Principales rasgos de la pintura francesa a lo largo de los siglos XVIII y XIX, centrando la atención en los movimientos del Neoclasicismo, el Romanticismo y el Realismo y sus principales autores
3. La vinculación entre la estética neoclásica y el Imperio Napoleónico provocó
como reacción la identificación del Romanticismo con la independencia
nacional y el individualismo.
La caída de Napoleón marcó el auge del Romanticismo, que es un arte que
no se identifica con el poder establecido sino con un carácter de rebeldía.
El Romanticismo se basa principalmente en la reivindicación de la
subjetividad y los sentimientos individuales.
Individualismo, sensibilidad, inconformismo y un sentimiento de huida en el
espacio y en el tiempo (interés por lo exótico y lo medieval y también por lo
imaginario e irracional).
El Romanticismo no es solo un estilo artístico sino una actitud vital, cuyos
orígenes se hallan principalmente en Rousseau y la filosofía alemana ligada
al sentimiento nacionalista. El romántico es siempre un ser insatisfecho, en
busca de una razón vital.
El Romanticismo es, antes que nada, un grito de libertad
4. Sus mayores representantes serán Gericault y Delacroix:
Ambos tuvieron maestros comunes, fueron ideológicamente afines y defendieron una
plástica similar (cromatismo vivo, lenguaje expresivo de emociones y sentimientos).
Si Gericault es el iniciador del movimiento, Delacroix es quien lo culmina.
Características comunes:
Predominio del color sobre el dibujo (Contraposición con el Neoclasicismo)
Tratamiento de la luz orientado a difuminar las figuras y acentuar el cromatismo. Luces vibrantes
Composiciones dramáticas, con gran movimiento y complejidad (gestos violentos, escorzos, etc.)
Técnica rápida, con pinceladas sueltas y pastosas
Temas actuales: revoluciones, guerras, desastres; además del tema histórico y el paisaje
Theodore Gericault (1791-1824)
En 1819 presenta La Balsa de la Medusa, en la que abandona la calma clásica y
representa un suceso actual que conmocionó a la opinión pública, un naufragio real, que
plasma con gestos convulsos, luces violentas y manchas audaces, subrayando
vigorosamente el movimiento como cualidad pictórica.
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6. Gericault. 1812
Oficial de húsares ordenando una carga
CARACTERÍSTICAS:
Atmósfera de tormenta
Brío y movimiento
Predominio del color
Luz vibrante…
7. Eugene Delacroix (1789-1863)
Es sin duda la figura central del movimiento romántico francés.
Desde muy joven mostró predilección por la pintura de Rubens y la escuela veneciana, de
las que toma la fuerza dinámica y el tratamiento del color respectivamente, aunque
también recoge influencia de Miguel Angel (terribilitá), Caravaggio (claroscuro), Goya o
Gericault, de quien parece haber sacado algunas de las figuras moribundas de la parte
inferior de La Libertad guiando al pueblo, que recuerdan a las aparecidas en La balsa de
la Medusa.
A partir de 1832 deja sentir en su obra una fuerte influencia oriental y musulmana tras un
viaje realizado a Marruecos en busca de exotismo, así como una luz más brillante.
Técnicamente evoluciona constantemente. Antes de 1820 sustituye los colores terrosos
por otros intensos y puros, para desembocar en una exaltación de los más potentes:
amarillos, rojos, naranjas, verdes, azules…
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9. Su obra más destacada es La libertad guiando al pueblo:
Como protesta contra nuevas restricciones de las libertades ciudadanas surge el 27 de julio de
1830 en París lo que se ha denominado como “tres jornadas gloriosas” (27, 28 y 29 de julio), una
revuelta popular que puso fin al reinado de los Borbones en Francia dando paso a una monarquía
institucional
Delacroix elige el día álgido del combate en las calles parisinas, el día 28, para exaltar con su
pintura el proceso revolucionario.En una carta a su hermano escribe He comenzado un tema
moderno, una barricada… y, si no he luchado por la patria, por lo menos pintaré
para ella
El cuadro recoge enseñanzas de Goya, Cros y más directamente Gericault.
Delacroix exalta el color, con tonos vibrantes y pincelada suelta (manchas oscuras). Dominan las
tonalidades oscuras y ocres, monotonía que se rompe introduciendo los colores de la bandera
francesa (rojo, blanco y azul) iluminados por un foco irreal destinado expresamente a resaltarlos.
La obra se estructura a partir de una sólida pirámide, en la que la bandera francesa es el vértice
superior y la base los cuerpos muertos del primer término. Así, la figura femenina es el eje central y
a su alrededor se dispone el resto de personajes.
Aparecen representadas varias clases sociales: la burguesía en la figura con chistera y fusil, el
joven, que simbolizan el futuro cambio, empuñando dos pistolas, la gran masa popular del fondo…
todos guiados por la figura femenina semidesnuda armada con un fusil y la bandera de Francia,
que personifica la Libertad y, por asimilación, la nueva Francia.
La luz estalla en la blusa del cuerpo caído en primer término, envuelve la figura de La Libertad y
disuelve las nubes y casas del fondo.
Color, luminosidad y profundidad identifican las obras de Delacroix, pero aquí domina el
movimiento. Todas las formas están recorridas por un temblor ondulante, una especie de
terremoto interior. En la figura central, ondula la bandera, el pelo, el cinto, el vestido; el muchacho
de la derecha flexiona brazos y piernas, los cuerpos del suelo tienen dobladas las piernas, el
cuello: nada es recto o estático. TODO ESTÁ EN TENSIÓN REVOLUCIONARIA.
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12. A mediados del siglo XIX el Romanticismo y su idealización de la historia, la
sociedad y la naturaleza, cuyo tratamiento era un motivo de pura evasión, deja paso
a una corriente de interés por la realidad concreta. Algunos de los motivos del
cambio son los siguientes:
La definitiva implantación de la burguesía, clientela poco propicia para la realización de
temas íntimos o de evasión.
El positivismo filosófico que plantea como única fuente de conocimiento la observación y
la experiencia.
Concienciación social sobre los problemas generados por la industrialización (trabajo de
niños y mujeres, horarios extenuantes, transformación del paisaje…)
El desencanto por los fracasos revolucionarios de 1848 hace que el arte abandone los
temas políticos (La libertad guiando al pueblo) y se concentre en temas sociales.
El Realismo se niega a idealizar las imágenes; el hombre es representado en sus
tareas normales y el tema de la fatiga se hace frecuente.
Sus principales representantes pictóricos son Millet, Daumier y Courbet
MILLET (1814-1875): pintor ligado a la tierra, que da importancia a la figura humana
en relación con su trabajo. Sencillez y calma=campos. El angelus, Las espigadoras
DAUMIER (1808-1879): dibujante, escultor, pero principalmente caricaturista político
(encarcelado varias veces). Su realismo está al servicio de la causa republicana.
Habla de los marginados: Los presos, Los fugitivos, Las lavanderas…
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17. Su trayectoria artística se confunde con su febril actividad política, llegando a ser
directo de Bellas Artes durante La Commune de 1871, por lo que al término de esta
experiencia revolucionaria tuvo que exiliarse en Suiza, donde fallece en 1877.
Trata con ternura los temas cotidianos de la gente sencilla: hombres y mujeres
silenciosos concentrados en su trabajo, colocados en primer plano para resaltar su
tristeza
Representa la realidad con una gran una crudeza objetiva, con la que pretende
alimentar un sentimiento de rechazo hacia la misma (revolución industrial,
explotación de las masas, movimientos obreros…).
Cree en la pintura como arma eficaz para defender sus ideales (como Delacroix).
Su obra se caracteriza por:
Fidelidad al natural
Fuerza del dibujo
Estudiado uso del color (profundos negros)
Precisión en los detalles
Algunas obras representativas son Un entierro en Ornans (1850), El encuentro
(1854), El taller del pintor (1855), Señoritas a orillas del Sena (1857) …
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20. El tema de la obra nos la explica el mismo autor en carta a su amigo Wey:
“Me dirigía al castillo de Saint-Denis para pintar un paisaje, me paré cerca de Maisières para observar a
dos hombres que partían piedras en la carretera. Es difícil imaginar una indigencia más completa y más
manifiesta…, así es como me vino la idea al espíritu de hacer de ello un cuadro…Por una parte hay un viejo
de setenta años, encorvado por el trabajo, con el pico levantado, la piel quemada por el sol, la cabeza
protegida por un sombrero de paja; sus pantalones de tela burda, estaban todos remendados y en los
zuecos rotos se veían los calcetines, que debieron ser azules, roto por los talones. A su lado un joven con los
cabellos llenos de polvo, la piel grisácea, la camisa sucia y desgarrada, deja al descubierto los costados y
los brazos; un tirante cuero le sujeta lo que le queda de unos pantalones y los zapatos llenos de barro se
entreabren por todas partes…”
Los picapedreros representa pues un hecho real pero intrascendente
Son personajes totalmente anodinos a los que no se le ve el rostro, de modo que no
expresan nada, ninguna idea o emoción, sólo equivalencias formales de ciertas
cualidades inherentes a este tipo de trabajadores: fuerza, taciturnidad, cierta
torpeza y pesadez. Visten ropas raídas, apreciándose claramente los parches de los
pantalones o los agujeros de las camisas, evidenciado su precariedad económica.
Las piedras, la cacerola del fondo, los útiles de trabajo, toman un papel tan
protagonista como los de los propios personajes en la composición, recogiendo el
pintor con el mayor realismo posible lo que observaron sus ojos.
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22. Composición simple, con solo dos figuras que aparecen de espaldas, trabajando en
un árido paisaje.
La luz proviene de la parte frontal iluminando las figuras que proyectan leves
sombras y contribuye al efecto plástico de los personajes.
Utiliza los colores pardos y ocres, con algunos toques de blanco sucio y el pequeño
trozo del azul del cielo del fondo que sitúa la escena de día, pero en la ladera de la
umbría, conformando un efecto de tristeza y miseria al tiempo que “empuja” a las
figuras hacia el espectador.
La profundidad se consigue con el juego de luces y sombras y también por los
escorzos que adoptan las figuras.
El dibujo tiene un marcado protagonismo con las figuras perfectamente delimitadas,
sin embargo el color domina el paisaje.
Con esta obra Courbet quiere democratizar el arte, analizar la sociedad para
corregirla ya que el pintor tiene una misión que cumplir: la transformación de la
realidad