SELECCIÓN DE LA MUESTRA Y MUESTREO EN INVESTIGACIÓN CUALITATIVA.pdf
La reputacion
1. MI REPUTACIÓN
Hubo un tiempo en el que todo el colegio donde estuve mis años de juventud los
que estaban allí pensaban que yo era el típico “come mocos”. En el colegio los
compañeros de clase me huían. Nadie quería ser mi amigo y comer solo y andar en los
recreo solo, era lo habitual. Todo empezó en séptimo año, con la llegada de las nuevas
mesas al aula; más grandes y fáciles de mover, los profesores pensaron que lo mejor
sería cambiarnos de sitio cada dos semanas, así podríamos relacionarnos con otros
compañeros. Hasta ese momento era una alumno aplicado, simpático y querido por mis
compañeros, pero en un cambio de mesa, encontraron un “moco” pegado en la que fue
mi antigua mesa de clase, dando por un hecho que era mío. Puedo prometer y prometo
que no tenía nada que ver con ello, pero tampoco tuve el valor para comentarlo, prefería
esconder la cabeza cual avestruz atemorizada.
El rumor corrió rápidamente, y eso que no teníamos Internet, ni redes sociales
como facebook, twitter, tumbler, google plus+, porque la reputación de una persona es
algo de toda la vida, solo que el canal de difusión puede variar. Digamos que:
− Las mesas rayadas fueron los tweets de ahora.
− Los grupos de clase, lo trasladaron a los compañeros de los otras cursos durante el
recreo. Está claro que el amigo de mi amigo que conocía al de octavo, noveno,
décimo y undécimo, funcionaba ya como Facebook o Tumbler.
− Las puertas de los servicios se llenaron de comentarios. Un comentario daba lugar
a otros 20 asegurando y dando pruebas de mi fama de “come mocos”. Eran
comentarios más selectos, pues dependían de si estabas en el baño de mujeres o de
hombres, cual foro privado para el que necesitas invitación.
− Pero esto transcendió fuera de las paredes del colegio, lo tuve claro cuando los
profes, administrativos y hasta los guardas del colegio me miraban con pena.
Como hoy en día con el mundo 2.0 en el que las fronteras han desaparecido y el
Internet es la llave del “saber”, si saber que hace usted, yo, él, ella, ellos, todos!!!
Así de rápido corrió un rumor que duró hasta mi llegada a la universidad, donde
coincidí con un compañero del colegio. El primer día de clases, nos miramos con
sorpresa y nos vimos obligados a saludarnos. Estuvimos un rato hablando y nos caímos
bien de inmediato, terminando con una amistad que aún perdura. Al poco de conocernos
fue inevitable hablar de la época “come mocos” y todavía recuerdo su cara de asombro
al enterarse de que no era de ese tipo de “personas”, pero sobre todo, de que no fuera
2. capaz de decir claramente – yo no fui, no eran míos.
Este hecho cambió mi vida desde séptimo hasta casi la universidad y puede que
muchos seguirán con esa imagen mía en la cabeza. La reputación de una persona juega
con su honor y su vida.
Poder contar la verdad y ser honestos ayuda a mejorar la percepción que se
tiene de uno, por descontado, nunca hubiera entrado a borrar comentarios de puertas de
baños, ni comentarios en los pupitres.
En cambio, sí tendría que haber abordado a muchos compañeros y amigos para
decirles que no era de ese tipo de personas y que por esa mesa ya habían pasado tres
compañeros más. Pero sobre todo, tendría que haber conversado, con quién vio el
supuesto “moco” pegado en la mesa de clase, porque la charlatanería de una compañera
ganó credibilidad frente a mi silencio, dejando patente que quien no cuenta su verdad,
nada tiene que hacer ante una mentira.
Sandí
¿De quién dependen las reputaciones? Casi siempre de los que no tienen ninguna.
Príncipe Carlos José de Ligne (1735-1814) Escritor, mariscal y diplomático belga.