena fuente de calcio porque una cosa es la cantidad de ese mineral presente en ella y otra muy distinta su biodisponibilidad. Además está por ver si la necesidad de él que precisa el organismo es la que publicitan las empresas lácteas. Resultan ilustrativos a ese respecto los resultados del estudio que con 78.000 mujeres de entre 34 y 59 años llevaron a cabo durante 12 años varios profesores de la Universidad de Harvard en Estados Unidos y que fue publicado en el American Journal of Public Health en 1997. Porque sus conclusiones desmienten la tesis de que un mayor consumo de leche u otras fuentes alimenticias de calcio por mujeres adultas las proteja de fracturas propias de la osteoporosis como son las de cadera o antebrazo. También es interesante recordar el Proyecto Cornell Oxford-China de Nutrición, Salud y Medio Ambiente que se inició en 1983 con un estudio pormenorizado de los hábitos cotidianos de 6.500 habitantes de 65 provincias dispersas de la China rural ya que constituye una de las investigaciones más rigurosas y concluyentes efectuadas en materia de salud. Y ese trabajo demostró -entre otras cosas- que la leche animal desmineraliza a los adultos. Es decir, se comprobó que las mujeres que no tomaban leche de vaca y su único alimento eran el arroz, los vegetales, la soja y sus derivados no padecían osteoporosis. Y que, sin embargo, si dejaban esa dieta e introducían la leche de vaca sus niveles de calcio bajaban y aumentaba la incidencia de esa patología. Gracias a las investigaciones llevadas a cabo por el doctor John McDougall -médico nutricionista del St Helena Hospital de Napa (California, Estados Unidos)- sabemos también que la mujeres de la etnia bantú no toman leche pero sí calcio procedente de fuentes vegetales y, sin embargo, a pesar de que tienen una media de 10 hijos y los amamantan durante largos periodos no padecen osteoporosis. Otro ejemplo de la relación entre leche y osteoporosis lo constituye el trabajo del doctorWilliam Ellis, ex presidente de la Academia Americana de Osteopatía Aplicada, quien estableció que las personas que toman de 3 a 5 vasos de leche diarios presentan los niveles más bajos de calcio en sangre. Agregando que tomar mucha leche implica ingerir grandes cantidades de proteínas lácteas y éstas producen un exceso de acidez que el organismo intenta compensar mediante la liberación de minerales alcalinos. En esa misma línea se expresa un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition que afirma que el exceso de proteínas de la leche es uno de los factores más
  • 17. 17 importantes en el avance de la osteoporosis. En dicho estudio -publicado ya en 1983- se demostraba que hasta la edad de 65 años las mujeres que no toman leche y son vegetarianas tienen un 18% de pérdida de hueso mientras las omnívoras padecen una pérdida ósea del 35%. Y estudios más recientes muestran que con una ingesta de 75 gramos diarios de proteína láctea se pierde más calcio en la orina del que se absorbe a través de la dieta. A todo esto hay que añadir que la relación calcio/fósforo de la leche de vaca no es adecuada para el ser humano pues su contenido es demasiado elevado en fósforo y por eso su ingesta acidifica el organismo. Con las numerosas implicaciones negativas para la salud que ello implica. LA OPINIÓN DE JEAN SEIGNALET Como por otra parte ya publicó Discovery DSALUD en los números 78 y 79 también el finado doctor Jean Seignalet -hematólogo, inmunólogo, biólogo, catedrático de Medicina de laUniversidad de Montpellier durante muchos años y autor de más de doscientas publicaciones en prestigiosas revistas médicas- denunció en su obra La Alimentación, la 3ª Medicina que muchas patologías y la proliferación actual de otras se debe básicamente a cinco razones: el consumo de cereales domésticos, la ingesta de leche animal y sus derivados, la cocción de los alimentos, el refino de los aceites y la contaminación alimenticia con la consiguiente carencia de vitaminas y minerales. Afirmando en lo que a la leche se refiere lo siguiente:"Muchas personas piensan que prescindir de la leche puede provocarles pérdida de calcio y problemas como la osteoporosis pues la televisión, la prensa y la mayoría de los médicos repiten que la solidez de los huesos depende de su cantidad de calcio y sólo el consumo diario de productos derivados de la leche puede aportarles en cantidad suficiente ese precioso calcio. Sin embargo, yo digo firmemente que NO. El peligro de la falta de calcio es una ilusión. Es cierto que la leche de vaca es rica en calcio pero una vez en el tubo digestivo humano la inmensa mayoría del mismo es precipitado en forma de fosfato de calcio y expulsado a través de las heces fecales. Sólo una pequeña parte es absorbida. El calcio asimilable es aportado en cantidad más que suficiente por los vegetales: hortalizas, legumbres secas, verduras, carnes crudas y frutos secos y frescos. Además el calcio es un mineral muy abundante en el suelo donde es recuperado por las raíces de las plantas. En definitiva, eliminar de la alimentación la leche animal no provoca carencia de calcio. Al contrario, el régimen hipotóxico -desprovisto de derivados de la leche- acompañado de magnesio y silicio bloquea 70 veces de cada 100 la evolución de la osteoporosis e incluso permite a veces recuperar parte del terreno perdido". LA CASEÍNA DE LA LECHE Mencionábamos al describir la composición de la leche que una de sus proteínas principales es la caseína. Pues bien, se sabe que el niño lactante asimila completamente las caseínas de la leche materna... pero no las de la leche de vaca. Tales proteínas sólo se digieren parcialmente por el efecto neutralizador de la leche sobre la acidez gástrica, indispensable para su ruptura.
  • 18. 18 ¿Y qué efectos provoca esa sustancia viscosa que es la caseína animal en nuestro organismo? Pues hay que decir que en algunas personas se adhiere a los folículos linfáticos del intestino impidiendo la absorción de otros nutrientes (de hecho la caseína se utiliza como pegamento para papel, madera, etc.). Además su hidrolización parcial tiene otras consecuencias. Por ejemplo, desembarazarse de sus residuos metabólicos supone un gasto energético suplementario para el organismo y puede provocar problemas inmunológicos. Así, en personas que presentan deficiencias de inmunoglobulinas IgA esta proteína pasa al torrente sanguíneo y genera gran variedad de reacciones autoinmunes (las mencionaremos más adelante al hablar de las enfermedades relacionadas con el consumo de leche). Y si tenemos en cuenta -como se recoge en un informe del Memorial Kettering Hospital de Nueva York (Estados Unidos)- que la deficiencia de antígenos IgA es uno de los problemas más comunes en cuanto a deficiencias inmunitarias el problema pasa a tener dimensiones mucho más preocupantes. LAS GRASAS DE LA LECHE La leche humana contiene 45 gramos de lípidos por litro de los que el 55% son ácidos grasos poliinsaturados y un 45% saturados. Y tiene, sobre todo, un elevado contenido en ácido linoleico, precursor de prostaglandinas y leucotrienos antiinflamatorios. En cambio la leche de vaca -la más consumida- contiene un 70% de ácidos grasos saturados y un 30% de poliinsaturados. Una estructura que favorece la formación de prostaglandinas y leucotrienos inflamatorios. Además ese 30% de poliinsaturados pierde sus propiedades cuando por efecto del calor -entre 40 y 45 Cº- se desnaturalizan y ya no pueden ser precursores de sustancias antiinflamatorias. Por lo que la leche tratada para poder ser consumida es ¡una sustancia 100% inflamatoria! Por otra parte la pasteurización y la homogeneización provocan que las grasas saturadas atraviesen las paredes intestinales en forma de pequeñas partículas no digeridas lo que inexorablemente aumenta los niveles de colesterol y grasas saturadas en sangre. Además el contenido en colesterol de la leche es superior al de otros alimentos famosos por ser ricos en ese elemento. De hecho algunos países ya han retirado la leche de la lista de alimentos fundamentales para la dieta porque se ha observado que los niños que acostumbran a tomar varios vasos de leche al día tienen sus arterias en peores condiciones que los que no la toman. Una información que, curiosamente, no parece haber llegado a Estados Unidos pues según su Departamento de Agricultura casi el 40% de la comida diaria que ingieren los norteamericanos consiste en leche y/o productos lácteos. Lo cual significa que un estadounidense medio toma diariamente sólo con los productos lácteos 161 miligramos de colesterol. Y eso es tanto como ingerir ¡53 lonchas de tocino al día! Y luego se extrañan de que la cuarta parte de la población norteamericana sea obesa o padezca sobrepeso. Añadiremos finalmente un dato importante que aporta el ya mencionado doctor John McDougall: en el afán por aumentar sus ventas la industria lechera relaciona el contenido de grasa de la leche... con el peso. Lo que le permite decir que la de vaca contiene "sólo" un 2% de grasa por cada 100 gramos. Y, claro, dicho así parece que estemos hablando de un producto bajo en grasa. Sin embargo debemos entender que el 87% de la leche es agua
  • 19. 19 por lo que si descartamos ésta el porcentaje real de grasa sobre la sustancia sólida es mucho mayor. ¡Y no hablemos ya de la leche condensada! LA CARGA HORMONAL Conviene saber también que la leche contiene aproximadamente 59 tipos diferentes de hormonas -pituitarias, esteroideas, adrenales, sexuales, etc.- siendo las más importantes las hormonas del crecimiento cuya acción, unidas a la riqueza proteica de la leche de vaca, hacen posible el rápido crecimiento de los terneros de forma que en breve plazo llegan a doblar su peso. Y es evidente que los humanos no tenemos precisamente esa necesidad. Además niveles elevados de esa hormona, unidos a otros tóxicos, se consideran hoy causa de la aparición de diversas enfermedades degenerativas. Hay que añadir a ese respecto que resulta kafkiano tener que reseñar que ya en 1994 laFood and Drug Administration (FDA) -es decir, la agencia del medicamento norteamericana- aprobó que la compañía Monsanto usara la Hormona Recombinante de Crecimiento Bovino (rBGH) -también conocida como bovine somatotropin o rbST- para aumentar la producción de leche en las vacas entre un 10 y un 25%. Porque según se publicó en The Ecologist en 1998 "el uso de rBGH incrementa los niveles de otra hormona proteica -el factor de crecimiento 1 tipo insulina (IGF-1)- en la leche de las vacas. Y dado que el IGF-1 es activo en los humanos -causando que las células se dividan- algunos científicos piensan que una ingesta de leche tratada con altos niveles de rBGH podría dar paso a la división y crecimiento incontrolados de células en los humanos. En otras palabras: cáncer". De hecho son tantos los peligros potenciales de esa hormona que su uso está prohibido actualmente en Canadá y la Unión Europea así como en otros países. La profesora Jane Plant, sobre cuya ilustrativa experiencia personal hablamos en el recuadro adjunto y que es autora del libro Your life in your hands (Tu vida en tus manos),explica en él que el IGF-1 es además especialmente activo durante la pubertad y el embarazo. En el caso de las niñas púberes -explica- esta hormona estimula el tejido de la mama para que crezca. Y durante el embarazo ensancha los tejidos mamarios y los conductos de la leche materna para favorecer la lactancia. Agregando con rotundidad:"Niveles altos de esta hormona incrementan hasta tres veces el riesgo de padecer cáncer de mama o de próstata por parte de quienes consumen tanto la leche como la carne de las vacas lecheras. Y en contra de la afirmación de que la pasteurización la destruye entiendo que la caseína evita que eso ocurra y que la homogeneización facilita que la IGF-1 alcance el torrente sanguíneo. Asimismo, los propios estrógenos que se añaden a la leche bovina son otro de los factores que estimulan la expresión nociva de esta hormona y que, indirectamente, acaban provocando la aparición de tumores". TÓXICOS EN LA LECHE Debemos añadir que la leche puede además estar contaminada por productos químicos, hormonas, antibióticos, pesticidas, pus procedente de las mastitis -tan frecuentes en la vacas ordeñadas permanentemente-, virus, bacterias, priones... Sin olvidar que hoy se "enriquece" tanto la leche como los productos lácteos con aditivos, vitaminas y minerales sintéticos, semillas, plantas, frutas, proteínas, ácidos grasos... En algunos casos, por cierto,
  • 20. 20 con grasa de animales distintos. Con lo que uno puede estar ingiriendo leche de vaca enriquecida con grasa de cerdo... sin saberlo. ¿Y cuáles son las sustancias tóxicas que con más frecuencia puede uno encontrarse en un vaso de leche de vaca, la más consumida? Pues son éstas: Metales y plásticos. El equipo utilizado en la explotación ganadera para obtener, conducir o almacenar la leche puede contaminarla. De hecho se ha llegado a detectar en ella hierro, cobre, plomo, cadmio, zinc, etc., o sus aleaciones. Lo que puede provocar una actividad catalítica nefasta sobre las reacciones de oxidación que se producen en ella. Detergentes y desinfectantes. Hablamos de formol, ácido bórico, ácido benzoico, sales alcalinas, bicromato potásico, etc., sustancias que se emplean en la limpieza y desinfección del material que se pone en contacto con la leche. Su uso está justificado ya que el agua por sí sola es incapaz de arrastrar los restos de materia orgánica y destruir las bacterias que contaminan las instalaciones y que pueden pasar a la leche. Pesticidas y fertilizantes. En la comida que se da a las vacas se pueden encontrar compuestos químicos con los que se ha procurado tanto el incremento de las cosechas como su mejor conservación. En este grupo se incluyen acaricidas, nematicidas, fungicidas, rodenticidas y herbicidas. Compuestos químicos -DDT, dieldrin, lindano, metoxiclor, malation, aldrín, etc.- que pueden ocasionar cáncer. Micotoxinas. Procedentes del alimento que se da a las vacas cuando éste está contaminado por mohos, muy especialmente por el aspergillus flavus. Antibióticos y otros fármacos. Actualmente se emplean de forma habitual en el tratamiento y prevención de las enfermedades infecciosas y parasitarias de las vacas pero pueden pasar a la leche contaminándola. Un problema que se agrava al saber que el uso excesivo y continuado de estos fármacos en animales ha acabado provocando que determinadas cepas de gérmenes patógenos se hayan hecho resistentes y al pasar a los humanos éstos encuentren dificultades para superar la enfermedad con antibióticos. Por eso es peligroso el consumo de leche extraída de vacas así tratadas. Ya en 1976 el diario Daily Herd Management publicaba que "la mayoría de las fábricas [de leche] usan cerca de 60 clases de tratamientos químicos [antibióticos] para tratar la hinchazón de pezón después de cada ordeñada y para reducir la propagación de mastitis (inflamación de ubres) en sus rebaños. Hay evidencia de que algunas de esas zambullidas químicas dejan residuos en la leche que pueden ser peligrosos para los humanos". Diez años después todo seguía igual y el prestigioso The New York Times afirmaba que "los residuos de antibióticos en la leche están causando reacciones alérgicas en algunas personas debido a tratamientos rutinarios para prevenir la hinchazón de los pezones de las vacas y programas de infusión en las fábricas lecheras." Contaminación radioactiva. Es otro de los problemas que preocupan en la actualidad y si bien los residuos producidos por el uso específico de la energía nuclear no ocasionan problemas más que en raras ocasiones es necesario prestar atención. Dioxinas. Estos derivados del cloro merecen atención especial. Además de estar relacionados con el cáncer de pulmón y los linfomas la exposición a las dioxinas se ha relacionado con la diabetes, los problemas de desarrollo del niño y diversos desarreglos del sistema inmune.
  • 21. 21 ENFERMEDADES RELACIONADAS CON EL CONSUMO DE LECHE Ante todo lo expuesto son cada vez más las voces que alertan de la posible relación -más o menos directa- entre el consumo de leche y las dolencias que se relacionan a continuación: Anemia ferropénica. El doctor Frank Oski -director del Departamento de Pediatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins (Estados Unidos)- asevera en su libro Don't Drink Your Milk! (¡No bebas tu leche!) que en su país entre el 15 y el 20% de los niños menores de 2 años sufren anemia por deficiencia de hierro y que la mitad del resto de las anemias que se producen en Estados Unidos están relacionadas con el consumo de leche y sus derivados por los pequeños sangrados gastrointestinales que la leche puede provocar. Artritis Reumatoidea y Osteoartritis. Está constatado que los complejos antígeno- anticuerpo generados por la leche se depositan a veces en las articulaciones provocando su inflamación y entumecimiento. Estudios realizados en la Universidad de Florida (Estados Unidos) confirman que los síntomas se agravan en pacientes con Artritis Reumatoidea que consumen leche. Por otro lado, en un artículo publicado en la revista Scandinavian Journal of Rheumatology se afirmaba que en personas afectadas de esa patología que dejaron de ingerir lácteos y tomaron sólo agua, té verde, frutas y zumos vegetales entre 7 y 10 días la inflamación y el dolor disminuyeron significativamente. Agregando que cuando alguno volvía a una dieta lacto-ovo-vegetariana los síntomas reaparecían. Por su parte, un grupo de investigadores israelíes demostró en 1985 -por primera vez- que la leche puede inducir también la artritis reumatoidea juvenil. La asociación de la leche con la artritis reumatoidea del adulto ya se había establecido anteriormente pero no se había hallado ninguna asociación con la juvenil hasta el hallazgo de esos científicos. Asma. Se sabe que la leche puede estimular la producción excesiva de moco en las vías respiratorias y que la alergia a la leche es causa de asma. Además está completamente demostrado que los niños con exceso de moco y dificultades respiratorias a los que se les retira la leche de vaca mejoran de forma sorprendente. Autismo. Investigadores italianos descubrieron que los síntomas neurológicos de los pacientes autistas empeoran cuando consumen leche y trigo. Se cree que los péptidos de la leche pudieran tener un efecto tóxico en el sistema nervioso central al interferir con los neurotransmisores. En sus investigaciones los doctores de la Universidad de Roma notaron una mejoría marcada en la conducta de esos enfermos tras dejar de ingerirla ocho semanas. En su sangre había altos niveles de anticuerpos contra la caseína, la lactoalbúmina y labetalactoglobulina. Cáncer de estómago. Investigadores del Instituto Nacional de Salud Publica de Morelos (México) encontraron un aumento significativo del riesgo de contraer cáncer de estómago en pacientes que consumían productos lácteos. En los que además consumían carne el riesgo se triplicaba. Cáncer de mama. La leche está considerada por muchos expertos causa directa de este "tipo" de cáncer. Si a ello añadimos la influencia que tiene la hormona insulínica las probabilidades de sufrirlo aumentan considerablemente en las grandes consumidoras de
  • 22. 22 leche (Discovery DSALUD publicará el mes que viene un artículo sobre este importante asunto que tanto preocupa a las mujeres). Cáncer de ovarios. La galactosa -uno de los azúcares de la leche- se ha relacionado también con el cáncer de ovarios. Algunos investigadores consideran que las mujeres que beben más de un vaso de leche entera al día tienen tres veces más probabilidades de contraer cáncer de ovarios que las que no lo ingieren. -Cáncer de páncreas. Investigadores de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) afirman que existe una relación "positiva y fuerte" entre el cáncer del páncreas y el consumo de leche, huevos y carne. Cáncer de próstata. Un estudio presentado hace más de veinte años en una reunión de laAmerican Association of Cancer Research en San Francisco y publicado en Oncology Newsya revelaba, según el doctor Chan -epidemiólogo de la Universidad de Harvard-, que el consumo de mucha leche y sus derivados está asociado con un incremento del riesgo de cáncer de próstata en los hombres. Explicando que ello se puede deber a que el alto contenido de calcio de la leche hace disminuir la cantidad de vitamina D del cuerpo, encargada de proteger del cáncer de próstata a pesar de que la propia leche la contiene. Epidemiólogos italianos del Aviano Cancer Center calcularon ese aumento del riesgo y establecieron que es 1,2 veces mayor entre quienes beben de 1 a 2 vasos de leche diaria que entre los que no la consumen. Sin embargo, si se toman dos o más vasos de leche al día el nivel de riesgo de padecer ese cáncer aumenta a 5. Otro estudio -realizado por el mismo equipo de investigadores de la Universidad de Harvard- descubrió que los hombres que consumen grandes cantidades de leche y/o lácteos tienen un 70% de riesgo de contraer cáncer de próstata. Opinión que comparte un grupo de científicos noruegos de la Universidad de Oslo quienes afirman que consumir leche es un riesgo para contraer cáncer de próstata. Añadiendo que, sorprendentemente, el consumo de leche desnatada está asociado con un mayor incremento que la leche entera. Cáncer de pulmón. Investigadores holandeses concluyeron en 1989 que las personas que toman tres o más vasos de leche diaria tienen dos veces más probabilidad de desarrollar cáncer de pulmón que los que no la toman. Y que, sin embargo -contra lo que afirman sus colegas noruegos- las personas que toman esa misma cantidad pero de leche desnatada parecen estar más protegidas. También se coligió en el Roswell Park Memorial Institute de Nueva York que entre las personas que beben tres o más vasos de leche entera al día aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en un 200% (comparado con aquellos que nunca la toman). Además se ha documentado que existe relación directa entre la hormonasomatotropina y el cáncer de pulmón, y entre éste y las dioxinas que contaminan la leche. Cáncer de testículos. Investigadores británicos descubrieron que también hay relación entre el cáncer testicular y el consumo de leche. El riesgo encontrado fue 7,19 veces mayor que en la población general y aumenta en un 1,39 por cada cuarto de leche adicional que se consume. Cataratas. Hay una creciente evidencia de la relación entre el consumo de leche y las cataratas. Según diversos estudios científicos las poblaciones humanas que consumen
  • 23. 23 grandes cantidades de productos lácteos tienen mayor incidencia de cataratas que aquellos que los evitan. Este defecto se ha relacionado con la lactosa y la galactosa. Siendo la relación más evidente entre la mujeres que entre los hombres. El tipo más frecuentemente es lacatarata cortical. Colitis ulcerosa. También el consumo de leche se ha asociado a esta dolencia. Colon irritable. Hay diversos estudios que vinculan igualmente la ingesta de leche con el desarrollo de esta patología. Diabetes Mellitus Tipo I. Diferentes investigaciones demuestran que los lactantes alimentados con leche de vaca presentan un mayor riesgo de padecer diabetes insulinodependiente -conocida como diabetes tipo I- ya desde su niñez. Un estudio publicado en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra identifica la leche como "elemento responsable o factor desencadenante en algunas personas genéticamente sensibles" . Los médicos que realizaron la investigación descubrieron que los diabéticos analizados tenían unos niveles de anticuerpos más altos de lo normal que reaccionaban con una proteína de la leche llamadasuero de albúmina bovina atacándola como invasora y destruyéndola. Pero resulta que -¡fatal coincidencia!- una sección de esa proteína es casi idéntica a una proteína de la superficie de las células productoras de insulina por lo cual, según afirman, las defensas de las personas sensibles a ella terminan atacando a sus propias células causando así su autodestrucción. Por lo que coligen que eliminar la leche y sus derivados de la dieta infantil podría disminuir drásticamente la incidencia de este tipo de diabetes. Dolores abdominales sin intolerancia a la lactosa. Existe una estrecha correlación - no discutida- entre la indigestión que causa la lactosa, la intolerancia a la lactosa y la intolerancia a la leche. Enfermedad de Crohn. El doctor John Hermon-Taylor -director del Departamento de Cirugía de la Escuela de Medicina del Hospital St. George (Gran Bretaña)- afirma tras estudiar la enfermedad de Crohn durante 20 años que la Paratuberculosis -una subespecie del Mycobacterium Avium- está indudablemente asociada a esa patología. Y que ese microorganismo se transmite fundamentalmente a través de la leche porque la pasteurización no la destruye. En un estudio realizado entre 1990 y 1994 sobre envases para leche se encontró con que el 7% estaba contaminado con la Paratuberculosis. Enfermedades coronarias. Numerosos investigadores relacionan algunos componentes de la leche -el colesterol, las grasas, su alto contenido en calcio, la presencia de xantina oxidasa, etc.- con este tipo de dolencias. En el caso de la enzima bovina xantina oxidasa se sabe que sólo causa problemas cuando la leche es homogeneizada y que su daño se centra en los vasos sanguíneos. La posible explicación está en que esta enzima atravesaría intacta las paredes intestinales, se trasladaría a través de la sangre y destruiría el masmógeno, uno de los componentes de las membranas de las células que forman el tejido cardiaco. Uno de esos investigadores es el doctor Kurt Oster, jefe del servicio de Cardiología del Hospital Park City en Bridgeport (Estados Unidos). Durante un periodo de casi cuatro años Oster estudió a 75 pacientes que sufrían angina de pecho y arteriosclerosis. Pues bien, se eliminó la leche de sus dietas y se les dio ácido fólico y vitamina C -ambas combaten la xantina oxidasa- y en todos los casos el dolor disminuyó. Es más, a ese respecto el doctor Kurt Esselbacher -miembro de la Escuela de Medicina
  • 24. 24 de la Universidad de Harvard- afirma sin tapujos: "La leche homogenizada, debido al contenido de xantina oxidasa, es una de las mayores causas de enfermedades coronarias en Estados Unidos". Hay también estudios realizados en Rusia según los cuales quienes beben tres o más vasos de leche al día tienen 1,7 más probabilidades de padecer enfermedades isquémicas cardíacas que quienes no la consumen. Igualmente se sabe que el consumo habitual de productos lácteos aumenta el colesterol malo (LDL) sin afectar al bueno (HDL) por lo que ya en sí mismos constituyen un factor de riesgo. Y debemos añadir que el consumo de proteínas lácteas parece tener relación directa con la mortalidad coronaria ya que se ha comprobado que los anticuerpos creados contra la caseína activan el sistema plaquetario estimulando la trombogénesis. Además se las relaciona con la inflamación de las paredes de las arterias favoreciendo así el proceso arteriosclerótico. En cuanto al calcio de la leche cabe decir que parece existir relación entre el endurecimiento de las arterias y el excesivo contenido de este mineral en sangre. Añadiremos que la leche desnatada se ha asociado con enfermedades coronarias no isquémicas en hombres mayores de 45 años y en mujeres mayores de 75. Se cree que las proteínas de la leche contribuyen a la formación de la homocisteina. Para muchos la conjunción de este tipo de leche, la lactosa, el calcio y la homocisteína podría ser responsable de la calcificación de las arterias. Esclerosis múltiple. Científicos de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) están llevando a cabo en la actualidad extensos estudios acerca de los factores asociados con la esclerosis múltiple y si bien hasta ahora sólo han obtenido conclusiones parciales han podido establecer relación entre la esclerosis múltiple y un excesivo consumo de leche. Estreñimiento. La leche es causa conocida de estreñimiento en niños y ancianos. Su eliminación de la dieta y un mayor consumo de vegetales y fibra suele resolver ese problema. Asimismo, tanto el estreñimiento crónico como las lesiones perianales se han asociado con una clara intolerancia a la leche de vaca. Fatiga crónica. Según un estudio realizado con niños en Rochester (Nueva York) en 1991 beber leche aumenta 44,3 veces el riesgo de padecer esta enfermedad. Fístulas y fisuras anales. Podría deberse al parecer a la alergia a una proteína de la leche de cabra. Incontinencia urinaria. Muchos niños que mojan las sábanas ya crecidos dejan de hacerlo en cuanto eliminan de su dieta la leche, los productos que la contienen y los derivados lácteos. Intolerancia a la lactosa. Para poder ser utilizada por nuestro organismo este azúcar de la leche debe ser previamente hidrolizado y eso se consigue gracias a una enzima llamadalactasa que va desapareciendo lentamente cuando comienzan a salirnos los dientes. Parece que en la raza blanca la lactasa permanece durante más tiempo que en la raza negra. Algo que podría deberse a la relación existente entre la melanina y la lactasa. Las personas que viven en lugares fríos tendrían por eso la piel más blanca a fin de aprovechar al máximo las radiaciones solares y sintetizar vitamina D para fijar el calcio. Se ha observado también que en la mayoría de las personas que no producen lactasa o lo hacen a niveles muy bajos la lactosa no hidrolizada pasa al intestino donde es atacada por
  • 25. 25 las bacterias y las consecuencias son fermentaciones, meteorismo, cólicos, diarreas, etc. Todo lo cual provoca la irritación de las paredes del intestino e incluso microheridas con pérdida de sangre. Y si esas pequeñas hemorragias se producen de forma continuada acaban provocando deficiencias de hierro. Además la lactosa puede provocar otros trastornos no menos graves ya que es responsable de la asimilación de metales pesados como el cadmio, el mercurio y el hierro así como de otras sustancias tóxicas. Linfomas. Un estudio realizado en la Universidad de Bergen (Noruega) durante año y medio con casi 16.000 pacientes observó que las personas que consumen dos vasos de leche al día presentan un riesgo 3,4 veces mayor de padecer linfomas que los que beben menos. El mecanismo por el cual eso se produce todavía no está claro a pesar de que se sabe que la leche de vaca puede transmitir el virus de la leucemia bovina. Este mismo estudio encontró una asociación, aunque débil, entre el consumo de leche y el cáncer de riñones y de los órganos reproductivos femeninos. Otro mecanismo por el cual se pueden contraer linfomas es a través de leche contaminada con dioxinas. En un artículo publicado en el periódico norteamericano The Washington Postse afirmaba que las personas que consumen grandes cantidades de grasa -como carne y productos lácteos son 10 veces más propensas a contraer cáncer, especialmente de pulmón. Migraña. Se ha comprobado experimentalmente que cuando se suprime la leche de la dieta de pacientes afectos de migraña se reducen significativamente sus síntomas. Oídos, garganta y sinusitis. En 1994 la revista Natural Health publicaba una serie de hallazgos que relacionan a la leche con el aumento de las infecciones de los oídos y la garganta. Los estudios demostraron que las amígdalas y las adenoides reducían su tamaño cuando se limitaba el consumo de leche. Reacciones alérgicas. La alergia a las proteínas de la leche de vaca se ha definido como"cualquier reacción adversa mediada por los mecanismos inmunológicos a una o más de las proteínas de la leche (caseína, alfa lacto-albúmina, betalactoglobulina)". Actualmente muchos estudios médicos reconocen la relación entre la leche y las reacciones alérgicas estableciéndose su prevalencia entre un 2 y un 5% de la población mundial. La reacción alérgica puede ser inmediata -es decir, en menos de 45 minutos- o tardía -presentándose horas o días más tarde. Sangrado gastrointestinal. El sangrado gastrointestinal secundario a la intolerancia a las proteínas de la leche de vaca en niños ha sido adecuadamente documentado. Tan serio es el sangrado que se le coloca como una de las causas más comunes de anemia en niños. Síndrome de mala absorción. Investigadores de la Universidad de Helsinki (Finlandia) han comprobado la relación entre las proteínas de la leche y el daño a la mucosa intestinal. Este daño es el responsable del síndrome de mala absorción que se caracteriza por diarreas crónicas, vómitos y retardo del crecimiento. Trastornos del sueño. Estudios realizados en la Universidad Free de Bruselas entre los años 1986 y 1988 confirmaron la relación entre el consumo de leche y los trastornos del sueño en los niños. Éste y otros estudios han hallado relación entre la alergia a la leche y
  • 26. 26 los problemas para dormir. Todos los síntomas mejoraban cuando se excluía la leche de la dieta y empeoraban cuando era reintroducida. El tiempo promedio para notar la mejoría era de cinco semanas. La agitación que manifestaban esos niños también mejoró. Úlceras pépticas. En el pasado se aconsejaba tomar leche a las personas que padecían problemas estomacales, en especial en caso de úlceras. En la actualidad esa práctica se desaconseja por considerarse peligrosa y porque se sabe que la leche y sus derivados agravan todos los síntomas. El alivio temporal que sentían esos pacientes se podía deber simplemente al hecho de que normalmente la leche se tomaba fría y era la temperatura del líquido lo que hacía mejorar la situación transitoriamente. Otras reacciones provocadas por la leche. Además de las expuestas existen otras situaciones y dolencias que se relacionan con la ingesta de leche. Por ejemplo la acidosis láctica severa asociada a la alergia a la leche de vaca, el aumento del riesgo de preeclampsia en mujeres sensibles, la dificultad de aprendizaje en niños o algunos casos de infertilidad femenina. Por último es importante señalar que las madres que toman leche de vaca durante el período de la lactancia exponen a sus hijos a los riesgos asociados a este alimento. José Ramón Llorente PD: el autor de este texto es presidente de la Sociedad Española de Nutrición Ortomolecular y los estudios que se citan en el artículo están perfectamente documentados y si no se mencionan es por razones de espacio. Problemas que puede provocar la preparación de la leche y así poder ser consumida tiempo después de ser extraída La naturaleza previó que la leche -humana o animal- sirviera para alimentar a las crías directamente, en el momento y sin intervención mecánica, física o química. Sin embargo, la decisión del ser humano de seguir ingiriendo leche tras el periodo natural de lactancia le llevó a ordeñar a los animales domésticos y, con el tiempo, a buscar métodos que permitieran conservarla largo tiempo en condiciones lo más higiénicas y saludables posibles. Búsqueda que desembocó en los sistemas actuales. Hablemos pues de ellos. La homogeneización. Se trata de un proceso mecánico mediante el cual se reduce el tamaño de las partículas de grasa de la leche evitando que la crema se concentre en la superficie. Y para que ese tamaño sea homogéneo se dispara el chorro de la leche a presión contra una plancha de acero a una temperatura de entre 50 y 60º C. Se consigue así una leche más blanca que luego se mantiene líquida en el envase. El inconveniente es que con ello también se rompen gran parte de las estructuras lipídicas y proteicas por lo que si esa leche se expone a luz artificial durante varias horas se convierte en una sustancia no apta para el consumo. Además, según algunos expertos al disminuir en diez
  • 27. 27 veces el tamaño de las partículas de grasa este procedimiento puede incrementar el riesgo de padecer ataques al corazón en quienes consumen grandes cantidades. La posible explicación está en la enzima bovina xantina-oxidasa que atravesaría intacta las paredes intestinales y, utilizando la sangre como vehículo, destruiría el masmógeno, un componente de las membranas celulares del tejido cardiaco. Pasteurización. Consiste en la aplicación de altas temperaturas durante un tiempo determinado. Con este método se destruye la mayor parte de los microorganismos que pueden alterar la leche pero no todas las esporas (formas de resistencia de los microorganismos). A través de la pasteurización se obtiene la "leche fresca del día" -así se comercializa- que se mantiene en condiciones adecuadas sólo durante 2 o 3 días. Existen dos tipos de pasteurización: la pasteurización alta -que tiene una duración de 15 segundos a una temperatura de 72º C- y la pasteurización baja -que dura 30 minutos a 65º C-. Posteriormente la leche es sometida a un enfriamiento rápido pero si este último tratamiento no se realiza de forma correcta se corre el riesgo de que germinen las esporas que hayan sobrevivido al tratamiento térmico. Además con este método se produce la coagulación de las proteínas, se eliminan las bacterias propias de la leche que servirían posteriormente para la elaboración de quesos y se pierde el 5% de las vitaminas B1 y B6, el 10% de la B12 y el 25% de la vitamina C. Esterilización. Se trata de un proceso que combina altas temperaturas en un tiempo bastante largo. Así se asegura la ausencia de gérmenes patógenos y toxinas y el producto se mantiene en buenas condiciones durante más tiempo. Sin embargo con este proceso se pierden las vitaminas B1, B2, B3, B6, B12, A, C y D así como algunos aminoácidos esenciales. UHT. Hablamos de leche que ha sido tratada a temperaturas muy altas en un tiempo muy corto. El problema es que las alteraciones bioquímicas que sufren las proteínas con este tratamiento son muy importantes. Tipos de leche de vaca Leche entera. Presenta el mayor contenido en grasa láctea. Su aportación calórica y de colesterol es muy elevada: un vaso de leche aporta 7,2 gramos de grasa y unas 123 calorías. De ahí que el impacto de esta sustancia sobre el sistema cardiovascular sea muy significativo. Leche descremada. Tiene menos calorías que la leche entera. En función de la cantidad de grasa se la llamará desnatada (<0.18%) o semidesnatada (0.5-2%). Tiene un sabor más suave y su valor nutritivo disminuye. Leche condensada. Es leche entera a la que se le retira aproximadamente un 60% de su contenido acuoso y se le añade un 40% de su peso en azúcar impidiendo así en buena medida la proliferación de bacterias aunque cabría cuestionar las consecuencias para la salud de tan alta cantidad de azúcar. Leche en polvo. Se consigue calentando la leche líquida hasta que pierde aproximadamente el 60% del agua que contiene. En el proceso se pierden ente un 25 y un
  • 28. 28 50% de las vitaminas hidrosolubles (vitamina C y complejo B). En cuanto a los quesos las materias primas utilizadas pueden ser muy diversas así como los procedimientos de elaboración y las variedades pero todos tienen un denominador común: necesitan la coagulación de la caseína por medio del cuajo. Y lo que no todos los vegetarianos saben es que el cuajo se elabora con mucosa desecada de la cuarta cavidad estomacal de los rumiantes y, en ocasiones, del cerdo. Por lo que al tomarlo se está ingiriendo un derivado animal. Una historia real La historia de la profesora Jane Plant, geoquímica y jefa científica del British Geological Survey -una prestigiosa institución pública británica que se dedica a la investigación en materia de Geología-, puede constituir un significativo ejemplo para muchas mujeres ya que ha sobrevivido a 5 tumores mamarios y a las prácticas médicas convencionales para tratar su cáncer. Y lo ha hecho, según afirma ella misma, de una forma muy sencilla: eliminando todos los lácteos de su dieta. Su historia es parecida a la de otras muchas mujeres. Sintió el mismo pánico cuando le diagnosticaron cáncer de mama y confiada en el buen saber y hacer de los oncólogos se sometió a una mastectomía y a la irradiación de sus ovarios porque le dijeron que así se provocaba la menopausia, se suprimía la producción de estrógenos y se podría curar el cáncer. Pero todo resultó falso. De hecho el cáncer se le reprodujo hasta 4 veces. "Sufrí la amputación de una mama, me sometieron a radioterapia y a una quimioterapia muy dolorosa. Me vieron los especialistas más eminentes de mi país pero en mi fuero interno estaba segura de que me estaba enfrentando a la muerte. Y estuve a punto de tirar la toalla", cuenta la profesora Plant en su libro Your life in your hands (Tu vida en tus manos) en el que relata su propia experiencia y explica cómo llegó a la idea que ha salvado su vida: "A raíz de un viaje de mi marido a China -cuenta en su obra- empecé a pensar en que mi enfermedad era virtualmente inexistente en dicho país. De hecho sólo una de cada 10.000 mujeres muere de cáncer de mama en China mientras que sólo en el Reino Unido las cifras oficiales hablan de una de cada 12. Entonces mi marido -que también es científico- y yo misma empezamos a investigar sobre la forma de vida y alimentación de los orientales hasta que llegamos a la idea que me salvó la vida: las mujeres chinas no enfermaban de cáncer de mama ni los hombres desarrollaban tumores prostáticos porque son incapaces de tolerar la leche y, por tanto, no la toman. Es más, supimos que los chinos son incapaces de comprender la preocupación occidental por tomar leche de vaca. Ellos nunca la utilizan ¡y menos para amamantar a sus bebés! Y si te paras a pensarlo no puede ser una simple casualidad que más del 70% de la población mundial sea incapaz de digerir la lactosa. Hoy lo que creo es que la naturaleza intenta avisarnos a tiempo de que estamos comiendo un alimento equivocado". Cuando Jane Plant se planteó todo esto se estaba tratando con quimioterapia su quinto tumor mamario. Y fue entonces cuando decidió suprimir por completo la ingesta de lácteos, incluidos todos los alimentos que contienen algo de leche: sopas, galletas, pasteles,
  • 29. 29 margarinas, etc. ¿Y qué sucedió? "En sólo unos días -recoge en su libro- el tumor empezó a encogerse. Dos semanas después de mi segunda sesión de quimioterapia y una semana después de haber suprimido la leche y sus derivados el tumor empezó a picarme. Luego se ablandó y comenzó a menguar. Unas seis semanas después había desaparecido. De hecho mi oncólogo delCharing Cross Hospital de Londres no pudo reprimir exclamar un maravillado '¡No lo encuentro!' cuando examinó la zona donde había estado el bulto. Por lo visto no esperaba que alguien con un cáncer tan avanzado -ya había invadido mi sistema linfático- pudiera sobrevivir". Afortunadamente aquel oncólogo logró superar su escepticismo inicial y en la actualidad recomienda una dieta sin lácteos a sus pacientes. Convencida de que dejar de tomar lácteos era lo que le había salvado la vida Jane Plant decidió plasmar sus conocimientos y su experiencia en el libro antes mencionado. Y de inmediato más de 60 mujeres aquejadas de cáncer de mama se pusieron en contacto con ella para pedirle consejo. Sus tumores también desaparecieron. "Aunque no fue fácil aceptar que una sustancia tan 'natural' como la leche pudiera tener tales repercusiones para la salud -explica Plant- ahora no me cabe duda de que la relación entre los productos lácteos y el cáncer de mama es similar a la que existe entre el tabaco y el cáncer de pulmón. Pero no sólo eso porque, por ejemplo, ya en 1989 el doctor Daniel Cramer -de la Universidad de Harvard- determinó que estos productos están implicados en la aparición del cáncer de ovarios. Y los datos sobre el cáncer de próstata conducen a conclusiones similares. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el número de hombres que padecen este cáncer en China es de 0,5 por cada 10.000 mientras que en el Reino Unido la cifra es 70 veces mayor. La clave está pues, sin duda, en el consumo de lácteos". Para la profesora Plant la leche de vaca es un gran alimento...¡pero sólo para los terneros! Y afirma convencida que la naturaleza no la ha destinado a ser consumida por ninguna otra especie. "De hecho estoy convencida -concluye- de que salvé mi vida por dejar de consumir leche de vaca. Sólo deseo que mi experiencia puede servir a más mujeres y hombres que, sin saberlo, pueden estar enfermos a causa de los lácteos que consumen". En su libro, además de detalles de su propia experiencia e interesantes datos sobre sus investigaciones acerca de los efectos de la leche de vaca sobre nuestra salud, se recogen una serie de recomendaciones nutricionales que se resumen en alimentarse básicamente de leche de soja, té de hierbas, semillas de sésamo, tofu, nueces, pescado, huevos, carne magra (no ternera picada, que puede ser vaca lechera), mucha fruta y verduras frescas. © 2006 DSALUD.COM Ediciones MK3 S.L. C/ Puerto de los Leones 2, 2ª Planta. Oficina 9, 28220 Majadahonda, Madrid. TF:91 638 27 28. FAX:91 638 40 43. e-mail: mk3@dsalud.com