La danza clásica occidental tiene tres pilares fundamentales en su desarrollo histórico: lo clásico, que se inspira en la antigüedad griega y romana buscando universalidad y atemporalidad; la racionalidad estética del siglo XVII que ve al cuerpo como una máquina racional; y el cristianismo romántico del siglo XIX que busca lo sublime y la espiritualidad a través de la belleza formal y la huida de la gravedad, como el uso de zapatillas de punta.