1. Alumna: Mariangel Arrieta
C.I. 18.862.890
HPS-16100027V
Asignatura: Fisiología y Conducta
Docente: Prof. Xiomara Rodriguez
UNIVERSIDAD YACAMBU
FACULTAD DE HUMANIDADES
CARRERA PSICOLOGÍA
2. La ira es vista como una forma de
reacción y respuesta de evolución para
permitir a la gente enfrentarse con
amenazas.
Tres tipos de ira son reconocidos por
los psicólogos: la primera forma de ira,
llamada “ira precipitada y repentina”,
está conectada al impulso de
autopreservación. Es compartida por
humanos y animales y ocurre cuando
están atormentados o atrapados.
El segundo tipo de ira es llamada “ira
estable e intencionada” y es una
reacción a una percepción de daño o
trato injusto por otros de manera
malintencionada. Estas dos primeras
formas de ira son “episódicas”.
El tercer tipo de ira es la “ira
recurrente” y está relacionada más con
los rasgos de carácter que con los
instintos o pensamientos. Irritabilidad,
resentimiento y actitudes de mala
educación son ejemplos de ira.
3. Durante mucho tiempo se creyó que
todas las emociones se procesaban en
un conjunto de estructuras cerebrales
interconectadas conocido como "sistema
límbico".
Sin embargo el cerebro trabaja en red.
Cuando se experimenta una emoción no
se activa una sola área, sino varias,
pero generalmente hay una que tiene
mayor protagonismo. En el caso de la
ira, esa zona crítica es la región del
“estriado ventral”. Esta parte del
cerebro no sólo participa en la
capacidad de experimentar esta
emoción y en el reconocimiento de
señales humanas de agresión, sino que
también desempeña un papel más
general en la coordinación de la
conducta relevante para la adquisición
y protección de valores naturales, como
la defensa de la pareja o el alimento,
por lo cual evolutivamente se le asocial
al instinto de supervivencia.
4. La conducta impulsiva, y especialmente la
predisposición impulsiva a la violencia, se ha
correlacionado con bajo índice de niveles
cerebrales de serotonina, según indica la baja
concentración de ácido 5-hidroxindolacético en
el fluido cerebroespinal. Este sustrato parece
actuar sobre el núcleo supraquiasmático del
hipotálamo, que es el centro al que llega la
serotonina desde los núcleos del rafe dorsal y
medio, desempeñando un papel en el
mantenimiento de los ritmos circadianos y en la
regulación de la glucemia. Se ha propuesto que
la baja concentración de ácido 5-
hidroxindolacético podría tener un componente
hereditario.
Algunos trastornos de la ira también puede
estar asociados a lesiones en el córtex
prefrontal, incluyendo la amígdala,
aumentando la incidencia de comportamientos
impulsivos y agresivos, así como la incapacidad
de predecir el propio comportamiento.
5. La ira como todas las demás emociones es una reacción compleja en la que se
ponen en funcionamiento tres tipos de respuestas.
Respuesta corporal, en la que el cuerpo se activa para la defensa o el ataque.
El ritmo cardiaco aumenta y la respiración se acelera, los músculos se tensan
y el flujo sanguíneo se dispara preparándonos para actuar ante una amenaza
percibida. Cuando este estado de excitación permanece estamos más
predispuestos a actuar de forma impulsiva llegando a emitir conductas
agresivas.
Respuesta cognitiva, depende de nuestra manera de interpretar las
situaciones. Cuando estamos inmersos en una situación, esta por si sola no
tiene ningún valor emocional, es la valoración personal que hacemos de ella la
que le confiere un significado. Cuando interpretamos una situación como un
abuso, una injusticia, una falta de respeto o como un obstáculo para conseguir
una meta, sentimos ira.
Respuesta conductual. La conducta en estas circunstancias está orientada
para defendernos de aquello que se interpone un nuestro camino y para ello se
genera una energía interna que mueve a la "destrucción" del obstáculo. No se
debe confundir la emoción de la ira con la agresividad, ya que ésta es una de
las múltiples maneras de gestión emocional.
6. La ira es una respuesta natural, de adaptación a las amenazas. Inspira
numerosos sentimientos y comportamientos, a menudo agresivos, que nos
permiten luchar y defendernos cuando somos atacados. Una cierta cantidad de
ira, por lo tanto, es necesaria para nuestra supervivencia.
No obstante hay otras conductas en la gestión de la ira distintas de la
agresividad o la violencia, que no están orientadas a la destrucción del obstáculo
sino a la resolución de problemas, las cuales tienen como componente principal
el nivel de tolerancia del individuo:
Expresar los sentimientos de enojo de una forma asertiva, no agresiva, es la
forma más sana de expresar la ira. Para ello, tenemos aprender a dejar claro
cuáles son nuestras necesidades, y cómo obtenerlas, sin lastimar a otros.
La ira puede ser suprimida, o redirigida. En este caso el objetivo es inhibir o
reprimir el enojo y convertirlo en un comportamiento más constructivo. El
peligro en este tipo de respuesta es que si no se permite su clara expresión
externa, la ira puede volverse hacia nuestro interior.
El enojo no expresado puede crear otros problemas de salud como hipertensión
y depresión. Además puede conducir a expresiones patológicas de la ira, como
el comportamiento pasivo-agresivo.
7. El trastorno explosivo intermitente (abreviado TEI) es un
trastorno del comportamiento caracterizado por expresiones
extremas de enfado, a menudo hasta el punto de rabia
incontrolada, que son desproporcionadas respecto a las
circunstancias en que se producen. Actualmente, dentro del
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
(DSM-IV TR) se categoriza dentro de los trastornos del control
de impulsos junto a otros trastornos como la cleptomanía y el
juego patológico.
La agresión impulsiva no es premeditada, y se define como una
reacción desproporcionada ante cualquier provocación, real o
percibida como tal. Algunos pacientes han referido experimentar
cambios afectivos justo antes del estallido de ira (estrés, cambios
de humor, etc.)
8. El trastorno de desregulación destructiva del estado de ánimo es un
trastorno depresivo que se diagnostica en niños y adolescentes
entre 6 y 17 años y se caracteriza por los siguientes síntomas:
A.- Episodios de Cólera graves y recurrentes que se manifiestan
verbalmente y/o con el comportamiento, cuya intensidad o duración
son desproporcionadas a la situación o provocación.
B.- Los episodios de cólera no concuerdan con el grado de desarrollo
del menor.
C.- Los episodios de cólera se producen (en promedio) tres veces por
semana.
D.- El estado de ánimo entre los episodios es persistentemente
irritable o irascible la mayor parte del día, casi toda la semana y es
observable por otras personas (maestros, padres y amigos).
9. El trastorno negativista desafiante es descrito como un patrón continuo de
comportamiento desobediente, hostil y desafiante hacia las figuras de autoridad,
el cual va más allá de la conducta infantil normal. Lo acompaña un patrón de
conducta negativista, hostil y desafiante que ha durado al menos seis meses,
durante los cuales cuatro o más de los siguientes están presentes:
Pierde los estribos con frecuencia.
No le agrada trabajar en actividades pedagógicas.
Discute con adultos frecuentemente.
Desafía activamente o rehúsa acatar las peticiones o reglas de los adultos, con
frecuencia.
A menudo deliberadamente irrita a los demás.
A menudo culpa a otros de sus errores o mala conducta.
Con frecuencia aparece enojado y resentido.
Con frecuencia se muestra rencoroso o vengativo.
La alteración en la conducta causa un impedimento clínicamente significativo
en su funcionamiento social, académico u ocupacional.
10. El tratamiento puede conllevar una mezcla de terapia cognitivo-
conductual y tratamiento farmacológico. La terapia puede ayudar al
paciente a reconocer los impulsos para facilitar la adquisición de un
mayor nivel de conciencia y control de los accesos de ira, así como a
tratar el estrés emocional que acompaña estos episodios.
Existen diversos tratamientos farmacológicos indicados para este tipo
de pacientes. Los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores selectivos
de la recaptación de serotonina (ISRS) como la fluoxetina, la
fluvoxamina y la sertralina parecen aliviar algunos de los síntomas
psicopatológicos.
Los estabilizadores de ánimo gabaérgicos y las drogas anticonvulsivas
como la gabapentina, el litio y la carbamazepina parecen ayudar a
controlar la aparición de los accesos de ira. Los ansiolíticos ayudan a
aliviar la tensión y pueden favorecer la reducción de los ataques de ira
mediante el incremento de la tolerancia a los estímulos que los
provocan, y están especialmente indicados en pacientes que también
sufren de un trastorno obsesivo-compulsivo, u otros trastornos de
ansiedad.
11. Asociación Americana de Psiquiatría. (2013). Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. (5ta
edición). Washington, DC.
http://www.psicoglobal.com/blog/psicologia-emocion-ira
https://es.wikipedia.org/wiki/Ira
http://psicologostudela.blogspot.com/2010/04/control-de-la-
ira.html
http://axxon.com.ar/not/142/c-1420131.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_explosivo_intermitente
https://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_negativista_desafiante