2. Ciertas
enfermedades de transmisión
sexual, como sífilis, gonorrea, infección
por VIH, hepatitis B y chancroide se
concentran básicamente en
determinadas poblaciones que cambian
de pareja a menudo, tienen varias
parejas sexuales al mismo tiempo
3. En
general, el índice inicial de
diseminación de cualquier infección de
transmisión sexual en determinada
población es producto de tres factores:
la exposición de las personas con
predisposición a padecer estas infecciones
la eficacia de la transmisión a través de la
exposición
la duración del período infeccioso en las
personas infectadas.
4. Uretritis en el varón
Genera
secreción uretral, disuria o
ambas, por lo general sin polaquiuria.
Algunas de las causas mas comunes son:
Neisseria gonorrhoeae,
C. Trachomatis,
Mycoplasma Genitalium,
Ureaplasma urealyticum,
Tricochomonas Vaginalis, VHS
5.
6. Pasos a seguir ante el
paciente con sospecha de
uretritis:
Establecer
la presencia de uretritis. En
caso de que al exprimir la uretra de atrás
hacia adelante no se obtenga una
secreción purulenta o mucopurulenta; se
tomara muestra del tercio anterior de la
uretra o la secrecion.
7. Valoración
de las complicaciones o
diagnósticos alternativos. Una breve
anamnesis y una exploración permitirán
excluir la epididimitis y las complicaciones
sistémicas, como una infección
gonocócica diseminada.
La exploración debe hacerse en los
pacientes con disuria y sin signos de uretritis
y en los varones sexualmente activos con
uretritis
8. Valoración
de las infecciones
gonocócicas y por clamidias. La
ausencia de los típicos diplococos
gramnegativos en una extensión del
exudado uretral teñida con Gram
Tratamiento
de la uretritis.
9.
10. Epididimitis
La
epididimitis aguda, que casi siempre es
unilateral, ha de diferenciarse de la
torsión testicular, los tumores y los
traumatismos.
La epididimitis aguda de los varones
sexualmente activos menores de 35
años, se debe, en la mayor parte de los
casos, a C. trachomatis y, con menos
frecuencia, a N. gonorrhoeae y suele
asociarse a uretritis franca o subclínica
11. Tratamiento
La
ceftriaxona (una sola dosis IM de 250
mg) seguida de doxiciclina (100 mg por
vía oral cada 12 h durante 10 días) resulta
eficaz para la epididimitis causada por N.
gonorrhoeae o C. trachomatis.
12. Uretritis y síndrome uretral en
la mujer
C.
trachomatis, N. gonorrhoeae y, en
ocasiones, el HSV producen una uretritis
sintomática denominada síndrome uretral
de la mujer y caracterizada por disuria
"interna" (por lo general sin sensación de
tenesmo ni polaquiuria) y piuria
13. Indican
que la causa del síndrome uretral
es una STD.
Una mujer de edad joven,
la existencia de más de una pareja sexual
actual o una nueva pareja en el último
mes,
la coexistencia de cervicitis mucopurulenta
14. la
piuria con <102 uropatógenos convencionales
por mililitro de orina (piuria "estéril") indica un
síndrome uretral agudo por C.trachomatis o N.
gonorrhoeae.
Es importante buscar gonorrea e infección por
clamidia utilizando pruebas específicas (p. ej.,
amplificación de ácidos nucleicos en los primeros
10 ml de orina). En las mujeres disúricas con piuria
estéril por N. gonorrhoeae o C. trachomatis,
15. Infecciones vulvovaginales
La notificación espontánea de secreción
vaginal anormal hace pensar en vaginosis
bacteriana o en tricomonosis.
La infección cervicouterina por N.
gonorrhoeae o C. trachomatis no parece dar
lugar a mayor cantidad ni a coloración
anormal de la secreción, pero la cervicitis,
igual que la tricomonosis, puede hacer que
aumente el número de neutrófilos en el
líquido vaginal, al que prestan un color
amarillo.
16. Los
cuadros vulvares, como el herpes
genital o la candidosis vulvovaginal,
causan prurito, sensación de quemazón,
irritación o lesiones de la vulva y disuria
externa (cuando la orina pasa por la
vulva inflamada) o una dispareunia
vulvar.
17. La
exploración con espéculo permite
discernir si la secreción tiene un aspecto
realmente anormal y si emana del orificio
cervical (mucoide y, si es
anormal, amarilla) o procede de la
propia vagina (no mucoide, ya que el
epitelio vaginal no produce moco).
18.
19.
20.
21. Prurito, ardor o irritación
vulvovaginal
La
candidosis vulvovaginal produce
prurito, sensación de quemazón o
irritación vulvar, en general sin los
síntomas de aumento de la leucorrea ni
de mal olor.
Los signos de candidosis vulvovaginal
consisten en eritema, edema, fisuras y
sensibilidad en la vulva.
22.
23. A
veces una secreción vaginal blanca y
escasa adopta la forma de placas
similares a las aftas blancas o parecidas
al queso fresco que se encuentran
adheridas localmente a la mucosa
vaginal.
C. albicans es la responsable de casi
todos los casos de candidosis
vulvovaginal sintomática
24.
25. Tratamiento
Los
síntomas y los signos de la candidosis
vulvovaginal justifican su tratamiento, que
suele consistir en la administración de
cualquiera de los diversos antibióticos
imidazólicos (p. ej., miconazol o
clotrimazol) por vía vaginal durante tres a
siete días.
26. Otras causas de secreción
vaginal o de vaginitis
En
la vaginitis ulcerosa vinculada al
síndrome del choque tóxico
estafilocócico es necesario identificar
pronto a Staphylococcus aureus en el
líquido vaginal mediante una tinción de
Gram y un cultivo.
27. Otras
causas de vaginitis y de síntomas
vulvovaginales son:
la retención de cuerpos extraños (p. ej.
tampones), los diafragmas,
los espermicidas vaginales,
los productos antisépticos o las duchas
vaginales,
la atrofia del epitelio vaginal de las mujeres
después de la menopausia
28. Cervicitis mucopurulenta
El
término cervicitis mucopurulenta se
refiere a la inflamación del epitelio
cilíndrico y subepitelio del endocérvix y
del epitelio cilíndrico contiguo que yace
descubierto en posición ectópica en el
exocérvix.
29. La
cervicitis mucopurulenta en la mujer
constituye la "pareja silenciosa" de la
uretritis en el varón; su frecuencia es
similar y suele ser causada por los mismos
microorganismos (N. gonorrhoeae, C.
trachomatis hasta M. genitalium)
30. El
diagnóstico de la MPC depende de la
detección de una secreción
mucopurulenta amarilla que mana por el
orificio cervical o de un mayor número de
polimorfonucleares (PMN) neutrófilos en
las extensiones del moco endocervical
teñidas con Gram o Papanicolaou.
31.
32. Enfermedad inflamatoria
pélvica
El término enfermedad inflamatoria pélvica
por lo general se refiere a la infección que
asciende desde el cuello uterino o la vagina
hasta el endometrio, las trompas (o ambos).
Esta infección en ocasiones se extiende más
allá del aparato reproductor hasta originar:
una peritonitis pélvica,
peritonitis generalizada,
perihepatitis
absceso pélvico.
33. La
infección intrauterina puede ser
primaria (espontánea y casi siempre de
transmisión sexual)
secundaria
a:
una cirugía invasora intrauterina [p.
ej., dilatación y legrado, interrupción del
embarazo, inserción de un dispositivo
intrauterino o histerosalpingografía]
a un parto.
34. Causas
Los
microorganismos causales más
comunes de la enfermedad inflamatoria
pélvica son los que también constituyen
la causa primaria de endocervicitis (N.
gonorrhoeae y C. trachomatis) y aquéllos
que se pueden considerar como
componentes de una flora vaginal
anormal.
35. También
se han identificado:
microorganismos anaerobios y facultativos
(en especial especies de Prevotella,
peptoestreptococos, E. coli, Haemophilus
influenzae y estreptococo del grupo B) así
como micoplasma genital en diversas
proporciones
36. Cuadro clínico
Endometritis:
síndrome clínico patológico:
El dolor en los cuadrantes inferiores, los
anexos, con la movilización cervical y el
rebote abdominal, fiebre y la elevación de
la proteína C reactiva son algunas de las
manifestaciones.
37. Salpingitis
Los
síntomas de salpingitis no tuberculosa
comienzan con una secreción vaginal
amarillenta o fétida por efecto de la
cervicitis mucopurulenta y/o la vaginosis
bacteriana o evolucionan gradualmente
hasta incluir dolor en la línea media del
abdomen y hemorragia vaginal anormal
por endometritis;
38. más
tarde surge dolor abdominal y
pélvico bilateral a causa de la salpingitis
que conlleva náusea, vómito e
hipersensibilidad abdominal por la
peritonitis.
El
dolor abdominal de la salpingitis no
tuberculosa suele describirse como un
dolor sordo.
39.
En casi 40% de las mujeres con enfermedad
inflamatoria pélvica aparece hemorragia
uterina anormal antes del dolor o durante el
mismo,
en 20% existen síntomas de uretritis (disuria) y
las mujeres con infección por gonococo o
clamidia manifiestan síntomas de proctitis
(dolor anorrectal, tenesmo y secreción o
hemorragia rectal).
40. Casi
33% de las pacientes con salpingitis
aguda tiene una temperatura inicial
mayor de 38°C.
La tuberculosis genital suele aparecer en
mujeres mayores, muchas de las cuales
son posmenopáusicas. Los síntomas
principales son hemorragia vaginal
anormal, dolor (incluyendo dismenorrea)
e infertilidad.
41. Perihepatitis
y periapendicitis
Entre 3 y 10% de las mujeres con
enfermedad inflamatoria pélvica aguda
manifiesta dolor de tipo pleurítico en la
parte superior del abdomen e
hipersensibilidad en cuadrante superior
derecho.
42. La
presencia de cervicitis mucopurulenta
e hipersensibilidad pélvica en una mujer
joven con dolor subagudo de tipo
pleurítico en el cuadrante superior
derecho del abdomen y una ecografía
de vesícula biliar normal indica el
diagnóstico de perihepatitis.
43. Se
ha encontrado periapendicitis (serositis
del apéndice sin daño de la mucosa
intestinal) en casi 5% de las pacientes
sometidas a una apendicectomía por
sospecha de apendicitis, pero también
puede ocurrir como complicación de
una salpingitis gonocócica o por
clamidia.
44. Diagnóstico
El único método para identificar de manera
definitiva una salpingitis es la laparoscopia.
En una mujer con dolor e hipersensibilidad
pélvica y exceso de polimorfonucleares (30
por 1 000 x por campo microscópico en
filamentos de moco cervical) el valor
predictivo del diagnóstico clínico de
enfermedad inflamatoria pélvica aguda
aumenta,
45. Algunos
de los trastornos más comunes o
graves que se pueden confundir con
salpingitis (p. ej., apendicitis
aguda, embarazo ectópico, hemorragia
del cuerpo lúteo o tumor ovárico) son
unilaterales.
46.
47. Cirugía
La
cirugía sólo forma parte necesaria del
tratamiento de la salpingitis en casos de
infección potencialmente mortal (como
la rotura o la amenaza de rotura de un
absceso tuboovárico) o para drenar un
absceso.