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El Arte como
Propaganda.
La visión heroica del Imperio
Napoleónico en la pintura
neoclásica.
Baños Selas, Uxía - B1 - 2012-2013.
Índice
 Introducción…………………………………………………………………………………………1
 Capítulos
1. Contexto histórico……………………………………………………………………………...2
2. Contexto artístico………………………………………………………………………………3
3. Jean-Gros en relación al contexto artístico…………………………………………………4
4. Estilo pictórico y conceptual del autor……………………………………………………….5
5. Estudio: Napoleón en el puente de Arcole………………………………………………….7
6. Estudio: La batalla de Abukir…………………………………………………………………7
7. Estudio: Napoleón en Eylau…………………………………………………………………..8
8. Estudio: Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa……………………………………9
9. Repercusión de la obra de Jean-Gros……………………………………………………...10
 Conclusión del alumno……………………………………………………………………………10
 Relación de figuras………………………………………………………………………………..12
 Bibliografía y Webgrafía…………………………………………………………………………..13
1
Introducción
"La actitud ociosa de un ejército es su más seguro camino hacia la derrota."
Esta famosa cita del emperador Napoleón I Bonaparte de Francia es capaz de mostrarnos que, a la
hora de jugar a la guerra, él nunca dejaba nada a la ligera. Su agresiva actitud en el campo de
batalla era extrapolable a todos los aspectos de su vida, incluyendo a sus allegados y súbditos, y
disfrutaba sintiéndose temido por los que le rodeaban. Cabe por tanto esperar que en el ámbito
propagandístico de su imperio él se movía también con pies de plomo, procurando transmitir esa
imagen de grandeza de su persona a través del arte, a mayores de sus crueles actos.
En este trabajo que se nos plantea abordaremos este preciso tema de la propaganda pictórica del
Imperio Napoleónico, centrándonos en su contexto artístico. La época cultural que nos enmarcará
en todo momento será el mundo de la Ilustración, posterior al Barroco y anterior al Romanticismo,
enmarcado en los años que duró el primer Imperio Francés (1804 - 1813). En primer lugar
contextualizaremos la época, con sus características históricas y artísticas, para posteriormente
meternos de lleno en el autor del cual tenemos que estudiar sus obras: Antoine Jean- Gros.
Sobre este autor, el cual ocupará el grueso de nuestro trabajo, contextualizaremos su arte y su
formación. Al ser el mayor exponente de la figura propagandística Napoleónica, aun rivalizando con
la figura de su maestro, analizaremos las características de su pintura y realizaremos un recorrido
formal y conceptual por la mayor parte de su trabajo, para luego estudiar algunas de sus obras.
Una vez realizado este recorrido, se enumeraran las repercusiones de la obra del autor, y se
concluirá el trabajo con una breve conclusión sobre lo plasmado ya anteriormente, reelaborando
una serie de conclusiones personales extrapolables a la obra de Jean-Gros concretamente, y más
globalmente a la propia pintura napoleónica en general.
Con esto trataremos de demostrar nuestros conocimientos y estudio a lo largo del periodo de
preparación del tema a redactar, para así entender la conquista del género propagandístico
pictórico, no en la actualidad, en la era multimedia de la comunicación, sino ya en el siglo XIX
durante el primer Imperio francés.
2
1.Contexto histórico
Si tuviéramos que explicar el motivo del nacimiento del movimiento Neoclásico, la palabra sería
‘Ilustración’. El origen de esta corriente de pensamiento data de finales del siglo XVII, en Francia,
aunque su influencia fue tal que su expansión al resto de Europa no fue un problema, afincándose
en mayor o menor medida en todos los países, y especialmente también en Inglaterra. Las bases
de esta corriente eran, entre otras, la erradicación del pensamiento dogmático de las creencias
religiosas, la soberanía de la razón humana sobre todas las cosas y la educación como
herramienta para adoctrinar al pueblo y trasmitir las ideas ilustradas. En Francia, por ejemplo,
burgueses y aristócratas tales como Voltaire, Diderot, D’ Alembert, Montesquieu y Rousseau
llevaron a cabo grandes aportaciones tales como la redacción de la enciclopedia, la creación de la
Academia y la difusión de ideas propias de este movimiento, como la tolerancia, la igualdad, el
escepticismo religioso y la confianza ilimitada en el progreso, a través de numerosos escritos.
Si bien en los más tiernos inicios de la Ilustración el régimen que imperaba en Europa era la
monarquía absoluta, con la llegada de la Revolución Francesa, resultado de las ideas políticas de
esta corriente de pensamiento, los anteriores esquemas políticos se pondrán en tela de juicio. El
último monarca de la dinastía borbónica que reinaba en Francia, Luis XVI, será derrocado y
guillotinado junto con su familia y
toda una larga lista de aristócratas
por gente del propio vulgo en 1789,
fecha que también marca el
comienzo de la época
Contemporánea. Las ideas de la
Ilustración desembocarán en un
profundo cambio social e ideológico
en Francia, cuyas consecuencias
inmediatas traerán una serie de
gobiernos precarios de escasa
duración, y la época de la 1ª
República, donde se conseguirán adelantos políticos tales como la redacción de una constitución,
la separación de poderes y el sufragio censitario. Sin embargo, la sociedad democrática dará un
paso atrás con el golpe de Estado y la subida al poder Napoleón Bonaparte, lo cual dará comienzo
a la época del primer imperio francés, el Imperio Napoleónico.
Quince años se mantuvo Napoleón en el poder antes de ser vencido por los ingleses en la batalla
de Waterloo. Sin embargo, fue tiempo más que suficiente para convertirse en un personaje
Ilustración 1
3
histórico de gran relevancia. Su admiración por la época romana, y más especialmente por la figura
de Julio César, incrementó aún más si cabe su deseo de convertir Francia en una potencia magna
como lo fue Roma en el pasado, y transformar a su propia corte en una corte romana. No es de
extrañar por tanto que se empapara de las corrientes neoclásicas para conseguir su objetivo.
2. Contexto artístico
La corriente artística ilustrada es el denominado Neoclasicismo, cuya entrada en vigor se produce a
mediados del siglo XVIII y se mantendrá en vigencia hasta el primer tercio del siglo XIX. Esta
corriente obviará la influencia religiosa y se remontará a los años anteriores al cristianismo. Esto
conlleva, como en la época renacentista, a un claro retorno a las influencias de la antigüedad
clásica: el arte romano en general, y más particularmente las fuentes de las cuales había bebido
este imperio, que eran mayormente griegas, pero también
etruscas, egipcias y de diversos países de Oriente próximo.
Las causas de este cambio en las tendencias artísticas
tienen como factor determinante el comienzo de los
hallazgos arqueológicos propios de la época clásica, y más
concretamente el de las ciudades de Herculano y Pompeya
en el reino de Nápoles. Esto provocará en los artistas la
urgente necesidad de atraer la atención del público a través
del nostálgico poder de las ruinas, como se puede apreciar
en los grabados de Giovanni Battista Piranesi. Sin
embargo, la vuelta al clasicismo en la pintura poseía el
inconveniente de las pocas obras registradas de aquellas
épocas. El ideal del pintor pasó a tener el mismo ideal de
belleza que la escultura clásica.
El autor sobre el cual versará nuestro trabajo, Antoine Jean-Gros (16 de marzo de 1771 - 25 de
junio de 1835), fue un destacado pintor francés de la época neoclásica. Su padre era pintor, y estas
raíces le inculcaron desde bien pequeño el amor por las artes, y eso le llevó por voluntad propia a
volverse discípulo del gran pintor neoclásico francés Jacques Louis David, quien se convertiría en
íntimo amigo suyo. Muertos sus padres, su único sustento fue la pintura, trabajando por
recomendación en la escuela de bellas artes de París. Elevado a la nobleza por Luis Felipe, se le
conocerá más en adelante como barón Gros. El estallido de la Revolución francesa le llevó a pasar
una temporada en Italia, y a su vuelta encontró por fin la que sería su gran dedicación: residir como
pintor de cámara de la corte de Napoleón Bonaparte. El hecho de que este emperador quisiera
Ilustración 2
4
empapar de naturalidad las pinturas y retratos de las cuales era él el protagonista le llevó a hacerse
acompañar de artistas para que presenciaran sus batallas y se documentaran de primera mano en
el campo de batalla. Así, Jean Gros se convierte en uno de los primeros pintores que es además
cronista de guerra, lo cual se verá reflejado en algunos de sus cuadros más conocidos. Su postura
a caballo entre el propio neoclasicismo y el próximo romanticismo le llevaron a ser un
incomprendido de su época, así como un precursor de los próximos estilos artísticos, y fue esta
incomprensión la cual le llevó a su tumba. Serán las malas críticas referentes a su obra el motivo el
cual llevará a este pintor a suicidarse en el Sena a la edad de 65 años.
3. Jean-Gros en relación al contexto artístico.
Se hace patente que Jean-Gros es el único autor entre los de su tiempo en el cual casi la totalidad
de su obra reconocida abarca exclusivamente cuadros de propaganda napoleónica, sin llegar a
destacar en otros estilos. Su mentor, Jacques Louis David (1748-1825), el cual fue pintor de la
corte de Napoleón también, fue un autor mucho más maduro en muchos aspectos de su obra. En
contraste con Jean Gros, cuyas obras poseían ya un deje Romántico tanto en su temática e
interpretación como en las técnicas que utilizaba, su mentor es un puro hombre del Neoclasicismo.
Incluso sus primeros cuadros de temáticas cristianas ya contaban con características neoclásicas
tales como los cánones de belleza a seguir, el estilo del color y de los ropajes. A falta de modelos
de pintura greocorromana, se inspirará en los relieves, de los cuales tomará la simetría y la falta de
profundidad. Es un experto en la reproducción históricamente precisa de los detalles, lo cual lleva a
la gente que aprecia su pintura a revivir con vivacidad épocas pasadas. Su verdadera ruptura con
la estética barroca se aprecia en el cuadro ‘El juramento de los Horacios’, si bien también otros
cuadros le traerán la fama, como ‘Las sabinas’ o ‘Madame Récamier’. Como pintor de cámara de
Napoleón, sus dos obras más significativas son ‘Bonaparte cruzando los Alpes’ y ‘La coronación
de Napoleón’. Logró envanecer en grado sumo a Napoleón, el cual le otorgó el mandato sobre las
artes durante su gobierno.
François-Pascal Simon Gérard (1770-1837), también discípulo de Louis David y principal rival de
Jean-Gros, se decantará más en su pintura por los temas clásicos, tales como su pintura ‘Amor y
Psique’. Será un autor calificado como “de línea blanda”, el cual buscaba maximizar el esteticismo
en los cuadros por encima del rigor compositivo, y buscará acercarse cada vez más al ideal de
belleza humano. Sus cuadros pasarán a ser realidades intangibles. Esto también se hace visible en
las pinturas que le hizo al emperador Napoleón, las cuales son en su mayoría retratos, discrepando
con la tendencia de Jean-Gros de representar escenas bélicas o históricas. No olvidemos que
Jean-Gros sólo pintó un retrato de importancia para el emperador, y fue el primer encargo que este
5
le hizo: el cuadro “Napoleón en el puente de Arcole”. Los retratos de este autor concuerdan más
en su visión del mundo estático, en el cual lo único que realmente se buscaba que fuese duradero
era la belleza humana. Esto contribuía a enaltecer la vanidad de Napoleón sólo en el ámbito
personal, pues lo que él buscaba más que verse reflejado en cuadros donde su belleza era fingida,
prefería recurrir a obras en las cuales rememorase y diese a conocer al público sus numerosas y
victoriosas campañas militares. Esto y no otra cosa hacen de Jean-Gros el pintor propagandístico
Napoleónico por antonomasia.
4. Estilo pictórico y conceptual del autor.
Gros no transmitió la frialdad clasicista de la cual
hacía gala su maestro, sino que dio un paso más.
En su concepción dinámica no existe la mínima huella
neoclásica de David, pues aunque a pesar de que se
compromete a respetar la herencia que este le deja,
no puede ocultar sus tendencias puramente
románticas, estilo al cual él dará impulso. El
Romanticismo francés pasa ineludiblemente por
Jean-Gros. Sufrirá pues el hecho de estar entre dos
corrientes opuestas pero paralelas en el tiempo; entre
las nuevas tendencias románticas y el desfasado neoclasicismo, ya llevado a su máxima expresión
por Ingres. Esto desembocará en el pluralismo estilístico de finales del XIX, con los comienzos del
eclecticismo, los neoclasicismos y el impresionismo.
Para desgracia del autor, todo lo que el pinte de tema grandioso o heroico, siguiendo las temáticas
de su mentor, será hueco y falto de originalidad. De ahí que esta parte de las obras del autor hayan
sido enterradas hace ya mucho tiempo. Como ejemplo de
esto están las pinturas que Jean Gros ejecutó para adornar la
cúpula del Panteón de París, las cuales se abolieron con la
Restauración.
En cambio, el destino resarció a este autor al provocar su
encuentro con el emperador, pues se vio obligado a pintar
hechos históricos cruciales, lo cual será un buen camino para
su pintura. Gros viajará documentando estos hechos, y será
testigo de la realidad de un mundo completamente dinámico,
Ilustración 3
Ilustración 4
6
y no estético, como le había enseñado su maestro. Los cuadros de Jean Gros de esta época son
de una tendencia artística gesticulante y declamatoria, más que puramente estéticos. Napoleón se
representará lleno de brío, pero elegante y cauto, cosa que agradará profundamente al emperador.
Otra de las grandes influencias de Jean-Gros sin duda fue Pedro Pablo Rubens, un autor del siglo
XVII de la escuela flamenca. Será en gran medida el elemento rubeciano lo que le traerá la fama a
Jean Gros. De él extraerá el colorismo y los movimientos violentos, los cuales sabrá aplicar tanto a
figuras aisladas importantes como a los grupos de personajes secundarios de sus obras. Uno de
los elementos de sus cuadros que definen bien estas características son los caballos agitados que
aparecen en la mayoría de sus obras. El pintor Ferdinand-Victor-Eugène Delacroix, coetáneo
francés y profundo admirador suyo, los describía de esta forma:
[…] “…en carácter y ejecución los caballos de Gros son completamente distintos de lo que los
pintores habían hecho en este género hasta entonces. Es cierto que Rubens le había precedido
con su audacia en dar vida y brío a sus nobles animales… pero les falta la nobleza, incluso podría
decirse que la pasión, de los de Gros. Estos, como sus jinetes, parecen exhalar amor al peligro y a
la gloriosa aventura. En estas refriegas poéticas se les ve encabritarse, morder, relinchar,
acometerse de frente; las crines, relucientes y trenzadas, brillan bajo el más resplandeciente de los
soles, entre el polvo de la batalla, y todavía se admira la sabiduría con que el pintor los ha dibujado
y la belleza de sus proporciones. Esta inusitada combinación de fuerza y elegancia es sin duda
alguna la cima del arte.”
Así se pueden explicar la frescura y viveza del
color, así como la forma y el movimiento que
adquieren los cuadros sobre batallas. Cuadros
menores del autor como ‘Batalla en las pirámides’,
‘La rendición de Madrid’ y ‘Entrevista a dos
emperadores’ también gozarán de estas
características.
Jean Gros no será un pintor realista (al menos en el sentido moderno del término), pero tampoco
un copista de batallas, como podría haber sido Van der Meulen en el siglo XVII por ejemplo.
Algunos de los autores con los cuales se le compara en cuanto a la temática de batallas serán
Salvatore Rosa, Il Borgognone, y más concretamente con la obra “Batalla de Constantino” de Giulio
Romano, aunque al propio Gros más bien le disgustaban los tonos oscuros de esta obra.
Ilustración 5
7
5. Estudio: Napoleón en el puente de Arcole.
Este cuadro será el preludio de los cuadros heroicos de Gros. Se trata del boceto de un joven
general Bonaparte dirigiendo a sus tropas
sobre el puente de Arcole.
En comparación con su maestro, Jean-
Gros es más bien un retratista pobre en
cuanto a concepto. Al compararlo con la
obra ‘Napoleón cruzando los Alpes’, un
retrato muy famoso del emperador hecho
por Jacques Louis David, queda patente
que a pesar de la monumentalidad del
lienzo de la obra de Jean Gros, sigue
siendo fría. Gros se centra en representar
el dinamismo del ser humano: el rostro de bello corte, el cabello al viento, el torso girado. Por tanto,
descuida el hecho de plasmar la propia personalidad de la persona retratada, cosa que David
consigue.
Sin embargo, esta obra con respecto a cualquiera de su mentor gana mucho en el tema del
colorido. La viveza de las tonalidades se convirtió en una gran innovación desde que el cuadro fue
expuesto.
6. Estudio: La batalla de Abukir.
Este será el primer gran cuadro de batallas que
ejecute Jean-Gros, y preludio de las grandes
obras que vendrán después. En el centro de la
composición se encuentra el oficial Murat a
caballo, junto con un joven caudillo árabe que
blande una cimitarra. A ambos lados hay una gran
confusión de personas, caballos y cadáveres,
representados con pleno colorismo. Sin embargo,
no existe ningún intento de contención por parte
del autor, el cual aún necesita muchas obras para estilizar y mejorar su técnica.
Ilustración 6. Ilustración 7.
Ilustración 8.
8
7. Estudio: Napoleón en Eylau.
El 8 de febrero de 1807, Napoleón se
enfrentará en la localidad de Eylau, en
Polonia, contra las tropas rusas comandadas
por el comandante Benigssen. El emperador,
que ya había probado las fuerzas de su
armada en la Batalla de Austerlitz (1805) y en
la de Jean- Auerstädt (1806) consigue en la
de Eylau, tras dos días de ardua batalla, la
retirada rusa, con la victoria y el honor que
eso supone. Esta convierte a Eylau un tema
perfecto de propaganda napoleónica.
Al perseguir la obra fines publicitarios, al autor le resulta imposible separar la visión ética y artística
en orden de contar los sangrientos acontecimientos que tienen lugar. Desde una visión cruel,
aparecen en este cuadro dos figuras antagónicas que se superponen e intentan ganar
protagonismo a partes iguales: una es la figura del emperador, dotada de un ‘pathos’ heroico,
situada en el centro del cuadro ligeramente a la izquierda, el cual aparece de forma regia y
victoriosa abriéndose paso a través del cruel campo de batalla. Vestido con ropas invernales de
estilo imperio, centro su acción hacia el exterior del cuadro dando órdenes a sus tropas de cesar el
enfrentamiento, pues la batalla está ganada. Bendice a su ejército mientras la característica figura
de un viejo soldado besa sus pies, mostrando la humanidad del vencedor. A la hora de convocar el
concurso de esta pintura, el emperador afirmó que se debía presentar el momento exacto en el que
él mismo recitaba la frase: “Si todos los reyes de la tierra pudieran contemplar esta escena,
moderarían su ambición de guerras y conquistas.”
La otra figura a destacar en este cuadro son los muertos. Es inevitable que atraigan la vista del
espectador al estar situados en primer plano, oscureciendo la obra de paisaje invernal. Los rasgos
de estos aparecen abocetados y casi invisibles, condescendencia del artista que contribuye a
decrecer el pavor que crean estas figuras y a contraponerlas aún más con la figura del emperador,
cuyos rasgos son claros, jóvenes y llenos de vida. Los muertos se confunden con las siluetas de
los vivos, ofreciendo una imagen macabra. Otra figura a destacar es la del barón Percy, cirujano
jefe de la armada francesa, a la izquierda sosteniendo un oficial enemigo que alza su brazo en
señal de clemencia.
El hecho de la batalla no se muestra en un conjunto caótico de figuras, sino en personajes bien
individualizados como promueve el principio de individualismo del clasicismo. Se ha rechazado el
Ilustración 9.
9
ideal de equilibrio formal, logrando representar hechos bélicos de forma convincente. El efecto es
tan apabullante que el cuadro consigue el efecto sobrecogedor de identificarte con la pintura,
transmitiéndote una sensación de pavor y de respeto ante la gloriosa figura del emperador de
Francia.
8. Estudio: Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa.
Este cuadro se trata de una de las obras más famosas de Jean Gros, y de las pocas cuya fama
aún perdura. La obra retrata al emperador visitando a los apestados por la peste y tocando las
llagas de una víctima. La obra al principio se proyectó para ser dibujada en la sala del hospital,
representada de una forma más objetiva. Pero la necesidad teatral de Gros le llevó a enmarcarlo
todo en una escena más romántica. Por ello se escogió como escenario final la arcada ojival del
patio en un claustro gótico, a través del cual entrevemos la ciudad que se esconde detrás. Siendo
sólo posible esta decoración a través de descripciones
textuales descritas con mucha exactitud, esta
representación no dejaba de ser algo completamente
inusual en un alumno de David, detallándose ahora la
amplitud del espacio y la concurrencia natural de figuras.
La representación pictórica de la peste era un viejo
motivo del cual existían muchos ejemplos, ya que se
dibujaba con frecuencia a San Carlos Borromeo y a San
Roque, patrones de la peste. Con Gros, Napoleón se
erige como una figura novedosa, impasible e
imperturbable ante las calamidades. Como el gesto de la duda de Santo Tomás, toca la llaga del
enfermo. Gros sustituye a la típica madre moribunda de la esquina del cuadro de estas
composiciones por de la un médico, afectado también, que sostiene en brazos a un moribundo.
La combinación y el efecto que surte este cuadro al principio es de asombro y excitación, aunque el
gran colorido del cuadro actualmente es difícil de apreciar. En la presentación de la obra, el propio
David alabó la obra del alumno sin mostrar envidia. Tras enmarcar el cuadro con una corona de
laurel, se celebró un banquete en honor del pintor. Jean-Gros se encontraba, por tanto, en la
cumbre de su fama.
Ilustración 10.
10
9. Repercusión de la obra de Jean Gros
A pesar de tratarse Jean-Gros de un autor mayormente polémico, incluso entre sus coetáneos, que
tenían opiniones de lo más variado en cuanto a sus obras, la huella de este autor en la historia del
arte es innegable.
Históricamente su aportación radica en la narración de las epopeyas napoleónicas a través de su
pintura. A pesar de la visión aproximada y, como ya hemos dicho, propagandística del autor, sí que
podemos conocer muchos datos que sus cuadros nos insinúan, así como acercarnos al psique y a
las tácticas del emperador. Su labor sería comparable a la de cualquier historicista, pero con un
valor añadido, que es el que nos da su propia visión personal y que inevitablemente empaña su
pintura.
A nivel de obras de arte, Gros destaca por ser la llave de entrada al romanticismo: el primer autor
que fue capaz de romper con los ideales davinianos clasicistas y redescubrir las aptitudes
rubencianas y pasionales del siguiente estilo. Autores posteriores como Gericault y el ya nombrado
Delacroix serán sólo algunos de los que buscarán inspiración en su obra. De hecho, muchos
afirman que para comprender en su totalidad la obra de Jean-Gros debemos verle con los ojos de
Delacroix, quien a pesar de ser su rival artístico, supo ver las virtudes que escondían sus cuadros y
escribió en 1840 un ensayo en el cual sólo poseía alabanzas para el autor. Elogios conmovedores
que quizá sean uno de los motivos por los que en la actualidad Jean-Gros se haya hecho eco en
los libros de historia.
Conclusión del alumno.
A juicio personal, creo que es evidente que el pintor Jean-Gros no deja de ser una figura menor
dentro de la historia del arte. Es triste decir que pocos autores que no hayan tenido un estilo
claramente definido han conseguido triunfar del todo.
En el caso de Jean-Gros, sus ideas adelantadas al estilo pictórico del momento ayudarán a las
posteriores generaciones, pero serán incapaces de darle el impulso necesario al propio autor.
Encasillado en una sola temática, en cuanto Jean-Gros abandonaba el marco napoleónico sus
deficiencias se hacían patentes y dejaban entrever sus puntos más débiles. Esta y no otra será,
además, la causa de su declive y posterior muerte.
11
Jean-Gros representa uno de los muchos tránsitos que se producen a lo largo de la historia del
arte: el cambio de los estilos fríos a los pasionales, de los academicistas a los más puramente
artísticos y personales. Siendo estas dos posiciones antagónicas, que se vienen alternando (y se
alternarán) a lo largo de la propia historia del arte, el nadar entre dos aguas es siempre una opción
desfavorable.
A pesar de esta disyuntiva, cuando echamos la vista atrás y apreciamos la obra de este polémico
autor, podemos aprender más de lo que creemos. Debemos mirarle con los mismos ojos con los
que le apreciaron los posteriores artistas como Delacroix, y saber distinguir los aspectos en los que
de verdad destacaba como pintor. Los sentimientos que provocan en nosotros sus pinturas a través
de la figura del emperador, y de la muerte o el caos que le rodea, no son mentira.
Ahí es donde reside el verdadero genio.
12
Relacion de figuras
 Ilustración 1. DAVID, Jacques Louis: ‘La coronación de Napoleón’. Óleo sobre lienzo. 667
cm × 990 cm, 1807. Museo del Louvre, París.
 Ilustración 2. GERARD, François: ‘Retrato del pintor Jean-Gros’, 1790.
 Ilustración 3. JEAN-GROS, Antoine: ‘La rendición de Madrid’. Óleo sobre lienzo, 1808.
Musée National des Châteaux, Versalles.
 Ilustración 4. JEAN-GROS, Antoine: ‘Entrevista a dos emperadores.’ Óleo sobre lienzo,
1805. Musée National des Châteaux, Versalles.
 Ilustración 5. JEAN-GROS, Antoine: ‘Batalla en las pirámides’. Óleo sobre lienzo. 389 x
311 cm, 1810. Musée National des Châteaux, Versalles.
 Ilustración 6. JEAN-GROS, Antoine: ‘Napoleón sobre el puente de Arcole’. Óleo sobre
lienzo, 417x354 cm, 1824. Museo Louvre, París.
 Ilustración 7. DAVID, Jacques Louis: ‘Napoleón cruzando los Alpes’. Óleo sobre lienzo.
260x221 cm, 1800. Palacio de Charlottenburg, Berlín.
 Ilustración 8. JEAN-GROS, Antoine: ‘La batalla de Abukir’. Óleo sobre lienzo, 578 x 968
cm, 1806. Musée National des Châteaux, Versalles.
 Ilustración 9. JEAN-GROS, Antoine: ‘La batalla de Eylau’. Óleo sobre lienzo, 533 x 800 cm,
1807-1808. Museo del Louvre, París.
 Ilustración 10. JEAN-GROS, Antoine: ‘Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa’. Óleo
sobre lienzo, 523 x 715 cm, 1804. Museo del Louvre, París.
13
Bibliografía
 NOVOTNY, Fritz: Pintura y escultura en Europa 1780-1880. Cátedra, Madrid, 1978. (pág. 41
a 58)
 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Historia del arte. Madrid, Gredos, 1986.(pág. 406 a410)
 CIRICI PELLICER, A.: La pintura francesa del siglo XIX. Editorial Amaltea, Barcelona, 1947.
(pág. 22 a 31)
 Neoclasicismo y romanticismo: arquitectura, escultura, pintura, dibujo (1750-1848).
Könemann, Barcelona, 2006. (pág. 379 a 382)
 FRIEDLAENDER, Walter: De David a Delacroix. Editorial Alianza, Madrid, 1989. (pág.15 a
69)
 HONOUR, Hugh: Neoclasicismo. Xarait, Madrid, 1992.
 MORALES Y MARÍN, José Luis: Rococó y neoclasicismo. Espasa Calpe, Madrid, 2002.
(pág. 305 a 323)
 SCHAMA, Simon: El poder del arte. Crítica, Barcelona, 2007.
Webgrafía
 Programa virtual de Historia del Arte:
http://www.udc.es/dep/com/castellano/arte_virtual/indice_arte.html
 Liceus: El Neoclasimismo como expresión pictórica: http://www.liceus.com/cgi-
bin/aco/ar/05/05415.asp
 Spanish Arts: Antoine Jean-Gros:
http://www.spanisharts.com/history/del_neoclasic_romant/romant_gros.html

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Antoine Jean-Gros (pintura napoleónica).

  • 1. El Arte como Propaganda. La visión heroica del Imperio Napoleónico en la pintura neoclásica. Baños Selas, Uxía - B1 - 2012-2013.
  • 2. Índice  Introducción…………………………………………………………………………………………1  Capítulos 1. Contexto histórico……………………………………………………………………………...2 2. Contexto artístico………………………………………………………………………………3 3. Jean-Gros en relación al contexto artístico…………………………………………………4 4. Estilo pictórico y conceptual del autor……………………………………………………….5 5. Estudio: Napoleón en el puente de Arcole………………………………………………….7 6. Estudio: La batalla de Abukir…………………………………………………………………7 7. Estudio: Napoleón en Eylau…………………………………………………………………..8 8. Estudio: Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa……………………………………9 9. Repercusión de la obra de Jean-Gros……………………………………………………...10  Conclusión del alumno……………………………………………………………………………10  Relación de figuras………………………………………………………………………………..12  Bibliografía y Webgrafía…………………………………………………………………………..13
  • 3. 1 Introducción "La actitud ociosa de un ejército es su más seguro camino hacia la derrota." Esta famosa cita del emperador Napoleón I Bonaparte de Francia es capaz de mostrarnos que, a la hora de jugar a la guerra, él nunca dejaba nada a la ligera. Su agresiva actitud en el campo de batalla era extrapolable a todos los aspectos de su vida, incluyendo a sus allegados y súbditos, y disfrutaba sintiéndose temido por los que le rodeaban. Cabe por tanto esperar que en el ámbito propagandístico de su imperio él se movía también con pies de plomo, procurando transmitir esa imagen de grandeza de su persona a través del arte, a mayores de sus crueles actos. En este trabajo que se nos plantea abordaremos este preciso tema de la propaganda pictórica del Imperio Napoleónico, centrándonos en su contexto artístico. La época cultural que nos enmarcará en todo momento será el mundo de la Ilustración, posterior al Barroco y anterior al Romanticismo, enmarcado en los años que duró el primer Imperio Francés (1804 - 1813). En primer lugar contextualizaremos la época, con sus características históricas y artísticas, para posteriormente meternos de lleno en el autor del cual tenemos que estudiar sus obras: Antoine Jean- Gros. Sobre este autor, el cual ocupará el grueso de nuestro trabajo, contextualizaremos su arte y su formación. Al ser el mayor exponente de la figura propagandística Napoleónica, aun rivalizando con la figura de su maestro, analizaremos las características de su pintura y realizaremos un recorrido formal y conceptual por la mayor parte de su trabajo, para luego estudiar algunas de sus obras. Una vez realizado este recorrido, se enumeraran las repercusiones de la obra del autor, y se concluirá el trabajo con una breve conclusión sobre lo plasmado ya anteriormente, reelaborando una serie de conclusiones personales extrapolables a la obra de Jean-Gros concretamente, y más globalmente a la propia pintura napoleónica en general. Con esto trataremos de demostrar nuestros conocimientos y estudio a lo largo del periodo de preparación del tema a redactar, para así entender la conquista del género propagandístico pictórico, no en la actualidad, en la era multimedia de la comunicación, sino ya en el siglo XIX durante el primer Imperio francés.
  • 4. 2 1.Contexto histórico Si tuviéramos que explicar el motivo del nacimiento del movimiento Neoclásico, la palabra sería ‘Ilustración’. El origen de esta corriente de pensamiento data de finales del siglo XVII, en Francia, aunque su influencia fue tal que su expansión al resto de Europa no fue un problema, afincándose en mayor o menor medida en todos los países, y especialmente también en Inglaterra. Las bases de esta corriente eran, entre otras, la erradicación del pensamiento dogmático de las creencias religiosas, la soberanía de la razón humana sobre todas las cosas y la educación como herramienta para adoctrinar al pueblo y trasmitir las ideas ilustradas. En Francia, por ejemplo, burgueses y aristócratas tales como Voltaire, Diderot, D’ Alembert, Montesquieu y Rousseau llevaron a cabo grandes aportaciones tales como la redacción de la enciclopedia, la creación de la Academia y la difusión de ideas propias de este movimiento, como la tolerancia, la igualdad, el escepticismo religioso y la confianza ilimitada en el progreso, a través de numerosos escritos. Si bien en los más tiernos inicios de la Ilustración el régimen que imperaba en Europa era la monarquía absoluta, con la llegada de la Revolución Francesa, resultado de las ideas políticas de esta corriente de pensamiento, los anteriores esquemas políticos se pondrán en tela de juicio. El último monarca de la dinastía borbónica que reinaba en Francia, Luis XVI, será derrocado y guillotinado junto con su familia y toda una larga lista de aristócratas por gente del propio vulgo en 1789, fecha que también marca el comienzo de la época Contemporánea. Las ideas de la Ilustración desembocarán en un profundo cambio social e ideológico en Francia, cuyas consecuencias inmediatas traerán una serie de gobiernos precarios de escasa duración, y la época de la 1ª República, donde se conseguirán adelantos políticos tales como la redacción de una constitución, la separación de poderes y el sufragio censitario. Sin embargo, la sociedad democrática dará un paso atrás con el golpe de Estado y la subida al poder Napoleón Bonaparte, lo cual dará comienzo a la época del primer imperio francés, el Imperio Napoleónico. Quince años se mantuvo Napoleón en el poder antes de ser vencido por los ingleses en la batalla de Waterloo. Sin embargo, fue tiempo más que suficiente para convertirse en un personaje Ilustración 1
  • 5. 3 histórico de gran relevancia. Su admiración por la época romana, y más especialmente por la figura de Julio César, incrementó aún más si cabe su deseo de convertir Francia en una potencia magna como lo fue Roma en el pasado, y transformar a su propia corte en una corte romana. No es de extrañar por tanto que se empapara de las corrientes neoclásicas para conseguir su objetivo. 2. Contexto artístico La corriente artística ilustrada es el denominado Neoclasicismo, cuya entrada en vigor se produce a mediados del siglo XVIII y se mantendrá en vigencia hasta el primer tercio del siglo XIX. Esta corriente obviará la influencia religiosa y se remontará a los años anteriores al cristianismo. Esto conlleva, como en la época renacentista, a un claro retorno a las influencias de la antigüedad clásica: el arte romano en general, y más particularmente las fuentes de las cuales había bebido este imperio, que eran mayormente griegas, pero también etruscas, egipcias y de diversos países de Oriente próximo. Las causas de este cambio en las tendencias artísticas tienen como factor determinante el comienzo de los hallazgos arqueológicos propios de la época clásica, y más concretamente el de las ciudades de Herculano y Pompeya en el reino de Nápoles. Esto provocará en los artistas la urgente necesidad de atraer la atención del público a través del nostálgico poder de las ruinas, como se puede apreciar en los grabados de Giovanni Battista Piranesi. Sin embargo, la vuelta al clasicismo en la pintura poseía el inconveniente de las pocas obras registradas de aquellas épocas. El ideal del pintor pasó a tener el mismo ideal de belleza que la escultura clásica. El autor sobre el cual versará nuestro trabajo, Antoine Jean-Gros (16 de marzo de 1771 - 25 de junio de 1835), fue un destacado pintor francés de la época neoclásica. Su padre era pintor, y estas raíces le inculcaron desde bien pequeño el amor por las artes, y eso le llevó por voluntad propia a volverse discípulo del gran pintor neoclásico francés Jacques Louis David, quien se convertiría en íntimo amigo suyo. Muertos sus padres, su único sustento fue la pintura, trabajando por recomendación en la escuela de bellas artes de París. Elevado a la nobleza por Luis Felipe, se le conocerá más en adelante como barón Gros. El estallido de la Revolución francesa le llevó a pasar una temporada en Italia, y a su vuelta encontró por fin la que sería su gran dedicación: residir como pintor de cámara de la corte de Napoleón Bonaparte. El hecho de que este emperador quisiera Ilustración 2
  • 6. 4 empapar de naturalidad las pinturas y retratos de las cuales era él el protagonista le llevó a hacerse acompañar de artistas para que presenciaran sus batallas y se documentaran de primera mano en el campo de batalla. Así, Jean Gros se convierte en uno de los primeros pintores que es además cronista de guerra, lo cual se verá reflejado en algunos de sus cuadros más conocidos. Su postura a caballo entre el propio neoclasicismo y el próximo romanticismo le llevaron a ser un incomprendido de su época, así como un precursor de los próximos estilos artísticos, y fue esta incomprensión la cual le llevó a su tumba. Serán las malas críticas referentes a su obra el motivo el cual llevará a este pintor a suicidarse en el Sena a la edad de 65 años. 3. Jean-Gros en relación al contexto artístico. Se hace patente que Jean-Gros es el único autor entre los de su tiempo en el cual casi la totalidad de su obra reconocida abarca exclusivamente cuadros de propaganda napoleónica, sin llegar a destacar en otros estilos. Su mentor, Jacques Louis David (1748-1825), el cual fue pintor de la corte de Napoleón también, fue un autor mucho más maduro en muchos aspectos de su obra. En contraste con Jean Gros, cuyas obras poseían ya un deje Romántico tanto en su temática e interpretación como en las técnicas que utilizaba, su mentor es un puro hombre del Neoclasicismo. Incluso sus primeros cuadros de temáticas cristianas ya contaban con características neoclásicas tales como los cánones de belleza a seguir, el estilo del color y de los ropajes. A falta de modelos de pintura greocorromana, se inspirará en los relieves, de los cuales tomará la simetría y la falta de profundidad. Es un experto en la reproducción históricamente precisa de los detalles, lo cual lleva a la gente que aprecia su pintura a revivir con vivacidad épocas pasadas. Su verdadera ruptura con la estética barroca se aprecia en el cuadro ‘El juramento de los Horacios’, si bien también otros cuadros le traerán la fama, como ‘Las sabinas’ o ‘Madame Récamier’. Como pintor de cámara de Napoleón, sus dos obras más significativas son ‘Bonaparte cruzando los Alpes’ y ‘La coronación de Napoleón’. Logró envanecer en grado sumo a Napoleón, el cual le otorgó el mandato sobre las artes durante su gobierno. François-Pascal Simon Gérard (1770-1837), también discípulo de Louis David y principal rival de Jean-Gros, se decantará más en su pintura por los temas clásicos, tales como su pintura ‘Amor y Psique’. Será un autor calificado como “de línea blanda”, el cual buscaba maximizar el esteticismo en los cuadros por encima del rigor compositivo, y buscará acercarse cada vez más al ideal de belleza humano. Sus cuadros pasarán a ser realidades intangibles. Esto también se hace visible en las pinturas que le hizo al emperador Napoleón, las cuales son en su mayoría retratos, discrepando con la tendencia de Jean-Gros de representar escenas bélicas o históricas. No olvidemos que Jean-Gros sólo pintó un retrato de importancia para el emperador, y fue el primer encargo que este
  • 7. 5 le hizo: el cuadro “Napoleón en el puente de Arcole”. Los retratos de este autor concuerdan más en su visión del mundo estático, en el cual lo único que realmente se buscaba que fuese duradero era la belleza humana. Esto contribuía a enaltecer la vanidad de Napoleón sólo en el ámbito personal, pues lo que él buscaba más que verse reflejado en cuadros donde su belleza era fingida, prefería recurrir a obras en las cuales rememorase y diese a conocer al público sus numerosas y victoriosas campañas militares. Esto y no otra cosa hacen de Jean-Gros el pintor propagandístico Napoleónico por antonomasia. 4. Estilo pictórico y conceptual del autor. Gros no transmitió la frialdad clasicista de la cual hacía gala su maestro, sino que dio un paso más. En su concepción dinámica no existe la mínima huella neoclásica de David, pues aunque a pesar de que se compromete a respetar la herencia que este le deja, no puede ocultar sus tendencias puramente románticas, estilo al cual él dará impulso. El Romanticismo francés pasa ineludiblemente por Jean-Gros. Sufrirá pues el hecho de estar entre dos corrientes opuestas pero paralelas en el tiempo; entre las nuevas tendencias románticas y el desfasado neoclasicismo, ya llevado a su máxima expresión por Ingres. Esto desembocará en el pluralismo estilístico de finales del XIX, con los comienzos del eclecticismo, los neoclasicismos y el impresionismo. Para desgracia del autor, todo lo que el pinte de tema grandioso o heroico, siguiendo las temáticas de su mentor, será hueco y falto de originalidad. De ahí que esta parte de las obras del autor hayan sido enterradas hace ya mucho tiempo. Como ejemplo de esto están las pinturas que Jean Gros ejecutó para adornar la cúpula del Panteón de París, las cuales se abolieron con la Restauración. En cambio, el destino resarció a este autor al provocar su encuentro con el emperador, pues se vio obligado a pintar hechos históricos cruciales, lo cual será un buen camino para su pintura. Gros viajará documentando estos hechos, y será testigo de la realidad de un mundo completamente dinámico, Ilustración 3 Ilustración 4
  • 8. 6 y no estético, como le había enseñado su maestro. Los cuadros de Jean Gros de esta época son de una tendencia artística gesticulante y declamatoria, más que puramente estéticos. Napoleón se representará lleno de brío, pero elegante y cauto, cosa que agradará profundamente al emperador. Otra de las grandes influencias de Jean-Gros sin duda fue Pedro Pablo Rubens, un autor del siglo XVII de la escuela flamenca. Será en gran medida el elemento rubeciano lo que le traerá la fama a Jean Gros. De él extraerá el colorismo y los movimientos violentos, los cuales sabrá aplicar tanto a figuras aisladas importantes como a los grupos de personajes secundarios de sus obras. Uno de los elementos de sus cuadros que definen bien estas características son los caballos agitados que aparecen en la mayoría de sus obras. El pintor Ferdinand-Victor-Eugène Delacroix, coetáneo francés y profundo admirador suyo, los describía de esta forma: […] “…en carácter y ejecución los caballos de Gros son completamente distintos de lo que los pintores habían hecho en este género hasta entonces. Es cierto que Rubens le había precedido con su audacia en dar vida y brío a sus nobles animales… pero les falta la nobleza, incluso podría decirse que la pasión, de los de Gros. Estos, como sus jinetes, parecen exhalar amor al peligro y a la gloriosa aventura. En estas refriegas poéticas se les ve encabritarse, morder, relinchar, acometerse de frente; las crines, relucientes y trenzadas, brillan bajo el más resplandeciente de los soles, entre el polvo de la batalla, y todavía se admira la sabiduría con que el pintor los ha dibujado y la belleza de sus proporciones. Esta inusitada combinación de fuerza y elegancia es sin duda alguna la cima del arte.” Así se pueden explicar la frescura y viveza del color, así como la forma y el movimiento que adquieren los cuadros sobre batallas. Cuadros menores del autor como ‘Batalla en las pirámides’, ‘La rendición de Madrid’ y ‘Entrevista a dos emperadores’ también gozarán de estas características. Jean Gros no será un pintor realista (al menos en el sentido moderno del término), pero tampoco un copista de batallas, como podría haber sido Van der Meulen en el siglo XVII por ejemplo. Algunos de los autores con los cuales se le compara en cuanto a la temática de batallas serán Salvatore Rosa, Il Borgognone, y más concretamente con la obra “Batalla de Constantino” de Giulio Romano, aunque al propio Gros más bien le disgustaban los tonos oscuros de esta obra. Ilustración 5
  • 9. 7 5. Estudio: Napoleón en el puente de Arcole. Este cuadro será el preludio de los cuadros heroicos de Gros. Se trata del boceto de un joven general Bonaparte dirigiendo a sus tropas sobre el puente de Arcole. En comparación con su maestro, Jean- Gros es más bien un retratista pobre en cuanto a concepto. Al compararlo con la obra ‘Napoleón cruzando los Alpes’, un retrato muy famoso del emperador hecho por Jacques Louis David, queda patente que a pesar de la monumentalidad del lienzo de la obra de Jean Gros, sigue siendo fría. Gros se centra en representar el dinamismo del ser humano: el rostro de bello corte, el cabello al viento, el torso girado. Por tanto, descuida el hecho de plasmar la propia personalidad de la persona retratada, cosa que David consigue. Sin embargo, esta obra con respecto a cualquiera de su mentor gana mucho en el tema del colorido. La viveza de las tonalidades se convirtió en una gran innovación desde que el cuadro fue expuesto. 6. Estudio: La batalla de Abukir. Este será el primer gran cuadro de batallas que ejecute Jean-Gros, y preludio de las grandes obras que vendrán después. En el centro de la composición se encuentra el oficial Murat a caballo, junto con un joven caudillo árabe que blande una cimitarra. A ambos lados hay una gran confusión de personas, caballos y cadáveres, representados con pleno colorismo. Sin embargo, no existe ningún intento de contención por parte del autor, el cual aún necesita muchas obras para estilizar y mejorar su técnica. Ilustración 6. Ilustración 7. Ilustración 8.
  • 10. 8 7. Estudio: Napoleón en Eylau. El 8 de febrero de 1807, Napoleón se enfrentará en la localidad de Eylau, en Polonia, contra las tropas rusas comandadas por el comandante Benigssen. El emperador, que ya había probado las fuerzas de su armada en la Batalla de Austerlitz (1805) y en la de Jean- Auerstädt (1806) consigue en la de Eylau, tras dos días de ardua batalla, la retirada rusa, con la victoria y el honor que eso supone. Esta convierte a Eylau un tema perfecto de propaganda napoleónica. Al perseguir la obra fines publicitarios, al autor le resulta imposible separar la visión ética y artística en orden de contar los sangrientos acontecimientos que tienen lugar. Desde una visión cruel, aparecen en este cuadro dos figuras antagónicas que se superponen e intentan ganar protagonismo a partes iguales: una es la figura del emperador, dotada de un ‘pathos’ heroico, situada en el centro del cuadro ligeramente a la izquierda, el cual aparece de forma regia y victoriosa abriéndose paso a través del cruel campo de batalla. Vestido con ropas invernales de estilo imperio, centro su acción hacia el exterior del cuadro dando órdenes a sus tropas de cesar el enfrentamiento, pues la batalla está ganada. Bendice a su ejército mientras la característica figura de un viejo soldado besa sus pies, mostrando la humanidad del vencedor. A la hora de convocar el concurso de esta pintura, el emperador afirmó que se debía presentar el momento exacto en el que él mismo recitaba la frase: “Si todos los reyes de la tierra pudieran contemplar esta escena, moderarían su ambición de guerras y conquistas.” La otra figura a destacar en este cuadro son los muertos. Es inevitable que atraigan la vista del espectador al estar situados en primer plano, oscureciendo la obra de paisaje invernal. Los rasgos de estos aparecen abocetados y casi invisibles, condescendencia del artista que contribuye a decrecer el pavor que crean estas figuras y a contraponerlas aún más con la figura del emperador, cuyos rasgos son claros, jóvenes y llenos de vida. Los muertos se confunden con las siluetas de los vivos, ofreciendo una imagen macabra. Otra figura a destacar es la del barón Percy, cirujano jefe de la armada francesa, a la izquierda sosteniendo un oficial enemigo que alza su brazo en señal de clemencia. El hecho de la batalla no se muestra en un conjunto caótico de figuras, sino en personajes bien individualizados como promueve el principio de individualismo del clasicismo. Se ha rechazado el Ilustración 9.
  • 11. 9 ideal de equilibrio formal, logrando representar hechos bélicos de forma convincente. El efecto es tan apabullante que el cuadro consigue el efecto sobrecogedor de identificarte con la pintura, transmitiéndote una sensación de pavor y de respeto ante la gloriosa figura del emperador de Francia. 8. Estudio: Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa. Este cuadro se trata de una de las obras más famosas de Jean Gros, y de las pocas cuya fama aún perdura. La obra retrata al emperador visitando a los apestados por la peste y tocando las llagas de una víctima. La obra al principio se proyectó para ser dibujada en la sala del hospital, representada de una forma más objetiva. Pero la necesidad teatral de Gros le llevó a enmarcarlo todo en una escena más romántica. Por ello se escogió como escenario final la arcada ojival del patio en un claustro gótico, a través del cual entrevemos la ciudad que se esconde detrás. Siendo sólo posible esta decoración a través de descripciones textuales descritas con mucha exactitud, esta representación no dejaba de ser algo completamente inusual en un alumno de David, detallándose ahora la amplitud del espacio y la concurrencia natural de figuras. La representación pictórica de la peste era un viejo motivo del cual existían muchos ejemplos, ya que se dibujaba con frecuencia a San Carlos Borromeo y a San Roque, patrones de la peste. Con Gros, Napoleón se erige como una figura novedosa, impasible e imperturbable ante las calamidades. Como el gesto de la duda de Santo Tomás, toca la llaga del enfermo. Gros sustituye a la típica madre moribunda de la esquina del cuadro de estas composiciones por de la un médico, afectado también, que sostiene en brazos a un moribundo. La combinación y el efecto que surte este cuadro al principio es de asombro y excitación, aunque el gran colorido del cuadro actualmente es difícil de apreciar. En la presentación de la obra, el propio David alabó la obra del alumno sin mostrar envidia. Tras enmarcar el cuadro con una corona de laurel, se celebró un banquete en honor del pintor. Jean-Gros se encontraba, por tanto, en la cumbre de su fama. Ilustración 10.
  • 12. 10 9. Repercusión de la obra de Jean Gros A pesar de tratarse Jean-Gros de un autor mayormente polémico, incluso entre sus coetáneos, que tenían opiniones de lo más variado en cuanto a sus obras, la huella de este autor en la historia del arte es innegable. Históricamente su aportación radica en la narración de las epopeyas napoleónicas a través de su pintura. A pesar de la visión aproximada y, como ya hemos dicho, propagandística del autor, sí que podemos conocer muchos datos que sus cuadros nos insinúan, así como acercarnos al psique y a las tácticas del emperador. Su labor sería comparable a la de cualquier historicista, pero con un valor añadido, que es el que nos da su propia visión personal y que inevitablemente empaña su pintura. A nivel de obras de arte, Gros destaca por ser la llave de entrada al romanticismo: el primer autor que fue capaz de romper con los ideales davinianos clasicistas y redescubrir las aptitudes rubencianas y pasionales del siguiente estilo. Autores posteriores como Gericault y el ya nombrado Delacroix serán sólo algunos de los que buscarán inspiración en su obra. De hecho, muchos afirman que para comprender en su totalidad la obra de Jean-Gros debemos verle con los ojos de Delacroix, quien a pesar de ser su rival artístico, supo ver las virtudes que escondían sus cuadros y escribió en 1840 un ensayo en el cual sólo poseía alabanzas para el autor. Elogios conmovedores que quizá sean uno de los motivos por los que en la actualidad Jean-Gros se haya hecho eco en los libros de historia. Conclusión del alumno. A juicio personal, creo que es evidente que el pintor Jean-Gros no deja de ser una figura menor dentro de la historia del arte. Es triste decir que pocos autores que no hayan tenido un estilo claramente definido han conseguido triunfar del todo. En el caso de Jean-Gros, sus ideas adelantadas al estilo pictórico del momento ayudarán a las posteriores generaciones, pero serán incapaces de darle el impulso necesario al propio autor. Encasillado en una sola temática, en cuanto Jean-Gros abandonaba el marco napoleónico sus deficiencias se hacían patentes y dejaban entrever sus puntos más débiles. Esta y no otra será, además, la causa de su declive y posterior muerte.
  • 13. 11 Jean-Gros representa uno de los muchos tránsitos que se producen a lo largo de la historia del arte: el cambio de los estilos fríos a los pasionales, de los academicistas a los más puramente artísticos y personales. Siendo estas dos posiciones antagónicas, que se vienen alternando (y se alternarán) a lo largo de la propia historia del arte, el nadar entre dos aguas es siempre una opción desfavorable. A pesar de esta disyuntiva, cuando echamos la vista atrás y apreciamos la obra de este polémico autor, podemos aprender más de lo que creemos. Debemos mirarle con los mismos ojos con los que le apreciaron los posteriores artistas como Delacroix, y saber distinguir los aspectos en los que de verdad destacaba como pintor. Los sentimientos que provocan en nosotros sus pinturas a través de la figura del emperador, y de la muerte o el caos que le rodea, no son mentira. Ahí es donde reside el verdadero genio.
  • 14. 12 Relacion de figuras  Ilustración 1. DAVID, Jacques Louis: ‘La coronación de Napoleón’. Óleo sobre lienzo. 667 cm × 990 cm, 1807. Museo del Louvre, París.  Ilustración 2. GERARD, François: ‘Retrato del pintor Jean-Gros’, 1790.  Ilustración 3. JEAN-GROS, Antoine: ‘La rendición de Madrid’. Óleo sobre lienzo, 1808. Musée National des Châteaux, Versalles.  Ilustración 4. JEAN-GROS, Antoine: ‘Entrevista a dos emperadores.’ Óleo sobre lienzo, 1805. Musée National des Châteaux, Versalles.  Ilustración 5. JEAN-GROS, Antoine: ‘Batalla en las pirámides’. Óleo sobre lienzo. 389 x 311 cm, 1810. Musée National des Châteaux, Versalles.  Ilustración 6. JEAN-GROS, Antoine: ‘Napoleón sobre el puente de Arcole’. Óleo sobre lienzo, 417x354 cm, 1824. Museo Louvre, París.  Ilustración 7. DAVID, Jacques Louis: ‘Napoleón cruzando los Alpes’. Óleo sobre lienzo. 260x221 cm, 1800. Palacio de Charlottenburg, Berlín.  Ilustración 8. JEAN-GROS, Antoine: ‘La batalla de Abukir’. Óleo sobre lienzo, 578 x 968 cm, 1806. Musée National des Châteaux, Versalles.  Ilustración 9. JEAN-GROS, Antoine: ‘La batalla de Eylau’. Óleo sobre lienzo, 533 x 800 cm, 1807-1808. Museo del Louvre, París.  Ilustración 10. JEAN-GROS, Antoine: ‘Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa’. Óleo sobre lienzo, 523 x 715 cm, 1804. Museo del Louvre, París.
  • 15. 13 Bibliografía  NOVOTNY, Fritz: Pintura y escultura en Europa 1780-1880. Cátedra, Madrid, 1978. (pág. 41 a 58)  MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Historia del arte. Madrid, Gredos, 1986.(pág. 406 a410)  CIRICI PELLICER, A.: La pintura francesa del siglo XIX. Editorial Amaltea, Barcelona, 1947. (pág. 22 a 31)  Neoclasicismo y romanticismo: arquitectura, escultura, pintura, dibujo (1750-1848). Könemann, Barcelona, 2006. (pág. 379 a 382)  FRIEDLAENDER, Walter: De David a Delacroix. Editorial Alianza, Madrid, 1989. (pág.15 a 69)  HONOUR, Hugh: Neoclasicismo. Xarait, Madrid, 1992.  MORALES Y MARÍN, José Luis: Rococó y neoclasicismo. Espasa Calpe, Madrid, 2002. (pág. 305 a 323)  SCHAMA, Simon: El poder del arte. Crítica, Barcelona, 2007. Webgrafía  Programa virtual de Historia del Arte: http://www.udc.es/dep/com/castellano/arte_virtual/indice_arte.html  Liceus: El Neoclasimismo como expresión pictórica: http://www.liceus.com/cgi- bin/aco/ar/05/05415.asp  Spanish Arts: Antoine Jean-Gros: http://www.spanisharts.com/history/del_neoclasic_romant/romant_gros.html