El siglo XIX es el siglo del liberalismo, una ideología que surgió como movimiento político-social en Europa a partir de la Revolución Francesa de 1789. Este documento presenta varios poemas del escritor español Gustavo Adolfo Bécquer que describen escenas de amor y naturaleza de forma lírica y melancólica.
1. El Siglo XIX
El siglo XIX es el siglo del
liberalismo, una ideología que
se conforma como
movimiento político-social en
toda Europa a partir de la
Revolución Francesa (1789)
2. Dos rojas lenguas de fuego dos jirones de vapor
que, a un mismo tronco enlazadas, que del lago se levantan
se aproximan, y al besarse y al juntarse allá en el cielo
forman una sola llama; forman una nube blanca;
dos notas que del laúd dos ideas que al par brotan,
a un tiempo la mano arranca, dos besos que a un tiempo estallan,
y en el espacio se encuentran dos ecos que se confunden,
y armoniosas se abrazan; eso son nuestras dos almas.
dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan Gustavo Adolfo Bécquer
con un penacho de plata;
3. Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros.
No veíamos las letras
ninguno creo;
mas guardábamos ambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo,
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.
Gustavo A. Bécquer
4. Tu pupila es azul, y cuando ríes,
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea
me parece, en el cielo de la tarde,
¡una perdida estrella!
Poema de amor de Gustavo A. Bécquer
5. —Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
—No es a ti, no.
—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:
puedo brindarte dichas sin fin,
yo de ternuras guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
—No, no es a ti.
—Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte.
—¡Oh ven, ven tú
Gustavo Adolfo Bécquer.
6. Cuando en la noche te
Cuando se clavan tus ojos
envuelven
en un invisible objeto Cuando enmudece tu lengua
las alas de tul del sueño
y tus labios ilumina y se apresura tu aliento
y tus tendidas pestañas
de una sonrisa el reflejo, y tus mejillas se encienden
semejan arcos de ébano,
por leer sobre tu frente y entornas tus ojos negros,
por escuchar los latidos
el callado pensamiento por ver entre sus pestañas
de tu corazón inquieto
que pasa como la nube brillar con húmedo fuego
y reclinar tu dormida
del mar sobre el ancho la ardiente chispa que brota
cabeza sobre mi pecho,
espejo, del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
diera, alma mía, diera, alma mía,
cuanto posea:
cuanto deseo: por cuanto espero,
¡la luz, el aire
¡la fama, el oro, la fe, el espíritu,
y el pensamiento!
la gloria, el genio! la tierra, el cielo.
Poema de amor de Gustavo A. Bécquer
7. Cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento
Cuando se clavan tus ojos y tus mejillas se encienden
en un invisible objeto y entornas tus ojos negros,
y tus labios ilumina por ver entre sus pestañas
de una sonrisa el reflejo, brillar con húmedo fuego
Cuando en la noche te envuelven
por leer sobre tu frente la ardiente chispa que brota
las alas de tul del sueño
el callado pensamiento del volcán de los deseos,
y tus tendidas pestañas
que pasa como la nube diera, alma mía,
semejan arcos de ébano,
del mar sobre el ancho espejo, por cuanto espero,
por escuchar los latidos
diera, alma mía, la fe, el espíritu,
de tu corazón inquieto
cuanto deseo: la tierra, el cielo.
y reclinar tu dormida
¡la fama, el oro,
cabeza sobre mi pecho,
la gloria, el genio!
diera, alma mía,
cuanto posea:
¡la luz, el aire
y el pensamiento! Gustavo Adolfo Bécquer
8. Mi vida es un erial;
flor que toco se deshoja;
Sabe, si alguna vez tus labios rojos que en mi camino fatal,
quema invisible atmósfera abrasada, alguien va sembrando el mal
que el alma que hablar puede con los ojos para que yo lo recoja.
también puede besar con la mirada. De lo poco en la vida que me resta
¿Cómo vive esa rosa que ha prendido diera con gusto los mejores años
junto a tu corazón? por saber lo que a otros
Nunca hasta ahora contemplé en la tierra de mí has hablado.
sobre el volcán la flor. Y esta vida mortal y de la eterna,
lo que me toque, si me toca algo,
por saber lo que a solas
de mí has pensado.
Gustavo Adolfo Bécquer
9.
10. VI
Como la brisa que la sangre orea
sobre el oscuro campo de batalla,
cargada de perfumes y armonías
en el silencio de la noche vaga;
Símbolo del dolor y la ternura,
del bardo inglés en el horrible drama,
la dulce Ofelia, la razón perdida,
cogiendo flores y cantando pasa.