1. La interpretación del pasado como
eje de la disputa de la política
exterior actual: de Puig a Escudé
Alejandro Simonoff
En el presente trabajo nos inte- la verdad histórica que pone a los
rrogaremos, a partir de un análisis historiadores frente al desafío de tener
teórico e historiográfico de la disci- un “inesperado papel de actores
plina, qué estructuras y regularida- políticos” (Hobsbawn,1998: 18), para
des se fueron presentando a lo largo evitar la manipulación del pasado, y
del tiempo. La elaboración teórica por ello la necesidad de una inter-
no está más allá del régimen políti- pretación del presente y del pasado
co y de la historia, está inscripta en hecha por “aquellos historiadores que
ellos. Incluso creemos que, como lo no temen mirar a ambos a la cara”
señala Michel Foucault, su desarro- (Hobsbawn, 1993/4: 21).
llo no es progresivo sino que éste
debe entenderse como el camino en
sus condiciones de “posibilidad” (Terán,
1995: 48) Estas condiciones de posi-
bilidad son las que marcan el desa-
L a elaboración teórica no
está más allá del régimen
político y de la historia, está
rrollo teórico en vinculación con el
poder y el tiempo.
inscripta en ellos. Por ese
Por ese motivo un régimen de motivo un régimen de
verdad siempre es funcional al régi- verdad siempre es
men político vigente. Y su posición funcional al régimen
temporal se refiere tanto al pasado
como al presente y al futuro. En ese
político vigente.
sentido la expresión de Claude Le-
fort es sumamente clara al respecto: Por todo lo expuesto, nos plantea-
“Si una sociedad se preocupa de in- mos ver la historia de la política ex-
terpretar su pasado y de situarse en terior como el ámbito para observar
relación con él, si formula explícita- el escenario de un especial combate
mente los principios de su organiza- por el saber en donde no solamente
ción, si busca darle sentido y valor a está en juego el pasado que se descri-
sus actividades de hecho y a todo lo be, objeto visible y declarado de su
que sucede, es porque sigue un de- estudio, sino también el presente y
terminado esquema de devenir” (Le- el futuro, aspectos menos visibles y
fort, 1988: 35). casi inconfesables, para dar sustento
La preocupación por el devenir, a determinadas proyecciones de las
señalada por Lefort, se ve amenaza- relaciones exteriores del país.
da en la actualidad por lo que Hobs- Este tipo de actividad tiene en
bawn definió como memoria selecti- Argentina una larga vinculación con
va que no destruye “completamente
toda la herencia del pasado, sino que ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
la ha adaptado de forma selectiva” Magíster en Relaciones Internacionales
(Hobsbawn, 1995: 25). Esta situación (UNLP) y Coordinador del CERPI - IRI - UNLP.
lleva a una recuperación parcial de ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ESTUDIOS 1
2. N os planteamos ver la
historia de la política
exterior como el ámbito para
que podría ser resumida así: no cual-
quiera puede decir cualquier cosa,
en cualquier lugar y en cualquier cir-
cunstancia” (Chaui, 1989: 12-13).
observar el escenario de un En su origen la disciplina se fun-
especial combate por el saber daba en la historia diplomática de
en donde no solamente está una forma casi decimonónica, que
la interpretó exclusivamente en sus
en juego el pasado que se aspectos jurídicos y no en las rela-
describe, objeto visible y ciones de poder. También la geopo-
declarado de su estudio, sino lítica fue otras de las perspectivas
también el presente y el que abordó el tratamiento de la re-
lación de la Argentina con el mun-
futuro, aspectos menos do, influido por la presencia militar
visibles y casi inconfesables, en los asuntos políticos en general y
para dar sustento a en este campo en particular. Estos
determinadas proyecciones de análisis eran sumamente descripti-
vos y el proceso general era visto
las relaciones como algo contradictorio, incohe-
exteriores del rente y sumamente fragmentado.
país
1. Autonomía e historia
la historia diplomática y la geopolí- Desde los años sesenta la disciplina
tica, aunque sólo en las últimas cua- fue determinando un espacio propio,
tro décadas ha desarrollado sus pro- tanto por la construcción de un objeto
pias categorías e instrumentos de aná- de estudio como por la elaboración de
lisis. Su discurso se volvió “compe- teorías y metodologías propias para su
tente”, respondiendo a la lógica de análisis. A ello contribuyeron de ma-
especialización del capitalismo. Es un nera determinante muchos estudiosos
discurso que a la vez valora y repri- entre los que se cuentan Juan Carlos
me el saber, restringiéndose al “dis- Puig y sus discípulos, que aportaron
curso instituido” que es “aquel en el “una buena dosis de componentes teó-
cual el lenguaje sufre una restricción ricos, un manejo riguroso de las
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
conceptualizaciones y metodologías”
1 Existía otro grupo, formado entre otros por Gustavo (Colacrai, 1992: 33). La principal dife-
Ferrari (1981) y Alberto Conil Paz (1964) que propicia- rencia con otros autores fue que sus
ban un alineamiento con Estados Unidos. Esta posi-
ción determinó que en sus análisis la relación con
orientaciones teóricas estuvieron mar-
Gran Bretaña no fuera vista como una tendencia sino cadas de manera determinante por el
como algo “natural”. Pero comparten otros elemen- concepto de autonomía.1
tos, como la debilidad territorial. El aporte de este
grupo no fue significativo desde el punto de vista La escuela puigiana es la muestra
teórico, y muchos de sus trabajos terminaron siendo de la necesidad de crear esquemas
“tendenciosos” y su juicio crítico no se fundamentó
“en fuentes primarias o secundarias relevantes” (Ra- propios de interpretación frente a
ppoport, 1990: 556). otros creados en los países desarro-
2 Para la Teoría de la Dependencia, la relación cen- llados, e incluso separarse de la Teo-
tro-periferia es estructuralmente asimétrica, y ello im- ría de la Dependencia 2 (Puig, 1984:
pide cualquier cambio posible en esa vinculación. En
cambio, los autonomistas sostienen que esa relación I, 37). En su análisis encontramos
puede cambiar porque parten de entender y analizar elementos de innegable factura rea-
al sistema internacional con características similares al
sistema doméstico.
lista clásica con aportes idealistas (Puig,
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 1984: I, 49).
2 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
3. La anarquía y las diferentes fun- cia nacional, autonomía heterodoxa
ciones del sistema internacional le y autonomía secesionista) no son evo-
permiten dividir a Puig a los actores lutivos sino que se puede pasar de
internacionales en tres grupos: los pri- uno a otro, retroceder y pujar en un
meros, los repartidores supremos, son mismo momento histórico.
los gobernantes de las superpoten-
cias mundiales y quienes toman deci-
siones y supervisan su cumplimiento;
los repartidores inferiores son los
D esde los años sesenta la
disciplina fue deter-
minando un espacio propio,
mandatarios de los demás Estados que
ejecutan esas decisiones; y finalmen- tanto por la construcción de
te, el resto de los habitantes del mundo, un objeto de estudio como por
son los recipentiarios, los que obede-
cen (Puig, 1984: I, 49-54).
la elaboración de teorías y
La anarquía del sistema internacio- metodologías propias para su
nal le otorga a éste cierta flexibilidad análisis. A ello contribuyeron
en donde aparecen ciertos resquicios de manera determinante
para defender los intereses nacionales,
“aunque forme parte del bloque” (Puig,
muchos estudiosos entre los
1984: I, 73). Generalmente “el logro de que se cuentan Juan
una mayor autonomía supone un jue- Carlos Puig y sus
go estratégico previo de suma cero, en discípulos
el cual alguien gana lo que otro pierde
[...] la maniobra estratégica que éste
(el antiguo cliente) debe poner en mo- La dependencia para-colonial es
vimiento sólo será exitosa en la medi- aquel modelo en el cual “el Estado
da en que el diagnóstico político refe- posee formalmente un gobierno so-
rido al adversario (la potencia domi- berano y no es una colonia, pero en
nante) sea correcto y, como consecuencia, realidad los grupos que detentan el
movilice recursos de poder que sean poder efectivo en la sociedad nacio-
suficientes para dominar la voluntad nal no constituyen otra cosa que un
del oponerte” (Puig, 1984: I, 44). apéndice del aparato gubernativo y
La autonomía puigiana permitió de la estructura del poder real de
por un lado establecer enunciados otro Estado.”
generales de política exterior para El segundo modelo es el de De-
esos años 3 pero además permitió pendencia Nacional en el cual “los
visualizar regularidades específicas, grupos que detentan el poder real
donde se determina una racionali- racionalizan la dependencia y, por
dad estructural con cierta incongruen- tanto, se fijan fines propios que pueden
cia epidérmica. Como sostiene Mario llegar a conformar un proyecto na-
Rappoport su preocupación era ana- cional compartido globalmente en
lizar “los grupos de presión” y bus- sus rasgos esenciales” (Puig, 1984: I,
car “el significado de las fuerzas
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
profundas” (Rappoport, 1990: 565).
3 No es para nada casual que durante su gestión
La aparición de enunciados gene- como canciller del gobierno de Cámpora, Puig articula-
rales y regularidades específicas le ra sus desarrollos teóricos con la práctica de política
exterior que produjo un “aggiornamiento” de la Terce-
permitieron desarrollar modelos de ra Posición de Perón de los cincuenta.
política exterior que no eran lineales 4 Estamos frente a una situación paradigmática en el
sino cíclicos. 4 Estos diversos modelos sentido kuhniano de constitución de un discurso científico.
(dependencia para-colonial, dependen- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ESTUDIOS 3
4. 74-75). La existencia de un proyecto relaciones estrechas desde lo diplo-
nacional marca la diferencia con la mático, lo cultural y lo político, existía
anterior etapa, ya que “se impusie- cierto rechazo a crear asociaciones
ron algunos límites a la influencia, permanentes; y 4) debilidad territo-
en principio determinante, de la rial: existe poca o ninguna preocu-
potencia imperial. Cualquier avance pación por esta cuestión como si
sobre dichos límites implica el desa- realmente al país no le importase
fío y la contestación.” Como ejem- perder territorios que estuvieran fuera
plo de ello, Puig destaca las doctri- del proyecto agroexportador (Puig,
nas Calvo, Tejedor y Drago en donde 1975: 7-27). En Puig estas tendencias
el país enfrentó la pretensión de las profundas son rasgos reconocibles para
potencias europeas de imponer prin- el siglo XIX y algunas permanecen
cipios como el de extraterritoriali- en el siglo XX.
Para el autor, este modelo posee
L a existencia de un
proyecto nacional marca
la diferencia con la anterior
una debilidad: su incapacidad para
transformarse en autonomista hete-
rodoxo 5 (Puig, 1975: 17). En el caso
argentino, existe un hiato entre este
etapa, Puig destaca las modelo de dependencia nacional y
doctrinas Calvo, Tejedor y la llegada del autonomismo hetero-
doxo donde se mantiene una situa-
Drago en donde el país
ción de dependencia estructural aun-
enfrentó la pretensión de las que aparecen “injertos autonomis-
potencias europeas de tas” (1914-1945). Y es así que el radi-
imponer principios como calismo “incrementó la decisión au-
tónoma en algunos aspectos, pero el
el de extraterritoria-
esquema básico se mantuvo” (Puig,
lidad o el cobro 1984: 125). Los efectos de la crisis de
compulsivo de deudas 1929 encontraron “a la Argentina
desguarnecida, el esquema tendió a
dad o el cobro compulsivo de deu- profundizarse” (Puig, 1988: 25). Tras
das (Puig, 1984: I, 77). Esta etapa ello se incrementó el antagonismo
tiene su apogeo durante el siglo XIX con Estados Unidos, el inicio de una
y constituye una serie de tendencias tímida apertura hacia América Lati-
profundas en nuestra política exte- na y una revalorización de los asun-
rior: 1) afiliación a la esfera de in- tos territoriales.
fluencia británica: es caracterizada El modelo siguiente es el de auto-
por la optimización de lo económi- nomía heterodoxa, éste “no acepta
co y el establecimiento de algunas que se impongan dogmáticamente, en
limitaciones políticas; 2) oposición a nombre del bloque, apreciaciones polí-
los Estados Unidos: producto de la ticas y estratégicas que sólo consultan
escasa importancia económica de la el interés propio de la potencia hege-
relación que a veces llegó al enfren- mónica; interés que, en la inmensa
tamiento; 3) aislamiento de América mayoría de los casos, refleja en reali-
Latina aunque se mantenían a veces dad las aspiraciones de determinados
grupos de presión o factores de poder
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
interno” (Puig, 1984: I, 78).
5 Ese último dato no tiene en cuenta el quiebre insti- Tras la Segunda Guerra Mundial,
tucional de 1930 que hubiese permitido al radicalismo
transformar el modelo (Simonoff, 1999: 30-36). la aparición de este modelo autono-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ mista no tuvo la exclusividad, ya que
4 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
5. existió una puja con los esquemas mo al modelo secesionista. Años des-
de inserción hacia los Estados Uni- pués, un discípulo de Puig, Guillermo
dos hasta 1983. 6 Esta situación gene- Figari, delinea aspectos concretos de
ró dos características para este pe- la política exterior autonomista. Allí,
ríodo, señaladas por Rappoport, la los sistemas de alianzas con los paí-
relación con Washington –cercana o ses del occidente desarrollado no son
distante– y la inestabilidad interna deseables porque no son “aliados
(Rapport, 1988: 22). naturales de Argentina” aunque por
La falta de estabilidad institucio- razones pragmáticas no debe
nal reflejó cambios constantes en esta descartárselos (Figari, 1985: 24-32). Las
área, como en otras, al ritmo de la alianzas para los postulados autonó-
sucesión de gobiernos civiles, más au- micos deben ser con aquellos países
tonomistas, y militares, más cercanos de similares “capacidades o poten-
a los designios de Washington, e in- ciales” e incluso “será necesario que
cluso en algunos casos dentro de un los aliados quieran ver promovidos
mismo gobierno. Existen dos obser- los mismos valores” (Figari, 1985: 28-
vaciones a esta caracterización hecha 9). Y estas alianzas “deberán tener
por Puig: mientras el período que distintas modalidades o característi-
media entre 1946 y 1955 para el au- cas (para negociar, para cooperar y
tor es de “autonomía heterodoxa”, desarrollarse, y las que impulsen rei-
no se perciben los cambios de éste al vindicaciones) de acuerdo a las cir-
inicio de la década de 1950 (Rappaport cunstancias, necesidades y propósi-
y Spiguel, 1994). La otra es la refe- tos de cada una” (Figari, 1985: 37).
rencia a la última dictadura militar Con la aparición de estos enun-
caracterizada por una “persistencia ciados generales o simbólicos, la
de autonomía heterodoxa en un con- determinación de regularidades es-
texto político disfuncional y econó- pecíficas y las herramientas concep-
mico dependentista.” Allí Puig le asigna tuales (modelos), la política exterior
un carácter autonomista a esa políti- se conformó como un campo disci-
ca exterior que ha sido puesta en plinar que avanzó hacia una desi-
duda por varios autores (Pérez Llana, deologización de sus contenidos. Pero
1984: 170-175 y Rappoport, 1990: 165). la nueva llegada de los militares en
Esta descripción hecha por Puig es los setenta significó que los estudios
algo esquemática y no permite cono- en los ámbitos de poder se volvieran
cer el proceso con claridad y profun- sobre sus aspectos más tradiciona-
didad aunque sí da muestras de la les, la diplomacia y la geopolítica.
actitud errática hacia el exterior que En este marco, los sectores académi-
tuvo nuestro país en esos tiempos. cos derivaron hacia análisis de sus
La última la autonomía secesionista aspectos burocráticos, un uso siste-
“significa el desafío global. El país mático de archivos y el abandono de
periférico corta el cordón umbilical las generalizaciones (Rappoport, 1990:
que lo unía a la metrópoli.” Esta 564). Este tipo de enfoques profun-
etapa no es recomendable para el dizó la “profesionalización,” perdien-
autor, ya que agota los recursos na- do su carácter global, a favor de
cionales y puede derivar en una si-
tuación absolutamente contraria a ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
la deseada (Puig, 1984: I, 79). 6 Con motivo de la Guerra Fría existió una reconversión
de los grupos vinculados a la preeminencia británica
A pesar de estas prevenciones, que empezaron a impulsar un alineamiento con Esta-
podríamos decir que el concepto de dos Unidos.
autonomía heterodoxa está más próxi- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ESTUDIOS 5
6. análisis más específicos, circunscriptos “reflejan el significativo avance que se
y puntuales. Ya no se trataba de dis- ha hecho en los últimos tiempos [...]
tinguirse de otras disciplinas sino que vinculado al crecimiento teórico que
se fueron creando divisiones dentro ha experimentado la disciplina de las
de ella misma, lo que inició una cri- relaciones internacionales a nivel in-
sis al primer paradigma. 7 ternacional” (Colacrai, 1992: 38).
El dato más significativo del nue-
2. El debate sobre nuestra vo impulso está en los análisis de
política exterior reciente variables internas y en la inserción,
produciendo un desacuerdo con la
La llegada de la democracia en agenda anterior, ya que se desplaza
1983 significó para el país y su polí- la interrogación en torno a la auto-
tica exterior un cambio trascenden- nomía hacia temas instrumentales,
te. La relativa estabilidad institucio- salvo muy contadas excepciones.
nal de la que goza la Argentina le
ha otorgado continuidad con la de-
saparición de uno de los factores que
ajustaba estructuralmente la políti-
ca exterior.
E l paradigma autono-
mista no puede escindir-
se de esas transformaciones
Esta restauración no se compren-
de sin la Guerra de Malvinas que no ocurridas en el sistema in-
sólo terminó con el poder militar en ternacional, donde el
la política argentina sino que tam- Estado vio afectadas
bién ubicó a nuestro país en su reali- sus capacidades.
dad latinoamericana y del Tercer
Mundo. Pero esta realidad también
había cambiado, ya no era el mundo En los inicios de esta crisis
de los ideales de la descolonización paradigmática se ven dos direcciones:
sino que tenía elementos nuevos ge- las variantes introducidas por Moneta
nerados tras la crisis mundial de 1973. al modelo de tendencias que apuntan
El paradigma autonomista no puede a mejorarlo, y la lectura de Escudé
escindirse de esas transformaciones sobre algunos aspectos señalados por
ocurridas en el sistema internacional, el autonomismo y las visiones jurídica
donde el Estado vio afectadas sus ca- y geopolítica, como la debilidad terri-
pacidades. Si bien el Estado-Nación torial o incluso la redefinición del
sigue siendo el actor principal ya no concepto de autonomía mismo, con
es el único: las compañías transna- lo que inició un proceso de impugna-
cionales, el capital financiero inter- ción de esa corriente.
nacional, los organismos internacio- En el primer caso, Juan Carlos
nales, entre otros, socavan las reglas Moneta le incorpora algunas tenden-
de juego del sistema de poder estatal cias al paradigma puigiano: 1) la
(Fazio Bengoa, 1999: 48). triangulación comercial que apare-
Conjuntamente con estos cambios ció a fines del siglo XIX y establece
externos, se dio un nuevo impulso a la una estructuración de Inglaterra, y
disciplina que desarrolló elementos que luego Europa Occidental, como fuentes
para las exportaciones, y Estados Unidos
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ como importador que crece algebrai-
7 En este sentido nuestra disciplina ha seguido un camente en la medida que el viejo
camino similar al resto de las ciencias sociales de
pérdida de sus grandes relatos. continente pierde relevancia inter-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ nacional; 2) el equilibrio regional
6 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
7. que es la existencia de una preocu- política del presidente “representa
pación desde la independencia por un giro brusco respecto de la políti-
mantener una distribución de poder ca del gobierno de Alfonsín y un
favorable –o al menos equilibrada– viraje de 180 grados de la política
con Brasil y Chile; y 3) la diversifica- altamente confrontacionista de la
ción de mercados que aparece desde dictadura militar.” Las diferencias que
mediados del siglo XX y se relaciona encuentra están en que las políticas
con el surgimiento del modelo auto- de Alfonsín y su equipo “conduje-
nómico (Moneta, 1988: 52). ron siempre a la confrontación con
En un texto de mediados de los los poderosos” y habría generado
ochenta Escudé rechaza la tendencia costos. Las de Menem, Cavallo y Di
de debilidad territorial, sustituyen- Tella parten “de la aceptación rea-
do la idea de fragilidad por la de lista del liderazgo de los Estados
expansión acorde a las nuevos apor- Unidos” y por lo tanto “no tienen
tes historiográficos en torno a la costos y pueden, eventualmente,
concepción de nación, y en la im- generar beneficios significativos.”
pugnación del uti possidetis juris (Escudé, 1992: 36-38).
(Escudé, 1988: 241-262). A este corte de 1989, hay quienes
Además de ello, la disciplina acom- lo ven pero en un sentido exacta-
pañó los cambios que se dieron en la mente contrario. Interpretan que
política exterior con la transforma- Alfonsín llevó a cabo “una política
ción de sus paradigmas vigentes has- de autonomía ingenua” aunque esta
ta entonces. 8 Se había iniciado una actitud “no constituyó ningún incon-
convergencia hacia una síntesis de lo veniente para que reconociera una
que debía ser la proyección política realidad insoslayable no comprendi-
del país, con ciertos rasgos de conti- da en el pasado: con los Estados Unidos
nuidad que están en la elección de debían existir relaciones maduras.”
los actores (Estados Unidos, América Y que, en cambio Menem, “no sólo
Latina y Europa occidental) con mati- aceptó la dependencia de hecho, sino
ces propios en cada gestión (Figari, que también reflotó la persistente
1997: 130). Aunque éstas siguen pre- mentalidad dependiente, con un ali-
sentando algunos contrastes, ya que neamiento a ultranza con respecto a
la relación con Washington se basa Estados Unidos” (Figari, 1997: 130].
en la “reactualización del principio La diferencia entre las políticas
de no intervención a través de nego- exteriores está para Figari en “la
ciaciones maduras y moderadas con cuestión de la elección de las priori-
Estados Unidos” (Figari, 1993: 220). dades, referidas a con quién me debo
De acuerdo a cómo se las interprete, relacionar más y con quién me ten-
positiva o negativamente, es la línea go que relacionar menos. Y dentro
de corte entre los análisis. Las políti-
cas hacia ese país no fueron iguales y ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
8 Nos referimos a la puja entre latinoamericanistas y
tampoco lo son las interpretaciones occidentalistas que plagó nuestra política exterior des-
sobre ellas. La proliferación de los de el fin de la Segunda Guerra Mundial. Aunque esto
debates no pueden escindirse de la no impidió su persistencia en debates más puntuales
como el acaecido ante la aparición del libro de Carlos
forma que adquirieron los inicios de Escudé La declinación argentina (1983) entre éste y
la restauración democrática. Mario Rappoport en la revista Desarrollo Económico
(1984) que giró en torno a los orígenes de la desinserción
Por un lado encontramos aque- producida por esa conflagración. Aunque también se
llos como Escudé que marcan un observa cierta referencia implícita a la producida tras
la Guerra de Malvinas y a los modos en los que el
quiebre en 1989, con la llegada de país debiera insertarse en el escenario internacional.
Menem al poder. Para este autor la ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ESTUDIOS 7
8. de esas relaciones cuál constituye la sobre la base de la observación de los
alianza principal” (Figari, 1997: 135). cambios en el sistema internacional 10
Para este autor el dilema de nues- y las reacciones de los diferentes gru-
tro rol en el mundo sigue siendo la pos dirigentes del país ante ellos.
construcción de autonomía para re- Para este autor, en el sistema
ducir la dependencia (Figari, 1997: decimonónico las clases dirigentes
132). El autor pone la disyuntiva en elaboraron una primera forma de
la que se encuentra nuestra política inserción donde se desarrolló una
exterior en un debate de fondo y no mentalidad dependiente y ciertas
de forma, ya que la teoría y la prác- tendencias profundas en torno al ideal
tica derivaron hacia lo instrumental alberdiano. Esta estructura “nace en
y abandonaron la discusión princi- la primera mitad del Siglo XIX” aun-
pal (Figari, 1997: 19). que “esa estructura es herencia de la
Como vemos, los herederos del época colonial” (Figari, 1993: 85). El
autonomismo, como Figari, y de la autor divide a las variables en una
tradición occidentalista, como Escudé, principal y otras secundarias. La pri-
coinciden en la caracterización aun- mera es “la focalización excesiva en
que las valoraciones sobre los he- la metrópoli.” Para Figari, la Consti-
chos son diametralmente opuestas. tución Nacional es la expresión doc-
trinaria, ésta es “una respuesta polí-
2.1. La herencia puigiana tica y económica de la reformulación
del Pacto Colonial con Gran Breta-
La aparición de Debates y Trayec- ña” (Figari, 1993: 101). Como varia-
torias de la Política Exterior Argenti- bles secundarias encuentra: la apari-
na de José Paradiso (1993) 9 y Pasado, ción del principio de no interven-
Presente y Futuro de la Política Exte- ción como respuesta a “cuestiones
rior Argentina de Guillermo Figari cotidianas que se presentan en la
(1993) en la primera parte de los relación con la metrópoli”, el aisla-
noventa fue un signo auspicioso de miento mundial y regional, y la po-
renovación de las tendencias auto- lítica territorial de status quo que
nomistas en los análisis de nuestras oscila entre el expansionismo y la
vinculaciones externas. autorrenuncia (Figari, 1993: 115-129).
El libro de Figari está construido En la transición de un orden al
otro, los cambios internos y exter-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
nos produjeron modificaciones en
9 De este texto sólo haremos una breve referencia,
ya que su análisis nos desviaría de nuestro objeto de donde la mentalidad dependiente se
trabajo. Debates y Trayectorias... tiene una “perspec- transforma en un principismo de
tiva estructural y de largo plazo que excede otras
circunstancias en las que los argentinos discutían el
grandeza dependiente 11 o la no in-
modo de ubicarse en el mundo” (Paradiso, 1993: 15). tervención que evoluciona hacia la
10 El sistema lockeano, donde prima lo económico, neutralidad (Figari, 1993: 131-166).
tiene lugar durante el siglo XIX y la primera parte del Aquí el autor da cuenta de las con-
XX, su pasaje a otro hobbesiano que tiene lugar du-
rante la Guerra Fría, más político. En los ochenta se
tradicciones internas y externas que
abriría un camino hacia un posible retorno al sistema dificultan la salida de la tendencia
lockeano. principal y testimonia los intentos
11 Para Figari, ésta es “la frustración de no conseguir de cambio.
un grado de autonomía que pueda considerarse como
óptima en relación con el grado de desarrollo que se En el Sistema Hobbessiano, el país
creía había alcanzado el país.” Esa frustración se tras- busca formas autonomistas pero se
lada hacia una “ideologización” proyectada sobre la
“grandeza de la nación” y “una ubicación de privilegio
enfrenta con la decisión norteameri-
en la comunidad internacional (Figari, 1993: 143). cana de lograr “una conversión total
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ hacia la nueva metrópoli.” Para ter-
8 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
9. minar con su singularidad la tradi- respecto a los análisis globales, in-
ción del principio de no interven- cluso para los períodos recientes. 13
ción (Figari, 1993: 195). Para el autor
esta situación es el reflejo de la puja 2.2. La interpretación histórica
entre el alineamiento y el autono- Escudéana
mismo, descripta por Puig.
Los indicios contradictorios per-
mitieron que el saber académico fuera
L os indicios
contradictorios
permitieron que el saber
ocupado por los impulsores de un
discurso único, muy correspondien-
te con los años de esplendor del
académico fuera ocupado menemismo. Por eso, esta lucha por
la interpretación no se detuvo en la
por los impulsores de un política exterior reciente sino que
discurso único, muy co- hubo una fuga hacia el pasado. Los
rrespondiente con los cambios externos e internos de los
años de esplendor últimos veinte años afectaron al mo-
delo de Puig. Éste ya no explica y
del menemismo muchos se abren el paso a nuevas
formas de autonomías. 14 El fenóme-
Con la llegada de la democracia y no de redefinición de la teoría auto-
el fin de la Guerra Fría aparecen en nomista no fue exclusivo de la Ar-
el diseño de nuestra vinculación in- gentina. América Latina abandonó
ternacional ciertas coincidencias pro- estas políticas en los noventa por-
gramáticas basadas en la reactuali- que ellas marcan la renuncia volun-
zación del principio de no interven- taria de la política exterior latinoa-
ción –a través de negociaciones ma- mericana de los sesenta y setenta
duras y moderadas con Estados Uni- con sus contenidos ideológicos al perder
dos–, la creación de un núcleo de importancia estratégica con el fin
poder cooperativo con América Lati- de la Guerra Fría. (Drekonja-Kornat,
na –tomando como eje central Bra- 1993: 19-21).
sil-Argentina–, la defensa de la so-
beranía territorial de Malvinas, la
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
solución pacífica de los problemas 12 Para las diferencias entre esas políticas véase supra .
limítrofes, la comercialización con
13 Un caso sintomático es la importantísima colección
Europa occidental y oriental y la del CERIR sobre la política exterior desde inicios de los
participación en el Movimiento de noventa donde en los primeros volúmenes (1994 y 1998)
existe una presentación de la obra que articula todos
No Alienados. Este período se divide los discursos de los especialistas en diversas áreas, y el
en dos etapas: la autonomía inge- último (2001) sólo se reduce a una presentación casi
formal. Pero también es cierto que existen trabajos como
nua y la posautonomista que no se los de Roberto Miranda (2001) y el de Andrés Cisneros
corresponden necesariamente con los (2002) que poseen perspectivas globales aunque con
cambios de gobierno de Alfonsín y enfoques diversos. En el primero se analiza la inserción
de la Argentina frente a los cambios del contexto exter-
Menem (Figari, 1993: 220-227). Lo que no y el impacto de tres estilos de vinculación: el exclu-
fija el cambio de una etapa a otra es yente (cuando la agenda se acomoda a los intereses y
estrategias del país preferido), el anémico (cuando es
la transformación de los puntos re- débil por la fragilidad del sistema político interno) y el
feridos a Estados Unidos, Malvinas y súbito (cuando se apoya en sensaciones). En el segun-
do, la construcción de continuidades se realiza a través
el Movimiento de No Alineados. 12 de aspectos instrumentales como el ABC de Perón y el
Pero a pesar de estos avances, en Mercosur, que evitan la discusión central del análisis
el resto de la década se observan del proceso histórico que va desde la “Tercera Posi-
ción” a las “Relaciones Carnales”.
ciertos indicios contradictorios con ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ESTUDIOS 9
10. 2.2.1. El realismo periférico de y estática donde ningún cambio es
Carlos Escudé posible;15 tras su aparición vislumbra
la existencia de dos sistemas: uno je-
Escudé se propone el desafío de rárquico generado por los nuevos
recrear un realismo desde los márge- poderes mundiales y otro anárquico
nes, distinto al de las naciones cen- generado por los Estados rebeldes. En
trales pero en consonancia con sus realidad, no son dos sistemas distin-
intereses; fundado en que en el sis- tos conviviendo sino uno solo del cual
tema internacional a los Estados se emergen los problemas y sus repues-
les imponen reglas desiguales. Para tas (Escudé, 1999b: 149-151).
las grandes potencias y sus aliados A diferencia de los autores ante-
estratégicos posee un estándar dis- riores, Escudé primero definió el rol
tinto al resto. Mientras las grandes de la Argentina en el mundo, y lue-
potencias las establecen, en la peri- go el funcionamiento de éste. Lo
feria quienes imponen las reglas tie- extraño del método seguido por este
nen un uso selectivo de ellas, que el autor es que el Interés Nacional, as-
autor denomina eufemísticamente pecto central de la teoría realista,
“categorización de los estándares desaparece frente a las exigencias
múltiples”, ya que países compren- de la potencia hegemónica (Escudé,
didos en un segundo grupo de nor- 1992). Incluso en El Realismo Perifé-
mas sufren las imposiciones, y un rico (1992) no es bien definido y re-
tercer grupo las rechaza (Escudé, 1999a: cién en el texto de 1995 lo será en
9-10 y 1999b: 181). torno a la idea del Estado Mercantil
En los libros anteriores a Estado de Roncencrace.
del Mundo (1999a) el autor presenta Este marco, de mayor relevancia
una estructura internacional jerarquizada de la inserción lo lleva a redefinir el
concepto de autonomía. Por eso dis-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
tingue dos tipos de usos: 1) los usos
14 Como por ejemplo Juan Gabriel Tokatlián quien ve orientados hacia su exhibición, que
un cambio de la autonomía heterodoxa a otra ambi-
gua (Tokatlian, 1996: 22-409). Lo extraño es que casi
llama consumo de autonomía; y 2)
todos los análisis ven este pasaje como una continui- los usos orientados hacia la genera-
dad y no como una ruptura entre ambos conceptos. ción de más desarrollo o poder, que
15 Atilio Borón señaló oportunamente que estos mar- denomina inversión de autonomía
cos definidos por Carlos Escudé nunca son tan absolu-
tos como los presenta el autor (Borón, 1991: 433-
(Escudé, 1995: 221).
439). Si bien el planteo de dividir la
16 Para Russell la lectura Escudéana lleva a la Argen- autonomía en consumo e inversión
tina a tener una actitud pasiva en el escenario inter- parece razonable, el autor abusa de
nacional sólo se acompañan los deseos de la potencia
hegemónica y el Estado no tiene voluntad propia (Russell, la última en contra de la primera,
1991: 440-445). llevándola a su desaparición casi total.16
17 Uno de los principales problemas que encontramos Incluso, no tiene en cuenta la fungi-
es que este desarrollo teórico desatiende los sucesos, bilidad del poder. De lo que se trata
los reduce a una elección arbitraria para justificar tal
o cual lineamiento. Debemos evitar caer en una de las es de construir poder sin poder, no
características del realismo: el uso, y abuso, determinista de eliminarlo.
de la historia por parte de la teoría (Del Arenal, 1984:
87). Para evitar esto creemos oportuno hacer una re-
Escudé posee una visión de la es-
ferencia al historiador inglés Edward Thompson quien tructura internacional jerarquizada
en su polémica con Perry Anderson le señalaba que y estática, donde ningún cambio es
los modelos funcionan como una metáfora de la reali-
dad y que quien los mira funcionar debe ser capaz de posible. 17 El autor vislumbra la rela-
poner un delicado equilibrio entre ambos –el modelo y ción centro-periferia como estática
la realidad– que permita a través de esta dialéctica el
crecimiento intelectual (Thompson, 1978, 77 y ss.). e inmodificable, del mismo modo
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ que los autores de la Teoría de la
10 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
11. Dependencia. Significativo es también (1998). La misma posee una exten-
su rechazo a quienes pretenden ana- sión de catorce tomos, en donde
lizarla fuera de los propios términos conceptualiza cuatro etapas 19: la Ar-
de la realidad internacional. En se- gentina embrionaria (1806-1881), la
gundo lugar, también relacionado con Argentina consolidada (1881-1942),
el tratamiento de los sucesos está su la Argentina subordinada (1942-1989),
polarización extrema. Escudé‚ cae en y la Argentina posmoderna (1989-
lo señalado por Rappoport en la po- 1999), aunque, a diferencia de Puig,
lémica anteriormente citada de redu- en forma de proceso histórico. 20
cir todo “a una disputa esquemática” La Argentina embrionaria (1806-
(Rappoport, 1984: 620). 1881) está enmarcada en el proceso
La competición está reservada al de gestación de los Estados del Cono
aspecto económico y no a los políti- Sur. Esta posición se sustenta en el
cos y militares, como si se pudiesen hecho por el cual a pesar de la inde-
separar unos de otros. Con respecto pendencia formal “aún nos encon-
al carácter periférico del realismo tramos con Estados embrionarios” y
Escudéano, observamos que con la los autores señalan que la incom-
división de la autonomía y su rede- prensión de este fenómeno lleva a
finición, el autor se separa del para- muchos trabajos a adolecer “de grandes
digma instaurado por Puig, afirman- defectos”. Para ellos, esta falta de
do la inserción por sobre la autono- comprensión “ha sido en muchas
mía. Además algo preocupante es que ocasiones el producto de las mitologías
no ve a ambos conceptos como com- historiográficas” (Cisneros y Escudé,
plementarios a la manera puigiana, 1998: I, 16).
sino como excluyentes, relegando las
potencialidades de la nación en fun-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ción de los intereses del Estado he- 18 Como ejemplo citamos nuestra experiencia perso-
gemónico. El otro problema de la nal en los dos últimos eventos académicos a los que
teoría de Escudé es que las ganan- asistimos (las Sextas Jornadas de Historia de las Rela-
ciones Internacionales en Santiago de Chile del 3 al 6
cias son siempre eventuales o difirieren de octubre de 2001 y el Primer Congreso de Relacio-
la confrontación hacia el futuro, lle- nes Internacionales del Instituto de Relaciones Inter-
nacionales en La Plata del 14 al 15 de noviembre de
vando a eternizar la alineación. 2002). Allí fue evidente observar cómo muchos “espe-
El concepto de autonomía debe cialistas” toman acríticamente el discurso Escudéano,
y no notan que es sustancialmente distinto al de Puig,
ser redefinido porque el mundo cam- e incluso, cuando son interpelados los motivos de su
bió, pero una cosa es redefinirlo y adhesión, se contradicen o no pueden justificar esta
otra hacerlo desaparecer. Y este im- cuestión de fondo.
pacto no sólo tiñe el debate actual 19 Es notable la coincidencia en la periodización con
el trabajo de Felipe De la Balze (1997), quien más
sino también los análisis retrospecti- cauteloso establece una etapa defensiva en vez de
vos, aunque esta discusión de fondo una embrionaria en la primera mitad del siglo XIX, y
no es del todo percibida. 18 luego la constitución de tres tiempos para nuestra
política exterior –la de la organización nacional (1852-
68/1930-41), la del aislamiento (1941-3/1983-5) y la
2.2.1. Una historia general de reincorporación al Primer Mundo o nueva política
exterior (desde 1983-5 en adelante). Ésta se debe a
Escudéana que ambos fijan como parámetro exclusivo la relación
con la potencia principal, ya sea Gran Bretaña o los
Estados Unidos.
Escudé es consciente de la mues-
tra es su monumental obra, realiza- 20 Aunque originalmente estaban previstos dieciséis
tomos, los dos últimos referidos a la gestión de Menem
da en conjunto con Andrés Cisneros no fueron publicados para “evitar la politización de la
y un grupo de colaboradores titula- obra” (Cisneros y Escudé, 1998: XIV, 7). De manera
auxiliar utilizaremos el artículo de Andrés Cisneros “Ar-
da Historia General de las Relaciones gentina: historia de un éxito” (1998).
Exteriores de la República Argentina ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
E S T U D I O S 11
12. Esta etapa está subdividida en va- estudios sobre el Estado-nación en
rios períodos: el primero va desde 1806 las últimas décadas. 21 Pero lo ade-
hasta 1825 con el reconocimiento for- cuado del método no garantiza los
mal británico, en él los autores en- resultados obtenidos, ya que muchos
cuentran dos falencias en la historio- aspectos planteados por esos auto-
grafía: una es la idea de que el Estado- res no están suficientemente ponde-
nación se formó en 1810 y la otra es la rados (Simonoff, 1993: 8-11).
simplificación de la puja patriotas-criollos
contra realistas-españoles (II, 251-253).
El siguiente período lo denominan de
mini-Estados (1825-1852), en donde si
bien no se llegó a un ordenamiento
L a Argentina
embrionaria (1806-
1881) está enmarcada en el
institucional, el período rosista gene-
ró uno en el cual los dirigentes “te-
proceso de gestación de los
nían más que perder con la guerra y Estados del Cono Sur. En
más que ganar con la paz” (Cisneros, esta etapa es muy evidente
1998: 40). Entre 1852 y 1860 ubican el la presencia de una lectura
período de puja entre el Estado de
Buenos Aires y la Confederación Ar-
del fenómeno de la nación
gentina, caracterizado por la inexis- como construcción,
tencia de un único Estado y en donde y no como un objeto
la lucha por el reconocimiento entre dado
ellos significaba la anulación del otro
(Cisneros y Escudé, 1998: V, 208-9). El
último (1862-1881), está marcado por La segunda etapa es la Argentina
“la construcción de un Estado y un consolidada (1881-1942). Sus inicios
mercado nacional influido por la as- están delimitados por la afirmación
cendente demanda externa” (Cisneros y adquisición de “algún grado de
y Escudé, 1998: VI, 360). Para Cisneros estabilidad territorial y política”. En
este proceso fue reforzado por la Gue- la integración al mercado mundial
rra de la Triple Alianza, porque permi- el país se vincula con las economías
tió a Mitre “derrotar o neutralizar a centrales; Escudé y Cisneros lo hacen
sus poderosos enemigos internos, para sobre la base de la teoría de la de-
asegurarse el dominio de vastos terri- pendencia aunque en un marco de
torios tobas (Formosa) y guaraníes (Can- mayor paridad que la actual (Cisneros
delaria y Santo Tomé) antes domina- y Escudé, 1998: I, 16-17). Detectan
dos por Paraguay y para consolidar su un corte en 1930: “No puede dejar
propia y frágil unión previa al conflic- de reconocerse que una economía
to” (Cisneros, 1998: 49). periférica, exportadora y abierta como
En esta etapa es muy evidente la la de la Argentina en el siglo XIX
presencia de una lectura del fenó- fue particularmente vulnerable a las
meno de la nación como construc- oscilaciones del mercado internacio-
ción, y no como un objeto dado. nal. Es lo que demuestran las recu-
Éste tiene su origen en el marxismo rrentes crisis de 1876, 1890 y 1930.
culturalista británico que renovó los Pero las cifras demuestran que desde
el punto de vista comercial, la rela-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
ción económica entre la Argentina e
21 Como una aproximación a los textos de Gellner, Inglaterra no fue tan unilateral como
Hobsbawm y Benedict Anderson es muy buena la reco-
pilación de Fernández Bravo (1995). sostienen los postulantes de la de-
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ pendencia” (Cisneros y Escudé, 1998:
12 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
13. X, 308-9). Para los autores, el mode- che para ganar tiempo y que debía-
lo primario exportador se sustenta- mos aprovechar los pocos años de
ba en una economía agroexportadora relativa bonanza que con él nos ga-
diversificada, exitosa pero vulnera- rantizábamos para transformar nuestra
ble desde el punto de vista de las economía. No lo hicimos, y así nos
inversiones extranjeras, que demos- fue” (Cisneros, 1998: 57).
tró ser exitoso hasta 1929 (Cisneros y Estos intentos por mantener la
Escudé, 1998: X, 316). economía argentina en el área de la
A pesar de esta crítica, referida libra recibieron un golpe final al
exclusivamente al aspecto comercial concluir la conflagración contra el
y no a otros, Escudé y Cisneros op- Eje. En ese momento, la transferen-
tan estructuralmente por la Teoría cia de poder mundial hacia los Esta-
de la Dependencia, en lugar del au- dos Unidos concluyó. Lo notable es
tonomismo. Esta elección, no es ca- que esto “resultaba previsible desde
sual, ya que este análisis entiende mucho antes de finalizar la Segunda
las relaciones centro-periferia como Guerra.” Por consiguiente, esta mala
inmodificables. Es evidente el inten- evaluación y las políticas de neutra-
to pedagógico de la descripción de lidad, calificadas como “errores”, nos
esta etapa: se la muestra de una manera “condujeron a la marginación inter-
casi idílica. 22 En general, no expli- nacional y a una profunda incerti-
can la división existente entre los dumbre respecto de su rumbo eco-
intereses de los grupos dominantes nómico” (Cisneros, 1998: 59).
y la potencia hegemónica, y cuando Es curioso que en la Historia Ge-
lo hacen, es en referencia a cuestio- neral la fecha de culminación de esta
nes económicas y no políticas. etapa sea 1942, y no 1945 como lo
La emergencia de la crisis de 1929 señala Cisneros. En la monumetal obra
no es registrada en la Historia Gene- se nota la preeminencia de los pos-
ral pero sí en el artículo de Cisneros. tulados Escudéanos más proclives a
Allí se señalan las consecuencias eco- analizar el proceso desde una visión
nómicas que llevaron a deteriorar unidimensional. 23
nuestro comercio exterior y al siste- En tercer lugar aparece la Argen-
ma político (Cisneros, 1998: 56). Es- tina subordinada (1942-1989). Es una
tos aspectos tuvieron evidentes etapa marcada por la confrontación,
implicancias en el diseño de nuestra
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
política exterior, ya que como efec-
22 Como oportunamente señaló José Paradiso, cuan-
to derivaron “hacia el aislamiento y do analizaba el discurso Escudéano contrario a la po-
la retórica principista, en relación lítica autonomista de Alfonsín, allí el pasado es un
ejemplo a imitar: “Si por entonces (a fines del Siglo
asimétricamente inversa a nuestro XIX y principios del XX) al país le había ido bien aco-
abandono de los mercados y posi- plándose a la potencia hegemónica (Gran Bretaña), lo
ciones internacionales bien ganadas aceptable era repetir la fórmula (ahora con Estados
Unidos)” (Paradiso, 1993: 195).
con anterioridad” (Cisneros, 1998: 52).
23 En esa obra no se toma registro de la polémica
La nueva situación intencional llevó entre el propio Escudé y Rappoport relativa a la per-
a los grupos conservadores, para manencia de los intereses británicos y las políticas de
neutralidad que hubiesen derivado lógicamente en fi-
detentar sus intereses, al impulso del jar como fecha 1945, 1946 ó 1949, pero nunca una
Pacto Roca-Runciman que el autor tan temprana como 1942 establecida por el cambio de
evalúa del siguiente modo: “Lo malo actitud norteamericano ante su decisión de intervenir
en la Segunda Guerra Mundial, tras el ataque japonés
no fue el acuerdo. Lo malo fue que en las base naval asentada en las islas de Hawai. El
no entendimos que el mundo estaba otro dato es la homogeneización de innumerables va-
riantes de las posiciones neutralistas y rupturistas en
cambiando, que el Pacto Roca- ese conflicto (Simonoff, 1998: 124-134).
Runciman funcionaba como un par- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
E S T U D I O S 13
14. aquí los desafíos al poder hegemó- te en el factor determinante para las
nico estuvieron marcados por una estrategias utilizadas, aumentando
asimetría cada vez mayor entre las el grado de aislamiento, siendo su
grandes potencias y la periferia. La punto culminante la Guerra de Mal-
oposición, aunque exitosa, “resulta- vinas (Cisneros, 1998: 63).
ba con frecuencia en victorias pírricas” Como ya lo señalamos, esta situa-
donde los costos eran muy superio- ción bélica pone a la Argentina ante
res a los que debía pagar Estados una nueva etapa. Y es aquí donde
Unidos por ese mismo fracaso. La encontramos nuevamente una varia-
Argentina subordinada posee las ción entre estos autores. Cisneros ve
mismas dificultades señaladas por Puig, “grandes aportes en el acercamiento
Figari, Paradiso y Miranda aunque a nuestros grandes vecinos, Chile y
con una interpretación diferente. Los Brasil” aunque todavía existían grandes
desafíos a la potencia, al ser un sis- interrogantes con respecto al
tema asimétrico, tienen un costo justicialismo (Cisneros, 1998: 65).
diferente para una y otra nación Aspecto en el que Escudé rechaza
(Cisneros y Escudé, 1998: I, 17). Ade- todo matiz previo a 1989.
Y finamente, la Argentina posmo-
derna (1989-1999): El fin de la Gue-
L a Argentina
subordinada (1942-
1989). Es una etapa mar-
rra Fría y la consolidación de los
regímenes democráticos son “un cam-
bio cualitativo” en la política exte-
rior, fundada en la aceptación de las
cada por la confrontación, reglas de juego y la “renuncia a las
aquí los desafíos al poder confrontaciones del pasado”. Estas
hegemónico estuvieron políticas tienen como objetivo, se-
marcados por una asimetría gún los autores, el desarrollo econó-
mico y el bienestar de la gente
cada vez mayor entre (Cisneros y Escudé, 1999: I, 18-19). Si
las grandes poten- bien esta etapa no se encuentra en
cias y la periferia. la Historia General existe un sinnú-
mero de obras y trabajos de Cisneros
más “la política exterior del país fluc- y Escudé sobre él a los que hemos
tuaba dramáticamente entre el ter- hecho referencia.
cermundismo anti-occidental de al- La caracterización de este período
gunos gobiernos de la democracia se sustenta en que: “Una Argentina
restringida, posteriores al derroca- abierta y dispuesta a competir es una
miento de Perón, y los alineamientos Argentina dispuesta a eliminar las
internacionales con espíritu de cru- confrontaciones que la alejaban in-
zada, auspiciados por las fuerzas más necesariamente de Occidente” (Cisneros,
reaccionarias durante los gobiernos 1998: 72). Donde, además, se resca-
militares de las autodenominadas tan una serie de decisiones de gran
“Revolución Argentina” y “Proceso impacto interno como la creación del
de Reconstrucción [sic] Nacional” Mercosur y el fin de las diferencias
(Cisneros, 1998: 61). limítrofes con Chile (iniciadas duran-
El inicio de esta oscilación, pro- te el gobierno de Alfonsín), la reanu-
ducto de la inestabilidad política dación de las relaciones con Gran Bretaña
interna, es anterior a esta etapa, como bajo la fórmula del “paraguas” y la
el propio Cisneros lo marca. Por otra adhesión a la alianza occidental
parte, esta inestabilidad se convier- (Cisneros, 1998: 73-6).
14 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
15. Esta etapa es descripta por Escudé y divergencias en la valoración,
como una época refundacional, por lo periodización y conclusión de todo
que no se encuentran variantes con el proceso histórico.
respecto al anterior gobierno, además Toda la bibliografía apunta a la
es analizada como si fuera un espejo de consolidación de un modelo de rela-
la iniciada en 1880 y en algún sentido, ción particular en el siglo XIX bajo
sus análisis sobre ella poseen las mis- la búsqueda de la inserción a la po-
mas perplejidades de aquel análisis. tencia hegemónica de entonces.
Quienes la ven idílicamente, lo ha-
3. Las conclusiones cen a sabiendas de que están contri-
buyendo al modelo implementado
El autonomismo, más vinculado a en los noventa, aunque a riesgo de
las revoluciones nacionalistas y no percibir el pasado con todas sus
reformistas de mediados del siglo XX características, porque ello pondría
y los movimientos de los sesenta, en peligro sus posiciones sobre el
sostiene que la flexibilidad del siste- presente. En un sentido contrario,
ma internacional y su distribución los autonomistas valoran las diver-
de tareas otorga a los países márge- gencias entre las elites locales y
nes de maniobra para lograr los ob- metropolitanas como evidencia de
jetivos nacionales y una interpreta- los márgenes de acción que genera
ción acorde a esta definición. Se podría el escenario internacional.
decir que en esta visión la decisión Puig y Figari hacen una lectura
interna de un país se encuentra por más tradicional sobre los orígenes de
encima del sistema internacional. En nuestra política exterior, vinculando
cambio para el realismo periférico el pasado hispánico, y no viendo la
más reciente, cuya influencia neocon- construcción del Estado-nación. Para
servadora es evidente, el sistema nosotros, es evidente que existe un
internacional al ser jerárquico y es- largo proceso de creación y legitima-
tático se impone frente al marco ción estatal del país, que su ausencia
interno. 24 Es interesante observar que influye en nuestra política exterior y
los autonomistas más recientes tam- que no comienza antes de 1862. Si
bién hacen una misma lectura en bien la culminación de este proceso
cuanto al peso de la estructura ex- está en torno a 1880, creemos que en
terna por sobre la interna, aunque la asunción de Mitre ya están presen-
no comparten la lectura del proceso. tes muchas de las tendencias profun-
La gran pregunta es si la acumula- das aunque existen tensiones alrede-
ción de contradicciones entre los dor de ellas aunque no siempre se
hechos y la teoría da lugar a una articulan en torno a la lógica de la
situación de crisis paradigmática o a afiliación a la esfera de influencia
un cambio de paradigma, situación británica. Por ello es más pertinente
que no es percibida por los trabajos esa fecha de inicio, y no 1880. 25
que analizan el tema.
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
Pero sus divergencias no impiden
24 De hecho la anarquía aparece tardíamente y se
ver algunos núcleos de la historia de presenta como una cuestión marginal y no constitutiva
nuestra política exterior, como las del sistema internacional.
políticas exteriores de la segunda mitad 25 Aunque no nos es extraño que los grupos dirigen-
tes precisan aún más sus objetivos en 1880, es lo que
del siglo XIX, la inestabilidad políti- José Luis Romero marca como transformación de la
ca y el aislamiento en la Guerra Fría, elite republicana en oligarquía (Romero, 1986). Tam-
o el inicio de una nueva etapa en los bién se observa cierta correspondencia en la elección
hecha por los autores con su visión del presente.
años recientes, aunque con matices ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
E S T U D I O S 15
16. A partir de ese momento, la Ar- La crisis de 1929 pone fin al esce-
gentina logró un modelo de inser- nario mundial decimonónico 27 y nos
ción en virtud de la división interna- encontramos frente a un escenario
cional del trabajo que le permitió, que se definirá en 1945. Dos datos
bajo esa adscripción, desarrollar una son significativos para esta etapa: el
política tradicional de inserción que refuerzo de la relación bilateral con
se inicia tras la Batalla de Pavón y Gran Bretaña –por eso esta etapa la
que puede llegar hasta 1930, cuyas podríamos denominar de bilateralismo
principales características fueron, la profundizado–, que tendrá efectos
ya señalada afiliación, la oposición no sólo económicos, y la ruptura del
a Estados Unidos, una triangulación consenso existente sobre las relacio-
comercial con esos dos países, el ais- nes que el país debería lleva a cabo,
lamiento de América Latina, el equi- ya que aparecen otras opciones con
librio regional y una debatida cues- mayor sustento político que antes,
tión territorial. 26 hacia los Estados Unidos, Alemania
o el autonomismo del forjismo.
Q uienes la ven idílica-
mente, lo hacen a
sabiendas de que están
El debate historiográfico apunta
a determinar cuándo ese modelo
terminó. Nos inclinamos a pensar que
el fin de la Segunda Guerra Mundial
contribuyendo al modelo resultó determinante porque surgió
implementando en los un nuevo escenario internacional con
noventa, aunque a riesgo de el desplazamiento definitivo de los
europeos y el ascenso de la Unión
no percibir el pasado con Soviética y los Estados Unidos, y esta
todas sus características, situación impuso nuevos rumbos en
porque ello pondría en nuestra política exterior. Es eviden-
peligro sus posi- te que a partir de allí la política
exterior argentina se estructuró so-
ciones sobre el bre una tensión entre los planteos
presente. autonomistas y de inserción a la
potencia americana dominante en el
Tras la Gran Guerra, el escenario escenario mundial desde mediados
mundial y nacional empezó a cam- del siglo XX.
biar y se hacía necesario un cambio Los proyectos de incorporación al
de estrategia. Eso se esboza durante nuevo escenario internacional estu-
los primeros gobiernos radicales, en vieron marcados por una puja entre
donde encontramos los primeros los esquemas autonomistas y esque-
atisbos autonomistas, sobre la base mas de inserción hacia los Estados
de una diversificación de las expor- Unidos son las que denominamos nuevas
taciones y la redefinición del con- políticas exteriores (1946-1983). La falta
cepto de soberanía. de estabilidad institucional reflejó
cambios constantes, al ritmo de la
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
sucesión de gobiernos civiles y mili-
26 La cuestión territorial gira en torno a posiciones
extremas, producto de las distintas visiones teóricas; tares, e incluso en algunos casos den-
para Puig existe claramente una “debilidad” y para tro de un mismo gobierno. Esta falta
Escudé una “expansión”, mientras Figari tiene una
posición más matizada (“autorenuncia y expansión”).
de estabilidad se reflejó en una acti-
tud incoherente hacia el exterior por
27 A tal punto que Andrés Cisneros lo anota en el
artículo al que ya hemos hecho referencia (1998: 55-59). parte de nuestro país, siendo éste uno
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ de los principales motivos de su pér-
16 Relaciones Internacionales - Nº 25/2003
17. dida de influencia a escala mundial, pectiva objetivizante, no puede ocultar
que es reflejada por ambas visiones sus imperativos del presente y del
aunque no con el mismo sentido. futuro.
Mientras en Puig y sus sucesores
las decisiones autonómicas son pon- Bibliografía
deradas como positivas, dada su co-
rrespondencia con los intereses in- BOLOGNA, Alfredo Bruno, (1991)
ternos del país, Escudé y sus acólitos Dos modelos de inserción de Argen-
las evalúan como “desafíos” con costos tina en el mundo: las presidencias
e inclusos como “victorias pírricas”. de Alfonsín y Menem, Rosario, CERIR,
Al cambio de óptica responde la re- Serie 3 n° 2, diciembre.
definición del concepto de autono- - (1994) La política exterior del
mía realizada por Escudé en forma gobierno de Menem. Seguimiento y
de consumo e inversión. Aquí, las reflexiones al promediar su manda-
diferencias de perspectivas nuevamente to, Rosario, CERIR.
aparecen y las referencias pedagógi- - (1998) La política exterior ar-
cas hacia el presente se muestran como gentina 1994/1997, Rosario, CERIR.
inevitables. - (2001) La política exterior ar-
Desde la restauración democráti- gentina 1998/2001, Rosario, CERIR.
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como marco cierta estabilidad de un bre, pp. 433-439.
régimen, en donde se produjo una CISNEROS, Andrés (comp.) (1998)
conjunción de pretensiones de auto- Política exterior argentina, 1989-1998.
nomía e inserción que estaría carac- Historia de un éxito, Buenos Aires,
terizando un modelo distinto. La Grupo Editor Latinoamericano.
consolidación de dos variables prin- ——— y ESCUDÉ, Carlos, (1998)
cipales, una con Washington y otra Historia General de las relaciones
con Brasilia, son los datos más rele- exteriores de la República Argenti-
vantes. Mientras la primera es una na, Buenos Aires, Grupo Editor Lati-
continuidad de la anterior –reforza- noamericano.
do por el fin de la Guerra Fría y CHAUI, Marilena, (1998) Cultura y
matizada en un esquema convergen- Democracia, Sao Paulo, Cortéz.
te con la autonomía–, la otra apare- COLACRAI, Myriam, (1992) “Pers-
ce como una auténtica construcción pectivas teóricas en la bibliografía
de este período, tendiente a dismi- de política exterior argentina”, en
nuir la presión de la primera. RUSSELL, Roberto, Enfoques teóricos
Finalmente queremos señalar que y metodológicos para el estudio de
el acento puesto en lo burocrático a la política exterior, Buenos Aires, Grupo
partir de los ochenta fue contribu- Editor Latinoamericano, pp. 19-51.
yendo a la formación de especialis- CONIL PAZ, Arturo y FERRARI, Gus-
tas en áreas de política exterior y tavo, (1964) Política Exterior Argen-
que éste no alienta los análisis globales tina 1930-1962, Buenos Aires, Huemul.
e integrales. 28 Esta fragmentación
discursiva dejó lugar a una nueva
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
articulación del pasado, como la
28 Es un dato evidente que la suma de las partes
expresada en la obra de Escudé y nunca componen el todo, siempre hay algo más.
Cisneros que, recubierta de una pers- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
E S T U D I O S 17
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