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básicamente distintas y que, probablemente, cada una es por si sola insuficiente, por lo que, aun adoptando la opción general desarrollista,
recogemos algunos elementos de su complementaria marginalista.
Reconocemos también que no es fácil codificar conceptualmente la PC por haberse definido el campo primordialmente a través de la acción y
no de la teoría, casi siempre muy descuidada, lo que hace este empeño tanto más necesario. Lo que sigue es un modesto y breve intento de
definir sistemáticamente la PC como campo teórico e interventivo autónomo, diferenciado de otros campos psicológicos, sobre todo del
clínico.
A partir de nuestra propia elaboración (Sánchez, 1988; págs. 136139) que enlaza bastante con entre otros Rappaport (1977), definimos la
Psicología Comunitaria como un campo de estudio de la relación entre sistemas sociales entendidos como comunidades y el comportamiento
humano y su aplicación interventiva a la prevención de los problemas psicosociales y el desarrollo humano integral, desde la comprensión de
sus determinantes socioambientales y a través de la modificación racional (consciente y generalmente planificada) de esos sistemas sociales,
de las relaciones psicosociales en ellas establecidos y del desarrollo de (la) comunidad.
No entramos a aclarar el sentido de los 11 conceptos señalados, que nos darían la clave del contenido de la definición, pero ocuparían el
resto de estas páginas. Destaquemos, eso sí, los temas fundamentales de la PC: el desarrollo humano (el tema psicológico, el output a
producir) y el cambio social en dirección comunitaria (el tema social implicado en el adjetivo comunitario del concepto de PC). El fin básico
de la PC es promover racional e informadamente el segundo para obtener el primero desde la comprensión de su mutua relación. Desde la
perspectiva amplia de la Psicología, en PC nos interesan las personas en lo que tienen de común o compartido (problemas y recursos), no en
lo diferencial o único, que centra el quehacer de otras ramas psicológicas y personológicas.
A partir de aquí, la PC podría caracterizar se en cuatro apartados que la definirían, por sí misma y diferencialmente, respecto del campo
psicológicoclínico, tanto en su vertiente teórica como interventiva:
A. La idea de (la) comunidad.
B. Los modelos teóricos diferenciados.
C. Los objetivos de la intervención
D. La intervención misma en cuanto a contenidos (o métodos) y estilo (o proceso).
Los dos primeros puntos forman la parte teóricoconceptual y se tratan a continuación. Los dos últimos, la parte operativo o interventiva y
van en el punto siguiente.
A. (La) comunidad
Parte central, como substantivo o adjetivo, de todo el trabajo e ideario comunitario; su significado y papel en la PC dista de estar claro.
Como tema complejo, que rebasa con mucho el tono y extensión de estas líneas, vamos sólo a tratar aquí algunos puntos básicos sobre la
comunidad remitiendo al lector al capítulo 2 de nuestro libro y a la bibliografía allí citada para una ampliación del tema.
Generalmente, comunidad significa dos cosas expresadas por su uso substantivo (la comunidad) y adjetivo de otro nombre (la Psicología en
este caso). Lo primero se refiere a un lugar y grupo social que lo puebla, percibiéndose como una unidad social interdependiente y
diferenciada frente a otras y cuyos miembros desarrollan sentimientos de pertenencia o comunidad y mantienen relaciones e interacciones
estables. Por ejemplo: un barrio o un pueblo X (como algo singular).
Comunidad, como adjetivo, se refiere a esas interacciones, elementos y lazos comunes (incluyendo el sentido psicológico de comunidad o
pertenencia, opuesto a la marginación o desarraigo personal) compartidos generalmente, pero no siempre, por razón de vecindad. Es decir,
pueden darse lazos y relaciones comunitarias entre personas que no viven juntas, pero comparten una cultura o idea (el judaísmo), aunque
esto sea excepcional.
¿Qué papel tiene (la) comunidad en PC? Simplificando mucho, uno doble en nuestra opinión:
Designa el lugar u objeto físico y social de la intervención que no son individuos, como en la Psicología clínica o individual, sino una
asociación supraindividual y supragrupal, pero infrasocial (es decir, hay un nivel superior de interacción no psicosocial y comunitario, sino
social, formado de comunidades).
Dos notas adicionales a este respecto: En PC también se interviene sobre otros tipos de sistemas sociales de carácter primordialmente no
comunitarios, como las instituciones o las organizaciones.
Se trabaja además sobre poblaciones (como los pacientes de SIDA o los parados) que no se definen por sus relaciones sociales (es decir, no
constituyen un sistema social) ni por ser una comunidad, sino por compartir una característica demográfica o física. Esta forma de trabajo es
similar a la de salud pública, más demográfica que propiamente comunitaria.
La PC trabaja en la dirección de incrementar el sentido de comunidad y la integración social «fortalecer el tejido social», en terminología
cercana) de individuos y grupos y no en la de su desarticulación o descontextualización social. Diríamos que se trabaja con un ojo puesto en
los grupos o comunidades marginados y el otro en la sociedad general corno marco de referencia y eventual conexión.
Esta última idea enlaza, a su vez, con una tercera referencia del uso de comunidad en PC: la ya citada pérdida u ocaso de comunidad
operadas en las sociedades modernas en conexión con el progreso económico y tecnológico. Además del obvio papel explicativo que este
concepto tiene sobre el nacimiento de los movimientos comunitarios y los problemas sobre los que se trabaja (ligados al desarraigo personal
y la desintegración social), ayuda no poco a entender las estrategias de reconstrucción comunitaria (apdo. D) y el trasfondo ideológico y
humanístico de la PC.
Obviamos aquí la distinción de Tonnies entre comunidad y asociación. Baste decir que desde esa distinción sociológica importante, pero
limitada, descuida un cuarto aspecto de lo comunitario que la praxis cotidiana y no pocos estudiosos han señalado como fundamental: la
distribución de poder en la comunidad y las líneas de agregación y asociación social marcadas, no por ideas comunitarias o afiliativas, sino
por los intereses y las ideologías políticas como factores clave (junto a los precedentes) para entender y trabajar en la comunidad. Aspectos
que remiten a marcos teóricosideológicos distintos y complementadores como los marxistas o la acción social.
B. Modelos teóricos en PC
Se trata de conceptos y modelos teóricos distintos de los de la Psicología individual puesto que el objetivo de intervención es social o
psicosocial que permiten explicar los problemas sobre los que se interviene, entender el contexto comunitario en que se dan y servir de guía
operativo para la intervención. En parte adaptados de otros campos y disciplinas, son, en general, formulaciones emergentes como la propia
PC. Aquí daremos sólo una guía general sin tratar de describir modelos concretos, lo que ya se ha hecho, en parte, en Caplan (1978),
Gibbs, Lachenmeyer y Sigal (1980), o Rappaport (1977).
Para mayor claridad dividimos los modelos en (básicamente) analíticos y operativos, aunque en PC casi todos los modelos tienen un
importante componente operativo, al tratarse de un campo de acción. Los primeros especifican conceptualmente las ideas centrales del
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campo citadas en la definición (comunidad, desarrollo humano etc.) ayudando a su descripción, comprensión o explicación. Los modelos
operativos ligan el desarrollo psicológico y la prevención con el cambio social, señalando, por tanto, estrategias genéricas de actuación para
obtener aquellos desde éste. Los modelos analíticos sirven para entender o analizar; actuar; los operativos, para actuar. En un campo
interventivo como éste, están, por tanto, interrelacionados.
B. 1. Modelos analíticos. Podrían clasificarse en globales y psicosociales. Los primeros describen el marco global o macrosocial del
desempeño comunitario. Entre ellos pueden citarse el de (la) comunidad (ya tratado) y el sociológico de los problemas sociales (Merton y
Nisbet, 1976) como esquema que liga las transformaciones sociales y estructurales ya citadas en el punto primero con los efectos
psicosociales, objeto central de la intervención comunitaria.
Los modelos psicosociales se inscriben en el nivel mesosocial, propio de la PC, ligando los dos términos básicos del campo: individuo y
sistema social o comunidad y destacando uno u otro aspecto de este nivel. Los más apropiados para la PC serían: los ecológicosocíales,
adaptativos, interactivos y transaccionales que se centran en la interacción de individuos y entornos sociales y los sistémicos, dentro de los
sistemas en general.
También se incluirían aquí conceptos (que no teorías o modelos) como los de es apoyo social.
B. 2. Modelos operativos. Entre los modelos que guían la intervención podrían citarse el de prevención (procedente de la salud pública), el
de la competencia o habilidades sociales (básicamente individual, pero susceptible de uso grupal) y los de acción social (marxistas,
sistémicos, autogestionados, organizativos, etc., basados en la acción solidaria desde abajo para redistribuir el poder).
Podríamos incluir también aquí el modelo de los suministros de Caplan y otros modelos de desarrollo humano, sean educativos o
psicosociales.
3. Intervención comunitaria: objetivos, contenido y estilo
En este punto abordaremos los apartados C y D, que describen la parte interventiva de la PC (lo que hace) complementando los apartados
previos que la definían conceptualmente (lo que es). El apartado C se centra en los objetivos y funciones generales de la intervención
comunitaria (IC); el D, en los contenidos y, sobre todo, en su estilo o proceso. Con ello quedan cubiertos los parámetros básicos (objetivos,
métodos y estilo interventivo y relacional) que distinguen toda actuación o intervención sistemática.
C. Objetivos y funciones de la IC
Los objetivos concretan evolutiva o psicosocialmente el fin genérico del desarrollo humano, citado como meta global de la PC que varía
según distintas ideologías valorativas o técnicas, aunque con cierta frecuencia estas distintas posturas reflejan tanto diferencias de
vocabulario, adscripción profesional o doctrinal, como auténticas discrepancias respecto a lo perseguido. Las funciones no tan claramente
diferenciables, según se mire, de los objetivos marcarían las dimensiones o formas básicas de funcionamiento de los métodos interventivos
usados para alcanzar esos fines. Intentaremos ser breves, a la vez que sistemáticos.
C. 1. Objetivos o metas comúnmente reconocidos de la IC incluyen:
˙ Salud mental positiva (Jahoda, l958; véase también Sánchez, 1988) que pretende trascender los conceptos médicos de base (enfermedad)
a través de su complemento positivo, la salud.
˙ Calidad de vida cercana al concepto anterior, pero enfatizando los componentes subjetivos y cualitativos, dinámicos y cotidianos, frente a
los meramente cuantitativos, objetivos y estructurales, así como los aspectos ecológicoambientales y su percepción psicológica.
˙ Competencia, una idea en principio individual y de procedencia netamente anglosajona que subraya el crecimiento a través de la acción y
dominio del entorno, frente a la autorrealización y la afinación social.
˙ Otras dos ideas emergentes como objetivos serían la del sentido (o sentimiento) psicológico de comunidad o pertenencia e
interdependencia social (Sarason) y la de dotación de poder o fortalecimiento (empowerment) propuesta por Rappaport y centrada
directamente en el poder, real y percibido, de controlar la propia vida y la del entorno social que nos codetermina. Este objetivo de
fortalecimiento pretende ser una alternativa diferenciada a las metas deficitarias (prevención) y centradas en la salud, situando el quehacer
comunitario en torno al eje formado por el poder psicológico y político y sus relaciones (retomadas en D).
C. 2. Funciones o dimensiones básicas de la IC serían, siguiendo nuestra propia propuesta (Sánchez, 1988, capítulo 8) y desde el polo
más clínico al más comunitario.
1. Prestación de servicios humanos directos (distintos de los servicios económicos, con propósito lucrativo) alternativos a los clínico
psicológicos tradicionales al hacerse: desde una perspectiva de optimización de la mano de obra técnica y con criterios poblacionales (no
individuales), sociales (prioridad de marginados y desfavorecidos) y comunitarios (cercanía a la comunidad, trabajo desde abajo, intención
potenciadora, etc.). Este es el polo más cercano a la opción marginalista, no desarrollista, de trabajo comunitario antes citado. Ejemplos:
intervención de crisis o educación de adultos y complementación escolar.
2. Desarrollo de recursos humanos (diferente, aunque con algunas comunidades, del área recursos humanos en el campo industrial, que es,
en general, un eufemismo de la gestión del personal en organizaciones industriales). Se parte de la asunción de que toda persona y colectivo
humano tiene recursos y potencialidades desarrollables, por tanto que pueden ser usadas para el propio desarrollo o para resolver
problemas sociales, así como de la postura de no aceptar lo existente como definitivo, sino como punto de partida de algo positivo que
puede ser y aún no es.
Se trata básicamente de reconocer, descubrir y potenciar esos recursos (por ejemplo: liderazgo, información relevante, afecto o capacidad de
ayuda), sea directamente (para conseguir objetivos de desarrollo personal o comunitario como en la autoayuda) o indirectamente, usando la
capacidad de ayuda de algunos para resolver los problemas de otros a través de estrategias escalonadas, como la consulta o el apoyo a
paraprofesionales. La escuela de padres para mejorar sus propias capacidades socializadoras (desarrollo de recursos directos) y el
funcionamiento escolar, social y personal de sus hijos (desarrollo de recursos indirectos) ilustra bien esta función.
3. Prevención. Función clásica de la IC usada, sobre todo, en el campo de la salud en sus variantes primaria, secundaria y terciaria
(prevención propiamente dicha, tratamiento y rehabilitación/resocialización) o genérica (global) y específica (ligada directamente al
fenómeno a prevenir). La educación para la salud mental es un claro ejemplo; la intervención en crisis, otro.
4. Reconstrucción social y comunitaria: dimensión que contrarresta la desintegración social y familiar ya citada como origen de muchos
problemas comunitarios. Las comunidades terapéuticas; los centros y familias de acogida; los grupos de ayuda o, en un nivel más global, la
creación de redes de apoyo, ilustran esta función.
5. Cambio social y comunitario. La función más genuinamente comunitaria y la más ambiciosa en términos de objetivos y cobertura
poblacional según muchos, pero la más infrecuentemente practicada por razones obvias. Incluye, en esencia, la modificación de los sistemas
sociales existentes o la creación de otros nuevos en todas sus variantes conceptuales y operativas: acción social desde abajo (ejemplificada
por la organización de la comunidad), desarrollo de comunidad, cambio institucional, creación de programas, desarrollo organizacional,
etcétera.
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D. Contenido y proceso de la intervención.
En cuanto a la intervención misma, la PC se puede caracterizar como algo diferenciado, tanto por los métodos, técnicas o estrategias usados
(contenidos de la intervención: el qué) como respecto al estilo o proceso a través del cual se hacen llegar esos contenidos a los sistemas e
individuos objeto de la intervención (el cómo). Para algunos es ese estilo (que ocupa la mayor parte de este apartado) lo más definitorio de
la PC. Nosotros creemos que, sin restarle importancia, la PC posee y debe desarrollar en lo posible unos contenidos o métodos
interventivos que le dan parte de su identidad interventiva propia. Sin ellos quedaría como un enfoque complementario de y quizá
englobable en las disciplinas inteventivas ya establecidas.
D. 1. Contenido: métodos y estrategias. Simplemente nombraremos varios de los métodos más conocidos y característicos de la PC,
según la terminología al uso no unificada (a veces métodos similares tienen nombres distintos según la tradición que los ha generado). Para
una descripción de ellos referimos al lector a: Caplan (1978), Costa y López (1986), Gíbbs y otros (1980), Heller y Monahan (1977 y 1984),
Martín, Chacón y Martínez (1983) o Sánchez (1988).
Métodos y estrategias distintivamente comunitarias serían: consulta (apoyo de profesionales y paraprofesionales); intervención de crisis, uso
de paraprofesionales y voluntarios; ayuda mutua; organización del apoyo social; educación y promoción de la salud; análisis institucional;
creación y diseño de entornos; desarrollo organizacional y diseño de programas; abogacía social; comunidades terapéuticas (y otras);
desarrollo de comunidad y rehabilitación urbana y organización de la comunidad.
Dos notas:
1. Algunos de estos métodos contienen junto a los psicosociales otros aspectos técnicos distintos. Por ejemplo, la rehabilitación urbana tiene
un fuerte contenido arquitectónico; pero también otras vertientes psicosociales.
2. Otros métodos, como el desarrollo organizacional, son compartidos con otras disciplinas adquiriendo su carácter comunitario sólo cuando
son usados en el marco de los objetivos y filosofía interventiva (estilo) comunitarios, por ejemplo, el desarrollo de organizaciones o
programas de servicios sociales o salud mental.
D. 2. Proceso: el estilo 0 perspectiva interventiva.
Caracterizado, en buena parte, por el tipo de relación establecida con el objeto de la intervención (la comunidad) y las relaciones (y roles)
definidos para las distintas partes implicadas en el proceso interventivo, así como las estipulaciones contractuales (quién hace qué, cómo y
cuándo; quién da y quién recibe; quién determina los objetivos, etc.) implícita o explícitamente establecidos.
El estilo o proceso interventivo comunitario no podría distinguirse del clínicopsicológico 14 puntos elaborados con las aportaciones entre
otros Bloom (1984); Goodstein y Sandler (1978) y Rappaport (1977) que resumiremos a continuación. Las posiciones están a veces
sobresimplificadas o extremadas para subrayar la diferenciación respecto del enfoque clínicopsicológico. El cuadro real no es blanconegro y
contiene, naturalmente, matices y hasta comunalidades con el clínico. Las letras Co entre paréntesis indican el enfoque comunitario, y las
CI, el clínico. El enfoque interventivo comunitario es, frente al clínico:
1. Positivo, de recursos, potencialidades y codirección, frente al negativo, patológico o defícitario (C1).
2. Integral, holista o comprensivo (Co), cubriendo todos los aspectos relevantes de la problemática y desarrollo humano (y de la comunidad
o poblaciones normalizadas) frente al enfoque unidimensional, fragmentado, o centrado en un solo aspecto (salud, educación, etc.) (CI).
Implicaciones serían: trabajo interdisciplinar y coordinación e integración de servicios (punto 10).
3. Maximiza la participación, control y protagonismo de la comunidad, en tanto que en el CI el protagonismo es del científico técnico que
diagnostica y prescribe soluciones (modelo médico), limitándose la otra parte a seguirlos pasivamente (paciente) sin contemplarse la
dimensión participativa. Esto implica:
4. Relaciones más ígualitarias, simétricas o coordinadas entre ayudador y ayudado (Co) que la jerárquica, prescriptiva, vertical y subordinada
del modelo médicoclínico (doctor paciente). Este marco relacional diferenciado:
a) Es fundamental para el desarrollo humano en función (entre otras cosas) de la atribuciones sociales realizadas: internas en la relación
igualitaria, frente a las atribución externas en las prescriptivas (el sentido de potencia o poder psicológico aumenta en el ayudado, en primer
caso, y en el ayudador en el segundo).
b) Implica una redistribución de poder y,
c) Una redefinición del rol profesional resaltando más la autoridad técnica (o la solidaridad igualitaria) del interventor que la autoridad
jerárquica adscrita exteriormente.
5. Promociona la integración social y sentido de comunidad de individuos y colectivos (Co) frente al servicio individualizado, social e
institucionalmente segregado (CI) que no considera la dimensión sociointegradora (segundo sentido de la normalización social).
6. Es proactivo y preventivo, actuando antes de y hacia delante desde la causa u origen (Co); no retroactivo, reparador, actuando después
de y hacia atrás desde la consecuencia o resultado (modelo terapéuticoclínico)
7. Activo, de búsqueda de la demanda y el problema (algo así como un marketing social) acercándose al contexto en que se produce (Co);
no pasivo, de espera (CI) y, en consecuencia.
8. De acercamiento a la comunidad o contexto social concreto (trabajo en la comunidad) y no en instituciones o centros socialmente
segregados y distantes de la comunidad como el hospital (otra forma de indicar el servicio primario o primero desde el problema o
demanda).
9. Estilo flexible en función de las demandas, utilizando estrategias escalonadas, indirectas o de intermediación con la comunidad
(paraprofesionales y voluntarios, intervención de crisis, etc.) que permitan usar los recursos locales (y potenciarlos), extender la ayuda
semicualificada dónde y cuándo sea precisa, así como optimizar el uso de los recursos técnicos cualificados. En el enfoque CI la atención es
directa, no intermediada y centrada en el servicio específico.
10. Multidisciplinar, funcionalmente integrado a partir de objetivos comunes de intervención (interdisciplinar) y no unidisciplinar (C1).
El conjunto del proceso interventivo comunitario implica además una serie de modificaciones sustanciales respecto del clínico:
11. Evaluación o análisis globalizados de las demandas o problemas de la comunidad (o contexto social en que se dan) y los recursos para su
solución (Co) frente a la evaluación diagnostica y terapéutica individualizada (CI.
12. Planificación, diseño y organización global (territorializada o ceñida al contexto organizativo o social específico) de la intervención y los
servicios derivados (CI); inexistente en CI.
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13. Una perspectiva temporal de largo plazo, tanto en cuanto a la realización y obtención de resultados del programa como en cuanto a la
visión estratégica precisa para introducir y llevar a cabo un programa en un contexto social con unas dinámicas y estructura de poder dadas.
Algo inexistente en la CI (básicamente; en la intervención terapéutica puede haber una cierta perspectiva temporal y estratégica).
14. Si la intervención fructifica, se da una transferencia de poder, capacidad y conocimientos desde el interventor (que inicia y cataliza la
acción desde una posición de autoridad al principio) hacia el grupo social o comunidad. Esta transferencia resulta en una autonomización
competencias, autogestiva y autodirectiva de la comunidad y la prescindibilidad del inventor. Este proceso puede observarse en las
experiencias exitosas de desarrollo de comunidad, organización comunitaria o ayuda mutua, y es esencialmente dispar de los procesos
clínicos.
Cada uno de estos puntos es susceptible de desarrollo e ilustración. Reflejan simplemente un inventario sistemático e inicial desarrollable en
otro contexto.
Finalmente y de modo igualmente simplificado y cuasitelegráfico citamos algunas asunciones valorativas básicas al estilo interventivo
comunitario que podrían destacarse en relación a la definición y cometidos ya sugeridos.
1. El poder psicológico (sentido o locus de control en otras terminologías) es fundamental para el desarrollo de las personas (y su carencia
para la frustración de ese desarrollo y la generación de problemas).
2. La distribución de recursos sociales y poder político son también esenciales para este desarrollo, al ser:
a) La base de la comunidad social (sin compartir el poder en un sistema social difícilmente podremos sentirnos parte activa y útil de él).
b) Prerrequisito imprescindible del poder psicológico: sin participar en las decisiones que afectan a nuestras vidas, difícilmente, no del todo
imposible, podremos sentirnos potentes y capaces como seres humanos.
3. El derecho a la diferencia individual o grupal sin sanción social negativa o estigmatizadora, siempre que no se dañe a los demás.
4. El compromiso social, o toma de posición, del psicólogo en la intervención en favor de los marginados o desposeídos, frente a la
neutralidad y distanciamiento ético tradicionales.
Presentado en el IV Encuentro Nacional de Psicología Comunitaria, celebrado en Valencia el 7 y el 8 de abril de 1989.
BIBLIOGRAFIA
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