César Hildebrandt escribió una biografía ficticia y despectiva de Martha Chávez. La describe como fea y malvada desde su nacimiento, esperando su oportunidad para ascender al poder. Cuando Mekago Hentorito dio un golpe de estado y se autoproclamó emperador vitalicio, Chávez se enamoró de él y su proyecto autoritario. Pronto se casó con Hentorito y lo apoyó justificando sus crímenes y saqueos, convirtiéndose en un pilar fundamental de su régimen.
manejo de herramientas e instrumentos de seguimiento en la gestión pública
Martha chavez por cesar hildebrandt: Biografia falaz
1. BIOGRAFÍA FALAZ DE MARTHA CHAVEZ POR CESAR HILDEBRANDT
César Hildebrandt escribió esta biografía falaz de Martha Ch.
hace dos semanas para Hildebrandt en sus trece
César Hildebrandt escribió esta biografía falaz de Martha Ch. hace dos semanas para
Hildebrandt en sus trece: "Martha Ch. fue expulsada de su lago amniótico una noche de
brujas. Su santa madre, llamada Ágata, había tenido un accidente de escoba que precipitó
eso que apenas pudo llamarse parto.
Martita nació fea. Fea aun para los estándares de las brujas. Pero, sobre todo, nació mala,
retorcida como un quipu, verrugosa como Hermelinda Linda, grasienta como una patita con
maní.
Odió el bien desde muy niña y la belleza, o cualquier cosa que se le pareciera, casi desde
antes de nacer.
2. Vino
marcada.
Porque
la
fealdad
extrema,
en
algunos
casos,
es
destino.
De modo que Marthita se pasó la vida maquillando ese rostro que la avergonzaba,
achicando con trucos ópticos esa boca que parecía un descuidado buzón de Sedapal y
cubriendo
con
una
gruesa
base
los
volcanes
de
sus
inflamaciones
faciales.
Pero su inquieto espíritu no la dejaba en paz. Fue una secretaria gris con un sueldo
mediocre y después una abogada mediocre sin sueldo porque jamás ejerció, pero su alma
en llamas le decía:
Tú estás para más. No te conformes.
De modo que esperó. Se marchitó esperando. Y cuando su fealdad llegó a llamar la atención
de los productores de “Pesadilla en Elm Street”, cuando los músculos se le habían zafado
del esqueleto y las verrugas habían ascendido a cordilleras que cualquier piojo montañista
hubiese querido escalar, entonces llegó el Gran Día. El día D mierda. Ya lo saben: subió al
poder Mekago Hentorito.
Hentorito no la atrajo mucho en su primera fase. Pero la excitó hasta el séptimo cielo cuando
dio el golpe de Estado. Y se enamoró perdidamente de él cuando, desatado y más ponja
que nunca, hizo lo que Marthita había soñado siempre que debía hacerse con este país de
indios y cholos pezuñentos.
-Decreto el olvido para los crímenes de Estado, derogo la democracia, cancelo la ley de la
relatividad, suprimo el Congreso, destituyo las bienaventuranzas, omito la Contraloría, ceso
al Tribunal Constitucional, consagro el sálvese quien pueda y me nombro Emperador
Vitalicio –vociferó Mekago Hentorito en aquel famoso discurso de autoinvestidura.
Marthita fue atacada por aquello que Meg Ryan interpretó con gemidos de soprano de
coloratura en 'When Harry met Sally' y cayó al piso desmayada. Al día siguiente, a primera
hora, hizo cola en el SIN para besar la mano de Vladimiro y pedirle un sitio de honor en la
gavilla. Cuando Vladimiro la vio, se desilusionó. Creyó que Marthita, cuya voz en el teléfono
3. había sido agradable, era una hembra abordable y se encontró con un súcubo que sólo
podía competir con la Pinchi.
¿Para
Yo
qué
puedo
soy
aportar
bueno,
mucho
doctora
en
este
Ch.?
proyecto
–preguntó
–respondió
Vladimiro.
Martha.
Al poco tiempo se casó con la satrapía, adoptó el odio, se dejó manosear por el crimen,
conoció a los Colina, calumnió cadáveres, esparció su aliento a anchoas en el Congreso,
sostuvo la ley de amnistía y adoró a Hentorito como no lo había podido hacer jamás la triste
Higuchi.
-Haré del Perú un monumento al miedo y a la humillación, me vengaré de mis compatriotas
saqueados en 1942, destrozaré este país que maltrató a mis padres, escupiré el idioma que
jamás
pude
hablar
–decía
Mekago
Hentorito
en
la
intimidad.
Martha lo escuchaba al borde de ser, otra vez, una Meg Ryan conociendo a Harry (el sucio).
Y vaya que Marthita aportó. Donde Hentorito ponía el cuchillo, ella ponía la justificación.
Donde Hentorito saqueaba, ella decía que eran ingresos propios. Donde Hentorito arrasaba
con las instituciones, ella lanzaba el salvavidas del 'estado de urgencia'. Marthita fue la
primera dama de la banda. La penicilina se la tiene jurada."