La madre del narrador lo regañó fuertemente, haciendo que sus diferentes partes del cuerpo volaran en diferentes direcciones: su cabeza al universo, su cuerpo al mar, sus alas a la jungla, su pico a las montañas y sus pies corrieron sin parar hasta llegar al desierto del Sahara, donde su madre los recogió y cosió de nuevo, disculpándose.