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Mi Cuerpo en tus Labios
~ Sinopsis~
Katherine Ferrer es una chica sencilla, trabaja en una oficina donde todo es una
rutina aburrida. Su vida es aburrida. Su última relación fue hace tres meses, vive con
su mejor amiga Madisson ya que vivía con su antiguo novio.
No estaba interesada en nadie, creía que es una pérdida de tiempo, y no planea
romper su rutina. Ni en sueños.
Pero entonces el destino le da una jugada. Un hombre guapo, sexy y tan caliente
llega de golpe a su vida. Y no solo llega a su vida, sino también -entra- en su "vida"
Una historia completamente erótica, romántica y graciosa que permanecerá en tu
memoria por siempre. Tan descriptiva que necesitarás confesarte.
¿Podrá Katherine alejarse de aquél Dios griego? ¿Podrá resistirse de su mirada y de
aquellos labios apetecibles? ¿Podrá apartar su cuerpo de sus labios?
"Sus largas manos acariciaron las curvas de mi cintura mientras que sus labios
dejaban rastros ardientes a su paso, me estaba matando. Es el mejor sexo que haya
tenido. Voy a explotar..."
Trilogy: Desire - (Trilogía: Deseo)
1.- Mi Cuerpo en tus Labios
Autor: BrendaRow’MJ
Capítulo 1
Me había graduado de la Universidad hace unos meses y hoy iba a una
entrevista de trabajo a una empresa llamada "MJJ Productions". Es lunes. Hay
quienes se quejan de este día después de un fin de semana pero yo estaba
súper emocionada. No había dejado de pensar en esta entrevista desde que fui
a solicitar el empleo, pero ayer domingo estuve por colapsar de la emoción. Me
encontraba en mi habitación mirándome al espejo con una sonrisa en el rostro
por mi resultado y con Madisson detrás de mí. Me di la vuelta y le sonreí como el
gato de "Alicia en el país de las Maravillas".
— ¿Y bien? ¿Cómo me veo? — Le pregunté a Madi mientras que ella me
analizaba. Recuerdo cuando llegué a esta casa llorando hace unos meses, me
acobijó y me consoló. Esta rubia, de ojos verdes y mejillas rosas es mi mejor
amiga, la quiero mucho y no sabría que hubiera sido de mi vida si ella no hubiera
estado ahí.
— Perfecta. — Dijo ella con una sonrisa — Tendrás todos los ojos puestos en ti,
¡luces bellísima!
Mi sonrisa se amplió, y di pequeños brincos junto con ella. Ambas estábamos muy
felices con todo esto, pero nerviosas al mismo tiempo. Ella me abrazó con
delicadeza para no arruinar mi atuendo y luego me miró con una sonrisa.
— Me cuentas cómo está el Jefe — Me guiñó el ojo. — Si resulta ser un Dios,
quizás y me meta a trabajar allí contigo. — Ambas soltamos unas carcajadas.
— Lo haré, no te preocupes. — Reí otra vez. El reloj sonó indicando las 12 de
la tarde. — Ya es hora de irme, deséame éxito.
— ¡Éxito, Kathe! — Gritó ella. Caminamos hacia la salida con los vellos de
punta pero Madisson me detuvo. — Tu currículum, señorita.
— ¡Ah, gracias! — Tomé la carpeta y la guardé en mi bolso. — Te debo una.
— Pensaré qué quiero de recompensa. — Sonrió y me dio una leve patada
en el trasero para sacarme de su casa. — Tranquila, respira y sonríe.
Sonreí por su típica frase y le dije adiós con la mano. Caminé hacia mi coche,
respiré hondo, abrí la puerta y subí. Hoy va a ser un largo día. Encendí el auto y
arranqué. Mientras conducía, encendí la radio con la esperanza de que pusieran
mi canción favorita de Cyndi Lauper. Iba tarareando las canciones que
pasaban, cantando con fuerza y simulando tocar un instrumento. Me miré en el
espejo y sonreí por el maquillaje de Madisson, eso es lo bueno de tener a una
amiga que sabe de moda y es maquillista. Me detuve por el semáforo en rojo y
de mi bolso saqué mi brillo labial. Y justo en ese momento sonaba "Girls Just Want
To Have Fun" en la radio, le subí el volumen y comencé a medio bailar y a cantar
mientras me miraba en el espejo aplicándome el brillo labial. Mientras me
pasaba el brillo, sentí una mirada sobre mí. Miré hacia mi izquierda y vi un
Mercedes negro y a un hombre con lentes de sol dentro. Mierda... es guapísimo.
Mis mejillas ardieron y vi como el chico sonreía. ¡Santa mierda! Oh mierda... su
sonrisa. Sentí que quedé hipnotizada, y si no escucho los claxon de los coches de
atrás no salgo de esa fantasía. Arranco mi coche con velocidad esperando
alcanzar al Mercedes y al hacerlo, vi por el rabillo de mi ojo cómo volteaba a
verme y sonreía. Yo volteé y mordí seductoramente mi labio. Total, no lo volvería
a ver jamás en mi vida. Pero siempre recordaré a ese chico de traje, guapo y de
sonrisa envidiable. Él sonrió con picardía y fijó su mirada al camino. Otro semáforo
en rojo. Qué genial. Acomodé mi cabello castaño claro y miré al chico sexy, él
estaba mordiendo su labio mientras que su sonrisa lo hacía ver tan caliente.
— Hermosa. — Leí en sus labios, mi corazón dio un vuelco y vi cómo con su
mano derecha se despedía. Yo hice lo mismo. Él sonrió y arrancó su coche
dando vuelta a la derecha. Me sentí inmediatamente vacía, lo seguí con mi
mirada hasta desaparecer. Desearía verlo de nuevo. Después de unos segundos,
seguí conduciendo.
***
Llegué al estacionamiento de la empresa. Me ubiqué, apagué el motor,
tomé mis cosas y bajé del coche de la forma seductora-elegante que mi amiga
me ensenó. Había unas cuantas personas en la entrada del edificio. Pues a ver si
Madisson tiene razón con los ojos puestos en mí y todo ese rollo. Puse mi bolso en
la parte de mi codo — Igual como me había enseñado Madi toda esta semana,
según para dar buena imagen — y comencé a andar con "un sexy movimiento
de caderas" hasta la entrada del edificio. Saludé a las personas de ahí y vaya
que son agradables. Fingí buscar algo para ver si estaban mirando, y
efectivamente, un par de chicos estaban mirándome el trasero y unas cuantas
chicas poniendo los ojos en blanco. Los miré y guiñé el ojo. Crucé las puertas de
vidrio y me acerqué a una secretaria que hacía algo en su monitor.
— Buenos Días, soy Katherine Ferrer y vengo para una entrevista de trabajo. —
Dije con elegancia, la chica buscó entre unos papeles y mientras ella hacía eso,
miré a mí alrededor topándome con cien pares de ojos puestos en mí. Ya
empezaba a incomodarme. Maldita sea Madisson con su puti vestido.
— Srita. Ferrer, piso 7, puerta 12G. — Sonrió y me dio un gafete. Le sonreí de
vuelta y tomé el gafete.
— Gracias. ¿Cuál ascensor tomo? — Le pregunté. Ella me señaló hacia la
izquierda. Asentí y me dirigí hacia el ascensor. Al llegar, habían unos chicos
parados con una taza de café charlando y al verme, dejaron de hacerlo y me
miraron perversamente.
— Espero que te contraten. — Dijo uno guiñándome el ojo, era alto, delgado,
cabello castaño y ojos azules. — Nos hacen falta mujeres guapas aquí, ¿verdad,
Ryan?
— Exacto, pero tu sigue haciendo lo que estás haciendo y estarás
contratada. — Dijo Ryan que era igual que el otro, solo que con ojos verdes.
Vaya, ya veo que tienen un prototipo definido. Todas las chicas son rubias, quizás
no sean naturales, pero al menos yo defenderé mi cabello castaño.
— ¿Y qué se supone que estoy haciendo? — Arqueé una ceja y los miré, ellos
intercambiaron miradas. Apreté de nuevo el botón del ascensor, mostrando mi
incomodidad.
— Provocar a todos los hombres de aquí y provocar la envidia de las chicas. —
Respondió Ryan. Par de imbéciles, rodé los ojos y caminé hacia él.
— Yo no estoy haciendo nada, que ustedes me vean así, no es mi problema. —
Hice un guiño y entré al ascensor que recién abría las puertas. Apreté el botón
con el 7 y las puertas se cerraron. La verdad es que ser coqueta es natural,
heredado de mi padre. Espero que no me cause problemas. Cerré los ojos y en
mi mente apareció la sonrisa de aquél chico. Dios, espero verlo de nuevo.
¿Cómo se llamará? ¿Tendrá novia? ¿Qué tan alto será? ¿Le habré gustado? Solo
sabía algo de todo lo que no sé: Él se robó mi aliento y un poco de mi corazón.
Las puertas se abrieron en el piso indicado, salí y vi una fila de aproximadamente
10 chicas rubias sentadas esperando su turno. Tenían sus carpetas en las piernas,
unas movían los dedos, otras jugaban con sus cabellos, verificaban su
maquillaje... y cuando hice mi presencia notar, empezaron a mirar cada paso
que daba. Caminé hacia una chica que estaba detrás de su escritorio, quizás
sea la encargada.
— Eh... — Apenas abrí la boca para decir algo cuando la chica ya había
empezado a hablar.
— Saca un boleto de aquí, siéntate y espera tu turno. — Fijó su mirada en el
monitor, saqué el boleto de la maquina, busqué lugar y me senté. Crucé las
piernas y vi mi boleto: "821". Respiré hondo. ¿Recuerdan cuando dije que iba a
ser un largo día? Pues va a serlo.
Capítulo 2
Había pasado una hora desde que tomé asiento. Faltaban cuatro
chicas para que pasara mi turno y quizás eso requiera otra hora más. Mi
teléfono vibró, lo saqué de mi bolso y vi que era un mensaje de Madisson:
"¿Cómo va todo? ", "Hace una hora y media llegué, y aún no paso. Te
aviso cuando me toque.", "Pero lo haces."
Guardé el teléfono y abrí mi carpeta. Comencé a leer mi currículum y a
analizar con cuidado cada parte. Todos mis logros, trabajos, estudios,
pasatiempos, todo estaba aquí. Antes solía pensar que jugar con arena
no lo tomarían en cuenta para el trabajo pero ya veo que sí, quieren ver
qué tan cerebro de percebe eres. Miré el reloj que sonaba más fuerte
que todo este silencio incómodo. Decidí contar los segundos, su sonrisa
blanca y pícara. Sacudí mi cabeza, de él no estaba hablando. Los
segundos, los minutos y su cabello negro, largo y ondulado. Jalé con
fuerza mi cabello para despertar, me estaba sofocando, hacía calor y
estaba sedienta. Miré que al fondo había un garrafón de agua y vasos
de plástico en forma de cono. Dejé mis cosas en mi asiento.
— Voy por agua, ¿alguien gusta? — Susurré, cuatro chicas alzaron
la mano, asentí.
— Yo te ayudo. — Susurró la chica que tenía al lado. Le sonreí y
caminamos juntas hacia el garrafón. — ¿Sabes a cuantas chicas
contratarán?
— No. — Dije, tomando dos conos. Ella tomó tres y presionó el botón
de agua fría.
— Solo diez, diez chicas de 50 que vinieron a solicitar el trabajo. —
Respondió negando con la cabeza. Una vez que llenó el último cono, me
tocó llenar a mí.
— Pues espero que te den el trabajo. — Le dije con honestidad. Llené
el último vaso. Ella sonrió.
— Espero que a ti también... — Dijo en modo de pregunta. Supe que
quería saber mi nombre. Vaya, qué descortés no presentarme.
— Katherine Ferrer. — Le dije, mientras que caminábamos de regreso a
los asientos. — Un placer.
— El placer es mío, Katherine. Soy Rebecca Lodwood. — Nos sonreímos
y entregamos los conos. Yo bebí rápido mi agua. — ¿Te digo un secreto,
Kathe? Conozco al jefe, con quien tendremos la entrevista, es mi amigo y
me aseguró un lugar. Como paso primero, le hablaré de ti.
— Gracias, de verdad, pero quiero que me contraten por mi
currículum. — La miré con dulzura. — Pero me alegra que tengas el lugar
asegurado.
— Igual a mí. — Me hizo un guiño. Le sonreí, seguimos platicando sobre
muchas cosas, teníamos mucho en común, y si me llegaran a contratar,
creo que sería mi primera amiga del trabajo.
Rebecca es muy agradable. Pasó otra media hora, y era el turno de ella.
Yo era la última, la última de las 50 solicitudes. Siento que tendré pocas
probabilidades.
Miré al rededor, todo estaba desértico, excepto la secretaria y yo. Era
tan incómodo el silencio. Miré el reloj, iban a dar las tres de la tarde,
moría de hambre y aún faltaba mi entrevista. Sostuve mi cabeza con mi
mano derecha y cerré los ojos. Estaban pesados.
***
— Katherine... — Sentí cómo me movían — Katherine, despierta. —
Abrí poco a poco los ojos, Rebecca estaba frente a mí con una sonrisa.
Me alarme y me puse de pie. — Te toca, cariño.
— Gracias. — Le sonreí. Primero llegué súper despierta y seductora, y
ahora entraré a la entrevista somnolienta y sin una gota de gracia.
Caminé bostezando, entonces sentí que me jalaron y me dieron una
fuerte bofetada.
— ¡Despierta, maldita sea! — Me gritó Rebecca. Sentí que todo mi
sistema despertaba, mi mejilla ardía, y me eché a reír.
Caminé como Madisson me había enseñado, ignoré el ardor en mi
mejilla y abrí la puerta que tanto misterio me daba. Al entrar, vi a un
hombre blanco, cabello negro corto, era apuesto de unos 35 años o
más. Sus cejas se subieron hasta el nacimiento de su cabello, se puso de
pie nervioso, se aclaró la garganta y me tendió la mano. Al estar cerca,
estreché mi mano con la de él, me apretó fuerte y me miro
profundamente a los ojos. Alejé mi mano y sonreí con incomodidad.
— Tome asiento, señorita Ferrer. — Asentí, me senté y él hizo lo
mismo. — Soy el Licenciado Josh Tomlinson, ¿me permite su currículum?
— Por supuesto. — Le tendí la carpeta, él la tomó, abrió la carpeta y
leyó. Tomé disimuladamente mi teléfono y le envié un texto a Madisson:
"Ya estoy en la entrevista". Guardé el teléfono y me concentré en la
entrevista.
— ¿Por qué está interesada en el trabajo? — Seguía mirando mi
currículum, ni siquiera me miró. Tragué y decidí decir lo que ya tenía
preparado.
— Porque me interesa muchísimo lo que esta empresa realiza, es
parte de mi sueño, quizás no lo que quiero exactamente, pero es como
ser parte de ello. — Él me miró por un segundo, sonrió y siguió leyendo.
— Estudiaste en la Universidad de California Los Ángeles, trabajaste en
una pequeña empresa de comercios como asistente personal, — Dijo
enumerando con sus dedos — has trabajado como actriz en teatros,
sabes de contabilidad, moda y derechos, has sido secretaria en una
empresa de periodismo con el sr. Christopher Mitchell. — Cerró la
carpeta, me la tendió y yo la tomé. ¿Es todo? No he estado ni 20 minutos
aquí...
— ¿Es todo? — Pregunté con curiosidad, confusa, y con ganas de
llorar. Seguro no le he interesado para el trabajo.
— Si — Marcó algo en una lista — Nosotros le llamaremos. — Se puso
de pie. Asentí y estrechamos la mano. Tomé mis cosas y caminé hacia la
salida, abrí la puerta y la cerré detrás de mí. Todo estaba vacío con
excepción de la secretaria.
Caminé hacia el ascensor, apreté el botón y esperé a que abrieran las
puertas. Quizás deba buscar otro empleo, ¿qué está mal con mi hermoso
currículum Vitae? Las puertas se abrieron, entré, marqué el primer piso y
saqué mi teléfono. Le llamé a Madisson, y después de dos tonos,
contestó:
— Hey, ¿cómo te fue? — Preguntó emocionada. Respiré hondo,
¿cómo decirle que no valió la pena?
— Pues mal, solo me hizo una pregunta, me enumeró mis trabajos y
me regresó la carpeta. No obtendré el trabajo. — Me miré en el reflejo
del material metálico. Sentí una lágrima recorrer mi mejilla, la sequé con
cuidado, oí el suspiro de Madisson.
— Hablaremos en cuento estés en casa, tendré la comida lista para
entonces. — Su dulzura y comprensión me hizo tranquilizar. Sonreí.
— Está bien, gracias Madi. — Me sentí afortunada de tener una amiga
como ella. Colgué. Las puertas del ascensor se abrieron, salí y los ojos se
fijaron en mí. Los ignoré por completo, ya estaba cansada. Caminé
apresuradamente hacia la salida.
***
Apagué el motor. Madisson estaba esperándome en la puerta con su
sonrisa consoladora. Tomé mis cosas y salí. Traté de no echarme a llorar
pero fue en vano cuando estuve entre sus brazos. Entramos a la casa, me
hizo sentar en su sillón — Que solo era suyo y nadie podía sentarse en el
más que ella. —, fue a la cocina y trajo una botella de vino y dos copas.
— Esos putos se lo pierden — Dijo sirviendo el vino en las copas, y
luego me dio mi copa. — Si no te dan el trabajo, iré a la empresa y
aplicaré mis artes marciales con el tipo de la entrevista. Por cierto, ¿cómo
era?
— Es el Jefe — Dije bebiendo de mi vino — No está nada mal. Es alto,
blanco, cabello corto y negro, ojos azules, de unos 35 años o más.
— ¿Qué hizo cuando te vio? — Sonrió. Bebió más del vino y me miró
con picardía. Yo negué con una sonrisa.
— Se puso nervioso — Reí. Madisson abrió los ojos y sonrió. Se estaba
sintiendo orgullosa del trabajo que hizo con mi aspecto, lo sé.
— Sabía que tendrías efecto en el Jefe. — Dijo chocando su copa
contra la mía. — ¿Y los demás?
— Oh... si, tenías razón. Todos los ojos en mí. Fue genial al principio,
pero después fue incómodo. — Vacié mi copa de un solo trago. — Pero
conocí a alguien.
— ¿A quién? Vamos, ¡escúpelo! — Dijo emocionada. Sonreí otra vez
como el gato de Alicia en el país de las Maravillas al recordar el
momento con aquél chico.
— No sé cómo se llama... — Miré a Madisson quien me miraba confusa.
Decidí contarle todo con lujos de detalles. Se emocionó igual o más que
yo.
— ¡Wow, amiga! Ojalá lo veas otra vez, ¿entonces era guapísimo? —
Preguntó emocionada. Me mordí el labio al recordar su sonrisa, la
manera en que mordía su labio inferior.
— ¡Infiernos, sí! — Suspiré. — El hombre más guapo que mis ojos hayan
visto alguna vez. Si hubieras visto su sonrisa, te hubieses enamorado
también.
Capítulo 3
Desperté al escuchar una fuerte discusión. Me senté en la cama
tratando de ubicarme, ¿en qué momento me quedé dormida? ¿Qué
tanto tiempo dormí? Miré el reloj, marcaban las nueve de la mañana y
por ende, supe que ya era martes. Me bajé de la cama, me cepillé
rápidamente los dientes y bajé hacia la planta baja. Vi que Madisson
estaba discutiendo con Matt, mi ex novio. ¿Qué hace él aquí? Puse los
ojos en blanco y caminé como si nada hacia la cocina. Tomé un vaso y
me serví leche.
— Ve, ya despertó. — Dijo Matt al verme. Me rasqué el brazo, tomé el
control de la Televisión y me senté en el sofá. — Kathe, tenemos que
hablar.
— Largo. — Fue lo único que dije y lo último que diría. Cambié los
canales en busca de algo bueno que ver. Bebí de mi vaso de Leche.
— ¡Ya la oíste, lárgate de mi casa cara de pito! — Gritó Madisson. Me
carcajeé al escuchar eso.
— Oye Madi, ¿qué no es esa la grosería que le dijo Elliot a su hermano
Michael en E.T el extraterrestre? — Ambas nos carcajeamos. Como me
encanta reír de esta forma, se siente tan bien.
— Me largo, pero ya veremos si no me escuchas después, preciosa. —
Escuché que dijo entre nuestras carcajadas. Ya no podía, me dolía el
estómago de tanto reír. Madisson cerró la puerta y se acerco corriendo
hacia mí soltando una fuerte carcajada.
Después de desayunar, nos pusimos a ver una película de terror. Olvidé
todo lo que había pasado el día de ayer, que pase lo que tenga que
pasar. Conoceré a otras personas y podré tener otro trabajo. Madisson y
yo gritamos, reímos e insultábamos a los protagonistas como si pudieran
oírnos. Comíamos palomitas junto con unas Coca-Colas, dulces y
gomitas. Cuando la película terminó, todas las golosinas habían
desaparecido. Recogí lo que habíamos utilizado y en eso, el teléfono
suena. Contesté.
— ¿Hola? — Respondí en pregunta al no reconocer el número que
marcaba la operadora.
— Señorita Ferrer, la empresa "MJJ Productions" la ha contratado.
Solicitamos su presencia el día de mañana a las nueve de la mañana. —
Abrí mis ojos de par en par, quería gritar y brincar pero me contuve.
— ¡Gracias! — Ni bien colgaba cuando empecé a gritar a todo
pulmón, Madisson dio un brinco del susto y me miró.
— ¿Qué pasa? — Dijo con una mano en el pecho. Sonreí como el gato
de Cheshire y entonces ella entendió.
— ¡Me dieron el empleo! — Grité y Madisson se unió a mí, corrió en mi
dirección, me abrazó y comenzamos a saltar como niñas de secundaria.
— ¡Felicidades! — Se separó de mí — ¿Pero qué más te dijeron?
— Tengo que estar en la empresa mañana temprano a las nueve. —
Dije con ilusión. — Estoy nerviosa, y no tengo la ropa adecuada para el
trabajo.
— Eso significa una cosa... — Intercambiamos miradas — ¡Compras!
Pero antes festejaremos con un poco de buen vino a mi bar favorito.
— Iré a bañarme. — Chocamos los cinco y cada quien hizo lo suyo.
***
Madisson escogió que fuéramos en su coche esta vez ya que la vez
pasada fuimos en el mío. Encendió el auto y yo la radio. Ojalá se repitiera
todo como ayer, verlo y sonreírnos con picardía. Su sonrisa era tan
blanca, brillante y sexy. Mis ojos se movían en todas las direcciones en
busca de aquél Mercedes negro con un sexy conductor. Madisson me
miraba dándome a entender que sabía lo que estaba pensando.
— Deja al hombre en paz. — Me sonrió divertida. — Ha de tener un
dolor de oídos o de cabeza tan fuerte que...
— Me pregunto si ha pensado en mí. — La interrumpí. Ella rió y aceleró
más. Llegamos a su bar favorito y bajamos del coche. Madisson pidió las
bebidas y una vez que las teníamos en nuestro poder...
— Porque Kathe consiguió el trabajo de sus sueños. — Chocamos
nuestras copas. Luego pedimos tres más.
Reímos, bailamos un poco y después decidimos irnos para las compras.
Cuando llegamos a una tienda, estacionó el coche y bajamos. La
canción "Girls Just Want to Have Fun" sonó de fondo en mi mente
mientras que íbamos de tienda en tienda, comprando hasta lo que no
teníamos planeado comprar, así como lencería de encaje, tacones de
aguja y plataforma, etc.
Se hizo de noche, dejamos las bolsas dentro de la cajuela y luego
subimos al coche y nos dirigimos a casa. Llegamos con un fuerte dolor en
nuestros pies, con hambre y sueño infernal. Había sido un día fantástico.
Madisson preparó unos sándwiches y sirvió jugo de naranja. Nos
sentamos juntas viendo la T.V mientras cenábamos. Al terminar, cada
quien nos fuimos a nuestra habitación, nos duchamos y dormimos.
Mañana será un gran día.
***
Me desperté antes de que la alarma sonara y quizás sea porque
Madisson me estaba haciendo cosquillas en el pie. No lo sé. Me bajé de
la cama jalándole el cabello con un poco de fuerza. Ella hizo un sonido
de queja y entonces, supe que querría pegarme una nalgada, corrí lo
más rápido que pude a mi cuarto de baño. Estaba por entrar cuando
sentí su palma marcar mi trasero. Soltó una carcajada y yo me encerré
lloriqueando. Me duché, me puse mi nueva lencería y me coloqué una
toalla en el cabello. Cuando salí, Madisson estaba al pie de mi cama
con dos atuendos que habíamos comprado ayer, dos de los cinco.
— Escoge. — Dijo con una sonrisa. Si escojo uno, me hará poner el otro
así que mejor que decida ella.
— ¿Cuál crees que debería ponerme? — Dije haciendo una mueca
de dolor por mi trasero adolorido. Ella comenzó a reír.
— Este, se ve elegante y sexy. — Era una falda corta negra, un saco
del mismo color y una sexy blusa blanca. Asentí y lo tomé. Ella me pasó
unas zapatillas de tacón de aguja.
— ¿Crees que deba usar medias? — Le pregunté con inocencia. Ella
puso una cara de espanto y negó.
— Tienes lindas piernas con una piel saludable, no necesitas esas
mierdas. — Caminó hacia la puerta. — Me avisas cuando termines para
que te maquille.
Asentí.
— Gracias, Madi.
Cuando salió, me puse crema corporal, me puse desodorante y cuando
éste secó, me puse la blusa, luego la falda que desgraciadamente me
quedaba un poco ajustada, me puse crema en mis piernas y pies, y
después me puse las zapatillas. Solté mi cabello y sequé con la secadora,
después llamé a Madisson. Cuando ella entró, traía consigo el desayuno
y todo su maquillaje dentro de dos grandes cajas. Cuando abrió las
cajas, dejó ver todo ese hermoso maquillaje. Me dejó desayunar y
cuando acabé empezó a pasarme un poco de hidratante en la cara,
luego un poco de base y corrector, me maquilló las cejas dándole un
acabado natural, un poco de sombra en los párpados, delineador,
mascarilla, rubor, labial color rosa y brillo.
— ¡Listo! — Dijo, cerrando el brillo labial. — Ahora el peinado.
Comenzó a peinar mi cabello, hizo su maniobra, me hizo un lindo
peinado, me ayudó a poner el saco y después me perfumé. Tomé mi
bolso, las llaves de mi coche y salí de casa. Conduje el camino que me
llevaba a la empresa. En un alto, miré que mi maquillaje estuviera en
perfección, miré mis dientes y tomé una goma de mascar. Un claxon
sonó a mi lado, entonces volteé y ahí estaba él con su sonrisa que tanto
me había quitado el aliento durante todo este tiempo. Le sonreí de
vuelta, él se bajó un poco sus lentes de sol y me hizo un sexy movimiento
con sus cejas mientras se mordía su sexy labio. Mi corazón dio un vuelco,
latía tan fuerte... Quería bajarme del coche, subirme al suyo y besarlo.
Sabía que aquí doblaría, me despedí con la mano y el hizo lo mismo. Giró
el volante y dio vuelta a la derecha. Conduje y seguí mi camino hacia la
empresa.
***
Cuando llegué, me estacioné, tomé mis cosas y bajé del coche.
Caminé como mi amada amiga me había enseñado hacia la entrada.
Cuando entré al edificio, me encontré con Rebecca quien al verme
sonrió ampliamente. Me saludó con la mano y yo hice lo mismo. Caminé
hacia ella emocionada. Por suerte, todas vestían de saco y falda, pero
no eran nada sexy, sus faldas llegaban abajo de las rodillas.
— Veo que si te dieron el trabajo. — Dijo ella. — Por cierto, discúlpame
por la bofetada.
Reí.
— No te preocupes, te lo agradezco muchísimo. — Le sonreí —
Rebecca, ¿es regla estricta tener la falda hasta debajo de las rodillas?
— Es como tu quieras, pero tampoco exageres. — Sonreí aliviada.
Noté que las diez chicas contratadas estaban aquí. — Por si te preguntas,
el Jefe de Jefes vendrá hoy a recibirnos, darnos nuestros gafetes y
posicionarnos donde hayamos quedado, por eso estamos todas aquí.
— Si me lo estaba preguntando, gracias. — Saqué mi teléfono y le
envié un texto a Madisson: "Conoceremos al Jefe de Jefes, al parecer no
es con quien tuve la entrevista... Oh, no creerás cuando te diga que vi a
'alguien'", minutos después respondió: "Mierda, ¿viste al sexy extraño?
¡Júralo! Y me dices qué tal está el Jefe de Jefes Ja Ja.", " ¡Lo juro, se veía
más guapo que nunca! Quería darle una buena mamada", "Joder,
Kathe... Siempre supe que no eras tan santa.", "Él saca lo peor de mí, lo
siento. Hablamos luego, nos están hablando", "Ok".
Nos acomodamos en hilera conforme a nuestro número de boleto, yo
era la última. Rebecca estaba nerviosa, no dejaba de tronarse los dedos
mientras que me contaba algo realmente estúpido.
— Cuando conozca al Jefe de Jefes, lo saludaré y susurraré que me
dé un besito — Dijo Rebeca riendo, yo hice lo mismo. Esta mujer si que
está loca.
— Silencio, ahí vienen. — Dijo una de las chicas contratadas.
Respiré hondo y ensayé en mi mente lo que le diría al saludarlo, algo que
suene original y elegante a la vez. "Darle una buena mamada", reí,
¿cómo pude decir eso? Pero si darle un buen beso a sus sexys labios.
Sentí cómo Rebecca me codeó levemente. Miré que había como 5
hombres y dos chicas con unas bandejas frente a nuestra hilera. Miré a
cada persona que estaba frente a nosotras. Y entonces lo vi, estaba ahí
hablando con Josh, con quien tuve la entrevista. Oh mierda... Oh
mierda... ¿Qué hace él aquí? Su mirada se apartó de Josh y le echó un
ojo a cada una de las chicas contratadas... Hasta que sus ojos se
detuvieron en mí. Se quitó sus lentes de sol, escuché suspiros de las
chicas, pero eso era lo de menos, él no apartaba su mirada de mí y
comenzó a formar su sonrisa letal.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
¡M I E R DA!
Capítulo 4
Iba a desmayarme, no podía con esto, no podía respirar. Mierda. ¿Qué
hace aquí? Joder, Madisson va a tener un ataque. Y él estaba que no
apartaba su mirada de mí, lo sé aunque se haya colocado los lentes otra
vez. ¿Saben qué es lo peor? Que él... Rebecca me miro y se acercó un
poco a mí y me susurró algo al oído.
— Guapísimo, el cabrón. — Dijo mordiéndose el labio. Sonreí por la
palabra con que se refirió.
— ¿Quién? — Dije tratando de no ver al chico de lentes. Podía sentir
sus ojos en mí, en mi cuerpo. Joder...
— El de lentes, nuestro Jefe, el Jefe de Jefes... —Dijo ella. Amplié los
ojos y me ahogué.
— ¡¿Qué?! — Grité, pero Rebecca me puso la mano en la boca.
Todos fijaron su mirada en nosotras... hasta el Jefe de Jefes que de por sí
ya lo hacía.
Me calmé, miré mis nudillos, el techo, a las chicas con las bandejas,
mientras que Josh se preparaba para hablar por el micrófono. No quería
verlo. Ya me estaba cansando de estar de pie, y más con estos tacones.
Me hice un poco hacia atrás y observé los zapatos de mis nuevas
compañeras: Negros, bajos, de plataforma y feos. Ah, y tenían medias.
Horror. Rebecca no lucía tan mal, es una chica muy guapa. Mas que yo,
incluso. Oh... quizás él no me ha estado mirado a mí sino a ella.
— Bien, hoy 21 de abril de 1990, estamos reunidos para darle la
Bienvenida a estas diez chicas que a partir de hoy trabajarán para esta
empresa. — Josh, leía de una hoja a través del micrófono. — Por lo que
hoy nuestro querido Jefe, Michael Jackson, nos acompaña para darles la
Bienvenida a su empresa, entregarles su gafete e indicarles su lugar de
trabajo.
¿Así que te llamas Michael Jackson...? Esperen, ¿él es Michael Jackson?
Joder... él es el ídolo de Madisson. Dios mío, ¿qué hago yo aquí, mejor
dicho? Ignoré todo lo que Josh estaba diciendo. Estaba pensando
seriamente en huir de aquí y buscar otro trabajo. Vamos mujer, piensa.
Pasó un rato...
— Como quinta seleccionada, tenemos a Leticia Villalobos. — Michael
se acercó junto con las dos chicas de las bandejas, se dijeron unas
cuantas palabras, se saludaron en forma de abrazo y le dio su gafete.
— El quinto piso. — Le dijo él. Al parecer ese será su lugar de trabajo.
Ella asintió y le agradeció.
— Como sexta seleccionada tenemos a Karen Hinojosa. — Michael
hizo lo mismo que con la chica anterior y así sucesivamente.
— Como octava seleccionada tenemos a Elle Henderson. — Michael
le dijo unas cuantas palabras, estaba cerca de mí, solo nos separaba
Rebecca, Jesús, aún puedo largarme de aquí. Le dio su gafete, entonces
leyó el papel que estaba en la bandeja de la otra chica.
— Piso nueve. — Vi cómo le guiñó el ojo. Imbécil. Esperen, no la había
visto antes... ella luce espectacular. Sentí ligeramente envidia. Caminó
poco hacia donde Rebecca, no quise ni mirar, podía sentir su
magnetismo atraerme.
— Como novena seleccionada, tenemos a Rebecca Lodwood. — Se
oyeron aplausos. Todo sonido se hizo lejano, mi respiración estaba
dificultosa, aún podía largarme, vamos, ¡mueve el puto pie! Escuché
cómo Rebecca le agradecía, y de reojo, vi cómo Michael dio un paso y
medio hacia mí, tenía una esquina de su labio levantado. Lo bueno es
que tenía los lentes puestos. Se los quitó. Es como si pudiera oír lo que
pensé. No lo mires, no lo mires.
— Como décima seleccionada, con un currículum increíble, tenemos
a Katherine Ferrer. — Michael tomó el último gafete, lo miró y sonrió con
esa maldita picardía que tanto me vuelve loca. Joder. Me miró a los ojos
y sonrió mordiéndose el labio, se acercó más a mí, colocó mi gafete en el
lado derecho de mi saco. Dejé de respirar. Él solo da los gafetes y no se
los pone a las chicas. Estaba jadeando. Cuando terminó, me miró y me
habló.
— Felicidades, Katherine. Será un placer tenerte en mi empresa. — Me
miró los labios y no pude evitar mordérmelos. Rió con discreción y
entonces me envolvió en un abrazo, me palmeó la espalda pero su otra
mano estaba en mi espalda baja, y sus dedos rosaban mi trasero. Se
separó.
— Gracias. — Logré decir sintiendo mis mejillas arder. Se alejó un poco,
y sin necesidad de leer el papel, me indicó mi lugar de trabajo.
— Piso diez. — Se acercó un poco más y me susurró: — Como mi
secretaria personal, qué coincidencia, ¿no?
Vaya que lo era. "Mi-secretaria-personal" wow, eso implica mucho,
muchísimo en realidad. Este día ha sido inexplicable, no puedo creer que
él sea el Jefe de Jefes, que el sexy extraño sea Michael Jackson y que yo
Katherine Ferrer sea su secretaria personal. Vaya sorpresa, me pregunto
cómo rayos sigo viva. Madisson morirá en cuanto sepa todo esto. Dios,
dime que esto es un sueño y que cuando llegue aquí mañana para mi
primer día de trabajo, el Jefe de Jefes resulte ser un hombre panzón.
Seguro es un sueño, he pensado tanto en el sexy extraño que ha
aparecido cómo mi Jefe. Y bien, ¿en qué momento voy a despertar?
¡Joder, que sea un puto sueño!
— Mierda, Kathe, ¿qué haces parada ahí como una idiota? — Me dijo
Rebecca — ¡Vamos!
Me tomó de la mano y me llevó hasta el ascensor. Esperamos a que las
últimas cinco seleccionadas nos llevaran a nuestro piso. Mientras tanto,
hablé con Rebecca.
— ¿En cuál piso te tocó? — La miré y ella con una mueca me
respondió.
— El piso ocho, a Elle Henderson le dieron el nueve, ojalá se lleven
bien. — Sacó su labio inferior. Será una lástima no tener a mi única amiga
un piso abajo.
Espero que haya buena amistad entre Elle Henderson y yo. Le sonreí y
asentí. Poco después, sentí un ligero codazo por parte de Rebecca. La
volteé a ver y fue entonces donde me di cuenta.
— ¿Le pediste el besito? — Le susurré, mirándola, tratando de no mirar
al sexy extraño no tan extraño que se acercaba. Ella me miró y mordió su
labio. Sonreí.
— No, pero el día no acaba aún. — Dijo arqueando una ceja — Así
que puedo hacerlo ahora mismo...
Amplié mis ojos, sé que no se atreverá a hacerlo, pero en un abrir y cerrar
de ojos, Rebecca le estaba llamando. Quería que la tierra se abriera y
me tragara. Michael volteó, me miró, sus ojos se encendieron y entonces
se acercó. Rebecca sonreía como niña pequeña, pareciera que lo
hiciera a propósito pero ella no sabe nada aún. Gracias a Dios. Vamos,
comunícate con él, al fin y al cabo tendrás que hablarle por el trabajo.
— ¿Me llamaron? — Preguntó, mirándome. Dejé de respirar. La lengua
se me entumió, no podía moverla, quería hablar pero su perfume me
embriagó en un segundo, sus ojos marrones eran profundos y brillantes...
Lucía mucho más guapo de cerca que de lejos. Rebecca estaba
hipnotizada, tanto que no había respondido... Obligué a mi lengua
moverse.
— Ella desea decirle algo, Sr. Jackson. — Dije, mirando hacia la pared
con tal de no mirarle a los ojos. Podía sentir sus ojos quemarme,
analizarme, estudiarme, no lo sé, pero era tan sofocante, y si la tentación
de mirarle me ganaba, me iba a quedar como Rebecca. Estúpida.
Rebecca apenas y podía hablar...
— Ehh... yo... — balbuceó — quisiera... — Me miró y me pidió ayuda
con los ojos.
Sabía que no se atrevería. Pero si cree que yo podría ayudarle, pues se
equivoca, estoy sintiendo también los efectos de su belleza varonil. Debo
estar muerta para no sentir sus efectos. Lo miré. Error. Me atrapó. Él
arqueó una ceja y sonrió con picardía. ¡Cielos! Dejé de respirar, de
pensar, mi sangre dejó de fluir, mi corazón se detuvo, pero mis malditos
pensamientos no. ¡Mierda! Este hombre va a matarme. Y él sabe el
efecto que está teniendo en nosotras, pero sin importarle Rebecca, le
satisface saber que estoy bajo los efectos de su belleza. Venga mujer,
¡tranquilízate!
— ¡Chicas! — Llamó a las últimas cinco contratadas apartándose de
nosotras. — Todas al elevador, yo personalmente las llevaré a su lugar de
trabajo.
Las chicas se movieron, menos Rebecca y yo, él caminó hacia la puerta
del elevador, y justamente cuando Elle iba entrando, él le guiñó el ojo,
ella sonrió y mordió su labio, luego entró. Sentí otra ligera dosis de celos.
Tranquilízate, Kathe, ustedes solo se sonrieron un par de veces y ya. ¿Pero
y el roce en mi trasero? Bueno, quizás fue un accidente. Tomé a
Rebecca del codo y la jalé hacia el elevador, cuando entré lo ignoré por
completo. Realmente me siento enfadada, y no debería. Rebecca entró
e hizo una mueca, después Michael entró presionando el piso número
cinco. Sé que seré la última, y eso suena peligroso... y tentador.
***
Las seleccionadas 5,6 y 7 fueron alojadas ya en sus respectivos lugares.
Una secretaria esperaba a cada quien para explicarles lo básico. No sé
qué va a pasar conmigo y eso me tiene nerviosa. Ahora es el turno de
Rebecca en el piso ocho, cuando las puertas se abrieron, salimos del
elevador y observamos lo que era el piso en sí. Era grande, obviamente,
más lujoso que las anteriores y estaba adaptado a según los servicios que
ofrecía el piso ocho. Michael le enseñó brevemente cada rincón del piso,
y le explicó para qué servían, etc., Y en su oficina, estaba su escritorio
donde ya le esperaba una chica. Me despedí de Rebecca y fue
entonces cuando empecé a sentirme muy incómoda sola con Elle y
Michael quien por si no mal recuerdo, se coquetearon un par de veces.
Ignoré ambas presencias, así como Jackson me ha estado ignorando
desde el primer piso.
Entramos al elevador, había música dentro haciendo aún más incómodo
el silencio que habitaba. Me miré en el reflejo del material metálico, no
iba a poder con todo esto, es demasiado para mí, iba a verlo todo el
tiempo y cómo vamos ahora, dios, ni hablar. No, pero aquí está la niña
adolescente que deseaba verlo otra vez, bueno, aquí está Kathe, ¿ahora
vas a huir? Mierda. Necesitaba llegar a casa y hablar con Madisson.
Cuando las puertas se abrieron en el piso nueve, salimos, yo me quedé
parada por la puerta del elevador, no quería estar presente en su seguro
coqueteo. Pero sin embargo, los observé. Michael hizo lo mismo que las
otras veces, y tan solo ver cómo Elle lo miraba, me daba rabia porque sé
que él está respondiéndole. Mi corazón latía muy fuerte, mis manos
estaban sudorosas, respiraba con dificultad y me sentí ligeramente
mareada porque sabía a lo que me atendría cuando terminara con Elle.
Vamos, huye, vete, tal vez oiga el sonido del elevador, pero no creo que
salga corriendo por mí. Lo haré, no puedo más. Caminé hacia las puertas
del elevador, acerqué mi dedo al botón, lo presioné y después de unos
segundos, las puertas se abrieron. Volteé para ver si no se había dado
cuenta, pero como la suerte no está de mi lado, me cachó. Tragué y
entré al elevador. Mi corazón golpeaba muy fuerte mis costillas, la
adrenalina recorría mis venas, apreté mil veces en un segundo el botón
del primer piso. Las puertas empezaban a cerrarse cuando él lo detuvo
con su pie. Oh, oh, problemas. Las puertas se abrieron y él entró. Me miró
por un segundo y después fijó su mirada en el marcador de pisos, me
miró otra vez y entonces el elevador se detuvo a mitad de camino.
— ¿A dónde ibas, preciosa? — Caminó y se puso frente a mí. Tragué,
él arqueó una ceja. — Ibas a escapar, ¿no es así?
— No voy a aceptar el trabajo. — Apenas apareció en mi mente
cuando yo ya lo estaba diciendo. Se puso serio. Muy serio, realmente
serio. Ladeó la cabeza y comenzó a analizarme con la mirada hasta
llegar a mis ojos.
— Lo harás, Katherine, lo harás. — Dijo él acercándose — No pienso
dejarte ir... no otra vez.
Capítulo 5
Silencio. Había un silencio tan incómodo que podía escuchar nuestras
respiraciones y más mi corazón. Estábamos haciendo contacto visual, sus
ojos destellaban algo de lujuria, diversión... e inocencia. En mi mente se
repetía como eco "...no otra vez", ¿A qué se referirá? Será la primera vez
que vaya a marcharme... Sacudí mi cabeza para poder romper el
contacto visual, me acerqué a lo que quedaba para llegar a él, estiré la
mano y presioné el botón para que el elevador hiciera su trabajo, él me
miraba, sus ojos estaban bien puestos en mí y de verdad lo intenté, pero
lo estaba mirando también. Presioné el botón del piso diez y después me
alejé. Dio unos pasos hacia adelante, se puso a mi lado y se puso a
tararear una canción. Vaya, así de fácil. Respiré hondo, cerré mis ojos y
me puse a recordar la primera vez que lo vi. Dios, qué vergüenza de mí. Él
tan perfecto y galán, yo poniéndome brillo labial, bailando y cantando
como foca pariendo. Pero su sonrisa, su palabra de siete letras, su forma
de morderse el labio realmente me atrapó. Está aquí, a mi lado, y hace
un par de horas le dije a Madisson que quería darle una buena mamada.
Reí. Joder... No es justo tantas emociones por el mismo chico en más de
72 horas. Solo quisiera saber lo que él habrá pensado de mí cuando me
vio, si estuve en sus pensamientos como él estaba en los míos y cómo se
sentirá ahora y lo que piensa. Lo volteé a ver inconscientemente. Me está
mirando. Sus parpados están caídos, sus pupilas dilatadas, oscuros y
llameantes. No le importó que le haya visto mirarme de esa forma. ¿Me
estará mirando los labios o los senos? Es tan alto que me cuesta adivinar.
Esbocé una pequeña sonrisa, y aparté mis ojos de su bello rostro. Las
puertas se abrieron, recordé las clases de Madisson, y entonces, una vez
más, quise coquetear con él, lo miré, me mordí levemente el labio
inferior, acomodé mi cabello hacia atrás y comencé a caminar con un
sensual movimiento de caderas.
Al salir y al alejarme un poco del elevador, sentí su larga mano en mi
espalda. Fue como poner carne en la sartén caliente salpicando
aceite... ¿Si me explico? Caminé un poco apresurada para no sentir su
toque, observé que no había nadie, absolutamente nadie. El piso era
increíble, parecía más un apartamento que una oficina doble y con sala
de espera. Me detuve a observar mas detalladamente. Michael caminó
hacia donde se encontraba la sala dejando su saco en el sofá.
— ¿Qué te parece? — Dijo él con una sonrisa. — ¿Te gusta?
Se veía tan emocionado de que estuviera viendo este lugar. Asentí. Me
acerqué un poco más a donde él estaba.
— Parece un lugar privado, como si fuera un apartamento. — Dije
observando el lugar — pero me gusta... ¿Tú lo decoraste?
— Es privado, nadie entra aquí si no es autorizado por mí o por mi
secretaria personal. — Me señaló un asiento frente a él, caminé y tomé
asiento. — Y a veces funciona como mi apartamento, y cuando
funciona como mi apartamento, mi secretaria se va.
Asentí, captando su mensaje. Él sonrió para sí mismo, por algún
pensamiento que no creo que quisiera compartir. Quizás cuando la
oficina se convierte en apartamento, llegan sus amantes y tienen sus
aventuras. Y quizás aquí mismo... me atraganté con mi propia saliva. Me
puse de pie como auto-reflejo. No quería imaginarme a Jackson
teniendo sexo en el mismo mueble donde estaba sentada. Él se echó a
reír.
— Sé lo que estás pensando. — Sonrió con picardía mientras que su
risa llenaba la habitación. — Katherine, eso no ha pasado aún.
¿Cómo lo sabe? Joder... ¿puede escuchar mis pensamientos? ¿Habrá
escuchado que quería darle...? Me sonrojé. Jackson, ¡salte de mis
pensamientos ahora! ¡Te lo ordeno!. Realmente me siento estúpida. Me
senté otra vez, y lo miré con curiosidad. Quería hacerle tantas preguntas,
quería respuestas y saber lo que él piensa de mí. Me senté, saqué mi
teléfono y lo dejé en la mesa por si recibía alguna llamada, tomé una
revista que había sobre la mesa y me puse a ojear, no quería que viera
mi rostro sonrojado. Se puso de pie y caminó hacia una puerta de
madera, la abrió y entró dejando un poco abierto. Después de unos
minutos, salió con unas cuantas carpetas junto con una pluma.
— ¿Qué es todo eso? — Pregunté tratando de no continuar con el
ambiente tan incómodo. Él me miró con dulzura, caminó hacia donde
estoy sentada, y me dio las carpetas. Los tomé con curiosidad, él se sentó
a mi lado y me hizo un movimiento con la cabeza para que leyera.
Abrí la primera carpeta, después la segunda y luego la tercera.
Hablaban sobre lo que tengo que hacer para este trabajo.
— Así que tengo que acompañarte a reuniones, fiestas, cenas... — El
asintió — ¿Y por qué no invitar a alguien más cercano a ti?
— Esa persona no podrá hacer tu trabajo, Kathe. — Me miró — Pensé
que ya lo habías hecho antes...
Sonreí medio dolida, ¿por qué está frío? — Si, es verdad. Solo que...
olvídelo.
— Bien, llévate las carpetas y compra lo que necesites con este
cheque — Me tendió un cheque que tenía entre sus dedos, lo tomé. —
Mañana empezarás oficialmente.
Mis dudas entraron de nuevo, no sé si podría soportar ser su secretaria y
estar a su lado todo el tiempo. Me gusta. Él me gusta, y sé que no es
mutuo, por eso mismo no podría con el trabajo. Asentí, guardé el cheque
y esperé más órdenes.
— ¿Es todo? — Lo miré y otra vez tenía la mirada como en el ascensor,
sus parpados estaban ligeramente caídos, sus pupilas estaban dilatadas
y llameantes.
Esperé su respuesta. Se puso de pie, di por hecho que sí, me ofreció
ayuda para levantarme con apoyo de su mano, la tomé y me levanté.
Me sostuvo fuerte, su mano cálida me transmitió una corriente eléctrica
chispeante.
— No — Dijo él con voz ronca — No es todo, Katherine...
Sin soltarme la mano, se acercó mirándome profundamente a los ojos, su
respiración golpeaba mi rostro y como el contacto visual era irrompible,
pude ver a través de sus ojos. Había algo que me hacía sentir segura,
como si me llevara al cielo, era mágico. Sus ojos se movieron hacia mis
labios haciendo yo lo mismo, sus labios lucían suaves, esponjosos,
deliciosos... quise besarlo en ese instante, pasar mi lengua, saborearlo y
morderle la tremenda tentación que tenía frente a mis ojos. Tragué,
tragué toda los litros de saliva que se habían producido por verle los
labios, si no tragaba probablemente se saldría de mi boca y mojaría el
suelo.
Di un pequeño respingo cuando sentí su otra mano en mi cintura, se
mordió el labio inferior cuando cerré los ojos y gemí levemente. Dios,
¿qué me está haciendo este hombre? Michael aún sostenía mi mano
pero poco a poco la fue acariciando hasta que sentí lo frío del
ambiente. Ambas manos se introdujeron debajo de mi saco, me aferró a
su cuerpo, de verdad que pude sentir todo de su cuerpo, TODO. Lo miré
a los ojos, estaban aún más llameantes, aún más excitados, nuestra
respiración era complicada y yo de verdad quería sentir más que su
cuerpo, más que esa pequeña erección. Sentí mis mejillas arder, no le
había prestado atención. Él sonrió. Sus manos subieron y me abrazó, me
dio un beso dulce en la frente luego otro en el cuello y luego me miró.
— ¿Por qué ya no coqueteas conmigo, hermosa? — Sonrió, aún
aferrándome a su cuerpo. Ojalá solo recuerde eso y no mi canto de "Girls
Just Want To Have Fun". Mis mejillas ardieron.
— Eres mi Jefe — Dije un poco desanimada por el hecho. Él rió
divertido, y luego se calmó.
— Soy más que tu Jefe — Miró mis labios — Y tú más que mi nueva
secretaria personal.
— ¿Entonces qué somos? — Dije, ignorando lo que yo sentía por él, lo
miré a los ojos, él sonrió levemente y me respondió:
— Amigos. — Dijo acariciando mi cintura con sus dedos — Y tendremos
una amistad muy buena, realmente buena... Claro, si tu quieres.
Todo empieza con algo, ¿no? Sonreí y asentí — Claro, me encantaría.
— Bueno, mi cantante favorita, ¿me acompaña a comer? — Sonrió
con una chispa de diversión. Oh, él lo recuerda. Lo miré mal pero me reí
junto con él.
— No es justo que me hayas conocido de esa forma. — Mis mejillas
ardieron, él se estaba poniendo rojo de la risa, diablos. Sus manos salieron
de mi saco y me abrazó para consolar mi pena, mi vergüenza... No
pudimos más, y soltamos una carcajada.
— ¿Entonces me acompañas? — Dijo después de que nos calmamos.
Empecé a meditar su pregunta, ya había tenido mucho por hoy, son
tantas emociones y moría por contárselo a Madisson. Creo que la
comida será para otra ocasión. Negué.
— Me encantaría, pero tengo planes... — Lo miré — Pero cuando
quieras seré toda tuya.
Sonrió.
— Bueno, eso me reconforta. ¿Ya tienes que irte?
Tengo pero no quiero, sería como alejarme de algo que quiero, de algo
que me hace sentir bien... y que es mi Jefe, mi sexy extraño, mi Jefe de
Jefes, mi nuevo amigo. Asentí, sintiendo un leve dolor en el pecho, fue
algo extraño y por la mirada de Michael, sé que se ha de sentir al menos
un poco como yo. Quisiera tirarme encima de él y abrazarlo de nuevo,
besarlo y tener un buen polvo con él. Creo que eso tendrá que esperar.
***
Saqué las llaves de mi bolso, pero antes de que pudiera colocarlas
para abrir, Madisson abrió, me tomó de la mano y me jaló dentro de la
casa cerrando consigo la puerta... Tenía una sonrisa en la cara, había
dos copas y una botella de vino en la pequeña mesa que había en
medio de la sala. Justo lo que necesitaba, Madisson va a querer
acabarse el vino de la sorpresa, no creo que pueda con tantas
emociones como yo. Me senté mientras que ella servía el vino tinto, todas
las imágenes aparecieron en mi mente como un rayo, sonreí y negué
incapaz de creerlo todavía. Madi me dio mi copa, se sentó a mi lado y
me miró ansiosa.
— Cuéntame todo con lujos de detalles. — Se acomodó para mirarme
y escucharme con atención, sonreí, respiré hondo y comencé a
contarle.
— Como sabes, mientras estaba en camino hacia la empresa, el sexy
extraño me tocó su claxon, me sonrió y luego se fue. — Suspiré. — Se veía
guapísimo, vestía de traje, llevaba sus lentes y su sonrisa deslumbraba
demasiado...
— Aja, ¿y luego? — Madisson interrumpió mi recién momento de
fantasía. Aquí empieza el shock. Bebí de mi vino y la miré.
— Llegué a la empresa, saludé a mi primera amiga, hicimos lo que nos
pidieron y de un momento a otro, el Jefe de Jefes estaba entrando por
esa puerta junto con cinco personas más. — Mis manos empezaron a
sudar, Madisson bebió de su copa. — Resultó ser el sexy extraño.
Madisson abrió sus ojos completamente, tragó rápidamente y abrió la
boca.
— ¿Qué? Espera... ¡Qué! — Empezó a aventarse aire — ¿Qué hacía él
ahí?
— Yo tampoco lo sabía hasta que Rebecca, una amiga, me dijo que
el sexy extraño es el Jefe de Jefes. —Me bebí de un solo trago mi vino,
tomé la botella y me serví más. Madisson estaba sin poder creerlo, pero
sonreí como una idiota.
— Vaya, el destino es... increíble. — Bebió más de su copa, sus ojos
reflejaban sorpresa. — ¿Y cómo se llama tu sexy Jefe?
— Michael. — Aquí va lo difícil, Madisson asintió — Michael Jackson.
Madisson comenzó a reír, pero sus ojos se movían de un lado a otro,
preguntándose muchas cosas. — Como, como mi ídolo... qué gracioso.
Sonreí.
— Es que es él, trabajo con Michael Jackson, la mega estrella, el Rey
del Pop, el cantante de 'Thriller'...
— No te creo, estás jugándome una mala broma. — Se sirvió vino, y se
lo bebió de un solo trago, sus manos temblaban, se sirvió otra vez. —
Bueno, sígueme contando.
— Me contrataron para ser su secretaria y asistente personal, —
Tragué. — Estaré todo el tiempo con el sexy extraño.
— ¡Mujer! — Dijo sorprendida — Dudo que puedas estar cuerda
mientras trabajas con él, porque si no mal recuerdo, no dejabas de
pensar y de fantasear en él.
— Es lo mismo que pienso. — Acaricié mi sien, iba a ser todo un lío. —
No pensaba aceptar el trabajo pero me ha obligado.
— ¿A qué te refieres? — Dijo arqueando una ceja, sonreí nerviosa.
— Estuve por huir cuando él estaba por enseñarme mi zona de
trabajo — Reí. — Me dijo que no me dejaría ir otra vez.
Madisson sonrió completamente. — Le gustas. — Negué. — Me alegra
que sea mutuo.
— No, no lo creo. — Miré hacia abajo. — Coqueteó con otra chica un
par de veces.
— Lo hace para darte celos. — Rió divertida — ¿Y qué más pasó?
— Me invitó a comer... — Mordí mi labio inferior, Madisson estaba con
una gran sonrisa y aplaudía — Y le dije que no.
— ¿Pero qué mierda? — Me miró serio. — ¿Por qué mierda le dijiste
que no, Katherine?
— Moría por contártelo. — La miré, ella puso los ojos en blanco y se
puso de pie. Aquí va a regañarme.
— Sabía que te fallaban las neuronas, ¿pero tanto...? Joder. —
Comenzó a caminar de un lado a otro.
Comenzamos a reír, pero sé que está enojada conmigo, y bueno, viendo
las cosas desde su perspectiva, yo también me hubiese enojado. ¿Por
qué rayos le dije que no? Mañana aprovecharé al máximo lo que
suceda. Vamos a divertirnos un poco... o quizás mucho.
Capítulo 6
Mi celular vibró sobre la mesita de noche, abrí los ojos con pereza, miré
que el reloj marcaba la una de la mañana, estiré la mano en busca de
mi teléfono y al tomarlo, con un solo ojo miré lo que la pantalla mostraba.
Era un mensaje desconocido. Lo abrí y leí.
«Veo que te gusta gritar. ¿Qué tan fuerte gritarías si te follara?»
Mis ojos se abrieron completamente, leer aquello me había despertado
en menos de un minuto. Leí el número por si lograba reconocerlo pero
nada y tampoco recordaba haberle dado mi número a alguien. No
sabía si responder pero la curiosidad me mataba, así que comencé a
escribir la respuesta: "¿Quién eres?". Esperé a que respondiera, pero
pasaron varios minutos. Decidí darme por vencida y dormir ya que
mañana empezaría a trabajar. Dejé el teléfono debajo de mi almohada,
me acomodé y cerré mis ojos. Justo cuando entraba en un sueño
reparador, abrí mis ojos de golpe al sentir una larga vibración debajo.
Tomé el teléfono y vi que era una llamada del número del mensaje
desconocido. Respire hondo y tragué.
— ¿Hola? — Me senté en la cama, escuché una respiración pausada
pero profunda. — ¿Hola?
— Hola, Katherine. — Su voz me despertó de nuevo, me destapé y
comencé a aventarme aire porque sentía sus efectos sofocarme.
— ¿Michael? — Pregunté sin poder creer que fuera él. — ¿Tu me has
enviado el mensaje?
— Sí... — Dijo con voz ronca — Y no lo respondiste, ¿entonces...? —
Abrí mi boca todo lo que pude, me puse de pie y miré por la ventana, no
sabía que responder, yo... estoy sorprendida... ¿qué le digo?
— ¿Estás ebrio? — Pregunté, me estaba mordiendo las uñas, pero en
el fondo mi interior estaba temblando de ansia, de excitación y
adrenalina. Mordí mi labio al recordar su erección sobre mi vientre, sus
labios suaves y carnosos frente a mis ojos, haberlos sentido sobre mi frente
y mi cuello. Sentí una fuerte oleada de calor cubrir mi cuerpo.
— No, estoy sobrio. — Su voz sonaba normal, y como él dice, sobria. —
Responde mi pregunta, hermosa pequeña mujer.
— Pues no entiendo por qué me preguntas eso, Michael. — Comenzó
a reír, fue como música para mis oídos, sonaba tan sonoro y perfecto. Me
pregunto qué estará haciendo ahora mismo... y si es lo que tengo en
mente, ¿requerirá de mi ayuda?
— Gritaste enfrente de todos en la presentación. — Hizo una pausa, y
durante esa pausa, recordé a lo que se refería. — Ahora, ¿que tan fuerte
gritarías si...?
Interrumpí.
— Ya, basta, me parece inapropiado. — Regresé a mi cama —
¿Cómo conseguiste mi número?
Él se echó a reír.
— Tú no respondes mi pregunta, entonces yo tampoco respondo la
tuya. — Bostezo — Nos vemos en la mañana, preciosa.
Colgó. Aventé el teléfono a la cama y después me aventé yo. No podía
creer lo que acabase de pasar, y más de él, del sexy extraño, de mi Jefe.
Traté de dormir pero mi cerebro reprodujo todo lo que había pasado en
estos últimos días sobre él. ¿Y saben qué es lo peor de todo esto? Número
uno, ya firmé el contrato; número dos, mañana tendré que verlo. Respiré
hondo. Va a ser un largo día...
***
La alarma sonó, abrí mis pesados ojos, anoche no había logrado dormir
mucho, me desperté un par de veces y justo ahora viene a sonar. La
apagué pensando seriamente si ir al trabajo o no, caminé hacia el
cuarto de baño y comencé a hacer mi rutina de aseo. Al salir, me sentía
más que despierta, el agua fría había causado gran efecto. Me puse mi
ropa interior de encaje, mi brassier y luego comencé a aplicarme crema
humectante. Llaman a la puerta.
— Pasa, Madisson. — Escuché la puerta abrirse, no fue necesario
mirarla ya que era habitual que ella entrara a esta hora para arreglarme.
Aún no entiendo por qué lo hace, creo que es porque le encanta.
Aplicaba crema en mis piernas cuando noté unos mocasines negros
caminando hacia mí. Mi corazón se aceleró. Miré asustada hacia arriba
poco a poco, pensando en Madisson, cuando miré su rostro abrí mis ojos
completamente, tomé la toalla y me cubrí.
— ¡¿Por qué rayos estas aquí?! — Caminé lejos de él, me sentí
intimidada por su altura, sin mis tacones yo era una cosa pequeña que él
podría cubrir completamente en un abrazo. Michael sonrió con picardía.
— Te dije que nos veríamos, ¿recuerdas? — Tragué duro, no pensaba
que se refiriera a esto, tenía que salir él de aquí.
— ¿Dónde está Madisson? — Le pregunté asustada, sé que él no le
haría daño pero no entiendo cómo rayos lo dejó pasar y aún más
importante, dejarle subir hasta acá.
— Oh, tu amiga está en buenas manos, solo te diré que no está aquí. —
Caminó hacia mí, mi corazón comenzó a golpear salvajemente mis
costillas, mi respiración estaba acelerada mientras que yo estaba en
bragas y sostén con él aquí.
Olvidé agregar que no estaba alejándome, estaba en shock,
impresionada, jadeando, afectada por su presencia, su perfume, su voz...
Cuando lo tuve cerca de mí, mis ojos veían su torso, era tan alto, tan
grande para mí. Su largo dedo índice levantó mi quijada, me hizo mirarle
a los ojos, a sus ojos que estaban dilatados, profundos, llameantes, llenos
de deseo, de lujuria... Tragué la saliva que se estaba produciendo en
litros dentro de mi boca, sus ojos bajaron a mis labios y como
consecuencia, los mordí suavemente, él sonrió con picardía y agregó
con voz ronca:
— Como decidiste no responder mi pregunta, decidí descubrirlo por
mi cuenta. — Sus grandes y largas manos me tomaron por la cintura, me
enrolló en sus brazos alzándome y así permitir estar a su altura, yo estaba
hipnotizada, consciente de lo que pasaba.
Acercó sus labios suaves y esponjosos a los míos. Sus movimientos fueron
lentos, luego fueron tornándose más apasionados, su lengua acariciaba
mi labio inferior, le dejé entrar comenzando un sexy jugueteo, puse mis
brazos alrededor de su cuello para profundizar el beso, estaba
empezando a disfrutar sus labios, comencé a morderlo, a succionarlo, a
aprovechar que estaban sobre los míos. Su mano derecha bajó hacia mi
pierna, la subió y entonces lo abracé con mis piernas por las caderas,
sentí su erección punzar mi zona intima, solté un gemino entre sus labios,
él gruñó de satisfacción al oírme, se separó de mis labios y comenzó a
besar deseosamente mi cuello, hice mi cabeza hacia un lado para darle
más acceso, sentí todo mi interior temblar de excitación, la corriente de
lujuria y de excitación se alojaron en mi centro haciendo desear más.
Michael comenzó a caminar, me llevaba hacia la cama, cuando estuvo
cerca, poco a poco se fue bajando conmigo encima apoyándose de su
mano derecha.
Él estaba entre mis piernas, sus dedos me desabrocharon hábilmente mi
sostén, se deshizo de la prenda admirando mis senos, mordió su labio y
entonces me miró. Mis manos subieron hacia su nuca, lo acerqué a mí y
lo besé como tanto había deseado hacer, bajo sus labios hasta mi cuello
dejando rastro hacia el medio de mis pechos. Comencé a quitarle el
saco, él me ayudó quitándoselo, luego desabroché su camisa mirándole
a los ojos, y al finalizar, alejé la prenda de su cuerpo y nuevamente se
deshizo de ella, mis manos acariciaron su hombro desnudo hasta llegar a
su tórax, él cerró los ojos disfrutando del toque, se acercó a uno de mis
senos y mordió levemente mi pezón, succionó mientras que con la otra
mano acariciaba mis piernas, mi mano derecha viajó hacia su cinturón.
Él me miró y sonrió negando.
Siguió besando, mordisqueando y succionando ambos senos, se sentía
tan bien la manera en que lo hacía, estaba jadeando, su erección
estaba presionando mi entrada. Joder, deseaba tenerlo dentro,
mostrarle que tan fuerte podía gritar, que tan bien podía hacerle sentir.
Se alejó y besó duramente mis labios, si, esto estaba siendo genial pero
quería más, mucho más. Se alejó nuevamente, sus manos bajaron hacia
mis bragas de encaje, introdujo un dedo debajo de la tela, acarició mi
piel y me miró.
— ¿Quieres más? — Preguntó con voz ronca, excitado, deseando
escuchar mi respuesta. Asentí. — Quiero escucharte, hermosa.
— Si, por favor. — Dije jadeando, mordiendo mi labio inferior, él sonrió
satisfecho, sus dedos bajaron la tela hasta quitármela. Ahora estaba
desnuda frente a él, sintiendo un poco de vergüenza, él sonrió con
picardía, de la puta forma que me encanta, si, mordiéndose el labio
inferior.
— Eres muy hermosa, Katherine. —Dijo analizando cada parte de mi
cuerpo. — Demasiado diría yo.
Abrió mis piernas, resistí la tentación de cubrirme ya que él estaba
mirándome allí alucinado, con lujuria, como si se tratara de algo delicioso
que estaba por comer. Santo cielo. Acercó su bello rostro a mi feminidad,
joder, mis mejillas ardieron como nunca antes. Sentí sus labios y su lengua
acariciar algo tan privado. Me arqueé y comencé a gemir, a soltar
pequeños gritos de satisfacción. Dios, era un maestro, lo hacía
demasiado bien, su lengua hacia un trabajo excelente; me aferré a las
sábanas, estaba arqueándome con fuerza, tanto que pensé que iba a
romperme por la mitad, estaba gritando, gimiendo mientras que mis
dedos acariciaban su cabello ondulado, grité cuando sentí un dedo
largo introducirse dentro de mí, luego fueron dos, los metía y sacaba de
mi con rapidez, sus labios y su lengua jugaban con mi clítoris. Sentí algo
apretar con fuerza mi interior, empecé a temblar, estaba por llegar, por
explotar; él estaba haciendo algo excelente, lo estaba disfrutando tanto
como yo, él sabía que estaba cerca. Apreté con más fuerza las sábanas,
estaba gritando de placer y justo en ese momento, algo explotó dentro
de mí. Una oleada de satisfacción llegó a mí y salió como un grito
delicioso. Había tenido un orgasmo, el primero de toda mi vida, y había
sido excelente. Él se alejó y se acercó a mí rostro, sonreía, había un brillo
increíble en sus ojos, no pude evitar sonreír también, me besó
apasionadamente mientras que rozaba nuestros órganos sexuales, movía
sus caderas de arriba hacia abajo, como si lo estuviéramos haciendo,
pero de igual manera se sentía genial, era excitante sentir su miembro
palpitante y caliente sobre mi parte íntima. Se había desabrochado su
pantalón y no me había dado cuenta, estaba en ropa interior frotándose
contra mi piel desnuda. Oh dios... no quiero que esto termine. Sus labios
besaban mi cuello, y sus manos acariciaban mis piernas. Vaya forma
increíble de tener sexo.
Me miro. — Ahora eres mía, Katherine, mía para siempre.
Asentí disfrutando de este momento, él siguió besándome, moviéndose
contra mí, sus palabras eran un misterio pero ahora menos me
importaba. Quería seguir así, todo el tiempo, todo el día, hasta el
anochecer, hasta el amanecer.
Capítulo 7
Después de "saciarnos" por un largo rato, Michael decidió que debíamos
ir al trabajo, se arregló y me dejó sola dentro de la habitación. Me di otra
rápida ducha, me vestí como él me había indicado, me maquillé
levemente, me hice un peinado y me perfumé. Bajé las escaleras
notando que no estaba Michael, seguro se ha ido. Caminé hacia la
cocina, tomé un vaso, abrí el refrigerador y tomé la botella del jugo, me
serví, guardé el jugo y cuando me di la vuelta, di un pequeño brinco al
ver a Michael frente a mí con Paco en el mismo dedo con que me había
follado minutos atrás.
— ¿Qué haces con mi cotorro? — Sonreí, Michael miró a Paco y le
sonrió. Se veía tan lindo con esa ave en su dedo índice, la forma en que
miraba a Paco me daba tanta ternura, acarició su pequeña cabeza con
su otro dedo.
— Lo alimentaba, espero que no te moleste. — Me sonrió, parecía un
niño, inocente, con ingenuidad y no ese hombre que me habia hecho
gritar, con lujuria en sus ojos. Negué y bebí de mi jugo. — Te ves hermosa,
Katherine.
— Gracias, tú te ves guapo. — Dejé el vaso en la mesa, le ofrecí a Paco
mi dedo, éste subió sus patitas grises y me lo llevé a su casita. — Se llama
Paco, por si querías saber.
Rió. — Lindo nombre. — Se acercó a mí, puso una mano en mi cadera y
me dio vuelta para encararlo, me dio un beso tierno en los labios. — Es
hora de irnos.
— Voy por mis llaves del coche. — Él negó.
— Te irás conmigo, no dejaré que te vayas sola. — Tomó mi mano, luego
mi bolso y fue justo cuando recordé que no compré lo que indicaba la
carpeta, va a regañarme.
— No, espera. — Él se detuvo y me miró. — Olvidé comprar lo que indica
la carpeta, será mejor que vaya por ellas.
— Se las encargamos a alguien. — Me miró de forma acusadora — ¿O es
que no quieres que nos vean?
— Pues pienso que no es correcto, van a pensar mal. — Dije, mirando sus
ojos grandes y cafeces.
— ¿Y no será cierto lo que piensen? — Se recargó en el marco de la
puerta enarcando una ceja. Me ruboricé.
— Es verdad. — Afirmé — pero dirán que estoy de puta, zorra y demás.
Me miró serio, miró hacia el suelo y acarició su barbilla. Mientras él
pensaba o lo que sea que estuviera haciendo, analicé su cuerpo,
analicé su altura, todo lo que lo hace atractivo. Durante mi análisis, sentí
tanto calor y deseo alojarse en mi interior, quería acercarme
completamente a él, besarlo, quitarle la ropa y hacerle muchas cosas.
Joder, tanta perversidad hay en mi mente desde que lo conocí.
— Bien. — Escuché que dijo, lo miré a los ojos un poco sonrojada — Te
veo en la empresa, linda.
— Claro — Asentí, él sonrió levemente y abrió la puerta — Gracias,
Michael.
Salió de la casa, miré cómo entraba en el Mercedes negro que tanto
había deseado entrar. Cerré la puerta y fui por mis llaves, tomé mi bolso,
salí de la casa y caminé hacia mi coche. No sabía lo que me deparará el
destino hoy, no sé qué vaya a pasar con él allá en la oficina, pero mi
corazón latía con fuerza y todo dentro de mí ansiaba comprar las putas
cosas de una buena vez e ir con él. Entré en el coche, encendí el motor y
con decisión, pisé el pedal.
Mientras conducía, me estuve preguntando donde rayos habrá ido
Madisson, aproveché el alto que marcaba el semáforo, tomé mi teléfono
y marqué su número y lo puse en altavoz.
— ¡Hola, Kathe! — Gritó emocionada, me sentí un poco aliviada al
escucharla.
— ¿Dónde estás? — Empecé — ¿Qué pasó en la mañana?
Rió — Joder... no podría hablarlo por teléfono, estoy en el trabajo.
Se oía divertida, emocionada, y sé la respuesta a eso. Conoció a su ídolo.
Y creo que será muy afortunada ya que tendrá que lidiar con él cada
vez que planee irrumpir en la casa. Me despedí de Madisson, sin antes
decirle que hablaríamos en cuanto llegara a casa. Hice unas cuantas
paradas en las tiendas donde compraría los materiales necesarios como:
Agendas, lapiceros, sellos, un cuaderno de notas, etc. Una vez que tenía
todo, emprendí camino hacia la empresa con la mente nublada de esos
sucios recuerdos sexuales con Michael. Santa mierda, aún puedo sentir
sus manos recorrer mi piel, sus labios en los míos, en mi parte íntima, en mi
piel; se sentía tan bien, no había tenido una experiencia como esta, pero
sus ojos en los míos fueron más impactantes que otra cosa. Muero por
verlo de nuevo, por sentir su calor, su deseo afectar mi sistema...
***
Bajé del coche con las bolsas de las compras en mis brazos, cerré la
puerta con mi pie y caminé hacia la entrada del edificio. Al entrar me
encontré con Rebecca quien hablaba con tres chicas mientras que se
preparaban sus tazas de café. Caminé hacia ella y la saludé. Lucía muy
bonita, joven y fresca. Yo seguro me veo con cara de recién follada. Ella
me sonrió y me semi abrazó, las otras chicas me saludaron haciendo yo
lo mismo.
— ¿Qué es todo esto? — Dijo Rebecca mirando las bolsas.
— Es lo que necesitaré para el trabajo, tu sabes, agendas y todo eso. —
Hice una mueca y reí. Rebecca arqueó una ceja y sonrió con picardía.
— Tienes tanta suerte, maldita. — Rebecca sonrió — Ya desearía ser yo la
asistenta de nuestro guapo, sexy, caliente jefe.
— Eh, Katherine... — Voleé y vi a una chica rubia, pecosa, de ojos verdes
aceitunados mirarme ligeramente agitada.
— Dime... — Le sonreí. Ella lucía nerviosa y preocupada, empecé a
preocuparme también.
— El Sr. Jackson ordena que suba inmediatamente. — Miró a los lados y
susurró — Creo que está enojado...
— Gracias, subiré ahora mismo. — Asentí, la chica dio la vuelta y fue a su
lugar. Intercambié miradas con las chicas — Creo que ya debo irme, no
quiero tener problemas en el primer día de trabajo.
— Está bien amiga, nos seguimos viendo. — Rebecca se despidió con la
mano, le sonreí a las otras chicas y tomé el ascensor. Con dificultad
presioné el botón para subir al último piso, no sé como pude comprar
tanto, y tampoco sé por qué estaría enojado conmigo. El elevador se
detuvo en el piso ocho, entró un chico de traje. Joder, es guapísimo,
cuando me vio me sonrió y se acomodó a mi lado.
— ¿A dónde te diriges? — Preguntó con su voz grave, lo miré a los ojos,
sus pupilas azules estaban dilatas, sus pestañas eran largas y sus labios
eran rosas y carnosos.
— Piso diez. — Sonreí y traté de no mirarle, era guapísimo, joder. Claro,
Michael es mucho más guapo, pero diablos, éste chico tiene algo que...
— Voy al nueve, si deseas puedo ayudarte con las bolsas. — Dijo
amablemente, no sabía qué responder, pero la verdad ya me estaba
cansando y no me vendría mal un poco de ayuda.
— Claro, gracias. — Le sonreí y él hizo lo mismo. —Soy Katherine Ferrer...
— Ian murphy. — Se acercó, tomó una bolsa y me ofreció su mano para
estrecharla. La tomé. — Mucho gusto.
Las puertas se abrieron en el piso diez, caminé dejándolo atrás, salí del
elevador con el corazón agitado, ¿estará muy enojado? Sentí a Ian
ponerse a mi lado, dimos unos cuantos pasos más y toqué la puerta que
solo Michael podría abrir.
— Gracias por la ayuda, Ian. — Tomé la bolsa, él me la dio y me sonrió, se
despidió y se fue.
Toqué el timbre de nuevo, escuché unos pasos acercarse, la puerta se
abrió después de unos segundos dejando ver a un Michael realmente
serio, se dio la vuelta sin tener planes de ayudarme caminando hacia la
sala. Cerré la puerta con el pie y caminé hacia él. Dejé las cosas en los
sillones y observé a Michael quien estaba dándome la espalda con las
manos metidas en sus bolsillos. Miré su trasero sintiendo la tentación de
tocarlo. Sentí una fuerte oleada de calor cubrir todo mi cuerpo, me
aventé aire con la mano y me desabroché el saco.
— Me dijeron abajo que estabas enojado — Dije rompiendo el silencio. Él
se dio la vuelta y me miró, sus labios estaban en una línea recta. Y pensar
que esos labios estuvieron sobre mi cuerpo.
— No lo estaba. — Dijo casi en un susurro. — Pero ahora si lo estoy, y
mucho Katherine.
— ¿Y puedo saber por qué? — Pregunté quitándome el saco, sus ojos me
recorrieron.
— Puedes. — Respondió.
— ¿Por qué estás enojado? — Caminé hacia él, cuando estaba por
poner una mano sobre su brazo, él se apartó. Respiró hondo, me tomó
de la muñeca y caminó hacia su oficina. Lo seguí, abrió la puerta y la
cerró detrás de mí. Miré rápidamente al rededor: Un largo escritorio,
sillones, cuadros, y cientos de pantallas al fondo. En las pantallas se veía
cada zona de la empresa y como en cada una los empleados hacían
sus deberes. Cámaras.
— Katherine, creo que dejarás de usar esas faldas. — Me soltó y se
recargó en su escritorio cruzado de brazos.
— ¿Por qué? — Dije sin entender, él se echó a reír y después me miró con
seriedad.
— He visto como miles de hombres te miraban el trasero mientras que tú
tranquilamente estabas hablando con esas chicas... — Dijo mirándome a
los ojos. — Y cómo ese idiota del elevador te analizaba perversamente el
cuerpo.
¿Pero qué demonios...? Lo miré incrédula. Joder, ¿qué se cree? ¿Mi
dueño? ¿Mi novio? ¿Mi esposo? Me carcajeé, no lo puedo creer, ¿cree
que porque me hizo sexo oral ya me puede prohibir ciertas cosas? Me reí
más, me estaba doblando de la risa. No, no, no, tengo que contarle esto
a Madisson. Michael me estaba mirando serio, sus labios estaban en una
línea recta, estaba apretando la mandíbula.
— Estas exagerando, Jackson — Reí un poco más tranquila, él se apartó
del escritorio, caminó de un lado a otro, y luego se acercó a la gran
ventana que dejaba ver toda la ciudad.
Después de unos cuantos minutos sin decir nada, decidí acercarme a él
y abrazarle por atrás. No me gustaba que esté así conmigo, me gusta
más cuando sonríe, cuando es tan lindo, tierno... él se tensó un poco al
sentirme, sus manos acariciaron con lentitud mis brazos y mis manos.
Cerré los ojos dejándome llevar por su toque, por el momento. Apartó mis
brazos y se dio vuelta para mirarme, sus largas manos tomaron mi rostro y
me miró a los ojos.
— ¿Qué voy a hacer contigo? — Se acercó a mi rostro y juntó sus labios
contra los míos. Lo abracé y cerré mis ojos sintiendo mi corazón latir con
fuerza
Capítulo 08
Lo abracé con fuerza, sus manos me sostenían fuerte la cabeza mientras
que nuestros labios se movían con pasión. Mi corazón latía fuerte, me
sentía como niña de secundaria que besa al chico que le gusta, él me
gusta y mucho, no hizo nada más que mirarme y sonreírme de esa forma.
Y ahora que lo conozco un poco, sé que es un gran chico. Solo quisiera
saber lo que él siente por mi y lo que piensa de mi. Su mano derecha
bajó hasta mi cintura, me abrazó y me aferró a su cuerpo; sentí su lengua
buscar la mía, empezamos un jugueteo mientras que su mano derecha
bajaba hacia mis piernas. Acarició, luego me tomó del muslo y la llevó a
su cadera. Podía sentir su erección crecer, calentarse y palpitar, fue
imposible no sentirlo y que no me afectara, estaba jadeando, deseando
más, sentirlo dentro de mí esta vez. Lo abracé por la nuca, acariciando
con mis dedos su cabello y disfrutando de aquél beso apasionado y
excitante que me estaba dando. Sus manos subieron mi falda hasta la
cintura, me alzó y yo lo abracé con mis piernas. Caminó hacia su
escritorio y me sentó sobre el, escuché su respiración, estaba agitado y
me besaba con desesperación. Sus labios bajaron hasta mi cuello, hice
mi cabeza a un lado para permitirle más acceso, una de sus manos sacó
mi blusa de la falda, se introdujo debajo y me desabrochó el sostén
hábilmente. Me quitó ambas prendas dejándome desnuda, se mordió el
labio y me sonrió pícaramente. Puse mis pequeñas manos en su torso, lo
miré a los ojos notando que él me miraba igual, hicimos contacto visual,
se acercó y me besó los labios, sus manos acariciaban suavemente mis
piernas, entonces, quise tomar el control desabrochándole cada botón
de su camisa, y una vez terminando, acaricié su piel, me separé de sus
labios acercándome a su torso, empecé a darle besos y a jugar con su
cinturón. Michael rió apartándome de él, ¿por qué siempre me aparta
cuando voy por esa parte? Lo miré a los ojos preguntándole muchas
cosas, él entendió, suspiró y abrió la boca para decir algo.
— Aún no es tiempo... — Susurró. Vaya experiencia sexual, decidí
acostarme sobre el escritorio cerrando los ojos.
¿Se avergonzará de su tamaño? No creo, tiene tanta seguridad en sí
mismo que dudo que sea esa la razón. Además, si insisto pensará que
estoy urgida o algo así, pero joder... muero por conocer cómo es tener
sexo con este excelente bailarín.
Mi piel se erizó cuando sentí sus suaves labios presionar mi piel, abrí los
ojos notando a Michael dejando rastros en todo mi cuerpo, sus manos
abrieron mis piernas y comenzó a acariciar mi clítoris.
— Estás tan mojada... — Cerré los ojos disfrutando de la fantástica
sensación, empecé a arquearme, a gemir y a gritar con fuerza...
— Vamos, grita, quiero oírte preciosa — Susurró, bajó mis bragas antes de
besar mis labios inferiores, su lengua estaba acariciando mi clítoris, se
sentí tan bien, puse mis manos en su cabeza y presioné un poco.
— Mike... — Gemí — Joder... ¡ah! — Introdujo dos dedos dentro de mí,
estaba matándome, quería explotar, no podía respirar... Sus labios se
movían gloriosamente, su lengua estaba haciendo un trabajo increíble y
sus dedos, oh, sus dedos... ¡sensacional!
Estaba atrapada en ese momento, estaba fantaseando, estaba
hechizada, estaba alucinando, estaba loca... tanto que no me di cuenta
cuando dejó de hacerlo, el sonido de su cinturón y su bragueta me
hicieron abrir los ojos de golpe, dios ¿va a suceder? Lo miré, él estaba
sonriendo, se puso entre mis piernas, su rostro estaba frente al mío y
mirándome a los ojos me preguntó.
— ¿Estás lista? — Su voz era grave, ronca, su aliento estaba caliente, su
respiración estaba agitada y lucía realmente excitado. Asentí atónita,
iba a sentirlo... — Quiero oírlo...
— Si... — Dije jadeando, él sonrió y me besó duramente en los labios, sentí
la punta de su pene en mi entrada, dejé de respirar, dejé de pensar, dejé
de dar señales de vida. Empujó lentamente, sentí cómo me iba llenando,
me estaba preguntando en qué momento dejaría de entrar, era tan
largo, y cuando se detuvo, su cabeza estaba tocando mis paredes,
hasta el fondo. Dejó que me adaptara a su longitud.
— Estás volviéndome loco — Cerró los ojos, jadeando. — No sabes
cuánto lo estaba deseando, Katherine.
Comenzó a moverse. Santo cielo, se siente tan bien, la forma en que se
movía era fantástico. Ni siquiera podía abrir los ojos por la enorme
satisfacción, tenía la boca abierta, quería gritar su nombre y volverlo
loco. Tenía las piernas totalmente abiertas ya que él representaba algo
grande para mi pequeño cuerpo, ¿pero sabes qué es lo mejor de todo
eso? Que puede llenarme completamente, que puede satisfacerme y
bailar conmigo. Solté un gemido cuando Michael aumentó
increíblemente rápido la velocidad, una fuerte oleada de excitación y
éxtasis me llenó, estaba siendo poseída. Lo atraje más hacia mí y lo
abracé para profundizar más, él besó mi cuello mientras que sus caderas
se movían gloriosamente. Dios, no pude contenerme y comencé a gritar
en su oído.
— ¡Michael! — Apreté mis uñas contra su espalda — Joder... Michael...
¡ah!
Sus labios subieron besándome apasionadamente en los labios, era el
doble de satisfacción, la forma en que disfrutaba tener mi labio en su
poder era increíble. Se separó, sus manos me tomaron por la cintura y me
cargó, él se sentó en su silla negra de piel, yo estaba sobre él,
mirándonos directamente a la cara, sus manos se posicionaron en mis
caderas y comenzó a moverse de nuevo. Tomó uno de mis pezones y
comenzó a morder y a chupar suavemente. Voy a explotar, me hice
hacia atrás, nada más sentía como mi cuerpo subía y bajaba, como su
masculinidad rozaba mis paredes, una y otra vez. Se levantó
cargándome sin dejar de moverse, sus manos me sostenían fuerte de mi
trasero y comenzó a moverme hacia arriba y hacia abajo. Quería ver su
rostro, abrí un poco los ojos y vi cómo arrugaba un poco la frente, sus ojos
estaban cerrados, podía escuchar su respiración agitada y frenética.
No sé qué fue lo que pasó pero sentí algo golpear mi interior, había
tocado el punto G... ¡Joder! Empecé a temblar por dentro, Michael
aumentó la velocidad, mierda, nuestros gritos sonaron en toda la
habitación, estábamos llegando, íbamos a tener un orgasmo juntos. No
puedo creer que esté teniendo sexo salvaje con el sexy extraño, con
aquél chico de sonrisa envidiable, con aquél que se robó mi aliento y
que tanto había deseado verlo. Me acostó en el escritorio, se movió aún
más rápido...
— ¡Dios! — Grité — Joder... Michael... ¡ahh!
Él gruñó, yo gemí, él explotó, yo exploté; ambos llegamos a un orgasmo
tan satisfactorio, se dejó caer sobre mí, su pecho subía y bajaba, besó el
centro de mis pechos y yo acaricié su largo cabello ondulado. El mejor
sexo que haya tenido jamás. Aún dentro de mí, me miró directamente a
los ojos.
— ¿Sabes qué ha sido eso? — Preguntó él, jadeando, bañado de
sudor. Lo analicé, lucia tan caliente, sus labios resultaban una tentación
grandísima, toqué con mi dedo índice su sexy labio inferior ahora rojo e
hinchado. Sus mejillas estaban rojas, su rizos estaban mojados y sus ojos
aún quemaban, aún tenían fuego. — Respóndeme.
Sonreí.
— ¿Sexo salvaje? — Él rió, su risa era melodía de ángeles, su mano larga
apartó mi cabello de la cara y entonces me dio un beso pequeño en los
labios.
— Aparte. — Me miró a los ojos. — Es un polvo recordatorio.
— ¿Un polvo recordatorio? — Pregunté confusa, ¿qué se supone que
debo recordar? Él sonrió con picardía, arqueó una ceja, se acercó a mi
oído y me susurró.
— Eres solamente mía, preciosa. — Comenzó a moverse otra vez —
Nadie puede verte de esa forma, nadie debe disfrutar lo que a mí me
pertenece. Solo yo.
— ¿Me estás tratando de decir que ningún otro hombre debe acercarse
a mí? — Pregunté incrédula, no sabía que al tener sexo con este Dios
significaba no hacerlo con otros. Bueno, ¿para qué querer otros si con él
tengo todo lo que quiero?
— Exacto. — Paró de moverse — Y ni tú a ellos, ¿entendido?
Asentí.
— Si, entiendo.
***
Había pasado una hora, me encontraba en mi oficina acomodando mis
cosas, leyendo lo que había en cada cajón del archivero. Aún podía
sentir sus labios, sus besos, su toque, sus roces, la forma de moverse. Me
puse de rodillas para abrir el último cajón, saqué una carpeta, la abrí y
comencé a leer. Algo llamó mi atención, saqué otra carpeta y leí, luego
otra y otra y otra notando algo que de verdad estaba incomodándome.
Aquí está todo sobre las antiguas secretarias-asistentas de Michael, todas
son chicas jóvenes y realmente guapas, sexys y calientes. Mi corazón
latía muy fuerte, no quería ser descubierta ya que ni siquiera tenía el
permiso de leer todo lo que este archivero contenía. Otra cosa que noté
de todo esto, es que fueron despedidas por el mismo motivo.
— ¿Qué haces? — Pegué un brinco cuando escuché su voz, lo miré,
estaba serio y miraba lo que tenía en mis manos. Mi corazón latió con
fuerza, me estaba faltando el aire, tenía que salir de aquí. Joder, dejé las
carpetas dentro del archivero, cerré, me puse de pie pensando en
alguna excusa para salir y tomar aire fresco. Caminé hacia mi escritorio,
tomé mi bolso, estaba temblando, luego caminé hacia la puerta.
— Tengo que almorzar algo, ¿puedo, sr. Jackson? — Sus ojos me estaban
mirando confundidos, sabía que algo me estaba pasando, sabía que
sabía sobre sus ex asistentas. Él negó.
— Primero responde a mi pregunta. — Dijo con voz ronca, sus ojos
estaban sin ese brillo habitual, entré en alerta. Asentí nerviosa.
— Quise conocer lo que había en el archivero, no puedo trabajar y no
conocer lo que me rodea... — Él tenía una mirada que joder, me estaba
dando tanto miedo, quizás estoy siendo paranoica. Venga mujer,
¡tranquilízate!
— Está bien. — Me abrió paso. — Mejor vayamos los dos a almorzar, ¿qué
dices?
Lo miré, sus ojos estaban brillando de nuevo, lucía tan apuesto, me
transmitió seguridad; seguro estaba siendo paranoica y dramática, debo
leer mejor esos archivos. Asentí y sonreí, él me sonrió con ternura, me
enrolló entre sus brazos y me pegó a su cuerpo. Juntó sus labios contra los
míos y me besó apasionadamente.
— Vamos, señorita Ferrer, lleve su agenda en la mano. — Me guiñó el ojo.
Tal vez es para ocultar las apariencias, así pueden pensar que saldremos
por trabajo. Le asentí, me di la vuelta y caminé hacia mi escritorio. Sentí
su mano pasar por mi trasero, me di la vuelta y lo miré.
— Baja tu puta falda. — La señaló con su dedo índice, oh si, quizás deba
tener otro polvo recordatorio. Él se dio la vuelta y caminó hacia su
oficina. Del cajón de mi escritorio saqué mi agenda, cerré el cajón y salí
cerrando la puerta detrás de mí. Michael salió, y me miró la falda...
— Contaré hasta cero, si no bajas tu falda hasta entonces, pobre de ti. —
Dijo serio pero sus ojos destellaban diversión. ¿Qué iba a hacer?
¿Golpearme? — 3... 2...
— ¿Qué harás? — Pregunté, él sonrió malévolamente. Sus dedos
marcaban la cuenta regresiva.
— 1... — Me señaló la falda. — Katherine, baja. Tu. Puta. Falda.
— Ya, ya, ya voy... — Tomé mi falda entre mis manos y la bajé hasta
donde se podía, que no era mucho. — Es todo. Joder... — susurré la
grosería.
— Te escuché. — Me miró divertido — Bien, vamos.
Asentí. Caminé hacia la puerta, me sentía tan feliz, no sé cómo
explicarlo; Michael abrió la puerta y me dejó salir, él cerró la puerta
detrás de él, me tomó por la cintura y me pegó a su cuerpo. Lo miré, él
sonrió y leí en sus labios la palabra "Mía", yo negué riendo, caminamos
hacia el elevador y entonces Michael apretó el botón. Esperamos un
rato, las puertas se abrieron, entramos y él presionó el botón del primer
piso. Por primera vez no me sentía incómoda, lo miré por el reflejo del
material metálico... Dios, era tan atractivo, su cuerpo varonil era tan, tan,
tan delicioso. Mierda. Su rostro era tan bonito, su cabello, sus ojos, sus
labios. Dios, bendice a sus padres. Lo miré, él me miró de reojo y sonrió, su
mano izquierda me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, me
pegó a él, me cargó un poco y me besó. Gemí. Sus labios se movían
gloriosamente contra los míos, sentí su erección punzar mi vientre, mi
cuerpo se estaba calentando pero en cualquier momento saldríamos de
este lugar así que no podrían vernos afectados por el deseo sexual. Me
separé.
— Espera. — Lo miré, el me bajó. — No creo que sea buena idea...
Sonrió.
— ¿Regresamos?
— ¡Infiernos, si! — Mordí mi labio, él se acercó y me mordió el labio
inferior. Detuvo el elevador, apretó el botón del piso 10, me miró con
perversidad y entonces supe que terminaría en sillas de ruedas después
de terminar nuestro sexo salvaje.
Capítulo 09
Michael abrió la puerta del piso mientras que nos besábamos
apasionadamente, cuando entramos, cerré la puerta con el pie.
Comencé a desabrocharle la camisa, él se deshizo de mi ropa en menos
de un minuto; sus labios estaban besándome duramente, estaba
sintiendo una fuerte excitación en todo mi ser, sus manos estaban
acariciándome en zonas prohibidas, comencé a gemir. Dios. Él me llevó
a la sala y me sentó en el sofá. Vi como él se desabrochaba el pantalón,
cómo se quitaba su saco y su camisa, cómo bajaba su bragueta y su
pantalón.
— Ahora te dejaré hacer... lo que has querido hacer veces
anteriores. — Su voz sonó ronca y entrecortada. Estaba excitadísimo. Me
mordí el labio.
Asentí y relamí mis labios, llevé mis manos a sus bóxer y los bajé. Su pene
brincó frente a mis ojos. ¡Santo cielo! Es larguísimo y grandísimo. Mordí mi
labio y miré a Michael. Me estaba mirando, sus ojos estaban totalmente
negros, fundidos, con fuego, deseo y lujuria. Su mano derecha tomó la
parte de atrás de mi cabeza y lo atrajo hacia su longitud. Abrí la boca y
lo saboreé con mi lengua. Él gruñó. Mordí levemente su glande mientras
que con mi lengua rodeaba su grosor, ingresé más adentro su
masculinidad y entonces él comenzó a follarme la boca.
— ¡Dios! — Gimió él — Lo haces tan bien, hermosa.
Tomé su longitud entre una de mis manos y comencé a masajear, lamí la
punta de su pene con mi lengua, él gruñía y gemía, dios, lo introduje en
mi boca en su totalidad, lo podía sentir en mi garganta; por primera vez
le estaba haciendo esto a un hombre, él sabía tan bien, tan exquisito...
Michael me jaló del cabello para apartarme, me acostó en el sofá y se
puso entre mis piernas, tomó uno de mis senos y lo saboreó, lo
mordisqueó. Joder.
— Joder... — Grité. Tomó el otro pezón e hizo lo mismo, una de sus manos
acariciaba mi clítoris, comencé a mover mis caderas, necesitaba
sentirlo.
— ¿Te gusta? — Gemí. Subió más mis piernas, podía sentir su erección en
mi entrada, tenía la tentación de poner mis manos en su trasero y
empujarlo. Él rió. Lo hace a propósito.
— Me encanta lo que haces, ahora... fóllame por favor. — Le dije
jadeando, él me besó el cuello con ternura. Sus manos se depositaron en
mis caderas y entonces sentí su glande entrar.
— Solo si prometes ser solo mía. — Movió sus labios en mi cuello, era mi
debilidad, lo que tanto me excitaba, mi punto débil.
— Lo prometo. — Me sentía en las nubes, mi corazón golpeaba
salvajemente mis costillas, mi feminidad palpitaba de tanta puta
excitación. Dios...
Sentí como dejó entrar toda su gloria dentro de mí, él gruñó, yo grité,
entonces, comenzó a moverse, entraba y salía de mi a un ritmo increíble.
Así como era un excelente bailarín, es excelente en el sexo. Lo aferré a
mi cuerpo, lo abracé con mis piernas y empecé a rasguñar su piel con
mis uñas, hice mi cabeza hacia atrás mientras que soltaba gritos y
gemidos para nada silenciosos. Me pregunto si los demás pueden oírnos.
Michael me tomó fuerte de la cintura, me levantó y entonces él se sentó
quedando yo a horcajadas. Comenzó a moverse aún más rápido, mi
cuerpo subía y bajaba, tenía mi cabeza hacia atrás con los ojos
cerrados, no podía con tanta excitación, se sentía realmente bien.
Joder.
— Joder, Kathe... — Gruñó. — ¡Me estás volviendo loco!
Aumentó más la velocidad, comencé a brincar considerablemente, sus
manos me sostenían fuerte de las caderas, nuestros gritos inundaban la
habitación. Una fuerte corriente se alojó en mi ingle, empecé a temblar,
entonces, él entraba y salía de mí con una rapidez increíble, estábamos
por llegar, por tener nuestro tercer orgasmo en el día. Dios santo. Pude
sentir como su pene vibraba, como llegaba su semen a su glande.
— ¡Ahh! — Gemimos los dos. — Joder... Dios, Kathe.
— Michael... — Dije jadeando. — Eso... estuvo... increíble...
Se acostó en el sofá quedando sobre él. Estábamos agotados, su pecho
subía y bajaba, sudor recorría nuestras pieles desnudas. Besé su tórax,
acosté mi cabeza en su pecho y cerré mis ojos. Sus manos acariciaban
mi espalda con movimientos lentos y suaves. Michael aún estaba dentro
de mí, se sentía como el cielo.
— ¿Aún querrás ir a comer, o estás muy cansada? — Me susurró. Abrí mis
ojos y lo miré. Se veía tan hermoso, tan joven y fresco. Negué.
— Aún tengo energía, además muero de hambre. — Le di un pequeño
beso en su torso desnudo. — ¿Tú no?
— Estoy muy hambriento. — Sonrió. Me subió más hasta que llegué su
rostro, me besó en los labios y comenzó a moverse lentamente. — No
logro saciarme... lo haces tan bien.
Gemí. — ¿Qué tal si vamos a comer algo y después hacemos lo que
quieras? — Hice círculos con mi dedo índice en su torso. Él se mordió el
labio.
— Está bien. — Comenzó a reír, me abrazó y me dio vuelta quedando él
sobre mí. Siguió moviéndose y depositó un beso en mi cuello. Reí. Salió de
mí. — Vístete.
***
Iba con mi agenda en mi mano, Michael caminaba a mi lado tan
galante, me puse nerviosa ya que nos encontrábamos en el primer piso
caminando hacia la salida mientras que la mayoría de las miradas nos
seguían el paso. Era como si todos supieran lo que había pasado, traté
de no pensar eso, pero estuve gritando tan fuerte que dudo que no
hayan escuchado. Creo que será mejor no hacer -eso- mientras trabajo.
Cruzamos las puertas, Michael me miró.
— Iremos en mi auto. — Puso su mano izquierda en mi espalda. Mordí mi
labio. Su simple toque me afecta tanto. Nos acercamos a su auto, él
introdujo su llave y abrió la puerta del co-piloto. Entré, cerró, rodeó el
auto y entró al asiento del conductor.
Abrí mi agenda y escribí en la parte de atrás unas frases que me estaban
persiguiendo. Michael comenzó a conducir, y entonces sentí su mano
cálida en mi pierna, lo miré.
— Hermosa, marca este número e indícales que llegaré en media
hora — Me dio un pedazo de papel — Y que cierren el lugar.
— Está bien. — Saqué mi teléfono y empecé a teclear el número,
marqué. — Buenas tardes, soy Katherine Ferrer, asistenta de Michael
Jackson... Si, exactamente eso, llegaremos en media hora y de verdad
necesitamos que cierren el lugar temporalmente. Claro, hasta pronto.
Colgué y dejé escapar el aire que había retenido. Hacer eso fue tan
difícil, y más con Michael aquí. Lo miré, estaba sonriendo, no quise ni
preguntar por qué; Comencé a escribir un mensaje para Madisson. "Estoy
ahora mismo con el sexy extraño, iremos a comer... y no precisamente
por trabajo " Minuto después respondió: "¡Eres una puta con suerte!,
mierda, te envidio.", reí, "¡Lo sé! *-*"l
— ¿Qué te causa tanta gracia? — Preguntó él. — ¿Tengo algo que ver?
Me sonrojé.
— No, para nada.
Condujo en silencio, yo miraba por la ventana mordiéndome el labio
inferior, por mi mente pasaban todos esos momentos de sexo en un solo
puto día, joder. ¿Debo mencionar que es malditamente excelente?
Pasaron los minutos cuando empecé a notar que Michael bajaba la
velocidad.
— Bueno, llegamos. — Se estacionó y apagó el motor. Abrió su puerta,
salió y rodeó el auto para abrirme la puerta. Salí.
Caminamos hacia la entrada del Restaurante, un personal abrió la
puerta para nosotros y cuando entramos, había un poco de gente. Un
señor de traje se acercó a nosotros saludando amablemente a Michael.
— Hey, amigo, ¿cómo estás? — Se saludaron de abrazo, miré al rededor,
era súper elegante.
— ¿Y quién es esta bella dama? — Ambos me miraron, miré a Michael
quién me sonrió.
— Ella es Katherine Ferrer, mi asistenta personal, pero mi amiga también.
— Mucho gusto Katherine, ¿eras tú quien llamó?
— El gusto es mío... — Estreché mi mano con la de él. — Si, era yo.
Sonrió.
— Síganme.
Realmente no quise entrar en detalles, fue un poco incómodo. Llegamos
a la mesa, Michael apartó un poco la silla para que me sentara y luego
me acomodó, se sentó frente a mí y entonces llegó un mesero con dos
menús. Después de ordenar la comida, comenzamos a platicar.
— Cuéntame de ti, hermosa. — Me miró con una sonrisa — Solo sé que te
gusta "Girls Just Want To Have Fun", que vives con tu amiga... y que
trabajas para mí.
Reí.
— Me gradué de la Universidad UCLA hace unos meses, estuve
trabajando con Madisson en su trabajo en lo que buscaba empleo de
acuerdo a mi profesión.
— ¿Y por qué vives con tu amiga? — Se veía realmente interesado,
respiré hondo, no sabía si decirle pero él me inspiraba confianza.
— Antes de mudarme con ella, vivía con el que era mi novio, sucedieron
cosas que hicieron que rompiéramos... — El mesero llegó con los platillos,
los coloco en la mesa y luego otro mesero llegó con las bebidas,
retirándose. — Fue duro para mí, no tenía a donde ir así que fui con ella,
desde entonces hemos compartido la casa.
— Me alegra que te haya recibido, pero, ¿te sientes mejor? — Tomó su
vaso y bebió.
Lo miré haciendo contacto visual. — Ahora lo estoy, gracias.
— Vaya, vaya, vaya... — Michael y yo nos giramos a ver; dejé de respirar
pero mi corazón comenzó a latir salvajemente. ¿Qué hace aquí? Miré a
Michael de reojo, quien miraba a la otra persona con intriga pero había
algo en su mirada, algo que me daba miedo...
Capítulo 10
Esta mañana fue increíble, exquisita, maravillosa, y en la oficina... súper
increíble, tu sabes, la octava maravilla; pero no creí que el día se
arruinara con su presencia. Matt estaba al lado de mí, con los brazos
cruzados y con una mirada de "mira-lo-que-me-encontré". Decidí
ignorarlo, mirar a Michael y seguir como si nada, pero Michael estaba
mirándolo como si supiera toda la historia entre Matt y yo, como si
supiera quién es él. Aclaré mi garganta intentando atraer su atención. Él
me miró preguntándome muchas cosas.
— Pero si es mi Katherine... — Matt hizo énfasis en la palabra "mi", la
mirada de Michael se profundizó.
— ¿Quién eres? — Preguntó Michael. Quería que la tierra me tragara,
joder... lárgate Matt.
— Matt Walker, novio de esta hermosa chica... — Matt lo observó
detenidamente. — Y tu eres... ¿Michel...?
— Es Michael... Michael Jackson. — Michael nos miró rápidamente — Así
que... ¿eres su novio?
— Si, desde hace tiempo. — Puso una mano en mi hombro pero lo moví
para quitar su mano. — Supongo que eres su jefe.
— Si... — Me miró. — Solo eso. De hecho, estamos hablando sobre un
tema de trabajo y aunque suene mal, estás distrayéndonos.
— Oh, lo siento — Sonó ¿apenado? — Kathe y yo hemos tenido
problemas, nos dimos un poco de espacio y de verdad quisiera hablar
con ella.
— Claro, toma asiento. — Le indicó un asiento vacío — Yo iré al servicio
un momento...
Michael se puso de pie, lo seguí con la mirada y suspiré en mi mente.
Lucía realmente atractivo: Alto, espalda ancha, un trasero increíble, su
cabello largo y lacio, esa ropa lo hacía lucir increíble y cuando
desapareció por un pasillo, tomé mi tenedor y comencé a comer,
ignorando su presencia.
Mi cuerpo en tus labios
Mi cuerpo en tus labios
Mi cuerpo en tus labios
Mi cuerpo en tus labios
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  • 3. Capítulo 1 Me había graduado de la Universidad hace unos meses y hoy iba a una entrevista de trabajo a una empresa llamada "MJJ Productions". Es lunes. Hay quienes se quejan de este día después de un fin de semana pero yo estaba súper emocionada. No había dejado de pensar en esta entrevista desde que fui a solicitar el empleo, pero ayer domingo estuve por colapsar de la emoción. Me encontraba en mi habitación mirándome al espejo con una sonrisa en el rostro por mi resultado y con Madisson detrás de mí. Me di la vuelta y le sonreí como el gato de "Alicia en el país de las Maravillas". — ¿Y bien? ¿Cómo me veo? — Le pregunté a Madi mientras que ella me analizaba. Recuerdo cuando llegué a esta casa llorando hace unos meses, me acobijó y me consoló. Esta rubia, de ojos verdes y mejillas rosas es mi mejor amiga, la quiero mucho y no sabría que hubiera sido de mi vida si ella no hubiera estado ahí. — Perfecta. — Dijo ella con una sonrisa — Tendrás todos los ojos puestos en ti, ¡luces bellísima! Mi sonrisa se amplió, y di pequeños brincos junto con ella. Ambas estábamos muy felices con todo esto, pero nerviosas al mismo tiempo. Ella me abrazó con delicadeza para no arruinar mi atuendo y luego me miró con una sonrisa. — Me cuentas cómo está el Jefe — Me guiñó el ojo. — Si resulta ser un Dios, quizás y me meta a trabajar allí contigo. — Ambas soltamos unas carcajadas. — Lo haré, no te preocupes. — Reí otra vez. El reloj sonó indicando las 12 de la tarde. — Ya es hora de irme, deséame éxito. — ¡Éxito, Kathe! — Gritó ella. Caminamos hacia la salida con los vellos de punta pero Madisson me detuvo. — Tu currículum, señorita. — ¡Ah, gracias! — Tomé la carpeta y la guardé en mi bolso. — Te debo una. — Pensaré qué quiero de recompensa. — Sonrió y me dio una leve patada en el trasero para sacarme de su casa. — Tranquila, respira y sonríe. Sonreí por su típica frase y le dije adiós con la mano. Caminé hacia mi coche, respiré hondo, abrí la puerta y subí. Hoy va a ser un largo día. Encendí el auto y arranqué. Mientras conducía, encendí la radio con la esperanza de que pusieran mi canción favorita de Cyndi Lauper. Iba tarareando las canciones que pasaban, cantando con fuerza y simulando tocar un instrumento. Me miré en el espejo y sonreí por el maquillaje de Madisson, eso es lo bueno de tener a una
  • 4. amiga que sabe de moda y es maquillista. Me detuve por el semáforo en rojo y de mi bolso saqué mi brillo labial. Y justo en ese momento sonaba "Girls Just Want To Have Fun" en la radio, le subí el volumen y comencé a medio bailar y a cantar mientras me miraba en el espejo aplicándome el brillo labial. Mientras me pasaba el brillo, sentí una mirada sobre mí. Miré hacia mi izquierda y vi un Mercedes negro y a un hombre con lentes de sol dentro. Mierda... es guapísimo. Mis mejillas ardieron y vi como el chico sonreía. ¡Santa mierda! Oh mierda... su sonrisa. Sentí que quedé hipnotizada, y si no escucho los claxon de los coches de atrás no salgo de esa fantasía. Arranco mi coche con velocidad esperando alcanzar al Mercedes y al hacerlo, vi por el rabillo de mi ojo cómo volteaba a verme y sonreía. Yo volteé y mordí seductoramente mi labio. Total, no lo volvería a ver jamás en mi vida. Pero siempre recordaré a ese chico de traje, guapo y de sonrisa envidiable. Él sonrió con picardía y fijó su mirada al camino. Otro semáforo en rojo. Qué genial. Acomodé mi cabello castaño claro y miré al chico sexy, él estaba mordiendo su labio mientras que su sonrisa lo hacía ver tan caliente. — Hermosa. — Leí en sus labios, mi corazón dio un vuelco y vi cómo con su mano derecha se despedía. Yo hice lo mismo. Él sonrió y arrancó su coche dando vuelta a la derecha. Me sentí inmediatamente vacía, lo seguí con mi mirada hasta desaparecer. Desearía verlo de nuevo. Después de unos segundos, seguí conduciendo. *** Llegué al estacionamiento de la empresa. Me ubiqué, apagué el motor, tomé mis cosas y bajé del coche de la forma seductora-elegante que mi amiga me ensenó. Había unas cuantas personas en la entrada del edificio. Pues a ver si Madisson tiene razón con los ojos puestos en mí y todo ese rollo. Puse mi bolso en la parte de mi codo — Igual como me había enseñado Madi toda esta semana, según para dar buena imagen — y comencé a andar con "un sexy movimiento de caderas" hasta la entrada del edificio. Saludé a las personas de ahí y vaya que son agradables. Fingí buscar algo para ver si estaban mirando, y efectivamente, un par de chicos estaban mirándome el trasero y unas cuantas chicas poniendo los ojos en blanco. Los miré y guiñé el ojo. Crucé las puertas de vidrio y me acerqué a una secretaria que hacía algo en su monitor. — Buenos Días, soy Katherine Ferrer y vengo para una entrevista de trabajo. — Dije con elegancia, la chica buscó entre unos papeles y mientras ella hacía eso, miré a mí alrededor topándome con cien pares de ojos puestos en mí. Ya empezaba a incomodarme. Maldita sea Madisson con su puti vestido. — Srita. Ferrer, piso 7, puerta 12G. — Sonrió y me dio un gafete. Le sonreí de vuelta y tomé el gafete. — Gracias. ¿Cuál ascensor tomo? — Le pregunté. Ella me señaló hacia la
  • 5. izquierda. Asentí y me dirigí hacia el ascensor. Al llegar, habían unos chicos parados con una taza de café charlando y al verme, dejaron de hacerlo y me miraron perversamente. — Espero que te contraten. — Dijo uno guiñándome el ojo, era alto, delgado, cabello castaño y ojos azules. — Nos hacen falta mujeres guapas aquí, ¿verdad, Ryan? — Exacto, pero tu sigue haciendo lo que estás haciendo y estarás contratada. — Dijo Ryan que era igual que el otro, solo que con ojos verdes. Vaya, ya veo que tienen un prototipo definido. Todas las chicas son rubias, quizás no sean naturales, pero al menos yo defenderé mi cabello castaño. — ¿Y qué se supone que estoy haciendo? — Arqueé una ceja y los miré, ellos intercambiaron miradas. Apreté de nuevo el botón del ascensor, mostrando mi incomodidad. — Provocar a todos los hombres de aquí y provocar la envidia de las chicas. — Respondió Ryan. Par de imbéciles, rodé los ojos y caminé hacia él. — Yo no estoy haciendo nada, que ustedes me vean así, no es mi problema. — Hice un guiño y entré al ascensor que recién abría las puertas. Apreté el botón con el 7 y las puertas se cerraron. La verdad es que ser coqueta es natural, heredado de mi padre. Espero que no me cause problemas. Cerré los ojos y en mi mente apareció la sonrisa de aquél chico. Dios, espero verlo de nuevo. ¿Cómo se llamará? ¿Tendrá novia? ¿Qué tan alto será? ¿Le habré gustado? Solo sabía algo de todo lo que no sé: Él se robó mi aliento y un poco de mi corazón. Las puertas se abrieron en el piso indicado, salí y vi una fila de aproximadamente 10 chicas rubias sentadas esperando su turno. Tenían sus carpetas en las piernas, unas movían los dedos, otras jugaban con sus cabellos, verificaban su maquillaje... y cuando hice mi presencia notar, empezaron a mirar cada paso que daba. Caminé hacia una chica que estaba detrás de su escritorio, quizás sea la encargada. — Eh... — Apenas abrí la boca para decir algo cuando la chica ya había empezado a hablar. — Saca un boleto de aquí, siéntate y espera tu turno. — Fijó su mirada en el monitor, saqué el boleto de la maquina, busqué lugar y me senté. Crucé las piernas y vi mi boleto: "821". Respiré hondo. ¿Recuerdan cuando dije que iba a ser un largo día? Pues va a serlo.
  • 6. Capítulo 2 Había pasado una hora desde que tomé asiento. Faltaban cuatro chicas para que pasara mi turno y quizás eso requiera otra hora más. Mi teléfono vibró, lo saqué de mi bolso y vi que era un mensaje de Madisson: "¿Cómo va todo? ", "Hace una hora y media llegué, y aún no paso. Te aviso cuando me toque.", "Pero lo haces." Guardé el teléfono y abrí mi carpeta. Comencé a leer mi currículum y a analizar con cuidado cada parte. Todos mis logros, trabajos, estudios, pasatiempos, todo estaba aquí. Antes solía pensar que jugar con arena no lo tomarían en cuenta para el trabajo pero ya veo que sí, quieren ver qué tan cerebro de percebe eres. Miré el reloj que sonaba más fuerte que todo este silencio incómodo. Decidí contar los segundos, su sonrisa blanca y pícara. Sacudí mi cabeza, de él no estaba hablando. Los segundos, los minutos y su cabello negro, largo y ondulado. Jalé con fuerza mi cabello para despertar, me estaba sofocando, hacía calor y estaba sedienta. Miré que al fondo había un garrafón de agua y vasos de plástico en forma de cono. Dejé mis cosas en mi asiento. — Voy por agua, ¿alguien gusta? — Susurré, cuatro chicas alzaron la mano, asentí. — Yo te ayudo. — Susurró la chica que tenía al lado. Le sonreí y caminamos juntas hacia el garrafón. — ¿Sabes a cuantas chicas contratarán? — No. — Dije, tomando dos conos. Ella tomó tres y presionó el botón de agua fría. — Solo diez, diez chicas de 50 que vinieron a solicitar el trabajo. — Respondió negando con la cabeza. Una vez que llenó el último cono, me tocó llenar a mí. — Pues espero que te den el trabajo. — Le dije con honestidad. Llené el último vaso. Ella sonrió. — Espero que a ti también... — Dijo en modo de pregunta. Supe que quería saber mi nombre. Vaya, qué descortés no presentarme.
  • 7. — Katherine Ferrer. — Le dije, mientras que caminábamos de regreso a los asientos. — Un placer. — El placer es mío, Katherine. Soy Rebecca Lodwood. — Nos sonreímos y entregamos los conos. Yo bebí rápido mi agua. — ¿Te digo un secreto, Kathe? Conozco al jefe, con quien tendremos la entrevista, es mi amigo y me aseguró un lugar. Como paso primero, le hablaré de ti. — Gracias, de verdad, pero quiero que me contraten por mi currículum. — La miré con dulzura. — Pero me alegra que tengas el lugar asegurado. — Igual a mí. — Me hizo un guiño. Le sonreí, seguimos platicando sobre muchas cosas, teníamos mucho en común, y si me llegaran a contratar, creo que sería mi primera amiga del trabajo. Rebecca es muy agradable. Pasó otra media hora, y era el turno de ella. Yo era la última, la última de las 50 solicitudes. Siento que tendré pocas probabilidades. Miré al rededor, todo estaba desértico, excepto la secretaria y yo. Era tan incómodo el silencio. Miré el reloj, iban a dar las tres de la tarde, moría de hambre y aún faltaba mi entrevista. Sostuve mi cabeza con mi mano derecha y cerré los ojos. Estaban pesados. *** — Katherine... — Sentí cómo me movían — Katherine, despierta. — Abrí poco a poco los ojos, Rebecca estaba frente a mí con una sonrisa. Me alarme y me puse de pie. — Te toca, cariño. — Gracias. — Le sonreí. Primero llegué súper despierta y seductora, y ahora entraré a la entrevista somnolienta y sin una gota de gracia. Caminé bostezando, entonces sentí que me jalaron y me dieron una fuerte bofetada. — ¡Despierta, maldita sea! — Me gritó Rebecca. Sentí que todo mi sistema despertaba, mi mejilla ardía, y me eché a reír. Caminé como Madisson me había enseñado, ignoré el ardor en mi mejilla y abrí la puerta que tanto misterio me daba. Al entrar, vi a un hombre blanco, cabello negro corto, era apuesto de unos 35 años o
  • 8. más. Sus cejas se subieron hasta el nacimiento de su cabello, se puso de pie nervioso, se aclaró la garganta y me tendió la mano. Al estar cerca, estreché mi mano con la de él, me apretó fuerte y me miro profundamente a los ojos. Alejé mi mano y sonreí con incomodidad. — Tome asiento, señorita Ferrer. — Asentí, me senté y él hizo lo mismo. — Soy el Licenciado Josh Tomlinson, ¿me permite su currículum? — Por supuesto. — Le tendí la carpeta, él la tomó, abrió la carpeta y leyó. Tomé disimuladamente mi teléfono y le envié un texto a Madisson: "Ya estoy en la entrevista". Guardé el teléfono y me concentré en la entrevista. — ¿Por qué está interesada en el trabajo? — Seguía mirando mi currículum, ni siquiera me miró. Tragué y decidí decir lo que ya tenía preparado. — Porque me interesa muchísimo lo que esta empresa realiza, es parte de mi sueño, quizás no lo que quiero exactamente, pero es como ser parte de ello. — Él me miró por un segundo, sonrió y siguió leyendo. — Estudiaste en la Universidad de California Los Ángeles, trabajaste en una pequeña empresa de comercios como asistente personal, — Dijo enumerando con sus dedos — has trabajado como actriz en teatros, sabes de contabilidad, moda y derechos, has sido secretaria en una empresa de periodismo con el sr. Christopher Mitchell. — Cerró la carpeta, me la tendió y yo la tomé. ¿Es todo? No he estado ni 20 minutos aquí... — ¿Es todo? — Pregunté con curiosidad, confusa, y con ganas de llorar. Seguro no le he interesado para el trabajo. — Si — Marcó algo en una lista — Nosotros le llamaremos. — Se puso de pie. Asentí y estrechamos la mano. Tomé mis cosas y caminé hacia la salida, abrí la puerta y la cerré detrás de mí. Todo estaba vacío con excepción de la secretaria. Caminé hacia el ascensor, apreté el botón y esperé a que abrieran las puertas. Quizás deba buscar otro empleo, ¿qué está mal con mi hermoso currículum Vitae? Las puertas se abrieron, entré, marqué el primer piso y saqué mi teléfono. Le llamé a Madisson, y después de dos tonos, contestó:
  • 9. — Hey, ¿cómo te fue? — Preguntó emocionada. Respiré hondo, ¿cómo decirle que no valió la pena? — Pues mal, solo me hizo una pregunta, me enumeró mis trabajos y me regresó la carpeta. No obtendré el trabajo. — Me miré en el reflejo del material metálico. Sentí una lágrima recorrer mi mejilla, la sequé con cuidado, oí el suspiro de Madisson. — Hablaremos en cuento estés en casa, tendré la comida lista para entonces. — Su dulzura y comprensión me hizo tranquilizar. Sonreí. — Está bien, gracias Madi. — Me sentí afortunada de tener una amiga como ella. Colgué. Las puertas del ascensor se abrieron, salí y los ojos se fijaron en mí. Los ignoré por completo, ya estaba cansada. Caminé apresuradamente hacia la salida. *** Apagué el motor. Madisson estaba esperándome en la puerta con su sonrisa consoladora. Tomé mis cosas y salí. Traté de no echarme a llorar pero fue en vano cuando estuve entre sus brazos. Entramos a la casa, me hizo sentar en su sillón — Que solo era suyo y nadie podía sentarse en el más que ella. —, fue a la cocina y trajo una botella de vino y dos copas. — Esos putos se lo pierden — Dijo sirviendo el vino en las copas, y luego me dio mi copa. — Si no te dan el trabajo, iré a la empresa y aplicaré mis artes marciales con el tipo de la entrevista. Por cierto, ¿cómo era? — Es el Jefe — Dije bebiendo de mi vino — No está nada mal. Es alto, blanco, cabello corto y negro, ojos azules, de unos 35 años o más. — ¿Qué hizo cuando te vio? — Sonrió. Bebió más del vino y me miró con picardía. Yo negué con una sonrisa. — Se puso nervioso — Reí. Madisson abrió los ojos y sonrió. Se estaba sintiendo orgullosa del trabajo que hizo con mi aspecto, lo sé. — Sabía que tendrías efecto en el Jefe. — Dijo chocando su copa contra la mía. — ¿Y los demás? — Oh... si, tenías razón. Todos los ojos en mí. Fue genial al principio,
  • 10. pero después fue incómodo. — Vacié mi copa de un solo trago. — Pero conocí a alguien. — ¿A quién? Vamos, ¡escúpelo! — Dijo emocionada. Sonreí otra vez como el gato de Alicia en el país de las Maravillas al recordar el momento con aquél chico. — No sé cómo se llama... — Miré a Madisson quien me miraba confusa. Decidí contarle todo con lujos de detalles. Se emocionó igual o más que yo. — ¡Wow, amiga! Ojalá lo veas otra vez, ¿entonces era guapísimo? — Preguntó emocionada. Me mordí el labio al recordar su sonrisa, la manera en que mordía su labio inferior. — ¡Infiernos, sí! — Suspiré. — El hombre más guapo que mis ojos hayan visto alguna vez. Si hubieras visto su sonrisa, te hubieses enamorado también.
  • 11. Capítulo 3 Desperté al escuchar una fuerte discusión. Me senté en la cama tratando de ubicarme, ¿en qué momento me quedé dormida? ¿Qué tanto tiempo dormí? Miré el reloj, marcaban las nueve de la mañana y por ende, supe que ya era martes. Me bajé de la cama, me cepillé rápidamente los dientes y bajé hacia la planta baja. Vi que Madisson estaba discutiendo con Matt, mi ex novio. ¿Qué hace él aquí? Puse los ojos en blanco y caminé como si nada hacia la cocina. Tomé un vaso y me serví leche. — Ve, ya despertó. — Dijo Matt al verme. Me rasqué el brazo, tomé el control de la Televisión y me senté en el sofá. — Kathe, tenemos que hablar. — Largo. — Fue lo único que dije y lo último que diría. Cambié los canales en busca de algo bueno que ver. Bebí de mi vaso de Leche. — ¡Ya la oíste, lárgate de mi casa cara de pito! — Gritó Madisson. Me carcajeé al escuchar eso. — Oye Madi, ¿qué no es esa la grosería que le dijo Elliot a su hermano Michael en E.T el extraterrestre? — Ambas nos carcajeamos. Como me encanta reír de esta forma, se siente tan bien. — Me largo, pero ya veremos si no me escuchas después, preciosa. — Escuché que dijo entre nuestras carcajadas. Ya no podía, me dolía el estómago de tanto reír. Madisson cerró la puerta y se acerco corriendo hacia mí soltando una fuerte carcajada. Después de desayunar, nos pusimos a ver una película de terror. Olvidé todo lo que había pasado el día de ayer, que pase lo que tenga que pasar. Conoceré a otras personas y podré tener otro trabajo. Madisson y yo gritamos, reímos e insultábamos a los protagonistas como si pudieran oírnos. Comíamos palomitas junto con unas Coca-Colas, dulces y gomitas. Cuando la película terminó, todas las golosinas habían desaparecido. Recogí lo que habíamos utilizado y en eso, el teléfono suena. Contesté. — ¿Hola? — Respondí en pregunta al no reconocer el número que
  • 12. marcaba la operadora. — Señorita Ferrer, la empresa "MJJ Productions" la ha contratado. Solicitamos su presencia el día de mañana a las nueve de la mañana. — Abrí mis ojos de par en par, quería gritar y brincar pero me contuve. — ¡Gracias! — Ni bien colgaba cuando empecé a gritar a todo pulmón, Madisson dio un brinco del susto y me miró. — ¿Qué pasa? — Dijo con una mano en el pecho. Sonreí como el gato de Cheshire y entonces ella entendió. — ¡Me dieron el empleo! — Grité y Madisson se unió a mí, corrió en mi dirección, me abrazó y comenzamos a saltar como niñas de secundaria. — ¡Felicidades! — Se separó de mí — ¿Pero qué más te dijeron? — Tengo que estar en la empresa mañana temprano a las nueve. — Dije con ilusión. — Estoy nerviosa, y no tengo la ropa adecuada para el trabajo. — Eso significa una cosa... — Intercambiamos miradas — ¡Compras! Pero antes festejaremos con un poco de buen vino a mi bar favorito. — Iré a bañarme. — Chocamos los cinco y cada quien hizo lo suyo. *** Madisson escogió que fuéramos en su coche esta vez ya que la vez pasada fuimos en el mío. Encendió el auto y yo la radio. Ojalá se repitiera todo como ayer, verlo y sonreírnos con picardía. Su sonrisa era tan blanca, brillante y sexy. Mis ojos se movían en todas las direcciones en busca de aquél Mercedes negro con un sexy conductor. Madisson me miraba dándome a entender que sabía lo que estaba pensando. — Deja al hombre en paz. — Me sonrió divertida. — Ha de tener un dolor de oídos o de cabeza tan fuerte que... — Me pregunto si ha pensado en mí. — La interrumpí. Ella rió y aceleró más. Llegamos a su bar favorito y bajamos del coche. Madisson pidió las bebidas y una vez que las teníamos en nuestro poder...
  • 13. — Porque Kathe consiguió el trabajo de sus sueños. — Chocamos nuestras copas. Luego pedimos tres más. Reímos, bailamos un poco y después decidimos irnos para las compras. Cuando llegamos a una tienda, estacionó el coche y bajamos. La canción "Girls Just Want to Have Fun" sonó de fondo en mi mente mientras que íbamos de tienda en tienda, comprando hasta lo que no teníamos planeado comprar, así como lencería de encaje, tacones de aguja y plataforma, etc. Se hizo de noche, dejamos las bolsas dentro de la cajuela y luego subimos al coche y nos dirigimos a casa. Llegamos con un fuerte dolor en nuestros pies, con hambre y sueño infernal. Había sido un día fantástico. Madisson preparó unos sándwiches y sirvió jugo de naranja. Nos sentamos juntas viendo la T.V mientras cenábamos. Al terminar, cada quien nos fuimos a nuestra habitación, nos duchamos y dormimos. Mañana será un gran día. *** Me desperté antes de que la alarma sonara y quizás sea porque Madisson me estaba haciendo cosquillas en el pie. No lo sé. Me bajé de la cama jalándole el cabello con un poco de fuerza. Ella hizo un sonido de queja y entonces, supe que querría pegarme una nalgada, corrí lo más rápido que pude a mi cuarto de baño. Estaba por entrar cuando sentí su palma marcar mi trasero. Soltó una carcajada y yo me encerré lloriqueando. Me duché, me puse mi nueva lencería y me coloqué una toalla en el cabello. Cuando salí, Madisson estaba al pie de mi cama con dos atuendos que habíamos comprado ayer, dos de los cinco. — Escoge. — Dijo con una sonrisa. Si escojo uno, me hará poner el otro así que mejor que decida ella. — ¿Cuál crees que debería ponerme? — Dije haciendo una mueca de dolor por mi trasero adolorido. Ella comenzó a reír. — Este, se ve elegante y sexy. — Era una falda corta negra, un saco del mismo color y una sexy blusa blanca. Asentí y lo tomé. Ella me pasó unas zapatillas de tacón de aguja. — ¿Crees que deba usar medias? — Le pregunté con inocencia. Ella puso una cara de espanto y negó.
  • 14. — Tienes lindas piernas con una piel saludable, no necesitas esas mierdas. — Caminó hacia la puerta. — Me avisas cuando termines para que te maquille. Asentí. — Gracias, Madi. Cuando salió, me puse crema corporal, me puse desodorante y cuando éste secó, me puse la blusa, luego la falda que desgraciadamente me quedaba un poco ajustada, me puse crema en mis piernas y pies, y después me puse las zapatillas. Solté mi cabello y sequé con la secadora, después llamé a Madisson. Cuando ella entró, traía consigo el desayuno y todo su maquillaje dentro de dos grandes cajas. Cuando abrió las cajas, dejó ver todo ese hermoso maquillaje. Me dejó desayunar y cuando acabé empezó a pasarme un poco de hidratante en la cara, luego un poco de base y corrector, me maquilló las cejas dándole un acabado natural, un poco de sombra en los párpados, delineador, mascarilla, rubor, labial color rosa y brillo. — ¡Listo! — Dijo, cerrando el brillo labial. — Ahora el peinado. Comenzó a peinar mi cabello, hizo su maniobra, me hizo un lindo peinado, me ayudó a poner el saco y después me perfumé. Tomé mi bolso, las llaves de mi coche y salí de casa. Conduje el camino que me llevaba a la empresa. En un alto, miré que mi maquillaje estuviera en perfección, miré mis dientes y tomé una goma de mascar. Un claxon sonó a mi lado, entonces volteé y ahí estaba él con su sonrisa que tanto me había quitado el aliento durante todo este tiempo. Le sonreí de vuelta, él se bajó un poco sus lentes de sol y me hizo un sexy movimiento con sus cejas mientras se mordía su sexy labio. Mi corazón dio un vuelco, latía tan fuerte... Quería bajarme del coche, subirme al suyo y besarlo. Sabía que aquí doblaría, me despedí con la mano y el hizo lo mismo. Giró el volante y dio vuelta a la derecha. Conduje y seguí mi camino hacia la empresa. *** Cuando llegué, me estacioné, tomé mis cosas y bajé del coche. Caminé como mi amada amiga me había enseñado hacia la entrada. Cuando entré al edificio, me encontré con Rebecca quien al verme
  • 15. sonrió ampliamente. Me saludó con la mano y yo hice lo mismo. Caminé hacia ella emocionada. Por suerte, todas vestían de saco y falda, pero no eran nada sexy, sus faldas llegaban abajo de las rodillas. — Veo que si te dieron el trabajo. — Dijo ella. — Por cierto, discúlpame por la bofetada. Reí. — No te preocupes, te lo agradezco muchísimo. — Le sonreí — Rebecca, ¿es regla estricta tener la falda hasta debajo de las rodillas? — Es como tu quieras, pero tampoco exageres. — Sonreí aliviada. Noté que las diez chicas contratadas estaban aquí. — Por si te preguntas, el Jefe de Jefes vendrá hoy a recibirnos, darnos nuestros gafetes y posicionarnos donde hayamos quedado, por eso estamos todas aquí. — Si me lo estaba preguntando, gracias. — Saqué mi teléfono y le envié un texto a Madisson: "Conoceremos al Jefe de Jefes, al parecer no es con quien tuve la entrevista... Oh, no creerás cuando te diga que vi a 'alguien'", minutos después respondió: "Mierda, ¿viste al sexy extraño? ¡Júralo! Y me dices qué tal está el Jefe de Jefes Ja Ja.", " ¡Lo juro, se veía más guapo que nunca! Quería darle una buena mamada", "Joder, Kathe... Siempre supe que no eras tan santa.", "Él saca lo peor de mí, lo siento. Hablamos luego, nos están hablando", "Ok". Nos acomodamos en hilera conforme a nuestro número de boleto, yo era la última. Rebecca estaba nerviosa, no dejaba de tronarse los dedos mientras que me contaba algo realmente estúpido. — Cuando conozca al Jefe de Jefes, lo saludaré y susurraré que me dé un besito — Dijo Rebeca riendo, yo hice lo mismo. Esta mujer si que está loca. — Silencio, ahí vienen. — Dijo una de las chicas contratadas. Respiré hondo y ensayé en mi mente lo que le diría al saludarlo, algo que suene original y elegante a la vez. "Darle una buena mamada", reí, ¿cómo pude decir eso? Pero si darle un buen beso a sus sexys labios. Sentí cómo Rebecca me codeó levemente. Miré que había como 5 hombres y dos chicas con unas bandejas frente a nuestra hilera. Miré a cada persona que estaba frente a nosotras. Y entonces lo vi, estaba ahí hablando con Josh, con quien tuve la entrevista. Oh mierda... Oh
  • 16. mierda... ¿Qué hace él aquí? Su mirada se apartó de Josh y le echó un ojo a cada una de las chicas contratadas... Hasta que sus ojos se detuvieron en mí. Se quitó sus lentes de sol, escuché suspiros de las chicas, pero eso era lo de menos, él no apartaba su mirada de mí y comenzó a formar su sonrisa letal. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. ¡M I E R DA!
  • 17. Capítulo 4 Iba a desmayarme, no podía con esto, no podía respirar. Mierda. ¿Qué hace aquí? Joder, Madisson va a tener un ataque. Y él estaba que no apartaba su mirada de mí, lo sé aunque se haya colocado los lentes otra vez. ¿Saben qué es lo peor? Que él... Rebecca me miro y se acercó un poco a mí y me susurró algo al oído. — Guapísimo, el cabrón. — Dijo mordiéndose el labio. Sonreí por la palabra con que se refirió. — ¿Quién? — Dije tratando de no ver al chico de lentes. Podía sentir sus ojos en mí, en mi cuerpo. Joder... — El de lentes, nuestro Jefe, el Jefe de Jefes... —Dijo ella. Amplié los ojos y me ahogué. — ¡¿Qué?! — Grité, pero Rebecca me puso la mano en la boca. Todos fijaron su mirada en nosotras... hasta el Jefe de Jefes que de por sí ya lo hacía. Me calmé, miré mis nudillos, el techo, a las chicas con las bandejas, mientras que Josh se preparaba para hablar por el micrófono. No quería verlo. Ya me estaba cansando de estar de pie, y más con estos tacones. Me hice un poco hacia atrás y observé los zapatos de mis nuevas compañeras: Negros, bajos, de plataforma y feos. Ah, y tenían medias. Horror. Rebecca no lucía tan mal, es una chica muy guapa. Mas que yo, incluso. Oh... quizás él no me ha estado mirado a mí sino a ella. — Bien, hoy 21 de abril de 1990, estamos reunidos para darle la Bienvenida a estas diez chicas que a partir de hoy trabajarán para esta empresa. — Josh, leía de una hoja a través del micrófono. — Por lo que hoy nuestro querido Jefe, Michael Jackson, nos acompaña para darles la Bienvenida a su empresa, entregarles su gafete e indicarles su lugar de trabajo. ¿Así que te llamas Michael Jackson...? Esperen, ¿él es Michael Jackson? Joder... él es el ídolo de Madisson. Dios mío, ¿qué hago yo aquí, mejor dicho? Ignoré todo lo que Josh estaba diciendo. Estaba pensando seriamente en huir de aquí y buscar otro trabajo. Vamos mujer, piensa. Pasó un rato...
  • 18. — Como quinta seleccionada, tenemos a Leticia Villalobos. — Michael se acercó junto con las dos chicas de las bandejas, se dijeron unas cuantas palabras, se saludaron en forma de abrazo y le dio su gafete. — El quinto piso. — Le dijo él. Al parecer ese será su lugar de trabajo. Ella asintió y le agradeció. — Como sexta seleccionada tenemos a Karen Hinojosa. — Michael hizo lo mismo que con la chica anterior y así sucesivamente. — Como octava seleccionada tenemos a Elle Henderson. — Michael le dijo unas cuantas palabras, estaba cerca de mí, solo nos separaba Rebecca, Jesús, aún puedo largarme de aquí. Le dio su gafete, entonces leyó el papel que estaba en la bandeja de la otra chica. — Piso nueve. — Vi cómo le guiñó el ojo. Imbécil. Esperen, no la había visto antes... ella luce espectacular. Sentí ligeramente envidia. Caminó poco hacia donde Rebecca, no quise ni mirar, podía sentir su magnetismo atraerme. — Como novena seleccionada, tenemos a Rebecca Lodwood. — Se oyeron aplausos. Todo sonido se hizo lejano, mi respiración estaba dificultosa, aún podía largarme, vamos, ¡mueve el puto pie! Escuché cómo Rebecca le agradecía, y de reojo, vi cómo Michael dio un paso y medio hacia mí, tenía una esquina de su labio levantado. Lo bueno es que tenía los lentes puestos. Se los quitó. Es como si pudiera oír lo que pensé. No lo mires, no lo mires. — Como décima seleccionada, con un currículum increíble, tenemos a Katherine Ferrer. — Michael tomó el último gafete, lo miró y sonrió con esa maldita picardía que tanto me vuelve loca. Joder. Me miró a los ojos y sonrió mordiéndose el labio, se acercó más a mí, colocó mi gafete en el lado derecho de mi saco. Dejé de respirar. Él solo da los gafetes y no se los pone a las chicas. Estaba jadeando. Cuando terminó, me miró y me habló. — Felicidades, Katherine. Será un placer tenerte en mi empresa. — Me miró los labios y no pude evitar mordérmelos. Rió con discreción y entonces me envolvió en un abrazo, me palmeó la espalda pero su otra mano estaba en mi espalda baja, y sus dedos rosaban mi trasero. Se separó. — Gracias. — Logré decir sintiendo mis mejillas arder. Se alejó un poco,
  • 19. y sin necesidad de leer el papel, me indicó mi lugar de trabajo. — Piso diez. — Se acercó un poco más y me susurró: — Como mi secretaria personal, qué coincidencia, ¿no? Vaya que lo era. "Mi-secretaria-personal" wow, eso implica mucho, muchísimo en realidad. Este día ha sido inexplicable, no puedo creer que él sea el Jefe de Jefes, que el sexy extraño sea Michael Jackson y que yo Katherine Ferrer sea su secretaria personal. Vaya sorpresa, me pregunto cómo rayos sigo viva. Madisson morirá en cuanto sepa todo esto. Dios, dime que esto es un sueño y que cuando llegue aquí mañana para mi primer día de trabajo, el Jefe de Jefes resulte ser un hombre panzón. Seguro es un sueño, he pensado tanto en el sexy extraño que ha aparecido cómo mi Jefe. Y bien, ¿en qué momento voy a despertar? ¡Joder, que sea un puto sueño! — Mierda, Kathe, ¿qué haces parada ahí como una idiota? — Me dijo Rebecca — ¡Vamos! Me tomó de la mano y me llevó hasta el ascensor. Esperamos a que las últimas cinco seleccionadas nos llevaran a nuestro piso. Mientras tanto, hablé con Rebecca. — ¿En cuál piso te tocó? — La miré y ella con una mueca me respondió. — El piso ocho, a Elle Henderson le dieron el nueve, ojalá se lleven bien. — Sacó su labio inferior. Será una lástima no tener a mi única amiga un piso abajo. Espero que haya buena amistad entre Elle Henderson y yo. Le sonreí y asentí. Poco después, sentí un ligero codazo por parte de Rebecca. La volteé a ver y fue entonces donde me di cuenta. — ¿Le pediste el besito? — Le susurré, mirándola, tratando de no mirar al sexy extraño no tan extraño que se acercaba. Ella me miró y mordió su labio. Sonreí. — No, pero el día no acaba aún. — Dijo arqueando una ceja — Así que puedo hacerlo ahora mismo... Amplié mis ojos, sé que no se atreverá a hacerlo, pero en un abrir y cerrar de ojos, Rebecca le estaba llamando. Quería que la tierra se abriera y
  • 20. me tragara. Michael volteó, me miró, sus ojos se encendieron y entonces se acercó. Rebecca sonreía como niña pequeña, pareciera que lo hiciera a propósito pero ella no sabe nada aún. Gracias a Dios. Vamos, comunícate con él, al fin y al cabo tendrás que hablarle por el trabajo. — ¿Me llamaron? — Preguntó, mirándome. Dejé de respirar. La lengua se me entumió, no podía moverla, quería hablar pero su perfume me embriagó en un segundo, sus ojos marrones eran profundos y brillantes... Lucía mucho más guapo de cerca que de lejos. Rebecca estaba hipnotizada, tanto que no había respondido... Obligué a mi lengua moverse. — Ella desea decirle algo, Sr. Jackson. — Dije, mirando hacia la pared con tal de no mirarle a los ojos. Podía sentir sus ojos quemarme, analizarme, estudiarme, no lo sé, pero era tan sofocante, y si la tentación de mirarle me ganaba, me iba a quedar como Rebecca. Estúpida. Rebecca apenas y podía hablar... — Ehh... yo... — balbuceó — quisiera... — Me miró y me pidió ayuda con los ojos. Sabía que no se atrevería. Pero si cree que yo podría ayudarle, pues se equivoca, estoy sintiendo también los efectos de su belleza varonil. Debo estar muerta para no sentir sus efectos. Lo miré. Error. Me atrapó. Él arqueó una ceja y sonrió con picardía. ¡Cielos! Dejé de respirar, de pensar, mi sangre dejó de fluir, mi corazón se detuvo, pero mis malditos pensamientos no. ¡Mierda! Este hombre va a matarme. Y él sabe el efecto que está teniendo en nosotras, pero sin importarle Rebecca, le satisface saber que estoy bajo los efectos de su belleza. Venga mujer, ¡tranquilízate! — ¡Chicas! — Llamó a las últimas cinco contratadas apartándose de nosotras. — Todas al elevador, yo personalmente las llevaré a su lugar de trabajo. Las chicas se movieron, menos Rebecca y yo, él caminó hacia la puerta del elevador, y justamente cuando Elle iba entrando, él le guiñó el ojo, ella sonrió y mordió su labio, luego entró. Sentí otra ligera dosis de celos. Tranquilízate, Kathe, ustedes solo se sonrieron un par de veces y ya. ¿Pero y el roce en mi trasero? Bueno, quizás fue un accidente. Tomé a Rebecca del codo y la jalé hacia el elevador, cuando entré lo ignoré por completo. Realmente me siento enfadada, y no debería. Rebecca entró e hizo una mueca, después Michael entró presionando el piso número
  • 21. cinco. Sé que seré la última, y eso suena peligroso... y tentador. *** Las seleccionadas 5,6 y 7 fueron alojadas ya en sus respectivos lugares. Una secretaria esperaba a cada quien para explicarles lo básico. No sé qué va a pasar conmigo y eso me tiene nerviosa. Ahora es el turno de Rebecca en el piso ocho, cuando las puertas se abrieron, salimos del elevador y observamos lo que era el piso en sí. Era grande, obviamente, más lujoso que las anteriores y estaba adaptado a según los servicios que ofrecía el piso ocho. Michael le enseñó brevemente cada rincón del piso, y le explicó para qué servían, etc., Y en su oficina, estaba su escritorio donde ya le esperaba una chica. Me despedí de Rebecca y fue entonces cuando empecé a sentirme muy incómoda sola con Elle y Michael quien por si no mal recuerdo, se coquetearon un par de veces. Ignoré ambas presencias, así como Jackson me ha estado ignorando desde el primer piso. Entramos al elevador, había música dentro haciendo aún más incómodo el silencio que habitaba. Me miré en el reflejo del material metálico, no iba a poder con todo esto, es demasiado para mí, iba a verlo todo el tiempo y cómo vamos ahora, dios, ni hablar. No, pero aquí está la niña adolescente que deseaba verlo otra vez, bueno, aquí está Kathe, ¿ahora vas a huir? Mierda. Necesitaba llegar a casa y hablar con Madisson. Cuando las puertas se abrieron en el piso nueve, salimos, yo me quedé parada por la puerta del elevador, no quería estar presente en su seguro coqueteo. Pero sin embargo, los observé. Michael hizo lo mismo que las otras veces, y tan solo ver cómo Elle lo miraba, me daba rabia porque sé que él está respondiéndole. Mi corazón latía muy fuerte, mis manos estaban sudorosas, respiraba con dificultad y me sentí ligeramente mareada porque sabía a lo que me atendría cuando terminara con Elle. Vamos, huye, vete, tal vez oiga el sonido del elevador, pero no creo que salga corriendo por mí. Lo haré, no puedo más. Caminé hacia las puertas del elevador, acerqué mi dedo al botón, lo presioné y después de unos segundos, las puertas se abrieron. Volteé para ver si no se había dado cuenta, pero como la suerte no está de mi lado, me cachó. Tragué y entré al elevador. Mi corazón golpeaba muy fuerte mis costillas, la adrenalina recorría mis venas, apreté mil veces en un segundo el botón del primer piso. Las puertas empezaban a cerrarse cuando él lo detuvo con su pie. Oh, oh, problemas. Las puertas se abrieron y él entró. Me miró por un segundo y después fijó su mirada en el marcador de pisos, me miró otra vez y entonces el elevador se detuvo a mitad de camino.
  • 22. — ¿A dónde ibas, preciosa? — Caminó y se puso frente a mí. Tragué, él arqueó una ceja. — Ibas a escapar, ¿no es así? — No voy a aceptar el trabajo. — Apenas apareció en mi mente cuando yo ya lo estaba diciendo. Se puso serio. Muy serio, realmente serio. Ladeó la cabeza y comenzó a analizarme con la mirada hasta llegar a mis ojos. — Lo harás, Katherine, lo harás. — Dijo él acercándose — No pienso dejarte ir... no otra vez.
  • 23. Capítulo 5 Silencio. Había un silencio tan incómodo que podía escuchar nuestras respiraciones y más mi corazón. Estábamos haciendo contacto visual, sus ojos destellaban algo de lujuria, diversión... e inocencia. En mi mente se repetía como eco "...no otra vez", ¿A qué se referirá? Será la primera vez que vaya a marcharme... Sacudí mi cabeza para poder romper el contacto visual, me acerqué a lo que quedaba para llegar a él, estiré la mano y presioné el botón para que el elevador hiciera su trabajo, él me miraba, sus ojos estaban bien puestos en mí y de verdad lo intenté, pero lo estaba mirando también. Presioné el botón del piso diez y después me alejé. Dio unos pasos hacia adelante, se puso a mi lado y se puso a tararear una canción. Vaya, así de fácil. Respiré hondo, cerré mis ojos y me puse a recordar la primera vez que lo vi. Dios, qué vergüenza de mí. Él tan perfecto y galán, yo poniéndome brillo labial, bailando y cantando como foca pariendo. Pero su sonrisa, su palabra de siete letras, su forma de morderse el labio realmente me atrapó. Está aquí, a mi lado, y hace un par de horas le dije a Madisson que quería darle una buena mamada. Reí. Joder... No es justo tantas emociones por el mismo chico en más de 72 horas. Solo quisiera saber lo que él habrá pensado de mí cuando me vio, si estuve en sus pensamientos como él estaba en los míos y cómo se sentirá ahora y lo que piensa. Lo volteé a ver inconscientemente. Me está mirando. Sus parpados están caídos, sus pupilas dilatadas, oscuros y llameantes. No le importó que le haya visto mirarme de esa forma. ¿Me estará mirando los labios o los senos? Es tan alto que me cuesta adivinar. Esbocé una pequeña sonrisa, y aparté mis ojos de su bello rostro. Las puertas se abrieron, recordé las clases de Madisson, y entonces, una vez más, quise coquetear con él, lo miré, me mordí levemente el labio inferior, acomodé mi cabello hacia atrás y comencé a caminar con un sensual movimiento de caderas. Al salir y al alejarme un poco del elevador, sentí su larga mano en mi espalda. Fue como poner carne en la sartén caliente salpicando aceite... ¿Si me explico? Caminé un poco apresurada para no sentir su toque, observé que no había nadie, absolutamente nadie. El piso era increíble, parecía más un apartamento que una oficina doble y con sala de espera. Me detuve a observar mas detalladamente. Michael caminó hacia donde se encontraba la sala dejando su saco en el sofá. — ¿Qué te parece? — Dijo él con una sonrisa. — ¿Te gusta? Se veía tan emocionado de que estuviera viendo este lugar. Asentí. Me acerqué un poco más a donde él estaba.
  • 24. — Parece un lugar privado, como si fuera un apartamento. — Dije observando el lugar — pero me gusta... ¿Tú lo decoraste? — Es privado, nadie entra aquí si no es autorizado por mí o por mi secretaria personal. — Me señaló un asiento frente a él, caminé y tomé asiento. — Y a veces funciona como mi apartamento, y cuando funciona como mi apartamento, mi secretaria se va. Asentí, captando su mensaje. Él sonrió para sí mismo, por algún pensamiento que no creo que quisiera compartir. Quizás cuando la oficina se convierte en apartamento, llegan sus amantes y tienen sus aventuras. Y quizás aquí mismo... me atraganté con mi propia saliva. Me puse de pie como auto-reflejo. No quería imaginarme a Jackson teniendo sexo en el mismo mueble donde estaba sentada. Él se echó a reír. — Sé lo que estás pensando. — Sonrió con picardía mientras que su risa llenaba la habitación. — Katherine, eso no ha pasado aún. ¿Cómo lo sabe? Joder... ¿puede escuchar mis pensamientos? ¿Habrá escuchado que quería darle...? Me sonrojé. Jackson, ¡salte de mis pensamientos ahora! ¡Te lo ordeno!. Realmente me siento estúpida. Me senté otra vez, y lo miré con curiosidad. Quería hacerle tantas preguntas, quería respuestas y saber lo que él piensa de mí. Me senté, saqué mi teléfono y lo dejé en la mesa por si recibía alguna llamada, tomé una revista que había sobre la mesa y me puse a ojear, no quería que viera mi rostro sonrojado. Se puso de pie y caminó hacia una puerta de madera, la abrió y entró dejando un poco abierto. Después de unos minutos, salió con unas cuantas carpetas junto con una pluma. — ¿Qué es todo eso? — Pregunté tratando de no continuar con el ambiente tan incómodo. Él me miró con dulzura, caminó hacia donde estoy sentada, y me dio las carpetas. Los tomé con curiosidad, él se sentó a mi lado y me hizo un movimiento con la cabeza para que leyera. Abrí la primera carpeta, después la segunda y luego la tercera. Hablaban sobre lo que tengo que hacer para este trabajo. — Así que tengo que acompañarte a reuniones, fiestas, cenas... — El asintió — ¿Y por qué no invitar a alguien más cercano a ti? — Esa persona no podrá hacer tu trabajo, Kathe. — Me miró — Pensé
  • 25. que ya lo habías hecho antes... Sonreí medio dolida, ¿por qué está frío? — Si, es verdad. Solo que... olvídelo. — Bien, llévate las carpetas y compra lo que necesites con este cheque — Me tendió un cheque que tenía entre sus dedos, lo tomé. — Mañana empezarás oficialmente. Mis dudas entraron de nuevo, no sé si podría soportar ser su secretaria y estar a su lado todo el tiempo. Me gusta. Él me gusta, y sé que no es mutuo, por eso mismo no podría con el trabajo. Asentí, guardé el cheque y esperé más órdenes. — ¿Es todo? — Lo miré y otra vez tenía la mirada como en el ascensor, sus parpados estaban ligeramente caídos, sus pupilas estaban dilatadas y llameantes. Esperé su respuesta. Se puso de pie, di por hecho que sí, me ofreció ayuda para levantarme con apoyo de su mano, la tomé y me levanté. Me sostuvo fuerte, su mano cálida me transmitió una corriente eléctrica chispeante. — No — Dijo él con voz ronca — No es todo, Katherine... Sin soltarme la mano, se acercó mirándome profundamente a los ojos, su respiración golpeaba mi rostro y como el contacto visual era irrompible, pude ver a través de sus ojos. Había algo que me hacía sentir segura, como si me llevara al cielo, era mágico. Sus ojos se movieron hacia mis labios haciendo yo lo mismo, sus labios lucían suaves, esponjosos, deliciosos... quise besarlo en ese instante, pasar mi lengua, saborearlo y morderle la tremenda tentación que tenía frente a mis ojos. Tragué, tragué toda los litros de saliva que se habían producido por verle los labios, si no tragaba probablemente se saldría de mi boca y mojaría el suelo. Di un pequeño respingo cuando sentí su otra mano en mi cintura, se mordió el labio inferior cuando cerré los ojos y gemí levemente. Dios, ¿qué me está haciendo este hombre? Michael aún sostenía mi mano pero poco a poco la fue acariciando hasta que sentí lo frío del ambiente. Ambas manos se introdujeron debajo de mi saco, me aferró a su cuerpo, de verdad que pude sentir todo de su cuerpo, TODO. Lo miré a los ojos, estaban aún más llameantes, aún más excitados, nuestra
  • 26. respiración era complicada y yo de verdad quería sentir más que su cuerpo, más que esa pequeña erección. Sentí mis mejillas arder, no le había prestado atención. Él sonrió. Sus manos subieron y me abrazó, me dio un beso dulce en la frente luego otro en el cuello y luego me miró. — ¿Por qué ya no coqueteas conmigo, hermosa? — Sonrió, aún aferrándome a su cuerpo. Ojalá solo recuerde eso y no mi canto de "Girls Just Want To Have Fun". Mis mejillas ardieron. — Eres mi Jefe — Dije un poco desanimada por el hecho. Él rió divertido, y luego se calmó. — Soy más que tu Jefe — Miró mis labios — Y tú más que mi nueva secretaria personal. — ¿Entonces qué somos? — Dije, ignorando lo que yo sentía por él, lo miré a los ojos, él sonrió levemente y me respondió: — Amigos. — Dijo acariciando mi cintura con sus dedos — Y tendremos una amistad muy buena, realmente buena... Claro, si tu quieres. Todo empieza con algo, ¿no? Sonreí y asentí — Claro, me encantaría. — Bueno, mi cantante favorita, ¿me acompaña a comer? — Sonrió con una chispa de diversión. Oh, él lo recuerda. Lo miré mal pero me reí junto con él. — No es justo que me hayas conocido de esa forma. — Mis mejillas ardieron, él se estaba poniendo rojo de la risa, diablos. Sus manos salieron de mi saco y me abrazó para consolar mi pena, mi vergüenza... No pudimos más, y soltamos una carcajada. — ¿Entonces me acompañas? — Dijo después de que nos calmamos. Empecé a meditar su pregunta, ya había tenido mucho por hoy, son tantas emociones y moría por contárselo a Madisson. Creo que la comida será para otra ocasión. Negué. — Me encantaría, pero tengo planes... — Lo miré — Pero cuando quieras seré toda tuya. Sonrió.
  • 27. — Bueno, eso me reconforta. ¿Ya tienes que irte? Tengo pero no quiero, sería como alejarme de algo que quiero, de algo que me hace sentir bien... y que es mi Jefe, mi sexy extraño, mi Jefe de Jefes, mi nuevo amigo. Asentí, sintiendo un leve dolor en el pecho, fue algo extraño y por la mirada de Michael, sé que se ha de sentir al menos un poco como yo. Quisiera tirarme encima de él y abrazarlo de nuevo, besarlo y tener un buen polvo con él. Creo que eso tendrá que esperar. *** Saqué las llaves de mi bolso, pero antes de que pudiera colocarlas para abrir, Madisson abrió, me tomó de la mano y me jaló dentro de la casa cerrando consigo la puerta... Tenía una sonrisa en la cara, había dos copas y una botella de vino en la pequeña mesa que había en medio de la sala. Justo lo que necesitaba, Madisson va a querer acabarse el vino de la sorpresa, no creo que pueda con tantas emociones como yo. Me senté mientras que ella servía el vino tinto, todas las imágenes aparecieron en mi mente como un rayo, sonreí y negué incapaz de creerlo todavía. Madi me dio mi copa, se sentó a mi lado y me miró ansiosa. — Cuéntame todo con lujos de detalles. — Se acomodó para mirarme y escucharme con atención, sonreí, respiré hondo y comencé a contarle. — Como sabes, mientras estaba en camino hacia la empresa, el sexy extraño me tocó su claxon, me sonrió y luego se fue. — Suspiré. — Se veía guapísimo, vestía de traje, llevaba sus lentes y su sonrisa deslumbraba demasiado... — Aja, ¿y luego? — Madisson interrumpió mi recién momento de fantasía. Aquí empieza el shock. Bebí de mi vino y la miré. — Llegué a la empresa, saludé a mi primera amiga, hicimos lo que nos pidieron y de un momento a otro, el Jefe de Jefes estaba entrando por esa puerta junto con cinco personas más. — Mis manos empezaron a sudar, Madisson bebió de su copa. — Resultó ser el sexy extraño. Madisson abrió sus ojos completamente, tragó rápidamente y abrió la boca.
  • 28. — ¿Qué? Espera... ¡Qué! — Empezó a aventarse aire — ¿Qué hacía él ahí? — Yo tampoco lo sabía hasta que Rebecca, una amiga, me dijo que el sexy extraño es el Jefe de Jefes. —Me bebí de un solo trago mi vino, tomé la botella y me serví más. Madisson estaba sin poder creerlo, pero sonreí como una idiota. — Vaya, el destino es... increíble. — Bebió más de su copa, sus ojos reflejaban sorpresa. — ¿Y cómo se llama tu sexy Jefe? — Michael. — Aquí va lo difícil, Madisson asintió — Michael Jackson. Madisson comenzó a reír, pero sus ojos se movían de un lado a otro, preguntándose muchas cosas. — Como, como mi ídolo... qué gracioso. Sonreí. — Es que es él, trabajo con Michael Jackson, la mega estrella, el Rey del Pop, el cantante de 'Thriller'... — No te creo, estás jugándome una mala broma. — Se sirvió vino, y se lo bebió de un solo trago, sus manos temblaban, se sirvió otra vez. — Bueno, sígueme contando. — Me contrataron para ser su secretaria y asistente personal, — Tragué. — Estaré todo el tiempo con el sexy extraño. — ¡Mujer! — Dijo sorprendida — Dudo que puedas estar cuerda mientras trabajas con él, porque si no mal recuerdo, no dejabas de pensar y de fantasear en él. — Es lo mismo que pienso. — Acaricié mi sien, iba a ser todo un lío. — No pensaba aceptar el trabajo pero me ha obligado. — ¿A qué te refieres? — Dijo arqueando una ceja, sonreí nerviosa. — Estuve por huir cuando él estaba por enseñarme mi zona de trabajo — Reí. — Me dijo que no me dejaría ir otra vez. Madisson sonrió completamente. — Le gustas. — Negué. — Me alegra que sea mutuo.
  • 29. — No, no lo creo. — Miré hacia abajo. — Coqueteó con otra chica un par de veces. — Lo hace para darte celos. — Rió divertida — ¿Y qué más pasó? — Me invitó a comer... — Mordí mi labio inferior, Madisson estaba con una gran sonrisa y aplaudía — Y le dije que no. — ¿Pero qué mierda? — Me miró serio. — ¿Por qué mierda le dijiste que no, Katherine? — Moría por contártelo. — La miré, ella puso los ojos en blanco y se puso de pie. Aquí va a regañarme. — Sabía que te fallaban las neuronas, ¿pero tanto...? Joder. — Comenzó a caminar de un lado a otro. Comenzamos a reír, pero sé que está enojada conmigo, y bueno, viendo las cosas desde su perspectiva, yo también me hubiese enojado. ¿Por qué rayos le dije que no? Mañana aprovecharé al máximo lo que suceda. Vamos a divertirnos un poco... o quizás mucho.
  • 30. Capítulo 6 Mi celular vibró sobre la mesita de noche, abrí los ojos con pereza, miré que el reloj marcaba la una de la mañana, estiré la mano en busca de mi teléfono y al tomarlo, con un solo ojo miré lo que la pantalla mostraba. Era un mensaje desconocido. Lo abrí y leí. «Veo que te gusta gritar. ¿Qué tan fuerte gritarías si te follara?» Mis ojos se abrieron completamente, leer aquello me había despertado en menos de un minuto. Leí el número por si lograba reconocerlo pero nada y tampoco recordaba haberle dado mi número a alguien. No sabía si responder pero la curiosidad me mataba, así que comencé a escribir la respuesta: "¿Quién eres?". Esperé a que respondiera, pero pasaron varios minutos. Decidí darme por vencida y dormir ya que mañana empezaría a trabajar. Dejé el teléfono debajo de mi almohada, me acomodé y cerré mis ojos. Justo cuando entraba en un sueño reparador, abrí mis ojos de golpe al sentir una larga vibración debajo. Tomé el teléfono y vi que era una llamada del número del mensaje desconocido. Respire hondo y tragué. — ¿Hola? — Me senté en la cama, escuché una respiración pausada pero profunda. — ¿Hola? — Hola, Katherine. — Su voz me despertó de nuevo, me destapé y comencé a aventarme aire porque sentía sus efectos sofocarme. — ¿Michael? — Pregunté sin poder creer que fuera él. — ¿Tu me has enviado el mensaje? — Sí... — Dijo con voz ronca — Y no lo respondiste, ¿entonces...? — Abrí mi boca todo lo que pude, me puse de pie y miré por la ventana, no sabía que responder, yo... estoy sorprendida... ¿qué le digo? — ¿Estás ebrio? — Pregunté, me estaba mordiendo las uñas, pero en el fondo mi interior estaba temblando de ansia, de excitación y adrenalina. Mordí mi labio al recordar su erección sobre mi vientre, sus labios suaves y carnosos frente a mis ojos, haberlos sentido sobre mi frente y mi cuello. Sentí una fuerte oleada de calor cubrir mi cuerpo. — No, estoy sobrio. — Su voz sonaba normal, y como él dice, sobria. — Responde mi pregunta, hermosa pequeña mujer.
  • 31. — Pues no entiendo por qué me preguntas eso, Michael. — Comenzó a reír, fue como música para mis oídos, sonaba tan sonoro y perfecto. Me pregunto qué estará haciendo ahora mismo... y si es lo que tengo en mente, ¿requerirá de mi ayuda? — Gritaste enfrente de todos en la presentación. — Hizo una pausa, y durante esa pausa, recordé a lo que se refería. — Ahora, ¿que tan fuerte gritarías si...? Interrumpí. — Ya, basta, me parece inapropiado. — Regresé a mi cama — ¿Cómo conseguiste mi número? Él se echó a reír. — Tú no respondes mi pregunta, entonces yo tampoco respondo la tuya. — Bostezo — Nos vemos en la mañana, preciosa. Colgó. Aventé el teléfono a la cama y después me aventé yo. No podía creer lo que acabase de pasar, y más de él, del sexy extraño, de mi Jefe. Traté de dormir pero mi cerebro reprodujo todo lo que había pasado en estos últimos días sobre él. ¿Y saben qué es lo peor de todo esto? Número uno, ya firmé el contrato; número dos, mañana tendré que verlo. Respiré hondo. Va a ser un largo día... *** La alarma sonó, abrí mis pesados ojos, anoche no había logrado dormir mucho, me desperté un par de veces y justo ahora viene a sonar. La apagué pensando seriamente si ir al trabajo o no, caminé hacia el cuarto de baño y comencé a hacer mi rutina de aseo. Al salir, me sentía más que despierta, el agua fría había causado gran efecto. Me puse mi ropa interior de encaje, mi brassier y luego comencé a aplicarme crema humectante. Llaman a la puerta. — Pasa, Madisson. — Escuché la puerta abrirse, no fue necesario mirarla ya que era habitual que ella entrara a esta hora para arreglarme. Aún no entiendo por qué lo hace, creo que es porque le encanta. Aplicaba crema en mis piernas cuando noté unos mocasines negros caminando hacia mí. Mi corazón se aceleró. Miré asustada hacia arriba
  • 32. poco a poco, pensando en Madisson, cuando miré su rostro abrí mis ojos completamente, tomé la toalla y me cubrí. — ¡¿Por qué rayos estas aquí?! — Caminé lejos de él, me sentí intimidada por su altura, sin mis tacones yo era una cosa pequeña que él podría cubrir completamente en un abrazo. Michael sonrió con picardía. — Te dije que nos veríamos, ¿recuerdas? — Tragué duro, no pensaba que se refiriera a esto, tenía que salir él de aquí. — ¿Dónde está Madisson? — Le pregunté asustada, sé que él no le haría daño pero no entiendo cómo rayos lo dejó pasar y aún más importante, dejarle subir hasta acá. — Oh, tu amiga está en buenas manos, solo te diré que no está aquí. — Caminó hacia mí, mi corazón comenzó a golpear salvajemente mis costillas, mi respiración estaba acelerada mientras que yo estaba en bragas y sostén con él aquí. Olvidé agregar que no estaba alejándome, estaba en shock, impresionada, jadeando, afectada por su presencia, su perfume, su voz... Cuando lo tuve cerca de mí, mis ojos veían su torso, era tan alto, tan grande para mí. Su largo dedo índice levantó mi quijada, me hizo mirarle a los ojos, a sus ojos que estaban dilatados, profundos, llameantes, llenos de deseo, de lujuria... Tragué la saliva que se estaba produciendo en litros dentro de mi boca, sus ojos bajaron a mis labios y como consecuencia, los mordí suavemente, él sonrió con picardía y agregó con voz ronca: — Como decidiste no responder mi pregunta, decidí descubrirlo por mi cuenta. — Sus grandes y largas manos me tomaron por la cintura, me enrolló en sus brazos alzándome y así permitir estar a su altura, yo estaba hipnotizada, consciente de lo que pasaba. Acercó sus labios suaves y esponjosos a los míos. Sus movimientos fueron lentos, luego fueron tornándose más apasionados, su lengua acariciaba mi labio inferior, le dejé entrar comenzando un sexy jugueteo, puse mis brazos alrededor de su cuello para profundizar el beso, estaba empezando a disfrutar sus labios, comencé a morderlo, a succionarlo, a aprovechar que estaban sobre los míos. Su mano derecha bajó hacia mi pierna, la subió y entonces lo abracé con mis piernas por las caderas, sentí su erección punzar mi zona intima, solté un gemino entre sus labios, él gruñó de satisfacción al oírme, se separó de mis labios y comenzó a
  • 33. besar deseosamente mi cuello, hice mi cabeza hacia un lado para darle más acceso, sentí todo mi interior temblar de excitación, la corriente de lujuria y de excitación se alojaron en mi centro haciendo desear más. Michael comenzó a caminar, me llevaba hacia la cama, cuando estuvo cerca, poco a poco se fue bajando conmigo encima apoyándose de su mano derecha. Él estaba entre mis piernas, sus dedos me desabrocharon hábilmente mi sostén, se deshizo de la prenda admirando mis senos, mordió su labio y entonces me miró. Mis manos subieron hacia su nuca, lo acerqué a mí y lo besé como tanto había deseado hacer, bajo sus labios hasta mi cuello dejando rastro hacia el medio de mis pechos. Comencé a quitarle el saco, él me ayudó quitándoselo, luego desabroché su camisa mirándole a los ojos, y al finalizar, alejé la prenda de su cuerpo y nuevamente se deshizo de ella, mis manos acariciaron su hombro desnudo hasta llegar a su tórax, él cerró los ojos disfrutando del toque, se acercó a uno de mis senos y mordió levemente mi pezón, succionó mientras que con la otra mano acariciaba mis piernas, mi mano derecha viajó hacia su cinturón. Él me miró y sonrió negando. Siguió besando, mordisqueando y succionando ambos senos, se sentía tan bien la manera en que lo hacía, estaba jadeando, su erección estaba presionando mi entrada. Joder, deseaba tenerlo dentro, mostrarle que tan fuerte podía gritar, que tan bien podía hacerle sentir. Se alejó y besó duramente mis labios, si, esto estaba siendo genial pero quería más, mucho más. Se alejó nuevamente, sus manos bajaron hacia mis bragas de encaje, introdujo un dedo debajo de la tela, acarició mi piel y me miró. — ¿Quieres más? — Preguntó con voz ronca, excitado, deseando escuchar mi respuesta. Asentí. — Quiero escucharte, hermosa. — Si, por favor. — Dije jadeando, mordiendo mi labio inferior, él sonrió satisfecho, sus dedos bajaron la tela hasta quitármela. Ahora estaba desnuda frente a él, sintiendo un poco de vergüenza, él sonrió con picardía, de la puta forma que me encanta, si, mordiéndose el labio inferior. — Eres muy hermosa, Katherine. —Dijo analizando cada parte de mi cuerpo. — Demasiado diría yo. Abrió mis piernas, resistí la tentación de cubrirme ya que él estaba mirándome allí alucinado, con lujuria, como si se tratara de algo delicioso
  • 34. que estaba por comer. Santo cielo. Acercó su bello rostro a mi feminidad, joder, mis mejillas ardieron como nunca antes. Sentí sus labios y su lengua acariciar algo tan privado. Me arqueé y comencé a gemir, a soltar pequeños gritos de satisfacción. Dios, era un maestro, lo hacía demasiado bien, su lengua hacia un trabajo excelente; me aferré a las sábanas, estaba arqueándome con fuerza, tanto que pensé que iba a romperme por la mitad, estaba gritando, gimiendo mientras que mis dedos acariciaban su cabello ondulado, grité cuando sentí un dedo largo introducirse dentro de mí, luego fueron dos, los metía y sacaba de mi con rapidez, sus labios y su lengua jugaban con mi clítoris. Sentí algo apretar con fuerza mi interior, empecé a temblar, estaba por llegar, por explotar; él estaba haciendo algo excelente, lo estaba disfrutando tanto como yo, él sabía que estaba cerca. Apreté con más fuerza las sábanas, estaba gritando de placer y justo en ese momento, algo explotó dentro de mí. Una oleada de satisfacción llegó a mí y salió como un grito delicioso. Había tenido un orgasmo, el primero de toda mi vida, y había sido excelente. Él se alejó y se acercó a mí rostro, sonreía, había un brillo increíble en sus ojos, no pude evitar sonreír también, me besó apasionadamente mientras que rozaba nuestros órganos sexuales, movía sus caderas de arriba hacia abajo, como si lo estuviéramos haciendo, pero de igual manera se sentía genial, era excitante sentir su miembro palpitante y caliente sobre mi parte íntima. Se había desabrochado su pantalón y no me había dado cuenta, estaba en ropa interior frotándose contra mi piel desnuda. Oh dios... no quiero que esto termine. Sus labios besaban mi cuello, y sus manos acariciaban mis piernas. Vaya forma increíble de tener sexo. Me miro. — Ahora eres mía, Katherine, mía para siempre. Asentí disfrutando de este momento, él siguió besándome, moviéndose contra mí, sus palabras eran un misterio pero ahora menos me importaba. Quería seguir así, todo el tiempo, todo el día, hasta el anochecer, hasta el amanecer.
  • 35. Capítulo 7 Después de "saciarnos" por un largo rato, Michael decidió que debíamos ir al trabajo, se arregló y me dejó sola dentro de la habitación. Me di otra rápida ducha, me vestí como él me había indicado, me maquillé levemente, me hice un peinado y me perfumé. Bajé las escaleras notando que no estaba Michael, seguro se ha ido. Caminé hacia la cocina, tomé un vaso, abrí el refrigerador y tomé la botella del jugo, me serví, guardé el jugo y cuando me di la vuelta, di un pequeño brinco al ver a Michael frente a mí con Paco en el mismo dedo con que me había follado minutos atrás. — ¿Qué haces con mi cotorro? — Sonreí, Michael miró a Paco y le sonrió. Se veía tan lindo con esa ave en su dedo índice, la forma en que miraba a Paco me daba tanta ternura, acarició su pequeña cabeza con su otro dedo. — Lo alimentaba, espero que no te moleste. — Me sonrió, parecía un niño, inocente, con ingenuidad y no ese hombre que me habia hecho gritar, con lujuria en sus ojos. Negué y bebí de mi jugo. — Te ves hermosa, Katherine. — Gracias, tú te ves guapo. — Dejé el vaso en la mesa, le ofrecí a Paco mi dedo, éste subió sus patitas grises y me lo llevé a su casita. — Se llama Paco, por si querías saber. Rió. — Lindo nombre. — Se acercó a mí, puso una mano en mi cadera y me dio vuelta para encararlo, me dio un beso tierno en los labios. — Es hora de irnos. — Voy por mis llaves del coche. — Él negó. — Te irás conmigo, no dejaré que te vayas sola. — Tomó mi mano, luego mi bolso y fue justo cuando recordé que no compré lo que indicaba la carpeta, va a regañarme. — No, espera. — Él se detuvo y me miró. — Olvidé comprar lo que indica la carpeta, será mejor que vaya por ellas. — Se las encargamos a alguien. — Me miró de forma acusadora — ¿O es que no quieres que nos vean?
  • 36. — Pues pienso que no es correcto, van a pensar mal. — Dije, mirando sus ojos grandes y cafeces. — ¿Y no será cierto lo que piensen? — Se recargó en el marco de la puerta enarcando una ceja. Me ruboricé. — Es verdad. — Afirmé — pero dirán que estoy de puta, zorra y demás. Me miró serio, miró hacia el suelo y acarició su barbilla. Mientras él pensaba o lo que sea que estuviera haciendo, analicé su cuerpo, analicé su altura, todo lo que lo hace atractivo. Durante mi análisis, sentí tanto calor y deseo alojarse en mi interior, quería acercarme completamente a él, besarlo, quitarle la ropa y hacerle muchas cosas. Joder, tanta perversidad hay en mi mente desde que lo conocí. — Bien. — Escuché que dijo, lo miré a los ojos un poco sonrojada — Te veo en la empresa, linda. — Claro — Asentí, él sonrió levemente y abrió la puerta — Gracias, Michael. Salió de la casa, miré cómo entraba en el Mercedes negro que tanto había deseado entrar. Cerré la puerta y fui por mis llaves, tomé mi bolso, salí de la casa y caminé hacia mi coche. No sabía lo que me deparará el destino hoy, no sé qué vaya a pasar con él allá en la oficina, pero mi corazón latía con fuerza y todo dentro de mí ansiaba comprar las putas cosas de una buena vez e ir con él. Entré en el coche, encendí el motor y con decisión, pisé el pedal. Mientras conducía, me estuve preguntando donde rayos habrá ido Madisson, aproveché el alto que marcaba el semáforo, tomé mi teléfono y marqué su número y lo puse en altavoz. — ¡Hola, Kathe! — Gritó emocionada, me sentí un poco aliviada al escucharla. — ¿Dónde estás? — Empecé — ¿Qué pasó en la mañana? Rió — Joder... no podría hablarlo por teléfono, estoy en el trabajo. Se oía divertida, emocionada, y sé la respuesta a eso. Conoció a su ídolo. Y creo que será muy afortunada ya que tendrá que lidiar con él cada
  • 37. vez que planee irrumpir en la casa. Me despedí de Madisson, sin antes decirle que hablaríamos en cuanto llegara a casa. Hice unas cuantas paradas en las tiendas donde compraría los materiales necesarios como: Agendas, lapiceros, sellos, un cuaderno de notas, etc. Una vez que tenía todo, emprendí camino hacia la empresa con la mente nublada de esos sucios recuerdos sexuales con Michael. Santa mierda, aún puedo sentir sus manos recorrer mi piel, sus labios en los míos, en mi parte íntima, en mi piel; se sentía tan bien, no había tenido una experiencia como esta, pero sus ojos en los míos fueron más impactantes que otra cosa. Muero por verlo de nuevo, por sentir su calor, su deseo afectar mi sistema... *** Bajé del coche con las bolsas de las compras en mis brazos, cerré la puerta con mi pie y caminé hacia la entrada del edificio. Al entrar me encontré con Rebecca quien hablaba con tres chicas mientras que se preparaban sus tazas de café. Caminé hacia ella y la saludé. Lucía muy bonita, joven y fresca. Yo seguro me veo con cara de recién follada. Ella me sonrió y me semi abrazó, las otras chicas me saludaron haciendo yo lo mismo. — ¿Qué es todo esto? — Dijo Rebecca mirando las bolsas. — Es lo que necesitaré para el trabajo, tu sabes, agendas y todo eso. — Hice una mueca y reí. Rebecca arqueó una ceja y sonrió con picardía. — Tienes tanta suerte, maldita. — Rebecca sonrió — Ya desearía ser yo la asistenta de nuestro guapo, sexy, caliente jefe. — Eh, Katherine... — Voleé y vi a una chica rubia, pecosa, de ojos verdes aceitunados mirarme ligeramente agitada. — Dime... — Le sonreí. Ella lucía nerviosa y preocupada, empecé a preocuparme también. — El Sr. Jackson ordena que suba inmediatamente. — Miró a los lados y susurró — Creo que está enojado... — Gracias, subiré ahora mismo. — Asentí, la chica dio la vuelta y fue a su lugar. Intercambié miradas con las chicas — Creo que ya debo irme, no quiero tener problemas en el primer día de trabajo.
  • 38. — Está bien amiga, nos seguimos viendo. — Rebecca se despidió con la mano, le sonreí a las otras chicas y tomé el ascensor. Con dificultad presioné el botón para subir al último piso, no sé como pude comprar tanto, y tampoco sé por qué estaría enojado conmigo. El elevador se detuvo en el piso ocho, entró un chico de traje. Joder, es guapísimo, cuando me vio me sonrió y se acomodó a mi lado. — ¿A dónde te diriges? — Preguntó con su voz grave, lo miré a los ojos, sus pupilas azules estaban dilatas, sus pestañas eran largas y sus labios eran rosas y carnosos. — Piso diez. — Sonreí y traté de no mirarle, era guapísimo, joder. Claro, Michael es mucho más guapo, pero diablos, éste chico tiene algo que... — Voy al nueve, si deseas puedo ayudarte con las bolsas. — Dijo amablemente, no sabía qué responder, pero la verdad ya me estaba cansando y no me vendría mal un poco de ayuda. — Claro, gracias. — Le sonreí y él hizo lo mismo. —Soy Katherine Ferrer... — Ian murphy. — Se acercó, tomó una bolsa y me ofreció su mano para estrecharla. La tomé. — Mucho gusto. Las puertas se abrieron en el piso diez, caminé dejándolo atrás, salí del elevador con el corazón agitado, ¿estará muy enojado? Sentí a Ian ponerse a mi lado, dimos unos cuantos pasos más y toqué la puerta que solo Michael podría abrir. — Gracias por la ayuda, Ian. — Tomé la bolsa, él me la dio y me sonrió, se despidió y se fue. Toqué el timbre de nuevo, escuché unos pasos acercarse, la puerta se abrió después de unos segundos dejando ver a un Michael realmente serio, se dio la vuelta sin tener planes de ayudarme caminando hacia la sala. Cerré la puerta con el pie y caminé hacia él. Dejé las cosas en los sillones y observé a Michael quien estaba dándome la espalda con las manos metidas en sus bolsillos. Miré su trasero sintiendo la tentación de tocarlo. Sentí una fuerte oleada de calor cubrir todo mi cuerpo, me aventé aire con la mano y me desabroché el saco. — Me dijeron abajo que estabas enojado — Dije rompiendo el silencio. Él se dio la vuelta y me miró, sus labios estaban en una línea recta. Y pensar que esos labios estuvieron sobre mi cuerpo.
  • 39. — No lo estaba. — Dijo casi en un susurro. — Pero ahora si lo estoy, y mucho Katherine. — ¿Y puedo saber por qué? — Pregunté quitándome el saco, sus ojos me recorrieron. — Puedes. — Respondió. — ¿Por qué estás enojado? — Caminé hacia él, cuando estaba por poner una mano sobre su brazo, él se apartó. Respiró hondo, me tomó de la muñeca y caminó hacia su oficina. Lo seguí, abrió la puerta y la cerró detrás de mí. Miré rápidamente al rededor: Un largo escritorio, sillones, cuadros, y cientos de pantallas al fondo. En las pantallas se veía cada zona de la empresa y como en cada una los empleados hacían sus deberes. Cámaras. — Katherine, creo que dejarás de usar esas faldas. — Me soltó y se recargó en su escritorio cruzado de brazos. — ¿Por qué? — Dije sin entender, él se echó a reír y después me miró con seriedad. — He visto como miles de hombres te miraban el trasero mientras que tú tranquilamente estabas hablando con esas chicas... — Dijo mirándome a los ojos. — Y cómo ese idiota del elevador te analizaba perversamente el cuerpo. ¿Pero qué demonios...? Lo miré incrédula. Joder, ¿qué se cree? ¿Mi dueño? ¿Mi novio? ¿Mi esposo? Me carcajeé, no lo puedo creer, ¿cree que porque me hizo sexo oral ya me puede prohibir ciertas cosas? Me reí más, me estaba doblando de la risa. No, no, no, tengo que contarle esto a Madisson. Michael me estaba mirando serio, sus labios estaban en una línea recta, estaba apretando la mandíbula. — Estas exagerando, Jackson — Reí un poco más tranquila, él se apartó del escritorio, caminó de un lado a otro, y luego se acercó a la gran ventana que dejaba ver toda la ciudad. Después de unos cuantos minutos sin decir nada, decidí acercarme a él y abrazarle por atrás. No me gustaba que esté así conmigo, me gusta más cuando sonríe, cuando es tan lindo, tierno... él se tensó un poco al sentirme, sus manos acariciaron con lentitud mis brazos y mis manos.
  • 40. Cerré los ojos dejándome llevar por su toque, por el momento. Apartó mis brazos y se dio vuelta para mirarme, sus largas manos tomaron mi rostro y me miró a los ojos. — ¿Qué voy a hacer contigo? — Se acercó a mi rostro y juntó sus labios contra los míos. Lo abracé y cerré mis ojos sintiendo mi corazón latir con fuerza
  • 41. Capítulo 08 Lo abracé con fuerza, sus manos me sostenían fuerte la cabeza mientras que nuestros labios se movían con pasión. Mi corazón latía fuerte, me sentía como niña de secundaria que besa al chico que le gusta, él me gusta y mucho, no hizo nada más que mirarme y sonreírme de esa forma. Y ahora que lo conozco un poco, sé que es un gran chico. Solo quisiera saber lo que él siente por mi y lo que piensa de mi. Su mano derecha bajó hasta mi cintura, me abrazó y me aferró a su cuerpo; sentí su lengua buscar la mía, empezamos un jugueteo mientras que su mano derecha bajaba hacia mis piernas. Acarició, luego me tomó del muslo y la llevó a su cadera. Podía sentir su erección crecer, calentarse y palpitar, fue imposible no sentirlo y que no me afectara, estaba jadeando, deseando más, sentirlo dentro de mí esta vez. Lo abracé por la nuca, acariciando con mis dedos su cabello y disfrutando de aquél beso apasionado y excitante que me estaba dando. Sus manos subieron mi falda hasta la cintura, me alzó y yo lo abracé con mis piernas. Caminó hacia su escritorio y me sentó sobre el, escuché su respiración, estaba agitado y me besaba con desesperación. Sus labios bajaron hasta mi cuello, hice mi cabeza a un lado para permitirle más acceso, una de sus manos sacó mi blusa de la falda, se introdujo debajo y me desabrochó el sostén hábilmente. Me quitó ambas prendas dejándome desnuda, se mordió el labio y me sonrió pícaramente. Puse mis pequeñas manos en su torso, lo miré a los ojos notando que él me miraba igual, hicimos contacto visual, se acercó y me besó los labios, sus manos acariciaban suavemente mis piernas, entonces, quise tomar el control desabrochándole cada botón de su camisa, y una vez terminando, acaricié su piel, me separé de sus labios acercándome a su torso, empecé a darle besos y a jugar con su cinturón. Michael rió apartándome de él, ¿por qué siempre me aparta cuando voy por esa parte? Lo miré a los ojos preguntándole muchas cosas, él entendió, suspiró y abrió la boca para decir algo. — Aún no es tiempo... — Susurró. Vaya experiencia sexual, decidí acostarme sobre el escritorio cerrando los ojos. ¿Se avergonzará de su tamaño? No creo, tiene tanta seguridad en sí mismo que dudo que sea esa la razón. Además, si insisto pensará que estoy urgida o algo así, pero joder... muero por conocer cómo es tener sexo con este excelente bailarín. Mi piel se erizó cuando sentí sus suaves labios presionar mi piel, abrí los ojos notando a Michael dejando rastros en todo mi cuerpo, sus manos
  • 42. abrieron mis piernas y comenzó a acariciar mi clítoris. — Estás tan mojada... — Cerré los ojos disfrutando de la fantástica sensación, empecé a arquearme, a gemir y a gritar con fuerza... — Vamos, grita, quiero oírte preciosa — Susurró, bajó mis bragas antes de besar mis labios inferiores, su lengua estaba acariciando mi clítoris, se sentí tan bien, puse mis manos en su cabeza y presioné un poco. — Mike... — Gemí — Joder... ¡ah! — Introdujo dos dedos dentro de mí, estaba matándome, quería explotar, no podía respirar... Sus labios se movían gloriosamente, su lengua estaba haciendo un trabajo increíble y sus dedos, oh, sus dedos... ¡sensacional! Estaba atrapada en ese momento, estaba fantaseando, estaba hechizada, estaba alucinando, estaba loca... tanto que no me di cuenta cuando dejó de hacerlo, el sonido de su cinturón y su bragueta me hicieron abrir los ojos de golpe, dios ¿va a suceder? Lo miré, él estaba sonriendo, se puso entre mis piernas, su rostro estaba frente al mío y mirándome a los ojos me preguntó. — ¿Estás lista? — Su voz era grave, ronca, su aliento estaba caliente, su respiración estaba agitada y lucía realmente excitado. Asentí atónita, iba a sentirlo... — Quiero oírlo... — Si... — Dije jadeando, él sonrió y me besó duramente en los labios, sentí la punta de su pene en mi entrada, dejé de respirar, dejé de pensar, dejé de dar señales de vida. Empujó lentamente, sentí cómo me iba llenando, me estaba preguntando en qué momento dejaría de entrar, era tan largo, y cuando se detuvo, su cabeza estaba tocando mis paredes, hasta el fondo. Dejó que me adaptara a su longitud. — Estás volviéndome loco — Cerró los ojos, jadeando. — No sabes cuánto lo estaba deseando, Katherine. Comenzó a moverse. Santo cielo, se siente tan bien, la forma en que se movía era fantástico. Ni siquiera podía abrir los ojos por la enorme satisfacción, tenía la boca abierta, quería gritar su nombre y volverlo loco. Tenía las piernas totalmente abiertas ya que él representaba algo grande para mi pequeño cuerpo, ¿pero sabes qué es lo mejor de todo eso? Que puede llenarme completamente, que puede satisfacerme y bailar conmigo. Solté un gemido cuando Michael aumentó increíblemente rápido la velocidad, una fuerte oleada de excitación y
  • 43. éxtasis me llenó, estaba siendo poseída. Lo atraje más hacia mí y lo abracé para profundizar más, él besó mi cuello mientras que sus caderas se movían gloriosamente. Dios, no pude contenerme y comencé a gritar en su oído. — ¡Michael! — Apreté mis uñas contra su espalda — Joder... Michael... ¡ah! Sus labios subieron besándome apasionadamente en los labios, era el doble de satisfacción, la forma en que disfrutaba tener mi labio en su poder era increíble. Se separó, sus manos me tomaron por la cintura y me cargó, él se sentó en su silla negra de piel, yo estaba sobre él, mirándonos directamente a la cara, sus manos se posicionaron en mis caderas y comenzó a moverse de nuevo. Tomó uno de mis pezones y comenzó a morder y a chupar suavemente. Voy a explotar, me hice hacia atrás, nada más sentía como mi cuerpo subía y bajaba, como su masculinidad rozaba mis paredes, una y otra vez. Se levantó cargándome sin dejar de moverse, sus manos me sostenían fuerte de mi trasero y comenzó a moverme hacia arriba y hacia abajo. Quería ver su rostro, abrí un poco los ojos y vi cómo arrugaba un poco la frente, sus ojos estaban cerrados, podía escuchar su respiración agitada y frenética. No sé qué fue lo que pasó pero sentí algo golpear mi interior, había tocado el punto G... ¡Joder! Empecé a temblar por dentro, Michael aumentó la velocidad, mierda, nuestros gritos sonaron en toda la habitación, estábamos llegando, íbamos a tener un orgasmo juntos. No puedo creer que esté teniendo sexo salvaje con el sexy extraño, con aquél chico de sonrisa envidiable, con aquél que se robó mi aliento y que tanto había deseado verlo. Me acostó en el escritorio, se movió aún más rápido... — ¡Dios! — Grité — Joder... Michael... ¡ahh! Él gruñó, yo gemí, él explotó, yo exploté; ambos llegamos a un orgasmo tan satisfactorio, se dejó caer sobre mí, su pecho subía y bajaba, besó el centro de mis pechos y yo acaricié su largo cabello ondulado. El mejor sexo que haya tenido jamás. Aún dentro de mí, me miró directamente a los ojos. — ¿Sabes qué ha sido eso? — Preguntó él, jadeando, bañado de sudor. Lo analicé, lucia tan caliente, sus labios resultaban una tentación grandísima, toqué con mi dedo índice su sexy labio inferior ahora rojo e hinchado. Sus mejillas estaban rojas, su rizos estaban mojados y sus ojos aún quemaban, aún tenían fuego. — Respóndeme.
  • 44. Sonreí. — ¿Sexo salvaje? — Él rió, su risa era melodía de ángeles, su mano larga apartó mi cabello de la cara y entonces me dio un beso pequeño en los labios. — Aparte. — Me miró a los ojos. — Es un polvo recordatorio. — ¿Un polvo recordatorio? — Pregunté confusa, ¿qué se supone que debo recordar? Él sonrió con picardía, arqueó una ceja, se acercó a mi oído y me susurró. — Eres solamente mía, preciosa. — Comenzó a moverse otra vez — Nadie puede verte de esa forma, nadie debe disfrutar lo que a mí me pertenece. Solo yo. — ¿Me estás tratando de decir que ningún otro hombre debe acercarse a mí? — Pregunté incrédula, no sabía que al tener sexo con este Dios significaba no hacerlo con otros. Bueno, ¿para qué querer otros si con él tengo todo lo que quiero? — Exacto. — Paró de moverse — Y ni tú a ellos, ¿entendido? Asentí. — Si, entiendo. *** Había pasado una hora, me encontraba en mi oficina acomodando mis cosas, leyendo lo que había en cada cajón del archivero. Aún podía sentir sus labios, sus besos, su toque, sus roces, la forma de moverse. Me puse de rodillas para abrir el último cajón, saqué una carpeta, la abrí y comencé a leer. Algo llamó mi atención, saqué otra carpeta y leí, luego otra y otra y otra notando algo que de verdad estaba incomodándome. Aquí está todo sobre las antiguas secretarias-asistentas de Michael, todas son chicas jóvenes y realmente guapas, sexys y calientes. Mi corazón latía muy fuerte, no quería ser descubierta ya que ni siquiera tenía el permiso de leer todo lo que este archivero contenía. Otra cosa que noté de todo esto, es que fueron despedidas por el mismo motivo.
  • 45. — ¿Qué haces? — Pegué un brinco cuando escuché su voz, lo miré, estaba serio y miraba lo que tenía en mis manos. Mi corazón latió con fuerza, me estaba faltando el aire, tenía que salir de aquí. Joder, dejé las carpetas dentro del archivero, cerré, me puse de pie pensando en alguna excusa para salir y tomar aire fresco. Caminé hacia mi escritorio, tomé mi bolso, estaba temblando, luego caminé hacia la puerta. — Tengo que almorzar algo, ¿puedo, sr. Jackson? — Sus ojos me estaban mirando confundidos, sabía que algo me estaba pasando, sabía que sabía sobre sus ex asistentas. Él negó. — Primero responde a mi pregunta. — Dijo con voz ronca, sus ojos estaban sin ese brillo habitual, entré en alerta. Asentí nerviosa. — Quise conocer lo que había en el archivero, no puedo trabajar y no conocer lo que me rodea... — Él tenía una mirada que joder, me estaba dando tanto miedo, quizás estoy siendo paranoica. Venga mujer, ¡tranquilízate! — Está bien. — Me abrió paso. — Mejor vayamos los dos a almorzar, ¿qué dices? Lo miré, sus ojos estaban brillando de nuevo, lucía tan apuesto, me transmitió seguridad; seguro estaba siendo paranoica y dramática, debo leer mejor esos archivos. Asentí y sonreí, él me sonrió con ternura, me enrolló entre sus brazos y me pegó a su cuerpo. Juntó sus labios contra los míos y me besó apasionadamente. — Vamos, señorita Ferrer, lleve su agenda en la mano. — Me guiñó el ojo. Tal vez es para ocultar las apariencias, así pueden pensar que saldremos por trabajo. Le asentí, me di la vuelta y caminé hacia mi escritorio. Sentí su mano pasar por mi trasero, me di la vuelta y lo miré. — Baja tu puta falda. — La señaló con su dedo índice, oh si, quizás deba tener otro polvo recordatorio. Él se dio la vuelta y caminó hacia su oficina. Del cajón de mi escritorio saqué mi agenda, cerré el cajón y salí cerrando la puerta detrás de mí. Michael salió, y me miró la falda... — Contaré hasta cero, si no bajas tu falda hasta entonces, pobre de ti. — Dijo serio pero sus ojos destellaban diversión. ¿Qué iba a hacer? ¿Golpearme? — 3... 2... — ¿Qué harás? — Pregunté, él sonrió malévolamente. Sus dedos
  • 46. marcaban la cuenta regresiva. — 1... — Me señaló la falda. — Katherine, baja. Tu. Puta. Falda. — Ya, ya, ya voy... — Tomé mi falda entre mis manos y la bajé hasta donde se podía, que no era mucho. — Es todo. Joder... — susurré la grosería. — Te escuché. — Me miró divertido — Bien, vamos. Asentí. Caminé hacia la puerta, me sentía tan feliz, no sé cómo explicarlo; Michael abrió la puerta y me dejó salir, él cerró la puerta detrás de él, me tomó por la cintura y me pegó a su cuerpo. Lo miré, él sonrió y leí en sus labios la palabra "Mía", yo negué riendo, caminamos hacia el elevador y entonces Michael apretó el botón. Esperamos un rato, las puertas se abrieron, entramos y él presionó el botón del primer piso. Por primera vez no me sentía incómoda, lo miré por el reflejo del material metálico... Dios, era tan atractivo, su cuerpo varonil era tan, tan, tan delicioso. Mierda. Su rostro era tan bonito, su cabello, sus ojos, sus labios. Dios, bendice a sus padres. Lo miré, él me miró de reojo y sonrió, su mano izquierda me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, me pegó a él, me cargó un poco y me besó. Gemí. Sus labios se movían gloriosamente contra los míos, sentí su erección punzar mi vientre, mi cuerpo se estaba calentando pero en cualquier momento saldríamos de este lugar así que no podrían vernos afectados por el deseo sexual. Me separé. — Espera. — Lo miré, el me bajó. — No creo que sea buena idea... Sonrió. — ¿Regresamos? — ¡Infiernos, si! — Mordí mi labio, él se acercó y me mordió el labio inferior. Detuvo el elevador, apretó el botón del piso 10, me miró con perversidad y entonces supe que terminaría en sillas de ruedas después de terminar nuestro sexo salvaje.
  • 47. Capítulo 09 Michael abrió la puerta del piso mientras que nos besábamos apasionadamente, cuando entramos, cerré la puerta con el pie. Comencé a desabrocharle la camisa, él se deshizo de mi ropa en menos de un minuto; sus labios estaban besándome duramente, estaba sintiendo una fuerte excitación en todo mi ser, sus manos estaban acariciándome en zonas prohibidas, comencé a gemir. Dios. Él me llevó a la sala y me sentó en el sofá. Vi como él se desabrochaba el pantalón, cómo se quitaba su saco y su camisa, cómo bajaba su bragueta y su pantalón. — Ahora te dejaré hacer... lo que has querido hacer veces anteriores. — Su voz sonó ronca y entrecortada. Estaba excitadísimo. Me mordí el labio. Asentí y relamí mis labios, llevé mis manos a sus bóxer y los bajé. Su pene brincó frente a mis ojos. ¡Santo cielo! Es larguísimo y grandísimo. Mordí mi labio y miré a Michael. Me estaba mirando, sus ojos estaban totalmente negros, fundidos, con fuego, deseo y lujuria. Su mano derecha tomó la parte de atrás de mi cabeza y lo atrajo hacia su longitud. Abrí la boca y lo saboreé con mi lengua. Él gruñó. Mordí levemente su glande mientras que con mi lengua rodeaba su grosor, ingresé más adentro su masculinidad y entonces él comenzó a follarme la boca. — ¡Dios! — Gimió él — Lo haces tan bien, hermosa. Tomé su longitud entre una de mis manos y comencé a masajear, lamí la punta de su pene con mi lengua, él gruñía y gemía, dios, lo introduje en mi boca en su totalidad, lo podía sentir en mi garganta; por primera vez le estaba haciendo esto a un hombre, él sabía tan bien, tan exquisito... Michael me jaló del cabello para apartarme, me acostó en el sofá y se puso entre mis piernas, tomó uno de mis senos y lo saboreó, lo mordisqueó. Joder. — Joder... — Grité. Tomó el otro pezón e hizo lo mismo, una de sus manos acariciaba mi clítoris, comencé a mover mis caderas, necesitaba sentirlo. — ¿Te gusta? — Gemí. Subió más mis piernas, podía sentir su erección en mi entrada, tenía la tentación de poner mis manos en su trasero y
  • 48. empujarlo. Él rió. Lo hace a propósito. — Me encanta lo que haces, ahora... fóllame por favor. — Le dije jadeando, él me besó el cuello con ternura. Sus manos se depositaron en mis caderas y entonces sentí su glande entrar. — Solo si prometes ser solo mía. — Movió sus labios en mi cuello, era mi debilidad, lo que tanto me excitaba, mi punto débil. — Lo prometo. — Me sentía en las nubes, mi corazón golpeaba salvajemente mis costillas, mi feminidad palpitaba de tanta puta excitación. Dios... Sentí como dejó entrar toda su gloria dentro de mí, él gruñó, yo grité, entonces, comenzó a moverse, entraba y salía de mi a un ritmo increíble. Así como era un excelente bailarín, es excelente en el sexo. Lo aferré a mi cuerpo, lo abracé con mis piernas y empecé a rasguñar su piel con mis uñas, hice mi cabeza hacia atrás mientras que soltaba gritos y gemidos para nada silenciosos. Me pregunto si los demás pueden oírnos. Michael me tomó fuerte de la cintura, me levantó y entonces él se sentó quedando yo a horcajadas. Comenzó a moverse aún más rápido, mi cuerpo subía y bajaba, tenía mi cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, no podía con tanta excitación, se sentía realmente bien. Joder. — Joder, Kathe... — Gruñó. — ¡Me estás volviendo loco! Aumentó más la velocidad, comencé a brincar considerablemente, sus manos me sostenían fuerte de las caderas, nuestros gritos inundaban la habitación. Una fuerte corriente se alojó en mi ingle, empecé a temblar, entonces, él entraba y salía de mí con una rapidez increíble, estábamos por llegar, por tener nuestro tercer orgasmo en el día. Dios santo. Pude sentir como su pene vibraba, como llegaba su semen a su glande. — ¡Ahh! — Gemimos los dos. — Joder... Dios, Kathe. — Michael... — Dije jadeando. — Eso... estuvo... increíble... Se acostó en el sofá quedando sobre él. Estábamos agotados, su pecho subía y bajaba, sudor recorría nuestras pieles desnudas. Besé su tórax, acosté mi cabeza en su pecho y cerré mis ojos. Sus manos acariciaban mi espalda con movimientos lentos y suaves. Michael aún estaba dentro
  • 49. de mí, se sentía como el cielo. — ¿Aún querrás ir a comer, o estás muy cansada? — Me susurró. Abrí mis ojos y lo miré. Se veía tan hermoso, tan joven y fresco. Negué. — Aún tengo energía, además muero de hambre. — Le di un pequeño beso en su torso desnudo. — ¿Tú no? — Estoy muy hambriento. — Sonrió. Me subió más hasta que llegué su rostro, me besó en los labios y comenzó a moverse lentamente. — No logro saciarme... lo haces tan bien. Gemí. — ¿Qué tal si vamos a comer algo y después hacemos lo que quieras? — Hice círculos con mi dedo índice en su torso. Él se mordió el labio. — Está bien. — Comenzó a reír, me abrazó y me dio vuelta quedando él sobre mí. Siguió moviéndose y depositó un beso en mi cuello. Reí. Salió de mí. — Vístete. *** Iba con mi agenda en mi mano, Michael caminaba a mi lado tan galante, me puse nerviosa ya que nos encontrábamos en el primer piso caminando hacia la salida mientras que la mayoría de las miradas nos seguían el paso. Era como si todos supieran lo que había pasado, traté de no pensar eso, pero estuve gritando tan fuerte que dudo que no hayan escuchado. Creo que será mejor no hacer -eso- mientras trabajo. Cruzamos las puertas, Michael me miró. — Iremos en mi auto. — Puso su mano izquierda en mi espalda. Mordí mi labio. Su simple toque me afecta tanto. Nos acercamos a su auto, él introdujo su llave y abrió la puerta del co-piloto. Entré, cerró, rodeó el auto y entró al asiento del conductor. Abrí mi agenda y escribí en la parte de atrás unas frases que me estaban persiguiendo. Michael comenzó a conducir, y entonces sentí su mano cálida en mi pierna, lo miré. — Hermosa, marca este número e indícales que llegaré en media hora — Me dio un pedazo de papel — Y que cierren el lugar.
  • 50. — Está bien. — Saqué mi teléfono y empecé a teclear el número, marqué. — Buenas tardes, soy Katherine Ferrer, asistenta de Michael Jackson... Si, exactamente eso, llegaremos en media hora y de verdad necesitamos que cierren el lugar temporalmente. Claro, hasta pronto. Colgué y dejé escapar el aire que había retenido. Hacer eso fue tan difícil, y más con Michael aquí. Lo miré, estaba sonriendo, no quise ni preguntar por qué; Comencé a escribir un mensaje para Madisson. "Estoy ahora mismo con el sexy extraño, iremos a comer... y no precisamente por trabajo " Minuto después respondió: "¡Eres una puta con suerte!, mierda, te envidio.", reí, "¡Lo sé! *-*"l — ¿Qué te causa tanta gracia? — Preguntó él. — ¿Tengo algo que ver? Me sonrojé. — No, para nada. Condujo en silencio, yo miraba por la ventana mordiéndome el labio inferior, por mi mente pasaban todos esos momentos de sexo en un solo puto día, joder. ¿Debo mencionar que es malditamente excelente? Pasaron los minutos cuando empecé a notar que Michael bajaba la velocidad. — Bueno, llegamos. — Se estacionó y apagó el motor. Abrió su puerta, salió y rodeó el auto para abrirme la puerta. Salí. Caminamos hacia la entrada del Restaurante, un personal abrió la puerta para nosotros y cuando entramos, había un poco de gente. Un señor de traje se acercó a nosotros saludando amablemente a Michael. — Hey, amigo, ¿cómo estás? — Se saludaron de abrazo, miré al rededor, era súper elegante. — ¿Y quién es esta bella dama? — Ambos me miraron, miré a Michael quién me sonrió. — Ella es Katherine Ferrer, mi asistenta personal, pero mi amiga también. — Mucho gusto Katherine, ¿eras tú quien llamó? — El gusto es mío... — Estreché mi mano con la de él. — Si, era yo.
  • 51. Sonrió. — Síganme. Realmente no quise entrar en detalles, fue un poco incómodo. Llegamos a la mesa, Michael apartó un poco la silla para que me sentara y luego me acomodó, se sentó frente a mí y entonces llegó un mesero con dos menús. Después de ordenar la comida, comenzamos a platicar. — Cuéntame de ti, hermosa. — Me miró con una sonrisa — Solo sé que te gusta "Girls Just Want To Have Fun", que vives con tu amiga... y que trabajas para mí. Reí. — Me gradué de la Universidad UCLA hace unos meses, estuve trabajando con Madisson en su trabajo en lo que buscaba empleo de acuerdo a mi profesión. — ¿Y por qué vives con tu amiga? — Se veía realmente interesado, respiré hondo, no sabía si decirle pero él me inspiraba confianza. — Antes de mudarme con ella, vivía con el que era mi novio, sucedieron cosas que hicieron que rompiéramos... — El mesero llegó con los platillos, los coloco en la mesa y luego otro mesero llegó con las bebidas, retirándose. — Fue duro para mí, no tenía a donde ir así que fui con ella, desde entonces hemos compartido la casa. — Me alegra que te haya recibido, pero, ¿te sientes mejor? — Tomó su vaso y bebió. Lo miré haciendo contacto visual. — Ahora lo estoy, gracias. — Vaya, vaya, vaya... — Michael y yo nos giramos a ver; dejé de respirar pero mi corazón comenzó a latir salvajemente. ¿Qué hace aquí? Miré a Michael de reojo, quien miraba a la otra persona con intriga pero había algo en su mirada, algo que me daba miedo...
  • 52. Capítulo 10 Esta mañana fue increíble, exquisita, maravillosa, y en la oficina... súper increíble, tu sabes, la octava maravilla; pero no creí que el día se arruinara con su presencia. Matt estaba al lado de mí, con los brazos cruzados y con una mirada de "mira-lo-que-me-encontré". Decidí ignorarlo, mirar a Michael y seguir como si nada, pero Michael estaba mirándolo como si supiera toda la historia entre Matt y yo, como si supiera quién es él. Aclaré mi garganta intentando atraer su atención. Él me miró preguntándome muchas cosas. — Pero si es mi Katherine... — Matt hizo énfasis en la palabra "mi", la mirada de Michael se profundizó. — ¿Quién eres? — Preguntó Michael. Quería que la tierra me tragara, joder... lárgate Matt. — Matt Walker, novio de esta hermosa chica... — Matt lo observó detenidamente. — Y tu eres... ¿Michel...? — Es Michael... Michael Jackson. — Michael nos miró rápidamente — Así que... ¿eres su novio? — Si, desde hace tiempo. — Puso una mano en mi hombro pero lo moví para quitar su mano. — Supongo que eres su jefe. — Si... — Me miró. — Solo eso. De hecho, estamos hablando sobre un tema de trabajo y aunque suene mal, estás distrayéndonos. — Oh, lo siento — Sonó ¿apenado? — Kathe y yo hemos tenido problemas, nos dimos un poco de espacio y de verdad quisiera hablar con ella. — Claro, toma asiento. — Le indicó un asiento vacío — Yo iré al servicio un momento... Michael se puso de pie, lo seguí con la mirada y suspiré en mi mente. Lucía realmente atractivo: Alto, espalda ancha, un trasero increíble, su cabello largo y lacio, esa ropa lo hacía lucir increíble y cuando desapareció por un pasillo, tomé mi tenedor y comencé a comer, ignorando su presencia.