2. El Pombero Uno de los personajes típicos de la imaginación popular, del hombre del litoral, especialmente los que habitan en la provincia de Misiones, es el de la existencia del Pombero ò fantasma de monte que los guaraníes llaman Cuarajhi Yara (Dueño del Sol), protector de las aves.
3. RELIGIOSIDAD Y DEVOCIONES POPULARES Además de la religión Católica, las devociones populares correntinas cuentan con innumerables santos paganos, aparecidos y personajes milagrosos, como el gaucho Antonio Cruz Gil (gauchito Gil), el gaucho Lega (Olegario Alvarez), gamba Palito, San la Muerte, Pai Ubre, Pai Pajarito, San Baltazar, La Pilarcita, etc. y otros que se nutren de los mitos y leyendas guaraníes como el Pombero, el Yasí Yateré y otros.
4. MITOS Y LEYENDAS CORRENTINAS El defensor de la selva La selva es oscura, misteriosa, impenetrable. Pero también tiene un delicado equilibrio: si se la destruye, la tierra se convierte en un desierto. Por eso tiene seres protectores que la defienden. Uno de ellos es el Curupí. El Curupí es un enano feo, fortachón, torpe para moverse por que es duro, no tiene coyunturas. Además, tiene los pies al revés, con los talones hacia adelante, lo que le impide caminar bien y –sobre todo- nadar, algo indispensable para cruzar los caudaloso arroyos de la selva. Sin embargo, es capaz de disparar flechas que jamás yerran el tiro, y es ávido y glotón. Le gusta la carne humana, y más la carne tierna de los orgullosos cazadores jóvenes, ésos que se pierden en las espesuras de los boscajes en busca de la presa que nadie obtuvo
5. MITOS Y LEYENDAS CORRENTINAS El rey de los pajaritos La penumbra, los rumores, la humedad y el calor de la selva despiertan la leyenda, impulsan a la gente a ver seres todopoderosos que los envuelven y dominan con su magia. Pero los que saben, aseguran que no todo es imaginación: la selva tiene una potencia muy real, representada por seres de carne y hueso capaces de reinar sobre los demás con la fuerza de su espíritu. Uno de ellos es el Caburé. No es, como decimos, un demonio imaginario: es un ser vivo como nosotros, apenas un pajarito por su tamaño ( no pasa de los quince centímetros); pero es la más poderosa de las aves. De allí su nombre: Rey de los Pajaritos. A primera vista es una lechucita, de plumaje gris parduzco, que se confunde en la hojarasca. Llaman la atención sus garras, poderosísimas para su tamaño, y la cabeza, relativamente grande, armada de un afilado pico y un par de ojos capaces de dominar con la mirada. ¡ Los ojos del Caburé! Innumerables testimonios aseguran que cuando el Rey de los pajaritos quiere saciar su voracidad, se posa en la rama de un árbol elevado, da un grito dominador y penetrante y mira rápidamente a su alrededor. Los pajaritos que lo rodean se aterran y quedan casi inmóviles: no pueden huir ni volar. Como atraídos por un imán, se acercan al Caburé saltando de rama en rama, torpemente, para que el Rey, impasible, elija su presa, que mata de un certero picotazo. Otros testigos, en cambio, aseguran que no es cierto que el Caburé hipnotice con sus cloqueos y su mirada; lo que ocurre –dicen- es que el implacable cazador mata de noche, especialmente a pichoncitos tiernos. A la mañana siguiente, cuando los pajaritos descubren sus crímenes, se alborotan, lo rodean, chillan; como acusándolo de las muertes cometidas, mientras él permanece impasible, despreciativo, sabiendo que ninguno se atreverá a atacarlo .
6. MITOS Y LEYENDAS CORRENTINAS El pombero y los chicos de campo En los montes y en los esteros de Corrientes cuentan que el Pombero es un hombre alto y flaco, cubierto con un grandísimo sombrero de paja, que recorre los lugares solitarios a la hora de siesta para proteger a los pajaritos de la selva. Porque el Pombero sabe que los chicos del campo, justo a esa hora, suelen escaparse de sus padres- que, sobre todo en verano, duermen largas y profundas siestas- para cazar pajaritos. Y si el Pombero se cruza con algún chico vagando con esa intenciones-¡que no lleve, por Dios, una honda o gomera en la mano, o colgada del cuello!-,primero trata de disuadirlo, cosa que por lo general consigue. Pero, si no lo logra, ¿es capaz de llevárselo, separándolo para siempre de sus padres!. Por eso los chicos que conocen al Pombero respetan a los pajaritos de la selva, para que consigan alegrando con su canto más y más generaciones de chicos y de grandes.