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LA SINGULARIDAD EL ESPÍRITU
La tensión entre el Ser y el Ente
(Alejandro Rubio Pellón)
PRÓLOGO
Hace unos 23 años sufrí un accidente
mental que cambiaría una parte de mi
vida radicalmente. Aproximadamente
por el año 1997 asistí a un recital en el
estadio municipal de Conchalí. Luego
que el espectáculo terminara y antes
de salir del recinto cerrado se produjo
un acoplamiento de los parlantes,
generándose un chirrido inmensamente
fuerte, que nos dejó a todos impávidos.
Creo que no hubo nadie que
instintivamente no se tapara sus oídos.
Luego de regresar a casa (junto a
mi esposa y nuestro hijo Simón) me di
cuenta que el chirrido continuaba en
mis oídos con bastante intensidad, a
pesar de haber pasado una media hora
desde que lo oí. Transcurría el tiempo
y el chirrido no desaparecía. Era tan
intenso y tanta mi preocupación que
esa noche no logré dormir. Tampoco
desapareció al día siguiente, domingo.
Tampoco desapareció el lunes, ni
el martes, ni nunca. Ahora mismo está
conmigo mientras estoy escribiendo
este prólogo. Era tan intenso y tan
insoportable que llegué a pensar en el
suicidio, aunque nunca lo intenté. No
me podía imaginar vivir así el resto de
mi vida. Me resultaba tan desesperante
que no lograba concentrarme
absolutamente en nada. Me resultaba
tan demencial como que otra voz
hablara dentro de mí sin que fuera yo
mismo que la emitiera.
Luego de tomar todos los
analgésicos y ansiolíticos que es
posible imaginar opté por ir al otorrino,
quien luego de encerrarme en una
cámara de silencio y poner a prueba mi
audición no encontró absolutamente
nada anormal. Me dijo, eso sí, que
sufría de tinnitus, una afección (por no
decir enfermedad) que sufren muchas
personas en todo el mundo. Si bien no
parece conocerse sus causas, se
asocia a la pérdida de audición. El
accidente a mí me sucedió más o
menos a la edad en que comienza a
haber una baja natural de la audición.
Lo curioso fue que antes de salir de la
consulta médica se me acercó la
asistente del doctor (ambos de edad
avanzada) y me dijo lo siguiente: “Yo
creo que así como emite un sonido el
corazón también emite un sonido el
cerebro, pero no todos logran oírlo”.
Fue solo su opinión, claro.
Pasaba el tiempo y el zumbido no
desaparecía ni bajaba de intensidad.
Por ese tiempo había hablado con un
amigo que en la municipalidad de
Recoleta era el Encargado del
departamento de discapacitados (así
se llamaba entonces), quien me dijo
que debía intentar sacar mi atención
del zumbido. Recuerdo que me dijo:
“Date cuenta de que a veces la radio
está con todo el volumen y tú no la
escuchas, porque la escuchas solo si
le pones atención”.
Curiosamente yo ya desde antes
había reparado en el tema de la
“atención”, que se había vuelto el
centro de mi reflexión personal. El
asunto es que desde entonces me
esforcé en poner mi atención en otra
cosa y sacarla del zumbido. No fue
fácil pues es difícil poner la atención
en otra cosa en forma permanente,
pues esa ‘otra cosa’ pasa y deja ser
motivo de atención. Cuento corto,
comencé a contar. Contar me obligaba
a poner mi atención en el conteo, pues
de lo contrario perdía la cuenta. Me
especialicé tanto en contar que luego
comencé a leer libros simples sin dejar
de contar. Y poco a poco comencé a
darme cuenta de algo de lo que al
parecer nadie ha escrito. Por decirlo
metafóricamente: “me di cuenta que
detrás de la cascada del pensamiento
hay un sendero”.
Este libro trata de ese sendero, y
del como habiéndolo recorrido
contando fue como dejar migajas de
pan que me permitieron volver, una y
otra vez, semejante a como Platón
logró volver a la caverna para decirnos
que más allá del mundo aparente hay
un mundo real.
El sendero y el que lo recorre no
son el mismo, tal como no son el
mismo el observado y el observador. El
sendero conduce a la fuente, donde
nace el pensamiento, donde el tiempo
no transcurre y el espacio no es. El
Samadhi no es un invento de las
tradiciones religiosos y místicas de
Oriente, sino más bien un estado
natural interior existente en todos los
animales, con el cual los humanos
perdimos contacto producto de nuestra
evolución, pues fue el precio que
debimos pagar por ella.
En todos nosotros habitan dos
‘sustancias’, una natural (el Ser) y una
cultural (el Ente) en permanente
tensión, la primera orientada siempre
al presente y la segunda siempre
orientada al futuro ¿Y si nada es
como hemos creído? ¿Y si en nuestro
origen hay causas y elementos en los
que nunca hemos pensado?
Este no es un libro de
metafísica (y lo volveré a repetir) sino
un libro de ciencia muy particular, con
la rigurosidad de la ciencia y con el
razonamiento lógico de la filosofía, con
el cual pretendo dar inicio a una nueva
disciplina mental a la que he bautizado
como “AUTOCIENCIA”, método en
base a instrumentos (máquinas)
mentales que he llamado mantras, que
permiten a una persona con fuerza de
voluntad modelar su vida y existencia a
su total y complejo antojo. No
olvidemos que la ciencia permite
conocer, y por medio de la tecnología
transformar.
Te invito a hacer autociencia.
INTRODUCCIÓN
Supongamos que hay personas que
conocen todas las palabras; personas
que conocen casi todas las palabras;
personas que conocen la mitad de las
palabras; personas que conocen un
cuarto de las palabras; y personas que
conocen muy pocas palabras; es decir
cinco grupos distintos de personas ¿En
cuál grupo te encuentras tú? ¿En el 1°,
2°, 3°, 4° o 5°? ¿Cuántas palabras
conoces?
¿Cuántas palabras debo utilizar si
quiero ser comprendido por la mayor
cantidad posible de personas?
El diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española (RAE) en su 23°
edición posee 93.111 palabras (sin
contar los americanismos ni
tecnicismos específicos, entre otros).
Cervantes ocupó más de 8.000
palabras al escribir el Quijote de la
Mancha. Un escritor o periodista puede
llegar a conocer unas 3.000 palabras.
Una persona medianamente culta
utiliza unas 1.000 palabras. Una
persona poco culta solo utiliza unas
450 palabras. Estudios han señalado
que muchos jóvenes no utilizan más de
240 palabras.-
¿Una persona adulta que conoce 5.000
palabras es más inteligente que otra
persona adulta que solo conoce 500
palabras? ¿Qué es la inteligencia?
Como sea, aquí hago un esfuerzo por
ocupar la menor cantidad de palabras,
para que este texto sea comprensible
para la mayor cantidad de personas. Al
mismo tiempo me esfuerzo en ocupar
las palabras más simples, las más
conocidas, tratando de evitar los
tecnicismos, y cuando lo hago intento
definirlas.
***
Por favor, has el intento de leer este
libro hasta el final. Escribo sobre algo
extremadamente complejo y profundo,
que trata de lo más íntimo de ti. Este
libro podría marcar un antes y un
después en tu forma de percibir la
naturaleza (cultura) humana, pues
expongo un punto de vista nunca
expuesto hasta ahora.
Hice un hallazgo (descubrimiento)
inédito en mí, que no es posible de
describir en pocas palabras. Descubrí
algo inmensamente obvio, de lo que
casi nadie se ha dado cuenta hasta
hoy. Si bien esto que descubrí ya lo
han expuesto los más antiguos sabios
de oriente, no han acertado en su
explicación. Hay algo oculto a la
“vista” de todos. Lo descubrí, en
parte, por casualidad.
Este planteamiento está en perfecta
armonía con los grandes
descubrimientos científicos y hallazgos
filosóficos que se han venido
realizando en el tiempo, de modo que
encaja en gran medida con ellos.
Aunque planteo un nuevo punto de
vista respecto de algunas cuestiones,
no lo hago fuera de la lógica con que
trabajan las ciencias exactas y las
ciencias sociales.
Digo haberme dado cuenta de lo
siguiente, por insólito que parezca:
“Yo mismo” y “Mi mismo” no soy (no
somos) exactamente el (lo) mismo.
Sostengo que la consciencia de yo
mismo es diferente de la consciencia
de mí mismo. Les diferencia una
sutileza inimaginable, que tan solo una
mente tan sutil como la mía logró
percibir. Sé que “sueno” muy
presuntuoso, pero ya verás.
Carl Gustav Jung (1875-1691),
psicólogo, médico psiquiatra y
ensayista suizo, figura clave del
psicoanálisis y fundador de la escuela
de la psicología de los complejos y
psicología profunda (también llamada
psicología analítica), señaló “Quien
mira hacia afuera duerme, quien mira
hacia adentro despierta”.
“Adentro” hay algo, que en términos
muy simples por ahora voy a llamar
separación. Hay una separación entre
yo mismo y mi mismo.
Cuando los místicos orientales
sostienen que por la práctica de la
meditación se separan el observador y
el observado, sostengo que no es así.
Lo que en realidad sucede es que la
práctica de la meditación permite ver
la separación, pero no producirla. La
separación es parte de nuestra
naturaleza, o mejor dicho parte de
nuestra primera e intrínseca cultura.
La separación existe porque somos
‘dos’. Cada uno de nosotros somos
‘dos’. Digamos, por ahora, que uno de
ellos es “visible” y el otro es
“audible”; que uno de ellos es material
y el otro es mental. Que uno es una
sustancia y que el otro es una
esencia; que uno es un fondo y el otro
una forma.
La experiencia de la meditación
(aunque Osho dice que no es una
experiencia) es posible justamente
porque somos duales. En cada uno de
nosotros (en el 99,%) hay una
alteridad interior (que parecen no
tener los bebés, ni quien sufren
Alzheimer grave ni los enajenados
mentales).
Estoy yo y el “otro” que no-soy-yo.
Cuando digo “dos” no hay que tomarlo
en forma tan literal, pues se trata de
“dos” con zonas comunes. Quiero
decir, esencialmente, que hay en
nosotros dos intereses que se
contraponen; una doble
intencionalidad; dos propósitos
opuestos. No es casualidad que
nuestro lenguaje funcione por medio de
oposiciones (verdadero-falso, bello-
feo, arriba-abajo, etc.) como si
estuviera basado en un sistema binario
(1-0); o digital, como le expongo en
otro libro). La dualidad a la que me
refiero no implica negar la pluralidad
que hay en todos nosotros.
El lenguaje con el que nos
comunicamos tiene por sobre todo un
uso práctico, un uso para referirnos al
mundo exterior, para el mundo del
hacer, especialmente en Occidente
(países no orientales ni árabes).
Este descubrimiento me ha sido
posible por cuatro circunstancias.
Primero, debido a mí habitual consumo
de marihuana; segundo, debido a mis
extraordinarios ejercicios mentales;
tercero, debido a mi fenomenal
capacidad de leer; y cuarto, a una
contraintuición que siempre me
acompañó.
Ken Wilber (1949-vivo), escritor
estadounidense, filósofo, psicólogo,
estudioso de las religiones, practicante
de diversas técnicas de meditación
budista, que es uno de los pensadores
más influyentes de Estados Unidos en
cuanto al ámbito de la consciencia,
sostiene lo siguiente: “Es posible
alcanzar un estado de contemplación
por medio de las drogas, pero es
imposible rememorarlo luego de salir
de ellas”. Algo así como no tener la
capacidad de recordar un profundo
sueño.
Pues bien, suelo tener dicha
experiencia contemplativa por el solo
hecho de consumir marihuana, y es tan
así que decidí sistematizar el
procedimiento y darle la forma de una
ciencia, a la que he llamado
AUTOCIENCIA, la cual bajo ningún
punto de vista entra en el ámbito de la
METAFÍSICA. Este NO ES un libro de
metafísica.
De acuerdo con Wikipedia “La
contemplación es el estado espiritual
que aparece en el ser humano cuando
practica el silencio mental”.
Y luego dice que “El silencio mental
se consigue con el desapego de
pensamientos y sensaciones. Se
puede trabajar para que aparezca
mediante la meditación o la oración en
silencio. El desapego por lo material
surgirá como resultado de la práctica y
esfuerzo total”.
En términos muy simples describo
dicha experiencia, desde lo personal,
como la capacidad de alcanzar un
estado de quietud mental en que
desaparece la sensación de que el
tiempo esté transcurriendo, y en que
aparece una sensación de vacío
absoluto. A veces es un estado de
lucidez tan intenso que da la sensación
de que se va a despertar del estar
despierto, como si todo no fuera más
que una pompa de jabón. Superado el
miedo de “despertar” se llega a un
estado de paz y quietud
indescriptibles, sabiendo que se está
“ahí”.
La autociencia lleva a dicho estado de
relajación profundo por medio de
MANTRAS, pero practicados de un
modo muy distinto a como se hace en
Oriente. Pude llamarles de otro modo,
pero no es mi intención alejarme de la
sabiduría oriental. Más quisiera hacer
una fusión entre Oriente y
Occidente.
La autociencia tiene diferencias con la
autognosis (técnicas de meditación
que permiten conocerse a sí mismo),
pero también semejanzas, y la
principal semejanza es que ambas son
un instrumento para acceder a las
zonas profundas de la consciencia.
Gnosis viene del griego y significa
conocimiento. Tenemos dos tipos de
conocimiento. Por una parte el
conocimiento racional, que proviene
del intelecto, que se enfoca en el
conocimiento de las cosas, de la
historia; en definitiva un conocimiento
sobre el mundo exterior. Y por otro
lado un conocimiento del mundo
interior, el que solo puede ser
asimilado de forma intuitiva. Este
último es el conocimiento gnóstico.
La autociencia es un procedimiento
que permite obtener un conocimiento
interior en base a una técnica
fundamentada en la repetición. Podría
resultar chocante la palabra técnica,
pero hago presente que la meditación
también es una técnica, que viene a
ser una práctica determinada para
obtener un resultado esperado.
Osho (1931-1990), filósofo, místico y
líder de un movimiento espiritual de
origen indio, señaló “La meditación es
nada más que un ARTIFICIO para que
tomes conciencia de tu verdadero
Ser, que no creaste ni necesitas que
lo crees… Naciste con él, solo te
falta descubrirlo”.
Los mantras son, por definición,
INSTRUMENTOS MENTALES, y en la
forma en que yo los aplico son
auténticos instrumentos mentales, o
mejor dicho, MAQUINAS MENTALES.
Son máquinas hechas de palabras (y
otras sin palabras) que en su forma de
aplicarlos se asemejan a los motores.
Son, en parte, una fusión entre las
técnicas de meditación y la
neurolingüística, pero aplicado de una
forma completamente diferente,
radicalmente opuesta.
Si Sócrates dijo (o el Oráculo)
“Conócete a Ti mismo”, yo
(humildemente) digo “Conócete a Tu
mismo”. No eres uno; no somos
individualidades; no somos unicidades;
somos unidades. No me refiero a que
seamos unidades de carbono, sino que
sostengo que en nosotros cohabitan el
animal que somos y algo más.
Nosotros, casi la totalidad de los seres
humanos (excepto los bebés y los
locos), somos la unidad de un SER y
de un ENTE.
Esto que sostengo ya lo intuyeron en
Occidente, de algún modo, grandes
filósofos y pensadores, como
Heidegger, Levinas y Derrida,
Huxley, entre otros. El noúmeno del
que Kant habló también habita en
nosotros. El noúmeno (lo que no
vemos) es el “Ente” que se ‘adueñó’
del “Ser”, sin que el “Ser” se diera
cuenta de ello, hasta hoy.
El “Ente” tiene su propio
propósito, y el “Ser” no es más que su
instrumento, no muy diferente del que
tiene el jinete respecto de su caballo.
Mientras que el ente vive vuelto más
hacia el futuro, el ser vive más en el
presente. De hecho el futuro es un
invento del ente.
Las causas profundas del gran
malestar social a lo largo y ancho del
planeta radican justamente en que el
caballo ya no soporta la carga que el
Ente (el jinete) le impone. Cuando digo
el caballo y el jinete lo digo a modo de
metáfora.
La Autociencia, en consecuencia, es
un procedimiento (proceso) para
lograr acceder a la mente profunda
por medio de una técnica en base a
mantras y al consumo de marihuana.
Es una ciencia personal que permite
poder apreciar en sí mismo la
dimensión “ser” y la dimensión “ente”,
que somos a la vez.
Soy partidario de la legalización de la
marihuana para uso recreativo a partir
de los 21 años de edad, por cuanto
parece haber estudios que indican que
antes de dicha edad podría afectar
negativamente el desarrollo del
cerebro. Yo comencé a consumirla a
los 30 años. Creo que hoy, en
Occidente, con los altos niveles de
estrés y de “cosismo” con que vivimos
es prácticamente imposible salir de
la superficialidad de la conciencia
sin alguna sustancia química que lo
permita. Salir de los estados
emocionales negativos generados por
la preocupación y la angustia con que
se vive hoy es muy difícil. Hay varias
técnicas (como el yoga, por ejemplo)
que ayudan a relajar la mente (y el
organismo en general), pero que no
logran introducir estados alterados de
conciencia que permitan una
comprensión diferente del fenómeno de
la existencia; o en otras palabras, salir
de la realidad para percibir lo real.
Lo que entendemos por REALIDAD es
diferente de lo REAL, y así lo pusieron
(lo expusieron a su modo) de
manifiesto, entre otros Kant y Lacan, a
quienes me referiré con más detalle
más adelante. Lo Real es lo que ES y
que no puede ser de otro modo, en
cambio la Realidad es lo que
nosotros CREEMOS que es lo real.
Es decir que mientras que LO REAL ES
LO QUE ES, LA REALIDAD ES LO QUE
CREEMOS QUE ES.
La realidad en la que vivimos social y
mentalmente no es lo real, pues está
sujeta a la subjetividad de cada uno,
en donde cada cual tiene su
explicación sobre los procesos
personales y sociales que se
experimentan. Cada cual percibe una
realidad personal. No viven en la
misma realidad quien tiene un buen
trabajo y quien hace tiempo está sin
trabajo. Lo real está antes de dichas
circunstancias.
Hasta antes de la investigación
científica teníamos muy diversas ideas
(CREENCIAS) sobre la naturaleza.
Recordemos que Zeus era quien
producía la luz del rayo y que Thor
producía su sonido. El Sol fue Dios en
casi todos los pueblos antiguos, etc.
Digamos que las ideas (creencias) que
teníamos de la naturaleza constituían
la REALIDAD, que determinaban en
gran medida nuestras formas de
actuar. Luego de la investigación
científica comenzamos a darnos cuenta
de lo REAL, de modo que mientras lo
real se fue agrandando la realidad se
fue achicando (para la comunidad
científica).
Digamos que las preocupaciones, las
expectativas, las frustraciones, las
condiciones personales, familiares y
sociales, entre otras muchas,
constituyen nuestra REALIDAD,
diferente para cada uno. La realidad se
constituye a partir del núcleo de lo
real, que se va cubriendo por un
conjunto de capas (semejante a las
capas de una cebolla) que se
superponen unas sobre otras, la última
de las cuales (la superior) viene a ser
la que denominamos conciencia.
Vivimos como seres conscientes en la
última capa (neo-cortex), como peces
que vivieran siempre solo en la
superficie del mar, perdiendo el
contacto con la profundo. Al igual que
el mar, la mente también tiene
profundidad.
Cada día vivimos más por encima.
Cada día vivimos más en el
NEOCORTEX, perdiendo contacto con
el ser LIMBICO que también somos.
Estamos cada día más
DESGARRADOS de nosotros mismos.
El ENCUENTRO con uno mismo cada
vez se da menos. La autociencia viene
a ser una nueva disciplina para salir un
rato del neo-córtex (consciencia) y
volver al sistema límbico. La
meditación es eso en parte, volver a
percibir como perciben los animales (el
animal que también somos). Es volver
al origen, a la anterioridad del ente.
Es (por decirlo de algún modo) como
entrar en un espacio ingrávido.
Sin embargo, en la mente profunda se
da LO REAL, que no está sujeto a
subjetividad alguna, como lo han
atestiguando durante siglos los
grandes místicos, especialmente los
de Oriente, como ya dije. Es bueno y
necesario no perder contacto con el
núcleo que hay en nosotros, porque
nuestra profunda y verdadera
naturaleza es que somos UN
SISTEMA, no una UNICIDAD ni una
INDIVIDUALIDAD. El modelo de
sociedad que hemos construido nos
lleva siempre al individualismo, que
nos está destruyendo. Cada día
vivimos menos en comunidad. El ente
nos está llevando por “su” camino, que
no es el camino del ser.
No es casualidad que el consumo de
drogas de todo tipo se masifique cada
día más, pues se ha ido convirtiendo
en unas de las alternativas que
permiten escapar, más no sea por un
rato, de la falta de sentido de la
existencia; de la falta de amor; de
amistad verdadera; de comprensión, de
entendimiento; y hasta sirve para
escapar de la falta de dinero que
permite llevar una vida digna. Todo
parece indicar que el consumo de
drogas continuará aumentando,
especialmente aquellas que producen
una alta dependencia física, entre las
cuales no se encuentra la marihuana.
Quien desee ingresar en esta nueva
ciencia sin consumir marihuana, de
todos modos recibirá grandes
beneficios, logrando alcanzar un muy
buen estado de equilibrio mental y
emocional. Sin embargo, sin
marihuana, la mayoría no logrará verse
del otro modo que también somos.
Digo “mayoría” por cuanto me consta
que hay personas que logran entrar en
“transe” sin drogas, pero son las
menos.
La autociencia pone de
manifiesto al “YO”, a diferencia de la
meditación (y de las religiones en
general) que más bien busca negarlo o
replegarlo. Lo cierto es que nada es
más real que el “yo”. La civilización
es una creación del “yo”, y solo si nos
atrevemos a “mirarle a los ojos”
veremos lo que verdaderamente
somos. El “no-yo” es el SER, mientras
que el “yo” es el ENTE. Somos el
único animal entelizado. Recordemos
que no se nace con el “yo”, sino que
nos lo ponemos luego de nacidos. Hay
evidencia que muestra que el “yo” no
se “despierta” si no es estimulado; así
lo han dejado de manifiesto ciertos
descubrimientos, como es el caso de
las niñas-lobos que fueron criadas por
lobos en la India el siglo XIX, y luego
‘estudiadas’ por científicos. Venimos
con la aptitud para el “yo”, pero debe
ser desarrollado, “despertado”.
La autociencia tiene un método muy
particular, REPETIR, que permite salir
del lenguaje hablado (el del “yo”) y
entrar en el lenguaje no-hablado (el del
“no-yo”). . Este repetir, repetir y repetir
toma la forma de MANTRAS. La base
de esta nueva ciencia son los mantras.
Cuando la mente consciente repite,
repite y repite se aturde, se bloquea,
pasando a un estado alterado de
consciencia, el que se magnifica bajo
el efecto de la marihuana. En ese
estado alterado de la consciencia
puede percibirse nuestro profundo y
verdadero “Ser”, muy separado del
“Ente”. La separación se hace tan
evidente que al principio puede dar
miedo, pero no hay nada que temer.
La autociencia, al igual que la ciencia,
posee dos dimensiones, la teórica (del
estudio) y la empírica (de la práctica).
En este libro expongo la dimensión
teórica, que precisa más del Ente que
del Ser. Los occidentales siempre nos
preguntamos del porqué de las cosas y
del para qué de las cosas, de modo
que no nos gusta aventurarnos en algo
si previamente no tenemos una idea de
lo que se trata y de si sirve para algo.
No nos interesa lo que no sirve para
nada. Vivimos para el fin, para la meta,
no para el proceso.
Me pareció, por lo mismo, más
adecuado comenzar por lo teórico, por
el Ente. Entiendo por ente esa
dimensión de nosotros que razona
meticulosamente, muy diferente del
“ser”, que es esa dimensión de
nosotros que siente y se emociona.
Los perros y gatos, por ejemplo, solo
son “seres”, que no poseen esa
dimensión que razona
meticulosamente. Quien ahora me
está leyendo es tu dimensión “ente”,
porque el “ser” no sabe leer.
***
Luego de haber tenido la práctica de
hacer meditación, intuí (o más bien
contraintuí) que Buda solo se dio
cuenta de una de las zonas de la
mente (del pensamiento en realidad)
cuando aprendió a ponerla en reposo
(silencio). Yo, por el contrario, la llevé
a su extremo opuesto, acelerando cada
vez más el pensamiento. Puede
silenciarse el pensamiento y las
ideas (que no son lo mismo), no la
mente.
Como dije, hago una defensa y una
reivindicación del “yo”, pues considero
que su negación ha sido justamente la
causa principal de tanto
desentendimiento. Pero no me refiero
al “yo” que tiene su sustento solo en el
ego y en la vanidad, sino a aquel que
es autorreferente, en el cual habita la
consciencia de sí mismo.
Parto, por lo demás, de la constatación
personal de que el ego y la vanidad no
son malos en sí mismos, como han
querido hacernos creer las religiones y
el budismo, con el objeto de aplacar
nuestros ímpetus y deseos de
experimentarnos en nuestra totalidad.
No parece sensato creer que la
naturaleza nos dotara de sentimientos
solo para perjudicarnos. Sin dichos
sentimientos nunca habríamos tenido
un Miguel Ángel (famoso pintor y
escultor italiano del Renacimiento), por
ejemplo. El ego y la vanidad son
positivos cuando se experimentan para
uno mismo, muy diferente de cuando
se experimentan con el fin de sentirse
por encima de los demás. Es algo
semejante al orgullo, el cual es
necesario y bueno, pero que se torna
malo cuando se subestima (no tiene
orgullo) o sobrestima (tiene demasiado
orgullo).
La práctica de la autociencia ayuda a
desprendernos de los prejuicios por
cuanto permite hacernos más
conscientes de ellos, muchos de los
cuales están asentados en lo más
profundo de nosotros, sin que nos
demos cuenta.
Tenemos una idea bastante pobre de la
mente; o mejor dicho un
desconocimiento bastante grande de
ella. En la escuela nunca nos
enseñaron de la mente, a diferencia
de otras culturas, en que se enseña a
tener control sobre ella.
La mente tiene una superestructura y
muchas subestructuras de las cuales
no nos estamos dando cuenta en
nosotros mismos. En cierto sentido nos
asemejamos al pez que no es
consciente del agua, por más que su
entorno es el agua”. El “yo” es una
entidad puramente mental, que los
animales no logran ver en nosotros. El
“yo” solo existe para los humanos.
Si bien podríamos decir que el “yo” es
un ente ficticio, ello no significa que
sea irreal, pues el Banco Mundial y la
ONU, entre otros, son entes ficticios.
El Banco Mundial y la ONU son una
creación del “yo”.
Para poder exponer con claridad en
que consiste mi descubrimiento (mi
hallazgo) me veo en la necesidad de
recurrir a la filosofía, a la psicología, a
la ciencia, a la historia, a la política y
la teología, e incluso a la
paleontología, pues necesito
contrastar este nuevo conocimiento
(del que presumo) con los
conocimientos que nos han entregado
estas ciencias, que de algún modo
todos conocemos en alguna medida.
EXPONGO ALGO TOTAL Y
COMPLETAMENTE NUEVO, de lo que
nunca jamás alguien escribió de este
modo (que yo sepa). Me di cuenta de
algo sublime; algo así como haberme
dado cuenta de mis ojos, pero de mis
ojos mentales. Algo así como (en
metáfora) haberme dado cuenta que la
parte posterior del ojo también tiene
párpados, que, una vez abiertos, se
mira para “adentro”, para “atrás” ¿Por
qué la mente no podría tener un atrás
o un interior? ¿Acaso no lo tiene el
mundo?
Descubrí una forma de mirar lo mismo
y percibir diferente. Es que la
complejidad y el misterio de la vida y
de la existencia son menos
comprensibles si no lo son bajo una
nueva mirada, integradora, que no se
centre solo en lo particular. Es cierto el
refrán que dice “los árboles no dejan
ver el bosque”.
Hemos des-integrado el conocimiento
al dividirlo en ciencias específicas. La
filosofía, la psicología y la ciencia por
separados no le están dando a la
humanidad una comprensión
adecuada sobre el fenómeno de la
mente. La mente, de la que todos
participamos, ha pasado a ser un
asunto solo de especialistas. La
incomprensión global en la que
estamos sumidos es la mejor prueba
de ello.
Puedo “sonar” raro, porque lo que
planteo es muy raro, al punto que
pensé en titular este texto como
“LIBRO RARO”; pero por raro y loco
que te parezca, te animo a seguir
adelante, que ya verás cómo todo va
tomando sentido. No es la primera vez
que alguien escribe sobre algo tan
raro, y que luego originó un
conocimiento que no podíamos ni
siquiera imaginar. Me gusta poner por
caso el libro raro de Charles Darwin,
“El origen de las especies”, que nos
sacó por completo de la idea que
teníamos sobre nosotros mismos.
Darwin nos “convirtió” en animales
(descubrió que también somos
animales).
La Autociencia, al igual que el resto de
las ciencias, se basa en la
observación, o mejor dicho en la auto-
observación; en la rigurosa
observación de los procedimientos
mentales propios. El objeto de estudio
de la autociencia es la observación
del proceso de observar. Suena
complejo, pero puede explicarse. Algo
así como que “no se trata de observar
lo que el ojo mira, sino de observar al
ojo mientras mira”.
Cuando hago una actividad con mi
cuerpo (barrer, por ejemplo) estoy
teniendo una experiencia, sin duda.
Barrer constituye (es) una experiencia.
Correr es una experiencia. Jugar es
una experiencia. Son experiencias que
se dan en el ámbito exterior, a
diferencia de un dolor de estómago
(que también es una experiencia) que
se da en el ámbito intermedio. La
experiencia de ir al cine se da “afuera”
y la experiencia un dolor de muelas se
da en el “intermedio”.
Tampoco podemos negar que son
experiencias las vivencias
emocionales. La vivencia del
enamoramiento sin duda es una
experiencia, tal como lo es la vivencia
de una vergüenza.
Debido a que son experiencias se les
ha podido estudiar. Estudiando el dolor
y sus causas nació la medicina.
Estudiando las emociones nació la
psicología.
Sin embargo hay una actividad a la que
no la tenemos como una experiencia, a
pesar de ser nuestra actividad más
extensa. Me refiero al Pensamiento.
Yo hice del pensamiento una
experiencia, porque me di cuenta de
que el pensamiento y yo no soy el
mismo. Lo mismo que el lenguaje ¿Yo
y las palabras que utilizo soy el
mismo?
¿Por qué digo “mis pies” o “mis
pensamientos” como si fueran
posesiones, tal como digo “mis ropas?
Y si puedo experimentar con mis pies
¿Por qué no con mis pensamientos?
Entonces la pregunta que surge es ¿Yo
y el pensamiento soy (somos) el
mismo? ¿Podría el pensamiento
constituirse en una experiencia?
¿Cuándo pienso estoy también
teniendo una experiencia mental?
¿El acto de imaginar es también una
experiencia? ¿Qué se requiere para
que exista una experiencia? Si
caminar es una experiencia ¿Por qué
no podría serlo pensar?
La mente (digo yo) es tan
experimentable como lo es el mundo.
Cuando estuve durante 18 días
trabajando (repitiendo) en aprender al
abecedario de atrás para adelante (le
llamo zetabecedario) se trató de una
experiencia. Cuando estuve
repitiéndome por un mes “soy un
fracasado y un perdedor” también fue
una experiencia. Lo mismo que cuando
conté hasta 100.000 en 30 días.
Existen, por tanto, las experiencias
físicas (externas), las experiencias
corporales (intermedias) y las
experiencias mentales (internas).
Hago ciencia (autociencia) sobre y
desde la mente propia. Estudio el
pensamiento y hago filosofía desde la
experiencia personal. A nadie se le ha
ocurrido esto; lo digo luego de haber
leído a varios expertos del lenguaje.
Esta nueva lectura permite tener un
punto de vista completamente nuevo.
Adelanto desde ya (por la importancia
que tiene en este libro) que respecto
del surgimiento de la mente y de la
materia hay tres posibilidades: 1° La
materia surgió de la mente; 2° La
mente surgió de la materia; y 3° Ambas
surgieron por separado. Si bien
prácticamente todos (las diversas
ciencias) están de acuerdo en que la
materia y la mente son las dos únicas
sustancias básicas de la que se
conforma todo, no hay acuerdo en
cuanto a cual surgió de cual o si son
independientes. Los idealistas (sobre
todo religiones) sostienen que la
materia surgió de la mente, como
Platón, entre otros muchos; en cambio
los materialistas (sobre todo los
científicos y los marxistas) sostienen
que la mente surgió de la materia,
como Aristóteles, entre otros muchos.
Muy pocos han sostenido que ambas
sustancias son independientes una de
la otra.
¿Será posible que así como hay una
Teoría sobre el surgimiento de la
MATERIA (el Big Bang) pudiéramos
elaborar una Teoría sobre el
surgimiento de la MENTE?
Las ciencias que estudian la mente,
tales como la psicología (en especial
su rama del psicoanálisis) y la
neurociencia, lo hacen estudiando
mentes ajenas. Quienes ejercen
dichas ciencias no estudian sus
propias mentes sino que las mentes de
otros. Unas mentes observan y sacan
conclusiones de lo que acontece en
otras mentes.
Sus conclusiones, entonces, se ven
mediatizadas por la subjetividad del
lenguaje y de las ideas, por los
sentidos, por los instrumentos y los
procedimientos utilizados. La
autociencia, en cambio, estudia la
mente desde la mente misma, sin
pasar por subjetividades o por los
sentidos, que a veces nos engañan.
La mente no es subjetiva para sí
misma. La autociencia se asemeja
mucho a los procedimientos mentales
que desarrollan los místicos para
conocer sus propias mentes.
***
Hasta ahora he utilizado la palabra
mente en un sentido muy general, lo
que cambiará más adelante. El ‘yo’, la
conciencia, la atención, la voluntad,
las ideas y los pensamientos y las
sensaciones son cuestiones todas
muy distintas unas de otras. Sin
embargo no me perderé en
tecnicismos, porque no quiero que la
autociencia sea una ciencia/disciplina
solo para unos pocos, como suele
ocurrir con la filosofía, la psicología, la
física, y con las ciencias en general.
Agradezco profundamente me des la
oportunidad de (intentar) mostrarte
algo total y completamente diferente de
todo lo conocido. No sé si traigo algo
completamente NUEVO o si desenterré
algo completamente ANTIGÜO. Sin
dudas que resulta bien exagerado lo
que digo, pero alego en mi favor que
ya otros muchos sorprendieron al
mundo con cosas completamente
nuevas y “locas”.
Uno de ellos fue Galileo Galilei (1564-
1642), astrónomo, filósofo, ingeniero y
matemático italiano que nos mostró
que la Tierra no es el centro del
universo (la Tierra gira en torno al Sol
y no al revés); otro fue Charles Darwin
(1809-1882), naturalista inglés, que
nos mostró que el hombre también es
un animal (no es el centro de la
creación); otro fue Sigmund Freud
(1856-1939), médico neurólogo
austriaco, padre del psicoanálisis, que
mostró que el hombre no es el amo
de su mente (descubrió el
inconsciente y el subconsciente).
Nuestra creciente conciencia de
nosotros mismos y de nuestro entorno
se debe a personas determinadas, que
se dieron cuenta de algo que otros no
se dieron cuenta. Ejemplos hay por
montones. Pongo incluso un ejemplo
muy particular, el del florentino
Nicolás Macchiavello (1469-1527)
(que nunca mató a nadie) que se dio
cuenta de la forma en que se
sustentaba el poder en Europa durante
El Renacimiento. Maquiavelo es
considerado el padre de la ciencia
política moderna por cuanto
desenmascaró la forma en que
entonces se ejercía el poder, que
básicamente consistía en eliminar al
enemigo político asesinándolo. Su libro
“El Príncipe”, de solo 100 páginas,
escandalizó a todas las cortes de
Europa. Hasta que Macchiavello
escribió su libro la gente era muy
ingenua en lo político. La base de su
éxito estuvo en su capacidad de
observar las conductas de los
monarcas de su época.
Otro gran observador fue el físico Max
Planck (1885-1947), padre de la
mecánica cuántica, que, estudiando
(observando) el comportamiento de los
cuerpos incandescentes, descubrió la
ley de la radiación electromagnética,
lo cual permitirá que luego Albert
Einstein (1879-1955), físico alemán,
se diera cuenta de que hay una
equivalencia entre la materia y la
energía, elaborando la ecuación más
famosa de la historia, E=mc2
.
El conocimiento que tenemos del
mundo y del universo (en todos los
aspectos) se debe, entonces, al trabajo
de muchos hombres (y mujeres), que
en muchos casos dedicaron su vida a
su “obsesión”. La historia, de algún
modo, es el proceso del irnos darnos
cuenta de algo. Yo también me di
cuenta de algo, muy particular.
En muchos casos el descubrimiento
que se hace se debe a la enorme
VOLUNTAD que se invierte en seguir el
‘sueño’ que se tiene. En muchos casos
esa voluntad de descubrir algo nuevo
significa incluso arriesgar la vida. Así
tenemos el caso de Cristóbal Colón
(1941-1506), el navegante, cartógrafo
y almirante genovés que descubre
América, atravesando el gigantesco y
desconocido océano; otro es el caso
de Fernando de Magallanes (1480-
1521), el militar, explorador y
navegante portugués que descubre el
estrecho que lleva su nombre; y el de
Francisco Pizarro (1478-1541), el
conquistador español que descubre el
Perú. Y así tantísimos otros. (En
realidad estos descubrieron lugares ya
habitados, aunque fueron nuevos para
sus descubridores).
En otros campos, grandes
observadores hicieron enormes
descubrimientos, que precisaron de
una enorme voluntad para tener éxito.
Así tenemos, entre otros muchos, a
Alexander Fleming (1881-1955),
científico británico que descubre la
penicilina; a William Harvey (1578-
1657), médico inglés que descubre
que la sangre circula por el cuerpo;
a Marie y Pierre Curie (Marie 1867-
1934), científicos polacos-franceses,
que descubren y aíslan los
materiales radiactivos; a J. J.
Thomson (1856-1940), científico
británico que descubre el electrón; a
Donald Johanson (1943-Vivo),
paleontólogo estadounidense que
descubre a "Lucy" (esqueleto parcial
hembra de 3,2 millones de años); a
Joseph Priestley (1732-1804),
científico, teólogo y filósofo británico
que descubre el oxígeno; y a
Walther Flemming (1843-1905),
médico alemán que descubre la
división celular; etc.
También está el caso de aquellos que
trabajando muy duro en un campo
determinado hicieron descubrimientos
que ni se imaginaron hacer, como
Wilhelm Roentgen (1845-1923),
ingeniero mecánico y físico alemán que
descubre accidentalmente los rayos
X; o como Anton Van Leeuwenhoek
(1632-1723), que descubre
accidentalmente los
microorganismos en una gota de
agua, considerado el padre de la
microbiología. De algún modo esto le
sucedió también a Galileo Galilei, a
Charles Darwin, a Sigmund Freud y
tantos otros, que dieron con algo
impensado hasta por ellos mismos.
A veces los descubrimientos son tan
impensados y tan diferentes a todo lo
conocido que desconciertan. Tal vez
el caso del desconcierto más
destacable es el acontecido con Max
Planck, quien descubrió algo tan
contrario a las leyes de la ciencia que
él mismo murió en la idea de que eso
no podía ser posible.
La mecánica cuántica fue algo tan
inmensamente nuevo, que el físico
estadounidense Richard Feynman
(1918-1988) popularizó la frase “Quien
cree que entiende la física cuántica
es que no la entiende”. La perplejidad
de Albert Einstein fue tan grande que
llegó a decir “Dios no juega a los
Dados”, porque no puedo aceptar que
la nueva ciencia se ocupara solo de
probabilidades y no de predicciones
exactas. No hay duda, entonces, de
que la frase “no hay nada nuevo bajo
es solo” es falsa.
El conocimiento que tenemos hoy día,
entonces, se debe en gran medida a
un sinnúmero de personas y equipos
de personas que se dieron cuenta de
algo que otros no se dieron cuenta.
Cada vez que una de estas personas
se dio cuenta de algo “descubrió algo
nuevo bajo el sol”, algo que para el
mundo no existía, aunque ya estaba
ahí. Y ese descubrimiento siempre fue
pié para otros descubrimientos
posteriores, porque nunca terminamos
de descubrir y conocer. No es
correcto decir que ya todo está dicho.
Siempre hay algo que está por ser
descubierto (para bien o para mal).
***
Estoy exponiendo una forma
diferente de conocer, que se basa en
la REPETICIÓN, por lo cual en este
texto lo que hago también es repetir.
Repito lo que vengo diciendo. Sin
embargo repito un tanto distinto, para
que se entienda bien lo que intento
comunicar. Quiero decir, por una parte,
que en este libro voy repitiendo las
ideas para que quede claro lo que
expongo; y, por otro lado, digo que los
mantras consisten en repetir, de un
modo completamente original, como lo
expondré en el próximo libro, ya que
en este explico solo la parte teórica.
Personalmente distingo el saber del
conocimiento. El saber es solo un
traspaso de información. Cuando me
dicen cosas que no me constan, como
por ejemplo “Juan hizo el gol” es un
saber. En cambio si yo mismo vi a
Juan meter el gol ya no es un saber
sino un conocimiento. El saber puede
cambiar, el conocimiento no. La fuente
del conocimiento está en mí mismo
(experiencia), la fuente del saber, en
cambio, está fuera de mi (información).
El conocimiento no puede ser falso, el
saber sí. El conocimiento puede perder
vigencia, ser reemplazado por otro,
pero nunca dejará de ser real, aunque
ya no preste utilidad.
Es obvio que muchas veces el saber es
verdadero, pero no al punto de
constarle a uno mismo. Pongo el
ejemplo de las moléculas: Yo nunca he
visto una molécula, pero no dudo de
que otros muchos si las han visto. Lo
que quiero decir, para efectos de este
libro, que saber y conocer no es lo
mismo. Se conoce de primera mano y
se sabe de segunda.
Las creencias, por su parte, son
diferentes del saber y del
conocimiento. Siguiendo el ejemplo
anterior, diría “Creo que juan hizo el
gol”. Tenemos, entonces, tres
situaciones. En un caso veo que Juan
metió el gol (conocer); en otro me
cuentan que juan metió el gol (saber);
y en otro yo creo que Juan metió el gol
(creer). En este texto hago un
esfuerzo por decir las menos
creencias posibles. Los “saberes” los
hago presente como referencias.
Intento transmitir un conocimiento
interior que ha llegado a mí por medio
de la experimentación mental.
En cuanto al conocimiento hay tres
FUENTES desde donde obtenerlos: el
conocimiento que obtengo del mundo
exterior (el mundo); el conocimiento
que tengo del mundo intermedio (el
cuerpo); y el conocimiento que tengo
del mundo interior (el intelecto). Esto
lleva a las experiencias externas,
intermedias e internas.
Cuando doy la mano (saludo) tengo
una experiencia externa. Cuando me
como las uñas tengo una experiencia
intermedia. Cuando tengo un
pensamiento tengo una experiencia
interna. Unas son las experiencias que
tengo con el mundo; otras las que
tengo con mi cuerpo y otras las que
tengo con mi mente. Y hay también
una combinación de todas estas, como
veremos luego (entre las que están las
emociones y sentimientos).
¿Tengo un cuerpo o soy un cuerpo?
¿Por qué digo “mi mano” como si esta
fuera una posesión? Como dije, intento
escribir sobre algo muy complejo con
las menos palabras posibles.
Agradezco ser pacientes y continuar
con la lectura. Si todo sale bien, este
libro podría ser la base para una nueva
comprensión sobre las mismas cosas
de siempre.
Termino este capítulo diciendo que
bastantes personas
(mayoritariamente mujeres) han
mejorado mucho su calidad de vida
solo recitando mantras. Los mantras
se recitan en cualquier momento del
día, de modo que no se requiere de
un tiempo ni lugar especial. Se
recitan, por ejemplo, mientras se
camina.
CAPITULO I
CIENCIA Y CONOCIMIENTO.
AUTOCIENCIA.
Tengo a dos pensadores por mis
maestros iniciadores. En mi orden
temporal estos son, el Dr. Wayne Dyer
(1940-2015), psicólogo y escritor
estadounidense, autor de “Tus Zonas
Erróneas”; y al místico hindú (de la
India) Jiddu Krihsnamurti (1895-
1986), autor de “La Libertad primera y
última”.
El pensamiento de estos dos
personajes ha influido
considerablemente sobre miles y hasta
sobre millones de personas, de las
cuales yo soy una de ellas. Sospecho
que me di cuenta de la mente como
nunca se ha dado cuenta nadie, y
estos pensadores me pusieron en el
camino.
Mis “alocadas” conclusiones son
plenamente coherentes, y no entran en
contradicción (según yo veo) ni con la
filosofía, ni con la psicología, ni con la
física. Por el contrario, intento
respaldarme en ellas.
Esto es muy importante, y lo repito:
Este NO es un libro de metafísica. Es
un libro sobre la MENTE vista desde el
interior de la propia mente, siguiendo a
mis maestros iniciadores, entre otros.
Intento, como he dicho, dar inicio a
una NUEVA CIENCIA, a la que he
llamado “AUTOCIENCIA”. Creo estar
entre los mayores conocedor de su
propia mente. En general, conocemos
mucho más del universo físico que del
universo mental. La Autociencia es
sobre todo una ciencia empírica
(práctica), porque su conocimiento le
viene de su propia experiencia mental,
no de las ideas, sino que del ver los
propios procesos mentales. LA MENTE
ES UN PROCESO. De este “ver” se
sacan conclusiones, que son
conclusiones sobre un hecho, y no
conclusiones sobre una idea. Lo digo
por cuanto hay muchas ideas que no
tienen ningún sustento sólido. Buena
parte de lo que tenemos por cierto no
es más que un cuento que nos hemos
venido contando nosotros mismos por
cientos o miles de años.
Conozco más o menos bien los
hallazgos y aportaciones que han
hecho al pensamiento universal los
grandes filósofos, desde Tales de
Mileto a Noam Chomsky (por nombrar
algunos). Creo haber construido
(descubierto, en realidad) una
coherencia entre casi todos ellos.
Conozco, en lo esencial, la Teoría del
Big Bang, la Teoría de la Relatividad
(general y especial), la Teoría
Unificada de Cuerdas, y también la
Mecánica Cuántica.
He leído dos veces la historia
universal, aunque en ediciones
resumidas; éstas me han permitido
orientarme en el tiempo histórico y
conocer los grandes hombres y
acontecimientos que cambiaron el
curso de la historia, o que dejaron
grandes huellas en ella.
Leo ciencia. Hace unos meses leí el
libro titulado “Termodinámica y
Entropía”, que contenía, además, la
biografía del precursor del atomismo,
el físico experimental y creador de la
física estadística, el austriaco Ludwig
Boltzmann (1844-1906). Luego leí
“Max Planck y la teoría cuántica”.
Max Planck, considerado el padre de
la mecánica cuántica y premio Novel
de física de 1919. Planck fue un
peldaño de Einstein, tal cual Boltzmann
fue un peldaño de Planck.
Especialmente interesante me resultó
leer al físico cuántico (uno de los
fundadores de la mecánica cuántica) y
filósofo Erwin Schrödinger (1887-
1961), austriaco, quien en su libro
científico-filosófico “MENTE y
MATERIA”, hace una descripción
genial de cada una de ellas.
Mis estudios de electrónica (soy
técnico electrónico) me han permitido
comprender, entre otras cosas, como
es que pasamos de los procesos
mentales analógicos a los procesos
mentales digitales, tal como parece ir
comprobándolo la ciencia. Mi condición
de abogado, por otra parte, me ha
permitido comprender como es que las
leyes del universo físico tienen su símil
en el universo mental (social).
***
En el desarrollo de la ciencia hay un
hilo conductor. Lo digo luego de
haber leído a tres importantes filósofos
de las ciencias: A Karl Popper (1902-
1994), físico y filósofo austriaco-inglés,
que abordó el problema de los límites
entre la ciencia y la metafísica,
intentando establecer un claro límite
entre ellas (separar la ciencia de la
pseudociencia). Señala que solo es
ciencia lo que puede ser corroborado
por la experiencia, con lo cual
desarrolla su idea de “falsacionismo”.
Una teoría es científica (válida) solo si
puede ser falseada (falsable, le llama).
Sostiene que no se puede probar que
una teoría es verdadera, porque un
descubrimiento futuro podría demostrar
que no lo era. Entonces no utiliza la
expresión “verdadera” sino que la
expresión “válida”. Dice que una teoría
es válida hasta que deja de ser válida.
Señala que algo es válido solo si
puede refutarse. Pensemos en la
(teoría de la) gravedad, por ejemplo.
¿Por qué? Porque cada vez que dejo
caer algo al piso la estoy
comprobando; el día que algo flote en
vez de caer (si es que eso ocurriera)
estaría demostrando que la teoría de la
gravedad está equivocada y por lo
tanto es falsa (deja de ser válida). Es
decir que una teoría es falsa cuando se
puede hacer un experimento que la
contradice. Si el experimento la
confirma es válida; si la contradice es
falsa. Pensemos ahora en una teoría
que dice que “existen los ángeles”: No
hay una manera de hacer un
experimento que demuestre “que no
existen los ángeles”; es una teoría que
no permite ser contradicha.
Entonces, para Popper solo es válida
una teoría que puede ser puesta en
duda usando el mismo método que la
tuvo por válida. Pensemos por ejemplo
en la Teoría Calórica que fue un
modelo con el cual se explicó, durante
un tiempo bastante prolongado, las
características y comportamientos
físicos del calor. La teoría explica el
calor a partir de un fluido hipotético,
“el calórico”, que impregnaría la
materia y sería responsable de su
calor. Esta teoría fue ampliamente
aceptada, ya que incluso explicaba los
experimentos de James Joule sobre la
equivalencia entre calor y trabajo,
interpretando que al frotar un cuerpo
se romperían las vesículas
microscópicas que contienen el
calórico, liberando calor. Sin embargo
la teoría fue perdiendo adeptos al no
poder explicar diversos problemas,
como la masa nula del calórico, por lo
que fue abandonada a mediados del
siglo XIX. En la actualidad el calor es
considerado como energía en tránsito,
que cumple las leyes de la
termodinámica.
Popper señala que el científico debe
ser ante todo un crítico de sus propios
métodos, y que debe poner a prueba
sus resultados, para evitar que se
engañe a sí mismo. Decía esto por
cuanto muchos científicos no se
esforzaban en poner a prueba sus
propios descubrimientos, sino que solo
querían alcanzar reconocimiento
‘rapidito’, causando con ello un grave
perjuicio a la ciencia.
Leí también a Thomas Kuhn (1922-
1996), físico, historiador y filósofo
estadounidense, quien señaló que las
ciencias no progresan de forma aislada
ni de un modo continuo y uniforme,
sino que toda ciencia está inserta en
un modo de hacer ciencia (conjunto de
procesos, de normas, etc.), que
comparten un cierto número de
investigadores, y que este conjunto
(ese modo en particular de hacer
ciencia) viene a ser el “paradigma” de
una ciencia determinada, y que
necesariamente estos paradigmas en
algún momento entran en crisis, dando
lugar a nuevos paradigmas. Es decir
que “no se hace ciencia si no se hace
dentro de un paradigma
determinado”. Es decir que hay una
forma de hacer ciencia, y que hay que
hacerla bajo ese paradigma, que es
compartido por todos quienes hacen el
mismo tipo de investigación. Algo así
como que no se puede hacer ciencia al
margen de la ciencia.
Consideremos lo siguiente: Desde los
primeros tiempos los seres humanos
hemos sentido gran curiosidad por el
cielo, sus astros y sus movimientos; en
muchas culturas antiguas se tuvieron a
los astros por dioses, especialmente al
Sol, otorgándoles incluso una
personalidad bastante humana. El
darles una connotación religiosa llevó
a que fueran muy estudiados,
reuniéndose una enorme información
en torno a ellos, especialmente de su
“comportamiento”, que son sus
movimientos.
Hasta el siglo XVI se consideraba que
la Tierra permanecía fija en el centro
del universo y que todos los astros
(incluido el Sol) giraban en círculo en
torno a ella. Esta era una creencia
generalizada y nadie se imaginaba que
no pudiera ser así. A dicho sistema se
le llamó sistema geocéntrico, que
quiere decir que la Tierra es el centro
del universo.
Los babilonios ya en el siglo VII a. C.
fueron los primeros en elaborar un
sistema preciso para predecir los
eclipses y la posición de los planetas.
Los datos, que fueron muy precisos,
con el tiempo llegaron a manos de los
antiguos griegos, quienes, gracias a
las enseñanzas de los pitagóricos,
desarrollaron un sistema matemático
bastante coherente y exacto del
universo hasta entonces conocido, que
se componía de Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter y Saturno. Interesante
es hacer presente que en griego la
palabra planeta significa vagabundo,
que viene a ser alguien que se mueve
sin rumbo fijo ni adivinable, tal como
en apariencia se desplazaban los
planetas.
Si bien al principio el movimiento
de los astros parecía bastante caótico,
a Eudoxo (390-337 a. C.), filósofo,
médico, astrónomo y matemático
griego, se le ocurrió la siguiente idea:
que los planetas no giran directamente
en círculo alrededor de la Tierra, sino
en círculos alrededor de un punto
inmaterial, y que este punto inmaterial
gira en torno a la Tierra. A estos
círculos les llamó epiciclos. Unos cien
años más tarde, otro griego, Aristarco
(310-230 a. C.), astrónomo y
matemático, se le ocurrió otra idea,
totalmente distinta, la cual fue suponer
que la Tierra también es un planeta,
y que junto con los otros planetas gira
sobre sí misma y a la vez en torno al
Sol. Sin embargo a sus
contemporáneos esta idea les pareció
tan loca que la desecharon por
completo. Este astrónomo estaba en
la verdad (nuestra verdad) y su teoría
fue desechada simplemente porque no
tenía modo de probarlo, como luego si
logró probarlo Galileo unos 1.800 años
después.
Fue necesario esperar hasta el siglo II
d. C., en que Ptolomeo (100-177 d.
C.), astrónomo, astrólogo, geógrafo y
matemático griego, en su tratado de
astronomía titulado Almagesto
(composición matemática) estableció
su teoría Geocéntrica, que señala que
la Tierra se encuentra situada en el
centro del Universo, y que el Sol, la
Luna y los planetas giran en torno a
ella, arrastrados por una gran esfera
llamada primum movile (la primera
esfera), sobre la que giran todos los
astros del universo), mientras que la
Tierra es esférica y estacionaria (sin
movimiento). Las estrellas están
situadas en posiciones fijas sobre la
superficie de dicha primera gran
esfera. También señala que el Sol, la
Luna y los planetas están dotados de
movimientos propios. Este sistema
también es conocido como Sistema
Ptolemaico. Esta teoría estuvo vigente
durante 1.400 años, hasta que fue
derribada (falsada) por Nicolás
Copérnico (1473-1543), monje y
astrónomo polaco, quien estableció el
Sistema Heliocéntrico, que establece
que la Tierra y los planetas giran en
torno al Sol.
No está demás decir que se considera
que Copérnico en la ciencia
astronómica es considerado de la talla
de Aristóteles en filosofía. Aristóteles
(348-322 a. C.), filósofo y científico (de
los primeros científicos) estableció que
el universo se dividía en dos regiones:
en el Universo Sublunar y en el
Universo Supralunar. El primero
comprendía el espacio entre la Tierra y
la Luna, y el segundo el espacio entre
la luna y los límites del universo.
En cuanto a la razón por la cual existía
el movimiento en el universo,
Aristóteles estableció la existencia de
un motor, al que llamó el motor
inmóvil, que es el que ha movido al
universo desde el inicio de los tiempos.
Este motor gobierna al Universo desde
fuera de él, impulsando la esfera
exterior de las estrellas fijas; pero
como las estrellas no solamente se
mueven, sino que transmiten el
movimiento, éstas impulsan
sucesivamente el movimiento de los
planetas.
Copérnico con su nuevo Sistema
Heliocéntrico también puso fin a la
idea del universo sublunar y
Supralunar de Aristóteles. Como
podemos ver Copérnico puso fin a una
idea del universo que había durado
mucho más de mil años. Cuando en
ciencias hay un descubrimiento (o una
nueva comprensión) que produce un
quiebre radical con la idea anterior se
le suele llamar revolución
copernicana. El quiebre es tan grande
que el modo (la forma, los
procedimientos) de hacer la ciencia
anterior (que fue superada) queda total
y completamente superado, al punto
que llega a desaparecer. Es decir que
se trata de un paradigma que termina,
dando lugar a un nuevo paradigma, tal
como lo propuso (o se dio cuenta) el
filósofo de la ciencia Thomas Kuhn.
Leí también a Irme Lakatos (1922-
1974), matemático, economista y
filósofo húngaro, que, intentando hacer
una fusión entre Popper y Kuhn,
desarrolló lo que vino en llamarse
“Programas de investigaciones
científicas” (PIC), en que propone que
en toda ciencia hay un núcleo duro y
un cinturón protector. Indica que las
teorías científicas no entran en crisis
mientras no sea cuestionado su núcleo
duro, pues el cuestionamiento del
cinturón protector (cuestiones
menores) no afecta la validez de la
teoría. Entonces, en toda ciencia hay
que distinguir los aspectos de ella que
forman parte del núcleo y cuáles
forman parte del cinturón.
Estos tres grandes filósofos de las
ciencias (Popper, Kuhn y Lakatos)
están de acuerdo en que el
conocimiento no se obtiene en forma
lineal ni uniforme, y para que se
entienda mejor pongo el siguiente
ejemplo: Hasta antes de Einstein, el
físico, filósofo, teólogo, inventor,
matemático y alquimista inglés, Isaac
Newton (1642-1727) era tenido por
quien había descifrado (establecido)
las leyes que regían el cosmos.
Recordemos que este había
descubierto la Ley de Gravedad. Sin
embargo Einstein vino a echar por
tierra (a corregir) buena parte del
trabajo de Newton (física newtoniana),
al proponer cuestiones hasta entonces
total y completamente nuevas
(revolucionarias), como que la masa y
la energía son los mismo (E=mc2
); o
que la velocidad de la luz es una
constante universal. Einstein,
literalmente “falseó” la física
newtoniana, dando lugar a un nuevo
paradigma, por cuanto destruyó el
núcleo del paradigma con el que
hasta entonces los hombres de ciencia
hacían ciencia.
Las verdades de la ciencia, como
podemos ver, no son definitivas, pues
siempre está abierta la posibilidad de
adquirir nuevos conocimientos, que
entran en contradicción con los
conocimientos dominantes.
***
He realizado un descubrimiento (más
que un hallazgo) que si bien no entra
en plena contradicción con los
conocimientos dominantes, plantea una
visión total y radicalmente nueva. Me
sirve como ejemplo poner de
manifiesto la relación que se da entre
la física clásica y la física cuántica,
las que en sí mismas no se
contradicen, porque sus ámbitos de
aplicación se dan en “universos”
diferentes. Mientras la primera tiene
por objeto de estudio el universo
macroscópico, la segunda estudia el
universo microscópico. La ciencia de
la mente que yo intento desarrollar –la
autociencia- estudia los procesos
mentales en el nivel de la mente no-
consciente, y lo hace desde la misma
mente por medio de la auto-
observación, muy diferente de como lo
hacen la psicología y su rama del
psicoanálisis, y aun mucho más
diferente de como lo hace la
neurociencia, pues estás, como ya
señalé, lo hacen observando mentes
ajenas.- No está demás decir que en el
caso de la física, ambas ciencias tiene
como instrumento privilegiado las
matemáticas; en el caso de la
psicología y de la autociencia este
instrumento es el lenguaje.
***
(En relación con el objetivo y
propósito del presente libro, aprovecho
de señalar y de adelantar que para
Karl Popper la “sustancia” material y
la “sustancia” mental tienen
existencias por separado, aunque
siempre las percibamos juntas. Es
decir que la MATERIA y la MENTE no
provienen una de la otra, sino que
cada una tiene un origen propio).
***
Este libro tiene por objeto, entre
otros, sentar las bases de la
Autociencia. Autociencia en cuanto
que se trata de una ciencia que todos
la hacen respecto de sí mismos. Cada
cual tiene su propio cosmos. Si bien
es cierto todas las mentes tienen
contenidos, también poseen un
contenedor. La mente contiene
información en un contenedor. La
mente es “Contenedor” y
“Contenido”. Yo me extiendo en este
libro sobre el contenedor y no tanto
sobre los contenidos.
Si bien el contenido en todos es
diferente, el “contenedor” en todos es
igual. Iguales computadores tienen
diferente información. Algo así como
un camión que transporta diferentes
productos, pero en que el camión es
el mismo.
La Autociencia estudia (por la
observación) el “contenedor” de la
mente, no tanto el contenido. Las
grandes estructuras mentales y ciertos
principios son parte del contendor, que
estuvieron ahí desde siempre, o por lo
menos desde hace demasiado tiempo.
Es por esto que la autociencia (al igual
que la ciencia) no emite juicios de
valor (morales o éticos), porque el
“contenedor” no puede ser juzgado. Él
(Eso) ya es. Un ejemplo muy simple y
entendible: El “olvidar” y el “recordar”
son principios universales de la mente,
porque todos olvidamos y recordamos.
Algo importante es lo siguiente
¿Qué quiero decir con “Mente”?
Digamos (para efectos de este libro)
que siendo la mente una totalidad, la
podemos dividir en cuatro “regiones”
(o subestructuras): El inconsciente; el
subconsciente; el consciente y el
supraconsciente. (Expondré en algún
momento lo que denomino
“preconsciente”, que a diferencia de
los anteriores -que se dan en
diferentes “espacios mentales”- este
se da en otro “tiempo mental”.
(No es nada de fácil intentar
exponer algo tan completamente
nuevo con un lenguaje tan
completamente antiguo. Si el
lenguaje hubiera experimentado la
evolución que ha experimentado la
matemática sería muy diferente).
Para que se entienda mejor lo
que vengo diciendo, señalo el siguiente
ejemplo: Pongamos por caso el piloto
de un avión. Está en el modo
inconsciente cuando vuela su avión
de noche en plena oscuridad, en que ni
siquiera hay luna (modo oscuro). Está
en el modo subconsciente cuando
vuela su avión en una noche clara, en
que hay una luna llena (modo semi
oscuro). Está en el modo consciente
cuando vuela su avión durante un día
nublado (modo claro). Está en el modo
supraconsciente cuando vuela su
avión durante un día soleado (modo
muy claro).
Lo inconsciente es aquello que
está más abajo, como podría ser un
subterráneo. El subconsciente ya no
está tan abajo, porque es el primer
piso. La consciencia es el segundo
piso. La supraconsciencia está en el
tercer piso. La supraconsciencia es el
estado que se alcanza por medio de
algún tipo de meditación (en este caso
aumentado por el consumo de
marihuana). La Autociencia tiene su
propio modo de meditación, basado en
mantras (como he dicho).
Bueno, desarrollé (inventé) unos
ejercicios mentales que permiten
alcanzar una paz y un equilibrio
semejantes a los que se alcanza con la
práctica de la meditación
trascendental. Lo digo porqué la
practiqué. A este nuevo tipo de
meditación le llamo “Meditación
Occidental”, para diferenciarla de la
oriental. En ambos casos se alcanza
un gran equilibrio mental, pero en el
caso de la autociencia permite
alcanzar una mayor continuidad de la
consciencia (menos discreta). Les
recuerdo que la mitad de nuestro ser
es materia, tal como es materia
(energía) la electricidad, por ejemplo.
Así como la electricidad posee una
determinada continuidad, la
consciencia de uno mismo también.
(No encuentro palabras para decirlo
mejor, de modo que es solo una
aproximación a lo que quiero decir).
Pero no solo trae paz y equilibrio,
sino que puede, literalmente,
transformar la vida de una persona,
haciendo, por ejemplo (si es que
quiere) que cambié sus malos hábitos;
o que adquiera otros que le gustaría
tener. TODO ES MENTE (luego
explicaré su relación con las
emociones y sentimientos). Esto de
que todo es mente no entra en
contradicción con que todo sea
químico. La autociencia parte del
supuesto de que la vida y la existencia
no son lo mismo (como luego
expondré), lo que redunda en que el
mundo y todo lo que contiene dan lugar
a una paradoja. La paradoja es el gran
paradigma del que participamos todos.
La meditación occidental es una
técnica a base de MANTRAS, como en
la meditación oriental, pero en el que
las palabras juegan un rol muy
diferente y muy variado, como lo
mostraré en detalle en el próximo libro.
En este primer libro, como he dicho,
expongo la parte teórica de la
autociencia, de modo que la parte
empírica (el laboratorio y gimnasio
mental) la expongo en el segundo libro
(aún sin título), con una enorme
cantidad de experimentos y ejercicios.
No quiero pasar por alto algo respecto
de las subestructuras y principios
mentales ¿Terminó de evolucionar la
mente (no el cerebro)? Si tomamos
como referencia los últimos 3.000
años ¿Tenemos ahora subestructuras
mentales que no teníamos hace tres
mil años? ¿Se ha visto la mente-
profunda afectada de algún modo por
el advenimiento de la lógica, de las
ideologías, del razonamiento
moderno y las tecnologías, entre
otras? Es presumible que sí.
Pongamos por caso las religiones, o
creencias (ideas religiosas). Pensemos
en el periodo (hace más de 1.500 años
atrás en Occidente)) en que prevaleció
el politeísmo (la idea politeísta); es
decir la idea (creencia) de que había
varios dioses, en que las personas
creían en diferentes deidades sin
entrar en contradicciones. Así fue
durante la Edad Antigua, hasta que en
el año 380 d. C. se impuso el
cristianismo (el monoteísmo) de la
mano del Emperador Teodosio. Desde
entonces (pasando por la larga noche
oscura de la Edad Media) hasta el año
1900 (por decir una fecha arbitraria),
en que Nietzsche proclamó la muerte
de Dios, prevaleció el monoteísmo (la
idea de un solo Dios), al menos en
Europa (aunque hoy el monoteísmo
continúa con menor fuerza). Desde
entonces (año 1900) hasta hoy, las
ideas del ateísmo (no hay un Dios) y
del agnosticismo (no se sabe si hay
Dios, ni si es uno o si son varios) han
crecido mucho. En el mundo de hoy
(Occidente) hay millones de personas
ateas y agnósticas
¿Podría haber diferencias significativas
en las subestructuras mentales de
politeístas, monoteístas, ateos y
agnósticos? Es decir ¿Profundas
creencias (o descreencias) afectan
nuestra forma de percibir el mundo y a
nosotros mismos? ¿Las ideas se
arraigan en la mente o solo “flotan” en
ellas? ¿Por qué es tan difícil que
muchas personas cambien su forma de
pensar y de percibir el mundo?
Entonces ¿las enseñanzas que nos
entregó un maestro sobre la mente
hace 3 mil años continúan estando
plenamente vigentes? ¿Será posible
que no fuera así, al menos en algunos
casos?
Me quiero referir a Buda Gautama, o
simplemente Buda (563-483 a. C.), el
gran sabio que fundó el Budismo
¿Conoció Buda la profundidad y
misterio de la mente en su totalidad?
Es importante recordar que el mismo
budismo reconoce que Buda no fue un
dios, y que por lo mismo el budismo no
es una religión, sino que un Sistema
Filosófico que se caracteriza por tener
ciertas ideas, tales como creer en la
reencarnación y aspirar a alcanzar el
nirvana (un estado de liberación) por
medio de una determinada disciplina.
Buda, en consecuencia, fue un hombre
inmensamente sabio, pero un hombre
al fin y al cabo, y como tal con
limitaciones; como todo hombre. Las
enseñanzas de Buda se avienen bien
con la mentalidad de Oriente, y no
tanto con la de Occidente, en que
tenemos una cultura tan diferente a la
de ellos. Con todo esto quiero decir
que hay aspectos de la mente que
Buda no “vio”, que no percibió, que
no experimentó. Y no lo hizo por
cuanto desde entonces hasta hoy la
mente ha experimentado variaciones
en sus subestructuras, producto del
desarrollo propio de la mentalidad y de
la evolución de la sociedad. Es decir
que respecto de la mente el budismo
no lo sabe todo, ni mucho menos.
Tenemos que tener en cuenta, además,
que Buda tenía sus creencias, las que
sin duda afectaron su forma de percibir
la mente. No niego que Buda se dio
cuenta de la mente como nunca nadie
lo había hecho hasta entonces, pero
no de su totalidad. La mente no es
menor que el tamaño del universo. La
mente, al igual que el universo, es
incognoscible en su totalidad. Se le va
conociendo en el tiempo.
Me he encontrado con personas
budistas (o que practican la meditación
budista) que si bien no tienen a Buda
como a un Dios, toman sus
enseñanzas como si se las hubiera
dado un dios, lo que limita
enormemente tener con ellos una
conversación sobre la mente-profunda.
Resumen: desde mi punto de vista el
budismo impide acceder a una mayor
comprensión de la mente-profunda
porque está limitado por la idea (la
creencia) filosófica que tiene de la
existencia.
Si bien el budismo es un “camino” que
puede llevar a la liberación del
individuo de sus peores opresores,
como son el odio, la codicia y la
ignorancia, ayudándolo a aprovechar
su vida al máximo, se arraiga en una
creencia específica y determinada: en
la idea de que LA EXISTENCIA ES
SUFRIMIENTO. Este sufrimiento,
señala, se manifiesta principalmente
en cuatro grandes sufrimientos: El
sufrimiento de nacer (que implica el
dolor de la existencia cotidiana), El
sufrimiento de la enfermedad, El
sufrimiento de la vejez y, por último,
El sufrimiento de la muerte. Se puede
decir, en consecuencia, que la
angustia y, en especial, el problema de
la muerte, fueron lo que condujo a la
formación de este sistema filosófico y
religiosos (religioso en cuanto a sus
prácticas).
También en necesario decir que el
budismo (al igual que el cristianismo)
está sujeto a las naturales
interpretaciones humanas, de modo
que existen diferentes ramas del
budismo, que difieren, entre otros
aspectos, acerca de la exacta
naturaleza del camino a la liberación;
de la importancia y el valor canónico
de sus escrituras y enseñanzas; y,
especialmente, respecto de las
respectivas prácticas del budismo.
El budismo, en consecuencia, no se
abre a la posibilidad de que la vida y la
existencia sean un misterio insondable,
sino que simplemente se trataría de un
eterno retorno (parafraseando a
Nietzsche) solo de sufrimiento.
La autociencia, por el contrario, parte
del supuesto de que de la vida y de la
existencia NO SABEMOS
ABSOLUTAMENTE NADA, y que sus
prácticas solo tienen por objeto
acceder a los niveles profundos de la
mente no-consciente. No es una
ciencia ni optimista ni fatalista.
Concibe la vida (y existencia) como
un misterio insondable.
***
Cuesta entender esto de “acceder a la
mente no-consciente” ¿Quiero decir
entonces que puedo ser consciente
en medio (introducido) de la
inconsciencia? Sí. Es que tenemos
una idea inadecuada de lo que
entendemos por consciencia, y que
lo expongo más adelante.
Muchas veces los ejemplos dicen más
que mil palabras. Hace unos miles de
años atrás (por decir una cantidad) los
hombres no tenían acceso a las
profundidades del océano, sino que
solo se lo imaginaban. A medida que
ha pasado el tiempo y gracias al
desarrollo de las tecnologías nos
hemos ido sumergiendo cada vez más
profundo en las aguas.
Pensemos en la historia del buceo (del
sumergirse), en que los primeros
hombres lograban sumergirse en el
mar solo unos cuantos metros,
dependiendo únicamente de su valor y
de cuanto aguantaran sin respirar.
Desde el inicio de los tiempo el hombre
se sumergió en los mares (y lagos) con
el objeto de obtener comida, elementos
suntuarios (perlas, coral, conchas,
etc.) o por simple curiosidad.
Los primeros en utilizar un instrumento
para el buceo fueron los polinesios,
que usaron unos prácticos lentes
hechos de madera con láminas
transparentes de carey (conchas de
tortugas transparentes). Si bien
hubieron intentos en la antigüedad por
construir un traje para sumergirse por
más tiempo y alcanzar mayores
profundidades, fue el gran inventor
florentino Leonardo da Vinci (1452-
1519) el primero en crear una
escafandra en el año 1500, lo que
permitió a los hombres de entonces
alcanzar mayores profundidades y más
tiempo de sumersión. Desde entonces
hasta hoy ha habido un enorme
desarrollo en los trajes de buceo,
donde a los primeros se les
proporcionaba aire desde arriba por
medio de mangueras, hasta hoy, en
que portan sus propios tanques de
oxígeno. Mientras que en un principio
la sumersión no era más que de unos
pocos metros, hoy el record de
sumersión personal está en 325
metros.
No voy a entrar en detalles, pero
muchos saben que uno de los graves
inconvenientes de sumergirse
demasiado es la posibilidad de sufrir la
muerte o graves lesiones por la
presión que soporta el cuerpo humano
debido al peso del agua. Como un litro
de agua de mar pesa 800 veces más
que uno de aire se recomienda, a las
personas sin preparación sumergirse
no más allá de 10 o 12 metros.
Así cómo sumergirse en las
profundidades del océano conlleva una
preparación, de instrumentos y de
medir los riesgos, introducirse en las
profundidades de la mente también. Y
así como hace miles de años no era
imaginable el fondo del océano,
tampoco es imaginable la profundidad
de la mente. De hecho las personas
que nunca se han introducido en el
fondo del mar no podrían imaginarlo si
no fuera por las fotografías y las
películas. Y como el fondo de la mente
no puede ser fotografiado y ni filmado,
sigue siendo inimaginable.
En consecuencia, y retomando la idea,
estar sumergido y vivo en el fondo del
océano es como estar sumergido y
consciente en el fondo de la mente.
Pero solo se podrá ‘emerger’
conscientemente en la medida en que
la ‘presión’ sobre la mente no-
consciencia no haga colapsar al ‘yo’
durante su ascenso. El colapso
significa salir sin poder luego recordar
la experiencia vivida.
***
Hasta antes del año 1900 no existía la
mecánica cuántica, y por lo tanto,
lógicamente, tampoco un lenguaje
para hablar de ella. Fueron sus
fundadores quienes comenzaron a
desarrollar un lenguaje total y
completamente nuevo.
Sus fundadores y sus aportes
fueron: Max Planck (ya citado)
establece la constante de Planck;
Werner Heisenberg (1901-1976),
físico teórico alemán, formula el
principio de incertidumbre; Richard
Feynman (ya citado) desarrolla un
método para estudiar las interacciones
y propiedades de las partículas
subatómicas; Niels Bohr (1865-1962),
físico danés, propone un nuevo modelo
atómico (el Modelo de Bohr); Erwin
Schrödinger (ya citado) formula la
ecuación de onda, conocida como
ecuación de Schrödinger, y formula el
experimento conocido como “el gato
de Schrödinger; Max Born (1882-
1970) físico y matemático alemán,
formula su interpretación probabilística
de la función de onda de Schrödinger;
Louis de Broglie (1892-1987) físico
francés, descubre la naturaleza
ondulatoria del electrón; Wolfgang
Pauli (1900-1958), físico teórico
austriaco, formula el principio de
exclusión (según el cual es imposible
que dos electrones en un mismo átomo
puedan tener la misma energía, el
mismo lugar, e idénticos números
cuánticos). Paul Dirac (1902-1984),
ingeniero, matemático y físico teórico
británico, introduce la relatividad en la
formulación de la mecánica cuántica
para describir el comportamiento del
átomo de hidrógeno, dando lugar a la
llamada ecuación de Dirac del electrón;
y Albert Einstein (ya citado).
Palabras como espín, fermión,
colapso de la función de onda,
mecánica cuántica, neutrón, protón,
quarks, neutrino, leptón, bosón,
gravitón, muon, tau, cuantificación
de los vectores propios, carga
eléctrica, bosón de Higgs, orbital,
operador Hamiltoniano, número
másico, son solo una pequeña parte
de todo un lenguaje nuevo que hubo
que desarrollar. Un NUEVO
LENGUAJE que finalmente dio lugar a
una NUEVA CIENCIA, que ha
transformado el mundo como nunca
antes, a tal punto que ni siquiera fue
posible imaginarlo.
La AUTOCIENCIA tiene mucha
semejanza con la mecánica cuántica
en cuanto que la dimensión no-
consciente de la mente tiene un
comportamiento que respecto de la
consciencia es total y completamente
contraintuitivo. La mente no-
consciente se comporta de un modo
muy diferente al de la mente
consciente.
Por otro lado, al igual que en la
mecánica cuántica, el proceso de la
auto-observación que se da en la
meditación conlleva que el observador
influye en el observado. No es lo
mismo “que yo me dé cuenta de mí”, a
que “mí me dé cuenta de yo”. El que
mí (no yo) me dé cuanta de yo (no de
mí) solo es posible en las
profundidades de la mente. A veces
hay que alejarse para poder observar
mejor.
Lo que digo (que es muy loco) resulta
medianamente entendible gracias a las
referencias que nos dan los grandes
místicos que escriben sobre la mente-
profunda, y que hablan sobre el
observador y el observado, y gracias a
los conocimientos básicos de la física
(o mecánica) cuántica, que ha
popularizado la idea de que el
observador influye sobre lo observado.
Somos dos; cada uno somos dos.
Pero entenderlo no es más que creer
entenderlo. Solo la vivencia produce
una verdadera comprensión y
transformación. A esto invito.
Por decirlo de un modo peculiar, uno
es el hombre (o la mujer) y otro es la
persona. El concepto de persona
proviene del latín máscara (que a su
vez viene del griego, a propósito de la
actuación teatral). La máscara cubre
el rostro. La personalidad está sobre
el hombre (y la mujer). La máscara nos
provee la diversidad, en que cada cual
es un personaje singular en el teatro
de la existencia. Persona, de acuerdo
con Wikipedia “es un concepto
principalmente filosófico, que expresa
la singularidad de cada individuo de la
especie humana en contraposición al
concepto filosófico de «naturaleza
humana» que expresa lo
supuestamente común que hay en
ellos”. Mientras el hombre es la
manifestación del Ser la personalidad
es la manifestación del Ente. El Ente,
como pretendo exponerlo en un tercer
libro, alcanza (alcanzará) su plena
realización en la persona jurídica. En
el mundo solo hay dos tipos de
personas, las naturales y las jurídicas.
Si bien los entes jurídicos (sujetos a
leyes) han alcanzado un gran
desarrollo (gran presencia) a través de
las grandes corporaciones, como son
las sociedades anónimas y los
estados, aún tienen mucho camino por
recorrer.
Si bien las personas jurídicas actúan a
través de las personas naturales, me
inclino por creer que en algún
momento el ente se va a personificar
jurídicamente (y esto parece
demencial) en la forma de una
consciencia artificial, ya sea como un
edificio inteligente (como la Torre
Stark, de Ironman) o como un Cyborg.
Parece ser el camino invariable que
lleva la humanidad. Podría parecernos
que la inteligencia artificial nunca
podrá darse cuenta de sí misma, pero
¿Y en 200 o en 1.000 años más? Es
posible que el Transhumanismo
(humanos modificados –mejorados-)
nos lleve hasta allá. El sueño por
alcanzar la vida eterna sin antes haber
muerto parece ser el verdadero motor
de la historia. Así lo ha expresado Ray
Kurzweil (1948-vivo), inventor
estadounidense (considerado el
sucesor de Tomás Alba Edison),
empresario, escritor, músico,
futurólogo, cofundador de la
Universidad de la Singularidad (Silicon
Valley, EE.UU), Director de Proyector
de Google y padre del
Transhumanismo: “La muerte es una
enfermedad que estamos próximos a
curar”.
Dejar atrás el cuerpo biológico (al ser),
independizarse de él, es la gran meta
del ente ¿A cuántos no les gustaría
tener un cuerpo que no se enferme
ni envejezca? ¿Seguiremos siendo
humanos cuando solo nuestro cerebro
sea biológico?
Esta segunda fase está recién
comenzando. Si uno introduce en
google la frase real cyborgs (cyborgs
reales) probablemente se encontrará
con una lista encabezada por Neil
Harbisson, al que algunos consideran
el primer cyborg reconocido del
mundo, respecto de quien en el año
2004 las autoridades británicas
aceptaron que figurare en la foto de su
pasaporte portando su ojo
electrónico (que él dice considera
parte de su cuerpo), que se manifiesta
por una antena en la cabeza (que le
permite oír los colores, pues solo
puede ver en blanco y negro –
cromatismo-).
Mi propósito es hacer presente que tal
vez no somos más que orugas dentro
de las cuales viene asomando una
mariposa (queriendo poner un ejemplo
bonito y optimista). No somos
conscientes de esta circunstancia (o
propósito oculto) porque algo (o tal vez
alguien) impide que nos demos
cuenta. Aunque hablamos desde el
“yo” no somos consciente del “yo”, y en
parte es así por cuanto nos esforzamos
en negar al “yo”, y a ello contribuyen
las religiones, el budismo, alguna
corriente de la psicología y la filosofía,
y la moral general. Algo así como que
la mente (m-ENTE) tiende a
invisibilizarse.
El Transhumanismo postula que en
algún momento se va a producir una
singularidad, a la que ha llamado
Singularidad Tecnológica, momento
en el cual la inteligencia artificial
general (IA Fuerte) superará a la
mente humana. Calculan que dicho
evento será en torno al años 2030-
2040.
Es interesante citar al matemático y
físico húngaro-estadounidense John
Von Neumann (1903-1957),
considerado uno de los matemáticos
más importantes de la historia
moderna, que hizo aportes
fundamentales a la mecánica cuántica,
a la teoría de juegos y considerado el
padre de la computación, quien hace
60 años hizo la siguiente reflexión: “El
progreso tecnológico cada vez más
rápido y los acelerados cambios en
el modo de la vida humana, da la
apariencia de que se acerca alguna
singularidad esencial en la historia
de la raza humana, más allá de sus
propios asuntos tales como los
conocemos, que hará que la
humanidad no pueda continuar
adelante” (El subrayado es mío).
***
La pregunta es ¿Tiene que ser así?
¿Tenía necesariamente que ser así?
¿Convendrá que sea así? ¿Se podría
evitar?
¿Podría ser mí (no yo) el primer Ser
que se dio cuenta de su Ente (de su
“yo”), y que tomó el control de él?
¿Podrían llegar a hacerlo los demás
seres?
¿Podría ser el “yo” una especie de
virus que tomó el control de un ser
vivo (de nosotros en cuanto seres) y
que cumple su propósito a través de
él? ¿Acaso no hay ejemplos en la
naturaleza en que un bicho se
introduce en otro y toma su total y
completo control?
¿Podríamos estar siendo una
herramienta de otros seres sin que
nos demos cuenta? ¿Podríamos ser
como salmones en una piscina artificial
creyéndonos que estamos en el mar?
¿Podríamos estar en una Mátrix?
¿Y si estamos produciendo algo para
otros seres (entes exteriores) sin
darnos cuenta, tal como la oruga sin
saberlo produce para nosotros la
seda? ¿Y si producimos, música, por
ejemplo, que otros seres no saben
producir?
¿Acaso no sería necesario que tan
solo uno de los millones de
avistamientos de ovnis fuera verdadero
para tener por cierto que no estamos
solos? ¿Y si no estamos solos? ¿Y si
en las historias de los anunnakis hay
algo de verdad? ¿Cómo explicar que
siendo seres inteligentes estemos
destruyendo un planeta que acarrea
nuestra propia destrucción?
¿Bastará dar una explicación de
nuestra particular naturaleza (cultura)
solo recurriendo a que somos seres
egoístas y malvados?
CAPITULO II
ENERGÍA Y ESPÍRITU
Hay casi unanimidad en cuanto a
considerar que todo lo conocido se
nos presenta solo como dos
‘sustancias’; como MATERIA y como
MENTE. Nada sobrepasa los límites de
la materia-mente, las dos únicas
sustancias que existen (para los
humanos al menos), ni nadie, tampoco,
sale de la dimensión espacio-tiempo.
Poseemos un cuerpo físico, una
sustancia material accesible a
nuestros sentidos, de modo que
podemos verla, tocarla, olerla, gustara
y hasta oírla. Poseemos, por otro lado,
una mente no física; una sustancia
inmaterial que no es accesible a
nuestros sentidos directamente, de
modo que no podemos ni verla, ni
tocarla, ni olerla, ni gustarla ni oírla.
Somos, por ejemplo, como el capitán
de un submarino, que solo reconoce a
otro submarino por medio de un radar
(una especie de oído mecánico), pero
que no le sirve para ver al capitán
del otro submarino. Dentro de cada
uno de nosotros hay una dimensión
que los otros no pueden percibir solo
por sus sentidos, ni nosotros podemos
conocer la interioridad de los otros
solo por medio de nuestros sentidos.
Cuando me refiero al aspecto no-
material, me refiero, por ejemplo, a la
dimensión moral de las personas. Ha
sucedido muchas veces que de una
persona teníamos cierta idea, a pesar
de conocerla por mucho tiempo, y de
pronto nos dimos cuenta que esa
persona no era como creíamos. Tal vez
esa persona nos estaba engañando o
simplemente nosotros nos hicimos una
idea equivocada de ella. Es decir que
mientras podemos poner la dimensión
material de una persona bajo un
microscopio para conocer su
interioridad material (sus células por
ejemplo), no podemos poner bajo un
microscopio su dimensión inmaterial
para conocer sus intenciones (sus
pensamientos, por ejemplo).
Se han desarrollado instrumentos para
intentar conocer la interioridad mental
de las personas, como test de
personalidad o el detector de
mentiras, pero no hay como probar
objetivamente su eficacia. A la mente
se le intuye (adivina) un poco, pero
nada más, pues es completamente
imposible objetivarla (adivinarla
siempre).
Entonces, una cosa es el cuerpo
físico y otra cosa distinta es la mente
no-física. Uno es el CEREBRO y otra
muy diferente es la MENTE.
Tomemos por ejemplo el caso de un
computador, en que podemos distinguir
el hardware (armazón, placa base,
monitor, teclado, mouse.) del software
(programas de Word y de Excel, por
ejemplo). No es el mejor ejemplo, pero
creo da una idea de lo que quiero
decir.
El cuerpo (físico) y la mente (no-
física) se entrelazan (acoplan) pero no
se funden. Cuando un ser vivo fallece
la mente se apaga, desaparece (tal vez
se va), pero no el cuerpo, que continúa
estando allí (aunque frío y sin
respirar). Semejante también a una
ampolleta que se quema, que luego de
quemada deja de encender, pero que
como materia no desaparece. Como
que “se le va la energía”.
El cuerpo pertenece al mundo que
percibimos por los sentidos, y la
mente al mundo que no percibimos
por los sentidos. Semejante, también,
a lo dicho por Platón en su Teoría de
las Formas, en que el mundo se
divide en dos: por una parte está “la
cosa material” y por otra parte “la
idea” que tenemos de esa cosa
material.
Entonces, el mundo es el entorno de
mi cuerpo mundano (exterior), y las
ideas y pensamientos es el entorno
de mi cuerpo mental (interior). Mi
cuerpo se relaciona con el mundo y mi
mente con las ideas y pensamientos.
Mis pies se mueven en el mundo y mis
pensamientos se mueven en la mente.
ESTO ES MUY IMPORTANTE: Cuando
digo “MENTE” digo también
“ESPÍRITU” (al menos por ahora).
Hago presente que para los antiguos
griegos LA MENTE Y EL ESPÍRITU
ERAN LO MISMO. Ellos fueron los
primeros que, rudimentariamente,
concibieron la idea de un mundo
dividido en dos: lo que ‘vemos’
(vemos, oímos, gustamos, olemos y
palpamos) del mundo (el mundo físico-
material); y lo que pensamos del
mundo (el mundo mento-espiritual).
Cuando digo ‘espíritu’ no estoy
diciendo un alma que sobrevive luego
de la muerte, porque esto no lo sabe
nadie. En este sentido lo único que
tenemos son creencias, por más
firmes que sean. No hay pruebas de
la trascendencia.
A estos dos “mundos” los antiguos
griegos les llamaron la “Naturaleza” y
el “Espíritu humano”. El ‘espíritu
humano’ se compone de la mente y del
espíritu. Es decir que cuando
hablamos de mente hablamos
también de espíritu. Y cuando
hablamos de materia hablamos
también de energía. (Para los
científicos la MATERIA se presenta
como ENERGÍA y como MASA.
La Teoría del Big Bang sostiene que
primero surgió la Energía y que solo
unos 500 mil años después una parte
de ella se materializó (solidificó,
masificó), dando lugar a la Materia, o
mejor dicho dando lugar a la Masa
(energía solidificada). La MATERIA,
entonces, es energía y es masa.
Digamos (para efectos de este libro)
que una parte del Espíritu también se
“solidificó” dando lugar al
Pensamiento. La MENTE, entonces,
es espíritu y pensamiento.
Esta división entre lo material y lo
inmaterial ha recibido distintos
nombres a lo largo de la historia, tales
como “Naturaleza y Espíritu humano”;
“Materia y Mente”; “Naturaleza y
Cultura”; Cuerpo y Alma”; “Cosas y
Palabras”; “Mundo y Lenguaje”, etc.
Creo que los antiguos griegos en
algunas cuestiones fueron más lúcidos
que nosotros. Creo que tanta
tecnología y actividad nos ha hecho
menos conscientes en algunos
aspectos, y en especial nos han hecho
menos autoconscientes. Vivimos más
vueltos hacía “afuera” que hacía
“adentro”.
Podríamos tratar a los antiguos griegos
de ignorantes en lo científico
(conocimiento de la organización de
materia), pero no en cuanto al
conocimiento del espíritu humano
(conocimiento de la mente y el
“corazón”). En ese tiempo había
muchas más guerras que ahora, y
algunos filósofos en su juventud fueron
soldados. En ese entonces las
pasiones humanas seguramente
estaban mucho más a flor de piel que
hoy, que son tan reprimidas (tan
culturizadas).
Recordemos que Homero (que vivió
aproximadamente por entre los años
800 y 700 antes de Cristo) ya había
escrito (unos 300 años antes de
Platón) La Ilíada y La Odisea, textos
de muchísimas palabras y páginas
(casi 16.000 versos en 24 cánticos),
que relataban los horrores de la guerra
de Troya con explicaciones mitología
(sin la razón), pero también con
extraordinaria frialdad. Entonces,
reitero, cuando digo “MENTE” digo
mente y espíritu.
Hago presente, nuevamente, que la
Teoría del Big Bang sostiene que la
Materia (como masa) surgió recién
unos 500.000 años después de la gran
explosión, pues antes de ella solo
existía la Energía (la energía no se
había solidificado, no se había
convertido en masa). Según la Teoría
del Big Bang primero surgieron las
partículas elementales, las más
simples de todas, que no se componen
de nada más que de sí mismas, y que
por lo mismo carecen de toda
estructura, tales como son los
leptones, quarks, bosones y
electrones, por ejemplo, que pasado
un tiempo (unos 200.000 años) se
unieron y dieron lugar a otras
partículas menos elementales, como
son los protones y neutrones. Luego
estás partículas no elementales
(formadas de dos partículas
elementales) formaron una partícula
compuesta mayor, que dio lugar al
núcleo del átomo. Luego
transcurrieron otros 100.000 años en
que los núcleos estuvieron solos (hasta
que la luz se separó de la radiación),
en que los electrones comenzaron a
orbitar en torno a ellos, dando
nacimiento al átomo. Luego de
pasados otros muchos miles de años
los átomos se unieron (vinculándose)
con otros átomos y dieron lugar a la
materia, o mejor dicho a la “masa”
(unión de átomos) Es decir que la
Materia (la masa) es muy posterior al
inicio del universo, pues al comienzo
todo solo era energía (materia no
másica). Resumiendo: la masa
(solidificación de la energía) surgió
medio millón de años después del Big
Bang.
Dependiendo de cuantos protones y
neutrones formen el núcleo y
dependiendo de la cantidad de
electrones que orbitan en torno a ese
núcleo es el tipo de átomo que se
forma. En la naturaleza las partículas
elementales se auto-organizan como
átomos en 92 formas diferentes
(luego el hombre creó otros). En la
naturaleza hay 92 tipos de átomos
distintos, a partir de los cuales se
forma todo lo que existe, incluidos
nosotros.
Poco a poco fueron surgiendo los
átomos de hidrógeno, de Helio, de
oxígeno, de cobre, de mercurio, y los
otros. Luego estos se unieron
(vincularon) con otros átomos y dieron
lugar a las moléculas, como la
molécula de agua, por ejemplo, que
se compone de un átomo de oxígeno y
de dos átomos de hidrogeno.
Luego las moléculas se unieron y
dieron lugar a los elementos, tales
como el agua, el aire, el plomo, el
sodio, etc. El aire, por ejemplo, se
compone en un 78% por hidrogeno, en
un 21% por oxígeno y un 1% de otros
gases.
***
Una de las sustancias formadas por
moléculas es el azúcar, en que
ninguno de los elementos que la
componen es dulce, sino que el
DULZOR es la PROPIEDAD
EMERGENTE que resulta de la unión
(vinculación) de sus elementos
básicos. Esto quiere decir que el todo
es más que la suma de sus partes.
Me interesa que quede claro lo que es
una propiedad emergente, por cuanto
¿Es el “yo” una propiedad
emergente del Ser? o por el contrario
¿Es el “yo” un ‘elemento’ ajeno al
Ser?
En la naturaleza tenemos los seres
vivos y los seres no-vivos. Los
últimos son menos complejos
comparados con los primeros. La
organización biológica (la unión de
distintas moléculas) va dando
nacimiento, poco a poco, a elementos
cada vez más complejos. Así, las
moléculas se reúnen (vinculan
químicamente) y dan lugar a la
CÉLULA, el elemento más básico de
la vida. Estas llevan a cabo las
funciones que los niveles más bajos de
la organización no pueden, como el
metabolismo. (Hay dos tipos de
células: las células de las plantas, que
tienen una pared celular rígida hecha
de moléculas de celulosa, y las células
animales, que tienen membranas
celulares flexibles).
Luego se juntan (vinculan) las células
y dan lugar al TEJIDO, que está
compuesto de células que funcionan
juntas para cumplir una determinada
tarea. El tejido muscular, por ejemplo,
trabaja en conjunto para mover las
articulaciones del cuerpo. Luego el
tejido da lugar al ÓRGANO, que es un
sistema de tejidos que trabajan juntos
en una escala mayor para realizar
determinados trabajos dentro del
cuerpo de un animal. Ejemplos de
órganos son el cerebro, el corazón y
los pulmones.
Luego surge el SISTEMA
ORGÁNICO, que es un grupo de
órganos que trabajan juntos para
realizar funciones corporales
específicas. El sistema respiratorio,
por ejemplo, utiliza los pulmones, las
vías aéreas y los músculos
respiratorios para inhalar oxígeno y
exhalar dióxido de carbono.
Luego la vinculación de los
diversos sistemas da lugar a un
ORGANISMO (INDIVIDUOS), que es un
individuo reconocible y autónomo,
como un perro, un pato o un
orangután. La mayoría de los
organismos son organismos
multicelulares que poseen órganos y
sistemas orgánicos. Un ser humano es
otro ejemplo de organismo.
Los organismos (individuos) se
reúnen (vinculan) y dan surgimiento a
la POBLACIÓN, que es un grupo de
múltiples organismos de la misma
especie dentro de un área específica.
Por ejemplo, una manada de leones
en Kenia (África) es una población.
Luego las poblaciones dan lugar
a la COMUNIDAD, que consiste en
todas las especies diferentes dentro de
un área determinada. La población de
leones en Kenia, más las poblaciones
de gacelas, jirafas, elefantes,
escarabajos, y todas las otras especies
en la zona, forman una comunidad.
La vinculación de todas las
comunidades da lugar al
ECOSISTEMA, que está formado por
todas las comunidades de un área
determinada, así como todos los
componentes físicos no vivos del
medio ambiente. Las rocas, el agua y
la tierra son parte de un ecosistema.
Y finalmente la vinculación de todos
los ecosistemas de la Tierra juntos da
lugar a la BIÓSFERA. Cada animal,
planta, bacteria, molécula, roca, etc.
es una parte de la biosfera terrestre.
***
La Energía y el Vínculo entre ella
estuvo presente en cada una de estas
evoluciones, de modo que sin energía
ni vínculo no habría vida, ni siquiera
materia. Dos átomos, que poseen
diminutas energías, se vinculan y
forman una molécula. ENERGÍA y
VÍNCULO han sido vitales en este
proceso de creación.
En el PLANO METAFÍSICO para
muchas personas Dios es energía,
tomando la palabra ENERGÍA como
sinónimo de ESPÍRITU. Entonces,
mientras la energía se hace MASA (se
hace cosa), el espíritu se hace
PENSAMIENTO (se hace palabra). Los
pensamientos son las “cosas” que
hay en la mente, hechos de palabras.
Espíritu en griego es ‘pneuma’; en
latín es ‘spirare’; en hebreo es ‘ruah’;
en sánscrito es ‘atman’; y en copto es
‘nife’. Y en todos ellos significa
SOPLO, AIRE, ALIENTO y también
VIENTO.
Es decir que hay una clara relación
entre ENERGÍA y ESPÍRITU. Según
Wikipedia la palabra ‘energía’ proviene
del griego ‘ἐνέργεια’, que significa
actividad, acción, fuerza de trabajo,
relacionado con la idea de poner en
movimiento, transformar.
Es claro que el aliento es la fuerza que
lleva el aire hasta nuestros pulmones,
dándonos (o prolongándonos) la vida.
Recordemos que el viento fue la
primera energía no proveniente del
esfuerzo físico (humano o animal) que
logramos utilizar. Se cree que las
primeras embarcaciones movidas por
la fuerza (energía) del viento surgieron
unos 3.000 años a. C.
Entonces, si la energía se materializó
unos 500.000 años luego del Big Bang
¿También se mentalizó (materializó)
en algún momento el espíritu? Es
decir ¿Qué significa que el espíritu
se convierta en palabra? ¿Será como
dijo Hegel, que el Espíritu del universo
se hizo pensamiento en nosotros y
pudo auto-observarse a sí mismo?
¿Será que el espíritu se
‘pensamentalizó’ (‘materializó’, se
hizo pensamiento) 13.800 millones de
años después del Big Bang, por
medio de nosotros? ¿Comienza con
nosotros una segunda evolución del
universo?
O, en otras palabras; ¿En qué
tiempo surgió la mente? ¿Surgió con
el Big Bang o surgió después? ¿De
dónde surge el espíritu? ¿Estaba el
espíritu contenido en el punto
primigenio (infinitamente pequeño) que
luego dio lugar al universo? ¿Existe el
espíritu?

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LA SINGULARIDAD DEL ESPÍRITU. La tensión entre el Ser y el Ente

  • 1. LA SINGULARIDAD EL ESPÍRITU La tensión entre el Ser y el Ente (Alejandro Rubio Pellón) PRÓLOGO Hace unos 23 años sufrí un accidente mental que cambiaría una parte de mi vida radicalmente. Aproximadamente por el año 1997 asistí a un recital en el estadio municipal de Conchalí. Luego que el espectáculo terminara y antes de salir del recinto cerrado se produjo un acoplamiento de los parlantes, generándose un chirrido inmensamente fuerte, que nos dejó a todos impávidos. Creo que no hubo nadie que instintivamente no se tapara sus oídos. Luego de regresar a casa (junto a mi esposa y nuestro hijo Simón) me di
  • 2. cuenta que el chirrido continuaba en mis oídos con bastante intensidad, a pesar de haber pasado una media hora desde que lo oí. Transcurría el tiempo y el chirrido no desaparecía. Era tan intenso y tanta mi preocupación que esa noche no logré dormir. Tampoco desapareció al día siguiente, domingo. Tampoco desapareció el lunes, ni el martes, ni nunca. Ahora mismo está conmigo mientras estoy escribiendo este prólogo. Era tan intenso y tan insoportable que llegué a pensar en el suicidio, aunque nunca lo intenté. No me podía imaginar vivir así el resto de mi vida. Me resultaba tan desesperante que no lograba concentrarme absolutamente en nada. Me resultaba tan demencial como que otra voz hablara dentro de mí sin que fuera yo mismo que la emitiera.
  • 3. Luego de tomar todos los analgésicos y ansiolíticos que es posible imaginar opté por ir al otorrino, quien luego de encerrarme en una cámara de silencio y poner a prueba mi audición no encontró absolutamente nada anormal. Me dijo, eso sí, que sufría de tinnitus, una afección (por no decir enfermedad) que sufren muchas personas en todo el mundo. Si bien no parece conocerse sus causas, se asocia a la pérdida de audición. El accidente a mí me sucedió más o menos a la edad en que comienza a haber una baja natural de la audición. Lo curioso fue que antes de salir de la consulta médica se me acercó la asistente del doctor (ambos de edad avanzada) y me dijo lo siguiente: “Yo creo que así como emite un sonido el corazón también emite un sonido el
  • 4. cerebro, pero no todos logran oírlo”. Fue solo su opinión, claro. Pasaba el tiempo y el zumbido no desaparecía ni bajaba de intensidad. Por ese tiempo había hablado con un amigo que en la municipalidad de Recoleta era el Encargado del departamento de discapacitados (así se llamaba entonces), quien me dijo que debía intentar sacar mi atención del zumbido. Recuerdo que me dijo: “Date cuenta de que a veces la radio está con todo el volumen y tú no la escuchas, porque la escuchas solo si le pones atención”. Curiosamente yo ya desde antes había reparado en el tema de la “atención”, que se había vuelto el centro de mi reflexión personal. El asunto es que desde entonces me esforcé en poner mi atención en otra
  • 5. cosa y sacarla del zumbido. No fue fácil pues es difícil poner la atención en otra cosa en forma permanente, pues esa ‘otra cosa’ pasa y deja ser motivo de atención. Cuento corto, comencé a contar. Contar me obligaba a poner mi atención en el conteo, pues de lo contrario perdía la cuenta. Me especialicé tanto en contar que luego comencé a leer libros simples sin dejar de contar. Y poco a poco comencé a darme cuenta de algo de lo que al parecer nadie ha escrito. Por decirlo metafóricamente: “me di cuenta que detrás de la cascada del pensamiento hay un sendero”. Este libro trata de ese sendero, y del como habiéndolo recorrido contando fue como dejar migajas de pan que me permitieron volver, una y otra vez, semejante a como Platón logró volver a la caverna para decirnos
  • 6. que más allá del mundo aparente hay un mundo real. El sendero y el que lo recorre no son el mismo, tal como no son el mismo el observado y el observador. El sendero conduce a la fuente, donde nace el pensamiento, donde el tiempo no transcurre y el espacio no es. El Samadhi no es un invento de las tradiciones religiosos y místicas de Oriente, sino más bien un estado natural interior existente en todos los animales, con el cual los humanos perdimos contacto producto de nuestra evolución, pues fue el precio que debimos pagar por ella. En todos nosotros habitan dos ‘sustancias’, una natural (el Ser) y una cultural (el Ente) en permanente tensión, la primera orientada siempre al presente y la segunda siempre
  • 7. orientada al futuro ¿Y si nada es como hemos creído? ¿Y si en nuestro origen hay causas y elementos en los que nunca hemos pensado? Este no es un libro de metafísica (y lo volveré a repetir) sino un libro de ciencia muy particular, con la rigurosidad de la ciencia y con el razonamiento lógico de la filosofía, con el cual pretendo dar inicio a una nueva disciplina mental a la que he bautizado como “AUTOCIENCIA”, método en base a instrumentos (máquinas) mentales que he llamado mantras, que permiten a una persona con fuerza de voluntad modelar su vida y existencia a su total y complejo antojo. No olvidemos que la ciencia permite conocer, y por medio de la tecnología transformar. Te invito a hacer autociencia.
  • 8. INTRODUCCIÓN Supongamos que hay personas que conocen todas las palabras; personas que conocen casi todas las palabras; personas que conocen la mitad de las palabras; personas que conocen un cuarto de las palabras; y personas que conocen muy pocas palabras; es decir cinco grupos distintos de personas ¿En cuál grupo te encuentras tú? ¿En el 1°, 2°, 3°, 4° o 5°? ¿Cuántas palabras conoces? ¿Cuántas palabras debo utilizar si quiero ser comprendido por la mayor cantidad posible de personas? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en su 23° edición posee 93.111 palabras (sin
  • 9. contar los americanismos ni tecnicismos específicos, entre otros). Cervantes ocupó más de 8.000 palabras al escribir el Quijote de la Mancha. Un escritor o periodista puede llegar a conocer unas 3.000 palabras. Una persona medianamente culta utiliza unas 1.000 palabras. Una persona poco culta solo utiliza unas 450 palabras. Estudios han señalado que muchos jóvenes no utilizan más de 240 palabras.- ¿Una persona adulta que conoce 5.000 palabras es más inteligente que otra persona adulta que solo conoce 500 palabras? ¿Qué es la inteligencia? Como sea, aquí hago un esfuerzo por ocupar la menor cantidad de palabras, para que este texto sea comprensible para la mayor cantidad de personas. Al mismo tiempo me esfuerzo en ocupar
  • 10. las palabras más simples, las más conocidas, tratando de evitar los tecnicismos, y cuando lo hago intento definirlas. *** Por favor, has el intento de leer este libro hasta el final. Escribo sobre algo extremadamente complejo y profundo, que trata de lo más íntimo de ti. Este libro podría marcar un antes y un después en tu forma de percibir la naturaleza (cultura) humana, pues expongo un punto de vista nunca expuesto hasta ahora. Hice un hallazgo (descubrimiento) inédito en mí, que no es posible de describir en pocas palabras. Descubrí algo inmensamente obvio, de lo que casi nadie se ha dado cuenta hasta hoy. Si bien esto que descubrí ya lo han expuesto los más antiguos sabios
  • 11. de oriente, no han acertado en su explicación. Hay algo oculto a la “vista” de todos. Lo descubrí, en parte, por casualidad. Este planteamiento está en perfecta armonía con los grandes descubrimientos científicos y hallazgos filosóficos que se han venido realizando en el tiempo, de modo que encaja en gran medida con ellos. Aunque planteo un nuevo punto de vista respecto de algunas cuestiones, no lo hago fuera de la lógica con que trabajan las ciencias exactas y las ciencias sociales. Digo haberme dado cuenta de lo siguiente, por insólito que parezca: “Yo mismo” y “Mi mismo” no soy (no somos) exactamente el (lo) mismo. Sostengo que la consciencia de yo mismo es diferente de la consciencia
  • 12. de mí mismo. Les diferencia una sutileza inimaginable, que tan solo una mente tan sutil como la mía logró percibir. Sé que “sueno” muy presuntuoso, pero ya verás. Carl Gustav Jung (1875-1691), psicólogo, médico psiquiatra y ensayista suizo, figura clave del psicoanálisis y fundador de la escuela de la psicología de los complejos y psicología profunda (también llamada psicología analítica), señaló “Quien mira hacia afuera duerme, quien mira hacia adentro despierta”. “Adentro” hay algo, que en términos muy simples por ahora voy a llamar separación. Hay una separación entre yo mismo y mi mismo. Cuando los místicos orientales sostienen que por la práctica de la meditación se separan el observador y
  • 13. el observado, sostengo que no es así. Lo que en realidad sucede es que la práctica de la meditación permite ver la separación, pero no producirla. La separación es parte de nuestra naturaleza, o mejor dicho parte de nuestra primera e intrínseca cultura. La separación existe porque somos ‘dos’. Cada uno de nosotros somos ‘dos’. Digamos, por ahora, que uno de ellos es “visible” y el otro es “audible”; que uno de ellos es material y el otro es mental. Que uno es una sustancia y que el otro es una esencia; que uno es un fondo y el otro una forma. La experiencia de la meditación (aunque Osho dice que no es una experiencia) es posible justamente porque somos duales. En cada uno de nosotros (en el 99,%) hay una
  • 14. alteridad interior (que parecen no tener los bebés, ni quien sufren Alzheimer grave ni los enajenados mentales). Estoy yo y el “otro” que no-soy-yo. Cuando digo “dos” no hay que tomarlo en forma tan literal, pues se trata de “dos” con zonas comunes. Quiero decir, esencialmente, que hay en nosotros dos intereses que se contraponen; una doble intencionalidad; dos propósitos opuestos. No es casualidad que nuestro lenguaje funcione por medio de oposiciones (verdadero-falso, bello- feo, arriba-abajo, etc.) como si estuviera basado en un sistema binario (1-0); o digital, como le expongo en otro libro). La dualidad a la que me refiero no implica negar la pluralidad que hay en todos nosotros.
  • 15. El lenguaje con el que nos comunicamos tiene por sobre todo un uso práctico, un uso para referirnos al mundo exterior, para el mundo del hacer, especialmente en Occidente (países no orientales ni árabes). Este descubrimiento me ha sido posible por cuatro circunstancias. Primero, debido a mí habitual consumo de marihuana; segundo, debido a mis extraordinarios ejercicios mentales; tercero, debido a mi fenomenal capacidad de leer; y cuarto, a una contraintuición que siempre me acompañó. Ken Wilber (1949-vivo), escritor estadounidense, filósofo, psicólogo, estudioso de las religiones, practicante de diversas técnicas de meditación budista, que es uno de los pensadores más influyentes de Estados Unidos en
  • 16. cuanto al ámbito de la consciencia, sostiene lo siguiente: “Es posible alcanzar un estado de contemplación por medio de las drogas, pero es imposible rememorarlo luego de salir de ellas”. Algo así como no tener la capacidad de recordar un profundo sueño. Pues bien, suelo tener dicha experiencia contemplativa por el solo hecho de consumir marihuana, y es tan así que decidí sistematizar el procedimiento y darle la forma de una ciencia, a la que he llamado AUTOCIENCIA, la cual bajo ningún punto de vista entra en el ámbito de la METAFÍSICA. Este NO ES un libro de metafísica. De acuerdo con Wikipedia “La contemplación es el estado espiritual
  • 17. que aparece en el ser humano cuando practica el silencio mental”. Y luego dice que “El silencio mental se consigue con el desapego de pensamientos y sensaciones. Se puede trabajar para que aparezca mediante la meditación o la oración en silencio. El desapego por lo material surgirá como resultado de la práctica y esfuerzo total”. En términos muy simples describo dicha experiencia, desde lo personal, como la capacidad de alcanzar un estado de quietud mental en que desaparece la sensación de que el tiempo esté transcurriendo, y en que aparece una sensación de vacío absoluto. A veces es un estado de lucidez tan intenso que da la sensación de que se va a despertar del estar despierto, como si todo no fuera más
  • 18. que una pompa de jabón. Superado el miedo de “despertar” se llega a un estado de paz y quietud indescriptibles, sabiendo que se está “ahí”. La autociencia lleva a dicho estado de relajación profundo por medio de MANTRAS, pero practicados de un modo muy distinto a como se hace en Oriente. Pude llamarles de otro modo, pero no es mi intención alejarme de la sabiduría oriental. Más quisiera hacer una fusión entre Oriente y Occidente. La autociencia tiene diferencias con la autognosis (técnicas de meditación que permiten conocerse a sí mismo), pero también semejanzas, y la principal semejanza es que ambas son un instrumento para acceder a las zonas profundas de la consciencia.
  • 19. Gnosis viene del griego y significa conocimiento. Tenemos dos tipos de conocimiento. Por una parte el conocimiento racional, que proviene del intelecto, que se enfoca en el conocimiento de las cosas, de la historia; en definitiva un conocimiento sobre el mundo exterior. Y por otro lado un conocimiento del mundo interior, el que solo puede ser asimilado de forma intuitiva. Este último es el conocimiento gnóstico. La autociencia es un procedimiento que permite obtener un conocimiento interior en base a una técnica fundamentada en la repetición. Podría resultar chocante la palabra técnica, pero hago presente que la meditación también es una técnica, que viene a ser una práctica determinada para obtener un resultado esperado.
  • 20. Osho (1931-1990), filósofo, místico y líder de un movimiento espiritual de origen indio, señaló “La meditación es nada más que un ARTIFICIO para que tomes conciencia de tu verdadero Ser, que no creaste ni necesitas que lo crees… Naciste con él, solo te falta descubrirlo”. Los mantras son, por definición, INSTRUMENTOS MENTALES, y en la forma en que yo los aplico son auténticos instrumentos mentales, o mejor dicho, MAQUINAS MENTALES. Son máquinas hechas de palabras (y otras sin palabras) que en su forma de aplicarlos se asemejan a los motores. Son, en parte, una fusión entre las técnicas de meditación y la neurolingüística, pero aplicado de una forma completamente diferente, radicalmente opuesta.
  • 21. Si Sócrates dijo (o el Oráculo) “Conócete a Ti mismo”, yo (humildemente) digo “Conócete a Tu mismo”. No eres uno; no somos individualidades; no somos unicidades; somos unidades. No me refiero a que seamos unidades de carbono, sino que sostengo que en nosotros cohabitan el animal que somos y algo más. Nosotros, casi la totalidad de los seres humanos (excepto los bebés y los locos), somos la unidad de un SER y de un ENTE. Esto que sostengo ya lo intuyeron en Occidente, de algún modo, grandes filósofos y pensadores, como Heidegger, Levinas y Derrida, Huxley, entre otros. El noúmeno del que Kant habló también habita en nosotros. El noúmeno (lo que no vemos) es el “Ente” que se ‘adueñó’
  • 22. del “Ser”, sin que el “Ser” se diera cuenta de ello, hasta hoy. El “Ente” tiene su propio propósito, y el “Ser” no es más que su instrumento, no muy diferente del que tiene el jinete respecto de su caballo. Mientras que el ente vive vuelto más hacia el futuro, el ser vive más en el presente. De hecho el futuro es un invento del ente. Las causas profundas del gran malestar social a lo largo y ancho del planeta radican justamente en que el caballo ya no soporta la carga que el Ente (el jinete) le impone. Cuando digo el caballo y el jinete lo digo a modo de metáfora. La Autociencia, en consecuencia, es un procedimiento (proceso) para lograr acceder a la mente profunda por medio de una técnica en base a
  • 23. mantras y al consumo de marihuana. Es una ciencia personal que permite poder apreciar en sí mismo la dimensión “ser” y la dimensión “ente”, que somos a la vez. Soy partidario de la legalización de la marihuana para uso recreativo a partir de los 21 años de edad, por cuanto parece haber estudios que indican que antes de dicha edad podría afectar negativamente el desarrollo del cerebro. Yo comencé a consumirla a los 30 años. Creo que hoy, en Occidente, con los altos niveles de estrés y de “cosismo” con que vivimos es prácticamente imposible salir de la superficialidad de la conciencia sin alguna sustancia química que lo permita. Salir de los estados emocionales negativos generados por la preocupación y la angustia con que se vive hoy es muy difícil. Hay varias
  • 24. técnicas (como el yoga, por ejemplo) que ayudan a relajar la mente (y el organismo en general), pero que no logran introducir estados alterados de conciencia que permitan una comprensión diferente del fenómeno de la existencia; o en otras palabras, salir de la realidad para percibir lo real. Lo que entendemos por REALIDAD es diferente de lo REAL, y así lo pusieron (lo expusieron a su modo) de manifiesto, entre otros Kant y Lacan, a quienes me referiré con más detalle más adelante. Lo Real es lo que ES y que no puede ser de otro modo, en cambio la Realidad es lo que nosotros CREEMOS que es lo real. Es decir que mientras que LO REAL ES LO QUE ES, LA REALIDAD ES LO QUE CREEMOS QUE ES.
  • 25. La realidad en la que vivimos social y mentalmente no es lo real, pues está sujeta a la subjetividad de cada uno, en donde cada cual tiene su explicación sobre los procesos personales y sociales que se experimentan. Cada cual percibe una realidad personal. No viven en la misma realidad quien tiene un buen trabajo y quien hace tiempo está sin trabajo. Lo real está antes de dichas circunstancias. Hasta antes de la investigación científica teníamos muy diversas ideas (CREENCIAS) sobre la naturaleza. Recordemos que Zeus era quien producía la luz del rayo y que Thor producía su sonido. El Sol fue Dios en casi todos los pueblos antiguos, etc. Digamos que las ideas (creencias) que teníamos de la naturaleza constituían la REALIDAD, que determinaban en
  • 26. gran medida nuestras formas de actuar. Luego de la investigación científica comenzamos a darnos cuenta de lo REAL, de modo que mientras lo real se fue agrandando la realidad se fue achicando (para la comunidad científica). Digamos que las preocupaciones, las expectativas, las frustraciones, las condiciones personales, familiares y sociales, entre otras muchas, constituyen nuestra REALIDAD, diferente para cada uno. La realidad se constituye a partir del núcleo de lo real, que se va cubriendo por un conjunto de capas (semejante a las capas de una cebolla) que se superponen unas sobre otras, la última de las cuales (la superior) viene a ser la que denominamos conciencia. Vivimos como seres conscientes en la última capa (neo-cortex), como peces
  • 27. que vivieran siempre solo en la superficie del mar, perdiendo el contacto con la profundo. Al igual que el mar, la mente también tiene profundidad. Cada día vivimos más por encima. Cada día vivimos más en el NEOCORTEX, perdiendo contacto con el ser LIMBICO que también somos. Estamos cada día más DESGARRADOS de nosotros mismos. El ENCUENTRO con uno mismo cada vez se da menos. La autociencia viene a ser una nueva disciplina para salir un rato del neo-córtex (consciencia) y volver al sistema límbico. La meditación es eso en parte, volver a percibir como perciben los animales (el animal que también somos). Es volver al origen, a la anterioridad del ente. Es (por decirlo de algún modo) como entrar en un espacio ingrávido.
  • 28. Sin embargo, en la mente profunda se da LO REAL, que no está sujeto a subjetividad alguna, como lo han atestiguando durante siglos los grandes místicos, especialmente los de Oriente, como ya dije. Es bueno y necesario no perder contacto con el núcleo que hay en nosotros, porque nuestra profunda y verdadera naturaleza es que somos UN SISTEMA, no una UNICIDAD ni una INDIVIDUALIDAD. El modelo de sociedad que hemos construido nos lleva siempre al individualismo, que nos está destruyendo. Cada día vivimos menos en comunidad. El ente nos está llevando por “su” camino, que no es el camino del ser. No es casualidad que el consumo de drogas de todo tipo se masifique cada día más, pues se ha ido convirtiendo en unas de las alternativas que
  • 29. permiten escapar, más no sea por un rato, de la falta de sentido de la existencia; de la falta de amor; de amistad verdadera; de comprensión, de entendimiento; y hasta sirve para escapar de la falta de dinero que permite llevar una vida digna. Todo parece indicar que el consumo de drogas continuará aumentando, especialmente aquellas que producen una alta dependencia física, entre las cuales no se encuentra la marihuana. Quien desee ingresar en esta nueva ciencia sin consumir marihuana, de todos modos recibirá grandes beneficios, logrando alcanzar un muy buen estado de equilibrio mental y emocional. Sin embargo, sin marihuana, la mayoría no logrará verse del otro modo que también somos. Digo “mayoría” por cuanto me consta que hay personas que logran entrar en
  • 30. “transe” sin drogas, pero son las menos. La autociencia pone de manifiesto al “YO”, a diferencia de la meditación (y de las religiones en general) que más bien busca negarlo o replegarlo. Lo cierto es que nada es más real que el “yo”. La civilización es una creación del “yo”, y solo si nos atrevemos a “mirarle a los ojos” veremos lo que verdaderamente somos. El “no-yo” es el SER, mientras que el “yo” es el ENTE. Somos el único animal entelizado. Recordemos que no se nace con el “yo”, sino que nos lo ponemos luego de nacidos. Hay evidencia que muestra que el “yo” no se “despierta” si no es estimulado; así lo han dejado de manifiesto ciertos descubrimientos, como es el caso de las niñas-lobos que fueron criadas por lobos en la India el siglo XIX, y luego
  • 31. ‘estudiadas’ por científicos. Venimos con la aptitud para el “yo”, pero debe ser desarrollado, “despertado”. La autociencia tiene un método muy particular, REPETIR, que permite salir del lenguaje hablado (el del “yo”) y entrar en el lenguaje no-hablado (el del “no-yo”). . Este repetir, repetir y repetir toma la forma de MANTRAS. La base de esta nueva ciencia son los mantras. Cuando la mente consciente repite, repite y repite se aturde, se bloquea, pasando a un estado alterado de consciencia, el que se magnifica bajo el efecto de la marihuana. En ese estado alterado de la consciencia puede percibirse nuestro profundo y verdadero “Ser”, muy separado del “Ente”. La separación se hace tan evidente que al principio puede dar miedo, pero no hay nada que temer.
  • 32. La autociencia, al igual que la ciencia, posee dos dimensiones, la teórica (del estudio) y la empírica (de la práctica). En este libro expongo la dimensión teórica, que precisa más del Ente que del Ser. Los occidentales siempre nos preguntamos del porqué de las cosas y del para qué de las cosas, de modo que no nos gusta aventurarnos en algo si previamente no tenemos una idea de lo que se trata y de si sirve para algo. No nos interesa lo que no sirve para nada. Vivimos para el fin, para la meta, no para el proceso. Me pareció, por lo mismo, más adecuado comenzar por lo teórico, por el Ente. Entiendo por ente esa dimensión de nosotros que razona meticulosamente, muy diferente del “ser”, que es esa dimensión de nosotros que siente y se emociona. Los perros y gatos, por ejemplo, solo
  • 33. son “seres”, que no poseen esa dimensión que razona meticulosamente. Quien ahora me está leyendo es tu dimensión “ente”, porque el “ser” no sabe leer. *** Luego de haber tenido la práctica de hacer meditación, intuí (o más bien contraintuí) que Buda solo se dio cuenta de una de las zonas de la mente (del pensamiento en realidad) cuando aprendió a ponerla en reposo (silencio). Yo, por el contrario, la llevé a su extremo opuesto, acelerando cada vez más el pensamiento. Puede silenciarse el pensamiento y las ideas (que no son lo mismo), no la mente. Como dije, hago una defensa y una reivindicación del “yo”, pues considero que su negación ha sido justamente la
  • 34. causa principal de tanto desentendimiento. Pero no me refiero al “yo” que tiene su sustento solo en el ego y en la vanidad, sino a aquel que es autorreferente, en el cual habita la consciencia de sí mismo. Parto, por lo demás, de la constatación personal de que el ego y la vanidad no son malos en sí mismos, como han querido hacernos creer las religiones y el budismo, con el objeto de aplacar nuestros ímpetus y deseos de experimentarnos en nuestra totalidad. No parece sensato creer que la naturaleza nos dotara de sentimientos solo para perjudicarnos. Sin dichos sentimientos nunca habríamos tenido un Miguel Ángel (famoso pintor y escultor italiano del Renacimiento), por ejemplo. El ego y la vanidad son positivos cuando se experimentan para uno mismo, muy diferente de cuando
  • 35. se experimentan con el fin de sentirse por encima de los demás. Es algo semejante al orgullo, el cual es necesario y bueno, pero que se torna malo cuando se subestima (no tiene orgullo) o sobrestima (tiene demasiado orgullo). La práctica de la autociencia ayuda a desprendernos de los prejuicios por cuanto permite hacernos más conscientes de ellos, muchos de los cuales están asentados en lo más profundo de nosotros, sin que nos demos cuenta. Tenemos una idea bastante pobre de la mente; o mejor dicho un desconocimiento bastante grande de ella. En la escuela nunca nos enseñaron de la mente, a diferencia de otras culturas, en que se enseña a tener control sobre ella.
  • 36. La mente tiene una superestructura y muchas subestructuras de las cuales no nos estamos dando cuenta en nosotros mismos. En cierto sentido nos asemejamos al pez que no es consciente del agua, por más que su entorno es el agua”. El “yo” es una entidad puramente mental, que los animales no logran ver en nosotros. El “yo” solo existe para los humanos. Si bien podríamos decir que el “yo” es un ente ficticio, ello no significa que sea irreal, pues el Banco Mundial y la ONU, entre otros, son entes ficticios. El Banco Mundial y la ONU son una creación del “yo”. Para poder exponer con claridad en que consiste mi descubrimiento (mi hallazgo) me veo en la necesidad de recurrir a la filosofía, a la psicología, a la ciencia, a la historia, a la política y la teología, e incluso a la
  • 37. paleontología, pues necesito contrastar este nuevo conocimiento (del que presumo) con los conocimientos que nos han entregado estas ciencias, que de algún modo todos conocemos en alguna medida. EXPONGO ALGO TOTAL Y COMPLETAMENTE NUEVO, de lo que nunca jamás alguien escribió de este modo (que yo sepa). Me di cuenta de algo sublime; algo así como haberme dado cuenta de mis ojos, pero de mis ojos mentales. Algo así como (en metáfora) haberme dado cuenta que la parte posterior del ojo también tiene párpados, que, una vez abiertos, se mira para “adentro”, para “atrás” ¿Por qué la mente no podría tener un atrás o un interior? ¿Acaso no lo tiene el mundo?
  • 38. Descubrí una forma de mirar lo mismo y percibir diferente. Es que la complejidad y el misterio de la vida y de la existencia son menos comprensibles si no lo son bajo una nueva mirada, integradora, que no se centre solo en lo particular. Es cierto el refrán que dice “los árboles no dejan ver el bosque”. Hemos des-integrado el conocimiento al dividirlo en ciencias específicas. La filosofía, la psicología y la ciencia por separados no le están dando a la humanidad una comprensión adecuada sobre el fenómeno de la mente. La mente, de la que todos participamos, ha pasado a ser un asunto solo de especialistas. La incomprensión global en la que estamos sumidos es la mejor prueba de ello.
  • 39. Puedo “sonar” raro, porque lo que planteo es muy raro, al punto que pensé en titular este texto como “LIBRO RARO”; pero por raro y loco que te parezca, te animo a seguir adelante, que ya verás cómo todo va tomando sentido. No es la primera vez que alguien escribe sobre algo tan raro, y que luego originó un conocimiento que no podíamos ni siquiera imaginar. Me gusta poner por caso el libro raro de Charles Darwin, “El origen de las especies”, que nos sacó por completo de la idea que teníamos sobre nosotros mismos. Darwin nos “convirtió” en animales (descubrió que también somos animales). La Autociencia, al igual que el resto de las ciencias, se basa en la observación, o mejor dicho en la auto- observación; en la rigurosa
  • 40. observación de los procedimientos mentales propios. El objeto de estudio de la autociencia es la observación del proceso de observar. Suena complejo, pero puede explicarse. Algo así como que “no se trata de observar lo que el ojo mira, sino de observar al ojo mientras mira”. Cuando hago una actividad con mi cuerpo (barrer, por ejemplo) estoy teniendo una experiencia, sin duda. Barrer constituye (es) una experiencia. Correr es una experiencia. Jugar es una experiencia. Son experiencias que se dan en el ámbito exterior, a diferencia de un dolor de estómago (que también es una experiencia) que se da en el ámbito intermedio. La experiencia de ir al cine se da “afuera” y la experiencia un dolor de muelas se da en el “intermedio”.
  • 41. Tampoco podemos negar que son experiencias las vivencias emocionales. La vivencia del enamoramiento sin duda es una experiencia, tal como lo es la vivencia de una vergüenza. Debido a que son experiencias se les ha podido estudiar. Estudiando el dolor y sus causas nació la medicina. Estudiando las emociones nació la psicología. Sin embargo hay una actividad a la que no la tenemos como una experiencia, a pesar de ser nuestra actividad más extensa. Me refiero al Pensamiento. Yo hice del pensamiento una experiencia, porque me di cuenta de que el pensamiento y yo no soy el mismo. Lo mismo que el lenguaje ¿Yo y las palabras que utilizo soy el mismo?
  • 42. ¿Por qué digo “mis pies” o “mis pensamientos” como si fueran posesiones, tal como digo “mis ropas? Y si puedo experimentar con mis pies ¿Por qué no con mis pensamientos? Entonces la pregunta que surge es ¿Yo y el pensamiento soy (somos) el mismo? ¿Podría el pensamiento constituirse en una experiencia? ¿Cuándo pienso estoy también teniendo una experiencia mental? ¿El acto de imaginar es también una experiencia? ¿Qué se requiere para que exista una experiencia? Si caminar es una experiencia ¿Por qué no podría serlo pensar? La mente (digo yo) es tan experimentable como lo es el mundo. Cuando estuve durante 18 días trabajando (repitiendo) en aprender al abecedario de atrás para adelante (le
  • 43. llamo zetabecedario) se trató de una experiencia. Cuando estuve repitiéndome por un mes “soy un fracasado y un perdedor” también fue una experiencia. Lo mismo que cuando conté hasta 100.000 en 30 días. Existen, por tanto, las experiencias físicas (externas), las experiencias corporales (intermedias) y las experiencias mentales (internas). Hago ciencia (autociencia) sobre y desde la mente propia. Estudio el pensamiento y hago filosofía desde la experiencia personal. A nadie se le ha ocurrido esto; lo digo luego de haber leído a varios expertos del lenguaje. Esta nueva lectura permite tener un punto de vista completamente nuevo. Adelanto desde ya (por la importancia que tiene en este libro) que respecto del surgimiento de la mente y de la
  • 44. materia hay tres posibilidades: 1° La materia surgió de la mente; 2° La mente surgió de la materia; y 3° Ambas surgieron por separado. Si bien prácticamente todos (las diversas ciencias) están de acuerdo en que la materia y la mente son las dos únicas sustancias básicas de la que se conforma todo, no hay acuerdo en cuanto a cual surgió de cual o si son independientes. Los idealistas (sobre todo religiones) sostienen que la materia surgió de la mente, como Platón, entre otros muchos; en cambio los materialistas (sobre todo los científicos y los marxistas) sostienen que la mente surgió de la materia, como Aristóteles, entre otros muchos. Muy pocos han sostenido que ambas sustancias son independientes una de la otra.
  • 45. ¿Será posible que así como hay una Teoría sobre el surgimiento de la MATERIA (el Big Bang) pudiéramos elaborar una Teoría sobre el surgimiento de la MENTE? Las ciencias que estudian la mente, tales como la psicología (en especial su rama del psicoanálisis) y la neurociencia, lo hacen estudiando mentes ajenas. Quienes ejercen dichas ciencias no estudian sus propias mentes sino que las mentes de otros. Unas mentes observan y sacan conclusiones de lo que acontece en otras mentes. Sus conclusiones, entonces, se ven mediatizadas por la subjetividad del lenguaje y de las ideas, por los sentidos, por los instrumentos y los procedimientos utilizados. La autociencia, en cambio, estudia la
  • 46. mente desde la mente misma, sin pasar por subjetividades o por los sentidos, que a veces nos engañan. La mente no es subjetiva para sí misma. La autociencia se asemeja mucho a los procedimientos mentales que desarrollan los místicos para conocer sus propias mentes. *** Hasta ahora he utilizado la palabra mente en un sentido muy general, lo que cambiará más adelante. El ‘yo’, la conciencia, la atención, la voluntad, las ideas y los pensamientos y las sensaciones son cuestiones todas muy distintas unas de otras. Sin embargo no me perderé en tecnicismos, porque no quiero que la autociencia sea una ciencia/disciplina solo para unos pocos, como suele
  • 47. ocurrir con la filosofía, la psicología, la física, y con las ciencias en general. Agradezco profundamente me des la oportunidad de (intentar) mostrarte algo total y completamente diferente de todo lo conocido. No sé si traigo algo completamente NUEVO o si desenterré algo completamente ANTIGÜO. Sin dudas que resulta bien exagerado lo que digo, pero alego en mi favor que ya otros muchos sorprendieron al mundo con cosas completamente nuevas y “locas”. Uno de ellos fue Galileo Galilei (1564- 1642), astrónomo, filósofo, ingeniero y matemático italiano que nos mostró que la Tierra no es el centro del universo (la Tierra gira en torno al Sol y no al revés); otro fue Charles Darwin (1809-1882), naturalista inglés, que nos mostró que el hombre también es
  • 48. un animal (no es el centro de la creación); otro fue Sigmund Freud (1856-1939), médico neurólogo austriaco, padre del psicoanálisis, que mostró que el hombre no es el amo de su mente (descubrió el inconsciente y el subconsciente). Nuestra creciente conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno se debe a personas determinadas, que se dieron cuenta de algo que otros no se dieron cuenta. Ejemplos hay por montones. Pongo incluso un ejemplo muy particular, el del florentino Nicolás Macchiavello (1469-1527) (que nunca mató a nadie) que se dio cuenta de la forma en que se sustentaba el poder en Europa durante El Renacimiento. Maquiavelo es considerado el padre de la ciencia política moderna por cuanto desenmascaró la forma en que
  • 49. entonces se ejercía el poder, que básicamente consistía en eliminar al enemigo político asesinándolo. Su libro “El Príncipe”, de solo 100 páginas, escandalizó a todas las cortes de Europa. Hasta que Macchiavello escribió su libro la gente era muy ingenua en lo político. La base de su éxito estuvo en su capacidad de observar las conductas de los monarcas de su época. Otro gran observador fue el físico Max Planck (1885-1947), padre de la mecánica cuántica, que, estudiando (observando) el comportamiento de los cuerpos incandescentes, descubrió la ley de la radiación electromagnética, lo cual permitirá que luego Albert Einstein (1879-1955), físico alemán, se diera cuenta de que hay una equivalencia entre la materia y la
  • 50. energía, elaborando la ecuación más famosa de la historia, E=mc2 . El conocimiento que tenemos del mundo y del universo (en todos los aspectos) se debe, entonces, al trabajo de muchos hombres (y mujeres), que en muchos casos dedicaron su vida a su “obsesión”. La historia, de algún modo, es el proceso del irnos darnos cuenta de algo. Yo también me di cuenta de algo, muy particular. En muchos casos el descubrimiento que se hace se debe a la enorme VOLUNTAD que se invierte en seguir el ‘sueño’ que se tiene. En muchos casos esa voluntad de descubrir algo nuevo significa incluso arriesgar la vida. Así tenemos el caso de Cristóbal Colón (1941-1506), el navegante, cartógrafo y almirante genovés que descubre América, atravesando el gigantesco y
  • 51. desconocido océano; otro es el caso de Fernando de Magallanes (1480- 1521), el militar, explorador y navegante portugués que descubre el estrecho que lleva su nombre; y el de Francisco Pizarro (1478-1541), el conquistador español que descubre el Perú. Y así tantísimos otros. (En realidad estos descubrieron lugares ya habitados, aunque fueron nuevos para sus descubridores). En otros campos, grandes observadores hicieron enormes descubrimientos, que precisaron de una enorme voluntad para tener éxito. Así tenemos, entre otros muchos, a Alexander Fleming (1881-1955), científico británico que descubre la penicilina; a William Harvey (1578- 1657), médico inglés que descubre que la sangre circula por el cuerpo; a Marie y Pierre Curie (Marie 1867-
  • 52. 1934), científicos polacos-franceses, que descubren y aíslan los materiales radiactivos; a J. J. Thomson (1856-1940), científico británico que descubre el electrón; a Donald Johanson (1943-Vivo), paleontólogo estadounidense que descubre a "Lucy" (esqueleto parcial hembra de 3,2 millones de años); a Joseph Priestley (1732-1804), científico, teólogo y filósofo británico que descubre el oxígeno; y a Walther Flemming (1843-1905), médico alemán que descubre la división celular; etc. También está el caso de aquellos que trabajando muy duro en un campo determinado hicieron descubrimientos que ni se imaginaron hacer, como Wilhelm Roentgen (1845-1923), ingeniero mecánico y físico alemán que descubre accidentalmente los rayos
  • 53. X; o como Anton Van Leeuwenhoek (1632-1723), que descubre accidentalmente los microorganismos en una gota de agua, considerado el padre de la microbiología. De algún modo esto le sucedió también a Galileo Galilei, a Charles Darwin, a Sigmund Freud y tantos otros, que dieron con algo impensado hasta por ellos mismos. A veces los descubrimientos son tan impensados y tan diferentes a todo lo conocido que desconciertan. Tal vez el caso del desconcierto más destacable es el acontecido con Max Planck, quien descubrió algo tan contrario a las leyes de la ciencia que él mismo murió en la idea de que eso no podía ser posible. La mecánica cuántica fue algo tan inmensamente nuevo, que el físico
  • 54. estadounidense Richard Feynman (1918-1988) popularizó la frase “Quien cree que entiende la física cuántica es que no la entiende”. La perplejidad de Albert Einstein fue tan grande que llegó a decir “Dios no juega a los Dados”, porque no puedo aceptar que la nueva ciencia se ocupara solo de probabilidades y no de predicciones exactas. No hay duda, entonces, de que la frase “no hay nada nuevo bajo es solo” es falsa. El conocimiento que tenemos hoy día, entonces, se debe en gran medida a un sinnúmero de personas y equipos de personas que se dieron cuenta de algo que otros no se dieron cuenta. Cada vez que una de estas personas se dio cuenta de algo “descubrió algo nuevo bajo el sol”, algo que para el mundo no existía, aunque ya estaba ahí. Y ese descubrimiento siempre fue
  • 55. pié para otros descubrimientos posteriores, porque nunca terminamos de descubrir y conocer. No es correcto decir que ya todo está dicho. Siempre hay algo que está por ser descubierto (para bien o para mal). *** Estoy exponiendo una forma diferente de conocer, que se basa en la REPETICIÓN, por lo cual en este texto lo que hago también es repetir. Repito lo que vengo diciendo. Sin embargo repito un tanto distinto, para que se entienda bien lo que intento comunicar. Quiero decir, por una parte, que en este libro voy repitiendo las ideas para que quede claro lo que expongo; y, por otro lado, digo que los mantras consisten en repetir, de un modo completamente original, como lo
  • 56. expondré en el próximo libro, ya que en este explico solo la parte teórica. Personalmente distingo el saber del conocimiento. El saber es solo un traspaso de información. Cuando me dicen cosas que no me constan, como por ejemplo “Juan hizo el gol” es un saber. En cambio si yo mismo vi a Juan meter el gol ya no es un saber sino un conocimiento. El saber puede cambiar, el conocimiento no. La fuente del conocimiento está en mí mismo (experiencia), la fuente del saber, en cambio, está fuera de mi (información). El conocimiento no puede ser falso, el saber sí. El conocimiento puede perder vigencia, ser reemplazado por otro, pero nunca dejará de ser real, aunque ya no preste utilidad. Es obvio que muchas veces el saber es verdadero, pero no al punto de
  • 57. constarle a uno mismo. Pongo el ejemplo de las moléculas: Yo nunca he visto una molécula, pero no dudo de que otros muchos si las han visto. Lo que quiero decir, para efectos de este libro, que saber y conocer no es lo mismo. Se conoce de primera mano y se sabe de segunda. Las creencias, por su parte, son diferentes del saber y del conocimiento. Siguiendo el ejemplo anterior, diría “Creo que juan hizo el gol”. Tenemos, entonces, tres situaciones. En un caso veo que Juan metió el gol (conocer); en otro me cuentan que juan metió el gol (saber); y en otro yo creo que Juan metió el gol (creer). En este texto hago un esfuerzo por decir las menos creencias posibles. Los “saberes” los hago presente como referencias. Intento transmitir un conocimiento
  • 58. interior que ha llegado a mí por medio de la experimentación mental. En cuanto al conocimiento hay tres FUENTES desde donde obtenerlos: el conocimiento que obtengo del mundo exterior (el mundo); el conocimiento que tengo del mundo intermedio (el cuerpo); y el conocimiento que tengo del mundo interior (el intelecto). Esto lleva a las experiencias externas, intermedias e internas. Cuando doy la mano (saludo) tengo una experiencia externa. Cuando me como las uñas tengo una experiencia intermedia. Cuando tengo un pensamiento tengo una experiencia interna. Unas son las experiencias que tengo con el mundo; otras las que tengo con mi cuerpo y otras las que tengo con mi mente. Y hay también una combinación de todas estas, como
  • 59. veremos luego (entre las que están las emociones y sentimientos). ¿Tengo un cuerpo o soy un cuerpo? ¿Por qué digo “mi mano” como si esta fuera una posesión? Como dije, intento escribir sobre algo muy complejo con las menos palabras posibles. Agradezco ser pacientes y continuar con la lectura. Si todo sale bien, este libro podría ser la base para una nueva comprensión sobre las mismas cosas de siempre. Termino este capítulo diciendo que bastantes personas (mayoritariamente mujeres) han mejorado mucho su calidad de vida solo recitando mantras. Los mantras se recitan en cualquier momento del día, de modo que no se requiere de un tiempo ni lugar especial. Se
  • 60. recitan, por ejemplo, mientras se camina. CAPITULO I CIENCIA Y CONOCIMIENTO. AUTOCIENCIA. Tengo a dos pensadores por mis maestros iniciadores. En mi orden temporal estos son, el Dr. Wayne Dyer (1940-2015), psicólogo y escritor estadounidense, autor de “Tus Zonas Erróneas”; y al místico hindú (de la India) Jiddu Krihsnamurti (1895- 1986), autor de “La Libertad primera y última”. El pensamiento de estos dos personajes ha influido considerablemente sobre miles y hasta
  • 61. sobre millones de personas, de las cuales yo soy una de ellas. Sospecho que me di cuenta de la mente como nunca se ha dado cuenta nadie, y estos pensadores me pusieron en el camino. Mis “alocadas” conclusiones son plenamente coherentes, y no entran en contradicción (según yo veo) ni con la filosofía, ni con la psicología, ni con la física. Por el contrario, intento respaldarme en ellas. Esto es muy importante, y lo repito: Este NO es un libro de metafísica. Es un libro sobre la MENTE vista desde el interior de la propia mente, siguiendo a mis maestros iniciadores, entre otros. Intento, como he dicho, dar inicio a una NUEVA CIENCIA, a la que he llamado “AUTOCIENCIA”. Creo estar entre los mayores conocedor de su
  • 62. propia mente. En general, conocemos mucho más del universo físico que del universo mental. La Autociencia es sobre todo una ciencia empírica (práctica), porque su conocimiento le viene de su propia experiencia mental, no de las ideas, sino que del ver los propios procesos mentales. LA MENTE ES UN PROCESO. De este “ver” se sacan conclusiones, que son conclusiones sobre un hecho, y no conclusiones sobre una idea. Lo digo por cuanto hay muchas ideas que no tienen ningún sustento sólido. Buena parte de lo que tenemos por cierto no es más que un cuento que nos hemos venido contando nosotros mismos por cientos o miles de años. Conozco más o menos bien los hallazgos y aportaciones que han hecho al pensamiento universal los grandes filósofos, desde Tales de
  • 63. Mileto a Noam Chomsky (por nombrar algunos). Creo haber construido (descubierto, en realidad) una coherencia entre casi todos ellos. Conozco, en lo esencial, la Teoría del Big Bang, la Teoría de la Relatividad (general y especial), la Teoría Unificada de Cuerdas, y también la Mecánica Cuántica. He leído dos veces la historia universal, aunque en ediciones resumidas; éstas me han permitido orientarme en el tiempo histórico y conocer los grandes hombres y acontecimientos que cambiaron el curso de la historia, o que dejaron grandes huellas en ella. Leo ciencia. Hace unos meses leí el libro titulado “Termodinámica y Entropía”, que contenía, además, la biografía del precursor del atomismo,
  • 64. el físico experimental y creador de la física estadística, el austriaco Ludwig Boltzmann (1844-1906). Luego leí “Max Planck y la teoría cuántica”. Max Planck, considerado el padre de la mecánica cuántica y premio Novel de física de 1919. Planck fue un peldaño de Einstein, tal cual Boltzmann fue un peldaño de Planck. Especialmente interesante me resultó leer al físico cuántico (uno de los fundadores de la mecánica cuántica) y filósofo Erwin Schrödinger (1887- 1961), austriaco, quien en su libro científico-filosófico “MENTE y MATERIA”, hace una descripción genial de cada una de ellas. Mis estudios de electrónica (soy técnico electrónico) me han permitido comprender, entre otras cosas, como es que pasamos de los procesos
  • 65. mentales analógicos a los procesos mentales digitales, tal como parece ir comprobándolo la ciencia. Mi condición de abogado, por otra parte, me ha permitido comprender como es que las leyes del universo físico tienen su símil en el universo mental (social). *** En el desarrollo de la ciencia hay un hilo conductor. Lo digo luego de haber leído a tres importantes filósofos de las ciencias: A Karl Popper (1902- 1994), físico y filósofo austriaco-inglés, que abordó el problema de los límites entre la ciencia y la metafísica, intentando establecer un claro límite entre ellas (separar la ciencia de la pseudociencia). Señala que solo es ciencia lo que puede ser corroborado por la experiencia, con lo cual desarrolla su idea de “falsacionismo”.
  • 66. Una teoría es científica (válida) solo si puede ser falseada (falsable, le llama). Sostiene que no se puede probar que una teoría es verdadera, porque un descubrimiento futuro podría demostrar que no lo era. Entonces no utiliza la expresión “verdadera” sino que la expresión “válida”. Dice que una teoría es válida hasta que deja de ser válida. Señala que algo es válido solo si puede refutarse. Pensemos en la (teoría de la) gravedad, por ejemplo. ¿Por qué? Porque cada vez que dejo caer algo al piso la estoy comprobando; el día que algo flote en vez de caer (si es que eso ocurriera) estaría demostrando que la teoría de la gravedad está equivocada y por lo tanto es falsa (deja de ser válida). Es decir que una teoría es falsa cuando se puede hacer un experimento que la contradice. Si el experimento la
  • 67. confirma es válida; si la contradice es falsa. Pensemos ahora en una teoría que dice que “existen los ángeles”: No hay una manera de hacer un experimento que demuestre “que no existen los ángeles”; es una teoría que no permite ser contradicha. Entonces, para Popper solo es válida una teoría que puede ser puesta en duda usando el mismo método que la tuvo por válida. Pensemos por ejemplo en la Teoría Calórica que fue un modelo con el cual se explicó, durante un tiempo bastante prolongado, las características y comportamientos físicos del calor. La teoría explica el calor a partir de un fluido hipotético, “el calórico”, que impregnaría la materia y sería responsable de su calor. Esta teoría fue ampliamente aceptada, ya que incluso explicaba los experimentos de James Joule sobre la
  • 68. equivalencia entre calor y trabajo, interpretando que al frotar un cuerpo se romperían las vesículas microscópicas que contienen el calórico, liberando calor. Sin embargo la teoría fue perdiendo adeptos al no poder explicar diversos problemas, como la masa nula del calórico, por lo que fue abandonada a mediados del siglo XIX. En la actualidad el calor es considerado como energía en tránsito, que cumple las leyes de la termodinámica. Popper señala que el científico debe ser ante todo un crítico de sus propios métodos, y que debe poner a prueba sus resultados, para evitar que se engañe a sí mismo. Decía esto por cuanto muchos científicos no se esforzaban en poner a prueba sus propios descubrimientos, sino que solo querían alcanzar reconocimiento
  • 69. ‘rapidito’, causando con ello un grave perjuicio a la ciencia. Leí también a Thomas Kuhn (1922- 1996), físico, historiador y filósofo estadounidense, quien señaló que las ciencias no progresan de forma aislada ni de un modo continuo y uniforme, sino que toda ciencia está inserta en un modo de hacer ciencia (conjunto de procesos, de normas, etc.), que comparten un cierto número de investigadores, y que este conjunto (ese modo en particular de hacer ciencia) viene a ser el “paradigma” de una ciencia determinada, y que necesariamente estos paradigmas en algún momento entran en crisis, dando lugar a nuevos paradigmas. Es decir que “no se hace ciencia si no se hace dentro de un paradigma determinado”. Es decir que hay una forma de hacer ciencia, y que hay que
  • 70. hacerla bajo ese paradigma, que es compartido por todos quienes hacen el mismo tipo de investigación. Algo así como que no se puede hacer ciencia al margen de la ciencia. Consideremos lo siguiente: Desde los primeros tiempos los seres humanos hemos sentido gran curiosidad por el cielo, sus astros y sus movimientos; en muchas culturas antiguas se tuvieron a los astros por dioses, especialmente al Sol, otorgándoles incluso una personalidad bastante humana. El darles una connotación religiosa llevó a que fueran muy estudiados, reuniéndose una enorme información en torno a ellos, especialmente de su “comportamiento”, que son sus movimientos. Hasta el siglo XVI se consideraba que la Tierra permanecía fija en el centro
  • 71. del universo y que todos los astros (incluido el Sol) giraban en círculo en torno a ella. Esta era una creencia generalizada y nadie se imaginaba que no pudiera ser así. A dicho sistema se le llamó sistema geocéntrico, que quiere decir que la Tierra es el centro del universo. Los babilonios ya en el siglo VII a. C. fueron los primeros en elaborar un sistema preciso para predecir los eclipses y la posición de los planetas. Los datos, que fueron muy precisos, con el tiempo llegaron a manos de los antiguos griegos, quienes, gracias a las enseñanzas de los pitagóricos, desarrollaron un sistema matemático bastante coherente y exacto del universo hasta entonces conocido, que se componía de Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Interesante es hacer presente que en griego la
  • 72. palabra planeta significa vagabundo, que viene a ser alguien que se mueve sin rumbo fijo ni adivinable, tal como en apariencia se desplazaban los planetas. Si bien al principio el movimiento de los astros parecía bastante caótico, a Eudoxo (390-337 a. C.), filósofo, médico, astrónomo y matemático griego, se le ocurrió la siguiente idea: que los planetas no giran directamente en círculo alrededor de la Tierra, sino en círculos alrededor de un punto inmaterial, y que este punto inmaterial gira en torno a la Tierra. A estos círculos les llamó epiciclos. Unos cien años más tarde, otro griego, Aristarco (310-230 a. C.), astrónomo y matemático, se le ocurrió otra idea, totalmente distinta, la cual fue suponer que la Tierra también es un planeta, y que junto con los otros planetas gira
  • 73. sobre sí misma y a la vez en torno al Sol. Sin embargo a sus contemporáneos esta idea les pareció tan loca que la desecharon por completo. Este astrónomo estaba en la verdad (nuestra verdad) y su teoría fue desechada simplemente porque no tenía modo de probarlo, como luego si logró probarlo Galileo unos 1.800 años después. Fue necesario esperar hasta el siglo II d. C., en que Ptolomeo (100-177 d. C.), astrónomo, astrólogo, geógrafo y matemático griego, en su tratado de astronomía titulado Almagesto (composición matemática) estableció su teoría Geocéntrica, que señala que la Tierra se encuentra situada en el centro del Universo, y que el Sol, la Luna y los planetas giran en torno a ella, arrastrados por una gran esfera llamada primum movile (la primera
  • 74. esfera), sobre la que giran todos los astros del universo), mientras que la Tierra es esférica y estacionaria (sin movimiento). Las estrellas están situadas en posiciones fijas sobre la superficie de dicha primera gran esfera. También señala que el Sol, la Luna y los planetas están dotados de movimientos propios. Este sistema también es conocido como Sistema Ptolemaico. Esta teoría estuvo vigente durante 1.400 años, hasta que fue derribada (falsada) por Nicolás Copérnico (1473-1543), monje y astrónomo polaco, quien estableció el Sistema Heliocéntrico, que establece que la Tierra y los planetas giran en torno al Sol. No está demás decir que se considera que Copérnico en la ciencia astronómica es considerado de la talla de Aristóteles en filosofía. Aristóteles
  • 75. (348-322 a. C.), filósofo y científico (de los primeros científicos) estableció que el universo se dividía en dos regiones: en el Universo Sublunar y en el Universo Supralunar. El primero comprendía el espacio entre la Tierra y la Luna, y el segundo el espacio entre la luna y los límites del universo. En cuanto a la razón por la cual existía el movimiento en el universo, Aristóteles estableció la existencia de un motor, al que llamó el motor inmóvil, que es el que ha movido al universo desde el inicio de los tiempos. Este motor gobierna al Universo desde fuera de él, impulsando la esfera exterior de las estrellas fijas; pero como las estrellas no solamente se mueven, sino que transmiten el movimiento, éstas impulsan sucesivamente el movimiento de los planetas.
  • 76. Copérnico con su nuevo Sistema Heliocéntrico también puso fin a la idea del universo sublunar y Supralunar de Aristóteles. Como podemos ver Copérnico puso fin a una idea del universo que había durado mucho más de mil años. Cuando en ciencias hay un descubrimiento (o una nueva comprensión) que produce un quiebre radical con la idea anterior se le suele llamar revolución copernicana. El quiebre es tan grande que el modo (la forma, los procedimientos) de hacer la ciencia anterior (que fue superada) queda total y completamente superado, al punto que llega a desaparecer. Es decir que se trata de un paradigma que termina, dando lugar a un nuevo paradigma, tal como lo propuso (o se dio cuenta) el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn.
  • 77. Leí también a Irme Lakatos (1922- 1974), matemático, economista y filósofo húngaro, que, intentando hacer una fusión entre Popper y Kuhn, desarrolló lo que vino en llamarse “Programas de investigaciones científicas” (PIC), en que propone que en toda ciencia hay un núcleo duro y un cinturón protector. Indica que las teorías científicas no entran en crisis mientras no sea cuestionado su núcleo duro, pues el cuestionamiento del cinturón protector (cuestiones menores) no afecta la validez de la teoría. Entonces, en toda ciencia hay que distinguir los aspectos de ella que forman parte del núcleo y cuáles forman parte del cinturón. Estos tres grandes filósofos de las ciencias (Popper, Kuhn y Lakatos) están de acuerdo en que el conocimiento no se obtiene en forma
  • 78. lineal ni uniforme, y para que se entienda mejor pongo el siguiente ejemplo: Hasta antes de Einstein, el físico, filósofo, teólogo, inventor, matemático y alquimista inglés, Isaac Newton (1642-1727) era tenido por quien había descifrado (establecido) las leyes que regían el cosmos. Recordemos que este había descubierto la Ley de Gravedad. Sin embargo Einstein vino a echar por tierra (a corregir) buena parte del trabajo de Newton (física newtoniana), al proponer cuestiones hasta entonces total y completamente nuevas (revolucionarias), como que la masa y la energía son los mismo (E=mc2 ); o que la velocidad de la luz es una constante universal. Einstein, literalmente “falseó” la física newtoniana, dando lugar a un nuevo paradigma, por cuanto destruyó el
  • 79. núcleo del paradigma con el que hasta entonces los hombres de ciencia hacían ciencia. Las verdades de la ciencia, como podemos ver, no son definitivas, pues siempre está abierta la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos, que entran en contradicción con los conocimientos dominantes. *** He realizado un descubrimiento (más que un hallazgo) que si bien no entra en plena contradicción con los conocimientos dominantes, plantea una visión total y radicalmente nueva. Me sirve como ejemplo poner de manifiesto la relación que se da entre la física clásica y la física cuántica, las que en sí mismas no se contradicen, porque sus ámbitos de aplicación se dan en “universos”
  • 80. diferentes. Mientras la primera tiene por objeto de estudio el universo macroscópico, la segunda estudia el universo microscópico. La ciencia de la mente que yo intento desarrollar –la autociencia- estudia los procesos mentales en el nivel de la mente no- consciente, y lo hace desde la misma mente por medio de la auto- observación, muy diferente de como lo hacen la psicología y su rama del psicoanálisis, y aun mucho más diferente de como lo hace la neurociencia, pues estás, como ya señalé, lo hacen observando mentes ajenas.- No está demás decir que en el caso de la física, ambas ciencias tiene como instrumento privilegiado las matemáticas; en el caso de la psicología y de la autociencia este instrumento es el lenguaje. ***
  • 81. (En relación con el objetivo y propósito del presente libro, aprovecho de señalar y de adelantar que para Karl Popper la “sustancia” material y la “sustancia” mental tienen existencias por separado, aunque siempre las percibamos juntas. Es decir que la MATERIA y la MENTE no provienen una de la otra, sino que cada una tiene un origen propio). *** Este libro tiene por objeto, entre otros, sentar las bases de la Autociencia. Autociencia en cuanto que se trata de una ciencia que todos la hacen respecto de sí mismos. Cada cual tiene su propio cosmos. Si bien es cierto todas las mentes tienen contenidos, también poseen un contenedor. La mente contiene información en un contenedor. La
  • 82. mente es “Contenedor” y “Contenido”. Yo me extiendo en este libro sobre el contenedor y no tanto sobre los contenidos. Si bien el contenido en todos es diferente, el “contenedor” en todos es igual. Iguales computadores tienen diferente información. Algo así como un camión que transporta diferentes productos, pero en que el camión es el mismo. La Autociencia estudia (por la observación) el “contenedor” de la mente, no tanto el contenido. Las grandes estructuras mentales y ciertos principios son parte del contendor, que estuvieron ahí desde siempre, o por lo menos desde hace demasiado tiempo. Es por esto que la autociencia (al igual que la ciencia) no emite juicios de valor (morales o éticos), porque el
  • 83. “contenedor” no puede ser juzgado. Él (Eso) ya es. Un ejemplo muy simple y entendible: El “olvidar” y el “recordar” son principios universales de la mente, porque todos olvidamos y recordamos. Algo importante es lo siguiente ¿Qué quiero decir con “Mente”? Digamos (para efectos de este libro) que siendo la mente una totalidad, la podemos dividir en cuatro “regiones” (o subestructuras): El inconsciente; el subconsciente; el consciente y el supraconsciente. (Expondré en algún momento lo que denomino “preconsciente”, que a diferencia de los anteriores -que se dan en diferentes “espacios mentales”- este se da en otro “tiempo mental”. (No es nada de fácil intentar exponer algo tan completamente nuevo con un lenguaje tan
  • 84. completamente antiguo. Si el lenguaje hubiera experimentado la evolución que ha experimentado la matemática sería muy diferente). Para que se entienda mejor lo que vengo diciendo, señalo el siguiente ejemplo: Pongamos por caso el piloto de un avión. Está en el modo inconsciente cuando vuela su avión de noche en plena oscuridad, en que ni siquiera hay luna (modo oscuro). Está en el modo subconsciente cuando vuela su avión en una noche clara, en que hay una luna llena (modo semi oscuro). Está en el modo consciente cuando vuela su avión durante un día nublado (modo claro). Está en el modo supraconsciente cuando vuela su avión durante un día soleado (modo muy claro).
  • 85. Lo inconsciente es aquello que está más abajo, como podría ser un subterráneo. El subconsciente ya no está tan abajo, porque es el primer piso. La consciencia es el segundo piso. La supraconsciencia está en el tercer piso. La supraconsciencia es el estado que se alcanza por medio de algún tipo de meditación (en este caso aumentado por el consumo de marihuana). La Autociencia tiene su propio modo de meditación, basado en mantras (como he dicho). Bueno, desarrollé (inventé) unos ejercicios mentales que permiten alcanzar una paz y un equilibrio semejantes a los que se alcanza con la práctica de la meditación trascendental. Lo digo porqué la practiqué. A este nuevo tipo de meditación le llamo “Meditación Occidental”, para diferenciarla de la
  • 86. oriental. En ambos casos se alcanza un gran equilibrio mental, pero en el caso de la autociencia permite alcanzar una mayor continuidad de la consciencia (menos discreta). Les recuerdo que la mitad de nuestro ser es materia, tal como es materia (energía) la electricidad, por ejemplo. Así como la electricidad posee una determinada continuidad, la consciencia de uno mismo también. (No encuentro palabras para decirlo mejor, de modo que es solo una aproximación a lo que quiero decir). Pero no solo trae paz y equilibrio, sino que puede, literalmente, transformar la vida de una persona, haciendo, por ejemplo (si es que quiere) que cambié sus malos hábitos; o que adquiera otros que le gustaría tener. TODO ES MENTE (luego explicaré su relación con las
  • 87. emociones y sentimientos). Esto de que todo es mente no entra en contradicción con que todo sea químico. La autociencia parte del supuesto de que la vida y la existencia no son lo mismo (como luego expondré), lo que redunda en que el mundo y todo lo que contiene dan lugar a una paradoja. La paradoja es el gran paradigma del que participamos todos. La meditación occidental es una técnica a base de MANTRAS, como en la meditación oriental, pero en el que las palabras juegan un rol muy diferente y muy variado, como lo mostraré en detalle en el próximo libro. En este primer libro, como he dicho, expongo la parte teórica de la autociencia, de modo que la parte empírica (el laboratorio y gimnasio mental) la expongo en el segundo libro
  • 88. (aún sin título), con una enorme cantidad de experimentos y ejercicios. No quiero pasar por alto algo respecto de las subestructuras y principios mentales ¿Terminó de evolucionar la mente (no el cerebro)? Si tomamos como referencia los últimos 3.000 años ¿Tenemos ahora subestructuras mentales que no teníamos hace tres mil años? ¿Se ha visto la mente- profunda afectada de algún modo por el advenimiento de la lógica, de las ideologías, del razonamiento moderno y las tecnologías, entre otras? Es presumible que sí. Pongamos por caso las religiones, o creencias (ideas religiosas). Pensemos en el periodo (hace más de 1.500 años atrás en Occidente)) en que prevaleció el politeísmo (la idea politeísta); es decir la idea (creencia) de que había
  • 89. varios dioses, en que las personas creían en diferentes deidades sin entrar en contradicciones. Así fue durante la Edad Antigua, hasta que en el año 380 d. C. se impuso el cristianismo (el monoteísmo) de la mano del Emperador Teodosio. Desde entonces (pasando por la larga noche oscura de la Edad Media) hasta el año 1900 (por decir una fecha arbitraria), en que Nietzsche proclamó la muerte de Dios, prevaleció el monoteísmo (la idea de un solo Dios), al menos en Europa (aunque hoy el monoteísmo continúa con menor fuerza). Desde entonces (año 1900) hasta hoy, las ideas del ateísmo (no hay un Dios) y del agnosticismo (no se sabe si hay Dios, ni si es uno o si son varios) han crecido mucho. En el mundo de hoy (Occidente) hay millones de personas ateas y agnósticas
  • 90. ¿Podría haber diferencias significativas en las subestructuras mentales de politeístas, monoteístas, ateos y agnósticos? Es decir ¿Profundas creencias (o descreencias) afectan nuestra forma de percibir el mundo y a nosotros mismos? ¿Las ideas se arraigan en la mente o solo “flotan” en ellas? ¿Por qué es tan difícil que muchas personas cambien su forma de pensar y de percibir el mundo? Entonces ¿las enseñanzas que nos entregó un maestro sobre la mente hace 3 mil años continúan estando plenamente vigentes? ¿Será posible que no fuera así, al menos en algunos casos? Me quiero referir a Buda Gautama, o simplemente Buda (563-483 a. C.), el gran sabio que fundó el Budismo ¿Conoció Buda la profundidad y
  • 91. misterio de la mente en su totalidad? Es importante recordar que el mismo budismo reconoce que Buda no fue un dios, y que por lo mismo el budismo no es una religión, sino que un Sistema Filosófico que se caracteriza por tener ciertas ideas, tales como creer en la reencarnación y aspirar a alcanzar el nirvana (un estado de liberación) por medio de una determinada disciplina. Buda, en consecuencia, fue un hombre inmensamente sabio, pero un hombre al fin y al cabo, y como tal con limitaciones; como todo hombre. Las enseñanzas de Buda se avienen bien con la mentalidad de Oriente, y no tanto con la de Occidente, en que tenemos una cultura tan diferente a la de ellos. Con todo esto quiero decir que hay aspectos de la mente que Buda no “vio”, que no percibió, que no experimentó. Y no lo hizo por
  • 92. cuanto desde entonces hasta hoy la mente ha experimentado variaciones en sus subestructuras, producto del desarrollo propio de la mentalidad y de la evolución de la sociedad. Es decir que respecto de la mente el budismo no lo sabe todo, ni mucho menos. Tenemos que tener en cuenta, además, que Buda tenía sus creencias, las que sin duda afectaron su forma de percibir la mente. No niego que Buda se dio cuenta de la mente como nunca nadie lo había hecho hasta entonces, pero no de su totalidad. La mente no es menor que el tamaño del universo. La mente, al igual que el universo, es incognoscible en su totalidad. Se le va conociendo en el tiempo. Me he encontrado con personas budistas (o que practican la meditación budista) que si bien no tienen a Buda
  • 93. como a un Dios, toman sus enseñanzas como si se las hubiera dado un dios, lo que limita enormemente tener con ellos una conversación sobre la mente-profunda. Resumen: desde mi punto de vista el budismo impide acceder a una mayor comprensión de la mente-profunda porque está limitado por la idea (la creencia) filosófica que tiene de la existencia. Si bien el budismo es un “camino” que puede llevar a la liberación del individuo de sus peores opresores, como son el odio, la codicia y la ignorancia, ayudándolo a aprovechar su vida al máximo, se arraiga en una creencia específica y determinada: en la idea de que LA EXISTENCIA ES SUFRIMIENTO. Este sufrimiento, señala, se manifiesta principalmente en cuatro grandes sufrimientos: El
  • 94. sufrimiento de nacer (que implica el dolor de la existencia cotidiana), El sufrimiento de la enfermedad, El sufrimiento de la vejez y, por último, El sufrimiento de la muerte. Se puede decir, en consecuencia, que la angustia y, en especial, el problema de la muerte, fueron lo que condujo a la formación de este sistema filosófico y religiosos (religioso en cuanto a sus prácticas). También en necesario decir que el budismo (al igual que el cristianismo) está sujeto a las naturales interpretaciones humanas, de modo que existen diferentes ramas del budismo, que difieren, entre otros aspectos, acerca de la exacta naturaleza del camino a la liberación; de la importancia y el valor canónico de sus escrituras y enseñanzas; y,
  • 95. especialmente, respecto de las respectivas prácticas del budismo. El budismo, en consecuencia, no se abre a la posibilidad de que la vida y la existencia sean un misterio insondable, sino que simplemente se trataría de un eterno retorno (parafraseando a Nietzsche) solo de sufrimiento. La autociencia, por el contrario, parte del supuesto de que de la vida y de la existencia NO SABEMOS ABSOLUTAMENTE NADA, y que sus prácticas solo tienen por objeto acceder a los niveles profundos de la mente no-consciente. No es una ciencia ni optimista ni fatalista. Concibe la vida (y existencia) como un misterio insondable. ***
  • 96. Cuesta entender esto de “acceder a la mente no-consciente” ¿Quiero decir entonces que puedo ser consciente en medio (introducido) de la inconsciencia? Sí. Es que tenemos una idea inadecuada de lo que entendemos por consciencia, y que lo expongo más adelante. Muchas veces los ejemplos dicen más que mil palabras. Hace unos miles de años atrás (por decir una cantidad) los hombres no tenían acceso a las profundidades del océano, sino que solo se lo imaginaban. A medida que ha pasado el tiempo y gracias al desarrollo de las tecnologías nos hemos ido sumergiendo cada vez más profundo en las aguas. Pensemos en la historia del buceo (del sumergirse), en que los primeros hombres lograban sumergirse en el
  • 97. mar solo unos cuantos metros, dependiendo únicamente de su valor y de cuanto aguantaran sin respirar. Desde el inicio de los tiempo el hombre se sumergió en los mares (y lagos) con el objeto de obtener comida, elementos suntuarios (perlas, coral, conchas, etc.) o por simple curiosidad. Los primeros en utilizar un instrumento para el buceo fueron los polinesios, que usaron unos prácticos lentes hechos de madera con láminas transparentes de carey (conchas de tortugas transparentes). Si bien hubieron intentos en la antigüedad por construir un traje para sumergirse por más tiempo y alcanzar mayores profundidades, fue el gran inventor florentino Leonardo da Vinci (1452- 1519) el primero en crear una escafandra en el año 1500, lo que permitió a los hombres de entonces
  • 98. alcanzar mayores profundidades y más tiempo de sumersión. Desde entonces hasta hoy ha habido un enorme desarrollo en los trajes de buceo, donde a los primeros se les proporcionaba aire desde arriba por medio de mangueras, hasta hoy, en que portan sus propios tanques de oxígeno. Mientras que en un principio la sumersión no era más que de unos pocos metros, hoy el record de sumersión personal está en 325 metros. No voy a entrar en detalles, pero muchos saben que uno de los graves inconvenientes de sumergirse demasiado es la posibilidad de sufrir la muerte o graves lesiones por la presión que soporta el cuerpo humano debido al peso del agua. Como un litro de agua de mar pesa 800 veces más que uno de aire se recomienda, a las
  • 99. personas sin preparación sumergirse no más allá de 10 o 12 metros. Así cómo sumergirse en las profundidades del océano conlleva una preparación, de instrumentos y de medir los riesgos, introducirse en las profundidades de la mente también. Y así como hace miles de años no era imaginable el fondo del océano, tampoco es imaginable la profundidad de la mente. De hecho las personas que nunca se han introducido en el fondo del mar no podrían imaginarlo si no fuera por las fotografías y las películas. Y como el fondo de la mente no puede ser fotografiado y ni filmado, sigue siendo inimaginable. En consecuencia, y retomando la idea, estar sumergido y vivo en el fondo del océano es como estar sumergido y consciente en el fondo de la mente.
  • 100. Pero solo se podrá ‘emerger’ conscientemente en la medida en que la ‘presión’ sobre la mente no- consciencia no haga colapsar al ‘yo’ durante su ascenso. El colapso significa salir sin poder luego recordar la experiencia vivida. *** Hasta antes del año 1900 no existía la mecánica cuántica, y por lo tanto, lógicamente, tampoco un lenguaje para hablar de ella. Fueron sus fundadores quienes comenzaron a desarrollar un lenguaje total y completamente nuevo. Sus fundadores y sus aportes fueron: Max Planck (ya citado) establece la constante de Planck; Werner Heisenberg (1901-1976), físico teórico alemán, formula el principio de incertidumbre; Richard
  • 101. Feynman (ya citado) desarrolla un método para estudiar las interacciones y propiedades de las partículas subatómicas; Niels Bohr (1865-1962), físico danés, propone un nuevo modelo atómico (el Modelo de Bohr); Erwin Schrödinger (ya citado) formula la ecuación de onda, conocida como ecuación de Schrödinger, y formula el experimento conocido como “el gato de Schrödinger; Max Born (1882- 1970) físico y matemático alemán, formula su interpretación probabilística de la función de onda de Schrödinger; Louis de Broglie (1892-1987) físico francés, descubre la naturaleza ondulatoria del electrón; Wolfgang Pauli (1900-1958), físico teórico austriaco, formula el principio de exclusión (según el cual es imposible que dos electrones en un mismo átomo puedan tener la misma energía, el
  • 102. mismo lugar, e idénticos números cuánticos). Paul Dirac (1902-1984), ingeniero, matemático y físico teórico británico, introduce la relatividad en la formulación de la mecánica cuántica para describir el comportamiento del átomo de hidrógeno, dando lugar a la llamada ecuación de Dirac del electrón; y Albert Einstein (ya citado). Palabras como espín, fermión, colapso de la función de onda, mecánica cuántica, neutrón, protón, quarks, neutrino, leptón, bosón, gravitón, muon, tau, cuantificación de los vectores propios, carga eléctrica, bosón de Higgs, orbital, operador Hamiltoniano, número másico, son solo una pequeña parte de todo un lenguaje nuevo que hubo que desarrollar. Un NUEVO LENGUAJE que finalmente dio lugar a una NUEVA CIENCIA, que ha
  • 103. transformado el mundo como nunca antes, a tal punto que ni siquiera fue posible imaginarlo. La AUTOCIENCIA tiene mucha semejanza con la mecánica cuántica en cuanto que la dimensión no- consciente de la mente tiene un comportamiento que respecto de la consciencia es total y completamente contraintuitivo. La mente no- consciente se comporta de un modo muy diferente al de la mente consciente. Por otro lado, al igual que en la mecánica cuántica, el proceso de la auto-observación que se da en la meditación conlleva que el observador influye en el observado. No es lo mismo “que yo me dé cuenta de mí”, a que “mí me dé cuenta de yo”. El que mí (no yo) me dé cuanta de yo (no de
  • 104. mí) solo es posible en las profundidades de la mente. A veces hay que alejarse para poder observar mejor. Lo que digo (que es muy loco) resulta medianamente entendible gracias a las referencias que nos dan los grandes místicos que escriben sobre la mente- profunda, y que hablan sobre el observador y el observado, y gracias a los conocimientos básicos de la física (o mecánica) cuántica, que ha popularizado la idea de que el observador influye sobre lo observado. Somos dos; cada uno somos dos. Pero entenderlo no es más que creer entenderlo. Solo la vivencia produce una verdadera comprensión y transformación. A esto invito. Por decirlo de un modo peculiar, uno es el hombre (o la mujer) y otro es la
  • 105. persona. El concepto de persona proviene del latín máscara (que a su vez viene del griego, a propósito de la actuación teatral). La máscara cubre el rostro. La personalidad está sobre el hombre (y la mujer). La máscara nos provee la diversidad, en que cada cual es un personaje singular en el teatro de la existencia. Persona, de acuerdo con Wikipedia “es un concepto principalmente filosófico, que expresa la singularidad de cada individuo de la especie humana en contraposición al concepto filosófico de «naturaleza humana» que expresa lo supuestamente común que hay en ellos”. Mientras el hombre es la manifestación del Ser la personalidad es la manifestación del Ente. El Ente, como pretendo exponerlo en un tercer libro, alcanza (alcanzará) su plena realización en la persona jurídica. En
  • 106. el mundo solo hay dos tipos de personas, las naturales y las jurídicas. Si bien los entes jurídicos (sujetos a leyes) han alcanzado un gran desarrollo (gran presencia) a través de las grandes corporaciones, como son las sociedades anónimas y los estados, aún tienen mucho camino por recorrer. Si bien las personas jurídicas actúan a través de las personas naturales, me inclino por creer que en algún momento el ente se va a personificar jurídicamente (y esto parece demencial) en la forma de una consciencia artificial, ya sea como un edificio inteligente (como la Torre Stark, de Ironman) o como un Cyborg. Parece ser el camino invariable que lleva la humanidad. Podría parecernos que la inteligencia artificial nunca podrá darse cuenta de sí misma, pero
  • 107. ¿Y en 200 o en 1.000 años más? Es posible que el Transhumanismo (humanos modificados –mejorados-) nos lleve hasta allá. El sueño por alcanzar la vida eterna sin antes haber muerto parece ser el verdadero motor de la historia. Así lo ha expresado Ray Kurzweil (1948-vivo), inventor estadounidense (considerado el sucesor de Tomás Alba Edison), empresario, escritor, músico, futurólogo, cofundador de la Universidad de la Singularidad (Silicon Valley, EE.UU), Director de Proyector de Google y padre del Transhumanismo: “La muerte es una enfermedad que estamos próximos a curar”. Dejar atrás el cuerpo biológico (al ser), independizarse de él, es la gran meta del ente ¿A cuántos no les gustaría tener un cuerpo que no se enferme
  • 108. ni envejezca? ¿Seguiremos siendo humanos cuando solo nuestro cerebro sea biológico? Esta segunda fase está recién comenzando. Si uno introduce en google la frase real cyborgs (cyborgs reales) probablemente se encontrará con una lista encabezada por Neil Harbisson, al que algunos consideran el primer cyborg reconocido del mundo, respecto de quien en el año 2004 las autoridades británicas aceptaron que figurare en la foto de su pasaporte portando su ojo electrónico (que él dice considera parte de su cuerpo), que se manifiesta por una antena en la cabeza (que le permite oír los colores, pues solo puede ver en blanco y negro – cromatismo-).
  • 109. Mi propósito es hacer presente que tal vez no somos más que orugas dentro de las cuales viene asomando una mariposa (queriendo poner un ejemplo bonito y optimista). No somos conscientes de esta circunstancia (o propósito oculto) porque algo (o tal vez alguien) impide que nos demos cuenta. Aunque hablamos desde el “yo” no somos consciente del “yo”, y en parte es así por cuanto nos esforzamos en negar al “yo”, y a ello contribuyen las religiones, el budismo, alguna corriente de la psicología y la filosofía, y la moral general. Algo así como que la mente (m-ENTE) tiende a invisibilizarse. El Transhumanismo postula que en algún momento se va a producir una singularidad, a la que ha llamado Singularidad Tecnológica, momento en el cual la inteligencia artificial
  • 110. general (IA Fuerte) superará a la mente humana. Calculan que dicho evento será en torno al años 2030- 2040. Es interesante citar al matemático y físico húngaro-estadounidense John Von Neumann (1903-1957), considerado uno de los matemáticos más importantes de la historia moderna, que hizo aportes fundamentales a la mecánica cuántica, a la teoría de juegos y considerado el padre de la computación, quien hace 60 años hizo la siguiente reflexión: “El progreso tecnológico cada vez más rápido y los acelerados cambios en el modo de la vida humana, da la apariencia de que se acerca alguna singularidad esencial en la historia de la raza humana, más allá de sus propios asuntos tales como los conocemos, que hará que la
  • 111. humanidad no pueda continuar adelante” (El subrayado es mío). *** La pregunta es ¿Tiene que ser así? ¿Tenía necesariamente que ser así? ¿Convendrá que sea así? ¿Se podría evitar? ¿Podría ser mí (no yo) el primer Ser que se dio cuenta de su Ente (de su “yo”), y que tomó el control de él? ¿Podrían llegar a hacerlo los demás seres? ¿Podría ser el “yo” una especie de virus que tomó el control de un ser vivo (de nosotros en cuanto seres) y que cumple su propósito a través de él? ¿Acaso no hay ejemplos en la naturaleza en que un bicho se
  • 112. introduce en otro y toma su total y completo control? ¿Podríamos estar siendo una herramienta de otros seres sin que nos demos cuenta? ¿Podríamos ser como salmones en una piscina artificial creyéndonos que estamos en el mar? ¿Podríamos estar en una Mátrix? ¿Y si estamos produciendo algo para otros seres (entes exteriores) sin darnos cuenta, tal como la oruga sin saberlo produce para nosotros la seda? ¿Y si producimos, música, por ejemplo, que otros seres no saben producir? ¿Acaso no sería necesario que tan solo uno de los millones de avistamientos de ovnis fuera verdadero para tener por cierto que no estamos solos? ¿Y si no estamos solos? ¿Y si en las historias de los anunnakis hay
  • 113. algo de verdad? ¿Cómo explicar que siendo seres inteligentes estemos destruyendo un planeta que acarrea nuestra propia destrucción? ¿Bastará dar una explicación de nuestra particular naturaleza (cultura) solo recurriendo a que somos seres egoístas y malvados? CAPITULO II ENERGÍA Y ESPÍRITU Hay casi unanimidad en cuanto a considerar que todo lo conocido se nos presenta solo como dos ‘sustancias’; como MATERIA y como MENTE. Nada sobrepasa los límites de la materia-mente, las dos únicas sustancias que existen (para los
  • 114. humanos al menos), ni nadie, tampoco, sale de la dimensión espacio-tiempo. Poseemos un cuerpo físico, una sustancia material accesible a nuestros sentidos, de modo que podemos verla, tocarla, olerla, gustara y hasta oírla. Poseemos, por otro lado, una mente no física; una sustancia inmaterial que no es accesible a nuestros sentidos directamente, de modo que no podemos ni verla, ni tocarla, ni olerla, ni gustarla ni oírla. Somos, por ejemplo, como el capitán de un submarino, que solo reconoce a otro submarino por medio de un radar (una especie de oído mecánico), pero que no le sirve para ver al capitán del otro submarino. Dentro de cada uno de nosotros hay una dimensión que los otros no pueden percibir solo por sus sentidos, ni nosotros podemos
  • 115. conocer la interioridad de los otros solo por medio de nuestros sentidos. Cuando me refiero al aspecto no- material, me refiero, por ejemplo, a la dimensión moral de las personas. Ha sucedido muchas veces que de una persona teníamos cierta idea, a pesar de conocerla por mucho tiempo, y de pronto nos dimos cuenta que esa persona no era como creíamos. Tal vez esa persona nos estaba engañando o simplemente nosotros nos hicimos una idea equivocada de ella. Es decir que mientras podemos poner la dimensión material de una persona bajo un microscopio para conocer su interioridad material (sus células por ejemplo), no podemos poner bajo un microscopio su dimensión inmaterial para conocer sus intenciones (sus pensamientos, por ejemplo).
  • 116. Se han desarrollado instrumentos para intentar conocer la interioridad mental de las personas, como test de personalidad o el detector de mentiras, pero no hay como probar objetivamente su eficacia. A la mente se le intuye (adivina) un poco, pero nada más, pues es completamente imposible objetivarla (adivinarla siempre). Entonces, una cosa es el cuerpo físico y otra cosa distinta es la mente no-física. Uno es el CEREBRO y otra muy diferente es la MENTE. Tomemos por ejemplo el caso de un computador, en que podemos distinguir el hardware (armazón, placa base, monitor, teclado, mouse.) del software (programas de Word y de Excel, por ejemplo). No es el mejor ejemplo, pero
  • 117. creo da una idea de lo que quiero decir. El cuerpo (físico) y la mente (no- física) se entrelazan (acoplan) pero no se funden. Cuando un ser vivo fallece la mente se apaga, desaparece (tal vez se va), pero no el cuerpo, que continúa estando allí (aunque frío y sin respirar). Semejante también a una ampolleta que se quema, que luego de quemada deja de encender, pero que como materia no desaparece. Como que “se le va la energía”. El cuerpo pertenece al mundo que percibimos por los sentidos, y la mente al mundo que no percibimos por los sentidos. Semejante, también, a lo dicho por Platón en su Teoría de las Formas, en que el mundo se divide en dos: por una parte está “la cosa material” y por otra parte “la
  • 118. idea” que tenemos de esa cosa material. Entonces, el mundo es el entorno de mi cuerpo mundano (exterior), y las ideas y pensamientos es el entorno de mi cuerpo mental (interior). Mi cuerpo se relaciona con el mundo y mi mente con las ideas y pensamientos. Mis pies se mueven en el mundo y mis pensamientos se mueven en la mente. ESTO ES MUY IMPORTANTE: Cuando digo “MENTE” digo también “ESPÍRITU” (al menos por ahora). Hago presente que para los antiguos griegos LA MENTE Y EL ESPÍRITU ERAN LO MISMO. Ellos fueron los primeros que, rudimentariamente, concibieron la idea de un mundo dividido en dos: lo que ‘vemos’ (vemos, oímos, gustamos, olemos y palpamos) del mundo (el mundo físico-
  • 119. material); y lo que pensamos del mundo (el mundo mento-espiritual). Cuando digo ‘espíritu’ no estoy diciendo un alma que sobrevive luego de la muerte, porque esto no lo sabe nadie. En este sentido lo único que tenemos son creencias, por más firmes que sean. No hay pruebas de la trascendencia. A estos dos “mundos” los antiguos griegos les llamaron la “Naturaleza” y el “Espíritu humano”. El ‘espíritu humano’ se compone de la mente y del espíritu. Es decir que cuando hablamos de mente hablamos también de espíritu. Y cuando hablamos de materia hablamos también de energía. (Para los científicos la MATERIA se presenta como ENERGÍA y como MASA.
  • 120. La Teoría del Big Bang sostiene que primero surgió la Energía y que solo unos 500 mil años después una parte de ella se materializó (solidificó, masificó), dando lugar a la Materia, o mejor dicho dando lugar a la Masa (energía solidificada). La MATERIA, entonces, es energía y es masa. Digamos (para efectos de este libro) que una parte del Espíritu también se “solidificó” dando lugar al Pensamiento. La MENTE, entonces, es espíritu y pensamiento. Esta división entre lo material y lo inmaterial ha recibido distintos nombres a lo largo de la historia, tales como “Naturaleza y Espíritu humano”; “Materia y Mente”; “Naturaleza y Cultura”; Cuerpo y Alma”; “Cosas y Palabras”; “Mundo y Lenguaje”, etc.
  • 121. Creo que los antiguos griegos en algunas cuestiones fueron más lúcidos que nosotros. Creo que tanta tecnología y actividad nos ha hecho menos conscientes en algunos aspectos, y en especial nos han hecho menos autoconscientes. Vivimos más vueltos hacía “afuera” que hacía “adentro”. Podríamos tratar a los antiguos griegos de ignorantes en lo científico (conocimiento de la organización de materia), pero no en cuanto al conocimiento del espíritu humano (conocimiento de la mente y el “corazón”). En ese tiempo había muchas más guerras que ahora, y algunos filósofos en su juventud fueron soldados. En ese entonces las pasiones humanas seguramente estaban mucho más a flor de piel que
  • 122. hoy, que son tan reprimidas (tan culturizadas). Recordemos que Homero (que vivió aproximadamente por entre los años 800 y 700 antes de Cristo) ya había escrito (unos 300 años antes de Platón) La Ilíada y La Odisea, textos de muchísimas palabras y páginas (casi 16.000 versos en 24 cánticos), que relataban los horrores de la guerra de Troya con explicaciones mitología (sin la razón), pero también con extraordinaria frialdad. Entonces, reitero, cuando digo “MENTE” digo mente y espíritu. Hago presente, nuevamente, que la Teoría del Big Bang sostiene que la Materia (como masa) surgió recién unos 500.000 años después de la gran explosión, pues antes de ella solo existía la Energía (la energía no se
  • 123. había solidificado, no se había convertido en masa). Según la Teoría del Big Bang primero surgieron las partículas elementales, las más simples de todas, que no se componen de nada más que de sí mismas, y que por lo mismo carecen de toda estructura, tales como son los leptones, quarks, bosones y electrones, por ejemplo, que pasado un tiempo (unos 200.000 años) se unieron y dieron lugar a otras partículas menos elementales, como son los protones y neutrones. Luego estás partículas no elementales (formadas de dos partículas elementales) formaron una partícula compuesta mayor, que dio lugar al núcleo del átomo. Luego transcurrieron otros 100.000 años en que los núcleos estuvieron solos (hasta que la luz se separó de la radiación),
  • 124. en que los electrones comenzaron a orbitar en torno a ellos, dando nacimiento al átomo. Luego de pasados otros muchos miles de años los átomos se unieron (vinculándose) con otros átomos y dieron lugar a la materia, o mejor dicho a la “masa” (unión de átomos) Es decir que la Materia (la masa) es muy posterior al inicio del universo, pues al comienzo todo solo era energía (materia no másica). Resumiendo: la masa (solidificación de la energía) surgió medio millón de años después del Big Bang. Dependiendo de cuantos protones y neutrones formen el núcleo y dependiendo de la cantidad de electrones que orbitan en torno a ese núcleo es el tipo de átomo que se forma. En la naturaleza las partículas elementales se auto-organizan como
  • 125. átomos en 92 formas diferentes (luego el hombre creó otros). En la naturaleza hay 92 tipos de átomos distintos, a partir de los cuales se forma todo lo que existe, incluidos nosotros. Poco a poco fueron surgiendo los átomos de hidrógeno, de Helio, de oxígeno, de cobre, de mercurio, y los otros. Luego estos se unieron (vincularon) con otros átomos y dieron lugar a las moléculas, como la molécula de agua, por ejemplo, que se compone de un átomo de oxígeno y de dos átomos de hidrogeno. Luego las moléculas se unieron y dieron lugar a los elementos, tales como el agua, el aire, el plomo, el sodio, etc. El aire, por ejemplo, se compone en un 78% por hidrogeno, en
  • 126. un 21% por oxígeno y un 1% de otros gases. *** Una de las sustancias formadas por moléculas es el azúcar, en que ninguno de los elementos que la componen es dulce, sino que el DULZOR es la PROPIEDAD EMERGENTE que resulta de la unión (vinculación) de sus elementos básicos. Esto quiere decir que el todo es más que la suma de sus partes. Me interesa que quede claro lo que es una propiedad emergente, por cuanto ¿Es el “yo” una propiedad emergente del Ser? o por el contrario ¿Es el “yo” un ‘elemento’ ajeno al Ser? En la naturaleza tenemos los seres vivos y los seres no-vivos. Los últimos son menos complejos
  • 127. comparados con los primeros. La organización biológica (la unión de distintas moléculas) va dando nacimiento, poco a poco, a elementos cada vez más complejos. Así, las moléculas se reúnen (vinculan químicamente) y dan lugar a la CÉLULA, el elemento más básico de la vida. Estas llevan a cabo las funciones que los niveles más bajos de la organización no pueden, como el metabolismo. (Hay dos tipos de células: las células de las plantas, que tienen una pared celular rígida hecha de moléculas de celulosa, y las células animales, que tienen membranas celulares flexibles). Luego se juntan (vinculan) las células y dan lugar al TEJIDO, que está compuesto de células que funcionan juntas para cumplir una determinada tarea. El tejido muscular, por ejemplo,
  • 128. trabaja en conjunto para mover las articulaciones del cuerpo. Luego el tejido da lugar al ÓRGANO, que es un sistema de tejidos que trabajan juntos en una escala mayor para realizar determinados trabajos dentro del cuerpo de un animal. Ejemplos de órganos son el cerebro, el corazón y los pulmones. Luego surge el SISTEMA ORGÁNICO, que es un grupo de órganos que trabajan juntos para realizar funciones corporales específicas. El sistema respiratorio, por ejemplo, utiliza los pulmones, las vías aéreas y los músculos respiratorios para inhalar oxígeno y exhalar dióxido de carbono. Luego la vinculación de los diversos sistemas da lugar a un ORGANISMO (INDIVIDUOS), que es un
  • 129. individuo reconocible y autónomo, como un perro, un pato o un orangután. La mayoría de los organismos son organismos multicelulares que poseen órganos y sistemas orgánicos. Un ser humano es otro ejemplo de organismo. Los organismos (individuos) se reúnen (vinculan) y dan surgimiento a la POBLACIÓN, que es un grupo de múltiples organismos de la misma especie dentro de un área específica. Por ejemplo, una manada de leones en Kenia (África) es una población. Luego las poblaciones dan lugar a la COMUNIDAD, que consiste en todas las especies diferentes dentro de un área determinada. La población de leones en Kenia, más las poblaciones de gacelas, jirafas, elefantes,
  • 130. escarabajos, y todas las otras especies en la zona, forman una comunidad. La vinculación de todas las comunidades da lugar al ECOSISTEMA, que está formado por todas las comunidades de un área determinada, así como todos los componentes físicos no vivos del medio ambiente. Las rocas, el agua y la tierra son parte de un ecosistema. Y finalmente la vinculación de todos los ecosistemas de la Tierra juntos da lugar a la BIÓSFERA. Cada animal, planta, bacteria, molécula, roca, etc. es una parte de la biosfera terrestre. *** La Energía y el Vínculo entre ella estuvo presente en cada una de estas evoluciones, de modo que sin energía ni vínculo no habría vida, ni siquiera
  • 131. materia. Dos átomos, que poseen diminutas energías, se vinculan y forman una molécula. ENERGÍA y VÍNCULO han sido vitales en este proceso de creación. En el PLANO METAFÍSICO para muchas personas Dios es energía, tomando la palabra ENERGÍA como sinónimo de ESPÍRITU. Entonces, mientras la energía se hace MASA (se hace cosa), el espíritu se hace PENSAMIENTO (se hace palabra). Los pensamientos son las “cosas” que hay en la mente, hechos de palabras. Espíritu en griego es ‘pneuma’; en latín es ‘spirare’; en hebreo es ‘ruah’; en sánscrito es ‘atman’; y en copto es ‘nife’. Y en todos ellos significa SOPLO, AIRE, ALIENTO y también VIENTO.
  • 132. Es decir que hay una clara relación entre ENERGÍA y ESPÍRITU. Según Wikipedia la palabra ‘energía’ proviene del griego ‘ἐνέργεια’, que significa actividad, acción, fuerza de trabajo, relacionado con la idea de poner en movimiento, transformar. Es claro que el aliento es la fuerza que lleva el aire hasta nuestros pulmones, dándonos (o prolongándonos) la vida. Recordemos que el viento fue la primera energía no proveniente del esfuerzo físico (humano o animal) que logramos utilizar. Se cree que las primeras embarcaciones movidas por la fuerza (energía) del viento surgieron unos 3.000 años a. C. Entonces, si la energía se materializó unos 500.000 años luego del Big Bang ¿También se mentalizó (materializó) en algún momento el espíritu? Es
  • 133. decir ¿Qué significa que el espíritu se convierta en palabra? ¿Será como dijo Hegel, que el Espíritu del universo se hizo pensamiento en nosotros y pudo auto-observarse a sí mismo? ¿Será que el espíritu se ‘pensamentalizó’ (‘materializó’, se hizo pensamiento) 13.800 millones de años después del Big Bang, por medio de nosotros? ¿Comienza con nosotros una segunda evolución del universo? O, en otras palabras; ¿En qué tiempo surgió la mente? ¿Surgió con el Big Bang o surgió después? ¿De dónde surge el espíritu? ¿Estaba el espíritu contenido en el punto primigenio (infinitamente pequeño) que luego dio lugar al universo? ¿Existe el espíritu?