El poema celebra la profesión médica en el Día de la Medicina Peruana, describiendo el trabajo de los médicos como entregar la vida para aliviar el dolor de los pacientes, confiando en Dios para superar las fallas humanas y continuar siendo instrumentos de su amor para aquellos que buscan ayuda. El autor agradece a Dios por permitirle servir a otros a través de esta noble profesión.