El pastorcito mentiroso gritaba falsamente que había un lobo atacando su rebaño para divertirse y burlarse de los labradores. Cuando realmente hubo un lobo, nadie creyó sus gritos de auxilio porque pensaron que otra vez estaba mintiendo. Como resultado, el lobo mató a todas sus ovejas. La moraleja es que nadie cree a los mentirosos, ni siquiera cuando dicen la verdad.