El documento describe cómo la Iglesia celebra la presencia de Cristo a través de los sacramentos. Explica que los sacramentos son momentos clave en la vida de fe donde los creyentes se encuentran realmente con Cristo bajo la acción del Espíritu Santo. También describe cómo los sacramentos convierten eventos humanos comunes en oportunidades para que Cristo resucitado encuentre a los creyentes y los salve.
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Iglesia celebra presencia Cristo sacramentos
1. Primera Comunión
Tema 8: La Iglesia celebra la presencia de Cristo bajo la acción del
Espíritu.
Objetivo: Descubrir que los Sacramentos son los grandes momentos de
la vida de fe, en los que el hombre se encuentra realmente con Cristo.
Oración: “Señor que te veamos manifestado en cada rito sacramental”.
El hombre nuevo, hombre que nace de la Palabra de Dios y vive en
comunión con los hermanos vive y celebra la presencia de Cristo bajo la
acción del Espíritu. En la liturgia la Iglesia celebra los grandes momentos
de la vida de fe, significativamente configurados por la acción del Espíritu.
Son los Sacramentos. En efecto, la iglesia, heredera de los Apóstoles, que
proclama incesantemente el Evangelio de la salvación, celebra la obra
salvadora de Cristo -su misterio pascual- en los Sacramentos, en torno a
los cuales gira toda su vida litúrgica. Jesús de Nazaret es destinado por el
Padre a ser en su humanidad el acceso único al misterio de Dios. Él es el
único mediador, el sacramento original del encuentro del hombre con
Dios: «Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y
los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo
como rescate por todos» (1 Tm 2, 5-6). Cristo es Dios de una manera
humana y hombre de una manera divina. Sólo Él nos puede enviar al
Espíritu de parte del Padre (Jn 15, 26). La Iglesia es signo visible de la
presencia invisible de Jesús entre los hombres. Nos encontramos con
Cristo en la Iglesia. Por medio de la predicación de la palabra de Dios, de
la celebración de los sacramentos y de la caridad fraterna, Cristo actúa en
la Iglesia y, en virtud de la acción oculta del Espíritu, se comunica a los
hombres. Por su unión con Cristo, mediante el Espíritu, la Iglesia es
sacramento universal de salvación, sacramento de Cristo. En el contexto
del misterio de la Iglesia como sacramento universal de salvación, los
sacramentos son actos personales del mismo Cristo que significan y
realizan la Salvación de Dios en el plano de la visibilidad terrestre de la
Iglesia. Tal es el núcleo auténtico de la presencia de Cristo a modo de
misterio. Los sacramentos no se refieren al hombre en general, sino al
hombre creyente. En ellos no se trata de celebrar acontecimientos
meramente naturales, como el nacimiento, la mayoría de edad, el
matrimonio o la muerte. Esto lo hacen las llamadas religiones naturales.
El Antiguo Testamento, como religión histórica, efectúa ya un giro decisivo
2. en la liturgia comparada de las religiones: celebra la acción liberadora de
Dios en medio de la historia. Por su parte, los sacramentos de la Nueva
Alianza se refieren a momentos trascendentales en la vida del hombre
creyente. En ellos se celebra la acción de Cristo Resucitado en medio de
situaciones humanas, como la búsqueda de Dios, la crisis del sentido de
la vida, el sentimiento de culpa, el amor, la libertad, el dolor,
la enfermedad, la muerte. Lo importante es que momentos decisivos de la
vida humana se convierten en tiempos de salvación, en los que Cristo,
misteriosa y realmente presente en medio de nosotros, sale a nuestro
encuentro en signos sencillos que pertenecen a nuestro mundo. Estos
encuentros del Señor con nosotros en momentos decisivos de nuestra fe se
expresan, significan y realizan en acciones y gestos elementales de nuestra
existencia: salir del agua, comer el pan, beber el vino, ungir con óleo,
imponer las manos, pronunciar un sí, confesar la propia culpa. En la
celebración comunitaria de la fe, estas realidades del existir humano
pasan a ser signos de la nueva creación que ha inaugurado ya el Señor
Resucitado. Así, bautizarse no es tomar un baño ni celebrar la eucaristía
es saciar el cuerpo. El bautizado se baña ya en un mundo nuevo y en un
mundo nuevo se alimenta la comunidad. El gesto litúrgico tiene un
parentesco muy estrecho, por una parte, con la palabra, y, por otra, con la
acción. Y no es una casualidad que estas dos características de lo humano
se den en estrecha conexión con gestos de encuentro, como los del amor.
Es decir, que el sentimiento tiende a hacerse realidad en el gesto para
llegar a ser sentimiento efectivo. La palabra que precede y sigue al gesto lo
manifiesta absolutamente y, sin ella, no puede éste alcanzar su pleno
poder expresivo ni su realización puede ser asumida personalmente.
De manera semejante se expresa la fe y se hace realidad en la palabra y en
el gesto, precisamente porque también es un encuentro con otro: Dios. El
gesto litúrgico y la palabra de la celebración presentan, por tanto, una
particularidad esencial que les es común: la de ser signo que expresa y
realiza la relación efectiva con Dios; el gesto litúrgico es la fe en acto y,
como tal, compromete toda la persona.
Para reflexionar y compartir:
* Lluvia de ideas: ¿qué son para nosotros los sacramentos?
* Celebrar la vida de fe.
* Celebrar el encuentro con Dios en Cristo.
* Celebrar el encuentro con Cristo en la Iglesia.
* Celebrar el encuentro con Cristo en los sacramentos.
3. * Los grandes momentos de la vida de fe.
* Cristo sale a nuestro encuentro.
* En signos que expresan y realizan la relación con Dios.