TULIPAN AFRICANO utizado en el sector de la arquitectura.pptx
La gran azul
1. LA GRAN AZUL
Están siendo tiempos duros,…ya no queda nada de aquellas travesías en
grupo hasta las costas de Centro-América, cuando solo nos divisabais en la
lejanía, y aquellos intrépidos que se atrevían a acercarse lo hacían con respeto
y admiración…Ahora no, ahora todo ha cambiado. Nos extermináis por nuestra
carne, por nuestra grasa…para investigarnos, decís algunos, aún que no haga
falta matarnos para ello. El ser humano nos ha demostrado a los animales lo
egoístas, irrespetuosos y avariciosos que podéis llegar a ser.
Me llamo Azul, y esta es mi historia, pero podría ser la de cualquier otra
ballena.
Ha sido un invierno largo. Aun que los bancos de krill seguían siendo
abundantes, cada vez encontraba más dificultades para poder sortear a los
barcos que intentaban cazarme, es por eso que desde hace un tiempo viajo
sola. He aprendido que al hacerlo así soy más difícil de localizar y menos
vistosa.
Podéis pensar que mi soledad es triste, pero lo fue aún más perder a todas mis
compañeras en una dura batalla contra un ballenero japonés. Solo de pensarlo,
un escalofrío me recorre de cabeza a cola…
2. Ahora me encuentro surcando el océano Ártico, dirigiéndome hacia aguas más
cálidas donde tener a mi cría. Comienzo mi travesía y al poco tiempo me
encuentro con un grupo de ballenas con el mismo destino, a las cual decido
unirme. Ellas son John, Will, Ondine y Narelle, viajaremos juntas los próximos 5
mil kilómetros. ¿Y qué os podría decir de ellas? ¿Cómo se describe a una
ballena azul?
Nuestros cuerpos alargados y aerodinámicos son todos similares. De piel
suave, azul grisácea, llenas de motas oscuras. Estamos libres de parásitos,
excepto en los extremos de las aletas, y nuestro vientre es de un color verde
amarillento, dadas las algas que allí se fijan en nuestras temporadas de agua
fría. Tan grandes y a la vez tan simples. No buscamos llamar la atención de
nadie, sin embargo parece que no lo conseguimos. Que bien se nos aplicaría la
frase de “Lo que importa es el interior.”, ¿no creéis?
Avanzamos con parsimonia, disfrutando de la caricia del agua sobre nuestras
aletas, de las tranquilas profundidades, del victorioso ascenso desde ellas a la
superficie. Oh, ¡saltar!, cuanto lo echaba de menos. Sin ninguna amenaza
alrededor, al fin, lo podemos hacer.
Nos impulsamos con nuestras majestuosas colas, intentando alcanzar las
nubes y las estrellas, rompiendo la tensión entre el agua y la atmosfera,
sintiendo el viento en nuestras cabezas, recorriendo nuestro lomo.
3. Y justo en el momento álgido del salto, donde no existe la gravedad,
¿es que hay algo mejor? Después volvemos a zambullirnos en el agua,
sintiendo como va cubriendo cada metro de nuestro cuerpo, como una madre
que acoge a su hijo entre los brazos. ¿Os imagináis que las ballenas
pudiésemos volar? Hay veces que pienso que las habilidades están un poco
mal repartidas en este mundo.
Por el camino nos encontramos con más manadas y parejas de ballenas, tanto
como solitarias viajantes. Cantan sobre un lugar, un santuario donde se nos
protegerá de los cazadores. ¡No nos lo podemos creer! ¿Es real?
A todas se les ve alegres, jugando entre ellas, retorciéndose en un baile al
ritmo de las corrientes, saltando y moviendo sus colas cual nadadoras de
natación sincronizada. Es un espectáculo maravilloso. Aún así no puedo
unirme a ellas, mis experiencias me han enseñado a no fiarme de los humanos,
a no creer sus palabras. Puede que sea cierto, que hayan establecido que no
se nos podrá herir allí, pero, ¿hasta que punto llega la avaricia del hombre?
Apuesto a que no les importa desobedecer la ley, después soltarán cualquier
excusa y se librarán de los cargos.
A pesar de mis dudas respecto el santuario, decido seguir con el resto de
ballenas la ruta, disfruto de su compañía. Al principio pensé en simplemente
realizar con ellas la travesía, tenía miedo de que me pasara lo mismo que la
última vez, pero, poco a poco, he ido dándome cuenta de lo agradable que es
4. estar con alguien más. Con ellas, mi cría también tendría una manada. Tal vez
debería darme una segunda oportunidad.
El tiempo sigue transcurriendo, y el camino se hace más ameno por momentos.
Reconozco que la excitación por llegar a ese lugar también se me está
empezando a contagiar. ¿Es posible que sea verdad? Por otro lado, cada vez
me siento más plena. El compañerismo ha llegado a otro nivel, ahora somos
una familia. Y, ¡oh, qué sensación! ¿Puede ser que hayan cambiado tantas
cosas en tan poco? Nunca me había sentido tan confusa, me había alejado
tanto de las emociones y los sentimientos…Definitivamente, la segunda
oportunidad había valido la pena.
Poco a poco nos vamos acercando al famoso lugar. Al parecer, no solo protege
a las ballenas, sino a cientos de animales marinos más. Los divisamos desde la
lejanía: tortugas, delfines, mantas, rayas…y una gran variedad de peces, cada
uno con un color más bonito que el anterior. Es precioso. Pero, de repente,
siento un gran dolor en mi tripa. Sí, ha llegado el momento, ¡mi bebé viene en
camino!
No sé cuanto tiempo pasa, pero sí que sé que se me hace algo eterno. Sin
darme cuenta, un nuevo miembro ha llegado a la manada y viaja junto a mi,
acariciándome el vientre con su cabeza, aleteando torpemente. Se llama
Misala. Ha nacido justo para admirar las cálidas aguas llenas de color que nos
rodean. Siento paz.
5. Todo está tranquilo, el sol brilla sobre nuestras cabezas, los peces nos rodean.
¿Alguna vez habéis probado a sumergiros, poneros boca arriba, y admirar la
luz a través del agua? Es justo lo que estoy haciendo. Estiro mis aletas a los
lados, mi tripa sobresale en la superficie. Doy una voltereta hacia atrás. Salto.
Mi hija lo intenta conmigo. Vuelvo a zambullirme y siento las salpicaduras que
provoca esto en mi cola. Hacía mucho que no recordaba lo bonito que es vivir
en el mar. Realmente algo de otro mundo.
Parpadeo. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, lentamente. Una gran explanada
de cetáceos se extiende ante nosotras. Nos acercamos, no están solos. Entre
ellos se advierten figuras más pequeñas y ágiles. Los mismos animales que
nos encontramos por el camino, también han llegado. Todos se mueven de
aquí a allá, tan campantes, precipitándose contra la inmensidad del océano,
paseándose libres entre aguas seguras. Me recrimino a mi misma por mi
incredulidad, parece ser que al fin existe algo de justicia. Ahora tenemos un
sitio donde estar a salvo, donde refugiarnos. Me siento agradecida hacia esos
seres humanos que lo han hecho posible. Tal vez debería tener más fe en
ellos, tal vez al fin pueda cambiar mi estereotipo sobre las personas…
Justo cuando esto pasa por mi mente, oímos el ruido de un motor, el de unas
hélices sumergidas que se acercan veloces. El pánico me asalta por un
segundo, después aparece mi conciencia , que se ríe de mi por tonta. Sí, es lo
que creo que es. Me giro hacia a mis semejantes, advierto el terror que tienen,
debemos encontrar una solución.
6. Me dirijo hacia el sur, encabezando el grupo, intentando guiarlas hacía una
salvación. Noto mi corazón latiendo fuertemente. Está ocurriendo otra vez. Me
encuentro con los mismos miedos que pensaba que había dejado atrás. ¡Esta
vez tenía que conseguirlo! Pero entonces oigo el canto de John, es
desgarrador. Al volverme, veo como se hunde con un arpón atravesando su
cuerpo. La sangre fluye, envolviéndolo en una nube carmesí de la que le sacan
pronto. Ya lo han subido al barco, no hay vuelta atrás.
Estamos rodeadas, no hay aparente escapatoria, pero no pienso rendirme.
Misala se esconde detrás de mi, sé que me seguirá a donde vaya. Las demás
están haciendo lo mismo, intentan huir de cualquier manera, pero poco a poco
van cayendo. Las oigo a mis espaldas, y no puedo hacer nada. Eso es lo que
más me duele. Mil pensamientos llenan mi cabeza. Lo indefensas que estamos
ante vosotros, nuestra vulnerabilidad, se debe a que somos animales pacíficos.
Progresamos sin necesidad de protegernos, eran épocas tranquilas. Más tarde
fue cuando llegasteis, creyéndoos los reyes del mundo y acabando con todo lo
que mantenía el equilibrio de este ecosistema. Y aquí me encuentro yo, una
simple ballena más luchando por su vida, una vida que jamás debería ser
arrebatada de esta manera a un animal, que respeta la naturaleza y sus leyes.
¿Es así como creéis que debe ser? Tal vez, dentro de miles de años, los
animales hayamos dado un paso más en nuestra evolución y seamos
despiadados asesinos de humanos. ¿Pero sabéis qué? Os lo tendréis ganado.
No sois más que niños jugando a ser adultos, no siendo responsables con
vuestras acciones y pensando que si mamá Tierra a aguantado otras cosas,
con vosotros también podrá.
7. Continúo la batalla final, ya es el tercer arpón que me roza. No aguantaré
mucho más, pero no querría darles esa satisfacción a los marineros. Desde
aquí los oigo quejarse de mi, una ballena peleona me llaman. No sé si sentirme
orgullosa de estas palabras y dejarme ir al fin, pero sigo luchando, por mi
ballenato, por mi, por todas las demás. ¿Es posible que salga de esta? Por un
momento así lo creo, pero un tiro certero acaba con mi última razón por la que
resistir. Es Misala. De ella es la sangre que me hace verlo todo más oscuro.
Basta con que me distraiga un segundo para que me acierten a mi también. El
último disparo. Mis ojos se encuentran con los de Misala. Le dedico una breve
melodía, la última que saldrá de mi boca. Un sentimiento de angustia, algo
borrosa, me invade. Pero entonces comprendo que el destino del que había
estado escapando tanto tiempo, era tristemente, el único final posible a mi
relato y al de otras. ¿Cómo había podido tardar tanto en darme cuenta? Era la
única realidad posible en este momento de la historia, que yo, ilusa de mi,
había obviado cual romanticista.
Noto como poco a poco un cable va extrayendo mi cuerpo del agua. Entonces
me acuerdo de cómo se siente una al saltar, y de cómo algo tan maravilloso
puede convertirse en lo más terrorífico del mundo. Estoy literalmente volando
hacia la muerte, o más bien hacía una cubierta llena de ansiosos balleneros. A
lo lejos veo como una pequeña embarcación negra se acerca. Dentro se
encuentra un variado grupo de personas, no sé si discuten entre ellas, pero si
parecen algo estresadas y enfadadas.
8. Tardo un instante en entenderlo, esa gente viene a protegernos, quieren
salvarnos, vienen a luchar por nosotros, los animales indefensos.
Para mí ya es demasiado tarde, sin embargo guardo la esperanza de que
puedan impedir la caza del resto de los supervivientes. Cada vez están más
cerca, y estoy a punto de cerrar los ojos cuando cruzo mi mirada con un chico,
que se agarra a la barandilla de la proa, con manos pálidas debidas la fuerza
con la que lo hace. Su mirada está llena de furia, pero también de impotencia y
de ingenuidad. Es joven, muy joven. Aún no conoce la crueldad de este mundo.
Debe ser la primera vez que está viendo tal masacre. Oh, pobre, me
compadezco de ti...y de mi, y de que me tengas que ver en esta situación. Cojo
mi última bocanada de aire, esperando que pueda interpretar todo lo que
quiero decirle con esta mirada, que es tan intensa pero tan fugaz como la vida
misma, y finalmente bajo los párpados, relajo mi cuerpo y me despido del mar y
de mis hermanos y hermanas, sus habitantes. Deseándoles un próspero futuro
junto a una humanidad que haya rectificado su actitud y haya aprendido a amar
lo que este maravilloso planeta le ofrece desinteresadamente.