1. VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
Psic. Elizabeth Campos Rascón
Las víctimas silenciosas de la violencia familiar son: menores, adolescentes,
mujeres y ancianos sufren la crueldad de otros familiares. Lo peor de esta realidad
es que este silencio es acompañado de su entorno social. Cuando ya es inevitable
que se manifieste la brutalidad de la violencia extrema, se rompe el silencio y es
cuando nos enteramos, nos asombramos y reaccionamos escandalizados, sin
reflexionar en muchas ocasiones hemos sido responsables, testigos y hasta
cómplices de violencia.
Por eso se puede definir a la violencia como una forma abusiva de ejercicio del
poder que se vale del empleo de la fuerza y siempre implica la existencia de un
daño, un desequilibrio, un sometimiento del otro.
La violencia doméstica no es solamente el abuso físico, los golpes, o las heridas.
Son aún más terribles la violencia psicológica y la sexual por el trauma que causan,
que la violencia física, que todo el mundo puede ver. Hay violencia cuando se ataca
la integridad emocional o espiritual de una persona. Pero siempre la violencia física,
la más evidente, es precedida por un patrón de abuso psicológico, que es usado
para degradar a la víctima, para lastimar y aplastar la autoestima de la persona. La
violencia psicológica se detecta con mayor dificultad. Quien ha sufrido violencia
física tiene huellas visibles y puede lograr ayuda más fácilmente. Sin embargo, a la
víctima que lleva cicatrices en el alma le resulta más difícil obtener compasión y
ayuda. También lo dificulta, por ejemplo, la habilidad manipuladora de abusador que
presenta a su víctima como exagerada en sus quejas. A la violencia física antecede,
a veces, años de violencia psicológica. Y esta violencia psicológica es, despreciar
a la mujer, insultarla de tal manera, que llega un momento en que esa mujer
maltratada psicológicamente, ya cree que esos golpes se los merece.
2. CAUSAS
La verdadera causa de la violencia intrafamiliar se encuentra en la construcción de
género que se hace socialmente. Desde muy temprano, se configura al hombre
como privilegiado, como poderoso. A la mujer se le designa el papel, como delicada,
débil, que necesita protección. Esta forma diferente de educar a los hijos e hijas, a
la larga configura la personalidad tanto el hombre como de la mujer, formando dos
polos, pero cuya diferencia se encuentra en una construcción social y no en
aspectos biológicos o naturales. De ahí nace la falsa creencia de parte del hombre
de su superioridad respecto de la mujer, y, de la obediencia de ésta hacia él. Al no
existir este binomio de mandato-obediencia, entonces se desencadena la violencia.
Una forma de prevenir y erradicar la violencia intrafamiliar consiste en cambiar los
modelos de educación de los hijos al interior del hogar, y de asignar tareas que sean
iguales a todos, hombres y mujeres.
CONSECUENCIAS
Las consecuencias de la violencia contra la mujer pueden no ser mortales y adoptar
la forma de lesiones físicas, desde cortes menores y golpes, moretones a
discapacidad crónica o problemas de salud mental. También pueden ser mortales;
ya sea por homicidio intencional, por muerte como resultado de lesiones
permanentes o SIDA, o debido a suicidio, usado como último recurso para escapar
a la violencia.
Toda violencia, sea del tipo que sea, tiene consecuencias negativas en la persona
agredida. Hay una pérdida de autoestima, miedos, depresiones, conductas
inadecuadas, en definitiva, un deterioro en la salud. DIGAMOS NO A LA
VIOLENCIA.