Jesús enseña a vivir según los principios del Evangelio más que según las leyes y tradiciones. Propone actuar con sencillez, dignidad y esperanza, basándose en el espíritu y no sólo en la letra de la ley. Jesús invita a ir más allá de la mera observancia de normas y a centrarse en las personas y sus necesidades.
1. Jesús aporta un nuevo horizonte a la vida, una dimensión más profunda, una verdad más esencial. Su vida es una llamada a vivir la existencia desde la raíz última, que es un Dios que sólo quiere para sus hijos e hijas una vida más digna y dichosa. El contacto con Él invita a desprenderse de posturas rutinarias y postizas; libera de engaños, miedos y egoísmos que paralizan nuestras vidas; introduce en nosotros algo tan decisivo como la alegría de vivir, la compasión por los últimos o el trabajo incansable por un mundo más justo. Jesús enseña a vivir con sencillez y dignidad, con sentido y esperanza. José Antonio Pagola. “Jesús. Aproximación histórica” Mateo, 5, 17-37. Autora: Asun Gutiérrez.
2. En tiempo de Jesús era enorme el número de leyes y tradiciones. Cualquier persona podía ser legalmente acusada y condenada. Las leyes se habían convertido en motivos de inquietud y tortura moral y, muchas veces, en instrumento de esclavitud, tiranía y fanatismo. Habían encubierto, suplantado y desfigurado el verdadero rostro del Dios del amor. El texto evangélico, que forma el núcleo del discurso de la montaña, está situado en ese contexto.
3. Jesús no se presenta como un legislador más, que propone una leyes más perfectas. Lo que hace es proclamar una nueva forma de actuar, basada en el Evangelio, en las bienaventuranzas. Se trata de actuar según el mensaje evangélico, más allá de la mera práctica de la ley. Jesús supera la Ley antigua en una línea de mayor profundización y autenticidad. Propone vivir la ley de modo distinto, desde su espíritu y no desde la letra. Se plantea la relación entre evangelio y ley. Debate que volverá a plantearse con frecuencia a lo largo de la historia. No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
4. Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. La difícil misión de Jesús fue denunciar la hipocresía del legalismo y quitar el velo que impedía conocer, ver y amar a Dios y al prójimo. Denunció la esclavitud de la letra de la ley y proclamó el aire fresco de la libertad del Espíritu. Siguen existiendo leyes y normas que, en lugar de ayudar a crecer como personas y como cristianos, terminan asfixiando y alejando a las personas de sí mismas, de los demás y de Dios. Hoy, como entonces, Jesús nos despierta para hacernos caer en la cuenta de que lo que importa es la persona, que toda ley debe estar al servicio de ella y del evangelio y que, si oculta o desvirtúa su espíritu, debe ser cambiada o abolida.
5. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, será condenado por el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, será condenado por el tribunal. Y todo aquel que lo insulta, será castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, será condenado al fuego eterno. Jesús nos habla de potenciar la vida, a la que se opone la injusticia, la pobreza, la opresión. La pobreza es un atentado contra la vida. “Alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas” (G.S. 69). También el insulto, la ofensa, la injuria, la persecución, la descalificación, la falta de respeto, el desprecio, van matando poco a poco a las personas. Para no matar, hay que amar.
6. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo. Lo que Jesús pide no se consigue con la mera observancia de leyes y ritos, sino con la buena relación con los demás. Para Jesús las personas y sus necesidades son más importantes que el sábado (Mc 2, 27) y la paz, la acogida, la armonía, la solidaridad con los demás tienen prioridad sobre todo acto de culto. No se trata de no vengarse, sino de perdonar. No es cuestión de no odiar, sino de amar a todos.
7. Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio. El ideal al que se aspira es vivir, disfrutar, testimoniar... un proyecto de amor creciente, incondicional, profundo, enriquecedor, para toda la vida. Y comprender a las personas que, por muchos motivos, no pueden llevarlo a cabo. Recordando que no nos corresponde, en ningún caso, juzgar ni condenar a nadie.
8. Han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del maligno. El criterio, para los cristianos, no es lo que dicen o hacen los demás, ni lo que es costumbre social, sino lo que hace y dice Jesús, invitándonos a la verdad, a la transparencia, a la sinceridad. ¿Utilizo palabras, reflejo de mi sentimiento, sinceras, constructivas, positivas, conciliadoras, de ánimo, de apoyo, de bendición con las personas que me relaciono?
9. Elige amar en lugar de odiar, crear en lugar de destruir, alabar en lugar de criticar, curar en lugar de herir, actuar en lugar de aplazar, crecer en lugar de conservar, compartir en lugar de almacenar, sembrar en lugar de cosechar, vivir en lugar de morir... Y sabrás por qué mi Palabra es Palabra de vida y mi Evangelio Buena Noticia; porque de nada sirve, aunque se estile, echar a vestido viejo remiendo de paño nuevo y vino nuevo en odres viejos. ¡Deja ya de soñar en rebajas, y no intentes comprar el Reino! El cristiano no se arrastra bajo el peso de la ley; corre libremente impulsado por el amor. Ulibarri Fl. En lugar de...