3. Al aceptar la salvación ofrecida en la cruz nos unimos a Cristo en un
pacto. El hombre es reconciliado con Dios y con los hombres. Las
vidas son transformadas. Los creyentes se unen, dejando aparte sus
diferencias, para cumplir una misión común.
4. La muerte y resurrección de Jesús nos
proporcionan salvación. Al aceptarla,
cada uno de nosotros se une a Cristo.
Al estar unidos a un Salvador común,
se cumple un segundo propósito del
plan de Salvación: “congregar en uno a
los hijos de Dios” (Juan 11:52).
Cuando aceptamos públicamente a Jesús
mediante el bautismo, creamos un vínculo de
unión con nuestros hermanos y hermanas.
“Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre
de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y
en todos” (Efesios 4:5-6).
5. “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2ª de Corintios 5:18)
La muerte de Jesús derribó el muro de separación
existente entre judíos y gentiles, reconciliando a los dos
pueblos en uno solo (Efesios 2:13-16).
Dado que el plan de Dios es unir a todos los hijos de
Dios, el ministerio de la reconciliación tiene tres facetas:
En la medida en que la
iglesia cultive la unidad
y la reconciliación, el
universo verá la obra de
la sabiduría eterna de
Dios (Efesios 3:8-11).
6. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1ª de Juan 2:6)
Aceptar a Jesús no es un asentimiento
meramente intelectual. Produce cambios
prácticos en nuestra vida.
Nuestros sentimientos y actitudes cambian,
y se refuerza la unidad con los demás.
El testimonio más poderoso para el mundo es
el de una vida transformada por el poder del
Espíritu Santo (1ª de Pedro 2:11-12).
En Efesios 4:25-5:2, Colosenses 3:1-17, Mateo
7:12, Gálatas 6:2, 1ª de Pedro 3:3-4 y 1ª de
Corintios 10:31 (entre otros), podemos ver
cómo es transformada la vida del creyente.
7. Según los pasajes anteriormente citados, ¿qué debe de dejar el creyente?
La fornicación La impureza
Las pasiones
desordenadas
Los malos
deseos
La avaricia La ira El enojo La malicia
La blasfemia
Las palabras
deshonestas
Las palabras
corrompidas
La mentira
El hurto La amargura La gritería La ostentación
8. Buscar las
cosas de
arriba
Ser santo
Andar en
amor
Tener
misericordia
Ser benigno
Ser humilde Ser manso Ser paciente
Soportar a
los demás
Perdonar a
los otros
Vestirse del
amor
Buscar la paz
Ser
agradecido
Estudiar la
Palabra
Ser sabio
Cantar al
Señor
Hacer todo
para la gloria
de Dios
Hablar lo que
edifique
Ser benigno
Ser
misericor-
dioso
Ser imitador
de Dios
Buscar el
bienestar de
los demás
Sobrellevar
las cargas de
otros
Buscar la
espirituali-
dad interior
Llevar un
estilo de vida
saludable
Según los pasajes anteriormente citados, ¿qué debe hacer el creyente?
9. “El que le da importancia especial a cierto día, lo
hace para el Señor. El que come de todo, come para
el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el
que no come, para el Señor se abstiene, y también
da gracias a Dios” (Romanos 14:6 NVI)
En Romanos 14 y 15, Pablo aborda
cuestiones que estaban dividiendo
profundamente a la iglesia de Roma.
Éstas eran cuestiones relacionadas con
prácticas, costumbres y problemas de
conciencia. Por ejemplo, observancia de
festividades, días de ayuno, abstinencia
de alimentos sacrificados a ídolos, etc.
Al no ser temas que afecten a la
salvación, Pablo aconseja tolerancia por
ambas partes.
Seguir en la actualidad este sabio
consejo redundará, como entonces, en
la unidad del pueblo de Dios.
10. UNIDOS EN LA MISIÓN
Hasta pocos días antes de Pentecostés, los discípulos
buscaban la primacía sobre los demás (Lucas 22:24).
Pero, para cumplir la misión que Jesús les había dado
(Hechos 1:8), debían dejar atrás estos pensamientos y
buscar la unidad. ¿Cómo conseguirlo?
Acercándose a Dios en oración y ruego, se pedían perdón
unos a otros. Dejaron de echarse en cara sus errores.
Nadie acusaba a Pedro por su negación, a Jacobo y Juan
por su egoísmo, o a Tomás por su incredulidad.
¿Cómo podemos
aprender a dejar de
lado los errores de
los demás, en
beneficio de la causa
mayor de cumplir la
misión que Dios nos
ha dado?
11. “Cuando el pueblo de Dios crea sin
reservas en la oración de Cristo y ponga
sus instrucciones en práctica en la vida
diaria, habrá unidad de acción en nuestras
filas. Un hermano se sentirá unido al otro
por las cadenas del amor de Cristo. Sólo el
Espíritu de Dios puede realizar esta
unidad. El que se santificó a sí mismo
puede santificar a sus discípulos. Unidos
con él, estarán unidos unos a otros en la fe
más santa. Cuando luchemos para obtener
esta unidad como Dios desea que luchemos,
nos será concedida”
E.G.W. (Consejos para la iglesia, pg. 79)
12. Te invito a bajar y
estudiar cada una
de las 13 lecciones
que tratan sobre el
tema:
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