La persona, alcanzada por Jesús, busca el silencio, tiene alerta el corazón, oye el amor, y responde con el lenguaje del callado amor, “que es el lenguaje que El más oye” (San Juan de la Cruz).
La Palabra, que es lo más grandioso de la creación adquiere otra intimidad; produce un gran estremecimiento en el corazón. Jesús, en su palabra de amigo, entrega a la persona todo el amor de su misericordia. En El aparece la absoluta gracia, la entera novedad, para la salvación de todos los seres humanos y del mundo entero.
5. «Una palabra
habló el Padre, que
fue su Hijo, y ésta
habla siempre en
eterno silencio, y
en silencio ha de
ser oída del alma»
(Juan de la Cruz,
Puntos de amor n. 21).